"Ser cura rural es sencillo y es hermoso"

Rubén, el cura asturiano que atiende 18 parroquias y 52 pueblos y recorre 65.000 kilómetros anuales

"La gente del pueblo conoce la vida desde su misma entraña"

Manuel Robles, 19 de febrero de 2011 a las 10:11

 

(Manuel Robles).-Asturias tampoco es ajena a la escasez de sacerdotes, sobre todo, en las zonas rurales. El Principado cuenta con una población de 1.000.000 de habitantes, tiene menos de 300 sacerdotes en activo, con una edad media que pasa de los 65 años, y unas 900 parroquias en total. Tampoco el futuro va a ser fácil porque en el Seminario de Oviedo, solamente hay 7 seminaristas mayores dispuestos a tomar el relevo.

Uno de los curas que lleva un buen número de parroquias en Asturias es, Rubén Pulido, párroco de Onís y de San Juan de Beleño. Este cura asturiano tiene 45 años, estudió en el Seminario de Oviedo, lleva diez años de sacerdote por los pueblos de Asturias, tiene 18 parroquias, 52 pueblos, 52 iglesias, 21 cementerios, y hacer 65.000 km de coche al año, pero, sobre todo, le apasiona estar con la gente sencilla de los pueblos.

-¿Rubén, no son muchos pueblos para uno solo?

-Ser párroco en el mundo rural asturiano es una experiencia muy curiosa. No pasa un día sin que aprendas algo nuevo del realismo absoluto y sincero de la aldea, donde las relaciones con el puñado de vecinos son lo más importante en la vida (junto a las pites, les oveyes, y los lindes de los praus) y donde Dios entra en la gente, pero a su manera. Aquí todo el mundo es cristiano. Unos con un fervoroso amor a Dios, a quien todos los días rezan y encomiendan a su familia y lo que más llevan en el corazón, otros porque "así nos lo enseñaron y algo tendrá que haber", y los que más porque tienen una idea vaga de que somos algo más que un animal de dos patas que deambula por el mundo.

-¿Y no te cansas de una labor tan corriente?

-Habría que preguntar a una madre si se cansa de cuidar a sus hijos, o a un sembrador de cuidar su campo. Predicar el evangelio no cansa. Es ir distribuyendo un tesoro que llevas en tus manos, tratando de que lo entiendan y de que descubran en él lo que están buscando para sus vidas.

Explica que muchas veces la gente le dice:"Señor cura, nun piense que seamus ateus, en Dios creemus, pero a la nuestra manera" te dice uno para justificar que no pisa la iglesia. "a misa nun iremus - dice otro "engolao" (subido) en el tejado de la iglesia para repararlo gratis - pero cuente con nosotros pa lu que quiera, que la iglesia ye de tous y queremusla". Es curioso hablar con gente que el público reniega de Dios y en privado te habla de la necesidad que siente de encontrar al creador; escuchar a personas blasfemar contra Dios y encontrarlos luego, sólos, rezando en la ermita, cuando nadie los ve.

Nunca olvidaré a un gran hombre, al que enterré hace dos años. Nunca lo vi en misa, pero sabía que todos los días, al amanecer, antes de ir al campo, pasaba por la capilla, se quedaba de pie, mirando a la santa, se santiguaba, y marchaba a su labor. ¿qué le decía, qué le trataba cada día? Nunca lo sabré, pero algo grande era para él Dios cuando todos los días se encomendaba en el silencio de la mañana.

-¿Cómo es la fe de la gente rural del oriente de Asturias?

-Conozco auténticos santos, de vida y de fe, con una formación estupenda a nivel intelectual y moral, que llevan una relación personal con Dios, que entienden su vida como una misión dada por Cristo de llenar el mundo de su paz y de su amor y que en la sencillez de su vida son auténticos campeones y modelos de vida. Se cree que la aldea es sinónimo de ignorancia, cuando la muchas veces es germen de una sabiduría y una profundidad digna de los más prestigiosos centros intelectuales. Se conoce más la contrapartida, la fe de los que viven apegados a la tierra y te confunden las cosas más esenciales, como aquél - uno de los hombres más simpáticos que he conocido -que me dijo "Señor cura, yo nun creu en Dios, pero creu en San Antonio, y no el de Cangues, sino el de Villaverde, que esi sí que fai milagrus". Lo mejor del caso es que su mujer reza el rosario pidiendo por él "no para que crea, que va a ser difícil, sino para que Dios lo haga bueno a él y a los hijos, que es lo que importa".

-¿Y qué hace un cura en un mundo tan apartado de la vida urbana?

-Ser cura rural es sencillo y es hermoso. Das muchas misas (sobretodo, desgraciadamente, entierros, pues el promedio de edad anda por los 70 años en muchas parroquias) y gastas mucho tiempo y energías en arreglar los tejados. Yo en concreto, tengo 52 templos, entre iglesias y capillas, y 21 cementerios a cargo, y cuando no se rompe uno, se descascarilla otro... es el cuento del nunca acabar. Sin embargo, todo eso no debe quitar tiempo a lo mas importante: la labor maravillosa que es la de tratar de acompañar a la gente mayor que vive sola o enferma por los pueblos. Una visita es para ellos un momento de alegría y para mí una lección de sabiduría, pues de por sí la gente mayor suele sabia, pero la de los pueblos, tiene una profundidad y una perspectiva de la vida que raramente se encuentra en otros lugares. Conocen la vida desde su misma entraña.

-¿Vale la pena ser sacerdote?

-Si has encontrado la grandeza del Evangelio y lo quieres transmitir, vale la pena y es lo más grande que puede haber en este mundo. Si encuentras en Cristo la respuesta a los interrogantes más profundos de la humanidad y quieres que los demás también la tengan, no hay camino mejor en el mundo. Si quieres enseñar a la gente que ni la riqueza, ni el poder, ni la fama, ni nada de lo que ofrece el mundo les va a hacer felices, y que sólo en el corazón y la bondad de Cristo está la felicidad, entonces ser sacerdote es la respuesta a la vida. ¿18 parroquias? ¿52 pueblos? ¿52 iglesias? ¿65.000 kilómetros de coche al año? Todo eso es anécdótico y pintoresco cuando lo que buscas es llevar algo que no es tuyo, es de Cristo, y vale más que tu vida misma.

Este cura asturiano, aunque tiene el nombre y apellido igual que un jugador de fútbol del Zaragoza, es uno de los curas que atiende con alegría un buen número de parroquias en Asturias, todas las de San Juan de Beleño, Abiegos, Argolivio, Carangas, Casielles, Cazo, Mian, Ponga, San Juan de Amieva, San Román, Sebarga, Sobrefoz, Taranes, Viego. También, todas las de Onís, Bobia, Robellana y Gamonedo.

Decía Bernanos que todas las parroquias rurales parecían iguales, pero hablando de los curas afirmaba que "todo es gracia". Y es verdad, Dios lo convierte todo en gracia.