ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 9 de marzo de 2011

Santa Sede

El verdadero ayuno, nutrirse de la Palabra de Dios, dice el Papa

Benedicto XVI: limosna, oración y ayuno, “trazado de la pedagogía divina”

Papa: El hombre debe reconocerse criatura para poder respetar la creación

Mundo

La Iglesia en Brasil exhorta a la educación ambiental

Perú: Caritas pide solidaridad con los damnificados por las inundaciones

India: nueva ola de violencia anticristiana en Orissa

Irlanda invita a todo el mundo al Congreso Eucarístico de 2012

Nace Rezando voy: oración diaria en audio por Internet

Actualidad

Los obispos mexicanos, contentos por la Reforma Constitucional

Análisis

España: Lo que deben hacer los cristianos ante la crisis (2)

Entrevistas

Construir sobre el fundamento del Amor

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: El recorrido bautismal de la Cuaresma

Documentación

Homilía del Papa en la Misa del Miércoles de Ceniza

Mensaje del Papa para la Campaña de Fraternidad 2011 de Brasil


Santa Sede


El verdadero ayuno, nutrirse de la Palabra de Dios, dice el Papa
Invita a todos a vivir el “recorrido bautismal” de la Cuaresma
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI explicó hoy que el ayuno no es un fin en sí mismo, sino el “signo externo” de una “realidad interior”, que es el de saber “vivir del Evangelio”.

Benedicto XVI quiso dedicar su catequesis de hoy, Miércoles de Ceniza, a reflexionar sobre la Cuaresma y sobre las prácticas piadosas ligadas a ella, que son el ayuno, la oración y la limosna.

El ayuno “significa la abstinencia de la comida, pero comprende otras formas de privación en aras de una vida más sobria”.

Sin embargo, “todo esto no constituye todavía la realidad plena del ayuno: es el signo externo de una realidad interior, de nuestro compromiso, con la ayuda de Dios, de abstenernos del mal y de vivir el Evangelio”.

“No ayuna de verdad quien no sabe nutrirse de la Palabra de Dios”, afirmó el Papa.

“El ayuno, en la tradición cristiana, está ligado estrechamente a la limosna”, afirmó el Papa

En este sentido, recordó con san Agustín que tanto el ayuno como la limosna son “las dos alas de la oración”, que le permiten alcanzar mayor impulso y llegar a Dios.

“La Iglesia sabe que, por nuestra debilidad, es muy fatigoso hacer silencio para ponerse delante de Dios, y tomar conciencia de nuestra condición de criaturas que dependen de Él y de pecadores necesitados de su amor”, subrayó el Papa.

Por esto, “en Cuaresma, nos invita a una oración más fiel e intensa y a una meditación prolongada sobre la Palabra de Dios”.

Pero ante todo, en línea con su Mensaje para la Cuaresma de este año, el Pontífice invitó a todos los fieles a “revivir” el propio bautismo, pues la Cuaresma, y especialmente en este ciclo litúrgico A, ha sido en la tradición de la Iglesia el itinerario que los catecúmenos debían recorrer antes de recibir el sacramento la noche de Pascua.

El Papa invitó a todos a vivir este “itinerario bautismal”, para “reavivar en nosotros este don y para hacer de modo que nuestra vida recupere las exigencias y los compromisos de este Sacramento, que está en la base de nuestra vida cristiana”.

“Desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo, paso a paso: en él se realiza ese gran misterio por el que el hombre, muerto al pecado, es hecho partícipe de la vida nueva en Cristo Resucitado y recibe el Espíritu de Dios”.

Las lecturas de los próximos domingos, explicó el Pontífice, “se toman precisamente de la tradición antigua, que acompañaba al catecúmeno en el descubrimiento del Bautismo: son el gran anuncio de lo que Dios obra en este Sacramento, una estupenda catequesis bautismal dirigida a cada uno de nosotros”.

El Papa fue desgranando uno por uno el significado de los evangelios de cada uno de los cinco domingos próximos, explicando también cuáles eran los pasos (escrutinios, adhesión al Credo, iniciación a la oración cristiana) que el catecúmeno debía seguir durante este itinerario.

Exhortó a los fieles a estar “atentos a acoger la invitación de Cristo a seguirlo de un modo más decidido y coherente, renovando la gracia y los compromisos de nuestro Bautismo, para abandonar el hombre viejo que está en nosotros y revestirnos de Cristo”.

La Cuaresma, añadió por último, “es un camino, es acompañar a Jesús que sube a Jerusalén, lugar del cumplimiento de su misterio de pasión, muerte y resurrección”.

Así, explicó, “nos recuerda que la vida cristiana es un “camino” que recorrer, que consiste no tanto en una ley que observar, sino la persona misma de Cristo, a la que hay que encontrar, acoger, seguir”.

“Es sobre todo en la Liturgia, en la participación en los santos misterios, donde somos llevados a recorrer este camino con el Señor; es un ponernos a la escuela de Jesús, recorrer los acontecimientos que nos han traido la salvación”.

Pero esta vivencia no es “una simple conmemoración, un recuerdo de hechos pasados”, sino que “en las acciones litúrgicas, Cristo se hace presente a través de la obra del Espíritu Santo, esos acontecimientos salvíficos se vuelven actuales”.

Participar en la Liturgia, concluyó, significa “sumergir la propia vida en el misterio de Cristo, en su presencia permanente, recorrer un camino en el que entramos en su muerte y resurrección para tener la vida”.

 



 

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Benedicto XVI: limosna, oración y ayuno, “trazado de la pedagogía divina”
Misa del Miércoles de Ceniza en Santa Sabina
ROMA, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La limosna, la oración y el ayuno, las tres obras fundamnetales de piedad previstas por la ley mosaica y citadas por Jesús en el Evangelio de este Miércoles de Ceniza, representan el “trazado de la pedagogía divina”.

Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI durante la misa con imposición de las Cenizas, celebrada hoy en la Basílica romana de Santa Sabina, con la que comienza el tiempo de Cuaresma.

En el pasaje evangélico del día (Mt 6,1-6, 16-18), Jesús recuerda que la limosna, la oración y el ayuno caracterizan al judío observante de la ley.

“Con el paso del tiempo, estas prescripciones habían sido manchadas por la herrumbre del formalismo exterior, o incluso se habían transformado en un signo de superioridad.”, explicó el Papa.

“Cuando se realiza algo bueno, casi instintivamente nace el deseo de ser estimados y admirados por la buena acción, de tener una satisfacción”.

Esto, indicó, “por una parte nos cierra en nosotros mismos, y por la otra nos saca de nosotros mismos, porque vivimos proyectados hacia lo que los demás piensan de nosotros y admiran en nosotros”.

Al volver a proponer estas prescripciones, Jesús “invita a redescubrir estas tres obras de piedad viviéndolas de modo más profundo, no por amor propio sino por amor de Dios, como medios en el camino de conversión a Él”.

“Limosna, oración y ayuno: es el trazado de la pedagogía divina que nos acompaña, no solo en Cuaresma, hacia el encuentro con el Señor Resucitado; un trazado que recorrer sin ostentación, en la certeza de que el Padre celeste sabe leer y ver también en el secreto de nuestro corazón”.

Conversión sincera

El tiempo litúrgico de la Cuaresma, prosiguió el Pontífice, exhorta al compromiso de “convertir nuestro corazón hacia los horizontes de la Gracia”.

“En general, en la opinión común, este tiempo corre el riesgo de ser connotado por la tristeza, por la oscuridad de la vida”, reconoció.

La Cuaresma, en cambio, “es un don precioso de Dios, es un tiempo fuerte y denso de significados en el camino de la Iglesia, es el itinerario hacia la Pascua del Señor”.

Este tiempo invita no a una “conversión superficial y transitoria”, sino a “un itinerario espiritual que tiene que ver profundamente con las actitudes de la conciencia y que supone un sincero propósito de arrepentimiento”.

Esta conversión auténtica, indicó, “es posible porque Dios es rico en misericordia y grande en el amor. La suya es una misericordia regeneradora, que crea en nosotros un corazón puro, renueva en el interior un espíritu firme, restituyéndonos la alegría de la salvación”.

La Cuaresma, por tanto, es “un camino de cuarenta días donde experimentar de modo eficaz el amor misericordioso de Dios”, “conscientes siempre de no poder llevar a cabo nuestra conversión nosotros solos, con nuestras fuerzas, porque es Dios quien nos convierte”.

“Todos pueden abrirse a la acción de Dios, a su amor”, recordó Benedicto XVI.

“Con nuestro testimonio evangélico, los cristianos debemos ser un mensaje viviente, al contrario, en muchos casos somos el único Evangelio que los hombres de hoy leen aún”.

La responsabilidad de los cristianos, afirmó, es la de “vivir bien la Cuaresma: ofrecer el testimonio de la fe vivida a un mundo en dificultad que necesita volver a Dios, que tiene necesidad de conversión”.

Procesión por Roma

Benedicto XVI inició con la oración “Reaviva en nosotros la idea de que somos polvo y en polvo nos convertiremos” la ceremonia del jueves de cuaresma, en la asamblea de oración realizada en la iglesia de San Anselmo, abadía primacial del orden de los Benedictinos.

Aquí en el monte Aventino, uno de los siete de Roma originaria, en una tarde fría y soleada, la procesión partió con el canto de las Letanías de Todos los Santos hacia la vecina iglesia paleocristiana (siglo V) de Santa Sabina.

El cortejo que se desplazó a paso lento, encabezado por los monjes con sus hábitos negros los benedictinos y blanco y negro los dominicos, seguidos por sacerdotes, obispos, cardenales y el Santo Padre.

