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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 11 de marzo de 2011

Santa Sede

En su nuevo libro, Benedicto XVI quiere encontrar al “Jesús real”

Benedicto XVI afronta con su nuevo libro cinco cuestiones disputadas

El Papa muestra cómo el pueblo judío no pidió la condena de Jesús

El libro sobre Jesús del Papa es “extraordinariamente ecuménico”

Desarrollo sostenible: “Las personas no son un obstáculo”

Santa Sede en la ONU: no al desarrollo a costa de los pobres

Benedicto XVI: el sacerdocio es una vocación full-time

Comienza el domingo el retiro de Cuaresma para el Papa y la Curia

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En su nuevo libro, Benedicto XVI quiere encontrar al “Jesús real”
Invita a usar más el método de interpretación del Vaticano II
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org) - "Este es el primer libro de teología que me transmite una verdadera emoción: me ha sacado las lágrimas"; confiaba un periodista "vaticanista" italiano a sus colegas, tras haber leído el segundo tomo del libro de Benedicto XVI sobre Jesús, "Jesús de Nazaret. De la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección" (Ed. Encuentro).

¿Qué método utiliza el Papa para lograr semejante resultado? Si bien se trata de un libro de rigurosa investigación, llega a conclusiones como ésta: "La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo".

Nos encontramos ante una exégesis (la interpretación de la Sagrada Escritura) que comunica la esperanza de "encontrar a Jesús y creer en Él". Aplica las indicaciones del Concilio Vaticano II en la Dei Verbum - no suficientemente exploradas -, y cita recientes publicaciones alemanas.

El Papa explica su método en el prólogo. Cita autores (de los que hace rigurosamente referencia en una bibliografía abundante aunque no asfixiante): Martin Hengel, Peter Stuhlmacher y Franz Mußner, quienes le han "confirmado explícitamente en el proyecto de seguir" este trabajo y "de acabar la obra iniciada": "un precioso aliento".

Evoca también el "Jesús" publicado en 2008 por el que él llama un "hermano ecuménico", el teólogo protestante Joachim Ringleben. Subraya que entre los dos libros hay una "profunda unidad en la comprensión esencial de la persona de Jesús y de su mensaje".

Y añade: "Si bien con enfoques dispares, es la misma fe la que actúa, produciendo un encuentro con el mismo Señor Jesús". El Papa espera que ambas publicaciones puedan constituir "un testimonio ecuménico que a su modo pueda servir a la misión fundamental común de los cristianos".

Cita también el libro de crítica bíblica de Marius Reiser, de 2007 del que recoge "indicaciones relevantes para las nuevas vías de la exégesis, sin abandonar la importancia que siempre tiene el método histórico-crítico".

Armonizar dos métodos de interpretación

El Papa, de hecho, subraya los frutos del método histótico-crítico, el estudio de las Escrituras a la luz de las circunstancias históricas. "Una cosa me parece obvia: en doscientos años de trabajo exegético la interpretación histórico-crítica ha dado ya lo que tenía que dar de esencial".

Pero para que la exégesis pueda renovarse, el Papa considera que es necesario que dé "un paso metodológicamente nuevo volviendo a reconocerse como disciplina teológica, sin renunciar a su carácter histórico"

Propone pasar de una "hermenéutica positivista" a una "hermenéutica de la fe", desarrollada de manera correcta", de manera "conforme al texto", uniéndose a una "hermenéutica histórica, consciente de sus propios límites para formar una totalidad metodológica".

"Esta articulación entre dos géneros de hermenéutica muy diferentes entre sí es una tarea que ha de realizarse siempre de nuevo", afirma el autor.

 

Un paso en la dirección adecuada

Añade que la armonía entre "hermenéutica de la fe" y "hermenéutica histórica" no sólo es posible sino sobre todo fecunda: "por medio de ella las grandes intuiciones de la exégesis patrística podrán volver a dar fruto en un contexto nuevo", como logra hacerlo precisamente Marius Reiser.

Modestamente reconoce: "No pretendo afirmar que en mi libro esté ya totalmente acabada esta integración de las dos hermenéuticas. Pero espero haber dado un paso en dicha dirección. En el fondo, se trata de retomar finalmente los principios metodológicos para la exégesis formulados por el Concilio Vaticano II (cf. Dei Verbum 12), una tarea en la que, desgraciadamente, poco o nada se ha hecho hasta ahora".

En el mismo prólogo, el Papa recuerda que no ha querido escribir una "Vida de Jesús". Lo que busca, recuerda citando el primer volumen de esta obra, es presentar "la figura y el mensaje de Jesús".

"Podría decirse, exagerando un poco, que quería encontrar al Jesús real". El "Jesús histórico" que presentan algunos teólogos y exegetas "es demasiado insignificante", "está excesivamente ambientado en el pasado para dar buenas posibilidades de una relación con Él"

Con la hermenéutica de la fe y la hermenéutica histórica, el Papa ha tratado "de desarrollar una mirada al Jesús de los Evangelios, un escucharle a él que pudiera convertirse en un encuentro; pero también en la escucha en comunión con los discípulos de Jesús de todos los tiempos, llegar a la certeza de la figura realmente histórica de Jesús".

El obispo de Roma reconoce que este objetivo era más difícil en el segundo volumen, porque toca los momentos culminantes de la muerte y resurrección. "He tratado de mantenerme al margen de las posibles controversias sobre muchos elementos particulares y reflexionar únicamente sobre las palabras y las acciones esenciales de Jesús. Y esto guiado por la hermenéutica de la fe, pero teniendo en cuenta al mismo tiempo con responsabilidad la razón histórica, necesariamente incluida en esta misma fe".

"Aunque siempre quedarán naturalmente detalles que discutir, espero sin embargo que haya podido acercarme a la figura de Nuestro Señor de una manera que pueda ser útil a todos los lectores que desean encontrarse con Jesús y creerle", concluye.

Quizá sea este encuentro el que haya suscitado la "emoción profunda" del periodista italiano.

Por Anita S. Bourdin



 

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Benedicto XVI afronta con su nuevo libro cinco cuestiones disputadas
Presentación del cardenal Marc Ouellet
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org) - Benedicto XVI al presentar una interpretación de la Sagrada Escritura que armoniza análisis histórico y fe su libro "Jesús de Nazaret. De la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección" (Ediciones Encuentro), aclara cinco "cuestiones disputadas" sobre la vida de Cristo que todavía hoy provocan acalorados debates entre teólogos y en la misma opinión pública.

Así lo explicó en la tarde de este jueves el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y relator del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios (2008), al presentar el texto en la tarde de este jueves en la Sala de Prensa de la Santa Sede.

El purpurado canadiense reconoció que al aclarar estas cuestiones disputadas, esta obra, que lleva la firma de Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, "tendrá un efecto liberador para estimular el amor de la Sagrada Escritura".
 

Fundamento histórico del cristianismo

La primera cuestión que aclara el libro, según el cardenal Ouellet, es "el fundamento histórico del cristianismo". "Dado que el cristianismo es la religión del Verbo encarnado en la historia, para la Iglesia es indispensable atenerse a los hechos y a los acontecimientos reales, precisamente porque éstos contienen 'misterios' que la teología debe profundizar utilizando claves de interpretación que pertenecen al dominio de la fe".

"Desde esta perspectiva, se comprende el interés del Papa por la exégesis histórico-crítica, que conoce bien, y de la que saca lo mejor para profundizar en los acontecimientos de la Última Cena, el significado de la oración de Getsemaní, la cronología de la pasión y en particular las huellas históricas de la resurrección".

El pontífice arroja luz a los hechos del Nuevo Testamento con la ayuda del Antiguo Testamento y viceversa, constató el purpurado. "El lazo del cristianismo con el judaísmo queda reforzado por esta exégesis que se arraiga en la historia de Israel", indicó.

Como ejemplo concreto, citó la presentación que el Papa hace de la oración sacerdotal de Jesús, "que en él alcanza una dimensión totalmente nueva gracias a su interpretación iluminada de la tradición judía del Yom Kippur".

Jesús, ¿un revolucionario?

La segunda cuestión disputada que aclara el Papa, según el cardenal Ouellet, afecta al mesianismo de Jesús. "Algunos exegetas modernos han hecho de Jesús un revolucionario, un maestro de moral, un profeta escatológico, un rabí idealista, un loco de Dios, un mesías en cierto sentido a imagen de su intérprete influenciado por las ideologías dominantes".

"La exposición de Benedicto XVI sobre este punto está difundida y bien arraigada en la tradición judía", aclaró. "Jesús declara ante el Sanedrín que es el Mesías, aclarando la naturaleza exclusivamente religiosa del propio mesianismo. Por este motivo, es condenado por blasfemo, pues se ha identificado con 'el Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo".

El Papa subraya que el objetivo del mesianismo de Jesús es "instaurar el nuevo culto, la adoración en Espíritu y Verdad, que involucra a toda la existencia personal y comunitaria, como una entrega de amor por la glorificación de Dios en la carne", indicó el prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos.

La expiación de los pecados

El tercer debate aclarado por el sucesor del apóstol Pedro afecta a la "redención y al lugar que en ella debe ocupar la expiación de los pecados. El Papa afronta las objeciones modernas a esta doctrina tradicional. Un Dios que exige una expiación infinita, ¿no es acaso un Dios cruel, cuya imagen es incompatible con nuestra concepción de un Dios misericordioso?".

Para responder a esta pregunta Joseph Ratzinger-Benedicto XVI "muestra cómo la misericordia y la justicia se dan de la mano en el marco de la Alianza querida por Dios. Un Dios que perdonara todo sin preocuparse de la respuesta que tiene que dar su criatura, ¿se estaría tomando en serio la Alianza y sobre todo el horrible mal que envenena la historia del mundo?"

Estas preguntas invitan "a la reflexión y en primer lugar a la conversión", siguió diciendo el cardenal Ouellet. "No es posible tener una visión clara de estas cuestiones últimas permaneciendo neutrales o manteniéndose a distancia. Es necesario implicar la propia libertad para descubrir el sentido profundo de la Alianza, que justamente compromete a la libertad de cada persona".

La conclusión de Benedicto XVI es perentoria: "El misterio de la expiación no debe ser sacrificado por ningún racionalismo prepotente".

