ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de febrero de 2011

Santa Sede

¿Qué es la santidad? Dejar que Dios lleve nuestra carga, según el Papa

Santa Sede: Para erradicar la pobreza es necesario que haya más niños

Cardenal Sandri: Egipto está llamado a ser una gran nación en África

Atrio de los Gentiles

El Atrio de los Gentiles discute sobre el Dios de los ateos

El rector de la Universidad de Bolonia presenta el Atrio de los Gentiles

Emil Cioran, el ateo creyente

Mundo

Aumentan las vocaciones en la República Dominicana

Brasil: la Caritas planifica el post-emergencia tras las lluvias

Comienza el IV Curso de especialización en información religiosa

Fraternidad Mariana de la Reconciliación recibe reconocimiento canónico

Entrevistas

Lo que las mujeres en crisis realmente necesitan

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: san Juan de la Cruz, el “Doctor místico”

Documentación

Intervención de la Santa Sede sobre la pobreza en ECOSOC


Santa Sede


¿Qué es la santidad? Dejar que Dios lleve nuestra carga, según el Papa
Dedicó la catequesis de hoy a san Juan de la Cruz
 

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El camino hacia la unión mística con Dios no consiste tanto en “hacer”, sino en “dejarse hacer” por parte del hombre. Esta es la gran lección de san Juan de la Cruz, cuya obra constituye una de las cumbres de la mística cristiana de todos los tiempos.

Lo explicó el Papa Benedicto XVI en su catequesis de hoy, en la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI, dentro de su ciclo dedicado a los santos doctores de la Iglesia.

Después de hablar sobre santa Teresa de Jesús (2 de febrero) y sobre san Pedro Canisio (9 de febrero), el Papa dedicó su intervención de hoy a san Juan de la Cruz, conocido como el “Doctor Místico”, y autor de obras místicas universales como Noche oscura, Cántico Espiritual, Llama de amor viva y Subida al monte Carmelo.

Sin embargo, afirmó el Papa, “la vida de san Juan de la Cruz no fue un vuelo por las nubes místicas”, sino que “fue una vida muy dura, muy práctica y concreta”, destacando su experiencia de encarcelamiento, “donde estuvo expuesto a insultos increíbles y malos tratos físicos”.

“Fue una vida dura, pero precisamente en los meses pasados en la cárcel escribió una de sus obras más bellas”, explicó.

El camino con Cristo, prosiguió el Papa, “no es un peso añadido a la ya suficientemente dura carga de nuestra vida, no es algo que haría aún más pesada esta carga, sino algo completamente distinto, es una luz, una fuerza que nos ayuda a llevar esta carga”.

“Si un hombre tiene en sí un gran amor, este amor casi le da alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; esta es la fe: ser amado por Dios y dejarse amar por Dios en Cristo Jesús”.

“Este dejarse amar es la luz que nos ayuda a llevar la carga de cada día. Y la santidad no es obra nuestra, muy difícil, sino que es precisamente esta “apertura”: abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar”, subrayó el Papa.

La Cruz de san Juan

Este santo español, contemporáneo y amigo personal de santa Teresa de Jesús, colaboró con ella en la reforma de la Orden del Carmelo, sufriendo por ello grandes penalidades y privaciones.

El Papa recorrió brevemente su biografía, desde su infancia pobre y difícil hasta su ingreso en el Carmelo, su ordenación sacerdotal y su encuentro con Teresa de Ávila, que cambiaría el curso de su vida.

“El joven sacerdote quedó fascinado por las ideas de Teresa, hasta el punto de convertirse en un gran apoyo del proyecto” de reforma del Carmelo, afirmó.

Sin embargo, “la adhesión a la reforma carmelita no fue fácil y le costó a Juan incluso graves sufrimientos. El episodio más dramático fue, en 1577, su apresamiento y su encarcelamiento en el convento de los Carmelitas de la Antigua Observancia de Toledo, a raíz de una acusación injusta”.

Después de seis meses de encarcelamiento en duras condiciones, y de fugarse repentinamente de su prisión, san Juan fue destinado a los conventos de Andalucía. Allí, en Úbeda (Jaén), falleció diez años más tarde.

De sus cuatro grandes obras místicas, el Papa destacó las enseñanzas del santo sobre el camino de purificación que el alma debe recorrer hasta su unión mística con Dios.

Esta purificación “es propuesta como un camino que el hombre emprende, colaborando con la acción divina, para liberar el alma de todo apego o afecto contrario a la voluntad de Dios”.

“Según Juan de la Cruz, todo lo que existe, creado por Dios, es bueno. A través de las criaturas, podemos llegar al descubrimiento de Aquel que nos ha dejado en ellas su huella”, explicó.

Sin embargo, cualquier cosa creada “no es nada comparada con Dios y nada vale fuera de Él: en consecuencia, para llegar al amor perfecto de Dios, cualquier otro amor debe conformarse en Cristo al amor divino”.

Por ello, esta “purificación”, subrayó Benedicto XVI, “no consiste en la simple falta física de las cosas o de su uso; lo que hace al alma pura y libre, en cambio, es eliminar toda dependencia desordenada de las cosas. Todo debe colocarse en Dios como centro y fin de la vida”.

En este sentido, añadió el Papa, este proceso de purificación “exige el esfuerzo personal, pero el verdadero protagonista es Dios: todo lo que el hombre puede hacer es 'disponerse', estar abierto a la acción divina y no ponerle obstáculos”.

El esfuerzo humano, prosiguió, “es incapaz por sí solo de llegar hasta las raíces profundas de las inclinaciones y de las malas costumbres de la persona: las puede frenar, pero no desarraigarlas totalmente”.

“Para hacerlo, es necesaria la acción especial de Dios que purifica radicalmente el espíritu y lo dispone a la unión de amor con Él”, afirmó el Pontífice. “En este estado, el alma es sometida a todo tipo de pruebas, como si se encontrase en una noche oscura”.

“Cuando se llega a esta meta, el alma se sumerge en la misma vida trinitaria, de forma que san Juan afirma que ésta llega a amar a Dios con el mismo amor con que Él la ama, porque la ama en el Espíritu Santo”.

[Por Inma Álvarez]

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Santa Sede: Para erradicar la pobreza es necesario que haya más niños
Monseñor Chullikatt interviene en el ECOSOC
NUEVA YORK, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Para erradicar la pobreza, un de los grandes castigos que afligen al mundo contemporáneo, es fundamental la promoción de la familia.

El arzobispo Francis Chullikatt, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede en las naciones Unidas, lo afirmó interviniendo en la 49ª Sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social (ECOSOC), que está teniendo lugar en Nueva York (Estados Unidos) del 9 al 18 de febrero.

En su discurso, el arzobispo afirmó que “las generaciones futuras de niños y de jóvenes son el mejor medio y único para superar los problemas económicos y sociales. La pobreza no está causada por un exceso de niños, sino por una inversión y un sostenimiento demasiado escaso para su desarrollo”.

“La historia humana nos enseña que si se invierte suficientemente en los niños, estos crecen para restituir mucho más que lo que han consumido, elevando, de esta manera el modo de vida de todos”.

Por este motivo “promover una cultura que se abra a la vida y se base en la familia es fundamental para comprender el pleno potencial y el desarrollo auténtico de la sociedad, para el presente y para el futuro”.

“Los niños no deben ser vistos como una carga sino como un don insustituible” y “constructores de las generaciones futuras”.

Si de hecho los legisladores afirman, a menudo, que el crecimiento de la población es perjudicial para el progreso “la verdad es que allí donde se ha verificado un crecimiento económico, a menudo está acompañado por un aumento de la población”.

“En las últimas décadas se ha asistido a continuos progresos para afrontar y reducir la pobreza global”, pero admitió que estos pasos hacia delante “ continúan siendo inconstantes”, y que más de un billón de personas experimentan todavía “ la pobreza y el hambre extremas”.

“La comunidad internacional debe encontrar urgentemente propuestas para una solución sostenible y duradera a este problema”, declaró, subrayando la necesidad de una “visión heurística del desarrollo humano”, dado que este último “no puede ser medido sólo en términos de crecimiento económico” y la erradicación de la pobreza “no se puede fundamentar sobre un resultado económico ponderable”.

Lo que es necesario sobre todo es “la promoción del desarrollo de cada ser humano y de todo ser humano”, indicó, porque “Sin la concomitante dimensión ética y espiritual, el desarrollo social carece de los cimientos necesarios sobre los que debe ser construido y que lo deben sostener”.

En el centro del desarrollo, observo monseñor Chullikatt, están “el reconocimiento de la dignidad de la persona humana y la garantía de pleno respeto de la dignidad innata del hombre y de sus derechos fundamentales”.

En este contexto, “el primer capital que hay que salvaguardar y proteger es la persona humana en su integridad”, comenzando por “darle un debido reconocimiento a la institución social más básica, la familia humana, fundada sobre el matrimonio”.