El jueves de cenizas es considerado la puerta de ingreso de la Cuaresma y tiene un doble significado: invita a la penitencia y recuerda la precariedad de la condición humana.

Al ingreso de Santa Sabina, donde se celebró la eucaristía y el rito de la bendición e imposición de las cenzas, el Coro de la Capilla Sixtina entonaba en polifónico el “ Attende Domine, et miserere quia peccavimus tibi” que se alternaba con el canto gregoriano de los monjes.

El Papa que hasta Santa Sabina endosaba el color púrpura, después del ingreso tomó los paramentos violas, el color de la penitencia, y la mitra blanca.

Después de bendecir las cenizas con la aspersión del agua bendita, el Pontífice recibió las cenizas en su cabeza por el cardenal eslovaco Jozef Tomko, prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los pueblos y titular de Santa Sabina. 

El Papa impuso las cenizas a diversos purpurados, eclesiásticos y fieles, y después prosiguió la celebración de la santa misa, que concluyó con el coro que cantaba el Ave Regina Coelorum.

 



 

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Papa: El hombre debe reconocerse criatura para poder respetar la creación
Mensaje de Benedicto XVI a la Campaña de Fraternidad de Brasil
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org) - Benedicto XVI afirma que el hombre, para establecer una recta relación con la naturaleza, debe primeramente reconocer su condición de criatura.

El Papa envió un mensaje a la Iglesia brasileña para hoy Miércoles de Ceniza, día en que comienza la anual Campaña de Fraternidad, que cada año busca promover la solidaridad de los católicos respecto a un tema concreto. Este año se trata de Fraternidad y vida en el Planeta”.

En su mensaje, el Pontífice expresa su “viva satisfacción” por unirse, “una vez más, a toda la Iglesia en Brasil, que se propone recorrer el itinerario penitencial de la cuaresma,” pidiendo “un cambio de mentalidad y actitudes para la salvaguarda de la creación”.

Citando el lema de la Campaña – "la creación gime con doloresde parto" – el Papa afirma que se puede “incluir entre los motivos de tales gemidos el daño provocado en la creación por el egoísmo humano”.

“Con todo – añade –, es igualmente verdadero que la creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de Dios" “Así como el pecado destruyó la creación, ésta es también restaurada cuando se hacen presentes los hijos de Dios, cuidando del mundo para que Dios sea todo en todos”.

Benedicto XVI indica que el primer paso para “una recta relación con el mundo que nos rodea es justamente el reconocimiento, por parte del hombre, de su condición de criatura”.

“El hombre no es Dios, sino Su imagen; por eso, debe procurar volverse más sensible a la presencia de Dios en aquello que está a su alrededor: en todas las criaturas y, especialmente, en la persona humana hay una cierta epifanía de Dios.”

El hombre “sólo será capaz de respetar a las criaturas en la medida en que tenga en su espíritu un sentido pleno de la vida; en caso contrario, será llevado a despreciarse a sí mismo y a aquello que le rodea, a no tener respeto por el medio ambiente en que vive, por la creación”, afirma el Papa.

Según Benedicto XVI, la primera ecología en ser defendida es la "ecología humana".

El Papa explicó que nunca se podrá hablar de una auténtica defensa del medio ambiente “sin una clara defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural; sin una defensa de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer”.

Tampoco “sin una verdadera defensa de quienes son excluidos y marginados por la sociedad, sin olvidar, en este contexto, a aquellos que lo pierden todo, víctimas de desastres naturales”.

Según el Papa, el deber de cuidar del medio ambiente “nace de la conciencia de que Dios confía Su creación al hombre, no para que éste ejerza sobre ella un dominio arbitrario, sino que la conserve y cuide como un hijo cuida de la herencia de su padre”.

Por Alexandre Ribeiro



 


 

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Mundo


La Iglesia en Brasil exhorta a la educación ambiental
La Campaña de Fraternidad debatirá sobre la vida en el planeta
BRASILIA, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia en Brasil ha lanzado hoy, Miércoles de Ceniza, la Campaña de Fraternidad (CF) 2011, cuyo tema de esta edición es “Fraternidad y vida sobre el planeta”.

Según lo publicado por la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), el motivo del evento es “contribuir a la toma de conciencia de las comunidades cristianas y de las personas de buena voluntad sobre la gravedad del calentamiento global y de los cambios climáticos”.

También tiene como objetivo motivar a las personas a participar en los debates y las acciones destinadas a resolver el problema y a preservar las condiciones de vida en el planeta.

Según el secretario general de la CNBB, monseñor Dimas Lara Barbosa, es la fe la que empuja a la Iglesia a discutir temas como el propuesto por el CF 2011.

“Nuestra base teológica se funda en el mismo proyecto de Dios con respecto a la creación y al ser humano”, afirmó en la web de la CNBB.

El prelado sostiene que la ecología humana es de “extrema importancia” para los debates, porque trata la vida como un todo y no distingue la vida del planeta con la de los seres humanos.

“La ecología humana es un tema fundamental que ya fue afrontado por Juan Pablo II y después por Benedicto XVI. Para el Papa el centro del universo está en la persona humana, y muchas veces las políticas públicas no tienen en cuenta esto, sobre todo las personas más vulnerables, los más pobres”.

La temática de esta CF “es una preocupación social de la Iglesia que quiere despertar a las personas a la educación ambiental porque, a partir de nuestra cotidianeidad, tenemos necesidad de disminuir los consumos y tomar algunas medidas que impliquen menos gasto y más educación para la vida de nuestro planeta”, subrayó el secretario ejecutivo de la CF, el padre Luiz Carlos Dias.

En su opinión, los temas sociales presentados por la Campaña de Fraternidad reflexionan sobre el papel de la Iglesia en la sociedad.

“La Iglesia toma estos temas como reflexiones para servir a la sociedad, porque implican sufrimiento, dolor y muerte. La Iglesia, que tiene la misión de evangelizar, intenta llevar la luz de Dios a estas situaciones, para que florezca la vida en la sociedad”, añadió el sacerdote.

Además del objetivo general de aumentar la conciencia sobre el calentamiento global y los cambios climáticos, la CF presenta algunos objetivos específicos, entre los cuales pone a disposición medios para la formación de la conciencia ambiental, promueve debates sobre el tema, muestra la gravedad y la urgencia de los problemas ambientales, denuncia situaciones y destaca la responsabilidad de los problemas ambientales que derivan del calentamiento global.

Uno de los gestos propuestos es la Colecta de la Solidaridad, que será realizada en todas las diócesis brasileñas el 17 de abril. Los fondos recaudados serán derivados a los fondos nacionales y diocesanos de la solidaridad para hacer frente a proyectos vinculados con los objetivos de la Campaña de Fraternidad.



 

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Perú: Caritas pide solidaridad con los damnificados por las inundaciones
En la sierra y la selva, beneficiará a 2.500 familias pobres
CALLAO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La sierra y la selva de Perú están viviendo momentos difíciles por las fuertes lluvias que provocaron inundaciones y deslizamientos. Caritas Perú ha pedido solidaridad para los damnificados.

La sierra y selva del país están siendo afectadas por las fuertes lluvias, deslizamientos e inundaciones, originando la destrucción de viviendas, cultivos e infraestructura vial y dejando miles de damnificados en los departamentos de Apurímac, Ayacucho, Ancash, Arequipa (Chuquibamba), Pucallpa, Loreto (Yurimaguas), Junín (Satipo), Madre de Dios (Puerto Maldonado), Cusco, Huancavelica, Huánuco y Puno.

Según el último informe de Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI), hasta el momento existe un total de 141.559 personas afectadas por lluvias y consecuentes deslizamientos, huaycos e inundaciones.

La Presidencia del Consejo de Ministros declaró en Estado de Emergencia por lluvias a todo el departamento de Huancavelica y algunas provincias de los departamentos de Apurímac y Ayacucho.

Ante esta situación, el presidente de Caritas del Perú monseñor Miguel Irizar Campos hizo un llamamiento y pidió a todos los peruanos que contribuyan con generosidad a la campaña “Solidaridad con los damnificados por las inundaciones". La misma se propone recaudar fondos para beneficiar a en torno a 2.500 familias pobres, ubicadas en las zonas rurales afectadas.

Las acciones que se realizarán serán: atención con ayuda humanitaria (alimentos, albergues temporales, abrigo, agua y kits de higiene) y campañas integrales de salud, dando prioridad a la población infantil menor de cinco años y adultos mayores; desarrollo de actividades orientadas a fortalecer las capacidades de las autoridades locales y comunales para afrontar situaciones de emergencia por eventos climatológicos adversos.

Hasta el momento, Caritas del Perú, a través de su red de Caritas diocesanas, viene atendiendo a las zonas más afectadas por las inundaciones.

Caritas Chanchamayo-Oxapampa entregó en la localidad de Puerto Bermúdez 85 bidones de agua, 50 frazadas, ropa de abrigo y 1 kit de medicinas para 500 atenciones.

Se envió a Caritas Abancay ropa variada, 400 frazadas, 10 cilindros con tapa de 120 litros para almacenamiento de agua, así como alimentos para su posterior distribución.

Mientras que Caritas Sicuani, como medida de mitigación, implementó el proyecto “Reforzamiento de defensa ribereña del río Vilcanota, afectada por lluvias en la comunidad de Lloclora-Checacupe” que beneficiará a 127 familias.

Además, Caritas del Perú viene implementando proyectos para la reducción de riesgos en Yurimaguas, Puerto Maldonado y Abancay.