El sacerdocio de Cristo

Otra cuestión disputada afrontada por el Papa es la del sacerdocio de Cristo. "Según las categorías eclesiales de hoy, Jesús era un laico revestido de una vocación profética. No pertenecía a la aristocracia del Templo y vivía al margen de esta institución fundamental para el pueblo de Israel. Este hecho ha llevado a muchos a considerar la figura de Cristo como totalmente ajena y sin ninguna relación con el sacerdocio. Benedicto XVI corrige esta interpretación apoyándose firmemente en la Carta a los Hebreos, que habla ampliamente del sacerdocio de Cristo".

"El Papa responde a las objeciones históricas y críticas mostrando la coherencia del sacerdocio nuevo de Jesús con el culto nuevo que vino a establecer en la tierra, obedeciendo a la voluntad del Padre. El comentario de la oración sacerdotal de Jesús es de una gran profundidad y lleva al lector a praderas que nunca había podido imaginar. La institución de la Eucaristía aparece en este contexto con una belleza luminosa que se refleja en la vida de la Iglesia como su fundamento y manantial perenne de paz y alegría".

La resurrección

La última cuestión disputada mencionada por el cardenal Ouellet es la cuestión central del cristianismo, la resurrección. Benedicto XVI lo reconoce sin pelos en la lengua: "La fe cristiana tiene sentido o desfallece en virtud de la verdad del testimonio según el cual Cristo resucitó de entre los muertos".

"El Papa se alza contra las elucubraciones exegéticas que declaran como compatibles el anuncio de la resurrección de Cristo y la permanencia de su cadáver en el sepulcro --explica Ouellet--. Excluye estas absurdas teorías observando que el sepulcro vacío, si bien no es una prueba de la resurrección, de la que nadie ha sido testigo, queda como un signo, un presupuesto, una huella dejada en la historia por un acontecimiento trascendente".

La importancia histórica de la resurrección se manifiesta en el testimonio de las primeras comunidades que dieron vida a la tradición del domingo como signo de identificación y pertenencia con el Señor.

"Si se considera la importancia que tiene el sábado en la tradición veterotestamentaria, basada en el relato de la creación y en el Decálogo, resulta evidente que sólo un acontecimiento con una fuerza sobrecogedora podía provocar la renuncia al sábado y su sustitución por el primer día de la semana", escribe el Papa.

Por eso, hace esta confesión: "Para mí, la celebración del Día del Señor, que distingue a la comunidad cristiana desde el principio, es una de las pruebas más fuertes de que ha sucedido una cosa extraordinaria en ese día: el descubrimiento del sepulcro vacío y el encuentro con el Señor resucitado".

El cardenal Ouellet concluyó su intervención lanzando la propuesta que hace Benedicto XVI al diálogo a los exegetas y expertos de la Sagrada Escritura para que su lectura se convierta en un encuentro con Jesús.



 

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El Papa muestra cómo el pueblo judío no pidió la condena de Jesús
Su nuevo libro es aplaudido por exponentes judíos
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org) - El pueblo judío como tal no condenó a Jesús: esta afirmación de Benedicto XVI en el segundo volumen de su libro sobre Cristo, "Jesús de Nazaret. De la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección" (Ediciones Encuentro) ha suscitado aplausos entre exponentes judíos. Pero, ¿qué dice el texto?

Para responder a la pregunta hay que hojear las páginas hasta llegar al capítulo dedicado al "proceso de Jesús", cuando se encuentra ante Pilato (página 217). "Quiénes eran exactamente los acusadores? ¿Quién ha insistido en que Jesús fuera condenado a muerte?", se pregunta el Papa.

"Según Juan, son simplemente 'los judíos'. Pero esta expresión de Juan no indica en modo alguno el pueblo de Israel como tal --como quizás podría pensar el lector moderno--, y mucho menos aún comporta un tono 'racista'. A fin de cuentas, Juan mismo pertenecía al pueblo israelita, como Jesús y todos los suyos. La comunidad cristiana primitiva estaba formada enteramente por judíos".

"Esta expresión tiene en Juan un significado bien preciso y rigurosamente delimitado: con ella designa la aristocracia del templo. En el cuarto Evangelio, pues el círculo de los acusadores que buscan la muerte de Jesús está descrito con precisión y claramente delimitado: designa justamente la aristocracia del templo, e incluso en ella, puede haber excepciones, como da a entender la alusión a Nicodemo", fariseo y miembro del Sanedrín.

El Papa analiza después la cuestión en el evangelio de Marcos, donde, en el contexto de la amnistía pascual (Barrabás o Jesús), aparece el "ochlos", que opta por dejar libre a Barrabás. "Ochlos", aclara el Papa, "significa ante todo simplemente un montón de gente, la 'masa'".

"No es raro que la palabra tenga una connotación negativa, en el sentido de 'chusma'. En cualquier caso, no indica el 'pueblo' de los judíos propiamente dicho. Esta "masa", "se trata en realidad de partidarios de Barrabás, movilizados para la amnistía; naturalmente, como rebelde al poder romano podía contar con cierto número de simpatizantes".

"Por tanto, estaban presentes los secuaces de Barrabás, la 'masa', mientras que los seguidores de Jesús permanecían ocultos por miedo; por eso la voz del pueblo con la que contaba el derecho romano se presentaba de modo unilateral. Así, en Marcos, aparecen los 'judíos', es decir, los círculos sacerdotales distinguidos, y también el ochlos, el grupo de partidarios de Barrabás, pero no el pueblo judío propiamente dicho".

Los verdaderos acusadores de Jesús

"El ochlos de Marcos se amplía en Mateo con fatales consecuencias, pues habla del 'pueblo entero' (27,25), atribuyéndole la petición de que se crucificara a Jesús. Con ello Mateo no expresa seguramente un hecho histórico: ¿cómo podría haber estado presente en ese momento todo el pueblo y pedir la muerte de Jesús? La realidad histórica aparece de manera notoriamente correcta en Juan y Marcos. El verdadero grupo de los acusadores son los círculos del templo de aquellos momentos, a los que, en el contexto de la amnistía pascual, se asocia la 'masa' de los partidarios de Barrabás".

Algunos han atribuido la "culpa" del pueblo judío en la muerte de Jesús a las palabras recogidas por san Mateo entre la turba que pide la muerte de Jesús: "Su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos" (27,25).

Ahora bien, aclara el Papa y teólogo, "el cristiano recordará que la sangre de Jesús habla una lengua muy distinta de la de Abel (cf. Hb 12,24); no clama venganza y castigo, sino que es reconciliación. No se derrama contra alguien, sino que es sangre derramada por muchos, por todos".

Estas palabras, concluye, "significan que todos necesitamos del poder purificador del amor, que esta fuerza está en su sangre. No es maldición, sino redención, salvación. Sólo sobre la base de la teología de la Última Cena y de la cruz, que recorre todo el Nuevo Testamento, las palabras de Mateo sobre la sangre adquieren su verdadero sentido".

Un paso en las relaciones judeocristianas

Este pasaje ha servido para dar un paso adelante en las relaciones entre judíos y cristianos, según ha declarado en días pasados el presidente de la Unión de las Comunidades Judías Italianas, Renzo Gattegna. Por su parte, el portavoz de la Federación de las Comunidades Judías de Rusia, Andrei Glotzer, ha aplaudido las palabras del Papa.

 



 



 

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El libro sobre Jesús del Papa es “extraordinariamente ecuménico”
Se convertirá en un “clásico de la literatura teológica”, según el cardenal Ouellet
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org) - "El libro de Benedicto XVI es un libro que debería favorecer el diálogo. Un libro extraordinariamente ecuménico que con su exégesis llega al mundo protestante", aseguró este jueves el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los obispos, interviniendo en la rueda de prensa de presentación del segundo volumen del Papa sobre "Jesús de Nazaret" (Ediciones Encuentro)

Por su parte el profesor Claudio Magris, escritor y germanista, en el encuentro con los periodistas en el que participó junto al purpurado canadiense, indicó que el libro "debería favorecer decididamente el diálogo, porque es un libro hecho para el diálogo", aunque "es difícil de hecho que lo consiga como merecería".

"La dificultad que la Iglesia, por desgracia, encuentra en dar a conocer sus propios principios es que muchas veces en la transmisión se hacen simplificaciones que acaban por hacer perder lo esencial", afirmó.

Ante la reacción de medios de comunicación social por las frases del Papa en las que muestra cómo el pueblo judío no es responsable de la muerte de Jesús, el cardenal recordó que esta enseñanza en realidad confirma lo que ya indicó el Concilio Vaticano II, el documento Nostra Aetate, y el Catecismo de la Iglesia Católica, entre otros.

El purpurado añadió que este es un libro que "quedará como un clásico de la literatura teológica por su innovación metodológica". Un volumen que "confirma la importancia de la exégesis histórico-crítica pero desde la fe".

A la pregunta de un periodista sobre si Benedicto XVI condena o no en este libro la teología de la liberación, el cardenal Ouellet afirmó que el volumen no trata este tema, y que más en general, "no condena a nadie", pues "es un libro muy abierto", aunque aclara "en qué consiste el mesianismo de Jesús".

Para facilitar la profundización en una obra de esta densidad, el purpurado recomendó leer las homilías de Benedicto XVI, pues "permiten entender bien este libro haciéndolo accesible".

El profesor Magris afirmó también que "este libro va al fondo de algunas cuestiones que afectan a la vida de cada uno de nosotros pero también a las personas de otras religiones", especificando también que el volumen "no es un acto magisterial, sino un texto que se presta a la crítica", y que inaugura "una nueva relación entre literatura, texto y lector".

"El método histórico es irrenunciable - subrayó - , aunque no puede demostrar que Jesús es el Hijo de Dios, pero es fundamental para acercarse a esta verdad".

Más de 1,2 millones de ejemplares

Presente en la rueda de prensa estuvo también Giuseppe Costa, S.D.B., director de la Librería Editora Vaticana, titular de los derechos del libro, el cual explicó que por ahora ya se han encargado más de 1,2 millones de ejemplares, en siete idiomas.

