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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 5 de marzo de 2011

Especial

Primicia del próximo libro del Papa sobre “Jesús de Nazaret”

Jornadas Mundiales de la Juventud

“Ven y lo verás” - Una invitación a la Jornada Mundial de la Juventud

Foro

Día de la Familia – Día de la Mujer

Evangelización integral

Documentación

Mensaje vaticano para el Día de Hispanoamérica

Pistas de reflexión sobre el mensaje del Papa para la Cuaresma 2011


Especial


Primicia del próximo libro del Papa sobre “Jesús de Nazaret”
Mi reino es la verdad

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El 10 de marzo sale a la venta la segunda parte de "Jesús de Nazaret", de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, con subtítulo "Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección". Ofrecemos este fragmento del capítulo El proceso de Jesús, por gentileza de Ediciones Encuentro, responsable de la edición en español. Jesús acaba de reconocer su realeza ante Pilato, con un grito sorprendente para el gobernador: "Tú lo dices, soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para ser testigo de la verdad".

* * *


 

Jesús caracteriza la esencia de su reinado como el testimonio de la verdad. Pero la verdad, ¿es acaso una categoría política? O bien, ¿acaso el reino de Jesús nada tiene que ver con la política? Entonces, ¿a qué orden pertenece? Si Jesús basa su concepto de reinado y de reino en la verdad como categoría fundamental, resulta muy comprensible que el pragmático Pilato preguntara: "¿Qué es la verdad?"


Es la cuestión que se plantea también en la doctrina moderna del Estado: ¿Puede asumir la política la verdad como categoría para su estructura? ¿O debe dejar la verdad, como dimensión inaccesible a la subjetividad y tratar más bien de lograr establecer la paz y la justicia con los instrumentos disponibles en el ámbito del poder? Y la política, en vista de la imposibilidad de poder contar con un consenso sobre la verdad y apoyándose en esto, ¿no se convierte acaso en instrumento de ciertas tradiciones que, en realidad, son sólo formas de conservación del poder? (...)

 

¿Qué es la verdad? Pilato no ha sido el único que ha dejado al margen esta cuestión como insoluble y, para sus propósitos, impracticable. También hoy se la considera molesta, tanto en la contienda política como en la discusión sobre la formación del derecho. Pero sin la verdad el hombre pierde en definitiva, el sentido de su vida para dejar el campo libre a los fuertes (...)

 

La Humanidad se encontrará siempre frente a esta alternativa: decir a ese Dios que actúa sólo con el poder de la vedad y el amor, o contar con algo concreto, algo que esté al alcance de la mano, con la violencia.

 

Los seguidores de Jesús no están en el lugar del proceso. Están ausentes por miedo. Pero faltan también porque no se presentan como masa. Su voz se hará oír en Pentecostés, en el sermón de Pedro, que entonces "traspasará el corazón" de aquellos hombres que anteriormente habían preferido a Barrabás. Cuando éstos preguntan: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?", les responde: "Convertíos"; renovad y transformad vuestra forma de pensar, vuestro ser (cf. Hch 2,37s). Éste es el grito que, ante la escena de Barrabás, como en todas sus representaciones sucesivas, debe desgarraros el corazón y llevarnos al cambio de vida (...)

"Ecce homo"

"Ecce homo": esta palabra adquiere una palabra que va más allá de aquel momento. En Jesús aparece lo que es propiamente el hombre. En Él se manifiesta la miseria de todos los golpeados y abatidos. En su miseria se refleja la inhumanidad del poder humano, que aplasta de esta manera al impotente. En Él se refleja lo que llamamos pecado: en lo que se convierte el hombre cuando da la espalda a Dios y toma en sus manos por cuenta propia el gobierno del mundo.

 

Pero también es cierto el otro aspecto: a Jesús no se le puede quitar su íntima dignidad. En Él sigue presente el Dios oculto. También el hombre maltratado y humillado continúa siendo imagen de Dios. Desde que Jesús se ha dejado azotar, los golpeados y heridos son precisamente imagen del Dios que ha querido sufrir por nosotros. Así, en medio de su pasión, Jesús es imagen de esperanza: Dios está del lado de los que sufren (...)


Pilato conocía la vedad de la que se trataba en este caso y sabía lo que la justicia exigía de él. Pero al final ganó en él la interpretación pragmática del Derecho (...) Una absolución del inocente podía perjudicarle personalmente, pero, además, podía provocar también otros trastornos y desórdenes que, precisamente en los días de Pascua, había que evitar.


La paz fue para él, en esta ocasión, más importante que la justicia (...) Por el momento, todo parecía ir bien. Jerusalén permaneció tranquila. Pero que, en último término, la paz no se puede esclarecer contra la verdad es algo que se manifestaría más tarde.

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Jornadas Mundiales de la Juventud


“Ven y lo verás” - Una invitación a la Jornada Mundial de la Juventud
Por monseñor José Ignacio Munilla Aguirre

 

SAN SEBASTIÁN, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la invitación que ha hecho monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de San Sebastián, a los jóvenes para participar en la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en el mes de agosto en Madrid.



 

* * *



 



 

Querido/a joven,

 

¡Ya estamos en la recta final previa a la celebración de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (en adelante, "JMJ")! Supongo que algunos estaréis más enterados que otros de qué se trata... Comienzo por deciros que este encuentro tendrá lugar en Madrid, del 15 al 21 de agosto, que reunirá a jóvenes de todo el mundo, y que será presidido por el Papa, Benedicto XVI. Hasta el momento, ya están inscritos cientos de miles de jóvenes, y esperamos que sigan inscribiéndose muchos más, superando el millón.