“Cuando a una sociedad se le priva de su unidad básica, la familia, y de las relaciones sociales que derivan de ella, pueden nacer grandes sufrimientos psicológicos y espirituales y también puede afectar al bienestar económico y social”, observó el arzobispo.

Integración y solidaridad

Monseñor Chullikatt recordó después que “en el esfuerzo particular de promover la integración social para toda la familia humana, la globalización ha ofrecido nuevos caminos para la cooperación económica y civil”.

De cualquier modo, “la sociedad volviéndose cada vez más globalizada, nos convierte en vecinos, pero no en hermanos y hermanas”.

La integración supone unos desafíos como “la desigualdad de la riqueza e ingresos así como en el capital humano y en la educación”, o “la falta de acceso a los sectores de la sociedad para todos, en particular para los pobres y para otros grupos olvidados, como las mujeres y los niños”.

“Disparidad cada vez más grande en los sueldos y en el acceso al crecimiento económico han limitado la eficacia del desarrollo económico en la reducción de la pobreza”, añadió, pidiendo que “los programas sociales a los campos de la educación, de la sanidad para los ancianos y para los discapacitados y a otros sectores necesitados de la sociedad” sean llevados a cabo “para promocionar el derecho esencial a la vida y respetar la libertad de conciencia de los trabajadores que se ocupan de los necesitados”.

Para que haya “un desarrollo social auténtico y duradero”, indicó monseñor Chullikatt, se necesitan “medidas e incentivos sociales auténticos que derivan de la solidaridad y de la caridad fraterna”.

Desde este punto de vista, quiso reclamar la atención “sobre el drama de los emigrantes”, subrayando la necesidad de “ulteriores esfuerzos para defender sus derechos humanos y para respetar su inalienable dignidad humana”.

“Los programas de integración social y de erradicación de la pobreza deben tener en consideración los millones de hermanos y de hermanas que son destinados a vivir fuera del propio país y marginados de la sociedad”, destacó.

“El pleno respeto para sus derechos fundamentales, incluso derechos como trabajadores, deben ser debidamente garantizados por los países de paso y de destino. La justicia social exige condiciones de trabajo favorables para estas personas, garantizando su estabilidad psicológica, evitando nuevas formas de marginación económica y asegurando su libertad y su creatividad individual”.

“Hoy – concluyó el representante de la Santa Sede - es necesario un apoyo estratégico para la erradicación de la pobreza, basada en la justicia social auténtica para contribuir a reducir el sufrimiento de millones de hermanas y hermanos nuestros”.
 

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Cardenal Sandri: Egipto está llamado a ser una gran nación en África
El prefecto para las Iglesias orientales comenta la situación del país
ROMA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Tras la caída de Hosni Mubarak, en Egipto, el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, afirmó que Egipto está llamado a ser una “gran nación” en África.

En una entrevista concedida a Radio Vaticano, el purpurado auguró que las autoridades actuales del país se comprometan más que nunca a “proteger y a defender a todos los habitantes del país, en particular a los cristianos, contra la inseguridad, los ataques o las persecuciones que pueda haber contra ellos”.

Para el cardenal Sandri, estos cambios pueden hacer presagiar “una esperanza para el pueblo y para la nación”.

Se refirió especialmente a la suerte de la Iglesia copta ortodoxa, que cuenta con alrededor de 8-10 millones de fieles, y a la de la Iglesia copta católica, que representa entre 200.000 y 250.000 fieles.

“Para la Iglesia copta, tanto ortodoxa como católica, el actual representa un momento de gran importancia, pues permite a los coptos ortodoxos expresarse como cristianos, y a nuestros coptos católicos como católicos, con la esperanza de que todo lleve a la tranquilidad, a una vida común, a la búsqueda del bien común para todos los egipcios, con el fin de constituir una sociedad digna del hombre, más justa y que dé a todos la oportunidad de participar en la vida pública”, afirmó.

En la entrevista, auguró que se incluyan en la constitución “principios fundamentales” como “la dignidad del hombre y de la mujer, la libertad de todos, una vida en común en el respeto de los demás y en el respeto a la ley”.

Preguntado por el riesgo de que Egipto se convierta en un nuevo Iraq, el cardenal Sandri afirmó que “no sería deseable repetir un nuevo Iraq, es decir, una nueva situación que empuje al éxodo a los cristianos, al éxodo de aquellos que no son reconocidos como ciudadanos iguales a los demás”.

“En el caso de Iraq, esta inseguridad ha empujado al éxodo, y a estas salidas que empobrecen la nación. El país, sin los cristianos, ya no es el mismo”, afirmó.

Por ello auguró decididamente que “esto no llegue a Egipto”. “Espero también que la sabiduría de los egipcops – que la han demostrado durante todas las manifestaciones que se han llevado a cabo de forma pacífica, en las que han expresado su deseo de cambio – permitirá construir un gran Egipto, como ha sido durante toda su historia. Egipto está llamado a ser una gran nación en África, también en su relación con sus vecinos”, añadió.

El prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales auguró finalmente que las autoridades actuales del país durante este proceso de transición y en el futuro “busquen proteger y defender a todos los habitantes del país, en particular los cristianos, de la inseguridad, de los ataques o de las persecuciones que puedan ser cometidas contra ellos como se ha puesto de manifiesto en los ataques, particularmente contra la Iglesia copta de Alejandría”.

Por Marine Soreau


 

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Atrio de los Gentiles


El Atrio de los Gentiles discute sobre el Dios de los ateos
Primera sesión en la Universidad de Bolonia

BOLONIA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Los ateos, sean conscientes o no, dejan también en su vida lugar a Dios, según se discutió en el primer encuentro celebrado por el Atrio de los Gentiles, un espacio (no físico) de diálogo entre creyentes y no creyentes, promovido por el Consejo Pontificio de la Cultura, por sugerencia de Benedicto XVI.

Ante las 1.500 personas que llenaban el aula magna de la Universidad de Bolonia, el 12 de febrero, tomaron la palabra pensadores que se consideran ateos o creyentes, en un diálogo presidido por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura y por Ivano Dionigi, rector de esa institución universitaria, la más antigua del mundo en funcionamiento ininterrumpido.

"Yo pienso que hablar del hombre equivale ante todo a hablar de Dios, y hablar de Dios equivale ante todo a hablar del hombre", aseguró Dionigi en su intervención (Cf. ZENIT, 16 de febrero de 2011).

"Ser hombres de verdad significa plantearse cuestiones últimas e interpretar la vida como un continuo interrogante y búsqueda de esa verdad que nunca es cómoda ni consoladora", añadió el rector.

Entre los que tomaron la palabra el antiguo alcalde de Venecia, Massimo Cacciari, profesor de Estética en la Universidad de esa ciudad, afrontó la cuestión del "Ateísmo en la cristiandad".

Dios en el ateísmo

El cardenal Ravasi, en su intervención, dio la vuelta a los términos del filósofo veneciano para hablar de "Dios en el ateísmo" o de lo que podría definirse como la espiritualidad del ateo (Cf. ZENIT, 16 de febrero de 2011).

Y para hacer esta reflexión se sirvió del pensamiento de Emil Cioran (1911-1995), escritor y filósofo rumano, quien vivió la mayor parte de su vida en París: se consideraba de la "raza de los ateos", y sin embargo, "vivió con el ansia insomne del seguimiento del misterio divino". Constató el purpurado italiano.

"Siempre he dado vueltas alrededor de Dios como un delator: al no ser capaz de invocarle, le he espiado", decía.

Cioran se reconocía como ateo y agnóstico y sin embargo llegó a sugerir a los teólogos un particular camino "estético" para demostrar la existencia de Dios. Escribía: "Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios... Después de un oratorio, una cantata, o una Pasión, Dios debe existir... ¡Y pensar que tantos teólogos y filósofos han derrochado noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios, olvidando la única!".

Para el escritor, "el hombre hace que pierdas toda fe, es una especie de demostración de la no existencia de Dios". "Pero, por suerte, y esta es la gran contradicción, también existe, como antes decíamos, Bach...", concluyó el cardenal Ravasi.

La doctora Gaia Zanini, asistente del Atrio de los Gentiles, en declaraciones a ZENIT explica el espíritu de esta iniciativa aclarando que "hoy más que nunca la Iglesia se siente llamada a una dimensión de confrontación, de apertura, de continua revitalización de sus fundamentos, precisamente a través de ese recurso inagotable que es el diálogo".

Y para que el diálogo sea fecundo, añade Zanini, no hace falta sólo encontrar el lenguaje adaptado, y la profundidad propia de los argumentos, sino también la "fidelidad a las propias posiciones, la continuidad y la renovación".