El volumen - que ya se está pensando en hacer en versión e-book - sale en alemán, inglés, español, francés, portugués, polaco e italiano, y son 22 los editores de todo el mundo con los que la editorial vaticana ha firmado contratos, mientras que con otros están de negociaciones.

Giuseppe Costa explicó que una parte de lo que se gane irá al editor, mientras que la otra irá al Papa. De esta última parte, una mitad irá a la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger - cuyo objetivo es el de alentar la investigación teológica - mientras que la otra mitad será dedicada a obras de caridad apoyadas por el Santo Padre.



 

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Desarrollo sostenible: “Las personas no son un obstáculo”
La Santa Sede invita a la ONU a reconsiderar ciertas políticas de desarrollo
NUEVA YORK, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Las personas humanas deberían ser consideradas el objetivo del desarrollo, más que una barrera, afirmó el delegado de la Santa Sede en las Naciones Unidas.

El pasado lunes, Charles Clark, profesor de economía en la Universidad St. John, se dirigió al Segundo Comité Preparatorio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, en representación del arzobispo Francis Chullikatt, Observador Permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas.

Las reuniones se están realizando como preparación a la conferencia sobre el desarrollo Rio+20, que tendrá lugar del 4 al 6 de junio de 2012 en Río de Janeiro, Brasil, en el 20 aniversario de la Cumbre de la Tierra de 1992.

Clark afirmó que “para la consecución del objetivo 'Economía verde en el contexto del Desarrollo Sostenible y Erradicación de la Pobreza' (GESDPE), mi delegación confía en que no nos olvidemos que el propósito del desarrollo es el desarrollo humano integral y que todas nuestras estrategias y prácticas deberían ser juzgadas en base a esta norma -que los seres humanos son y deben seguir siendo nuestra principal preocupación”.

“Si los humanos en su entera humanidad no son considerados como el objetivo definitivo del desarrollo como se acordó en Río hace 20 años, entonces nos tememos que los seres humanos serán para muchos como el primer obstáculo para el desarrollo” advirtió.

El delegado añadió que “estamos seguros de que estos seres humanos serán: los pobres, los marginados, los que causan molestias, aquellos que no han nacido todavía y los que debido a su edad, discapacidad o enfermedad no sean capaces de defenderse a sí mismos”.

El delegado observó que “muchas de las estrategias de desarrollo y políticas que han fracasado en la promoción del desarrollo humano integral en el pasado, lo han hecho porque los seres humanos han sido reducidos a una sombra de su humanidad”.

Clark explicó que “por un lado se nos dice que el egoísmo y la codicia son los únicos controladores de la conducta humana, y que los 'mercados libres' son lo que se necesita para convertir el vicio privado en virtud pública”.

“Por otro lado se nos dice que la naturaleza humana es lo que la sociedad produce, dándonos una estrategia de desarrollo que se centra en estructuras e instituciones, con la esperanza de que las instituciones de derecho sean suficientes para promover el desarrollo”.

Toda la verdad

El delegado admitió que “cada opinión posee una parte de la verdad: los seres humanos a menudo se dejan llevar por el propio interés y las instituciones sociales forman en gran medida los comportamientos humanos y acciones, mercados y políticas de gobierno, ambos con el potencial de promover el bien común”.

“Pero la humanidad no puede ser reducida a los egoísmos individuales o construcciones sociales”, afirmó el delegado.

“Un total entendimiento de lo que significa el ser humano también debe incluir la solidaridad básica que es una parte necesaria de nuestra humanidad, que concuerda con la dignidad fundamental de cada persona y que pide justicia”, dijo.

“Una economía no basada en una ética que tenga como centro las personas y la moralidad indudablemente instrumentalizará las riquezas de la tierra en beneficio de los ricos y poderosos”, advirtió Clark.

Continuó diciendo: “a su vez los indicadores sociales y medioambientales, que pueden ser importantes herramientas que ayuden a promover un auténtico desarrollo humano, en el momento de realizar estadísticas y falsos objetivos dan la apariencia de progreso pero no reflejan la realidad del verdadero progreso”.

“O peor, se pueden convertir en excusas por las que se sacrifiquen derechos humanos y se agreda la dignidad humana, todo desde una visión distorsionada del bien común”.

“El desarrollo real no será y no puede ser producido sólo por cambios en estructuras o incentivos de mercado”, afirmó el delegado. “De igual importancia es el cambio necesario en nuestros corazones y mentes así como en nuestras acciones posteriores”.
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En la Web de ZENIT:
Texto completo: www.zenit.org/article-38555?l=spanish

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Santa Sede en la ONU: no al desarrollo a costa de los pobres
La ecologización de la economía no debería ignorar la dignidad humana
NUEVA YORK, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Los programas y las políticas que persiguen el objetivo de “una economía verde en el contexto de un desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza” no debería olvidar que el propósito del desarrollo es el desarrollo humano integral y que “los seres humanos son y deben seguir siendo nuestra principal preocupación”.

En representación del Delegado de la Santa Sede ante el Segundo Comité Preparatorio para la Comisión para el Desarrollo Sostenible (CSD), el Profesor de Economía Charles Clark de la Universidad St. John dirigió un discurso a la Asamblea.

Instando a los delegados a no olvidar los principios fundamentales en los debates teóricos sobre el desarrollo sostenible y la economía verde, la declaración de la Santa Sede repitió la llamada del Papa Benedicto XVI al desarrollo humano integral que reconoce “que el crecimiento económico, si es conducido por los mercados o los Estados, no necesariamente promoverá un tipo de desarrollo digno de los seres humanos”.

El profesor Clark explicó que “por un lado se nos dice que el egoísmo y la codicia son los únicos controladores de la conducta humana, y que los 'mercados libres' son lo que se necesita para convertir el vicio privado en virtud pública”.

“Por otro lado se nos dice que la naturaleza humana es lo que la sociedad produce, dándonos una estrategia de desarrollo que se centra en estructuras e instituciones, con la esperanza de que las instituciones de derecho sean suficientes para promover el desarrollo”.

Cada opinión, afirmó, “posee una parte de la verdad: los seres humanos a menudo se dejan llevar por el propio interés y las instituciones sociales forman en gran medida los comportamientos humanos y acciones, mercados y políticas de gobierno, ambos con el potencial de promover el bien común”.

Pero la humanidad no puede ser reducida a los egoísmos individuales o construcciones sociales. Insistió también que “la promoción del desarrollo económico no debe ser a expensas de los pobres y marginados o de las generaciones futuras” y que “la economía necesita una objetiva formación para poder funcionar correctamente”.

En la CSD ha estado en proceso la segunda ronda de reuniones preparatorias para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible del año próximo, que tendrá lugar del 4 al 6 de junio de 2012 en Río de Janeiro, para celebrar el 20 aniversario de la Cumbre de la Tierra de 1992.

También conocida como Río+20, el evento se centrará en dos temas: una economía verde en el contexto de la erradicación de la pobreza y economía sostenible y un marco institucional para el desarrollo sostenible. La Santa Sede participó también en los Comités Preparatorios para la primera conferencia en Río.

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Para acceder al texto original de la Declaración del Observador Permanente y para más información sobre la Misión del Observador Permanente de la Santa Sede en Naciones Unidas entre en la web de la Misión.

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Benedicto XVI: el sacerdocio es una vocación full-time
Durante su encuentro con los párrocos de Roma
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El sacerdocio no es una profesión que llevar a cabo sólo una parte del día, sino una vocación full-time y perenne.

Así lo subrayó el Papa Benedicto XVI hoy jueves por la mañana durante el tradicional encuentro con los sacerdotes de la diócesis de Roma al comienzo de la Cuaresma, celebrado en el Aula de la Bendición.

“Cura no se es a tiempo parcial; se es siempre, con toda el alma, con todo nuestro corazón”, afirmó, según recoge Radio Vaticano.

Este ser con Cristo y ser embajadores de Cristo, este ser para los demás es una misión que penetra nuestro ser y que debe penetrar en la totalidad de nuestro ser”, añadió.

Fidelidad y servicio

El Pontífice expuso una profunda lectio divina inspirada en el capítulo 20 de los Hechos de los Apóstoles, en los que san Pablo habla a los ancianos de Éfeso, y se concentró sobre el sentido del servicio y de la fidelidad que debe animar al presbítero.

El servicio, indicó, requiere una humildad que no es una exhibición de “falsa modestia”, sino amor por la voluntad de Dios, que hay que anunciar sin “crear la idea de que el cristianismo sea un inmenso paquete de cosas que aprender”.

El sacerdote, de hecho, “no predica un cristianismo à la carte, según sus propios gustos, predicando un Evangelio según sus propias ideas preferidas, según sus propias ideas teológicas”.

“No deja de anunciar toda, toda la voluntad de Dios, también la voluntad incómoda, también los temas que personalmente no me gustan tanto”.

Conversión y vida espiritual

En la Cuaresma que acaba de comenzar, el Papa habló también de conversión, entendida sobre todo como cambio de pensamiento y de corazón, concentrándose no en las cosas del mundo por como se presentan, sino en la presencia de Dios en el mundo mismo.

“No perdamos el celo, la alegría de ser llamados por el Señor”, exhortó.

“Dejémonos renovar nuestra juventud espiritual”, añadió, pidiendo conservar “la alegría de poder ir con Cristo hasta el final, de 'llevar a término a carrera’ siempre en el entusiasmo de ser llamados por Cristo para este gran servicio”.

Igualmente, exhortó a estar “atentos también a nuestra vida espiritual, a nuestro ser con Cristo”.

“Rezar y meditar la Palabra de Dios no es tiempo perdido para el cuidado de las almas – precisó – sino que es la condición para que podamos estar realmente en contacto con el Señor y así hablar de primera mano del Señor a los demás”.

A pesar de las dificultades que la Iglesia afrontar, prosiguió, no hay que perder la esperanza.

“La verdad es más fuerte que la mentira, el amor es más fuerte que el odio, Dios es más fuerte que todas las fuerzas adversas... a Dios”. “Es con esta alegría, con esta certeza interior, como emprendemos nuestro camino (…) en los consuelos de Dios y en las persecuciones del mundo”.

