7.03.11

Si algo ha aprendido la Iglesia en los últimos años es que los escándalos, como ciertos desechos orgánicos, tienden a flotar. Es decir, por más que se quiera hundirlos en el “fondo del mar, matarile, rile, rile", la realidad se impone y al cabo del tiempo asoman de nuevo a la superficie.

Cuando hace tres años informamos, entonces desde Religión en Libertad, de que un sacerdote de Barcelona había afirmado públicamente haber pagado abortos, lo menos que podía imaginarme es que el personaje volvería a ser protagonista de una portada por el mismo hecho. Pero es que el “Pare Manel” es mucho “Pare Manel". Tanto que han escrito un libro sobre él.

Este señor realiza, al parecer, una labor social de atención a marginados, especialmente presos. Lo cual está muy bien, sin lugar a dudas. Pero lo mismo hacen multitud de sacerdotes, religiosos y religiosas que no son famosos, por la sencilla razón de que hacen su labor sin a la vez pitorrearse públicamente de la fe de la Iglesia.

Es decir, si el “Para Manel” dijera que el aborto es un crimen, que el matrimonio entre homosexuales va contra la ley natural y que la Iglesia es verdadera Madre y Maestra a la que hay que amar y obedecer, posiblmente no le habrían concedido la Cruz de San Jordi ni le habrían apoyado artistas de todo tipo y pelaje.

Sin embargo, Manel Pousa es un sacerdote que ha pagado abortos -al menos uno- y que se jacta de haber celebrado ceremonias religiosas paralalas a uniones civiles entre homosexuales. Una de esas ceremonias debió ser “conmovedora", pues se dio entre una presa y una celadora de la prisión. Imagínense ustedes al cura bendiciendo semejante ejercicio de amor lésbico.

En todo caso, el principal problema no es Manel Pousa. No, el principal problema, por no decir escándalo, es el proceder del Cardenal y Arzobispo de Barcelona, S.E.R Lluís Martínez Sistach. Es él quien permite a Pousa ejercer el sacerdocio. Es él quien lleva ignorando durante tres años que la pena que recae sobre el “Pare Manel” por colaborar activamente en un aborto es la excomunión. Es él quien mira para otro lado cuando uno de sus sacerdotes bendice uniones homosexuales.

Acabamos de ver cómo en la archidiócesis argentina de Córdoba han suspendido a divinis a Nicolás Alessio, sacerdote que llegó a encabezar una manifestación a favor del matrimonio homosexual. Sin embargo, hasta donde sabemos Alessio no ha llegado a pagar abortos ni a casar a homosexuales. Pousa sí. Si se suspende, y con razón, al sacerdote argentino, ¿a cuento de qué se puede seguir permitiendo al sacerdote de Barcelona que ejerza un sacerdocio manchado con la sangre inocente de niños abortados? Espero que la próxima vez que el cardenal Sistach tenga una aparición en los medios, alguien le haga esa pregunta. A ver qué reponde.

Me pregunto si no será posible, dada la inacción del cardenal, presentar alguna denuncia formal ante la Congregación para el Clero. No puede ser que la Iglesia en Barcelona tenga un cura pagando abortos y casando a gays y lesbianas. Si el pastor de esa Iglesia lo permite, la Santa Sede debe de impedirlo. El pueblo católico, obispos, sacerdotes y fieles, tiene derecho a que un escándalo así no perdure ni un día más.

Luis Fernando Pérez Bustamante