ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 14 de marzo de 2011

Santa Sede

El Papa: la Iglesia no pide privilegios, sino llevar a cabo su misión

Nueva página en Facebook y Youtube dedicada a Juan Pablo II

Solidaridad para luchar contra las enfermedades infecciosas

Mundo

Obispos japoneses: “Nuestra misión es mantener viva la esperanza”

Japón: Cáritas ofrece sobre todo apoyo psicológico a los afectados

Cardenal Koch visita la Iglesia Ortodoxa Rusa

Costa Rica: obispos hablan de nuevo contra la ley de fecundación in vitro

Próxima celebración de la Jornada de los niños víctimas de la violencia

Análisis

México: Un paso adelante por la libertad religiosa

Entrevistas

Una voz del Opus Dei ante el estreno de “Encontrarás Dragones”

Foro

El Vía Crucis más grande del mundo, en la Vía de la Conciliación

Documentación

Audiencia del Papa a los representantes de los ayuntamientos de Italia

“Jesús de Nazaret” de Benedicto XVI, analizado por el cardenal Ouellet


Santa Sede


El Papa: la Iglesia no pide privilegios, sino llevar a cabo su misión
Recibe en audiencia a los miembros de la Asociación Nacional Ayuntamientos Italianos
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia no pide privilegios, sino poder llevar a cabo libremente su propia misión en conformidad con el respeto de la libertad religiosa.

Lo recordó el pasado sábado el Papa Benedicto XVI a los miembros de la Asociación Nacional de Ayuntamientos Italianos (ANCI), a quienes recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, y junto a los cuales recordó la importancia de los ayuntamientos como “expresiones de una comunidad que se reúne, dialoga y proyecta unida, una comunidad de creyentes”.

“Y está viva siempre, también hoy, la necesidad de vivir en una comunidad fraterna donde, por ejemplo, parroquia y ayuntamiento sean, a la vez, artífices de un modus vivendi justo y solidario, incluso en medio de todas las tensiones y sufrimientos de la vida moderna”, afirmó.

La multitud de los individuos, de las situaciones no son contradictorias con la unidad de la Nación italiana, que celebra en estos días su 150 aniversario, afirmó el Papa.

Unidad y pluralidad, de hecho, “son, a distintos niveles, inclusive el eclesiológico, dos valores que se enriquecen mutuamente, si son considerados en un equilibrio justo y recíproco”.

Ambos principios permiten “esta coexistencia armoniosa entre la unidad y la pluralidad son los de la subsidiariedad y solidaridad, típicos de la enseñanza social de la Iglesia”, subrayó.

“Esta doctrina social tiene como objetivo que la verdad no pertenece sólo al patrimonio del creyente sino que es racionalmente accesible para todo el mundo”, afirmó el Papa, destacando el principio de subsidiariedad, considerado como “expresión de la libertad humana inalienable”.

Cuerpos intermedios

Citando pasajes de la Caritas in Veritate, el Papa explicó qué significa la subsidiariedad dentro de la doctrina social de la Iglesia: “La subsidiariedad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios”.

“Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades”.

Como tal “es un principio particularmente adecuado para gobernar la globalización y orientarla hacia un verdadero desarrollo humano”. Subrayó.

Este principio “debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad y viceversa, porque así como la subsidiariedad sin la solidaridad desemboca en el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin la subsidiariedad acabaría en el asistencialismo que humilla al necesitado”.

En este sentido, el Papa subrayó la importancia de estos “cuerpos intermedios” en la aplicación práctica del principio de subsidiariedad.

“Estos principios son aplicados a nivel municipal, en un doble sentido: en la relación con las instancias públicas estatales, regionales y provinciales, así como en las que las autoridades municipales tienen con los cuerpos sociales y las formaciones intermedias presentes en el territorio”.

Entre estas últimas, que desarrollan actividades de relevante utilidad social, hay numerosas realidades eclesiales, las parroquias, los oratorios, las casas religiosas, los institutos católicos de educación y de asistencia, recordó el Papa.

“Auguro que estas preciosas actividades encuentren siempre un apoyo y aprecio adecuado, también en términos de financiación”, añadió.

En este sentido, quiso “afirmar que la Iglesia no pide privilegios, sino el poder desarrollar libremente su misión, como exige un efectivo respeto a la libertad religiosa”.

Por último, el Papa quiso detenerse en la importancia del concepto de ciudadanía, que se coloca “en el contexto de la globalización, que se caracteriza, entre otras cosas, por los flujos migratorios”.