Disponibilidad

En su saludo al Papa, el cardenal Agostino Vallini, vicario general para la diócesis de Roma, recordó el 60° aniversario del sacerdocio del Pontífice, que se celebrará el 19 de junio próximo.

El purpurado subrayó que las cualidades sacerdotales de Benedicto XVI más apreciadas por el clero son “la fidelidad, humilde y gozosa, sin fisuras, al Señor Jesús; la disponibilidad total a servir a la Iglesia donde la Providencia le ha llamado, hasta el peso formidable del supremo Pontificado; el amor a la Palabra de Dios y a la Liturgia y la alegría de vivir el tiempo según el ritmo del Año Litúrgico; el ejercicio de la inteligencia y la pasión por la búsqueda de la verdad que proponer y defender sin compromisos; la dulzura del trato y la magnanimidad del corazón; la serenidad del alma enteramente entregada a Cristo”.

Con ocasión de la audiencia, el Papa se encontró también con el sacerdote paquistaní Shahzad Niamat, en representación de los sacerdotes, religiosos y seminaristas de Paquistán presentes en Roma.

“Hemos explicado al Papa la situación de los cristianos en Paquistán, donde dar testimonio de la fe puede acarrear a veces la muerte”, dijo el presbítero a la agencia vaticana Fides. “El Santo Padre se ha mostrado muy preocupado, nos ha expresado su solidaridad, su apoyo y nos ha asegurado sus oraciones”.

“Hemos agradecido también al Papa sus palabras y sus recientes llamamientos dedicados al ministro Shahbaz Bhatti, por Asia Bibi, por la ley sobre la blasfemia”, añadió, subrayando que el Pontífice “ha comunicado la esperanza de que las cosas puedan cambiar y de que en Paquistán pueda haber un pleno respeto de la dignidad humana y de la libertad religiosa”. 


 

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Comienza el domingo el retiro de Cuaresma para el Papa y la Curia
Un carmelita francés predicará sobre Juan Pablo II y los santos
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI estará de retiro de oración junto con los miembros de la Curia la próxima semana, con motivo de los ejercicios espirituales de Cuaresma, que este año se centrarán en Juan Pablo II y la teología de los santos.

El carmelita descalzo François-Marie Léthel predicará este retiro, del 13 al 19 de marzo. El padre Léthel es profesor en la Facultad Pontificia de Teología (Teresianum), y prelado-secretario de la Academia Pontificia de Teología.

Los ejercicios comenzarán a las 6 de la tarde en la Capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostolico, con el rezo de vísperas, la meditación introductoria, la adoración Eucarística y la bendición.

El Santo Padre y la Curia se reunirán cada día del retiro para el Oficio Divino, y escucharán tres meditaciones. El último día, que coincidirá con la solemnidad de san José, se celebrarán los laudes a las 9 de la mañana, seguidos por la meditación conclusiva.

Todas las auciencias papales serán suspendidas durante el retiro del Papa, incluyendo la audiencia general del 16 de marzo.

Rica historia

Un folleto publicado por la Prefectura de la Casa Pontificia da un programa detallado del retiro. Incluye también una cronología de quienes han predicado ejercicios espirituales a los Pontífices y a la Curia, desde los padres jesuitas Giovanni Oldrà y Alessio Magni en 1925, al padre salesiano Enrico dal Covolo el año pasado.

El padre Léthel explicó el tema elegido este año, y afirmó que en el espíritu de conversión de la Cuaresma, se trata de una preparación ideal para la beatificación de Juan Pablo II el 1 de mayo.

En declaraciones a L'Osservatore Romano, el padre Léthel describía a Juan Pablo II como “inseparablemente, un pastor, un misionero, un místico, un pensador y un poeta. Formado en la escuela de los santos – especialmente san Luis María Grigñón de Monfort, san Juan de la Cruz y santo Tomás – en su pontificado dio un nuevo lugar a los santos, considerándoles no sólo como ejemplos de perfección cristiana, sino como los mejores teólogos, es decir, conocedores de Dios, aunque no hubiesen estudiado teología académica”.

El padre Léthel mencionó en esta conexión el Catecismo de la Iglesia Católica y, por encima de todo, la proclamación de santa Teresita de Lisieux como doctora de la Iglesia y “experta en la sciencia amoris".

Precisamente con ocasión de esta proclamación, reflexionó el padre Léthel, Juan Pablo II puso a santa Teresita junto a otra mujer doctora de la Iglesia, santa Catalina de Siena, a quien describió como “una representante eminente de la teología vivida por los santos”.

Siguiendo a Juan Pablo II, Benedicto XVI "no ha cesado de desarrollar continuamente esta teología de los santos en sus catequesis al Pueblo de Dios, proponiendola también a los teólogos (1 de diciembre de 2009) y a los sacerdotes (10 de junio de 2010)", prosiguió el padre Léthel. "Esta es, evidentemente, una de las líneas fundamentales de su magisterio. Los santos, de hecho, nos ayudan a redescubrir de modo inseparable la 'gran razón' y el 'gran amor', y a no sucumbir a la tentación del relativismo, caracterizado, al contrario, por la 'razón pequeña' y el 'pensamiento débil', y también por el 'amor débil'".

Santos maestros

Durante los ejercicios, explicó el predicador, los santos serán el punto de referencia al que mirar y la voz a la que escuchar, con particular atención a las santas mujeres.

Entre las figuras que serán tomadas en consideración hay dos santos particularmente queridos a Juan Pablo II: Luis María Griñón de Montfort, que inspiró su lema 'totus tuus,' y Teresa de Lisieux, que serán la voz dominante de los Ejercicios: la “doctora de la sciencia amoris, la pequeña Teresa, va de la mano con don grandes doctores de la sciencia fidei: san Anselmo, teólogo de la cruz, y santo Tomás, teólogo de la luz de Cristo”.

Otras dos santas figuras femeninas serán objeto de reflexión: Catalina de Siena, “en su compromiso de reforma de la Iglesia, profundamente herida por el pecado de sus miembros”, y Juana de Arco, “en su pasión y muerte por culpa de sacerdotes y teólogos”.

Después de tres santas vírgenes consagradas, el padre Léthel propondrá a una esposa y madre, Concepción Cabrera de Armida, una mística mexicana del siglo XX, declarada venerable por Juan Pablo II en 1999: Una mujer que “nos ofrece una doctrina muy elevada sobre la maternidad con su doble experiencia de maternidad natural y espiritual”.

Para subrayar el papel que los laicos, y en particular los jóvenes, tuvieron en el corazón del Pontífice polaco, será presentada una joven laica, la beata Chiara Luce Badano, que murió en 1990, a los 18 años de edad, ofreciendo sus sufrimientos por el Papa, por los jóvenes y por todo el mundo.

Finalmente, el predicador cerrará los ejercicios con la figura de san José, Redemptoris custos, y del venerable Giuseppe Quadrio, un sacerdote y teólogo salesiano que murió en 1963 tras una vida dedicada al servicio del estudio y la enseñanza.



 

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Jornadas Mundiales de la Juventud


Una JMJ cien por cien no contaminante
Iniciativa para aminorar el impacto ambiental del magno evento
MADRID, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid, España, será un evento sostenible, respetuoso con el medioambiente y con cero emisiones. Así lo han anunciado en Madrid este jueves 10 de marzo los organizadores.

“100% natural” es el programa que servirá de marco a todas las actividades sostenibles que se lleven a cabo durante la Jornada y que manifiestan el compromiso de celebrar una Jornada no contaminante.

“Entregar una Tierra en buenas condiciones a las nuevas generaciones es una  preocupación de todo cristiano, y por tanto también de la Jornada Mundial”, explicó Eva Latonda, responsable del proyecto “100% natural”.

Zeroemissions, la compañía del grupo empresarial Abengoa que aporta soluciones globales para luchar contra el cambio climático, calculará y compensará las emisiones directas de gases de efecto invernadero –inevitables en eventos masivos- que tendrán lugar durante la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 mediante créditos voluntarios de carbono.

Abengoa realiza dicha aportación en su condición de patrono de la Fundación Madrid Vivo, institución integrada por diversas personalidades y las más importantes empresas españolas, que colabora activamente en la JMJ.

“Estamos encantados de colaborar con este proyecto. Esta práctica de compensación voluntaria de emisiones es cada vez más usual y está marcando tendencia en eventos en los que se reúne una gran cantidad de gente. Por ejemplo, se ha hecho ya en las Olimpiadas de Invierno de Vancouver 2010 y
en los conciertos del grupo U2”, recalcó Emilio Rodríguez, director de Zeroemissions.

Los créditos de carbono son un instrumento contemplado en el protocolo de Kioto. Se generan en proyectos sostenibles que, sin la ayuda económica que supone la adquisición de estos créditos, no podrían llevarse a cabo.

En el caso de la JMJ de Madrid, se comprarán créditos de carbono en cinco proyectos, uno en cada continente: un campo de energía eólica en Nueva Caledonia, una mini-hidráulica en Honduras, un proyecto de reforestación en Uganda, y dos proyectos de recuperación de metano en vertederos de
China y Turquía.

Otros ejemplos de iniciativas sostenibles, gracias a “100% natural” son: el lanzamiento de una aplicación online de car pooling, que pondrá en contacto a jóvenes que asistirán a la JMJ en coche u otros medios con otros que desean ir pero no disponen de transporte, con lo cual se reducirá el número de vehículos que lleguen a Madrid; la creación de una ‘Ruta sostenible’ desde Madrid a Cuatro Vientos para fomentar que los peregrinos se desplacen de manera no contaminante (caminando o en bicicleta); y la instalación de bicicletas generadoras de energía en Cuatro Vientos para que los participantes de la JMJ puedan recargar sus móviles, portátiles, reproductores mp4, etc.

Se está trabajando, de la mano del Ayuntamiento de Madrid, en la gestión de residuos a través de una red de puntos limpios.

Y también se ha abierto un concurso de creación del logo de “100% natural” para jóvenes. El premio será un viaje a Roma para dos personas. (Más información en las bases del concurso publicadas en www.madrid11.com).

Otras iniciativas

Por otra parte se presentó el concurso de fotografía “La discapacidad en la vida de la Iglesia”, con el objetivo de promover una visión normalizada de la discapacidad,  mediante imágenes positivas que permitan la reflexión, el conocimiento y la identificación de la Iglesia con el mundo de la discapacidad, y viceversa.