El próximo encuentro del Atrio de los Gentiles se celebrará el 24 y 25 de marzo en París, con debates en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Universidad de la Sorbona, el Instituto de Francia, y el Colegio de los Bernardinos. Concluirá ese encuentro con una velada de fiesta abierta a todos, en particular a los jóvenes, sobre el "Atrio del Desconocido", que tendrá lugar en el atrio de la catedral de Notre Dame de París (Cf. 26 de enero de 2011).

Por Jesús Colina



 

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El rector de la Universidad de Bolonia presenta el Atrio de los Gentiles
Intervención de Ivano Dionigi

BOLONIA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).-Publicamos una parte de la intervención del rector de la Universidad de Bolonia, Ivano Dionigi, en el primer encuentro del Atrio de los Gentiles, celebrado el 12 de febrero, en el aula magna de esa institución universitaria, la más antigua del mundo en funcionamiento ininterrumpido. La iniciativa, promovida por el Consejo Pontificio para la Cultura, responde a una iniciativa de Benedicto XVI.

 

 



 


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¿Qué interrogantes me ha suscitado esta intuición del presidente del Consejo Pontificio de la Cultura?

El problema de Dios, declinado como relación entre fe y razón, ¿no es más que una ocupación "diurna" de filósofos y teólogos, psicólogos y antropólogos, o afecta a la reflexión diurna de cada uno de nosotros?

El diálogo creyentes/no-creyentes, además de demostrar la compatibilidad entre religiosidad y laicidad, ¿puede asumir formas y tonos que contribuyan a aclarar y enriquecer la originalidad y nobleza de las respectivas posiciones?

Una Universidad pública y laica, al acoger la confrontación entre el creer y el comprender, ¿abdica a su propia autonomía o más bien desempeña su propia función de institución orientada, por naturaleza e historia, a la formación y la investigación?

Estas preguntas, que pueden resumirse en el interrogante polémico de Tertuliano --"¿qué tienen en común Jerusalén y Atenas?"--, hoy están cargadas de nuevas contribuciones, nuevas dificultades, y nuevas perspectivas, sobre todo después de la llegada de dos inesperados "bárbaros": la globalización, con su profeta, Internet, y las "otras" culturas, que no pueden quedar reducidas a nuestros cánones clásicos.
 

Yo pienso que hablar del hombre equivale ante todo a hablar de Dios, y hablar de Dios equivale ante todo a hablar del hombre: digo esto para no para reclutar a todos en la gran tropa de los creyentes ni para limitar el discurso al Dios-hecho-hombre del cristianismo: lo digo simplemente porque ser hombres de verdad significa plantearse cuestiones últimas e interpretar la vida como un continuo interrogante y búsqueda de esa verdad que nunca es cómoda ni consoladora. Preliminarmente hay que distinguir los fines de los medios: estos últimos tan invasivos y agresivos llegan a oscurecer y sofocar a los primeros.

Las respuestas pueden ser múltiples y divergentes e incluso abiertas: el intelectual griego se resignará con el Dios desconocido; Pablo y Agustín, en medio de una vida desordenada, se convertirán al Deus patiens cristiano, puente entre el abismo del pecado y el abismo de la gracia; Marx e Nietzsche negarán a Dios por ser enemigo de la libertad y de la dignidad del hombre; Dostoyevski, considerando insoportable el sufrimiento del inocente, blasfema´a contra el nombre de Dios y le restituirá la entrada de un espectáculo indecente; Pascual, en una competida teoría de las ventajas comparadas, apostará por la existencia de Dios. Cada uno de nosotros, a su manera, por voluntad o por casualidad, acaba encontrándose cara a cara con e problema: aunque sólo sea cuando choca contra el escoyo de esa "realidad dura y contra la naturaleza que no es un bien para nadie" y que se llama muerte (Agustín, La ciudad de Dios 13, 6 "habet enim asperum sensum et contra naturam ... nulli bona est").

Y a propósito del interrogante religioso ayudará recordar también la verdadera y confortante etimología de "religio" (re-legere), que hace referencia a la "recogida paciente de las ideas", a la "evaluación continua", a la "reflexión escrupulosa", en vez de esa etimología popular y ambigua (re-ligare), que hace referencia al "lazo", al "vínculo", a la "cautividad" entre el hombre y Dios: etimología, ésta, sorprendentemente apreciada, por motivos opuestos e interesados, tanto por paganos como por los mismos apologistas cristianos.

En segundo lugar, el diálogo, es decir, "la utilización compartida (dia-) de la razón (logos)" entre creyentes y no creyentes, debe ser visto como una oportunidad recíproca. Abrirse a las razones de los demás, reflejarse en el prójimo al mismo tiempo igual y diferente, aceptar el desafío de terrenos desconocidos: todo esto constituye un homenaje y un servicio a nuestra naturaleza de seres pensantes, itinerantes, orientados a la expectativa. La ausencia de confrontación, por el contrario, hace áridos la mente y el corazón, y genera incomprensiones, pseudo-certezas, fantasmas, hasta llegar a negar y contradecir precisamente aquello en lo que se cree: ya sea la fe religiosa o laica.

En este sentido, utilizando un término utilizado a partir de la filosofía de Platón, puede haber varias "navegaciones": la natural de los científicos, la racional de los filósofos, la religiosa de los creyentes.

Con el Atrio de los Gentiles el diálogo sube a la "cátedra". Yo creo que el diálogo, sólo el diálogo, nos salvará.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]



 

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Emil Cioran, el ateo creyente
Por el cardenal Gianfranco Ravasi

BOLONIA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, inauguró el 12 de febrero, en la Universidad de Bolonia, los encuentros del Atrio de los Gentiles que permiten el diálogo entre creyentes y no creyentes, por sugerencia de Benedicto XVI.


 

El purpurado presentó una reflexión sobre Emil Cioran (1911-1995), escritor y filósofo rumano, del que ofrecemos un pasaje en su redacción original escrita.


 

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"Soy un extranjero para la policía, para Dios, para mí mismo". Este es quizá el lapidario y fulgurante carnet de identidad de Emil Cioran, nacido hace cien años, el 8 de abril de 1911 en Rasinari, en la Transilvania rumana. Este inclasificable escritor-pensador, en 1937, a los 26 años, emigró a París, donde vivió hasta su muerte, en 1995. Extranjero, por tanto, por su patria de origen, que había cancelado de su registro civil personal, abandonando incluso su idioma. Fue extranjero en la nación que le había acogido, a causa de su constante aislamiento: "Eliminaba de mi vocabulario una palabra tras otra. Acabada la masacre, solo una sobrevivió: soledad. Me desperté satisfecho".

Extranjero, por último, para Dios, a pesar de que era hijo de un sacerdote ortodoxo. Tan extranjero que se inscribió en la "raza de los ateos", y sin embargo, vivió con el ansia insomne del seguimiento del misterio divino. "Siempre he dado vueltas alrededor de Dios como un delator: al no ser capaz de invocarle, le he espiado". Por este motivo querría hablar brevemente de él, sin la pretensión de superar mi recinto de teólogo adentrándome en el análisis crítico literario , que otros harán en este centenario. Cioran, de hecho, se puso al acecho en varias ocasiones para tender una emboscada a Dios, obligándole a reaccionar y, por tanto, a mostrarse.

Es emblemático el diálogo que entabló a distancia con el teólogo Petre Tutea. Éste no había abandonado su tierra, a pesar de haber pasado 13 años en las cárceles de Ceausescu, ni mucho menos su fe, hasta el punto de que replicó así a Cioran: "Sin Dios, el hombre no es más que un pobre animal, racional y hablante, que no viene de ninguna parte, y que no sabe adónde va". En realidad, su interlocutor no era ateo ni agnóstico, pues había llegado a sugerir a los teólogos su particular camino "estético" para demostrar la existencia de Dios. De hecho, en "De lágrimas y santos" (Tusquets Editores, 1988), escribía: "Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios... Después de un oratorio, una cantata, o una 'Pasión', Dios debe existir... ¡Y pensar que tantos teólogos y filósofos han derrochado noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios, olvidando la única!".

Cioran acusa a Occidente de un delito extremo, el de haber extenuado y disecado la potencia regeneradora del Evangelio: "Consumado hasta los huesos, el cristianismo ha dejado de ser una fuente de maravilla y de escándalo, ha dejado de desencadenar vicios y fecundar inteligencias y amores". Este Qohelet-Ecclesiastés moderno se transforma, entonces, en una especie de "místico de la Nada", dejando entrever el escalofrío de las "noches del alma" de ciertos grandes místicos, como Juan de la Cruz o Angelus Silesius, remontando hasta el desconcertante cantor del nexo Dios-Nada, el famoso Maestro Eckhart de la Edad Media. "Era todavía niño, cuando conocí por primera vez el sentimiento de la nada, tras una iluminación que no lograría definir". Una epifanía de luz obscura, podríamos decir, utilizando un oxímoron del Job bíblico.