El inolvidable Juan Pablo II tuvo la intuición de poner en marcha estos encuentros mundiales, que se iniciaron en el año 1984. (Por cierto, supongo que te habrás enterado de que el próximo 1 de mayo será beatificado en Roma -me refiero a Juan Pablo II-). Ocurrió que el Domingo de Ramos de ese año se reunieron con el Papa una gran cantidad de jóvenes, y Juan Pablo II les dirigió estas palabras: "¿Quién dijo que la juventud ya no tiene valores y que no se puede contar con ella?"... Y de ahí brotó la idea de iniciar las Jornadas Mundiales de la Juventud. El Papa añadió: "Tengo el deseo de crear un encuentro mundial de la juventud (...) porque tengo la convicción de que la juventud se enfrenta a una misión a la vez difícil y fascinante: la de cambiar los mecanismos fundamentales que fomentan el egoísmo y la opresión en las relaciones entre los Estados y de sentar nuestras estructuras orientadas hacia la verdad, la solidaridad y la paz".

Desde entonces, la JMJ se ha convocado en diversas partes del planeta: Buenos Aires, Santiago de Compostela, Chestochova, Denver, Manila, París, Roma, Toronto, Colonia, Sidney... Y ahora llega junto a nosotros, a Madrid. ¡No siempre contamos con oportunidades tan cercanas como ésta, que nos ayuden a abrir horizontes y a ampliar nuestra perspectiva de la vida! Para que te hagas una idea, en esos días de agosto se darán cita en Madrid jóvenes procedentes de más de cien naciones distintas.

Supongo que te preguntarás en qué consiste la JMJ, qué tipo de actividades se realizan en ella... Las ofertas son muy diversas y variadas. Durante esos cuatro días se celebra un festival de la juventud, que ofrece unos trescientos eventos culturales, conciertos, proyecciones de películas, foros para compartir testimonios de vida, etc. Al mismo tiempo, tienen lugar los actos multitudinarios presididos por el Papa, los encuentros con los obispos, las vigilias de oración, las reuniones por grupos, etc. De esta forma y con una pedagogía muy dinámica, la JMJ se convierte en la expresión del rostro joven de la Iglesia, en una manifestación visible de un ambiente juvenil alternativo, en un signo de comunión en medio de este mundo globalizado, en una fiesta de gozo compartido, en una experiencia de evangelización joven...

Soy consciente de que esta invitación os encontrará a cada uno de los destinatarios de esta carta en situaciones muy diferentes: Algunos de vosotros estaréis ya motivados, e incluso entusiasmados; otros quizás, desmotivados o ajenos a esta convocatoria; y otros muchos, expectantes o curiosos... Por eso, pienso que la mejor forma de invitaros, es dejar que sea el mismo Jesucristo quien hable, a través de su Evangelio. Él nos conoce mejor que nadie, y sabrá qué decirnos a cada uno. Para ello, he elegido el texto de San Lucas que narra el episodio de Zaqueo. Te invito a que te dejes interpelar por las palabras de este pasaje evangélico:

 De la mano de un tal Zaqueo...

Entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.  Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». El se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo:«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». (Lc 19, 1-10) 

Entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad

La JMJ llega de nuevo a España. La primera ocasión fue en Santiago de Compostela en 1989. Supongo que tú aún ni siquiera habrías nacido, o eras demasiado pequeño para poder asistir... No estaría de más que preguntases a quienes estuvieron allí, cuál fue su experiencia. Yo te voy a contar la mía, porque por aquel entonces, yo era un sacerdote "joven" de 27 años: fue algo muy especial, ¡un encuentro inolvidable! Era como ver a Jesús caminar entre nosotros, comunicando a cada uno una palabra de esperanza. A diferencia de esas imágenes tan distantes del Papa que nos transmiten los medios de comunicación, me llamó la atención el diálogo entrañable que  Juan Pablo II entabló con nosotros, tratando de "nuestras cosas". Después algunos manifestaron que nunca habían participado en un encuentro multitudinario, en el que se viviese una experiencia de comunión tan sólida. 

Impresiona comprobar que -como ocurrió en Jericó- también hoy Jesucristo "atraviesa la ciudad" y se inserta en nuestra sociedad, convive con nosotros, y entra en diálogo con la cultura joven de nuestros días. Ésta es la experiencia de cuantos hemos asistido a las anteriores ediciones de la JMJ.

En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, 

trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, 

porque era pequeño de estatura. 

¿Y si nos pusiéramos por un momento en el lugar de Zaqueo? Poco importa que tú no seas bajito, ni rico, ni publicano. Eso es lo de menos. Lo importante es que Zaqueo era un hombre que andaba en "búsqueda", en medio de una existencia que no parecía llenarle plenamente el corazón. Vivía la paradoja que acompaña a muchas personas en nuestros días: lo tenía "todo", materialmente hablando, pero no terminaba de experimentar la ilusión y la esperanza... Era como si le faltase lo principal: el sentido de la vida...

Había oído hablar de Jesús, de sus predicaciones, de sus milagros... y sentía curiosidad por verlo, pero también algo más que curiosidad: quizás barruntaba que

aquel hombre era muy especial. Jesús iba a pasar por allí, y no quería desaprovechar la oportunidad de conocerlo.

Curiosamente, el mayor impedimento al que Zaqueo tuvo que enfrentarse para poder ver a Jesús, eran los demás. ¡La multitud no le dejaba ver a Cristo! Y lo cierto es que esta situación evoca en nosotros una realidad muy actual: ¿Acaso no es verdad que una de las mayores dificultades para poder vivir como cristianos en nuestros días, es el ambiente secularizado que nos rodea? ¿No es cierto que cada vez es más difícil confesar la fe delante de nuestros compañeros, y que por ello corremos el riesgo de avergonzarnos de nuestra fe cristiana en medio de una cultura materialista, que se aleja de Dios?

Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo,

porque tenía que pasar por allí. 

Zaqueo demuestra ser alguien audaz y decidido. No se asusta ni se acompleja ante la dificultad, y con valentía, da el salto. Lo fácil hubiese sido retirarse a su casa, o disolverse entre la masa; pero Zaqueo no se arredra y sigue la voz de su conciencia. No parece que tuviese muy claro qué es lo que perseguía, pero su mérito consiste en no dejar de buscar a pesar de las dificultades o del qué dirán. De momento, él se había propuesto ver a Jesús, y no estaba dispuesto a cejar en el empeño.

Ésta es la invitación y la propuesta que hoy te hago: participar en la JMJ de Madrid, con la misma decisión y libertad de espíritu que mostró Zaqueo al subirse a aquel árbol, saltando por encima de voces y ambientes que puedan llevarte al desánimo; que abras tu corazón a esta oportunidad que te brinda la Providencia.

En la JMJ podrás descubrir que la Iglesia también es joven, ilusionante, alegre... ¡Sí, la Iglesia es la gran desconocida para muchos, debido a las falsas imágenes que de ella se difunden!

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:

«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. 

Zaqueo se lleva una gran sorpresa, algo que nunca hubiese imaginado: ¡¡Jesús le conoce, y le llama por su nombre!! ¿Cómo era posible tal cosa? Mientras Zaqueo buscaba a "alguien", sin saber muy bien a quién, de repente, descubre que ese "alguien" -Jesucristo- ¡le buscaba a él! He aquí la experiencia que muchos jóvenes vivirán en la JMJ: ¡¡se trata de ir en busca de quien está deseando salir a tu encuentro!!

El punto de partida del cristianismo consiste precisamente en esto: descubrir que Dios nos conoce y nos ama personalmente, y está deseando tener una relación de amistad con cada uno de nosotros. Toda la dinámica de la JMJ, desde las actividades más lúdicas hasta las celebraciones más solemnes, están dirigidas a este objetivo: conocer que Jesucristo es el Hijo de Dios y nos ama entrañablemente, partiendo de la experiencia de comunión en la Iglesia. ¡No caminamos solos!

No nos debería pasar inadvertida la reacción de Zaqueo, tal y como es narrada en este Evangelio: "lo recibió muy contento". La JMJ es la experiencia de la alegría por la fe compartida, al mismo tiempo que una experiencia de solidaridad con las cruces de los demás. ¡Cuánto nos puede ayudar conocer y escuchar, durante esos días, a los jóvenes cristianos que son perseguidos por causa de su fe en muchos países! No en vano, la

alegría compartida se convierte en doble alegría; mientras que la pena que se comparte, se convierte en media pena.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». 

Hay un pequeño detalle en el que quizá no hayas caído: Al igual que a ti, hoy en día, te pueden criticar por ser cristiano, también a Cristo le criticaron por acercarse a Zaqueo, es decir, por acercarse a nosotros. Le acusaban de relacionarse con gente pecadora, de no alternar con gente selecta, como se suponía que debía hacer un profeta de Dios. Por suerte para nosotros, Jesús rompió esos moldes puritanos, y fue en busca de la oveja perdida, que es Zaqueo y que somos cada uno de nosotros.

Jesús no se escandaliza ni de cómo estás, ni de tus heridas, ni de tus contradicciones. No te busca por tus méritos, ni por tus virtudes. La única razón que hay es que Él es bueno y santo, y quiere tu felicidad. Dicho de otra forma: Jesús no llama a tu puerta porque te lo merezcas, sino simplemente porque te ama. 

Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:

«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres;

y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». 

Hay que reconocer que la reacción de Zaqueo fue bastante sorprendente. ¿A qué venía ese cambio tan radical? ¿Acaso Jesús le había reprochado que fuese un ladrón o le había exigido que entregase su dinero? No parece que hubiera sido así... Y sin embargo, ese encuentro con Jesucristo, había cambiado radicalmente la vida de Zaqueo. Ya nada sería igual después de haberle conocido.

Son muchas las personas que creen que el cristianismo es una doctrina de tipo moralista, que se reduce a mandar unas prácticas y a prohibir otras. Los cristianos serían unos ciudadanos sometidos a toda una serie de mandatos y prohibiciones que limitan su libertad. Quienes piensan así, no se dan cuenta de que la moral cristiana es el estilo de vida de quienes conocen y siguen a Jesucristo, que no es otra cosa que el camino hacia la felicidad.

La JMJ te ofrece muchos puntos de referencia jóvenes para ayudarte en tu vida cristiana. Dice un refrán que "no hay mejor sermón que el de Fray Ejemplo", y por eso la Iglesia te propone que te acerques a conocer otros testimonios de vida. Obviamente, nuestro modelo principal de imitación es Jesucristo; pero en nuestro caminar hacia Dios, su rostro lo vemos especialmente reflejado en el de la Virgen María y en el de todos los santos. Al igual que en las convocatorias anteriores, también se han nombrado unos Patronos para esta JMJ. Son diez: San Isidro Labrador, Santa María de la Cabeza, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila, Santa Rosa de Lima, San Rafael Arnáiz y... ¡Juan Pablo II! (que para esas fechas ya habrá sido proclamado "beato"). Decía el propio Juan Pablo II, con ocasión de un encuentro con los jóvenes: "Los santos fueron jóvenes como vosotros, llenos de energía, ilusión y ganas de vivir. El encuentro con Cristo transformó sus vidas (...) Por eso fueron capaces de arrastrar a otros jóvenes, amigos suyos, y de crear obras de oración, evangelización y caridad que aún perduran". 

 

Jesús le dijo:

«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». 