El plazo de entrega de los trabajos finaliza el próximo 15 de mayo. Las imágenes se pueden subir a la web del concurso y los usuarios pueden votar sus favoritas.

En cuanto a los rosarios de la mochila de la JMJ, se encuentra en Madrid el padre James Phalan, de Family Rosary International, un movimiento eclesial que promueve el rezo del rosario en familia, y que ha donado los 600.000 rosarios que los jóvenes encontrarán en la mochila de la JMJ.

El padre Phalan mostró su deseo de que su aportación “sea un hilo más en el precioso tapiz de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid”.


 

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El espíritu de la liturgia


Los signos externos de devoción del celebrante
Columna de teología litúrgica dirigida por Mauro Gagliardi
Por Nicola Bux*

ROMA, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La fe en la presencia del Señor, en especial la eucarística, la expresa el sacerdote ejemplarmente con la adoración que se muestra en la reverencia profunda de las genuflexiones durante la Santa Misa y fuera de ella. En la liturgia postconciliar se reducen al mínimo: la razón aducida es la sobriedad; el resultado es que se han convertido en raras, o incluso apenas se esbozan. Nos hemos hecho avaros en gestos hacia el Señor; pero elogiamos a judíos y musulmanes por su fervor en el modo de rezar.

La genuflexión manifiesta más que las palabras la humildad del sacerdote, que sabe que sólo es un ministro, y su dignidad por el poder de hacer presente al Señor en el sacramento. Pero hay otros signos de devoción. Las manos elevadas en alto por el sacerdote son para indicar la súplica del pobre y del humilde: “Te pedimos humildemente”, se subraya en las plegarias eucarísticas II y III del misal de Pablo VI. El Ordenamiento General del Misal Romano (OGMR) establece que el sacerdote, “cuando celebra la Eucaristía, debe servir a Dios y al pueblo con dignidad y humildad, y, en la forma de comportarse y de pronunciar las palabras divinas, debe hacer percibir a los fieles la presencia viva de Cristo” (n. 93). La humildad de la actitud y de la palabra es consonante con el propio Cristo, manso y humilde de corazón. Él debe crecer y yo disminuir.

Al pasar al altar, el sacerdote debe ser humilde, no ostentoso, sin complacerse mirando a derecha e izquierda, casi buscando el aplauso. En cambio, debe mirar a Jesucristo crucificado y presente en el tabernáculo: a Él se le hacen la inclinación y la genuflexión; después, a las imágenes sagradas expuestas en el ábside detrás o a los lados del altar, la Virgen, el santo titular, los demás santos. ¿Están allí para ser contemplados o sólo para decorar? Es en síntesis la presencia divina. Sigue el beso reverente del altar y, eventualmente, la incensación; el segundo acto es el signo de la cruz y el saludo sobrio a los fieles; el tercero es el acto penitencial, que hay que realizar profundamente y con los ojos bajos, mientras los fieles podrían arrodillarse – ¿por qué no? – como en la forma extraordinaria, imitando al publicano grato al Señor.

El sacerdote celebrante no alzará la voz, y mantendrá un tono claro para la homilía pero sumiso y suplicante para las plegarias, solemne si son cantadas. Se preparará inclinado “con espíritu de humildad y con ánimo contrito” a la plegaria eucarística o anáfora: es la súplica por definición y debe recitarse de modo que la voz corresponda al género del texto (cf. OGMR 38); el celebrante podría pronunciar con tono más alto las palabras iniciales de cada párrafo, y recitar el resto en tono sumiso para permitir a los fieles seguirle y recogerse en lo íntimo del corazón. Tocará los santos dones con estupor, y purificará los vasos sagrados con calma y atención, según la recomendación de los santos padres. Se inclinará sobre el pan y sobre el cáliz al pronunciar las palabras consagrantes de Cristo y en la invocación al Espíritu Santo (epíclesis). Los elevará separadamente fijando en ellos la mirada en adoración, y después bajándolo en meditación. Se arrodillará dos veces en adoración solemne. Continuará con recogimiento y tono orante la anáfora hasta la doxología, elevando los santos dones en ofrenda al Padre. El Padrenuestro lo recitará con las manos levantadas y no cogiendo de la mano a otros, porque esto es propio del rito de la paz; el sacerdote no dejará el Sacramento sobre el altar para dar la paz fuera del presbiterio, en cambio fraccionará la Hostia de modo solemne y visible, después se arrodillará ante la Eucaristía y rezará en silencio pidiendo de nuevo ser librado de toda indignidad para no comer ni beber la propia condenación, y de ser custodiado para la vida eterna por el santo Cuerpo y la preciosa Sangre de Cristo; después presentará a los fieles la Hostia para la comunión, suplicando Domine non sum dignus, e inclinado, comulgará él primero. Así será de ejemplo a los fieles.

Tras la comunión, el silencio para la acción de gracias se puede hacer de pie, mejor que sentado, en signo de respeto, o incluso arrodillado, si es posible, como hizo hasta el final Juan Pablo II, cuando celebraba en su capilla privada, con la cabeza inclinada y las manos juntas, con el fin de pedir que el don recibido le sea de remedio para la vida eterna, como en la fórmula que acompaña la purificación de los vasos sagrados; muchos fieles lo hacen y son ejemplares. La patena o copa y el cáliz (vasos que son sagrados por lo que contienen) ¿por qué razón no deberían ser “de forma encomiable” recubiertos por un velo (OGMR 118; cf. 183) en signo de respeto – y también por razones de higiene – como hacen los orientales? El sacerdote, tras el saludo y la bendición final, subiendo al altar para besarlo, levantará una vez más los ojos al crucifijo y se inclinará, y se arrodillará ante el tabernáculo. Después volverá a la sacristía, en recogimiento, sin disipar con miradas o palabras la gracia del misterio celebrado.

Así se ayudará a los fieles a comprender los santos signos de la liturgia, que es algo serio, en lo que todo tiene un sentido para el encuentro con el misterio presente de Dios (para profundizar: cf. mi reciente libro Come andare a Messa e non perdere la fede [Cómo ir a misa sin perder la fe, aún no publicado en España, n.d.t.], Piemme 2010).

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*Nicola Bux es profesor de Liturgia oriental en Bari (Italia) y consultor de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe, para las Causas de los Santos, para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, así como de la Oficina para las Celebraciones del Sumo Pontífice.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez] 

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Mundo


Colombia: "La Voz del Seminario", un programa de futuros sacerdotes
Estrena nuevo formato radiofónico "más juvenil" que llega hasta Miami
BOGOTÁ, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Cuando está próxima a celebrarse la fiesta litúrgica de San José, que coincide con el Día del Seminario, hay que señalar una juvenil iniciativa de estudiantes colombianos. Desde hace algunos años, los seminaristas del Seminario Mayor de Bogotá realizan un programa radial semanal llamado "La Voz del Seminario" que ahora estrena nuevo formato.

Este año han querido renovarlo --informa a ZENIT Robinson Ortiz, seminarista- "y darle un toque más juvenil".

El programa, explica Ortiz, "tendrá más secciones, más música católica, más agilidad y dinamismo, tiene una nueva presentación y está siendo retransmitido en diferentes emisoras del país y del mundo".

El programa se emite por Radio María de Colombia, Radio Horizonte en el departamento del Meta, y algunas emisoras por internet como PAX Net Miami, Champagnat Radio Colombia, y Cadena Radial Católica.

Los seminaristas encargados del equipo de Comunicaciones del Seminario afirman que “éste es un gran proyecto que será de gran provecho para los fieles católicos y, en especial, para los jóvenes, quienes sentirán muy de cerca a los seminaristas, futuros líderes del pueblo de Dios”.

"La Voz del Seminario" también tiene su espacio vocacional donde los miembros del equipo archidiocesano de Pastoral Vocacional hacen una invitación a los jóvenes a pensar en la opción vocacional.

Según el sacerdote Juan Álvaro Zapata, coordinador en la diócesis de la Pastoral Vocacional, “cualquier espacio en los medios de comunicación para la obra evangelizadora es una gracia de Dios para su pueblo”.

El equipo de Comunicaciones del Seminario sigue haciendo una llamada a las emisoras católicas y no católicas de Colombia y del mundo para que "acojan este nuevo formato que, con gran esfuerzo, ofrecen a la vida de la Iglesia y a cada uno de los fieles que se unen a esta iniciativa".

En su página web, se pueden escuchar los programas completos cada semana: www.seminariobogota.org.

También se puede comunicar con estos jóvenes a través de: www.facebook.com/lavozdelseminario.

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Foro


La luz de la Verdad que ilumina la historia
Una primera lectura de la segunda parte de "Jesús de Nazareth”
Por Stefano Fontana*
 

ROMA, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Finalmente podemos ponernos ante la obra entera sobre Jesús de Nazareth escrita por Benedicto XVI. La segunda parte podrá iluminar a la primera y viceversa. Una obra es siempre un todo unitario y no un sencillo ensamblaje porque es siempre el todo el que da luz a las partes.

No hemos podido evitar replantearnos la pregunta: ¿Por qué Benedicto XVI ha decidido escribir este libro? La respuesta es la misma que entonces: para mostrar que Jesús es el Mesías y que esta verdad de fe y de razón a la vez, es hoy, como siempre, el Camino hacia la Verdad y por tanto hacia la salvación. ¿Nada más que esto? Nada más.

Benedicto persigue este objetivo en cada línea de su libro, desde la Introducción hasta la exposición de la pasión, de la muerte y de la resurrección. Para poderlo seguir, y por tanto poder comprender y disfrutar la brillantez de sus observaciones y la genialidad de sus reconstrucciones, es necesario aceptar su punto de vista, que no es sólo histórico, sino que presupone siempre la verdad de la fe.

La gran pretensión de este libro es mostrar como la luz de la fe permite comprender hasta el final, también los hechos de la historia y que no es Jesús el que muestra al Mesías sino el Mesías que muestra a Jesús. Los hechos permanecerán incomprensibles sin la luz de la fe. Ratzinger lo había ya dicho en la Introducción del primer volumen y sigue así en toda la primera parte de la obra. En esta segunda parte se confirma esta perspectiva.