"Siempre hay alguien por encima de uno mismo --seguía diciendo--; más allá del mismo Dios se eleva la Nada". Aquí está la paradoja: "El panorama del corazón es: el mundo, más Dios, más la Nada. Es decir, todo". Y, por tanto, esta es su conclusión: "¿Y si la existencia fuera para nosotros un exilio y la Nada una patria?". La Nada, siempre según este oxímoron, se convierte en el nombre de un Dios, ciertamente muy diferente al Dios cristiano, y sin embargo dispuesto como él a recoger el malestar existencial de la humanidad. Escribía Cioran, evocando la "psicostasía" del antiguo Egipto, es decir, el momento en el que se pesaban las almas de los difuntos para verificar la gravedad de sus culpas: "En el día del juicio sólo se pesarán las lágrimas". En el tiempo de la desesperación, de hecho, ciertas blasfemias --declaraba Cioran siguiendo a Job-- son "oraciones negativas", cuya virulencia es más acogida por Dios que la acompasada alabanza teológica (la idea ya había sido formulada por Lutero).

Por tanto, Cioran es un ateo-creyente sui generis. Su pesimismo, es más, su negacionismo se debe más bien a la humanidad: "¡Si Noé hubiera recibido el don de leer en el futuro, no cabe duda de que él mismo hubiera provocado el hundimiento!". Y aquí la Nada se convierte en la mera nada, un vacío de aniquilamiento: adorar la tierra y decirse que en ésta está el fin y la esperanza de nuestros afanes, y que sería inútil buscar algo mejor para descansar y disolverse". El hombre hace que pierdas toda fe, es una especie de demostración de la no existencia de Dios y desde esta perspectiva se explica el pesimismo radical de Cioran, que brilla ya en los títulos de sus libros: "Del inconveniente de haber nacido", "La tentación de existir", "En las cimas de la desesperación", "Desgarradura", "Silogismos de la amargura", etc. Y en ocasiones es difícil no darle la razón, al mirar no sólo la historia de la humanidad, sino también el vacío de tantos individuos que no tiene nada de la trágica Nada trascendente: "De muchas personas se puede decir lo que se dice en el caso de algunas pinturas, es decir, que la parte más preciosa es el marco". Pero, por suerte, y esta es la gran contradicción, también existe, como antes decíamos, Bach...

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]



 

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Mundo


Aumentan las vocaciones en la República Dominicana
Según el arzobispo de Santiago, monseñor De la Rosa
SANTIAGO DE LOS CABALLEROS, miércoles 16 de febrero 2011 (ZENIT.org).- En la República Dominicana “el aumento de las vocaciones es tangible”. Lo afirmó monseñor Ramón de la Rosa, arzobispo metropolitano de la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, la segunda del país. 

En la última edición del artículo que publica cada semana con el título “Certifico y doy fe”, el prelado ha referido sobre la situación de las ordenaciones en su arquidiócesis y en el país.

En este momento, subrayó, en Santiago hay 120 sacerdotes. Los seminaristas son 70, mayoritariamente jóvenes.

En la arquidiócesis hay además 52 candidatos al diaconado permanete. “ Los ordenados ya suman 110 en Santiago y unos 500 en todo el país.  Su labor en las comunidades es callada, pasa casi desapercibida, pero muy eficaz”. Y añadió que “su trabajo en la comunidad es silencioso pasa casi inobservado pero es muy eficaz”.

La formación para el diaconado dura cuatro años y se trata de “hombres que asumen al mismo tiempo la responsabilidad de sus familias, su trabajo para sustentarse y su ministerio diaconal, el cual ejercen de manera absolutamente voluntaria, con gran sentido de generosidad.

Están además las vírgenes consagradas. “ Uno de los hechos que no deja de maravillarme, es el del Dios, que aquí y allá, llama a las más diversas vocaciones y ministerios, como el de muchachas que animadas por la voz interior de Dios, optan por permanecer vírgenes y célibes en sus casas, con sus familias, en medio de sus trabajos, con más tiempo para ejercer diversos servicios y ministerios” escribió.

“Aparentemente son “muchachas que no se casaron”, juzgadas, tal vez, como jóvenes que no encontraron maridos”, pero hacen un voto privado de virginidad y castidad si bien las que lo deseen pueden asumir este compromiso públicamente”. Actualmente en Santiago hay 13 mujeres que viven de esta manera.

La mayoría de las vírgenes consagradas en la Iglesia se reúnen en congregaciones religiosas, en institutos seculares y en otras asociaciones, viviendo en general en comunidad.

En la arquidiócesis de Santiago actualmente hay 55 comunidades de éste tipo; cada uno de esos grupos tiene un mínimo de tres miembros, llegando en Santiago a un total de casi 200 mujeres vírgenes consagradas “dedicadas a los más diversos servicios y ministerios a tiempo completo”. Son 10 las comunidades que tienen novicias.

En la arquidiócesis - concluyó el arzobispo - hay además más de 700 presidentes de asamblea y más de 2000 ministros y ministras de los enfermos que llevan la comunión en la casa de unos 6000 enfermos que no pueden ir a la iglesia. 

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Brasil: la Caritas planifica el post-emergencia tras las lluvias
La tragedia provocó 878 víctimas y un escenario de devastación
RIO DE JANEIRO, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Un mes después de las lluvias, inundaciones y deslizamientos de tierra en la región del interior del Estado brasileños de Río de Janeiro, la realidad local está hecha de fango, escombros y personas que viven en refugios improvisados.

La tragedia ha provocado 878 muertos desde el 11 de enero, sobre todo en la ciudad de Nueva Friburgo, Teresópolis y Petrópolis. Hay unos 35.000 desplazados.

Según la información del departamento de comunicación de la archidiócesis de Río, las personas intentan volver a su propia vida, no obstante el trabajo de los equipos ocupados en la remoción de los escombros. La situación de la región se ha agravado con la aparición de casos de leptospirosis y con la falta de médicos.

Los brasileños continúan siendo solidarios con las víctimas. Muchos aprovechan el periodo de las vacaciones estivas para trabajar como voluntarios, otros enviando donaciones.

Pensando en el periodo pos-emergencia, la Caritas brasileña, en colaboración con las Caritas locales, está diseñando un plan a largo plazo. Se han constituido pequeños equipos que, pasada la fase de emergencia, han recibido nuevos objetivos que alcanzar.

El presidente de la Caritas de Río de Janeiro, el padre Manuel Managão, ha explicado que se han formado grupos de trabajo con las personas escogidas de las diócesis, que organizarán, a medio y largo plazo, la asistencia a las familias golpeadas por el drama.

Los equipos ayudarán a distribuir los recursos que llegan a las diócesis, en base a las necesidades. Proveerán también de ayuda a los desplazados.

“Al principio hemos recibido una gran cantidad de donaciones, pero con el tiempo todo se enfría. Es necesario mantener la asistencia a las familias. Los equipos tendrán, dos deberes fundamentales: el censo de las familias y la coordinación con el poder público”, afirmó el padre Managão.

La Caritas brasileña ha recogido desde el principio de febrero cerca de 1,1 millones de reales en donación por la campaña nacional a favor de las víctimas de las lluvias llamada “SOS Sudeste”.

Una de las preocupaciones de los responsables de la obra asistencial de la Iglesia y con el pasar del tiempo las donaciones comienzan a disminuir. También por causa del retorno a las escuelas y al trabajo, además el número de voluntarios disminuye considerablemente.

Otra preocupación es el alto índice de paro que se ha verificado tras la tragedia, visto que muchas personas trabajaban en el sector del comercio y en los hoteles, ahora han perdido también las propias fuentes de ingresos.

Los equipos locales están estudiando como actuar para recuperar las pequeñas empresas, la asistencia sanitaria y la construcción de casas.

Se involucrarán también en este trabajo a medio y largo plazo, la Caritas Archidiocesana de Río de Janeiro y las diócesis de Petrópolis y Nueva Friburgo.

Hasta este momento, las diócesis han distribuido ya casi 650 toneladas de donaciones y son responsables de la mayor parte de los alojamientos de la región.

Sólo en Nueva Friburgo, de los 73 alojamientos registrados en la Secretaría de Asistencia Social y de Derechos Humanos de Río de Janeiro, 45 son mantenidos por la Iglesia.

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Comienza el IV Curso de especialización en información religiosa
Para periodistas, en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma
ROMA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma ha organizado, de marzo a junio de este año, la IV edición del Curso de especialización en información religiosa para periodistas.

El inicio está previsto para el 4 de marzo. Las sesiones tendrán lugar los viernes desde la 8:45 hasta las 10:30 en la sede de la Universidad Pontificia, (Plaza Sant'Apollinare 49, Roma).

El Curso es organizado por la Asociación Iscom, por la Asociación de Periodistas Acreditados en el Vaticano y por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. El título de la edición de este año es “Cuestiones de actualidad periodística sobre la Iglesia Católica”.

El Curso, recuerdan los organizadores, “está pensado para acercarse a los intereses de periodistas que se ocupan de información religiosa que quieren tener más medios para comprender algunos aspectos de la vida de la Iglesia”.