¡Ojalá sean muchos los jóvenes a los que, gracias a la JMJ, puedan referirse esas mismas palabras del Evangelio: "Hoy ha sido la salvación de esta casa"! Sin duda, serán muchos los que acudan a Madrid con la simple motivación de acompañar a sus amigos o de pasárselo bien, y finalmente, se encontrarán ante una ocasión clave para su vida.

La Iglesia tiene entre sus prioridades la de llevar el Evangelio de Jesucristo a vosotros, los jóvenes. Nos preocupa especialmente la dificultad que encontramos en la transmisión de la fe a las generaciones más jóvenes. Sin embargo, seguimos creyendo que Jesucristo es tan necesario e importante para ti, como lo ha sido para tus abuelos, o como lo será para tus hijos y nietos. La predicación del Evangelio lleva ya dos mil años de historia, por encima de persecuciones, problemas y altibajos, y con la ayuda de Dios continuará su camino hasta el final de los tiempos.

Concluyendo... 

La mejor conclusión de lo que hasta aquí he querido transmitirte, la encontramos en otro pasaje del Evangelio, en el que los discípulos, con cierta curiosidad, le preguntan a Jesús sobre su vida. Su respuesta sirve para los hombres y mujeres de todos los tiempos: "¡Venid y lo veréis!" (Jn 1, 39).

Hay algo importante que todavía no te he contado: de entre todos los jóvenes del mundo entero que acudan a Madrid, habrá unos seis mil que estarán entre nosotros, en Gipuzkoa, los cuatro días previos a la JMJ. Tenemos el compromiso de acoger de forma hospitalaria durante esos días, a una parte del numeroso grupo de participantes, en una experiencia de enriquecimiento mutuo y de comunión. La manera más comprometida de participar en esta JMJ, es ofreciéndote a colaborar en tu parroquia o en la Delegación de Juventud, con la organización y acogida de estos jóvenes que llegarán del extranjero. De hecho, puede ocurrir que a algunos de vosotros no os sea posible acudir al encuentro de Madrid, por diversos motivos, y sin embargo, podáis participar y colaborar en el encuentro con estos seis mil jóvenes que pasarán esos días previos en nuestra Diócesis. 

El lema que el Papa ha elegido para esta JMJ 2011 es: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (Col 2, 7). Queremos mirar al futuro, pero sin dejar de tener unos cimientos profundos. En nuestra cultura actual, por desgracia, se ha confundido el ideal de "romper las cadenas" con el de "cortar nuestras raíces". La JMJ mira al futuro, con una perspectiva de modernidad, pero al mismo tiempo, firmemente afianzada en la tradición apostólica. En la JMJ podrás revivir la gracia del bautismo que un día recibiste, gracias a una profunda experiencia de Cristo, acontecida en el seno de una Iglesia joven. ¡Ven y lo verás!

 

 Unas palabras para tu familia: 

Me he dirigido a vuestros hijos e hijas para invitarles a participar en la JMJ que tendrá lugar este verano, entre el 16 y el 21 de agosto en Madrid. Comparto con

vosotros el empeño por transmitirles la fe cristiana, compromiso que los padres adquiristeis en la celebración de su Bautismo. En diversas ocasiones me habéis manifestado las numerosas dificultades que complican la adhesión de vuestros hijos a la fe católica. Soy consciente de que estamos en tiempos de crisis y de prueba para nuestra fe.

Pero, precisamente por ello, pienso que es importante que hagamos determinadas "apuestas" en favor de la educación cristiana de los hijos. Esta propuesta de la JMJ que os presento, está avalada por los resultados positivos y esperanzadores en las anteriores ediciones. Los nuevos tiempos requieren también de nuevas formas para conectar con el lenguaje de los jóvenes.

Por ello, me atrevo a dirigiros tres invitaciones concretas:

+ Que converséis con vuestros hijos sobre la posibilidad de su participación a esta edición de la JMJ, que tendrá lugar tan cerca de nosotros, animándoles a su asistencia. El precio de la inscripción para la asistencia es moderado, pero quisiéramos que nadie quedase sin participar por razones económicas. Somos conscientes de que algunas familias están pasándolo mal por motivo de la crisis económica. Por ello, estamos dispuestos a buscar ayudas para quienes no pudieseis costear los gastos.

+ Que abráis las puertas de vuestra casa para acoger a los miles de jóvenes del mundo entero que pasarán cuatro días entre nosotros antes de encaminarse a Madrid. La acogida de esos jóvenes supone un gran reto, y por ello apelamos a vuestra hospitalidad. La mayoría de ellos vienen de países más pobres que el nuestro, y por ello quisiéramos ahorrarles gastos. Las familias de acogida no sólo realizarán un importante servicio, sino que también se verán enriquecidas con la visita de esos jóvenes de diversos países del mundo, que pueden ser un punto de referencia importante para los hijos. Tenemos una buena oportunidad para ensanchar sus horizontes.

+ Los matrimonios también tenéis la posibilidad de asistir a la JMJ, en una peregrinación más breve organizada por nuestra Delegación de Familia, que acudirá a los actos presididos por el Papa, el sábado 20 y el domingo 21 de agosto.


 

¡Que Dios os bendiga!

 

+ José Ignacio Munilla Aguirre

Obispo de San Sebastián

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Foro


Día de la Familia – Día de la Mujer
Por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez
TEHUACÁN, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org-El Observador).  Mañana domingo se celebrará en México el Día Nacional de la Familia, mientras que el 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer.  Sobre ambos acontecimientos reflexiona -en el siguiente mensaje- monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán, responsable de la dimensión de la familia de la Conferencia del Episcopado Mexicano

 

* * *

 

            El primer domingo de marzo celebramos en México el Día Nacional de la Familia. El 8 de marzo celebramos el Día internacional de la Mujer. Dos acontecimientos que tienen cada uno su valía, pero para celebrar en mutua correspondencia.