Frente a esta realidad, concluyó, “es necesario saber conjugar la solidaridad y el respeto a las leyes, de manera que no se vea afectada la convivencia social y se tengan en cuenta los principios de derecho y las tradiciones culturales y también religiosas en las que tiene su origen la Nación italiana.”.


 

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Nueva página en Facebook y Youtube dedicada a Juan Pablo II
Gracias a Radio Vaticano y al Centro Televisivo Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ante la beatificación del papa Juan Pablo, que tendrá lugar el 1 de mayo, se ha lanzado en Facebook una página dedicada a él, www.facebook.com/vatican.johnpaul2.

En esta página se insertan todos los videoclips presentes en una página de Youtube dedicada también al papa Wojtyła. Los videoclips recorren el pontificado año tras año, con la voz del futuro beato y en varios idiomas. El link è www.youtube.com.giovannipaoloii.

Los audios han sido proporcionados y seleccionados por los programas lingüísticos de Radio Vaticano, sobre los que el Centro Televisivo Vaticano (CTV) ha realizado un montaje de vídeo.

El objetivo, según una nota difundida para esta ocasión, es el de diversificar los instrumentos “para dar el mayor realce posible y la máxima difusión a esta iniciativa”.

“Sabemos bien cuántas personas están emocionadas mientras se acerca la beatificación de Juan Pablo II”, explicó el padre Federico Lombardi, director de Radio Vaticano, en una entrevista concedida a la emisora pontificia.

“Por ello hemos buscado una vía más, aparte de las ya disponibles, para permitir a todas las personas interesadas retomar contacto con la figura de Juan Pablo II también a través de imágenes y palabras que fueron muy queridas en su larguísimo pontificado”.

“Este es el objetivo de abrir una nueva página específica sobre Juan Pablo II, tanto en Youtube como, en esta ocasión, también en Facebook”.

La iniciativa es fruto de la sinergia entre Radio Vaticano y el Centro Televisivo Vaticano, y ha sido concordada con el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

“Trabajamos todos por el mismo objetivo, y por ello hacemos converger nuestras iniciativas, para un fin común”, afirmó el padre Lombardi. “Estamos contentos de que todos aquellos que, también desde otros sitios, de otras páginas personales de Facebook, quieran unirse para compartir esta riqueza de imágenes y de sonidos, lo puedan hacer”.

La nueva página web es “un camino más” por el que Juan Pablo II sigue hablando a los jóvenes, añadió el portavoz vaticano.

“Creo que en la memoria de los jóvenes ha quedado muy vivo, no ha desaparecido – comentó –. Y además, nosotros creemos en su presencia espiritual eficaz, su presencia viva”.

Las redes sociales, subrayó, “se prestan a los mensajes del Santo Padre de los últimos años, que invitan a un uso positivo de estas nuevas tecnologías”, y “nos dicen que esta es una gran ocasión en la que aprovechar sus potencialidades precisamente para ofrecer esta presencia que ahora ya es más fácilmente alcanzable a través de la imagen y el sonido”.

Como subrayó el Papa Benedicto XVI en su Mensaje para la última Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, las nuevas tecnologías dan “oportunidades inéditas de establecer relaciones y de construir comunión”.

“Debemos intentar emitir una gran ola de positividad, de amistad, de valores espirituales a través de los caminos abiertos por las redes sociales”, observó el padre Lombardi. “¿Y qué más hermoso y más poderoso que la imagen y la voz de un papa que ha sido tan amado por toda la humanidad?”.


 

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Solidaridad para luchar contra las enfermedades infecciosas
Monseñor Zimowski en la Conferencia organizada por la Asociación “Giuseppe Dossetti”
ROMA, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Frente al flagelo de las enfermedades infecciosas que afectan sobre todo a los segmentos más pobres de la población, cuyo físico se ve afectado por situaciones de indigencia, son necesarias la solidaridad y la ayuda de todos.

El arzobispo Zygmunt Zimowski, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, lo recordó interviniendo en Roma en la Conferencia “La red de enfermedades infecciosas: el modelo del Lazio”, organizado por la Asociación Cultural “Giuseppe Dossetti”.

Las enfermedades infecciosas, reconoció el prelado, “constituyen hoy en el mundo, una de las mayores causas de morbilidad y de mortalidad graves, que afectan a millones de personas, en particular a los niños y a las mujeres”.

La situación, añadió, “es todavía más preocupante en los países en vías de desarrollo, donde la pobreza endémica además de otros factores determinantes hacen crecer el riesgo de contraer estas patologías”.

VIH/SIDA, tuberculosis, malaria

Entre las enfermedades infecciosas que suscitan mayor preocupación a nivel mundial, monseñor Zimowski ha citado en particular el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria.