En esta IV edición se afrontarán temas relacionados con la actualidad como la reorganización de la curia, la eutanasia y la reforma del derecho penal de la Iglesia.

El comité también ha organizado tres encuentros – en la Villa Pontificia de Castelgandolfo, la Biblioteca Apostólica Vaticana y la Congregación para la Doctrina de la Fe – que pueden enriquecer el conocimiento de la realidad histórico-cultural y doctrinal de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Entre los oradores que participarán durante el Curso figuran monseñor Ermenegildo Manicardi, rector del Almo Colegio Capranica; monseñor Osvaldo Neves de Almeida, Oficial de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaria de Estado de la Santa Sede; monseñor Guido Mazzotta, Consultor de la Congregación para las Causas de los Santos.

También estarán monseñor Juan Ignacio Arrieta, Secretario del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos; el profesor Rodolfo Proietti, Director del Instituto y de la Escuela de especialización de Anestesia y Reanimación de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma; Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Instituto para las Obras de Religión; monseñor Salvatore Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

La cuota de inscripción es de 320 €. La petición de inscripción ha de ser enviada hasta el 18 de febrero de 2011.

Para ver el programa y efectuar la inscripción on-line: http://www.pusc.it/csi/inforel11/

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Fraternidad Mariana de la Reconciliación recibe reconocimiento canónico
Esta nueva realidad eclesial está próxima a cumplir sus 20 años
LIMA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR) fue recientemente erigida como Sociedad de Vida Apostólica de derecho diocesano después de recibir el Nihil obstat de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, y la aprobación del arzobispo de Lima y Primado del Perú, cardenal Juan Luis Cipriani.

La aprobación se dio el pasado 21 de enero, cuando el cardenal Cipriani recibió a la Superiora General de la FMR, Alejandra Keen von Wuthenau, acompañada de algunas miembros del Consejo Superior, para hacer entrega del Decreto de Erección por el que se declara que la Fraternidad Mariana de la Reconciliación es Sociedad de Vida Apostólica.

Asimismo, el Arzobispo aprobó las Constituciones de la Fraternidad, que según el canon 731 del Código de Derecho Canónico, son el camino a través del cual los miembros de una Sociedad de Vida Apostólica “aspiran a la perfección de la caridad”.

Nuevos retos

En dicha ocasión el arzobispo de Lima alentó a las Fraternas –como son conocidas las integrantes de la FMR- a “vivir sus vidas como una constante donación porque para eso nos consagramos en la Iglesia, para donarnos a los demás, para servir a los demás y llevarles la fe”.

La superiora general, Alejandra Keen, de nacionalidad española, expresó en un comunicado enviado a ZENIT, su gratitud a Dios por tan grande bendición para todas las Fraternas así como para toda la Familia Sodálite – familia espiritual fundada por el laico peruano Luis Fernando Figari a la que pertenece esta comunidad – “ya que la Santa Madre Iglesia nos ha reconocido como Sociedad de Vida Apostólica, otorgándonos así nuestra figura canónica definitiva”.

“Éste es un día para elevar, junto a Santa María, cánticos de acción de gracias desde el corazón, y para celebrar con toda humildad, renovando nuestros esfuerzos por ser las Fraternas santas que Nuestro Señor quiere que seamos”, dijo  Alejandra.

Comunidad joven

La Fraternidad Mariana de la Reconciliación fue fundada el 25 de Marzo de 1991 en la ciudad de Lima – Perú. Está integrada por mujeres que,respondiendo al llamado de Dios, han consagrado sus vidas para ser plenamente disponibles para el apostolado. 

Su estado de laicas consagradas les permite insertarse en el mundo para anunciar en primera persona al Señor Jesús.

Las Fraternas aspiran a vivir su vocación cooperando activamente con la gracia, haciendo de su vida cotidiana una liturgia continua, para que a través de cada una, Dios pueda hacer llegar a las personas su palabra y su amor.  

Su vocación apostólica se despliega de manera particular en la evangelización de la cultura, el apostolado con los jóvenes, el servicio solidario a los pobres, la promoción de las familias y la promoción de la vida, dignidad y derechos de la persona humana desde su concepción hasta su muerte natural.

Actualmente las comunidades de las Fraternas se encuentran en 19 diócesis en Perú, Colombia, Ecuador, Chile, República Dominicana, Estados Unidos, Inglaterra, Italia y Australia.

Los miembros de una Sociedad de Vida Apostólica reconocen un llamado particular a vivir el apostolado y, llevando una vida fraterna en común, según el propio modo de vida, aspiran a la perfección de la caridad por la observancia de las constituciones.

Estas realidades eclesiales son supervisadas por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Por Carmen Elena Villa



 

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Entrevistas


Lo que las mujeres en crisis realmente necesitan
Entrevista con la ex directora de Planned Parenthood Abby Johnson
BRYAN, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La compasión de Abby Johnson por las mujeres en crisis la llevó a trabajar en Planned Parenthood, pero su promoción del aborto y de los métodos anticonceptivos, pronto le crearon dudas sobre las verdaderas necesidades de las mujeres.

La antigua directora de la clínica de Planned Parenthood, que dejó su trabajo cuando se le pidió que asistiera un aborto, habló con ZENIT sobre las necesidades reales de las mujeres en crisis y como el ser pro-vida significa educar de verdad a las personas en las libertades que determinarán sus vidas.

Johnson publicó el libro Unplanned el mes pasado, en el que explica el programa de Planned Parenthood: hacer dinero incitando a las mujeres a abortar.

Actualmente está trabajando con la organización pro-vida, 40 Days For Life, que comenzará otra campaña ,el 9 de marzo, de oración para llegar de forma pacífica a las mujeres que lo necesitan.

En esta entrevista con ZENIT, Johnson revela la razón de por que el acercamiento de 40 Days For Life ha tenido un éxito sin precedentes, tanto en su propia conversión como en las vidas de los demás, y como el testimonio de los trabajadores pro-vida le atrajo a la Iglesia católica.

- La historia de su cambio desde la postura pro-aborto a la pro-vida, al “otro lado del muro”, es a la vez atractiva y convincente. Más allá de los acontecimientos ¿podría explicarnos su decisión de convertirse al catolicismo esta Pascua junto a su marido?

Abby Johnson: Mi marido Doug y yo hemos acudido a muchas iglesias antes de que yo dejase Planned Parenthood. Siempre me gustó más un servicio litúrgico que uno contemporáneo. Cuando dejé Planned Parenthood ya no fui bienvenida en mi Iglesia Episcopaliana y fue muy dolorosa para mí su decisión de que yo dejara la iglesia simplemente porque decidí no trabajar más en Planned Parenthood.

El día que dejé de trabajar en Planned Parenthood fui abrazada por los amorosos brazos de quienes habían rezado por mí durante años, muchos de los cuales son católicos. Al principio empecé a hablar en las Iglesias Católicas y en eventos a los que acudían muchos católicos.

No sólo gracias a esto, pero empecé a tener un círculo de amistades católicas, y estos amigos me invitaban a sus iglesias. Después de acudir a varias parroquias católicas, me enamoré de la liturgia y me encontré a mí misma queriendo aprender más y más cada día.

Me dí cuenta de que la devoción que mis amigos católicos tenían no era la que yo tenía y yo quería la misma que ellos. Doug y yo decidimos que queríamos formar parte de lo que la Iglesia católica representa y hemos encontrado este propósito dentro de la Iglesia.

-En su libro, una cosa que permanece es su compasión y su sincero deseo de ayudar a las mujeres en crisis, que una vez le motivó a trabajar en la clínica de Planned Parenthood. Parece que se haya dado cuenta, sin embargo, de que su actitud de caridad evangélica tenga más resonancia con la verdad cuando se unió a la causa pro-vida. ¿Cómo ha cambiado su comprensión de los que necesitan realmente las mujeres en crisis?

Abby Johnson: Las mujeres en crisis no necesitan un “apaño rápido”. Este apaño rápido normalmente viene acompañado de una pena emocional que dura toda la vida, entrar en una clínica como una madre y salir de ella sin serlo más, causa a las mujeres y a sus familias un dolor que nunca hubieran imaginado.

No me di cuenta de está realidad hasta que yo misma fui testigo de un aborto guiado por ecografía. Ver un cuerpo perfectamente formado que huye del instrumental del aborto y como es hecho trizas, me “despertó” en todos los sentidos. Me di cuenta de que no estaba ayudando a las mujeres con problemas ¡estaba añadiendo uno nuevo al cúmulo de problemas a los que ya se enfrentaban!

Estas mujeres necesitan ser respetadas y que se les dé el tiempo necesario para sopesar cada “elección” disponible con sus pros y contras.

Necesitan compasión, un hombro sobre el que llorar, una persona que les escuche y lo más importante alguien que las anime porque se merecen algo mejor que un aborto.

