27.01.11

¿Y esto es un libro sobre sectas?

A las 12:14 AM, por Luis Santamaría
Categorías : Reseñas de libros

 

Reseña de: Jaime Rubio Rosales, Guía de las sectas en Canarias (Londres: Lulu Press 2009, 2ª ed.) 143 pp.

El autor de este libro, Jaime Rubio Rosales, se presenta en la contraportada como licenciado en Filosofía y Letras, historiador, especialista en cultura anglosajona, periodista de investigación y colaborador de varios medios. Y está publicado por una importante casa de autoedición basada en Internet, dato que en principio no nos dice nada sobre la calidad de la obra. Una primera ojeada muestra que el intento de acercamiento divulgativo al fenómeno de las sectas, encuadrado concretamente en las Islas Canarias, se queda a medio camino, siendo muy generosos con la obra, que sólo tiene el elemento divulgativo, y ninguno más, como podrá verse en esta recensión.

En la presentación se puede observar ya el planteamiento subjetivo y poco fundamentado del autor, que tras constatar que las Islas Afortunadas han sido refugio de las heterodoxias y lugar de pluralismo a lo largo de la Historia, escribe lo siguiente: “para los formados en el catolicismo tradicional el florecimiento de esa variedad de creencias es fruto de la ignorancia. Sin embargo, puede ser todo lo contrario ya que la tolerancia va asociada a la cultura. Sólo quien conoce diferentes filosofías de la vida puede ser tolerante. En cambio, quien se aferra al pensamiento único, a la fe verdadera, se vuelve intolerante y persigue a todos los demás, como ha ocurrido a lo largo de la historia. En este libro he incluido en la categoría de sectas también a las Iglesias: católica, protestante, de la Cienciología, etc… Para mí todos estos grupos y las otras sectas tienen unas características comunes que las definen” (pp. 7-8). Sólo con esta cita puede comprobarse el nivel intelectual y el rigor del escrito, que deja mucho que desear, o más bien todo. Basta con ver la última línea del prólogo para confirmar la sospecha que se tiene al comenzar al leer el libro, cuando Rubio se refiere a “los abusos de la Iglesia, ¿la madre de todas las sectas?” (p. 8).

Después de esto ofrece en una sola página un puñado de lo que él considera características de las sectas, mezclando algunas de ellas con otros elementos que sólo tiene algún tipo de sectas, y otros que podrían aplicarse a muchos grupos humanos no sectarios. Como muestra de precisión conceptual, un botón: “todas te levantan el dinero de una forma u otra” (p. 11). No espere el lector notas a pie de página citando autores u obras de referencia, ni apoyos documentales o en fuentes. Sospecho que la mayoría de la información tendría que referenciarse en base a artículos de prensa.

A continuación viene el catálogo, en el que el autor distribuye las sectas en neonazis (Nueva Acrópolis y El Cabrito, ésta propia de Canarias), contactistas (Orden del Templo Solar, Energía Universal y Humana, el grupo de Heide Fittkau-Garthe –psicóloga alemana afincada en Tenerife–, el grupo Aztlán y el Movimiento Raeliano), esotéricas (masonería, Orden Rosacruz y Metafísica de Conny Méndez), orientales (Brahma Kumaris, Ananda Marga y budismo tibetano), otras sectas (santería, Fe Bahá’i y espiritismo), y satánicas (Ocinatas Otluc, Orden Illuminati, Satori, Hijas de Belcebú, etc.). Acto seguido, otra gran sección, donde Jaime Rubio sitúa a las Iglesias (incluyendo, por este orden: evangélicos, Iglesia de la Cienciología, testigos de Jehová, mormones, adventistas y un centro mariano aparicionista de Gran Canaria).

Y el capítulo estrella: las sectas católicas. Comienza “demostrando” que la Iglesia católica es una secta (aunque comienza diciendo que “no voy a pronunciarme claramente al respecto sino que aportaré una serie de datos y que cada cual saque sus propias conclusiones”, p. 93), y explica que Cristo no quiso fundarla, y que los evangelios canónicos están manipulados, y que la divinidad de Jesús es un préstamo del paganismo y del mitraísmo, y toda esa serie archiconocida de críticas infundadas y refutadas hace mucho tiempo. Tras esto, la continuación lógica es caer en todos los lugares comunes del anticlericalismo pseudo-intelectual del menor nivel: los dineros de la Iglesia católica, la COPE, la represión sexual y el celibato vinculados al abuso de menores, los crímenes de la Iglesia a lo largo de la Historia, su complicidad con grupos terroristas contemporáneos o los misterios vaticanos del siglo XX. Para pasar después a las “sectas dentro de la gran secta”, es decir, el Opus Dei, el Camino Neocatecumenal y los Legionarios de Cristo. Concluye el libro con un pequeño repertorio bibliográfico (que, por cierto, sólo muestra una obra seria sobre el tema), los datos de contacto de algunas de las instituciones descritas (¿para qué?) y varias fotos (de pésima calidad, como las que salpican el resto de las páginas).

No es necesario hacer muchos apuntes críticos sobre este libro, porque lo descrito hasta ahora da buena idea de su nivel. En este momento sí puede decirse que habría sido difícil que cualquier editorial con una mínima seriedad hubiera publicado esto. Podríamos afirmar que no supera el estrato periodístico-divulgativo si el autor al menos hubiera contrastado sus fuentes y no se hubiera limitado a repetir determinadas ideas divulgadas en la prensa, que suele abordar estos temas desde el desconocimiento y el sensacionalismo. Porque considero que ni siquiera llega a eso. Las erratas tipográficas no son mayores ni más frecuentes que los datos erróneos y los nombres equivocados. Y, yendo a la subjetividad del autor, desde la primera página rezuma resentimiento contra la Iglesia católica, que le lleva a quitar importancia a importantes acusaciones contra algunas sectas, achacándolas a campañas de desprestigio e incluso de competencia por parte de la Iglesia, mientras que a ésta le aplica toda clase de barbaridades en aras de una campaña de “acoso y derribo” que al lector mínimamente informado y cultivado no puede producirle perturbación alguna, visto el nulo rigor empleado. Sin querer entrar en cuestiones personales, y sólo a efectos de entender la obra en su contexto, creo que es interesante un rasgo del perfil biográfico del autor, que no aparece directamente en sus páginas, pero que sí se confirma cuando se leen los textos y se ven las fotografías. De hecho, el libro está dedicado a Menchu Galayo. ¿Quién es? Una ex-profesora de Religión católica en Canarias, que fue víctima de la secta contactista Aztlán, y que es muy conocida en España por su aparición en los medios de comunicación, pero más que por su antigua vinculación con el grupo sectario, por su campaña mediática y judicial contra el Obispado de Canarias, al que acusaba de haber prescindido de su servicio docente por su situación matrimonial irregular, vinculada a un tal Jaime Rubio Rosales.

Hay libros sobre sectas en los que los autores descargan sus iras contra un grupo en concreto, al que pertenecieron o del cual se consideran víctimas de una u otra manera. O que aprovechan para cargar contra la Iglesia católica o la confesión importante de turno. Pero al menos ofrecen información interesante y documentada sobre el fenómeno sectario. Aquí nos encontramos con un caso en el que desinformación y falta de rigor van de la mano con una aversión a todo lo institucional católico, transformada en un continuo ataque carente de toda seriedad. Flaco favor al estudio de las sectas, tan necesario, y también, por qué no, flaco favor a los que quieran ser críticos con la Iglesia con un mínimo de dignidad.

Luis Santamaría del Río