“Para la tuberculosis existen en la actualidad fármacos eficaces y accesibles universalmente a todos, con la excepción de la tuberculosis resistente a los fármacos”, explicó.

“Pero los enfermos aquejados de VIH/SIDA incluso teniendo hoy a su disposición fármacos antiretrovirales eficaces, son pocos los que, en los países pobres, pueden acceder a ellos”.

La malaria, finalmente, “aunque diezma, cada año, más de dos millones de personas, convirtiéndose en muchos países en la principal urgencia sanitaria, todavía es una enfermedad huérfana que continua hipotecando el desarrollo socio-económico de poblaciones enteras del planeta”.

De esto, destacó, derivan “la necesidad y la urgencia de la comunidad internacional de adoptar políticas sanitarias que favorezcan el acceso universal, sobre todo para los enfermos más pobres, a los tratamientos sanitarios primarios”.

Solidaridad y acción decidida

El Consejo Pontificio para los Agentes de la Salud, recordó el arzobispo, se interesa, a través de la Fundación “el Buen Samaritano” -instituida en 2004 por Juan Pablo II- por la situación de los enfermos más pobres del mundo, facilitando a estos últimos el acceso a los fármacos para los tratamientos del VIH/SIDA, tuberculosis, malaria y otras patologías infecciosas.

“Sin embargo, las necesidades en este campo son inmensas y es necesaria la solidaridad y la ayuda de todos, en particular de los Gobiernos y de las Instituciones internacionales, para conseguir que el derecho a la salud, proclamado ya en 1948 en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, sea efectivo en beneficio de cada hombre y de todos los hombres”, reconoció monseñor Zimowski.

“Si los Gobiernos y las Instituciones internacionales juegan un papel fundamental para responder a estos retos -indicó- las Asociaciones, las Organizaciones, las Confesiones religiosas y todos los hombres de buena voluntad tienen también el derecho y el deber de dar una contribución de pensamiento, de espiritualidad y de acción caritativa en una aproximación de subsidiaridad y de solidaridad”.

Como recordó el Papa Benedicto XVI en su encíclica  Deus Caritas est, de hecho “el amor -caritas- será siempre necesario, también en la sociedad más justa. No hay ni un sólo ordenamiento estatal justo que pueda considerar superfluo el servicio del amor. Quien quiere desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto tal”.

Alimentación

Por lo que respecta a al alimentación, prosiguió el presidente del dicasterio vaticano, “el mundo continua viviendo, desgraciadamente, dos situaciones paradójicas”.

Por un lado, de hecho, “muchas son las personas que enferman hoy porque tienen una alimentación desequilibrada, capaz de generar patologías, entre las que destacar la diabetes, enfermedades cardiovasculares..” por otro “hay poblaciones enteras a las que le faltan géneros alimentarios de primera necesidad determinando situaciones de nutrición insuficiente e inadecuada que son el origen de diversas patologías”.

“Preocupante es también la conducta de algunos sujetos, sobre todo jóvenes, afectados de bulimia y anorexia, una verdadera alarma para las familias y para toda la colectividad”, indicó.

Enfermedades raras

Hablando de enfermedades raras, monseñor Zimowski ha reconocido que “detrás de cada situación de enfermedad se encuentra una persona de carne y hueso, con una dignidad y un derecho inalienable a la tutela de su salud”.

“No se puede, por tanto, recurrir a las cuestiones de los números para justificar la intervención o no de los sistemas sanitarios a favor de personas afectadas por enfermedades raras”, destacó.

“Incluso en el caso de que sólo existiese una, tendría el mismo derecho de ser asistida y tratada del modo más adecuado”.

El prelado concluyó su discurso exhortando en este periodo cuaresmal a no olvidar las palabras de Jesús: “Estuve enfermo y me visitásteis” (Mt 25,36).

 

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Mundo


Obispos japoneses: “Nuestra misión es mantener viva la esperanza”
Piden las oraciones de los cristianos de todo el mundo
TOKIO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Tras el terrible terremoto y el tsunami que han devastado Japón, todos, empezando por la Iglesia católica, están trabajando para llevar ayuda a las víctimas de la tragedia.

En este contexto, los obispos japoneses quieren estar en primera línea para “mantener viva la llama de la esperanza”, afirmó a la afencia vaticana Fides monseñor Martin Tetsuo Hiraga, obispo de Sendai, la diócesis más afectada.

“La situación es muy difícil. Aún no podemos comprender la magnitud del desastre”, confesó. “las noticias son fragmentarias. Mi diócesis es muy grande y abarca cuatro prefecturas civiles, a lo largo de 500 km de costa, en el norte de la isla de Honshu, la más grande del archipiélago japonés. El tsunami ha afectado a más de 300 km de costa”.