"Con todas estas acciones --afirma una nota de la organización humanitaria católica enviada a ZENIT - esperamos aliviar las necesidades más urgentes de nuestros hermanos y apoyarlos a mejorar sus condiciones de vida".



 


 

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India: nueva ola de violencia anticristiana en Orissa
 
ROMA, miércoles, 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El Estado hindú de Orissa es otra vez escenario de violencia anticristiana.

Tras los episodios dramáticos del 2007 y de 2008, la comunidad local vuelve a caer en el miedo. Algunas fuentes locales han referido a la agencia vaticana Fides que desde el mes de diciembre las comunidades cristianas del distrito de Malkangiri han sufrido repetidos ataques.

En los últimos treinta días, en particular, las agresiones se han intensificado, registrando más de 10 episodios durante los cuales han sido heridos varios fieles, entre los que cabe destacar mujeres embarazadas y niños.

El pastor Vijay Purusu, de la Iglesia Evangélica “Betel Church”, afirmó que los cristianos han sido atacados y golpeados durante ataques nocturnos. Al menos cuatro familias, aterrorizadas, han abandonado la propia vivienda.

En los ataques del 2007-2008 en Orissa, Estado de la zona centro-oriental de la India, fueron destruidas más de 6.600 casas de cristianos. Los desplazados fueron más de 56.000.

Los recientes episodios de violencia son obra del mismo grupo de entonces, el movimiento de militantes fundamentalistas hindúes “Rashtriya Swayamsevak Sangh” (RSS), que quedó impune por la devastación provocada hace tres años.

Las denuncias que los cristianos hicieron a la policía en las últimas semanas no han tenido respuesta y no se han llevado a cabo ninguna acción oficial para poner fin a las agresiones

“Los ataques han sido motivados por el hecho de que los hindúes siguen despreciando y envidiando el óptimo trabajo realizado por los cristianos en el ámbito social, sanitario y asistencial”, afirmaron las fuentes de Fides.

En este contexto, el All India Christian Council (AI CC) ha enviado un memorándum al misnistro del Interior de la Unión de la India, P. Chidambaram, y al primer ministro del estado de Orissa, Naveen Patnaik, pidiendo que se instituya una “National Investigation Agency”, que demuestre la culpabilidad de la red extremista hindú “Sang Parivar” en los ataques de 2008.

La violencia, de todas maneras, no se limita sólo al Estado de Orissa.

El pasado 11 de febrero en Jaipur, Rajastán (India nord-occidental), un pastor cristiano fue tomado como objetivo de unos jóvenes extremistas hindúes que lo insultaron, desnudaron y golpearon, obligándole a recorrer más de 5 km desnudo por la calle principal de la ciudad.

No obstante la denuncia a la policía, hasta ahora ninguno de los culpables ha sido arrestado.


 

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Irlanda invita a todo el mundo al Congreso Eucarístico de 2012
Los organizadores hacen un llamamiento a los voluntarios internacionales
DUBLIN, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia en Irlanda esta invitando a gente de todo el mundo al Congreso Eucarístico Internacional de 2012, para tener la oportunidad de entrar en comunión con Cristo y con los demás.

El pasado lunes, la fase preparatoria para el congreso, que se celebrará del 10 al 17 de junio de 2012, fue inaugurada por el cardenal Seán Brady, arzobispo de Armagh, y por el arzobispo Diarmuid Martin de Dublín.

El cardenal Brady destacó que “el propósito de todo Congreso Eucarístico es profundizar en el entendimiento y la devoción a la Sagrada Eucaristía, que es el centro de nuestra fe católica”.

“Esta devoción ocupa un lugar muy especial en el aprecio de los católicos irlandeses”, añadió.

El prelado afirmó que “la Eucaristía es la fuente y el culmen de la vida de todo seguidor de Jesús”.

Continuó diciendo: “la celebración de este congreso en Irlanda no es en beneficio sólo de la Iglesia local, sino que será un evento internacional”.

“La celebración atraerá a miles de peregrinos y permitirá a los católicos, nacionales y extranjeros, reunirse y participar diariamente en la Misa, debatir cuestiones de fe, tomar parte en talleres, reflexionar sobre testimonios, y tomar parte en la adoración de la Eucaristía”.

Comunión

El evento se centrará en el tema “La Eucaristía: Comunión con Cristo y con el prójimo”.

Los organizadores del Congreso están trabajando con la industria turística para facilitar la participación de gente de todo el mundo. De la misma manera la Web del Congreso ofrece toda la información en siete idiomas.

Como preparación para el evento, los organizadores están haciendo, durante este tiempo, un llamamiento a más de 3.000 voluntarios para ayudar en el congreso haciendo tareas de acogida, administración, servicios de traducción y asistencia.

El cardenal expresó su esperanza de que “el Congreso de 2012 ayude a una renovación de la Iglesia Católica en Irlanda, reflexionando sobre la centralidad de la Eucaristía en el corazón de nuestra cada vez más diversa comunidad, y que dé un nuevo ímpetu a la vida de fe”.

Se celebrará un Congreso Eucarístico Nacional durante la festividad del Corpus Christi para preparar a los católicos irlandeses al evento del próximo año.

También, la próxima semana “una campana del congreso”, que simboliza la invitación a la fe, oración, reconciliación y misión, comenzará una peregrinación a través de las 26 diócesis de Irlanda.

Evangelización

El arzobispo Martin, en un discurso durante el pasado lunes, reiteró la importancia de este evento en el proceso de renovación de la Iglesia en Irlanda.

Monseñor Martin afirmó que “en Irlanda, como en todas las sociedades occidentales, la renovación supondrá un resurgir de la nueva evangelización, una representación viva de los esencial del mensaje cristiano para los hombres y mujeres bautizados y que quizás en otro tiempo participaron activamente en la vida de la Iglesia y que se han alejado de muchas maneras de la total comunión de esa vida”.

“Un Congreso Eucarístico es un medio concreto de renovación de la Iglesia” afirmó el prelado. “La esperanza de este Congreso Eucarístico es que a través de la renovación en la oración y en la vida litúrgica, la Iglesia sea purificada, limpiada y renovada para que su verdadera misión en el mundo sea más evidente”.

El padre Kevin Doran, secretario general para el Congreso, dijo: “hemos pedido a la gente que piense en ello como un viaje y no como la celebración de un evento”.

Continuó diciendo: Algunos de los que participaron en el último congreso, celebrado en Dublín el año 1932, nos han contado como acudían a pie o en bicicleta, realizando largos viajes”.

“Para este Congreso estamos pidiendo a la gente que realice un viaje pero interior y de renovación”.

El sacerdote afirmó, “Ahora es el momento para todos los creyentes en Jesús de dar un testimonio común de nuestra fe en esta sociedad que está necesitada de los valores del Evangelio como nunca antes una sociedad los necesitó”.

Los patrones para el Congreso de 2012 son san Columbano, santa María MacKilop, y la Beata Margaret Ball.



 

En la red:

Congress Web site: www.iec2012.ie


 

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Nace Rezando voy: oración diaria en audio por Internet
 
VALLADOLID, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Hoy Miércoles de Ceniza, arranca la nueva propuesta de internet de la Compañía de Jesús: una nueva web que ofrece en español oraciones diarias para escuchar o descargar.

Rezandovoy es una iniciativa de la pastoral jesuita que --explica la nueva página en su presentación- no sería posible "sin la ayuda de un grupo enorme de instituciones, que nos prestan su apoyo económico, material y personal".

Es una web que ofrece en español oraciones diarias en formato audio para escuchar directamente o descargar en el reproductor de mp3 o en el I-pod.

Entre estas instituciones están, en primer lugar, La Compañía de Jesús, que respalda y sostiene el proyecto. Las editoriales Sal Terrae y Mensajero, que llevan toda la gestión administrativa de la oficina. El Instituto Nevares de Empresarios Agrarios (INEA), "en cuyos espacios tenemos la sede y con cuyo apoyo incondicional contamos", explican. Otras instituciones, como el Apostolado de la Oración, ayudan económicamente.

Los responsables de prayasyougo tuvieron la idea original y han asesorado en la creación de la nueva página, así como los encargados de passo-a-rezar, la versión en portugués. "Su experiencia es de gran ayuda para nosotros", afirman los impulsores de la iniciativa preparada para esta Cuaresma.

La oficina de pastoral jesuita informa además que existe un apartado de Difusión en el que se pueden descargar distintos materiales para dar a conocer rezandovoy: desde carteles a flyers, fondos de escritorio o algún documento explicando el proyecto.

Un equipo de colaboradores, redactores y voluntarios ayudan en el laborioso proceso de producción de materiales.

Y diversas personas e instituciones han facilitado recursos, ideas y apoyo. Entre ellos, Maite López, Cristóbal Fones, Editorial San Pablo, Ateliers et Presses de Taizé, Monasterio de Santo Domingo de Silos, Ixcís, Luis Guitarra, Ludovico Einaudi, Kairoi, Ain Karem, Hyperion, Wrasse Records, Oregon Catholic Press y Brotes de Olivo.

"Ojalá sea, para todos, ocasión de adentrarnos en este mundo tan necesario de la búsqueda de Dios cada día", concluyen.

Para saber más: www.rezandovoy.org

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Actualidad


Los obispos mexicanos, contentos por la Reforma Constitucional
“Marca el rumbo al pleno ejercicio de la Libertad Religiosa para todos los mexicanos”.
CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org El Observador).- Mediante un comunicado de prensa, hecho público el día de ayer, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) consideró que la Reforma Constitucional aprobada por el Senado de la República sobre Derechos Humanos, “tiene elementos muy positivos e importantes” para la buena marcha del país y, sobre todo, que “marca el rumbo al pleno ejercicio de la Libertad Religiosa para todos los mexicanos”.