Las clínicas abortivas continuarán acumulándoles crisis sobre crisis; nosotros como pro-vida, continuaremos ofreciéndoles esperanza y un mejor futuro a pesar de sus problemas.

-Usted ha hecho mucho para explicar como la idea de Planificación Familiar es incitar a abortar por motivos económicos. ¿Qué piensa sobre la difusión de métodos anticonceptivos? ¿Ha cambiado su opinión sobre la efectividad de estos medios para “prevenir embarazos no deseados”?

Abby Johnson: Mientras trabajaba en Planned Parenthood descubrí que el 60%de embarazos no deseados eran de mujeres que habían usado algún tipo de método anticonceptivo, una de las razones es que Planned Parenthood no se toma la molestia y el tiempo de educar a las mujeres en sus elecciones con respecto al método anticonceptivo sino que los distribuyen como si fuesen caramelos.

El hecho de que no se tomen el tiempo para explicar los riesgos, complicaciones y componentes necesarios para el control de natalidad hace que muchas mujeres abusen del método que estén usando, lo que le conduce a un embarazo no planeado.

Planned Parenthood entonces, usa el aborto como sistema de seguridad en el control de la natalidad.

Siempre defendí el control de los nacimientos, porque incluso mientras trabajaba en Planned Parenthood mi objetivo era reducir los abortos proveyendo de medios asequibles o gratuitos de control de natalidad a las parejas sexualmente activas que no estaban dispuestas a formar una familia.

Aunque yo personalmente no deseo usar métodos anticonceptivos debido a los riesgos médicos que conlleva y a mis convicciones espirituales, entiendo a quienes lo hacen y sabemos que como asociación tenemos que informar a las mujeres de que hay mejores opciones que los anticonceptivos hormonales. Mi recomendación a los que pretenden usar un método anticonceptivo es el de la planificación familiar natural, que es una forma natural de evitar embarazos no deseados o inesperados sin el uso de medicamentos o procedimientos médicos. Es también una manera de conectar con tu pareja a un nivel muy personal en el que ambos tienen una parte equitativa en el proceso de la fertilidad.

- Según su historia, fue el enfoque único de la campaña 40 Days for Life la que tocó su corazón y causó su conversión. ¿Qué hay en esta campaña que es tan eficaz en la promoción de la causa pro-vida?

Abby Johnson: 40 Days For Life es una campaña que consiste en 40 días de vigilias pacíficas de oración en el exterior de las clínicas abortivas. Su objetivo es diferente de aquellos “piquetes” que se apostaban en las clínicas abortivas hace años. Su objetivo no es condenar u odiar sino tener un acercamiento amoroso, pacífico y de oración.

Cuando los pro-elección o los trabajadores de las clínicas abortivas vemos los esfuerzos de los participantes de 40 Days for Life, que son sinceros, compasivos, y que realmente quieren ayudar a estas a mujeres a tomar la mejor decisión, se despierta algo en nuestros corazones.

Los 40 días de constante vigilia no es sólo por la dedicación, sino por una causa que va más allá de los esfuerzos de la industria del aborto para ayudar a estas mujeres. No sólo se preocupan por la salud o el bienestar físico de las mujeres que pueden o no estar embarazadas sino por su bienestar espiritual también.

40 Days For Life no sólo “trata a un paciente”, sino que también se encarga del alma. Esto es lo que hace que 40 Days For Life sea tan efectivo y le hace estar aparte de los esfuerzos de otras organizaciones incluida la Planned Parenthood.

- ¿Qué le gustaría que la gente pro-vida aprendiera de su historia, acerca de cómo dialogar con amigos, familiares o colegas que son abortistas?

Abby Johnson: La única manera de conversar con amigos, familia o colegas abortistas es desde la calma, la oración y el amor. Si se ha leído mi libro, la gente que se reunía en el exterior de Planned Parenthood para condenar, sólo nos hacía a mí misma y a mis compañeras “proteger” más a estas mujeres.

Siempre fueron la presencia y las palabras de gente de paz, de oración y amor, al otro lado de la valla y también de la cuestión del aborto, lo que me hizo pensar más e incluso reflexionar realmente con ellos.

Yo sabía que ellos querían lo mismo que yo; ellos querían desesperadamente ayudar a estas mujeres (aunque yo pensaba que querían ayudar de un modo equivocado). A pesar de mi mentalidad pro-aborto, estas personas me impresionaron, y me impregné de sus palabras y acciones, hasta el día en que dejé Planned Parenthood.

La cosa más influyente que un pro-vida puede hacer es amar, rezar y estar presentes en las clínicas de forma pacífica; una de las principales razones por las que dejé Planned Parenthood y por la que defiendo activamente la vida hoy es por estas cualidades de ciertas personas pro-vida que nunca me abandonaron.

Mis palabras a todos los pro-vida son las de “¡no abandonéis!” y presentaros a vosotros mismos de un modo que los trabajadores o abogados de la causa abortista se sientan atraídos por vosotros y no os olviden, porque esto es lo que cambia los corazones.

Por Genevieve Pollock. Traducción del inglés por Carmen Álvarez

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En la red:

El libro de Abby Johnson, Unplanned: www.AbbyBook.com

40 Days For Life: www.40daysforlife.com

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: san Juan de la Cruz, el “Doctor místico”
Hoy en la audiencia general
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI hoy durante la Audiencia General celebrada e el Aula Pablo VI con los peregrinos procedentes de todo el mundo.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas,

hace dos semanas presenté la figura de la gran mística española Teresa de Jesús. Hoy quisiera hablar de otro importante santo de esas tierras, amigo espiritual de santa Teresa, reformador, junto a ella, de la familia religiosa carmelita: san Juan de la Cruz, proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío XI, en 1926, y al que la tradición puso el sobrenombre de Doctor mysticus, “Doctor místico”.

Juan de la Cruz nació en 1542 en la pequeña villa de Fontiveros, cerca de Ávila, en Castilla la Vieja, hijo de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. La familia era paupérrima, porque el padre, de noble origen toledano, había sido expulsado de casa y desheredado por haberse casado con Catalina, una humilde tejedora de seda. Huérfano de padre a tierna edad, Juan, a los nueve años, se trasladó, con la madre y el hermano Francisco, a Medina del Campo, cerca de Valladolid, centro comercial y cultural. Aquí asistió al Colegio de los Doctrinos, llevando a cabo también trabajos humildes para las monjas de la iglesia-convento de la Magdalena. Posteriormente, dadas sus cualidades humanas y sus resultados en los estudios. Fue admitido primero como enfermero en el Hospital de la Concepción, y después en el Colegio de los Jesuitas, apenas fundado en Medina del Campo: en él entró Juan a los dieciocho años y estudió durante tres años ciencias humanas, retórica y lenguas clásicas. Al final de su formación, tenía muy clara su propia vocación: la vida religiosa y, entre las muchas órdenes presentes en Medina, se sintió llamado al Carmelo.

En el verano de 1563 inició el noviciado entre los Carmelitas de la ciudad, asumiendo el nombre religioso de Matías. Al año siguiente fue destinado a la prestigiosa Universidad de Salamanca, donde estudió por un trienio filosofía y artes. En 1567 fue ordenado sacerdote y volvió a Medina del Campo para celebrar su Primera Misa rodeado del afecto de sus familiares. Precisamente aquí tuvo lugar el primer encuentro entre Juan y Teresa de Jesús. El encuentro fue decisivo para ambos: Teresa le expuso su plan de reforma del Carmelo también en la rama masculina, y propuso a Juan que se adhiriera a él “para mayor gloria de Dios”; el joven sacerdote quedó fascinado por las ideas de Teresa, hasta el punto de convertirse en un gran apoyo del proyecto. Los dos trabajaron juntos algunos meses, compartiendo ideales y propuestas para inaugurar lo antes posible la primera casa de Carmelitas descalzos: la apertura tuvo lugar el 28 de diciembre de 1568 en Duruelo, lugar solitario de la provincia de Ávila. Con Juan, formaban esta primera comunidad masculina otros tres compañeros. Al renovar su profesión religiosa según la Regla primitiva. Los cuatro adoptaron un nuevo nombre: Juan se llamó entonces “de la Cruz”, nombre con el que será después universalmente conocido. A finales de 1572, a petición de santa Teresa, se convirtió en confesor y vicario del monasterio de la Encarnación de Ávila, donde la Santa era priora. Fueron años de estrecha colaboración y amistad espiritual, que enriqueció a ambos. A aquel periodo se remontan también las más importantes obras teresianas y los primeros escritos de Juan.