“No sabemos aún cuántas personas han muerto ni cuantos son los desaparecidos y los desplazados. No sabemos si entre estos hay fieles católicos”, reconoció el prelado.

Dada la incertidumbre, “es aún difícil decir qué se puede hacer, cómo ayudar”. “La gente está agotada y desorientada. El impacto material y emotivo sobre la sociedad ha sido muy fuerte”.

“Están llegando autos y voluntarios de todo el Japón. Se necesita la unidad y la buena voluntad de todos”, añadió.

“Nosotros, los católicos de la diócesis de Sendai, somos poco más de diez mil, un pequeño rebaño. Pero seguimos rezando por las víctimas y haremos lo posible para llevar alivio, para dar testimonio, en este momento de sufrimiento, del mensaje de amor de Cristo”.

Los obispos japoneses, explicó monseñor Hiraga, se encontrarán este miércoles en Sendai para decidir qué estrategia adoptar.

“Debemos aconsejarnos sobre cómo actuar. Mientras tanto confiamos en Dios y pedimos la oración de todos los cristianos del mundo”.

“Hemos recibido el mensaje del Santo Padre y le damos gracias por sus palabras, que nos infunden valor y esperanza. Hoy esta es nuestra misión específica: ayudar a la nación a volver a elevar los ojos al Cielo, y a mantener viva la llama de la esperanza”.

La diócesis de Sendai tiene oficialmente 10.944 bautizados, que representan el 0,15% de la población (más de 7,2 millones) del territorio.

Tiene 53 parroquias y 13 casas misioneras, servidas por 27 sacerdotes diocesanos y 19 sacerdotes religiosos, 5 religiosos legos y 262 monjas.

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Japón: Cáritas ofrece sobre todo apoyo psicológico a los afectados
Entre los fallecidos por el tsunami, un misionero canadiense
TOKIO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Cáritas japonesa ha lanzado una campaña de donativos a nivel nacional, y está trabajando junto a las diócesis para apoyar a los afectados por el terremoto y el tsunami.

Lo explicó hoy Caritas Internationalis en un comunicado, en el que explica que esta institución “está en contacto con la diócesis de Sendai, una de las áreas más afectadas”, y que se está preparando para ayudar “a quienes no tienen acceso a los servicios públicos”.

Cáritas Japón “no pretende poner en marcha una operación a gran escala ante este desastre”, aclaró la organización, sino que “trabajará juntamente con las diócesis afectadas y otras organizaciones para ayudar a los marginados afectados por este desaste”.

Otro de sus objetivos es “concentrar los esfuerzos mayormente en la fase de rehabilitación, concentrándose en dar ayuda psicológica y moral” a los más afectados por la catástrofe.

Misionero canadiense

Por otro lado, la Sociedad para las Misiones Extranjeras ha confirmado la muerte en el terremoto de uno de sus miembros, un sacerdote canadiense que trabajaba en Japón desde hace cincuenta años.

Se trata del padre André Lachapelle, nacido en Quebec, que se encontraba en Sendai cuando tuvo lugar el terremoto. Al sobrevivir a esta tragedia, se apresuró a tomar el coche para regresar a su casa, que se encontraba a una media hora del lugar.

“Dejó Sendai y el Señor le vino a buscar mientras se dirigía a Shiogama”, afirmó el padre Gilles Dubé, secretario general de la Sociedad de las Misiones Extranjeras, en un comunicado.

“André deseaba sin duda unirse a sus parroquianos para acompañarles en este momento de prueba. Pero la ola se tomó precisamente media hora para golpear las costas después del terremoto. El tsunami le atrapó en el camino. Su cuerpo fue encontrado por la policía, que se puso en comunicación con la embajada de Canadá, en Tokio. Ésta es la que nos ha comunicado la noticia”, añade por su parte el padre Eloy Roy, misionero de esa misma familia religiosa en Japón.

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Cardenal Koch visita la Iglesia Ortodoxa Rusa
Destaca la importancia del diálogo de amor
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El pasado sábado, el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos empezó una visita a la Iglesia Ortodoxa Rusa de gran importancia ecuménica.

El cardenal Kurt Koch comenzará en Moscú el viaje que terminará el jueves, y que incluirá visitas a importantes lugares de culto de la Iglesia ortodoxa rusa.

El cardenal, acompañado por el padre jesuita Milan Zust, se encontrará con la comunidad católica y celebrará la Misa en la catedral de la Madre de Dios de Moscú.