El comunicado de prensa, firmado por monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlanepantla y presidente de la CEM, junto con monseñor Víctor René Rodríguez Gómez, obispo auxiliar de Texcoco y secretario general del organismo que agrupa a los obispos mexicanos, advierte que en cuanto los estados de la Federación ratifiquen las reformas constitucionales propuestas por el Senado, “se verán beneficios para la cultura y la convivencia entre los mexicanos”.

Cabe destacar que las reformas constitucionales que aprobó ayer el Senado, habían sido motivo de amplias discusiones, sobre todo desde la perspectiva de diversas agrupaciones católicas, pues existía la posibilidad de que no se ajustaran a un sentido humanista de la justicia, vulneraran el ejercicio de la libertad religiosa y a la persona, la vida, el matrimonio y la familia.

En opinión de los obispos mexicanos, esto no sucedió, antes al contrario: las reformas dibujan un ordenamiento jurídico con un amplio sentido de modernidad y de respeto a la centralidad de la persona.

Entre los elementos positivos, los obispos detectaron en las reformas constitucionales un “sentido humanista”, pues, en opinión de los prelados mexicanos, “los derechos de todos los seres humanos se han puesto en el centro de nuestro ordenamiento constitucional”. 

En el análisis hecho de las reformas, según el texto difundido por la CEM, la Constitución mexicana “reconoce los Derechos Humanos de todos los mexicanos, a diferencia de antes de la reforma, en que simplemente se otorgaban garantías”.

También “reconoce los Derechos Humanos presentes en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos de los que México sea parte”, y se afirma que, a partir de estas reformas, “el ejercicio de los Derechos Humanos no podrá restringirse salvo en casos verdaderamente graves y previstos en la misma Constitución”.

En un punto muy importante, dados los antecedentes constitucionales mexicanos, y señalado por el Papa Benedicto XVI como uno de los caminos de la paz, en su mensaje del 1 de enero de 2011, para la CEM estas reformas “marcan el rumbo al pleno ejercicio del derecho humano a la Libertad Religiosa de todos los mexicanos”, haciendo eco a la generosidad en la protección de este derecho fundamental realizada por el Derecho Internacional, sobre todo en el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

De la misma forma, los obispos mexicanos celebraron que “la persona, la vida, el matrimonio y la familia tengan ahora un lugar destacado en el ordenamiento constitucional mexicano”, de nueva cuenta, acorde con el Derecho Internacional. 

A este respecto, la CEM, que encabeza monseñor Aguiar Retes, recordó la Convención Americana de Derechos Humanos, llamada Pacto de San José, signada por México en 1969, sobre todo en sus artículos primero (“Obligación de Respetar los Derechos”), cuarto (“Derecho a la Vida”) y diecisiete "(“Protección a la Familia”.

Los obispos de México hicieron votos “para que en lo inmediato nuestros legisladores ajusten el orden jurídico mexicano para el pleno reconocimiento de los Derechos Humanos de cada persona en México a la Libertad Religiosa y a la Vida, así como la debida protección al matrimonio entre varón y mujer y de las familias mexicanas, siempre en respeto al Derecho Internacional de los Derechos Humanos”.

Cabe hacer notar que ha habido, en meses pasados, diversas iniciativas para modificar el articulado de la Constitución Política que rige los destinos de México en favor de la concepción laicista de la la libertad religiosa, la equiparación del matrimonio entre varón y mujer a relación de personas del mismo sexo y la estimación de que la persona lo es desde el momento del nacimiento o en un tiempo determinado del período de gestación y no desde la concepción y hasta la muerte natural.

Por Jaime Septién


 

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Análisis


España: Lo que deben hacer los cristianos ante la crisis (2)
Carta Pastoral de los obispos vasco-navarros para Cuaresma
PAMPLONA, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Los cristianos y todas las personas tienen una responsabilidad concreta a la hora de afrontar la crisis actual, afirman los obispos de Pamplona, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, en su Carta Pastoral para la Cuaresma de este año.

El documento, titulado “Una economía al servicio de las personas. Ante la crisis, conversión y solidaridad”, está dedicado a analizar las causas y las consecuencias de la crisis económica, así como a hacer recomendaciones a las comunidades cristianas en estos momentos difíciles.

Tras analizar en la primera parte (capítulos 1 y 2) los rasgos y las características de la crisis de los países occidentales (análisis publicado ayer por ZENIT, ver www.zenit.org/article-38524?l=spanish) , los obispos ofrecen (capítulos 3 y 4) indicaciones a los fieles y a “las personas de buena voluntad”.

Uno de los puntos fundamentales que los obispos señalan es que la respuesta a la crisis “debe venir de toda la sociedad”, y no esperar a que sean los poderes públicos quienes tomen medidas.

La comunidad cristiana “ha de promover la puesta en práctica de la Doctrina Social, guiada por sus principios y preservando y fomentando los valores de la vida social, como son la verdad, la libertad, la justicia, la paz y el amor”.

La segunda tarea que hay que llevar a cabo es “fomentar una práctica de ojos abiertos y de corazón compasivo, para ver los rostros sufrientes de la crisis y dar testimonio de los principios del bien común, el destino universal de los bienes y la solidaridad.

“Esta segunda práctica de la dimensión caritativa, además de urgente e inaplazable, es una auténtica piedra de toque de nuestra veracidad y credibilidad”, subrayan los obispos.

Los obispos plantean a todos una serie de actuaciones concretas para ayudar a superar la crisis, dentro del marco de la doctrina social, tanto a las empresas como a las familias, los agentes pastorales, los sacerdotes y los religiosos.

Evitar despidos

Una primera recomendación es que, ante las situaciones concretas en las que se plantean reducciones de trabajo, “tanto las empresas, como las fuerzas sindicales, los propios empleados y los poderes públicos competentes traten de buscar por todos los medios legítimos, y dentro de las posibilidades de cada caso, fórmulas para evitar despidos permanentes”.

“El miedo ante una situación de grave crisis tiende naturalmente a crear una legítima preocupación por cómo evitar ser víctima de la misma, con lo que conlleva de necesidad, angustia y precariedad”, reconocen los prelados.

Sin embargo, subrayan, “con ello se corre el riesgo de generalizar socialmente un estado de ánimo que podríamos definir como 'sálvese quien pueda'”.

“Ante semejante peligro, es preciso volver nuestra mirada al espíritu y modo de vida de las primeras comunidades cristianas: Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno”.

Por ello, otra recomendación, a las parroquias, comunidades religiosas y otras realidades eclesiales es que busquen “la manera concreta de actualizar la comunicación de bienes para ayudar a los más afectados por la crisis.

En este sentido, destacan la labor de las Cáritas, instándoles a “seguir intensificando sus esfuerzos para ayudar a la sociedad a descubrir sus carencias para con los más débiles y promover la adopción de las medidas necesarias de justicia social”.

“Un segundo campo de acción de las Caritas de nuestras diócesis es el de prestar ayuda a todas aquellas personas, familias y colectivos a los que la crisis está colocando en una grave situación”.

Por ello, destacan que en los últimos tres años “han aumentado de manera muy significativa las aportaciones dinerarias a Caritas; del mismo modo ha aumentado el número de personas voluntarias para ponerse a disposición de Caritas y sus programas”.

Una tercera recomendación es a los religiosos, especialmente a quienes se dedican a la pastoral social, de manera que la crisis sea una oportunidad de volver a su “carisma primero” de ayudar a los más necesitados-

“En vuestros propios carismas fundacionales y en su desarrollo histórico, encarnáis los múltiples e inagotables modos de vida evangélica y de servicio a los últimos”.

“Vuestro ejemplo, además de ser expresión del Evangelio y signo de credibilidad ante la sociedad, es alimento necesario para que la dimensión caritativa cobre más hondura en el conjunto de nuestras iglesias. Vuestra presencia y trabajo, las más de las veces paciente, constante y callado, es un auténtico antídoto contra la crisis y contra las patologías que la han hecho posible”.

Colegios concertados

Los obispos se dirigen en especial a las órdenes religiosas que se dedican a la enseñanza a través de las escuelas concertadas.

A estas les piden que presten “especial atención a todos los colectivos en riesgo de grave exclusión, busquéis el modo de acogerlos en vuestros centros y desarrolléis los necesarios programas de integración socio-educativa, en colaboración con sus familias y las del resto del alumnado”.

“Recordad y actualizad vuestros carismas fundacionales y la preferencia de Jesús por los más pequeños y abandonados, que andaban como ovejas que no tienen pastor”, exhortan los prelados.

A los laicos, los obispos exhortan a “participar en la promoción de esta movilización ciudadana y tomar parte en ella. Lo ha de hacer, siguiendo las directrices del Concilio, con la recta intención de construir junto con las demás personas de buena voluntad un mundo de todos y para todos”.

Para ello, insisten en la importancia de la formación en los rudimentos de la doctrina social de la Iglesia, promoviendola a través de “las instituciones de formación teológico-pastoral, nuestros servicios de laicado y apostolado seglar, y los secretariados sociales y delegaciones de pastoral social”.

Austeridad

A las familias, la recomendación es recuperar los valores de siempre, viviendo “este tiempo como tiempo de gracia y como oportunidad de reforzar el sentido de la fe y del amor, mediante la práctica de la austeridad, la compasión y la solidaridad.