            La familia es el santuario de la vida humana: en la familia hemos nacido y crecido; en ella hemos encontrado la primera y básica fuente de relación y pertenencia; desde ella salimos a emprender perspectivas más amplias y a ella volvemos, porque es saludable y motivador "sentirnos en familia".

            Pues bien, esa atmósfera familiar, en nuestra cultura mexicana, con frecuencia logra su cohesión y consistencia gracias a la mujer que es madre, aunque también por desgracia muchas veces en la misma familia se haya hecho a un lado o hasta haya sido maltratada la mujer que es esposa, hermana e hija. ¡Qué fuertes contrastes se advierten al constatar, por una parte, la veneración a la mujer que es la propia madre; pero, por otra, el menosprecio de otras mujeres también en la propia familia! Lo cual nos motiva a agradecer y también a recapacitar. De modo que hay mucho por celebrar en estos días e igualmente mucho por reorientar en nuestro corazón y en nuestras acciones.

            Se busca la no discriminación. Es un derecho, pero también un deber. El aborto es la primera terrible discriminación, al destruir la vida humana del ser más indefenso. Que la familia acoja cálidamente a toda vida humana que se empieza a gestar en el vientre de mamá y por la unión amorosa de papá y mamá; que los hermanitos ya nacidos acojan también con amor al que está por nacer.

De esta manera, que el próximo domingo celebremos nuestra familia, en una atmósfera de relación más humana y también divina, en la medida que somos hijos de Dios y lo queremos expresar en ese ámbito de relación.

Y celebremos, igualmente, el Día de la Mujer, en la realidad de la diversidad sexuada de varón y mujer, diferentes en lo biológico, psicológico y espiritual, pero iguales en dignidad y para el mutuo enriquecimiento y complementación.

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Evangelización integral
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "Evangelización integral".


 

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VER

En el reciente Encuentro de Catequistas de Adultos en nuestra diócesis, se lamentaba que hay personas que critican el que, en las catequesis y en las celebraciones, se aborden problemas de la comunidad a la luz de la Palabra de Dios. Hay fieles que querrían que nos quedáramos en un angelismo desencarnado y que habláramos de un Dios distante y alejado de lo que vive el pueblo. Como si la fe se redujera a un sentimiento piadoso, sin incidencia en la realidad. Es una queja que se escucha no sólo entre nosotros, sino en muchas otras latitudes.

Por otra lado, también hay quienes manipulan la Palabra de Dios para hacerla decir lo que uno piensa y quiere imponer; se escogen siempre textos que tienen que ver con los procesos sociales y políticos, sin dar su debida importancia a la oración, a la Misa dominical, a la confesión sacramental, a la estructura jerárquica de la Iglesia, a la defensa de la vida en el seno materno, a la devoción mariana.

No es fácil el equilibrio entre las dimensiones espiritual, trascendente y sobrenatural de la fe, con la social, política y cultural. No es sencillo armonizar las fuerzas entre la mano izquierda y la derecha del Cuerpo de Cristo, teniendo en cuenta que en la Iglesia del Señor se necesitan izquierdas y derechas, no peleando entre sí mismas, desgarrándose internamente, sino complementándose, para bien del pueblo.

JUZGAR

Dice el Papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del próximo octubre: "La evangelización es un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha prestado siempre una atención peculiar a la solidaridad..., para dar la propia contribución a la mejora de las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de la pobreza, malnutrición sobre todo infantil, enfermedades, carencia de servicios sanitarios y para la educación. También esto forma parte de la misión de la Iglesia".

Y reafirma con toda claridad, retomando lo que decía Pablo VI: "La Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido pleno. No es aceptable que en la evangelización se descuiden los temas relacionados con la promoción humana, la justicia, la liberación de toda forma de opresión, obviamente respetando la autonomía de la esfera política. Desentenderse de los problemas temporales de la humanidad significaría ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor al prójimo que sufre o padece necesidad; no estaría en sintonía con el comportamiento de Jesús, el cual ‘recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena nueva del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias' (Mt 9,35).

ACTUAR

Revisemos en qué hacemos consistir nuestra fe y cómo llevamos la pastoral evangelizadora. No basta ir a Misa, bautizarse, recibir los demás sacramentos y recitar algunas oraciones. Esto es importante, pues es acercarse a la fuente de la vida y llenarse del amor de Dios, pero no para quedarse en ello, sino para proyectarse en el servicio a los demás, tanto al interior de la comunidad cristiana, como en los areópagos de la política, la economía, la educación, los medios de comunicación, etc. La fe debe llevar a la transformación de costumbres, de estilos de vida, de criterios y formas de pensar, para que sean conformes al Evangelio.

Sin embargo, todo tiene su tiempo y su lugar. No se puede manipular una celebración haciendo a un lado los textos bíblicos señalados por la Iglesia, o llevándolos a temas ajenos al momento litúrgico. La realidad que debe iluminar la Palabra de Dios no se reduce a lo social, político y económico, sino que abarca muchos otros aspectos. No es lo mismo una homilía, en que se explican los misterios que se celebran y se proyectan a la vida diaria, que una rueda de prensa, en que se abordan otro tipo de asuntos. No es lo mismo una Misa dominical, que una catequesis sistemática sobre cuestiones que la misma Doctrina Social de la Iglesia nos propone, y que tienen que ver directamente con lo social, político y económico. Seamos integrales en la vivencia de la fe y en la evangelización.

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Documentación


Mensaje vaticano para el Día de Hispanoamérica
"Jóvenes misioneros para un continente joven"

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de la Pontificia Comisión para América Latina con motivo del Día de Hispanoamérica, que se celebra este domingo, 6 de marzo, en las diócesis de España.