En una entrevista en Radio Vaticano, el cardenal Koch dijo que sobre todo, se trata de “mantener contactos con el Patriarcado de Moscú”.

Destacó que tendrá audiencia con el Patriarca Kirill y encuentros con el metropolita Hilarion Alfeyev, que es presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado.

“Para mí es extremadamente importante, después de la visita que realicé el pasado noviembre en Constantinopla, establecer relaciones personales”, dijo el prelado. “De hecho, en la totalidad del diálogo con los ortodoxos, el diálogo del amor supone siempre un diálogo de la verdad”.

Hablando sobre la historia del diálogo católico-ortodoxo, el cardenal dijo que “por nuestra parte fue la fuerte defensa del Papado, mientras que por su parte fue el fuerte desarrollo de autocefalia; un mayor desarrollo consiste, obviamente, en el hecho de que gran parte de los ortodoxos actuales vive en la diáspora en Occidente”.

Añadió: “debemos analizar juntos estos nuevos acontecimientos, para poder alcanzar el objetivo final del diálogo, literalmente una comunidad eclesial completa”.



 


 

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Costa Rica: obispos hablan de nuevo contra la ley de fecundación in vitro
Subrayan también la importancia de la pastoral vocacional
SAN JOSÉ, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos en su CI Asamblea Plenaria, celebrada del 7 al 11 de marzo, en el marco del Año Jubilar por el 375 aniversario del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona del país centroamericano. Tres son los principales temas del mensaje final: los seminaristas, la ley de fecundación in vitro y el papel de la mujer en la Iglesia y la sociedad.

El pasado 24 de febrero, en la Asamblea Legislativa de Costa Rica, recuerdan los obispos, se aprobó la creación de una comisión especial que estudie y dictamine el proyecto de Ley Nº 17900 sobre fecundación in vitro y transferencia embrionaria, abriéndose un nuevo capítulo en esta historia.

Aunque dicha comisión especial "no ha considerado necesaria nuestra participación --denuncian los obispos--; nosotros, quienes por nuestra tarea pastoral estamos llamados a discernir y acompañar las realidades y los acontecimientos presentes, insistimos en realizar un aporte a la discusión legislativa desde el rico acervo de la antropología cristiana, de la Ética y del Magisterio Eclesial; con la certeza de que, estos valores y principios, compartidos por la inmensa mayoría de los ciudadanos costarricenses, deben ser atendidos y considerados en este delicado proyecto".

Aunque, la fecundación in vitro es, frecuentemente --añaden--, "presentada a la opinión pública como la 'última oportunidad' para las mujeres que sufren esterilidad; quienes la promueven ocultan que, dicha técnica, consiente que seres humanos, en el estado más débil y más indefenso de su existencia, sean seleccionados, abandonados, asesinados o utilizados como material biológico".

Para el abordaje de este tema, la Iglesia presentó como criterio básico que "el fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual".

El ser humano, recuerdan los obispos, debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción.

"Sabemos --reconocen- que la enseñanza de la Iglesia es descalificada por algunos sectores y que, incluso, se le acusa de resistirse al progreso de las ciencias e ignorar los derechos de los esposos. Nada más lejos de la realidad. El verdadero sentido de la ciencia es el servicio a la vida humana: Es preciso decir con fuerza que el ser humano no puede ni debe ser sacrificado jamás a los éxitos de la ciencia y de la técnica".

Vocación y seminario

Recuerdan los obispos que han venido impulsando un proceso de reflexión orientado, sobre todo, a la Familia y la Juventud, y que tiene como propósito reforzar criterios pastorales comunes que desemboquen en acciones concretas en favor de estos importantes ámbitos.

En este sentido, citan a Padre Benedicto XVI en sus palabras a los costarricenses: “Mucho contribuirá el afianzamiento en la sociedad de un pilar tan sustancial e irrenunciable como la estabilidad y unión de la familia, institución que está sufriendo, quizás como ninguna otra, la acometida de las transformaciones amplias y rápidas de la sociedad y de la cultura”.

La familia, decía entonces el Papa, “no puede perder su identidad genuina, pues está llamada a ser vivero de virtudes humanas y cristianas, en donde los hijos aprendan de sus padres de forma natural a respetarse y comprenderse, a madurar como personas, creyentes y ciudadanos ejemplares”.

“Por consiguiente, nada de cuanto favorezca, tutele y apoye la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer será baldío. En este sentido, la Iglesia no se cansará de alentar especialmente a los jóvenes, para que descubran la belleza y grandeza que entraña servir fiel y generosamente al amor matrimonial y a la transmisión de la vida".