También los obispos y sacerdotes, reconocen, “estamos necesitados de conversión. Hemos de esforzarnos en seguir el estilo de vida de Jesús”, fomentando “en nuestras propias vidas la generosidad, el desprendimiento y el amor a la pobreza evangélica”-

A la sociedad entera, los obispos piden un “ejercicio de responsabilidad”: “El momento actual exige que cada persona y cada asociación o instancia social o pública” afronte “las consecuencias de la crisis y su salida buscando el bien común y prestando especial cuidado hacia los más débiles”, y construya “nuestra economía y nuestra vida social sobre bases éticas sólidas”.

“La tarea de afrontar la crisis y buscar salidas verdaderas y sostenibles va a conllevar importantes ajustes y sacrificios. Todos sabemos que no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades ni apoyados en burbujas condenadas a explotar”.

Los obispos piden “que la adopción de las medidas necesarias esté guiada por el doble principio de la participación y de la responsabilidad”, y exhortan a “empresarios, trabajadores, organizaciones sindicales, instituciones sociales, partidos políticos y poderes públicos a superar nuestras propias miras e intereses particulares en favor del bien común!.

“No es cierto que la mejor manera de defender y alcanzar ese bien sea dejarlo al libre establecimiento del equilibrio de fuerzas que buscan defender por todos los medios su interés particular”, advierten.

Al contrario, “la participación y la responsabilidad exigen el reconocimiento sincero de los legítimos derechos y obligaciones de cada parte, siempre con vistas al interés general, favoreciendo así que las acciones a tomar sean asumidas y promovidas por todos”.

Mirar a los mayores

Otra de las recomendaciones de los obispos a todos los fieles es la de no desatender a los ancianos, sino a atenderlos y a cuidar de ellos, como una obra de justicia hacia ellos.

“Si las personas mayores son siempre la base sobre la que se construye el presente, nuestros mayores de hoy fueron la generación joven que, tras vivir la tragedia de la guerra civil y los rigores de la posguerra, tuvo que afrontar la reconstrucción social y económica sobre la que se ha forjado nuestro bienestar”, recuerdan los obispos.

Esta generación, añaden, “asumió el sacrificio como hecho y como principio moral; puso sus miras no en ella misma, sino en que sus descendientes gozáramos de las oportunidades que ellos no tuvieron; que, por tanto, ahorró en vez de consumir, para invertirlo en futuro humano”.

“Somos profundamente deudores de ellos”, afirman, no sólo por el pasado, sino también por “la generosidad de tantas personas ya jubiladas que, además de ayudar a sus propios hijos e hijas con su tiempo y dinero, nutren en gran medida el voluntariado de instituciones eclesiales y sociales”.

“Su labor y ejemplo resultan imprescindibles para fortalecer moralmente nuestra sociedad y sembrar los valores de la responsabilidad social, la solidaridad y la gratuidad.

El trato que se dispensa a las personas mayores es una señal de la calidad moral de la sociedad. En las últimas décadas se han producido cambios significativos, cuyo discernimiento excede los límites de esta carta”.

Por ello, los obispos ven con preocupación “el distanciamiento cada vez mayor entre esa atención y el entorno familiar, vecinal y social. Esta realidad es también manifestación de una crisis de modelo social que va mucho más allá de lo económico-financiero”.

“Todos - personas, sociedad civil y administraciones públicas - debemos hacer un esfuerzo para que la crisis no suponga un deterioro en la atención a nuestros mayores y para que su dignidad se respete en todo momento”.

Ayudar a inmigrantes y jóvenes

Respecto a las personas inmigrantes, los obispos recuerdan que “la historia, tal como nos dice la Biblia, nos muestra que, en un momento u otro, todos los pueblos lo hemos sido”, y que por ello, “nos ordena tratar a los inmigrantes como si se tratara de nosotros mismos, sintiéndonos parte de la condición inmigrante, indisoluble de la humana”.

Aparte de esto, los obispos afirman que “todas las personas somos sujetos de una dignidad inviolable por haber sido creadas a imagen y semejanza de Dios. De ahí que, desde el punto de vista cristiano, los derechos humanos, entre ellos al trabajo y a una vida digna, hayan de ser interpretados en clave de la familia humana universal”.

Además, advierten, “la población inmigrante no puede ser objeto de un trato basado en nuestras conveniencias. Su contribución a nuestro bienestar ha sido y es innegable: han creado riqueza, han fortalecido el sistema de Seguridad Social, han hecho que nuestra población crezca, han realizado labores imprescindibles, socialmente poco valoradas”.

“La más elemental justicia nos obliga a reconocérselo y a recompensárselo en estos tiempos especialmente duros para las personas inmigrantes”.

Por eso, los prelados muestran su preocupación por “las tendencias que comienzan aparecer en la opinión pública que indican un riesgo de xenofobia hacia ellas”, y piden a todos que “trabajen para desterrar tales tendencias y protejan con especial cuidado los derechos de la población inmigrante”.

Otra de las grandes preocupaciones pastorales es el paro de los jóvenes: “La crisis de los años ochenta frustró las esperanzas e ilusiones de una parte importante de la de entonces; en algunos casos, quebró irremediablemente su vida”, recuerdan.

Ahora, el desempleo y la falta de crecimiento económico “ya están incidiendo de manera especial en las personas jóvenes, que experimentan una tasa de desempleo más de dos veces superior a la media”.

“Una sociedad que no protege su capital humano, especialmente el más necesario para el futuro, erosiona su propia proyección y el ánimo de la población, y favorece la aparición de patologías sociales”, advierten los obispos.

Pagar impuestos

“Estos grupos de personas y otros afectados por la crisis hacen necesario que nuestras administraciones sigan trabajando por mantener e incluso aumentar en lo posible la partida dedicada al conjunto del gasto social”.

Este gasto “es concreción de la redistribución de la riqueza y exigencia básica de la justicia y del bien común. Sin ingresos fiscales suficientes se compromete dicho gasto, cuya importancia actual es crítica para evitar la exclusión social de los más afectados”.

Por ello, los obispos recuerdan que “el pago de los impuestos legítimamente establecidos es siempre una obligación moral grave”.

“Al mismo tiempo, hay que exigir con la misma gravedad moral que nadie trate de beneficiarse de ninguna ayuda social sin causa legítima y proporcionada, de acuerdo con el espíritu de las normas que la regulan”.

“Finalmente, los poderes públicos están llamados a regirse por lo principios de austeridad, eficiencia y honestidad en la administración de los recursos que les han sido confiados por la ciudadanía”, añaden los prelados.

Conversión

Los obispos concluyen afirmando que esta crisis “es una llamada a que nuestras iglesias diocesanas se conviertan y purifiquen, para que ese mensaje no sólo sea creíble, sino que brille en todo su esplendor”.

“Deseamos ser mensajeros y sembradores de esperanza en medio de las dificultades y angustias presentes; defensores y promotores de la justicia y del bien común; anunciadores y practicantes de la civilización del amor, enraizada en el de Dios Padre, manifestada en la encarnación, muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo y sostenida por la acción del Espíritu Santo”.

“Desde esa convicción y misión, en esta carta hemos tratado de unir nuestra voz a la de la Doctrina Social de la Iglesia y a uno de sus puntos centrales: nuestra economía debe estar al servicio de la naturaleza, dignidad y destino del ser humano; su desenvolvimiento no ha de usar a la persona como un medio, sino considerarla a todos los efectos como un fin; ha de ser fruto de la participación de todos y sus frutos han de ser para todos; para ello, ha de estar debidamente regulada y supervisada, como garantía del bien común; y, en el actual momento de la humanidad, exige tanto un enfoque como una autoridad global”, termina la carta.

El documento puede encontrarse en: http://www.iglesianavarra.org/wp-content/uploads/2011/03/Carta-pastoral-Cuaresma-Pascua-2011.pdf

Por Inma Álvarez

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Entrevistas


Construir sobre el fundamento del Amor
Entrevista con monseñor Dal Toso, secretario de “Cor Unum”
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Si la sociedad ha de sobrevivir a los vientos, las lluvias y las tormentas de la vida, debe construir sus estructuras en la roca firme del amor auténtico, dice el secretario del Consejo Pontificio “Cor Unum”.

Monseñor Giampietro Dal Toso, que fue nombrado secretario del dicasterio de la caridad de la Iglesia el pasado mes de junio, afirma que la clave para promover la auténtica caridad en la sociedad es fomentar una mayor comprensión de la encíclica de Benedicto XVI "Deus Caritas Est."

En esta entrevista, monseñor Dal Toso habla sobre el futuro del dicasterio y del trabajo caritativo de la Iglesia, así como su opinión sobre los actuales conflictos en el norte de África y por qué Juan Pablo II puede considerarse el “Papa de la Caridad”.

- ¿Qué piensa el Consejo pontificio de la situación de conflicto que está trastornando el norte de África?

Monseñor Dal Toso: Más allá de las valoraciones políticas, la Iglesia ya se ha activado para asistir a las víctimas de esta auténtica emergencia humanitaria. Estoy seguro de que estos pueblos, entre otras cosas gracias al sostén de la comunidad internacional, lograrán encontrar su camino. Pero, en general, la formación integral del hombre es el camino que hay que recorrer para cortar de raíz las estructuras que siguen generando injusticia. En esto a la Iglesia corresponde una labor fundamental, en cuanto forma las conciencias mediante el Evangelio.

- Después del nombramiento del cardenal Robert Sarah como nuevo presidente del Consejo pontificio, que viene con años de experiencia en el campo de la Evangelización de los Pueblos, y también después del nombramiento de un nuevo subsecretario, ¿cuáles son las prioridades para el “nuevo equipo”?