 


 

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"Jóvenes misioneros para un continente joven"


 

1. La Pontificia Comisión para América Latina dirige un saludo cordial a todos los fieles de la Iglesia en España y se une con gozo a la celebración del Día de Hispanoamérica de este año 2011, inspirada por el lema "Jóvenes misioneros para un continente joven".

El lema escogido para este año, además de brindarnos una ocasión privilegiada para renovar la solicitud especial de la Iglesia por sus miembros más jóvenes, se enmarca significativamente en el contexto de la preparación para la próxima Jornada mundial de la juventud que se desarrollará en la ciudad de Madrid en el mes de agosto.


2. Hace un año, en el contexto de la celebración de la Jornada mundial de la juventud de 2010, el Santo Padre se refirió a la figura del joven rico, concretamente a la pregunta "¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" (Mc 10, 17), frase que constituyó el lema de dicha Jornada. Y, en efecto, la reflexión acerca del lugar de los jóvenes en la vida de la Iglesia halla en ese famoso encuentro de Jesús con este personaje del Evangelio una magnífica fuente de inspiración. En aquella pregunta emblemática está representada de alguna manera una inquietud que está en el corazón de todo joven, especialmente en esa etapa de la vida tan marcada por la búsqueda del sentido de la existencia.


Pero esta pregunta se presenta de muchos modos; algunas veces como un deseo explícito de encontrar a Dios y conocer su concreto designio; otras veces tal vez de manera un poco vaga, como la búsqueda espiritual de un sentido más alto que dé significado a la existencia más allá de las experiencias terrenas; otras veces, en cambio, aparece como un peso silencioso que agobia el corazón de la persona y se traduce en desasosiego o un cierto vacío que no logra explicar; tampoco faltan quienes creen haber encontrado ese sentido definitivo en las mismas realidades mundanas, acallando poco a poco la voz de su conciencia. Pero la pregunta está siempre allí, aunque muchas veces se presente de manera un tanto velada.

Hoy en día el mundo, ayudado por el avance de las ciencias y el desarrollo de la técnica y las comunicaciones, con la inmensa gama de posibilidades que estas ofrecen, parece tener mucho que proponer al corazón hambriento de los jóvenes: ¡tantas ofertas falsas de felicidad! Y ante ello, la Iglesia, "experta en humanidad", como gustaba decir el Papa Pablo VI, no deja de recordar a los hombres y mujeres de todo el mundo la verdadera respuesta que sólo el Maestro posee, la única capaz de colmar el corazón humano y de ofrecer a la persona el más alto ideal de realización y felicidad posibles; y esa respuesta es él mismo, la persona misma de Jesucristo.

No son pocos los que en algún momento de su existencia se topan con esta respuesta, pero, como sucedió al joven que se encontró cara a cara con Jesús, atados a las cosas de este mundo, enamorados de tantas ilusiones, no tienen la valentía suficiente para seguirlo y se vuelven entristecidos. Otros, en cambio, al descubrir en Cristo el horizonte infinito del amor y el ideal más grande al que se puede aspirar, se deciden a ser de sus discípulos, y reflejan en su opción las bellas palabras del apóstol Pedro: "Señor, ¿donde quién vamos a ir, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?" (Jn 6, 68).

3. La Iglesia renueva hoy más que nunca su confianza en los jóvenes, en su deseo profundo de encontrar un sentido alto de la existencia y en su capacidad de conocer la verdad. De hecho son muchos los que hoy en día, con madurez, escuchan la voz de Cristo y se deciden a ir más allá de sus aspiraciones terrenas o de sus proyectos personales, llegando a descubrir en él aquella respuesta que calma la nostalgia del corazón humano. "Ven y sígueme", son las palabras que brotaron de los labios del Señor luego de que, como dice el Evangelista, él miró fijamente a los ojos al joven rico "y le amó". Fue, como dice el Santo Padre, "una propuesta de amor", que sólo puede realizarse en la vocación a la vida cristiana si esta es realmente "una respuesta de amor" (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la XXV Jornada mundial de la juventud, 28 de marzo de 2010). La Iglesia, por tanto, invita incansablemente a los jóvenes a no dejar de lado aquellas preguntas fundamentales de la existencia: ¿en qué consiste la verdadera felicidad?, ¿cómo podré saciar mis aspiraciones más hondas?, ¿cuál es el camino que conduce a la verdadera vida? Asimismo, los invita a no tener miedo de encontrar la respuesta y de abrazarla con toda la energía propia de la edad juvenil.


El Señor dirige incansablemente su mirada de amor hacia cada hombre y mujer que peregrina en la tierra y lo llama a seguirlo. Pero él tiene una mirada especial para los jóvenes, a quienes invita también hoy a ser discípulos suyos y misioneros en medio del mundo. A algunos, ciertamente, los llama a seguirlo más de cerca para que consagren su vida al anuncio del Reino, o a configurarse a su corazón sacerdotal a través del misterio del sacramento del Orden.