Los prelados se congratulan de la reciente celebración en su país el mes pasado del II Congreso Latinoamericano Continental de Vocaciones, con quinientos participantes. Sin duda, afirman, "este encuentro viene a fortalecer nuestro compromiso pastoral por la animación vocacional en todas las diócesis de Costa Rica".

Por ello, afirman que el Espíritu Santo "sigue suscitando en la Iglesia diversidad de ministerios, ejercidos también por laicos, capaces de rejuvenecer y reforzar el dinamismo evangelizador" por lo que desean "dar a la pastoral vocacional el puesto prioritario que tiene en la pastoral de conjunto y, específicamente, en la pastoral juvenil y familiar".

En este sentido, el seminario nacional Nuestra Señora de los Ángeles ha dado la bienvenida este año a 53 jóvenes seminaristas que inician un proceso de formación y discernimiento de su vocación. Son ya 172 los muchachos que, experimentando un llamado a la vida sacerdotal, y acompañados por un cualificado equipo de formadores, asumen el reto de madurar las virtudes, humanas y cristianas, comunes a todo discípulo de Jesús y, en especial, de los futuros pastores.

Dignidad de la mujer

Respecto al Día Internacional de la Mujer, los obispos dieron "gracias al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo". El mismo, a su vez, añaden, “se convierte en un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que representan en la vida de la humanidad", pero más allá del reconocimiento, como Iglesia, "esta celebración nos compromete a trabajar para que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad", subrayan.

Lamentan en este sentido "que innumerables mujeres de toda condición no sean valoradas en su dignidad, queden con frecuencia solas y abandonadas, no se les reconozca suficientemente su abnegado sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado y educación de los hijos, ni en la transmisión de la fe en la familia”.

En particular, denuncian la "creciente violencia que se manifiesta en diversas formas, como son, la agresión psicológica, física o el asesinato".

"Y ya que, es imposible imaginar una Iglesia sin la aportación femenina --recuerdan--; hacemos llegar un especial saludo a todas las religiosas, catequistas, laicas comprometidas, y demás mujeres católicas que con su testimonio, trabajo, paciencia, ternura y comprensión, contribuyen, en modo único, a manifestar el verdadero rostro de la Iglesia, esposa de Cristo y madre de los creyentes".

Respecto al conflicto fronterizo con Nicaragua, manifiestan su "ardiente preocupación por la tensión en las relaciones entre los gobiernos de ambas naciones debido al dragado del río San Juan y la presencia de tropas militares nicaragüenses en la isla Calero".

Con esperanza, en comunión espiritual con su pueblo, afirman haber recibido la resolución con la cual la Corte Internacional de Justicia, "a la vez que concede a Costa Rica las principales medidas provisionales solicitadas por nuestro gobierno --mientras se emite el fallo definitivo- marca el derrotero para que sean el derecho, la razón, la hermandad de nuestros pueblos y el rechazo a los horrores de la guerra, los principios que alienten la resolución del conflicto".

Al mismo tiempo que exhortan al Gobierno de Costa Rica a continuar el camino que exige su tradición civilista, apoyan los esfuerzos que ambos gobiernos realicen por el cumplimiento de las disposiciones de la Corte Internacional de Justicia y reiteran su llamamiento al pueblo costarricense a unirse en torno a suss valores más profundos: la paz, la civilidad, la fraternidad y el respeto a la vida pues, “la violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas; acumular odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes”.

Expresan su especial agradecimiento a Dios al celebrar, el quinquagésimo aniversario de la erección de la diócesis de Tilarán-Liberia, el próximo 22 de julio. Hacen llegar un fraternal saludo a monseñor Héctor Morera, obispo emérito, a los sacerdotes, comunidades religiosas y fieles de esa comunidad eclesial y, en comunión con monseñor Vittorino Girardi se unen a la acción de gracias por los frutos espirituales alcanzados en estos años de evangelización.

Firman los obispos de Costa Rica: Hugo Barrantes arzobispo de San José de Costa Rica y presidente de la Conferencia Episcopal (CEC); Guillermo Loría de San Isidro de El General, vicepresidente de la CEC; Óscar Fernández de Puntarenas, secretario general de la CEC; José Rafael Quirós de Limón; tesorero de la CEC; Vittorino Girardi de Tilarán-Liberia; Osvaldo Brenes de Ciudad Quesada; José Francisco Ulloa de Cartago; Ángel San Casimiro de Alajuela.