Monseñor Dal Toso: Ante todo, continuidad, por el camino que ha indicado el Santo Padre. Más allá de las personas, cuenta la misión de la Iglesia. El Consejo pontificio, por tanto, no interrumpirá, sino que favorecerá cada vez más la difusión capilar de la primera encíclica de Benedicto XVI, la Deus caritas est, en la cual se delinea de modo claro, profundo y preciso, el trabajo de Cor Unum y de los organismos caritativos.

En segundo lugar, hacer que Cor Unum pueda ser un sostén para todas las organizaciones católicas de caridad, ser un verdadero punto de referencia en la Santa Sede para todos aquellos que en nombre de la Iglesia están comprometidos en primera línea para ayudar al prójimo que se encuentra en situación de necesidad. En concreto, esto significa también estar presente en nombre del Santo Padre en las distintas situaciones de emergencia en el mundo y dondequiera que sea necesario llevar un mensaje de esperanza y un apoyo concreto.

- Usted acaba de regresar, junto con el cardenal Robert Sarah, de un viaje a Burundi, en el cual se inauguró una escuela dedicada a Benedicto XVI y construida gracias a la caridad del Santo Padre.

Monseñor Dal Toso: He vuelto esta misma mañana de Burundi, un país con un pasado doloroso, que quiere pasar página. Se quería decir, con este hermoso gesto del Santo Padre, cuán importante es educar al hombre y cuánto desea la Iglesia contribuir en esta obra, para construir así una sociedad nueva. Por eso, la escuela Benedicto XVI ha sido muy apreciada. En su inauguración estaba presente la Conferencia episcopal casi al completo y una cualificada representación del Gobierno.

- El mundo de las ayudas católicas es muy variado. ¿Qué piensa de esta presencia, este testimonio de la Iglesia?

Monseñor Dal Toso: Efectivamente, el mundo de los fieles que se dedican en nombre de la Iglesia a ayudar al prójimo es muy variado y sumamente eficiente. En esta variedad no debemos ver un factor negativo, todo lo contrario. Más bien se trata de una riqueza. En el reciente viaje a Haití con ocasión del primer aniversario del terremoto de enero pasado, nuestro presidente pudo constatar personalmente que el grande, el inmenso trabajo llevado a cabo en el territorio por las distintas organizaciones católicas y por Caritas Haití es realmente para la población de este atormentado país un faro, un punto de referencia, casi la única fuente de esperanza concreta de salir de una situación aparentemente sin solución.

Es muy importante que, junto con nuestra caridad material, se pueda manifestar el amor que Dios tiene por estas personas. En estos días se han hecho públicos los Lineamenta del próximo Sínodo sobre la Nueva Evangelización: la verdadera caridad es hacer llegar al corazón de cada hombre el amor de Dios. Nuestra presencia no se puede limitar a dar una ayuda material, sino que debe tener ese “plus” del que habla el Papa en su encíclica. ¡El hombre también está hecho de un alma, que quiere conocer a Cristo!

- ¿Cuál es el parecer del Consejo pontificio sobre la propuesta de los candidatos a secretario general de Caritas Internationalis que se ha presentado recientemente a la secretaría de Estado?

Monseñor Dal Toso: De por sí no hay nada nuevo que añadir a lo que ya se ha dicho. El cardenal Sarah, durante la conferencia de prensa del 22 de febrero con ocasión de la presentación del Mensaje de Cuaresma del Santo Padre, recordó que se volvió a proponer la reelección del actual secretario general de Caritas Internationalis, cuyo mandato está a punto de terminar.

Los Estatutos vigentes de Caritas Internationalis –que quiso la misma Confederación– prevén, que la Santa Sede con un nulla osta confirme o no confirme las candidaturas presentadas. Después de profundas reflexiones con la secretaría de Estado, se consideró oportuno buscar otro perfil para los próximos cuatro años.

Con esto no se quiere quitar ningún mérito a la labor de la Sra. Knight. En más de una ocasión se ha reconocido y apreciado públicamente el trabajo que ella ha llevado a cabo. La praxis del nulla osta es un instrumento necesario a fin de que los responsables últimos de un organismo puedan guiarlo del modo más conveniente, por el bien del mismo organismo. Durante los próximos cuatro años Caritas estará comprometida en temáticas substanciales para su misión, como la reforma de los Estatutos y del reglamento interno.

- En una entrevista reciente la Sra. Knight criticó la labor de la Santa Sede y reconoció diferencias entre su agenda personal, sus tiempos de acción, y el modo de ver las cosas en el Vaticano. ¿Usted que piensa sobre esto?

Monseñor Dal Toso: Es comprensible que después de cuatro años de dedicación y trabajo profesional serio, la Sra. Knight se haya tomado a pecho la institución y la sienta como propia, pero mirar al futuro implica no tener miedo de la renovación de los cargos y de la aprobación de los nuevos Estatutos con un consenso ampliado, que implica un verdadero diálogo con las instancias apropiadas. Por otro lado, sus declaraciones sobre la falta de sintonía con la Santa Sede podrían causar un grave daño al prestigio de Caritas Internationalis, especialmente entre los fieles.

En cuanto al método, quiero decir que no creo que usar los medios de comunicación para discutir sobre cuestiones de gobierno de Caritas Internationalis sea el mejor modo de afrontar los diferentes puntos de vista. Esto es comunicación unidireccional y no diálogo. Sería más fácil utilizar los canales previstos para escuchar y exponer las propias opiniones: Caritas Internationalis tiene su sede en Roma, a diez minutos en coche del Vaticano, tiene un representante de Cor Unum en la junta directiva, como se afirma en la misma entrevista, y el presidente de Cor Unum es un cardenal en estrecho contacto con el cardenal secretario de Estado. Me parece que no faltan los interlocutores, ni la voluntad de diálogo por nuestra parte, como en Caritas Internationalis se sabe muy bien.

- En mayo se celebrará la beatificación de Juan Pablo II. ¿Podría decir algo al respecto?

Monseñor Dal Toso: A Juan Pablo II se le puede considerar, con toda razón, un “Papa de la caridad”. Su pontificado se caracterizó por dos aspectos: el testimonio concreto de la caridad y el anuncio explícito del mensaje evangélico. ¡Al corazón del hombre se llega sólo a través de Cristo!

Él tenía muy claro este signo de los tiempos, esta urgencia de volver a llevar a Dios al hombre moderno, secularizado, lejano, para que realmente pudiera ser feliz, completo y realizado. Gracias a su voluntad, se confiaron al Consejo pontificio Cor Unum dos Fundaciones que sostienen desde hace más de 20 años el desarrollo integral de las poblaciones desfavorecidas, explotadas y marginadas de América Latina (la Fundación Populorum Progressio) y de los países del SAHEL en África (la Fundación Juan Pablo II para el Sahel).

En el dicasterio todavía está viva la memoria del encuentro del Papa con los operadores de caridad de todo el mundo, en 1999. En aquella ocasión Cor Unum reunió en Roma a los representantes de distintas realidades eclesiales, las cuales dieron sus testimonios en la plaza de San Pedro sobre la experiencia de la caridad de Dios en sus vidas: cómo había sido posible perdonar, amar, reconstruir, actuar por el bien del otro. Se vuelve siempre al concepto evangélico de la necesidad de construir nuestra casa, que representa en pequeño la sociedad, sobre los cimientos sólidos del amor verdadero, que es el amor de Dios. De lo contrario, las estructuras –lo dice el Señor mismo– no se mantienen en pie.



 


 

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: El recorrido bautismal de la Cuaresma
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy Miércoles de Ceniza, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI.

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Queridos hermanos y hermanas,

Hoy, marcados por el austero símbolo de las Cenizas, entramos en el Tiempo de Cuaresma, iniciando un itinerario espiritual que nos prepara a celebrar dignamente los misterios pascuales. La ceniza bendecida impuesta sobre nuestra cabeza es un signo que nos recuerda nuestra condición de criaturas, nos invita a la penitencia y a intensificar el empeño de conversión para seguir cada vez más al Señor.

La Cuaresma es un camino, es acompañar a Jesús que sube a Jerusalén, lugar del cumplimiento de su misterio de pasión, muerte y resurrección; nos recuerda que la vida cristiana es un “camino” que recorrer, que consiste no tanto en una ley que observar, sino la persona misma de Cristo, a la que hay que encontrar, acoger, seguir. Jesús, de hecho, nos dice: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga" (Lc 9,23). Es decir, nos dice que para llegar con Él a la luz y a la alegría de la resurrección, a la victoria de la vida, del amor, del bien. También nosotros debemos tomar la cruz de cada día, como nos exhorta una bella página de la Imitación de Cristo: "Carga con tu cruz y sigue a Jesús; así irás hacia la vida eterna. Él fue delante, llevando su propia cruz y murió por ti en la cruz para que tú lleves tu propia cruz y estés dispuesto a morir en ella. Porque si mueres con Él con Él igualmente vivirás. Y si eres su socio en la pena también lo serás en el triunfo” (L. 2, c. 12, n. 2). En la Santa Misa del Primer Domingo de Cuaresma rezaremos: Oh Dios nuestro Padre, con la celebración de esta Cuaresma, signo sacramental de nuestra conversión, concede a tus fieles crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y de dar testimonio de él con una digna conducta de vida” (Colecta). Es una invoación que dirigimos a Dios porque sabemos que sólo Él puede convertir nuestro corazón. Y es sobre todo en la Liturgia, en la participación en los santos misterios, donde somos llevados a recorrer este camino con el Señor; es un ponernos a la escuela de Jesús, recorrer los acontecimientos que nos han traido la salvación, pero no como una simple conmemoración, un recuerdo de hechos pasados. En las acciones litúrgicas, Cristo se hace presente a través de la obra del Espíritu Santo, esos acontecimientos salvíficos se vuelven actuales. Hay una palabra-clave a la que se recurre a menudo en la Liturgia para indicar esto: la palabra “hoy”; y esta debe entenderse en el sentido original, no metafórico. Hoy Dios revela su ley y nos da a elegir hoy entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte (cfr Dt 30,19); hoy "el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15);hoy Cristo ha muerto en el Calvario y ha resucitado de entre los muertos; ha subido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre; hoy se nos da el Espíritu Santo; hoy es el tiempo favorable. Participar en la Liturgia significa entonces sumergir la propia vida en el misterio de Cristo, en su presencia permanente, recorrer un camino en el que entramos en su muerte y resurrección para tener la vida.

