Juan Miguel Ferrer Grenesche, subsecretario de Culto divino y disciplina de los sacramentos

“Desde Roma, la Iglesia española se percibe como una de las más vivas y fecundas del viejo continente”

“En muchos países la música que se usa en las celebraciones NO ES MÚSICA y estorba más que ayuda”

José Manuel Vidal, 20 de febrero de 2011 a las 20:43

 

(José Manuel Vidal).- Hombre de total confianza del cardenal Antonio Cañizares, Juan Miguel Ferrer Grenesche es uno de los valores al alza en el universo eclesiástico español. A sus 50 años y con una excelente preparación teológica y pastoral (fue vicario general de la archidiócesis de Toledo), el "pequeño Ratzinger" le ha llamado a su lado a Roma. Desde su atalaya de subsecretario del dicasterio del Culto divino asegura que a la Iglesia española se la percibe "como una de las más vivas y fecundas", mientras se observa a España con perplejidad por sus "aventuras legislativas y su permisivismo moral". Partidario de la ‘reforma de la reforma' litúrgica, reconoce que se siguen produciendo "abusos graves" y se queja especialmente de la música inadecuada que "estorba más que ayuda".


¿Cómo se siente en Roma, tras tantos años de trabajo pastoral en Toledo?

Cuando me pidieron venir a trabajar a Roma, en julio de 2009, me sorprendió. Pero enseguida pensé que Dios, en su providencia me ofrecía una poda, como las de frutales o rosales, cortar todas las ramas y dejar el tronco para que brote de nuevo. Me dolía, pero acepté con alegría porque a todos nos viene bien, de cuando en cuando, volver a empezar. Yo viví en Roma de estudiante (años 1986-1990), pero ahora, todo era nuevo y distinto. Ha pasado un año y unos meses, no me arrepiento, pero cuesta encajar tantos cambios. Me anima el hecho de que me gusta el trabajo que estamos haciendo y creo que es una modesta pero real colaboración con el Santo Padre y la Iglesia Universal.

¿Echa de menos la sede primada?

Recuerdo con mucho afecto y gratitud Toledo, y añoro la cercanía de tantas personas que allí he tratado y sigo queriendo.

¿Es fácil trabajar con el cardenal Cañizares?

Fácil y difícil. Fácil porque te deja trabajar y confía en ti, difícil porque este modo de colaborar implica un gran responsabilidad personal. Ahora bien, estas ventajas y dificultades ya las conocía pues trabajaba con él en Toledo también así, un año como Rector del Seminario mayor y el resto como Vicario General.

¿Cuál es su función en el dicasterio del Culto divino y de la disciplina de los sacramentos?

Mi trabajo, como uno de los dos Subsecretarios, es de coordinación del trabajo en conexión estrecha con los Jefes de Servicio y con los Superiores (Prefecto y Arzobispo Secretario). Me dedico especialmente a todas las tareas que afectan a las naciones de habla latina (Francés, Español, Portugués, Italiano...). Pero también cumplo una función, junto al otro Subsecretario, de asesor del Secretario y del Prefecto.

¿Siguen dependiendo de su dicasterio las secularizaciones de los sacerdotes?

Desde hace ya unos años las causas de secularización pasaron a la Congregación del Clero. No obstante las causas que ya se habían iniciado aquí quedaron en nuestra Congregación y algunas aun no se han podido terminar. Son una ocasión para expresar nuestra fraternidad sacerdotal, tratando de dar a éstas una buena conclusión.

¿Cómo se ve la Iglesia española desde la atalaya del Vaticano?

La Iglesia española se percibe como una de las más vivas y fecundas del viejo continente, se espera mucho de ella.

¿Realmente se nos percibe y somos la vanguardia del laicismo radical?

Se nos percibe como un pueblo contradictorio, y es cierto que se observan con perplejidad nuestros excesos. Entre ellos el de tomar la cabeza en ciertas aventuras legislativas y en el permisivismo moral a nivel de calle.

¿En qué consiste la llamada "reforma de la reforma" litúrgica?

"Reforma de la reforma", es una expresión que cada uno toma según su punto de vista. Lo cierto es que el Papa y, la Congregación como ayuda suya, lo que pretenden es no romper con la tradición viva de la Iglesia. Por lo tanto ni romper con la edad apostólica y su legado de fe, ni romper con el legado de la liturgia medieval o la tridentina, ni tampoco romper con la enseñanza del Vaticano II. Continuidad en todo lo esencial y continua "puesta a punto" en lo que de por sí es mudable y sujeto a cambio. Por lo tanto un proceso sin traumas, pero con ajustes, fruto de una ponderada evaluación de las experiencias precedentes y sus frutos y tratando de atender a las necesidades de cada momento histórico (hoy, poner en el centro a Dios, como ha recordado ´muchas veces Benedicto XVI).

¿Se siguen produciendo abusos litúrgicos graves? ¿Cuáles son los más habituales?

Por desgracia, sí, siguen produciéndose abusos graves en la liturgia. Unos graves por afectar a la esencia de la celebración, como el uso de Plegarias Eucarísticas no aprobadas o la entera transformación de los ritos en procesos de llamada inculturación pero que llevan de hecho a un absoluto sincretismo religioso. Otros son graves por la insistente relegación de elementos no esenciales pero propios de la liturgia católica, si por sistema se cambian ciertas fórmulas o se suprimen ciertas partes fijas de la celebración, lo que en sí no es grave se torna grave.

¿Está superada a música de las guitarras en las eucaristías habituales del pueblo y debería circunscribirse a las misas con jóvenes y niños?

Yo más que de "música de guitarras", o de instrumentos en particular, hablaría de estilos o formas musicales. Y lo cierto es que en muchos países la música que se usa en las celebraciones NO ES MÚSICA inspirada en la propia realidad litúrgica y su naturaleza y estorba más que ayuda. O distrae o no ayuda a descubrir la "novedad de la liturgia", o transmite sólo experiencias subjetivas sentimentales... Otras veces es meramente concertística, nos cuesta encontrar el "punto". Esta es una prioridad pastoral, ayudar a formar repertorios de música verdaderamente litúrgica para diversos momentos
y tipos de celebración.

¿Por qué es importante mimar la liturgia?

Porque es el momento fuerte y fundante de nuestro encuentro personal y comunitario con Dios, del que depende nuestra "identidad" y nuestra "esperanza", por eso el Concilio dice que es "fuente y cumbre" de la vida eclesial.


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