 

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Próxima celebración de la Jornada de los niños víctimas de la violencia
El tema de este año es “¡Hemos vuelto a encontrar la vida!”
ROMA, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Como cada año desde 1995, la asociación italiana Meter, fundada y dirigida por el sacerdote Fortunato Di Noto, y que se dedica a luchar contra la pedofilia, celebra del 25 de abril al primer domingo de mayo la Jornada nacional de los niños víctimas de la violencia, de la explotación y de la indiferencia (GBV).

La GBV – que desde 2002, a petición institucional y eclesial, se ha convertido en una cita y un fuerte llamamiento para la Iglesia, la sociedad civil y las instituciones políticas y culturales, tanto en Italia como en el extranjero – quiere no sólo sensibilizar sobre el problema de la pedofilia, sino también alimentar una lógica evangélica de proximidad y ayuda a las fragilidades humanas, es decir, a una pedagogía del amor: desde el amor se puede revivir, y en el amor se vuelve a encontrar la razón humana y de fe para reemprender los caminos interrumpidos.

La Jornada, que este año lleva por lema “¡Hemos vuelto a encontrar la vida!”, se celebra mediante dos momentos fundamentales: el primero conmemorativo, con oraciones y reflexiones; el segundo, estará dedicado a los niños y a las familias a través de actividades y encuentros de reflexión e información.

El objetivo de este año, según una nota de la asociación, es el de “mostrar la acogida que Meter ha realizado hacia los pequeños y los excluidos: la cruz, el sufrimiento no son el final de toda esperanza, sino que, en la fe, representan la fuente de vida y de resurrección”.

“Recordamos – afirma la nota – con inmensa gratitud y alabanza al Señor, el 'saludo especial' que el año pasado Benedicto XVI dirigió en el Regina Coeli por la Jornada de los niños víctimas, así como la apremiante llamada a los educadores y a cuantos se ocupan de la infancia a tutelar a los menores en dificultad y a sus familias. El mensaje puntual del Presidente de la República Italiana Giorgio Napolitano ha subrayado también el empeño de toda la sociedad civil por la defensa del bien precioso de los pequeños ciudadanos”.

“Hay un universo de sufrimiento en el que acaban millones de niños – prosigue el comunicado; pero hay también un universo de sufrimiento redimido, acogido, curado, donde el poder del Amor de Dios, a través de una humanidad no resignada al mal, lleva a cabo caminos 'samaritanos' para 'curar y reencontrar la vida'”.

Meter, a través de su centro de escucha y de acogida, ha atendido y ayudado de forma concreta a más de mil niños junto con sus familias; ha denunciado más de 250.000 sitios pedopornográficos, combatiendo de esta forma el peligroso fenómeno de la pedocriminalidad; se ha reunido con miles de familias, de jóvenes, de adultos y de niños, anunciando una consigna de Jesús: “lo que hagáis a uno de estos pequeños me lo hacéis a mí”.

En la celebración de este 15° aniversario, se han organizado una serie de iniciativas, La Jornada estará abierta a organizaciones de todo el mundo, tanto eclesiales como no, de lengua inglesa, francesa, alemana portuguesa, española y árabe.

La asociación Meter invita por tanto a “difundir esta iniciativa en las diócesis, en las parroquias, entre las asociaciones católicas y laicas, en las familias, en las escuelas de todo tipo y grado, en las Universidades, en los centros culturales y de reunión”.

“La humanidad de los pequeños y de los débiles, herida y 'resucitada', necesita de nuevo palabras de esperanza y de consuelo. Os pedimos que alentéis a todos los cristianos y las personas de buena voluntad a no permanecer indiferentes frente al 'grito silencioso' de dolor elevado por los niños víctimas de abusos y abandonados a sí mismos en el mundo”.

“Todos tenemos el deber urgente de intervenir”, concluye la nota.

Además, el 16 marzo a las 11,30 h. en Roma, en la Sala Marconi de Radio Vaticano, se presentará el Informe 2010 sobre la pedofilia y la pedopornografía online realizado por la asociación Meter.

Para la ocasión estarán presentes: Fortunato di Noto, el director de la Sala de Prensa vaticana, padre Federico Lombardi, y el director nacional Antonio Apruzzese, del Servicio de la Policía Postal y de las Comunicaciones en Italia.

Para más información y adhesiones, consultar la página de la Asociación, www.associazionemeter.org; e escribir al mail segreteria@associazionemeter.org


 

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Análisis


México: Un paso adelante por la libertad religiosa
Habla sobre la reforma constitucional un experto en Ciencias Politicas
QUERÉTARO, lunes 14 de febrero de 2011 (ZENIT.org / El Observador).- El martes pasado, el Senado de la República acordó una serie de modificaciones al texto constitucional mexicano, que fueron consideradas como muy positivas por la Conferencia del Episcopado Mexicano ya que abren el camino hacia un verdadero respeto de los derechos humanos de las personas, sintonizan a México con los acuerdos internacionales en materia de protección a la vida y dan certidumbre al derecho humano fundamental de la libertad religiosa.