Centrémonos sus reflexiones sobre la cronología del relato de la Pascua. Los Evangelios Sinópticos proponen una cronología de los sucesos distinta de la del Evangelio de Juan. Para este último la muerte de Jesús se produce en la hora nona del viernes, en la vigilia de la Pascua judía, al mismo tiempo que el sacrificio de los corderos en el Templo de Jerusalén. En los Sinópticos, sin embargo, sucede en el mismo día de la Pascua judía. Desde el punto de vista de la fe, la versión de Juan es más densa y está más llena de significado: la Pascua de Jesús no es la Pascua de Israel, es una “nueva Pascua”, porque ahora el Cordero es Él mismo. El hecho de que su sacrificio sucede en el mismo momento en el que sucede el de los corderos, es, por tanto, teológicamente muy significativo. Esto ayuda también a la reconstrucción histórica en cuanto a que las tesis de los Sinópticos, aparentemente más verosímiles, pueden ser impugnadas con argumentos razonables, a favor de la versión de Juan. La cronología teológica ilumina también la cronología histórica.

De esto se deduce también, que todo el libro es una comparación con el Antiguo Testamento y con la religión judía. Ratzinger se encarga de mostrar como la figura de Jesucristo no es comprensible sin el Antiguo Testamento, que Él supera, proponiéndose a sí mismo como el “Nuevo Israel”. No se puede eliminar la Ley antigua: esta permanece y es superada, con la Nueva Ley que es Jesús mismo. La dimensión social de las leyes del sábado no son rechazadas por la anteposición del hombre al sábado, sino retomadas y confirmadas en la Nueva Alianza, una demostración de que Jesús se coloca como Dios. Lo mismo sucede en el relato del proceso a Jesús , conducido por Pilato, que Benedicto cuenta en esta segunda parte. Según Ratzinger la atribución de la culpa de la muerte del Mesías a los “judíos” entendida como “pueblo entero” está equivocada. La muerte de Dios no puede recaer sobre los judíos y sobre sus descendientes. El motivo de estas afirmaciones ¿son históricas o teológicas? Benedicto parte de la luz de la visión teológica: la sangre vertida por Jesús no es de condena sino de reconciliación. No exige venganza sino amor incondicional.

Desde esta perspectiva, trata después el análisis histórico, lingüístico, filológico para confrontar en terrenos, digamos, más profanos , la confirmación científica. Este análisis científico demostraría que la acusación de los Evangelios se dirigiría a “los sacerdotes del templo” y no a los judíos en cuanto a pueblo. Como se puede observar, la visión teológica y de fe no se añade después de que el método histórico-crítico ha seguido su curso y unido sus datos, sino que los anticipa instaurando con esto una diálogo circular.

Grandiosas, en este sentido, son las reflexiones sobre la Verdad a propósito del diálogo de Jesús con Pilatos, que le pregunta qué es la verdad. La respuesta de Jesús es que Él, Cristo mismo, es la verdad y que su Reino no es de este mundo. Ratzinger aprovecha para preguntar porque Pilatos lo condenó y para establecer una relación entre la Verdad de Dios y la sociedad humana. Pilatos no pudo haber condenado a Jesús porque lo considerase un peligro político: Él le había dicho claramente que su reino no era de este mundo. Más probable -y real- es el hecho de que Pilatos puede haber sido condicionado por un temor supersticioso, encontrando en Jesús algo extraño y por el peligro de perder su posición en el caso de un posible evento nefasto. En cuanto a la sociedad humana, dice Benedicto, esta se da cuenta ante Jesús, que dice ser la Verdad, de que tiene necesidad de ella, para no quedar a merced del más fuerte. También en este caso, por tanto, el anuncio de la verdad de la fe es luz que ilumina, en una relación circular, también la realidad histórica y humana.

Este libro de Benedicto XVI es muy importante. Ha afirmado que no lo ha escrito como Papa sino como teólogo y que puede ser rebatido por los estudiosos. También, a pesar de esta declaración, el libro desarrolla un papel muy importante no sólo para dar una dirección a los teólogos y exégetas, sino para poder entender mejor a este Papa y a la naturaleza de su Pontificado.

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*Stefano Fontana es director del Observatorio Internacional “Cardenal Van Thuan” sobre la Doctrina Social de la Iglesia (http://www.vanthuanobservatory.org/).



 

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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Testimonio


Cómo ser banquero y cristiano
En “Al trabajo con Dios” Ken Costa explica como conciliar la fe con el trabajo
ROMA, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- “Muchos de nosotros nos cansamos imaginando a Dios como un creador que trabaja sin descanso las 24 horas del día. Me lo imagino más como un actor retirado del escenario y relegado a un espectáculo dominical para un público cada vez menos numeroso”.

“Por esto hablar de fe activa en el sitio de trabajo puede parecer excéntrico. Pero si nos diésemos cuenta de que nuestro trabajo es precioso para Dios no haríamos otra cosa que llevar la fe al trabajo”.

El que dijo estas palabras no fue un sacerdote, ni un obispo, ni un religioso, sino un director de banco cuyo nombre es Ken Costa, y que recientemente ha escrito un libro titulado “Al trabajo con Dios”(edición Messaggero Padova), que está generando rumores considerables.

Ken Costa es uno de los dirigentes bancarios más importantes de nuestra generación, conocido por su pasión, su creatividad, su liderazgo y su pensamiento estratégico de su vida profesional; también es una persona de profunda fe cristiana.

Tras haber estudiado filosofía y derecho en la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo (Sudáfrica), estudió teología y derecho en la Universidad de Cambridge. Después de esto y por al menos treinta años, Ken Costa ha ejercido la profesión de director de banca en la ciudad de Londres.

Fue vicepresidente del instituto financiero UBS Investment Bank como asesor de clientes internacionales. Desde 2007 es presidente del banco de inversión Lazard International. Es además presidente de Alpha International que promueve los “Alpha courses”, cursos de base para una iniciación a la fe cristiana.

En su ensayo, el autor intenta responder a preguntas como: “¿Puede un cristiano realizarse prestando su servicio en el mundo laboral? ¿Cómo pueden estar en la misma línea ideales como el dinero, la ambición, el éxito, y el poder con las virtudes cristianas de amor, justicia, compasión y servicio?”

Costa cuenta que lee la Biblia y el “Financial Times” casi todos los días, y que debe responder siempre a la gente que le pregunta como hace para ser cristiano.

De hecho, es una creencia generalizada que Dios y los negocios no se llevan bien. Sin embargo el autor del libro explica que “el Dios que ha creado y que sostiene el mundo es también el Dios del lugar de trabajo” y que “si la fe cristiana no es relevante en el lugar de trabajo, entonces no es relevante en absoluto”.

Nacido en Sudáfrica, Ken Costa cuenta que de joven se sintió tan ofendido por el sistema del apartheid que se volvió insensible a las propuestas cristianas y abrazó el pensamiento comunista de Marx, pensando que era el que podía liberar a la gente del inhumano régimen racista.

Después, continuando sus estudios en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, Ken Costa se dió cuenta de que “en el centro de la fe cristiana no había un sistema de pensamiento sino una persona, Jesucristo, cuya vida crucifixión y resurrección había causado la verdadera y única libertad que se pueda encontrar”

Relata Ken Costa que, una noche mientras leía el Evangelio de san Marcos, vio en Jesús “la persona más libre que ha vivido nunca”.

Partiendo de la lectura del Evangelio, Costa se convenció de que “el capitalismo democrático, a pesar de todos sus defectos, era el sistema económico que mejor servía al bien común y que mejor reflejaba los principios del Nuevo Testamento de justicia, libertad individual y de asunción responsable de los riesgos”.

“La economía de mercado -observó- es un buen siervo pero un mal amo: es necesario trabajar dentro de un más amplio contexto moral que considere preciosos a todos los seres humanos y preciosos todos los recursos del mundo, precisamente porque tienen valor para Dios”.

“Sin una estructura fundamentada en los valores -afirmó Costa-, la economía de mercado es débil en su mismos cimientos”.

Acerca de la presencia y espacio de Dios en el trabajo cotidiano, Costa explica que “la vida del cristiano en el trabajo es una tensión hacia el bien. Día tras día podemos percibir la vida de Dios mientras evitamos las tinieblas. Intentamos caminar a lo largo de este límite estrecho buscando alcanzar la luz”.

“El lugar de trabajo -añade después- es el puesto de avanzada donde la fe se pone a prueba y se refina cotidianamente con el contacto con las ambigüedades y con las tensiones de la economía moderna”.

Y además dijo: “algunos piensan que la fe nos hace inmunes a hacer elecciones equivocadas, ojalá fuese así. Dios nos da los recursos espirituales para crecer a través de la debilidad y para recuperarnos cuando sucumbimos a las tentaciones omnipresentes”.

A la pregunta de “¿Por qué trabajamos?”, Costa responde con muchas razones contenidas en la Biblia, y esto es: crear riqueza, mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias, sentirnos realizados y tener un objetivo, evitar ser un peso para los demás, ser otras personas a través de un esfuerzo de colaboración.

El autor afirma estar convencido de que “Dios tiene en el corazón el bien de toda la sociedad”, por esto cuando se le pide razón de su fe, responde: “mi lugar de trabajo es mi lugar de oración”.

“Mi escritorio – escribió Costa – es mi lugar de culto. (…) Dios es el que nos da el trabajo” y concluyó con una frase de la Carta de san Pablo a los Colosenses: “Cualquiera sea vuestro trabajo , hacedlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres”.

Por Antonio Gaspari. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Documentación


Joseph Ratzinger - Benedicto XVI: La fecha de la Última Cena
Pasaje del libro "Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección"
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org) - El libro del Papa "Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección" ha sido publicado este jueves. La Librería Editorial Vaticana, de acuerdo con "Ediciones Encuentro" -encargada de la edición de la obra en lengua española-, ha anticipado algunos fragmentos de este segundo volumen cuyo lanzamiento ha tenido lugar, simultáneamente, en siete idiomas. Publicamos una selección de pasajes del primer punto --"La fecha de la Última Cena"- del cuarto capítulo del volumen.