4. Ciertamente no son tiempos fáciles para el sacerdote. Hace algunos años, siendo cardenal y prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, el ahora Papa Benedicto XVI, en una homilía durante la celebración de la primera misa de un sacerdote, se preguntaba: "¿Tiene sentido hacerse sacerdote en un mundo en el que no existe otra meta que el progreso técnico y social? ¿Tiene futuro la fe? ¿Merece la pena jugarse la vida por esta única carta? ¿No es el sacerdocio una reliquia del pasado, ya superada, que ya nadie más necesita, pues todas las fuerzas deben ser aunadas para dominar la miseria y hacer crecer el progreso?". A partir de allí el cardenal puntualizaba que el mundo necesita de pastores que se preocupen por el alma del hombre y le ayuden a no perderla en el barullo diario. Se puede decir que la respuesta a estas preguntas ha sido uno de los hilos conductores de las enseñanzas de Benedicto XVI sobre el sacerdocio en el mundo actual. Recientemente, en la carta dirigida a todos los seminaristas del mundo, nos recuerda: "Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre" (Carta del Papa Benedicto XVI a los seminaristas de todo el mundo, con motivo de la clausura del Año sacerdotal, 18 de octubre de 2010). Resultan un tanto provocativas las palabras del Papa. ¡Hoy más que nunca el sacerdote es en el mundo signo de contradicción! Y es que a pesar de las crisis existentes y de los datos de la ciencia estadística, que no siempre son favorables, sigue sorprendiendo al mundo el que aún hoy en día, con todo lo que este tiene para ofrecer a los jóvenes, muchos sigan optando por un camino de radical renuncia y entrega. ¿Cómo explicar una decisión de esa naturaleza en medio de la cultura contemporánea? ¿Qué motivación puede impulsar a un joven a optar por un ideal que con frecuencia va en la dirección exactamente opuesta a lo que la gran mayoría considera humanamente deseable? Ello sólo se explica por la extraordinaria fuerza atractiva que ejerce en las personas la llamada personal de Jesucristo: "Él sabe dar gozo profundo a quien responde con valor" (Mensaje del Papa a los jóvenes con motivo de la Jornada mundial de la juventud de 2010, 15 de marzo de 2010).

Por ello la Iglesia sigue haciendo eco de la llamada de Jesús, aquella que dirigió a sus primeros apóstoles y que dirige también a los más jóvenes; aquella invitación a Pedro a ser "pescador de hombres" (Lc 5, 10); aquel escueto pero convincente "sígueme" (Mt 9, 9) que dirigió a Mateo y que lo llevó repentinamente a cambiar de vida y a dejarlo todo por Cristo. Esa llamada ha seguido repitiéndose en la vida de muchos hombres y mujeres que han respondido y que en los últimos dos mil años de la vida de la Iglesia nos han dejado innumerables testimonios de heroísmo y de una vida de plena realización en el seguimiento de Jesús. Esa misma llamada se dirige hoy de manera personal a nosotros e interpela de manera especial al corazón lleno de entusiasmo y de fuerza propio de los jóvenes. Es cierto lo que señalan los obispo de América Latina en el Documento conclusivo de la V Conferencia general de Aparecida: "El llamado a ser discípulos-misioneros nos exige una decisión clara por Jesús y su Evangelio, coherencia entre la fe y la vida, encarnación de los valores del Reino, inserción en la comunidad y ser signo de contradicción en un mundo que promueve el consumismo y desfigura los valores que dignifican al ser humano" (Documento conclusivo, Mensaje final).


Es su ser "discípulo y misionero" aquello que define mejor al sacerdote: "estar con él y ser mandado por él" (cf. Mc 3, 14): "Sólo quien está con él aprende a conocerlo y es capaz de anunciarlo realmente. Quien está con él, no retiene para sí aquello que ha encontrado, sino que siente la necesidad de comunicarlo" (Audiencia general, 11 de septiembre de 2006). Verdaderamente aquello que mejor define al sacerdote es su unión personal a Cristo y el conocimiento que de él tiene en cuanto discípulo suyo.


5. ¡El mundo necesita sacerdotes! ¡Sacerdotes santos! Lo confirma la experiencia de muchos hombres que con extraordinario valor y con total gozo entregan su vida a diario en los más recónditos lugares del mundo. España tiene una historia rica en vocaciones misioneras. Y es una característica que se ha venido haciendo patente también en la vida de miles de sacerdotes pertenecientes a la Obra de cooperación sacerdotal hispanoamericana, que en estos últimos tiempos han escuchado el llamado apremiante del Señor a "anunciar la Buena Nueva hasta los confines de la tierra" (cf. Mt 28, 19; Hch 1, 8) y han respondido con extraordinario desprendimiento y generosidad. Hemos de elevar por ellos una especial oración de gratitud a Dios y recordar al mismo tiempo, con particular afecto, a los que en este año 2011 cumplen 50 años al servicio de esta misión tan importante.
Elevemos al Señor, por intercesión de María santísima, Madre de todos los sacerdotes, sus hijos predilectos, una oración por todos los sacerdotes del mundo, especialmente por los que se encuentran en lugares alejados y padecen cualquier tipo de necesidad, y por aquellos que son perseguidos por actuar en nombre de Cristo. Y al mismo tiempo, no dejemos de dirigir nuestra oración perseverante al Dueño de la mies, para que envíe cada vez más obreros a trabajar en su viña (cf. Lc 10, 1-12).

Cardenal MARC OUELLET
Presidente

MONSEÑOR OCTAVIO RUIZ ARENAS
Arzobispo emérito de Villavicencio
Vicepresidente

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Pistas de reflexión sobre el mensaje del Papa para la Cuaresma 2011
Por el Consejo Pontificio “Cor Unum”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 5 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la reflexión teológico-pastoral sobre el mensaje de Benedicto XVI con motivo de la Cuaresma de este año, "Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado" (cf. Col 2, 12), que ha compartido con ZENIT el Consejo Pontificio "Cor Unum".

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"Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado" (cf. Col 2, 12). Estas palabras de san Pablo a la comunidad cristiana de Colosas hacen referencia al tema del Bautismo, que el Papa Benedicto XVI ha elegido para su Mensaje de Cuaresma de este año. El Santo Padre cita un pasaje del Apóstol de los Gentiles como síntesis de la finalidad de este sacramento: "conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte" (Flp 3, 10-11).