La adhesión a la reforma carmelita no fue fácil y le costó a Juan incluso graves sufrimientos. El episodio más dramático fue, en 1577, su apresamiento y su encarcelamiento en el convento de los Carmelitas de la Antigua Observancia de Toledo, a raíz de una acusación injusta. El santo permaneció en prisión durante seis meses, sometido a privaciones y constricciones físicas y morales. Aquí compuso, junto con otras poesías, el célebre "Cántico espiritual". Finalmente, en la noche entre el 16 y el 17 de agosto de 1578, consiguió huir de forma aventurada, refugiándose en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de la ciudad. Santa Teresa y sus compañeros reformados celebraron con inmensa alegría su liberación y, tras un breve tiempo para recuperar las fuerzas, Juan fue destinado a Andalucía, donde transcurrió diez años en varios conventos, especialmente en Granada. Asumió cargos cada vez más importantes en la Orden, hasta llegar a ser Vicario Provincial, y completó la redacción de sus tratados espirituales. Después volvió a su tierra natal, como miembro del gobierno general de la familia religiosa teresiana, que gozaba ya de plena autonomía jurídica. Vivió en el Carmelo de Segovia, desempeñando el cargo de superior de esa comunidad. En 1591 fue quitado de toda responsabilidad y destinado a la nueva Provincia religiosa de México. Mientras se preparaba para el largo viaje con otros diez compañeros, se retiró a un convento solitario cerca de Jaén, donde enfermó gravemente. Juan afrontó con ejemplar serenidad y paciencia enormes sufrimientos. Murió en la noche entre el 13 y el 14 de diciembre de 1591, mientras sus hermanos recitaban el Oficio matutino. Se despidió de ellos diciendo: “Hoy voy a cantar el Oficio en el cielo”. Sus restos mortales fueron trasladados a Segovia. Fue beatificado por Clemente X en 1675 y canonizado por Benedicto XIII en 1726.

Juan es considerado uno de los más importantes poetas líricos de la literatura española. Sus obras mayores son cuatro: Subida al Monte Carmelo, Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva.

En el Cántico espiritual, san Juan presenta el camino de purificación del alma, es decir, la progresiva posesión gozosa de Dios, hasta que el alma llega a sentir que ama a Dios con el mismo amor con que es amada por Él. La Llama de amor viva prosigue en esta perspectiva, describiendo más en detalle el estado de unión transformadora con Dios. El ejemplo utilizado por Juan es siempre el del fuego: como el fuego cuanto más arde y consume el leño, tanto más se hace incandescente hasta convertirse en llama, así el Espíritu Santo, que durante la noche oscura purifica y "limpia" el alma, con el tiempo la ilumina y la calienta como si fuese una llama. La vida del alma es una continua fiesta del Espíritu Santo, que deja entrever la gloria de la unión con Dios en la eternidad.

La Subida al Monte Carmelo presenta el itinerario espiritual desde el punto de vista de la purificación progresiva del alma, necesaria para escalar la cumbre de la perfección cristiana, simbolizada por la cima del Monte Carmelo. Esta purificación es propuesta como un camino que el hombre emprende, colaborando con la acción divina, para liberar el alma de todo apego o afecto contrario a la voluntad de Dios. La purificación, que para llegar a la unión de amor con Dios debe ser total, comienza desde la de la vía de los sentidos y prosigue con la que se obtiene por medio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, que purifican la intención, la memoria y la voluntad. La “Noche oscura" describe el aspecto “pasivo”, es decir, la intervención de Dios en el proceso de “purificación” del alma. El esfuerzo humano, de hecho, es incapaz por sí solo de llegar hasta las raíces profundas de las inclinaciones y de las malas costumbres de la persona: las puede frenar, pero no desarraigarlas totalmente. Para hacerlo, es necesaria la acción especial de Dios que purifica radicalmente el espíritu y lo dispone a la unión de amor con Él. San Juan define "pasiva" esta purificación, precisamente porque, aun aceptada por el alma, es realizada por la acción misteriosa del Espíritu Santo que, como llama de fuego, consume toda impureza. En este estado, el alma es sometida a todo tipo de pruebas, como si se encontrase en una noche oscura.

Estas indicaciones sobre las obras principales del Santo nos ayudan a acercarnos a los puntos sobresalientes de su vasta y profunda doctrina mística, cuyo objetivo es describir un camino seguro para llegar a la santidad, el estado de perfección al que Dios nos llama a todos nosotros. Según Juan de la Cruz, todo lo que existe, creado por Dios, es bueno. A través de las criaturas, podemos llegar al descubrimiento de Aquel que nos ha dejado en ellas su huella. La fe, con todo, es la única fuente dada al hombre para conocer a Dios tal como es Él en sí mismo, como Dios Uno y Trino. Todo lo que Dios quería comunicar al hombre, lo dijo en Jesucristo, su Palabra hecha carne. Él, Jesucristo, es el único y definitivo camino al Padre (cfr Jn 14,6). Cualquier cosa creada no es nada comparada con Dios y nada vale fuera de Él: en consecuencia, para llegar al amor perfecto de Dios, cualquier otro amor debe conformarse en Cristo al amor divino. De aquí deriva la insistencia de san Juan de la Cruz en la necesidad de la purificación y del vaciamiento interior para transformarse en Dios, que es la única meta de la perfección. Esta “purificación” no consiste en la simple falta física de las cosas o de su uso; lo que hace al alma pura y libre, en cambio, es eliminar toda dependencia desordenada de las cosas. Todo debe colocarse en Dios como centro y fin de la vida. El largo y fatigoso proceso de purificación exige el esfuerzo personal, pero el verdadero protagonista es Dios: todo lo que el hombre puede hacer es “disponerse”, estar abierto a la acción divina y no ponerle obstáculos. Viviendo las virtudes teologales, el hombre se eleva y da valor a su propio empeño. El ritmo de crecimiento de la fe, de la esperanza y de la caridad va al mismo paso que la obra de purificación y con la progresiva unión con Dios hasta transformarse en Él. Cuando se llega a esta meta, el alma se sumerge en la misma vida trinitaria, de forma que san Juan afirma que ésta llega a amar a Dios con el mismo amor con que Él la ama, porque la ama en el Espíritu Santo. De ahí que el Doctor Místico sostenga que no existe verdadera unión de amor con Dios si no culmina en la unión trinitaria. En este estado supremo el alma santa lo conoce todo en Dios y ya no debe pasar a través de las criaturas para llegar a Él. El alma se siente ya inundada por el amor divino y se alegra completamente en él.

Queridos hermanos y hermanas, al final queda la cuestión: este santo con su alta mística, con este arduo camino hacia la cima de la perfección, ¿tiene algo que decirnos a nosotros, al cristiano normal que vive en las circunstancias de esta vida de hoy, o es un ejemplo, un modelo solo para pocas almas elegidas que pueden realmente emprender este camino de la purificación, de la ascensión mística? Para encontrar la respuesta debemos ante todo tener presente que la vida de san Juan de la Cruz no fue un “vuelo por las nubes místicas”, sino que fue una vida muy dura, muy práctica y concreta, tanto como reformador de la orden, donde encontró muchas oposiciones, como de superior provincial, como en la cárcel de sus hermanos de religión, donde estuvo expuesto a insultos increíbles y malos tratos físicos. Fue una vida dura, pero precisamente en los meses pasados en la cárcel escribió una de sus obras más bellas. Y así podemos comprender que el camino con Cristo, el ir con Cristo, "el Camino", no es un peso añadido a la ya suficientemente dura carga de nuestra vida, no es algo que haría aún más pesada esta carga, sino algo completamente distinto, es una luz, una fuerza que nos ayuda a llevar esta carga. Si un hombre tiene en sí un gran amor, este amor casi le da alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; esta es la fe: ser amado por Dios y dejarse amar por Dios en Cristo Jesús. Este dejarse amar es la luz que nos ayuda a llevar la carga de cada día. Y la santidad no es obra nuestra, muy difícil, sino que es precisamente esta “apertura”: abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar, no olvidar a Dios porque precisamente en la apertura a su luz se encuentra fuerza, se encuentra la alegría de los redimidos. Oremos al Señor para que nos ayude a encontrar esta santidad, a dejarnos amar por Dios, que es la vocación de todos nosotros y la verdadera redención. Gracias.

[En español dijo]

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. En particular, a las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, así como a los peregrinos de España, México y otros países latinoamericanos. Siguiendo las enseñanzas de san Juan de la Cruz, os exhorto a que recorráis el camino hacia la santidad, a la que el Señor os ha llamado con el bautismo, abriendo vuestro corazón al amor de Dios y dejándoos transformar y purificar por su gracia. Muchas gracias.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Intervención de la Santa Sede sobre la pobreza en ECOSOC
Santa Sede: para erradicar la pobreza, promover la familia
 

NUEVA YORK, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Por su interés, ofrecemos la intervención realizada el pasado jueves 11 de febrero por monseñor Francis Chullikatt, obserbavor permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, en la 49ª sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC), sobre el tema “Erradicación de la Pobreza”.