 



 

* * *



 

El problema de la datación de la Última Cena de Jesús se basa en las divergencias sobre este punto entre los Evangelios sinópticos, por un lado, y el Evangelio de Juan, por otro. Marcos, al que Mateo y Lucas siguen en lo esencial, da  una datación precisa al respecto. «El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"... Y al atardecer, llega él con los Doce» (Mc 14,12.17). La tarde del primer día de los ácimos, en la que se inmolaban en el templo los corderos pascuales, es la víspera de Pascua. Según la cronología de los Sinópticos es un jueves [...]

Esta cronología se ve comprometida por el hecho de que el proceso y la crucifixión de Jesús habrían tenido lugar en la fiesta de la Pascua, que en aquel año cayó en viernes. Es cierto que muchos estudiosos han tratado de demostrar que el juicio y la crucifixión eran compatibles con las prescripciones de la Pascua. Pero, no obstante tanta erudición, parece problemático que en ese día de fiesta tan importante para los judíos fuera lícito y posible el proceso ante Pilato y la crucifixión. Por otra parte, esta hipótesis encuentra un obstáculo también en un detalle que Marcos nos ha transmitido. Nos dice que, dos días antes de la Fiesta de los Ácimos, los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo apresar a Jesús con engaño para matarlo, pero decían: «No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo» (14,1s). Sin embargo, según la cronología sinóptica, la ejecución de Jesús habría tenido lugar precisamente el mismo día de la fiesta.

Pasemos ahora a la cronología de Juan. El evangelista pone mucho cuidado en no presentar la Última Cena como cena pascual. Todo lo contrario. Las autoridades judías que llevan a Jesús ante el tribunal de Pilato evitan entrar en el pretorio «para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua» (18,28). Por tanto, la Pascua no comienza hasta el atardecer; durante el proceso se tiene todavía por delante la cena pascual; el juicio y la crucifixión tienen lugar el día antes de la Pascua, en la «Parasceve», no el mismo día de la fiesta. Por tanto, la Pascua de aquel año va desde la tarde del viernes hasta la tarde del sábado, y no desde la tarde del jueves hasta la tarde del viernes.

Por lo demás, el curso de los acontecimientos es el mismo. El jueves por la noche, la Última Cena de Jesús con sus discípulos, pero que no es una cena pascual; el viernes -vigilia de la fiesta y no la fiesta misma-, el proceso y la ejecución. El sábado, reposo en el sepulcro. El domingo, la resurrección. Según esta cronología, Jesús muere en el momento en que se sacrifican los corderos pascuales en el templo. Él muere como el verdadero Cordero, del que los corderos pascuales eran mero indicio [...].

Juan tiene razón: en el momento del proceso de Jesús ante Pilato las autoridades judías aún no habían comido la Pascua, y por eso debían mantenerse todavía cultualmente puras. Él tiene razón: la crucifixión no tuvo lugar el día de la fiesta, sino la víspera. Esto significa que Jesús murió a la hora en que se sacrificaban en el templo los corderos pascuales. Que los cristianos vieran después en esto algo más que una mera casualidad, que reconocieran a Jesús como el verdadero Cordero y que precisamente por eso consideraran que el rito de los corderos había llegado a su verdadero significado, todo esto es simplemente normal [...].

Jesús era consciente de su muerte inminente. Sabía que ya no podría comer la Pascua. En esta clara toma de conciencia invita a los suyos a una Última Cena particular, una cena que no obedecía a ningún determinado rito judío, sino que era su despedida, en la cual daba algo nuevo, se entregaba a sí mismo como el verdadero Cordero, instituyendo así su Pascua [...].

Una cosa resulta evidente en toda la tradición: la esencia de esta cena de despedida no era la antigua Pascua, sino la novedad que Jesús ha realizado en este contexto. Aunque este convite de Jesús con los Doce no haya sido una cena de Pascua según las prescripciones rituales del judaísmo, se ha puesto de relieve claramente en retrospectiva su conexión interna con la muerte y resurrección de Jesús: era la Pascua de Jesús. Y, en este sentido, Él ha celebrado la Pascua y no la ha celebrado: no se podían practicar los ritos antiguos; cuando llegó el momento para ello Jesús ya había muerto. Pero Él se había entregado a sí mismo, y
así había celebrado verdaderamente la Pascua con aquellos ritos. De esta manera no se negaba lo antiguo, sino que lo antiguo adquiría su sentido pleno.

El primer testimonio de esta visión unificadora de lo nuevo y lo antiguo, que da la nueva interpretación de la Última Cena de Jesús en relación con la Pascua en el contexto de su muerte y resurrección, se encuentra en Pablo, en 1 Corintios 5,7: «Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo» (cf. Meier, A Marginal Jew, I, p. 429s). Como en Marcos 14,1, la Pascua sigue aquí al primer día de los Ácimos, pero el sentido del rito de entonces se transforma en un sentido cristológico y existencial. Ahora, los «ácimos» han de ser los cristianos mismos, liberados de la levadura del pecado. El cordero inmolado, sin embargo, es Cristo. En este sentido, Pablo concuerda perfectamente con la descripción joánica de los acontecimientos. Para él, la muerte y resurrección de Cristo se han convertido así en la Pascua que perdura.

Podemos entender con todo esto cómo la Última Cena de Jesús, que no sólo era un anuncio, sino que incluía en los dones eucarísticos también una anticipación de la cruz y la resurrección, fuera considerada muy pronto como Pascua, su Pascua. Y lo era verdaderamente.



 



 

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Declaración del observador permanente de la Santa Sede en la ONU
Segundo Comité Preparatorio para la Conferencia ONU sobre Desarrollo Sostenible
NUEVA YORK, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos la declaración de monseñor Francis Chullikatt, Observador Permanente de la Santa Sede, leída en representación suya por Charles Clark, profesor de economía en la Universidad St. John, durante el Segundo Comité Preparatorio para la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible.

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Señor Presidente,

En primer lugar mi delegación quiere expresar su gratitud por la invitación realizada a la Santa Sede para participar en este Comité Preparatorio, como hizo hace exactamente 20 años, durante el cuarto Comité celebrado en marzo de 1992 antes de la Conferencia de Río donde acordamos que los seres humanos están en el centro de nuestra preocupación.

La promoción de un desarrollo sostenible es uno de los mayores retos que la humanidad afronta actualmente. Como el foro más importante de diálogo sobre cuestiones globales, las Naciones Unidas como “Familia de Naciones”, desempeñará necesariamente un papel clave en la promoción de la cooperación internacional hacia este objetivo. Estas reuniones preparatorias ofrecen a los Gobiernos y sociedades civiles una oportunidad provechosa de debatir sobre la mejor manera en la que la comunidad internacional puede alcanzar el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. Mi delegación espera que esta segunda ronda de reuniones preparatorias para la Conferencia Río +20 sobre el Desarrollo Sostenible, tenga éxito, confía en que todas las preocupaciones sean escuchadas y atendidas en el respeto mutuo y espíritu de buena voluntad, y propone su pequeña contribución con este mismo espíritu. Sobre todo, tenemos que admitir que los seres humanos deben permanecer en el centro de nuestra atención y ser la base de nuestras acciones para el desarrollo sostenible.

Aunque muchos han sugerido que este comité debería centrarse exclusivamente en “estrategias” y “mejores prácticas” y rechazar “debates teóricos”, desde el punto de vista de mi delegación sería provechoso reafirmar los principios que son necesarios para dirigir el desarrollo de estrategias y políticas no sea que nuestros esfuerzos acaben creando políticas que puedan ser perjudiciales. Esto se da cuando consideramos conceptos como la propuesta del tema de la “economía verde” como recomienda el informe del Comité. Para la consecución del objetivo de “La economía verde en el contexto de un desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza” (GESDPE), mi delegación confía en que no nos olvidemos que el propósito del desarrollo es el desarrollo humano integral y que todas nuestras estrategias y prácticas deberían ser juzgadas en base a esta norma -que los seres humanos son y deben seguir siendo nuestra principal preocupación.

Muchos años ante de la Cumbre de la Tierra, la Santa Sede pidió una nueva perspectiva del desarrollo que promoviese “un desarrollo humano auténtico” de todas las personas y de persona en su totalidad. Esta visión del desarrollo no está en oposición con el crecimiento económico y el progreso; en vez de esto, es un reconocimiento de que el crecimiento económico, si es conducido por los mercados o los Estados, no necesariamente promoverá un tipo de desarrollo digno de los seres humanos. Promover el desarrollo económico no debería ser a expensas de los pobres y marginados o de las generaciones futuras, que se define a menudo como “compromiso intergeneracional y justicia”. El bienestar de todos, especialmente de aquellos que viven en la penuria del hambre y los que están excluidos de la contribución y beneficio de la vida económica, social y política de sus comunidades, requiere que ambos, mercados y políticas de gobierno, sean dirigidas hacia el mayor objetivo del desarrollo integral humano, basado en el principio de la dignidad humana fundamental de cada persona. Con ellos, está nuestra solemne obligación de permanecer en solidaridad. Debemos trabajar juntos para asegurar que esto se incorpore al objetivo del desarrollo sostenible y al concepto de “economía verde”.

Muchas de las estrategias de desarrollo y políticas que han fracasado en la promoción del desarrollo humano integral en el pasado, lo han hecho porque los seres humanos han sido reducidos a una sombra de su humanidad. Por un lado se nos dice que el egoísmo y la codicia son los únicos controladores de la conducta humana, y que los “mercados libres” son lo que se necesita para convertir el “vicio privado en virtud pública”. Por otro lado se nos dice que la naturaleza humana es lo que la sociedad produce, dándonos una estrategia de desarrollo que se centra en estructuras e instituciones, con la esperanza de que las instituciones de derecho sean suficientes para promover el desarrollo. Cada opinión posee una parte de la verdad: los seres humanos a menudo se dejan llevar por el propio interés y las instituciones sociales forman en gran medida los comportamientos humanos y acciones, mercados y políticas de gobierno, ambos con el potencial de promover el bien común. Pero la humanidad no puede ser reducida a los egoísmos individuales o construcciones sociales. Un total entendimiento de lo que significa el ser humano también debe incluir la solidaridad básica que es una parte necesaria de nuestra humanidad, que concuerda con la dignidad fundamental de cada persona y que pide justicia. Así como necesitamos mejorar el funcionamiento de los mercados y la efectividad de las políticas de gobierno, debemos trabajar también en promover la solidaridad y la justicia social.

