Desde 1984, han muerto 74 sacerdotes

Dos sacerdotes, asesinados a tiros en Bogotá

Monseñor Córdoba: "Hoy la vida no vale nada"

Redacción, 28 de enero de 2011 a las 10:25
 

Rafael Reátiga Rojas, 35 años, y Richard Armando Piffano, 34 años, se ordenaron el mismo día como sacerdotes. Eran amigos. Y el miércoles fueron asesinados a balazos en Bogotá. Lo cuenta El Espectador.

Todo indica que el asesino los atacó por sorpresa. Aprovechó la oscuridad de la calle sin alumbrado público ni pavimento, en el barrio Dindalito de la localidad de Kennedy. El vehículo (marca Chevrolet Aveo, color negro) estaba parqueado. O tal vez circulando lentamente. El hombre del arma iba sentado atrás. Los dos párrocos respiraban por última vez en los asientos de adelante. Un disparo, dos, tres, cuatro, cinco... certeros: a la cabeza y la nuca de uno, y a la cabeza, la nuca y la espalda del otro. El reloj estaba por marcar las 9 de la noche del pasado miércoles.

Habían estudiado juntos una especialización en Bioética en la Universidad Javeriana. Allí fueron compañeros de monseñor Juan Vicente Córdoba, secretario de la Conferencia Episcopal. Él no duda al describirlos como "hombres buenos, inteligentes y entregados".

Eso mismo repiten una y otra vez en Soacha (donde Reátiga era párroco de la catedral Jesucristo Nuestra Paz) y en el barrio Grancolombiano (localidad de Kennedy, parroquia San Juan de la Cruz, donde Piffano trabajaba desde hace tres años). Que eran grandes sacerdotes, queridos y cálidos, y que no se merecían una muerte así. Ambos vivían en las mismas parroquias en las que oficiaban y ningún vecino recuerda episodios sospechosos en su contra.

Al final de la última misa que ofició en su vida, Piffano pidió a sus feligreses que rezaran por él. Ayer, a las 6:30 p.m., la misma hora en la que el padre leía el evangelio todos los días, decenas de creyentes se reunieron con velas y pañuelos para protestar por su muerte. Entre ellos varios colegiales lamentaron el asesinato de quien fuera hasta el pasado miércoles el rector de la institución educativa San Juan de la Cruz, aledaña a la parroquia.

A Reátiga lo lloraron este jueves unos 150 feligreses, todos vecinos y amigos del barrio León XIII, de Soacha, donde se ubica su parroquia. Caminaron alrededor de la iglesia con pañuelos, camisetas y claveles blancos, en silencio, rezando, llorando, pidiendo justicia para la muerte de su sacerdote.

"Dictaba cursos de religión... regalaba ayudas alimentarias... servía de psicólogo, trabajador social y amigo de ancianos y niños", eran algunas de las frases que se escuchaban en la manifestación.

José Díaz, miembro de la Junta de Acción Comunal del barrio, asegura que ahora la gente tiene miedo de volver a la misa: "Temen que les pase algo porque hay muchas injusticias". Se le quiebra la voz. Y agrega que en una ocasión fue curado, gracias a las oraciones del padre, de un tumor cerebral. "Era un santo".

En 2001, el padre Rafael Reátiga impulso la construcción de la parroquia del Señor de la Buena Esperanza en el sector de Galicia, en Ciudad Bolívar. "También remodeló la catedral Jesucristo Nuestra Paz", asegura el padre Ricardo Martínez González, vocero oficial de la Arquidiócesis de Soacha, quien agregó que el religioso manejó las finanzas de ésta durante algún tiempo.

De los móviles del doble crimen todavía no da cuenta oficialmente ninguna autoridad. El Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía asumió la investigación y por ahora no se descarta ninguna hipótesis. Éstas van desde la posibilidad de que se trate de un asesinato pasional, hasta que se deba a una venganza. "Pueden ser diez mil móviles, porque hoy la vida no vale nada", dijo este jueves monseñor Juan Vicente Córdoba. Los cuerpos de los sacerdotes fueron sometidos a pruebas sexológicas y de alcoholemia para aportar pruebas a la investigación.

La Policía de Cundinamarca informó que ninguno de los sacerdotes asesinados había reportado algún tipo de amenazas.

El único antecedente de ese tipo lo tenía el padre Reátiga, quien fue víctima de un paseo millonario en mayo de 2008 en el barrio Santa Isabel. "Los criminales creían que él tenía el dinero de la parroquia en su cuenta privada, pero no tenía más de $30.000", recuerda el padre Martínez, quien asegura que no existe ninguna polémica en el historial de Reátiga como párroco.

Monseñor Juan Vicente Córdoba, manifestó su preocupación por el incremento de homicidios en contra de los religiosos. Desde 1984, han perdido la vida en hechos violentos 74 sacerdotes.

En el último año cinco de ellos han sido asesinados en el país. Uno, también de Soacha, el pasado 20 de agosto de 2010. Se trata del padre Herminio Calero, quien recibió el disparo de un uniformado, al parecer, de manera accidental, cuando se desplazaba de Bogotá hacia el vecino municipio.