El Consejo Pontificio Cor Unum es el dicasterio de la Santa Sede encargado de la presentación del Mensaje de Cuaresma. La principal tarea de Cor Unum es difundir la catequesis de la Iglesia sobre la caridad y las iniciativas caritativas concretas de nuestro Santo Padre. Para ayudar a dar a conocer este Mensaje cuaresmal anual en vuestras Iglesias, comunidades y organizaciones locales Cor Unum ofrece las siguientes claves de comprensión de este vínculo evidente entre Bautismo y caridad que el Papa Benedicto XVI desea subrayar:

1. Frente al auténtico sufrimiento que encontramos a nivel global - desastres naturales, enfermedad, hambruna, guerra - estamos obligados a dar respuesta a las necesidades inmediatas y a buscar soluciones concretas para aliviar la miseria (cf. Deus Caritas est, 31a). Pero, aunque es importante proveer a las necesidades materiales, de por sí esto nunca puede garantizar la felicidad y la paz duraderas. Cristo fundó la Iglesia para dar mucho más. El sufrimiento, tanto global como personal - enfermedad, soledad, penurias financieras, problemas familiares y, en última instancia, el mayor enemigo de todos, la muerte - requiere una respuesta que sólo el hecho de poseer la vida eterna puede dar: conocer a Cristo, "conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos, hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos".

2. Este don se nos promete en nuestro Bautismo. En efecto, en el diálogo que forma parte del Rito, las preguntas y respuestas hacen hincapié en el don de la "fe" y en la promesa de la "vida eterna". El sacramento del Bautismo tiene este significado y realiza este don: "Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, «al participar de la muerte y resurrección de Cristo»", escribe el Papa en su Mensaje de Cuaresma. La palabra griega "bautizar" (báptizein) significa inmersión o sumergir en las aguas bautismales lo que el Apóstol Pablo llama el "hombre viejo" o el hombre que vive según la carne (cf. Col 3, 9). Se trata del hombre que vive sólo para sí mismo, separándose arrogantemente de su Creador y cerrando egoístamente los ojos ante las necesidades de su prójimo. No se trata de una simple descripción teológica: todos entendemos perfectamente lo que es el "hombre viejo" porque hacemos experiencia de los efectos directos de esta índole dentro de nosotros, sintetizados en los siete pecados capitales: ira, avaricia, pereza, soberbia, lujuria, envidia y gula.

3. El Bautismo es el "encuentro con Cristo", escribe el Papa Benedicto XVI en su Mensaje. Nos lava del pecado original que heredamos de nuestros primeros padres y del resultado de todos sus pecados, e imparte una naturaleza nueva, permitiéndonos entrar en "la mentalidad de Jesucristo". Este "hombre nuevo" vive según los sentimientos de Jesús por la "vida eterna" que recibe ya ahora del Espíritu Santo. San Pablo enumera los frutos del espíritu de Dios que habita en nosotros: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí (Ga 5, 22). En lo hondo del corazón de la persona - bautizada y no bautizada - yace el deseo de recibir y vivir estos frutos. Sólo el hecho de poseer esta vida es un remedio duradero para todo sufrimiento, tanto personal como universal.

4. La nueva naturaleza que recibimos en el Bautismo es la fuente para las obras de caridad específicas por amor de Dios y del prójimo, el primer y mayor mandamiento de la nueva Ley y compendio de todo el Evangelio (cf. Mt 22, 34-40). El ayuno, la limosna y la oración son una ayuda para que muera nuestra vieja naturaleza y abramos nuestro corazón al Señor y a nuestros hermanos y hermanas necesitados.

La fe, junto con la promesa de "vida eterna" que se nos hace en el Bautismo, debe crecer, ser constantemente alimentada (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1254). Esta Cuaresma el Papa Benedicto XVI propone un itinerario o "hoja de ruta" para ayudarnos en esta tarea. Tres elementos pueden ser especialmente útiles para proponer a las comunidades parroquiales, a las instituciones (como las escuelas católicas y las universidades) y a los fieles:

--Primero, el Santo padre fija para nosotros citas concretas con personas y acontecimientos específicos en los cinco domingos de Cuaresma. Nos pone ante la Palabra de Dios que se proclama en esos domingos. De este modo desea que hagamos la experiencia de un encuentro personal con Cristo, la respuesta a los anhelos más profundos de la persona humana y del mundo. Este encuentro se puede concretar en el tiempo que dedicamos personalmente o con otros a la lectura de estos pasajes de la Escritura y que durante estos cuarenta días nos permiten escuchar, contemplar y poner en práctica la Palabra de Dios.

--Segundo, el encuentro con Cristo a través de su Palabra y los sacramentos se manifiesta en obras concretas de misericordia. También aquí, en nuestras parroquias, comunidades, instituciones educativas o de otro tipo, al igual que cada uno de nosotros personalmente, tenemos la oportunidad en este tiempo favorable, con la ayuda de la gracia de Dios, de dejar de vivir para nosotros mismos y de orientar nuestros corazones al amor a Dios y a nuestros hermanos necesitados. Este es también el ímpetu de las campañas cuaresmales que organizan las Conferencias Episcopales y otras entidades.

--Tercero, el Papa nos presenta el tiempo de Cuaresma como un "camino" o "itinerario", un arco de tiempo para que dé fruto la semilla plantada en el Bautismo. Este, nos indica el Papa, refleja la entera existencia de cada persona, vivida entre la resurrección de Cristo y la nuestra; este definitivo ofrecimiento de comunión con Dios para la eternidad conforma desde dentro nuestra vida actual, tanto en el ámbito social como individual. Este tercer elemento subraya la necesidad de alentar a vivir este itinerario con la ayuda de la gracia, particularmente mediante los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.

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