En los domingos de Cuaresma, de forma muy particular en este año litúrgico del ciclo A, somos introducidos a vivir un itinerario bautismal, casi a recorrer el camino de los catecúmenos, de quellos que se preparan a recibir el Bautosmo, para reavivar en nosotros este don y para hacer de modo que nuestra vida recupere las exigencias y los compromisos de este Sacramento, que está en la base de nuestra vida cristiana. En el mensaje que he enviado para esta Cuaresma, que querido recordar el nexo particular que liga el Tiempo cuaresmal al Bautismo. Desde siempre la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo, paso a paso: en él se realiza ese gran misterio por el que el hombre, muerto al pecado, es hecho partícipe de la vida nueva en Cristo Resucitado y recibe el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cfr Rm 8,11). Las Lecturas que escucharemos en los próximos domingos y a las que os invito a prestar especial atención, se toman precisamente de la tradición antigua, que acompañaba al catecúmeno en el descubrimiento del Bautismo: son el gran anuncio de lo que Dios obra en este Sacramento, una estupenda catequesis bautismal dirigida a cada uno de nosotros. El Primer Domingo, llamado Domingo de la tentación, porque presenta las tentaciones de Jesús en el desierto, nos invita a renovar nuestra decisión definitiva por Dios y a afrontar con valor la lucha que nos espera para permanecerle fieles. Siempre está de nuevo esta necesidad de la decisión, de resistir al mal, de seguir a Jesús. En este Domingo la Iglesia, tras haber oído el testimonio de los padrinos y catequistas, celebra la elección de aquellos que son admitidos a los Sacramentos Pascuales. El Segundo Domingo es llamado de Abraham y de la Transfiguración. El Bautismo es el sacramento de la fe y de la filiación divina; como Abraham, padre de los creyentes, también nosotros somos invitados a partir, a salir de nuestra tierra, a dejar las seguridades que nos hemos construido, para volver a poner nuestra confianza en Dios; la meta se entrevé en la transfiguración de Cristo, el Hijo amado, en el que también nosotros nos convertimos en “hijos de Dios”. En los domingos sucesivos se presenta el Bautismo en las imágenes del agua, de la luz y de la vida. El Tercer Domingo nos hace encontrar a la Samaritana (cfr Jn 4,5-42). Como Israel en el Éxodo, también nosotros en el Bautismo hemos recibido el agua que salva; Jesús, como dice a la Samaritana, tiene un agua de vida, que extingue toda sed; y este agua es su mismo Espíritu. La Iglesia en este Domingo celebra el primer escrutinio de los catecúmenos y durante la semana les entrega el Símbolo: la Profesión de la fe, el Credo. El Cuarto Domingo nos hace reflexionar sobre la experiencia del “ciego de nacimiento" (cfr Jn 9,1-41). En el Bautismo somos liberados de las tinieblas del mal y recibimos la luz de Cristo para vivir como hijos de la luz. También nosotros debemos aprender a ver la presencia de Dios en el rostro de Cristo y así la luz. En el camino de los catecúmenos se celebra el segundo escrutinio. Finalmente, el Quinto Domingo nos presenta la resurrección de Lázaro (cfr Jn 11,1-45). En el Bautismo hemos pasado de la muerte a la vida y somos hechos capaces de gustar a Dios, de hacer morir el hombre viejo para vivir del Espíritu del Resucitado. Para los catecúmenos, se celebra el tercer escrutinio y durante la semana se les entrega la oración del Señor, el Padrenuestro.

Este itinerario cuaresmal que somos invitados a recorrer en Cuaresma se caracteriza, en la tradición de la Iglesia, por algunas prácticas: el ayuno, la limosna y la oración. El ayuno significa la abstinencia de la comida pero comprende otras formas de privación en aras de una vida más sobria. Todo esto no constituye todavía la realidad plena del ayuno: es el signo externo de una realidad interior, de nuestro compromiso, con la ayuda de Dios, de abstenernos del mal y de vivir el Evangelio. No ayuna de verdad quien no sabe nutrirse de la Palabra de Dios.

El ayuno, en la tradición cristiana, está ligado estrechamente a la limosna. San León Magno enseñaba en uno de sus discursos sobre la Cuaresma: “Cuanto todo cristiano hace siempre, tiene ahora que practicarlo con mayor dedicación y devoción, para cumplir la norma apostólica del ayuno cuaresmal consistente en la abstinencia no sólo de la comida, sino que sobre todo abstinencia de los pecados. A este obligado y santo ayuno, no se le puede añadir obra más útil que la limosna, la que bajo el nombre único de 'misericordia' comprende muchas obras buenas. Inmenso es el campo de las obras de misericordia. No sólo los ricos y pudientes pueden beneficiar a otros con la limosna, también los de modesta o pobre condición. De esta manera, aunque desiguales en los bienes, todos pueden ser iguales en los sentimientos de piedad del alma” (Discurso sobre la Cuaresma, 2: PL 54, 286). San Gregorio Magno recordaba en su Regla Pastoral, que el ayuno es santo por las virtudes que lo acompañan, sobre todo por la caridad, por cada gesto de generosidad que da a los pobres y necesitados el fruto de nuestra privación (cfr 19,10-11).

La Cuaresma, además, es un tiempo privilegiado para la oración. San Agustín dice que el ayuno y la limosna son “las dos alas de la oración”, que le permiten alcanzar mayor impulso y llegar a Dios. Este afirma: “De tal modo nuestra oración, hecha con humildad y caridad, en el ayuno y la limosna, en la templanza y el perdón de las ofensas, dando cosas buenas y no devolviendo las malas, alejándose del mal y haciendo el bien, busca la paz y la consigue. Con las alas de estas virtudes nuestra oración vuela segura y es llevada con más seguridad hasta el cielo, donde Cristo, nuestra paz, nos ha precedido” (Sermón 206, 3 sobre la CuaresmaPL 38,1042). La Iglesia sabe que, por nuestra debilidad, es muy fatigoso hacer silencio para ponerse delante de Dios, y tomar conciencia de nuestra condición de criaturas que dependen de Él y de pecadores necesitados de su amor; por esto en Cuaresma, nos invita a una oración más fiel e intensa y a una meditación prolongada sobre la Palabra de Dios. San Juan Crisóstomo nos exhorta: “Embellece tu casa con modestia y humildad a través de la práctica de la oración . Vuelve espléndida tu casa con la luz de la justicia; adorna sus paredes con las obras buenas como si fuesen una pátina de oro puro y en lugar de muros y de piedras preciosas coloca la fe y la sobrenatural magnanimidad, poniendo sobre todas las cosas, en alto del frontón, la oración como decoración de todo el complejo. Así preparas al Señor una morada digna, así lo acoges en un espléndido palacio. Él te concederá transformar tu alma en templo de su presencia” (Homilía  sobre la OraciónPG64,466).

Queridos amigos, en este camino cuaresmal estemos atentos a acoger la invitación de Cristo a seguirlo de un modo más decidido y coherente, renovando la gracia y los compromisos de nuestro Bautismo, para abandonar el hombre viejo que está en nosotros y revestirnos de Cristo, para, renovados, alcanzar la Pascua y poder decir con san Pablo “no vivo yo, es Cristo que vive en mí” (Gal 2,20). ¡Buen camino cuaresmal a todos vosotros!¡Gracias!

[En español dijo]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Chile y otros países latinoamericanos. Queridos amigos, en este camino cuaresmal, os invito a acoger la invitación de Cristo a seguirlo de un modo más decidido y coherente, renovando la gracia y los compromisos bautismales, para que revistiéndoos de Cristo, podáis llegar renovados a la Pascua y decir con san Pablo "vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20). Deseo a todos un santa Cuaresma.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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Documentación


Homilía del Papa en la Misa del Miércoles de Ceniza
En la Basílica romana de Santa Sabina
ROMA, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy al presidir la Misa con imposición de la Ceniza, en la Basílica romana de Santa Sabina.

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Queridos hermanos y hermanas

comenzamos hoy el tiempo litúrgico de la Cuaresma con el sugerente rito de la imposición de las cenizas, a través del cual queremos asumir el compromiso de convertir nuestro corazón hacia los horizontes de Gracia. En general, en la opinión común, este tiempo corre el riesgo de ser connotado por la tristeza, por la oscuridad de la vida. En cambio, es un don precioso de Dios, es un tiempo fuerte y denso de significados en el camino de la Iglesia, es el itinerario hacia la Pascua del Señor. Las lecturas bíblicas de la celebración de hoy nos ofrecen indicaciones para vivir en plenitud esta experiencia espiritual.