El desarrollo real no será y no puede ser producido sólo por cambios en estructuras o incentivos de mercado. De igual importancia es el cambio necesario en nuestros corazones y mentes así como en nuestras acciones posteriores. Benedicto XVI escribió: “el desarrollo humano integral es en primer lugar una vocación (Caritas in veritate, 11), para que el desarrollo sea significativo y sostenible tiene que haber un desarrollo humano, el desarrollo de cada ser humano en la totalidad de su humanidad, dirigido hacia el bien común. Si nuestro punto de vista de la Economía Verde en el contexto del Desarrollo Sostenible y la Erradicación de la Pobreza (GESDPE) se basa en cualquiera de los estrechos puntos de vista de personalidad, entonces las estrategias desarrolladas se centrarán sólo en “cambios estructurales y tecnológicos en las instituciones” y acabarán en el fracaso en la promoción del desarrollo humano auténtico. Los cambios estructurales y tecnológicos solo promoverán un desarrollo real si se usan para ayudar a la gente a ser más humanos. Cuando no promueven el desarrollo humano se arriesgan a convertirse en herramientas de control social y de exclusión.

La economía necesita una formación moral objetiva para poder funcionar correctamente -no de una ética cualquiera, sino de una formación moral que se base en las personas (CV45). Una economía basada en una ética centrada en las personas y una moralidad será necesaria para promover los objetivos del GESDPE, para que también se promuevan el cuidado de los seres humanos y el cuidado de la creación. Este enfoque debe reconocer que la economía empieza con varios regalos vitales: primero el don de la creación para todos los seres humanos y en segundo lugar el reparto de este don entre los seres humanos. Una economía no basada en una ética que tenga como centro las personas y la moralidad indudablemente instrumentalizará las riquezas de la tierra en beneficio de los ricos y poderosos. A su vez los indicadores sociales y medioambientales, que pueden ser importantes herramientas que ayuden a promover un auténtico desarrollo humano, en el momento de realizar estadísticas y falsos objetivos dan la apariencia de progreso pero no reflejan la realidad del verdadero progreso.

O peor, se pueden convertir en excusas por las que se sacrifiquen derechos humanos y se agreda la dignidad humana, todo desde una visión distorsionada del bien común. Si los humanos en su entera humanidad no son considerados como el objetivo definitivo del desarrollo como se acordó en Río hace 20 años, entonces nos tememos que los seres humanos serán para muchos como el primer obstáculo para el desarrollo y estamos seguros de que estos seres humanos serán: los pobres, los marginados, los que causan molestias, aquellos que no han nacido todavía y los que debido a su edad, discapacidad o enfermedad no sean capaces de defenderse a sí mismos.
Mi delegación confía en que el trabajo de este Comité establecerá el escenario para un nuevo compromiso en el desarrollo sostenible en Río +20. Puede ser una coincidencia que esta conferencia coincida con el 45 aniversario de la histórica encíclica del Papa Pablo VI “Populorum Progessio” (Desarrollo de los pueblos), considerada la carta magna del desarrollo. Esperamos que sea una llamada de atención a la gente de buena voluntad a un desarrollo humano integral que servirá de base para la paz, fundada en la justicia social y animada por la solidaridad.
Gracias, señor Presidente.

[Traducción del inglés por Carmen Álvarez]

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Intervención de monseñor Silvano María Tomasi en la ONU
La inseguridad alimentaria no es inevitable
GINEBRA, jueves 10 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso realizado por monseñor Silvano Maria Tomasi, Observador permanente de la Santa Sede en la ONU, durante la 16 Sesión del Consejo de los Derechos Humanos, sobre el tema del derecho a la alimentación.

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Señor Presidente:

El derecho al alimento es un derecho básico y está intrínsecamente unido al derecho a la vida. Casi mil millones de personas, sin embargo no disfrutan de este derecho. El desafío de la comunidad mundial es “hacer frente a uno de los retos más importantes de nuestro tiempo: liberar a millones de seres humanos del hambre, cuyas vidas están en peligro por la falta del alimento diario”.

Dos condiciones están implícitas: ha de haber alimentos seguros disponibles en cantidades suficientes; toda persona debe tener acceso a la comida. Una atención especial se debe dirigir a los 2,5 miles de millones de personas cuyo sustento diario depende de la agricultura. Entre estas poblaciones podemos encontrar a gente que sufre de desnutrición y de hambre. Existen soluciones para mejorar esta situación, pero exigen acciones decididas por parte de los gobiernos y los pueblos de los países afectados. También se espera que la comunidad internacional actúe. Mi delegación desea señalar algunas condiciones que cree necesarias para el disfrute de este derecho humano al alimento y el desarrollo de políticas de seguridad alimentarias como requisitos previos para la autosuficiencia.

Primero, es necesario reconocer y reforzar el papel central de la agricultura en la actividad económica; por lo que para reducir la desnutrición en las áreas rurales, la producción por persona debe aumentar con el fin de hacer crecer la independencia alimentaria local, regional o nacional. Para mejorar la productividad se requieren inversiones en semillas, formación, intercambio de herramientas para el cultivo y en los medios para su comercialización. También se demandan cambios estructurales de acuerdo a lo específico de cada estado. Por ejemplo debemos asegurar la pertenencia de la tierra a los granjeros, especialmente a los pequeños propietarios. El derecho consuetudinario de la propiedad de la tierra debe ser reconsiderado. Un derecho claro de propiedad da al granjero la oportunidad de usar su tierra como aval a cambio de un crédito y así realizar las inversiones necesarias.

Además, la motivación de poseer la tierra es cada vez más importante en relación con el fenómeno de apropiación de tierras. En la África Subsahariana el 80% de la tierra está ocupada por pobres que no tienen el título de propiedad. Además, el ser miembro de cooperativas y el acceso a servicios de información refuerza la productividad.

Debemos asegurarnos de que el alimento va a quien lo necesita. La actual crisis alimentaria ha demostrado que algunas regiones se enfrentan a graves carencias, y que en zonas tradicionalmente productoras de alimentos las reservas están vacías o son limitadas. Estas circunstancias implican fuertes restricciones a la ayuda alimentaria en situaciones de emergencia. La fluidez de los productos alimenticios implican diversas condiciones: que los mercados locales sean eficientes, transparentes y abiertos; la información debe fluir eficientemente; es indispensable la inversión en carreteras, transporte y almacenaje de cosechas. Las barreras a las exportaciones decididas por los estados soberanos deberían ser limitadas. Estas barreras temporales aumentan los déficits de los países importadores y provocan un fuerte aumento de los precios; finalmente, la ayuda alimentaria, que tiene un papel vital en casos de desastre no debería perjudicar a la producción agrícola local. Por ejemplo, la distribución de grandes cantidades de alimentos gratis o muy baratos puede arruinar a los granjeros de la región quienes no podrán vender sus productos durante un tiempo. De este modo, perjudicamos el futuro de la agricultura local.

Medidas adecuadas, por lo tanto, deben ser tomadas para proteger a los granjeros de la volatilidad de los precios que tiene un fuerte impacto en la seguridad alimentaria por varias razones: los altos precios hacen de los alimentos algo inalcanzable para los pobres y los bajos precios dan a los agricultores información incorrecta , después de la cosecha, sobre los semilleros necesarios para el año siguiente. Para prevenir la volatilidad de los precios o al menos minimizar su impacto, las cosechas de alimentos locales deben ser protegidas de las alteraciones de los precios internacionales. Los aranceles de las importaciones (o el ajuste cíclico del tratamiento especial y diferencial) debería tener en cuenta dos cosas, las necesidades de los consumidores pobres y el precio a pagar a los pequeños granjeros para que ellos se puedan permitir un digno nivel de vida y promover la producción. La especulación se debe limitar a los actores necesarios para el correcto funcionamiento de los mercados futuros. Los gobiernos deberían abstenerse de crear medidas que aumenten esta volatilidad, y están llamados a reconsiderar que los alimentos no pueden ser considerados una mera mercancía, objeto de especulaciones e instrumento de presión política. El establecimiento de reservas de alimentos crudos (cereales, azúcar, aceite) puede tener dos tipos de beneficios: estas reservas pueden ser vendidas a un precio asequible en caso de shock, y por otro lado, pueden tener un papel de moderador frente a la volatilidad de los precios locales.

La disponibilidad de alimentos no es factor suficiente para garantizar los alimentos a todos. La gente debe tener ingresos suficientes para comprar alimentos o los alimentos deberían tener un precio asequible a los pobres. Esto plantea la cuestión de una red de seguridad integral que puede consistir en hacer disponibles productos alimentarios a precios subsidiados para los más pobres a un nivel regional. El nivel de subsidio puede variar de acuerdo al precio de mercado de manera que el coste del alimento quede estable. Es ilusorio creer que hay “un buen precio” para el trigo o el maíz. El precio que un consumidor pobre puede pagar no corresponde a lo que un granjero africano necesita para vivir. Debemos construir mecanismos que crucen el vacío que existe entre estos dos precios y la solidaridad con los países más pobres requiere que sean financiados internacionalmente.

Un reciente desarrollo en la búsqueda mundial de la seguridad alimentaria tiene que ver con la compra o alquiler de grandes extensiones de tierra cultivable por parte de organizaciones extranjeras en países que no son los propios. Parece una condición previa razonable exigir que las personas que están en ese área sean respetadas e incluidas en el proyecto, y así el nivel de seguridad alimentaria debería aumentar. Dicho esto, la inversión en el hambre y en la agricultura es esencial para erradicar el hambre y la desnutrición.

En conclusión, señor Presidente, la inseguridad alimentaria no es inevitable, dadas las grandes áreas agrícolas y de pastoreo que pueden ser explotadas todavía. Con una acción determinada y concertada apoyada por la convicción ética de que la familia humana es una y debe avanzar en solidaridad, las poblaciones urbanas y rurales, el derecho al alimento debe ser aplicado a cada persona.

[Traducción del inglés por Carmen Álvarez]

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