* * * * *

Señor Presidente,

ante todo mi delegación le ofrece a usted y a la Oficina los mejores deseos para que esta sea una sesión productiva y de esperanza de un debate fructífero sobre el importante tema de la erradicación de la pobreza. Esta cuestión es de máxima importancia para la Santa Sede. Motivada por la “opción preferencial por los pobres” la Santa Sede está actuando hoy en día en todas las regiones del mundo para conseguir la erradicación de la pobreza para todos.

En las últimas décadas se ha asistido a continuos progresos para afrontar y reducir la pobreza global. Sin embargo, continúan siendo inconstantes, muchas regiones del mundo todavía no consiguen ver progresos concretos y más de un billón de personas que todavía experimentan la pobreza y el hambre extremas. Por ejemplo, más de mil quinientos millones de personas no tienen acceso a la electricidad y más de mil millones no tienen acceso al agua potable

Después de la Cumbre Mundial para el desarrollo social que se celebró en Copenhague el 12 de marzo de 1995, la comunidad global vio signos de esperanza y de optimismo en el ámbito del desarrollo social.

No obstante esto, con el panorama de la reciente crisis económica y financiera mundial, millones de nuestros hermanos y hermanas sufren cada día el hambre y luchan en medio de una pobreza creciente.

La comunidad internacional debe encontrar urgentemente propuestas para una solución sostenible y duradera a este problema. En la cumbre de Copenhague, la Santa Sede promovió una visión del desarrollo social “política, económica, ética y espiritual (…) en el pleno respeto de los valores religiosos y éticos y del patrimonio cultural de las personas”. Mi delegación continúa afirmando que esta visión heurística del desarrollo humano es necesaria; el desarrollo no puede ser medido sólo en términos de crecimiento económico y la erradicación de la pobreza no se puede fundamentar sobre un resultado económico ponderable. El desarrollo auténtico exige sobre todo la promoción del desarrollo de cada ser humano y de todo ser humano.

Sin la concomitante dimensión ética y espiritual, el desarrollo social carece de los cimientos necesarios sobre los que debe ser construido y que lo deben sostener. En el centro del desarrollo está el reconocimiento de la dignidad de la persona humana y la garantía de pleno respeto de la dignidad innata del hombre y de sus derechos fundamentales. Estos fundamentos éticos deben unir a los individuos, las familias, las generaciones y los pueblos, prescindiendo de las distinciones de clase, y de las basadas en la política, la condición económica o el estado social. Esto exige formas renovadas de cooperación y de un esfuerzo más decidido por parte de todos. En este sentido, el primer capital que hay que salvaguardar y proteger es la persona humana en su integridad: “El ser humano es la fuente, el centro y el objetivo de toda la vida económica y social”.

Mientras nos preparamos para el 20º aniversario del año Internacional de la Familia, en la preparación de un programa para el desarrollo social es necesario darle un debido reconocimiento a la institución social más básica, la familia humana, fundada sobre el matrimonio. La institución de la familia, que es “sine qua non” para preparar la generación futura , está siendo desafiada por numerosos elementos del mundo moderno y debe ser defendida y tutelada. Los niños no deben ser vistos como una carga sino como un don insustituible. Debemos también, admitir públicamente que ellos son los constructores de las generaciones futuras.

A menudo se pasa por alto la misión procreativa y educativa de los padres y el esfuerzo intergeneracional vivido de la mejor manera en las familias. Cuando a una sociedad se le priva de su unidad básica, la familia, y de las relaciones sociales que derivan de ella, pueden nacer grandes sufrimientos psicológicos y espirituales y también puede afectar al bienestar económico y social.

Como afirmó el Papa Benedicto XVI: “Se ha convertido en una necesidad social, y finalmente económica proponer a las nuevas generaciones la belleza del matrimonio y de la familia, y el hecho de que estas instituciones respondan a las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. Desde esta perspectiva, los Estados están llamados a ejercer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, primera y vital célula de la sociedad, haciéndose cargo también de sus problemas económicos y fiscales, en el respeto de su naturaleza relacional.”

Mientras los legisladores a menudo afirman que el crecimiento de la población es perjudicial para el progreso, la verdad es que allí donde se ha verificado un crecimiento económico, a menudo está acompañado por un aumento de la población. En las regiones desarrolladas se observan poblaciones en descenso y cada vez más envejecidas y muchas naciones se cansan manteniendo los servicios sociales y el crecimiento económico mientras la relación entre trabajador y no trabajador disminuye.

En las regiones en vía de desarrollo se observa una disminución sin precedentes en la relación entre fertilidad y natalidad, disminución promovida como el mejor instrumento para alcanzar el desarrollo. Sin embargo, muchas naciones del mundo en vía de desarrollo ahora están arriesgándose a “envejecer antes de enriquecerse”.

Las generaciones futuras de niños y de jóvenes son el mejor medio y único para superar los problemas económicos y sociales. La pobreza no está causada por un exceso de niños, sino por una inversión y un sostenimiento demasiado escaso para su desarrollo. La historia humana nos enseña que si se invierte suficientemente en los niños, estos crecen para restituir mucho más que lo que han consumido, elevando, de esta manera el modo de vida de todos. Serán sus fuertes manos y sus hábiles mentes los que alimentarán a los hambrientos, curarán a los enfermos, construirán casas a los sin techo. La sociedad y la humanidad misma tienen necesidad de apoyo y soporte interno para sobrevivir. Sin embargo, si este apoyo natural es amenazado, la cultura desaparecerá. En resumen, promover una cultura que se abra a la vida y se base en la familia es fundamental para comprender el pleno potencial y el desarrollo auténtico de la sociedad, para el presente y para el futuro.

Además, las políticas de integración social deben ser motivadas por el bien común, que va más allá del individual, y debe incluir a todos los miembros de la sociedad: individuos, familias y grupos intermedios que, todos juntos, constituyen la sociedad. Por tanto en la erradicación de la pobreza, también a nivel internacional debemos recordar el papel esencial de los grupos sociales más pequeños, comenzando por la familia. Los esfuerzos internacionales deben promover y mejorar, no reemplazar, la función legítima de los grupos intermedios a nivel local. El bien común pertenece a toda la comunidad social y a toda la familia humana.

En el esfuerzo particular de promover la integración social para toda la familia humana, la globalización ha ofrecido nuevos caminos para la cooperación económica y civil. Sin embargo “la sociedad volviéndose cada vez más globalizada, nos convierte en vecinos, pero no en hermanos y hermanas”. Un desarrollo social auténtico y duradero se puede obtener sólo a través de medidas e incentivos sociales auténticos que derivan de la solidaridad y de la caridad fraterna.

Algunos de los retos más importantes de la integración y de la cohesión social son, en primer lugar, la desigualdad de la riqueza e ingresos así como en el capital humano y en la educación, y en segundo lugar, la falta de acceso a los sectores de la sociedad para todos, en particular para los pobres y para otros grupos olvidados, como las mujeres y los niños. Disparidad cada vez más grande en los sueldos y en el acceso al crecimiento económico han limitado la eficacia del desarrollo económico en la reducción de la pobreza.

Si bien, los mecanismos informales de tutela social han ejercido un papel vital en la promoción de un sistema civil y económico más justo, los esfuerzos para extender programas sociales a los campos de la educación, de la sanidad para los ancianos y para los discapacitados y a otros sectores necesitados de la sociedad, deben ser cumplidos para promocionar el derecho esencial a la vida y respetar la libertad de conciencia de los trabajadores que se ocupan de los necesitados. Además, los programas de protección social deben evitar crear dependencia. Sobre todo, deberían tratar de ofrecer la asistencia y los medios necesarios para provocar una renovación y un auto sostenimiento individual y comunitario.

En los mecanismos familiares y en otros mecanismos de protección social informales, las ONG y las organizaciones religiosas locales pueden ejercer un papel importante.

En conclusión, Presidente, mi delegación desea reclamar la atención sobre el drama de los emigrantes. En estos tiempos difíciles son necesarios ulteriores esfuerzos para defender sus derechos humanos y para respetar su inalienable dignidad humana. Los programas de integración social y de erradicación de la pobreza deben tener en consideración los millones de hermanos y de hermanas que son destinados a vivir fuera del propio país y marginados de la sociedad. El pleno respeto para sus derechos fundamentales, incluso derechos como trabajadores, deben ser debidamente garantizados por los países de paso y de destino.

La justicia social exige condiciones de trabajo favorables para estas personas, garantizando su estabilidad psicológica, evitando nuevas formas de marginación económica y asegurando su libertad y su creatividad individual.

Finalmente, hoy es necesario un apoyo estratégico para la erradicación de la pobreza, basada en la justicia social auténtica para contribuir a reducir el sufrimiento de millones de hermanas y hermanos nuestros. Políticas auténticas de desarrollo social deben afrontar no solo exigencias económicas y políticas, sino también la dimensión espiritual y ética de cada persona humana. De este modo, cada individuo de la sociedad puede ser libre de todas las formas de pobreza, sea materiales o espirituales.

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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