“Volved a mí de todo corazón (Jl 2,12). En la primera lectura, tomada del libro del profeta Joel, hemos escuchado estas palabras con las que Dios invita al pueblo judío a un arrepentimiento sincero y no aparente. No se trata de un a conversión superficial y transitoria, sino más bien de un itinerario espiritual que tiene que ver profundamente con las actitudes de la conciencia y que supone un sincero propósito de arrepentimiento. El profeta parte de la plaga de la invasión de las langostas que se había abatido sobre el pueblo destruyendo las cosechas, para invitar a una penitencia interior, a rasgarse el corazón y no las vestiduras (cfr 2,13). Se trata, por tanto, de poner en práctica una actitud de conversión auténtica a Dios – volver a Él –, reconociendo su santidad, su poder, su majestad. Y esta conversión es posible porque Dios es rico en misericordia y grande en el amor. La suya es una misericordia regeneradora, que crea en nosotros un corazón puro, renueva en el interior un espíritu firme, restituyéndonos la alegría de la salvación (cfr Sal 50,14). Dios, de hecho, no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cfr Ez 33,11). Así el profeta Joel ordena, en nombre del Señor que se cree un ambiente penitencial propicio: es necesario sonar la trompeta, convocar la reunión, despertar las conciencias. El periodo cuaresmal nos propone este ámbito litúrgico y penitencial: un camino de cuarenta días donde experimentar de modo eficaz el amor misericordioso de Dios. Hoy resuena para nosotros la llamada “Volved a mi con todo el corazón”; hoy somos nosotros los llamados a convertir nuestro corazón a Dios, conscientes siempre de no poder llevar a cabo nuestra conversión nosotros solos, con nuestras fuerzas, porque es Dios quien nos convierte. Él nos ofrece una vez más su perdón, invitándonos a volver a Él para darnos un corazón nuevo, purificado del mal que lo oprime, para hacernos tomar parte en su alegría. Nuestro mundo necesita ser convertido por Dios, necesita de su perdón, de su amor, necesita un corazón nuevo.

“Dejaos reconciliar con Dios” (2Cor 5,20). En la segunda lectura, san Pablo nos ofrece otro elemento en el camino de la conversión. El Apóstol invita a quitar la mirada de él y a dirigir en cambio la atención hacia quien le ha enviado y hacia el contenido del mensaje que trae: “Nosotros somos, por tanto, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por medio nuestro. Por eso, os suplicamos en nombre de Cristo: Dejaos reconciliar con Dios” (ibid.). Un embajador repite lo que ha oído pronunciar a su Señor y habla con la autoridad y dentro de los límites que ha recibido. Quien desempeña el oficio de embajador no debe atraer el interés sobre sí mismo, sino que debe ponerse al servicio del mensaje que tiene que transmitir y de quien le ha mandado. Así actúa san Pablo al desempeñar su ministerio de predicador de la Palabra de Dios y de Apóstol de Jesucristo. Él no se echa atrás frente a la tarea recibida, sino que la lleva a cabo con dedicación total, invitando a abrirnos a la Gracia, a dejar que Dios nos convierta: “Y porque somos sus colaboradores – escribe –, os exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios” (2Cor 6,1). “Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión – nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica – sigue resonando en la vida de los cristianos. [...]es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que 'recibe en su propio seno a los pecadores' y que siendo 'santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante,busca sin cesar la penitencia y la renovación' (LG 8). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del 'corazón contrito' (Sal 51,19), atraído y movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cf 1 Jn 4,10)” (n. 1428). San Pablo habla a los cristianos de Corinto, pero a través de ellos pretende dirigirse a todos los hombres. Todos de hecho tienen necesidad de la gracia de Dios, que ilumine la mente y el corazón. Y el Apóstol añade: “Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación” (2Cor 6,2). Todos pueden abrirse a la acción de Dios, a su amor; con nuestro testimonio evangélico, los cristianos debemos ser un mensaje viviente, al contrario, en muchos casos somos el único Evangelio que los hombres de hoy leen aún. Esta es nuestra responsabilidad, tras las huellas de san Pablo, he ahí un motivo más para vivir bien la Cuaresma: ofrecer el testimonio de la fe vivida a un mundo en dificultad que necesita volver a Dios, que tiene necesidad de conversión.

“Tened cuidado de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos” (Mt 6,1). Jesús, en el Evangelio de hoy, relee las tres obras fundamentales de piedad previstas por la ley mosaica. La limosna, la oración y el ayuno caracterizan al judío observante de la ley. Con el paso del tiempo, estas prescripciones habían sido manchadas por la herrumbre del formalismo exterior, o incluso se habían transformado en un signo de superioridad. Jesús pone en evidencia en estas tres obras de piedad una tentación común. Cuando se realiza algo bueno, casi instintivamente nace el deseo de ser estimados y admirados por la buena acción, de tener una satisfacción. Y esto, por una parte nos cierra en nosotros mismos, y por la otra nos saca de nosotros mismos, porque vivimos proyectados hacia lo que los demás piensan de nosotros y admiran en nosotros. Al volver a proponer estas prescripciones, el Señor Jesús no pide un respeto formal a una ley extraña al hombre, impuesta por un legislador severo como una carga pesada, sino que nos invita a redescubrir estas tres obras de piedad viviéndolas de modo más profundo, no por amor propio sino por amor de Dios, como medios en el camino de conversión a Él. Limosna, oración y ayuno: es el trazado de la pedagogía divina que nos acompaña, no solo en Cuaresma, hacia el encuentro con el Señor Resucitado; un trazado que recorrer sin ostentación, en la certeza de que el Padre celeste sabe leer y ver también en el secreto de nuestro corazón.

Queridos hermanos y hermanas, comencemos confiados y gozosos este itinerario cuaresmal. Cuarenta días nos separan de la Pascua; este tiempo “fuerte” del año litúrgico es un tiempo propicio para atender, con mayor empeño, a nuestra conversión, para intensificar la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la penitencia, abriendo el corazón a la dócil acogida de la voluntad divina, para una práctica más generosa de la mortificación, gracias a la cual ir más ampliamente en ayuda del prójimo necesitado: un itinerario espiritual que nos prepara a revivir el Misterio Pascual.

Que María, nuestra guía en el camino cuaresmal, nos conduzca a un conocimiento cada vez más profundo de Cristo, muerto y resucitado, nos ayude en el combate espiritual contra el pecado, nos sostenga al invocar con fuerza: Converte nos, Deus salutaris noster – Conviértenos a Ti, oh Dios, nuestra salvación”. ¡Amen!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Mensaje del Papa para la Campaña de Fraternidad 2011 de Brasil
El hombre debe cuidar la creación, como un hijo la herencia de su padre
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a monseñor Geraldo Lyrio Rocha, arzobispo de Mariana y presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), con motivo de la Campaña de Fraternidad que se celebra cada año en Brasil.

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Al Venerado Hermano
DOM GERALDO LYRIO ROCHA
Arzobispo de Mariana (MG) y Presidente de la CNBB

Con viva satisfacción quiero unirme, una vez más, a toda la Iglesia en Brasil, que se propone recorrer el itinerario penitencial de la cuaresma, en preparación para la Pascua del Señor Jesús, en el que se inserta la Campaña de Fraternidad, cuyo tema en este año es: "Fraternidad y vida en el Planeta", pidiendo un cambio de mentalidad y actitudes para la salvaguarda de la creación.

Pensando en el lema de esta Campaña, "la creación gime con dolores de parto", que se hace eco de las palabras de san Pablo en la Carta a los Romanos (8,22), podemos incluir entre los motivos de tales gemidos el daño provocado en la creación por el egoísmo humano. Con todo, es igualmente verdadero que la "creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de Dios" (Rm 8,19). Así como el pecado destruyó la creación, ésta es también restaurada cuando se hacen presentes "los hijos de Dios", cuidando del mundo para que Dios sea todo en todos (cf. 1 Co 15, 28).

El primer paso para una recta relación con el mundo que nos rodea es justamente el reconocimiento, por parte del hombre, de su condición de criatura: el hombre no es Dios, sino Su imagen; por eso, debe procurar volverse más sensible a la presencia de Dios en aquello que está a su alrededor: en todas las criaturas y, especialmente, en la persona humana hay una cierta epifanía de Dios. “Quien sabe reconocer en el cosmos los reflejos del rostro invisible del Creador, es llevado a tener mayor amor a las criaturas” (Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Santísima Madre de Dios, 1-01-2010). El hombre sólo será capaz de respetar a las criaturas en la medida en que tenga en su espíritu un sentido pleno de la vida; en caso contrario, será llevado a despreciarse a sí mismo y a aquello que le rodea, a no tener respeto por el medio ambiente en que vive, por la creación. Por eso, la primera ecología que debe ser defendida es la "ecología humana" (cf. Benedicto XVI, Encíclica Caritas in veritate, 51). O sea, sin una clara defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural; sin una defensa de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer; sin una verdadera defensa de quienes son excluidos y marginados por la sociedad, sin olvidar, en este contexto, a aquellos que lo pierden todo, víctimas de desastres naturales, nunca se podrá hablar de una auténtica defensa del medio ambiente.

Recordando que el deber de cuidar del medio ambiente es un imperativo que nace de la conciencia de que Dios confía Su creación al hombre, no para que éste ejerza sobre ella un dominio arbitrario, sino que la conserve y cuide como un hijo cuida de la herencia de su padre, y una herencia confió Dios a los brasileños, de buen grado os envío una propiciadora Bendición Apostólica.

Vaticano, 16 de febrero de 2011

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original portugués por Inma Álvarez]

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