«La Iglesia no teme a la pobreza, al desprecio, a la persecución»

Benedicto XVI: «El Sermón del Monte puede ser comprendido y vivido solamente siguiendo a Jesús»

 

Como cada domingo, Benedicto XVI ha dirigido la oración mariana del Ángelus con los miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre recordó que las Bienaventuranzas son un programa de vida para todo ser humano: «está dirigido a todo el mundo, en el presente y en el futuro, y puede ser comprendido y vivido solamente en el seguimiento de Cristo, caminando con Él».

31/01/11 2:42 AM


 

(Agencias/InfoCatólica) Benedicto XVI ha manifestado que el sermón predicado por Cristo no se trata de una ideología, sino de una enseñanza que viene de lo alto y que toca la condición humana, precisamente aquella que el Señor, encarnándose, ha querido asumir, para salvarla. Por ello, “el Sermón de la Montaña está dirigido a todo el mundo, en el presente y en el futuro ... y puede ser comprendido y vivido solamente siguiendo a Jesús, caminando con Él”.

“Las Bienaventuranzas”, aseveró el Pontífice, “son un nuevo programa de vida, para liberarnos de los falsos valores del mundo y abrirse a los verdaderos bienes, presentes y futuros. Cuando, en efecto, Dios consuela, sacia el hambre de justicia, seca las lágrimas de los afligidos, significa que, además de recompensar a cada uno de manera sensible, abre el Reino de los Cielos”.

Lo que es bajo y despreciable para el mundo, Dios lo ha elegido

Benedicto XVI, tras aludir a las palabras pronunciadas por el eremita Pedro de Damasco respecto a las Bienaventuranzas, subrayó que el Evangelio de la Bienaventuranzas se comenta con la historia de la misma de la Iglesia, la historia de la santidad cristiana, porque –como escribe san Pablo– “lo necio para el mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios; aquello que es bajo y despreciable para el mundo, aquello que no cuenta, Dios lo ha elegido para anular a lo que cuenta” (1Cor 1,27-28). Por esto la Iglesia no teme a la pobreza, al desprecio, a la persecución en una sociedad muchas veces atraída por el bienestar material y por el poder del mundo.

Y tras citar a San Agustín, que nos recuerda que, “no agrada sufrir estos males, pero podemos soportarlos por el nombre de Jesús, no solamente con ánimo sereno, sino también con alegría”, Benedicto XVI pidió a los fieles presentes en la Plaza de san Pedro a invocar a la Virgen María, la Bienaventurada por excelencia, pidiendo la fuerza de buscar al Señor (Sof 2,3) y de seguirle siempre con alegría, sobre el camino de las Bienaventuranzas.