3.02.11

Ahora resulta que no saben lo que está pasando

A las 1:41 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

El teólogo José María Castillo ha escrito una carta a José Antonio Pagola. Entrañable y cercana, como se espera entre amigos o, al menos, entre pensadores de similitudes parejas. Eso no le se puede echar en cara porque sería, humanamente, poco presentable.

Ahora bien, el tema de la cariñosa misiva es algo más preocupante. Al parecer hay una serie de personas que, de forma extraña, no saben lo que pasa cuando todo el mundo sabe lo que pasa.

No se lo achaco a la edad porque sería muy fácil decir que Benedicto XVI también tiene unos años bien cumplidos y, aunque la diferencia intelectual es bastante grande cualquiera se agarraría a tal clavo ardiente y ardiendo.

No es, pues, cuestión de años porque al teólogo Castillo se le sabe inteligente y eso es, precisamente, lo peor de todo.

En un momento determinado de la carta le dice a José Antonio Pagola esto: “Lo más duro, en estas situaciones, es no saber exactamente lo que está pasando y por qué está ocurriendo”.

¡Santa inocencia! No sabe lo que pasa ni por qué pasa con el “Jesús” del otrora Vicario vasco.

Pues pasa lo que tiene que pasar cuando una persona se empecina en mantener unas tesis probablemente no católicas y cuando los que las apoyan se empeñan en mirar para otro lado.

Pasa que, poco a poco, y dados los pasos previos que se dieron en España por los organismos que correspondían, la cosa, el asunto y el meollo ha llegado a Roma que es, precisamente, donde todos los caminos católicos llevan.

Pasa que el organismo que corresponde y que está encargado de comprobar la ortodoxia de lo que pueda escribir o decir un católico, ha de hacer su trabajo. Le llaman antigua Inquisición para dar malestar y hacer de menos su labor pero, en realidad, se trata de la Congregación para la Doctrina de la Fe en cuyo nombre hay dos palabras que, muchas veces, tanto Pagola como Castillo parecen desconocer: doctrina y fe.

Pasa, por lo tanto, que cuando un cántaro va muchas veces a la fuente acaba por romperse que es, seguramente, lo que pase ahora con el cuento de la lechera del “Jesús” de Pagola: de tanto hacerse cuentas con las ganancias y con los libros vendidos se va a quedar todo para mejor ocasión.

Eso es lo que, en esencia pasa.

También se pregunta José María Castillo que por qué pasa eso. Tampoco lo entiende. Pues es fácil, hombre, es fácil: lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible.

Y, sin embargo, hay algo con lo que de ninguna de las maneras se puede estar de acuerdo. Es cuando dice que “En esta Iglesia hay demasiado miedo a decir en público lo que cada uno piensa”.

Ahora soy yo el que no entiendo nada de nada. Dice que hay miedo una persona que, como Pagola et alii, no paran decir lo que piensan en público, desde las terrazas y desde las más grandes atalayas que muchos, además, les ofrecen y dejan. Y dice que hay miedo cuando, en realidad, lo que hay es una falta total de decencia teológica.

Lo que no pueden esperar es que se les haga la reverencia a todo lo que digan o escriban. Eso no sino, muy al contrario, que sean llamados al orden doctrinal y católico es lo que tiene que pasar y, aún así, cuesta mucho que pase y suceda.

Pero eso, seguro, tampoco lo entienden.

Eleuterio Fernández Guzmán