Sin embargo, muy poco, prácticamente nada, se ha comentado al respecto en los medios de comunicación de México. Por tal motivo, ZENIT-El Observador ha entrevistado al doctor en Ciencias Políticas Francisco Porras, quien es coordinador de la División de Ciencias Sociales y Jurídicas del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV), con sede en Querétaro.

--¿Cuáles son –en esencia- las reformas constitucionales recientemente realizadas en el Senado?

Francisco Porras: Las reformas constitucionales aprobadas en el Senado mexicano el pasado martes 8 de marzo, son el resultado de un proceso de cerca de dos años de duración, en el cual también participó la Cámara de Diputados. En esencia, la reforma modificó el texto de diez artículos constitucionales para reconocer de una manera explícita los derechos humanos de los mexicanos y de los extranjeros que se encuentren en nuestro territorio.

--¿Qué camino han seguido estas reformas?

Francisco Porras: Los cambios más importantes se han dado en el Título Primero, Capítulo I, que ha dejado de llamarse “De las Garantías Individuales”, para pasar a ser “De los Derechos Humanos y sus Garantías”. Específicamente, el Artículo Primero substituyó el término “individuo” por el de “persona”, declarando que “todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte...” La mención explícita de los tratados internacionales es un cambio muy importante, pues implica que los derechos fundamentales que se encuentran reconocidos en ellos también deben ser “promovidos, respetados, protegidos y garantizados” por las autoridades mexicanas.

El Artículo Tercero se modificó para incluir que la educación que imparta el Estado Mexicano “fomentará...el respeto a los derechos humanos”; los nuevos textos de los artículos 11, 15 y 33, reconocen los derechos humanos de extranjeros que se encuentren en nuestro territorio, incluyendo el derecho de asilo. En la misma línea, el artículo 18 declara que el sistema penitenciario debe organizarse “sobre la base del respeto a los derechos humanos”. El 8º establece que el Presidente de la República debe dirigir la política exterior de México incluyendo “el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos”. Los artículos 102 y 105 modifican algunos procedimientos relacionados con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Finalmente, y también muy significativamente, el artículo 29 define algunos derechos humanos que no pueden ser suspendidos o restringidos por el Presidente. Como sabemos, la Constitución permite al Presidente en casos de guerra y emergencia muy grave, suspender el reconocimiento y ejercicio de las garantías individuales. Sin embargo, la reforma aprobada por el Senado establece que nunca se podrán suspender o restringir derechos fundamentales de las personas, entre los que se encuentran los derechos a “la no discriminación, al reconocimiento de la personalidad jurídica, a la vida, a la integridad personal, a la protección de la familia, al nombre, a la nacionalidad, los derechos de la niñez, los derechos políticos; las libertades de pensamiento, conciencia y de profesar creencia religiosa alguna...la prohibición de la pena de muerte; la prohibición de la esclavitud... ”

--Como dice el comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano, ¿son estas reformas un avance en la promoción y respeto de los derechos humanos en México?

Francisco Porras: En el CISAV pensamos que esta reforma constitucional es la más importante en materia de derechos humanos de las últimas décadas. Como dice el comunicado de la Conferencia del Episcopado, la reforma tiene un sentido humanista, pues eleva los derechos humanos al máximo grado de reconocimiento legal en México. En concreto, la reforma de los artículos 1 y 29 marca el rumbo para el reconocimiento de la libertad religiosa, y la protección de la vida, la persona y la familia en línea con la Declaración Universal de Derechos Humanos y de la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos. Ahora, lo importante es que nuestros legisladores, políticos y funcionarios inicien el proceso de adecuación de toda la normatividad nacional a estos cambios constitucionales.

--¿Qué dificultades enfrenta la libertad religiosa en México?

Francisco Porras: De acuerdo a varios reportes internacionales, México enfrenta actualmente problemas relacionados con restricciones gubernamentales y la presencia de hostilidades sociales. A diferencia de otros países, en México se reconocen las libertades de pensamiento, creencia y culto, lo que no es lo mismo que la libertad religiosa. La libertad religiosa implica el ejercicio efectivo del derecho de asociarse y manifestarse públicamente, a través de obras sociales, educativas, caritativas y medios de comunicación, teniendo como único limitante el bien público. Sin embargo, nuestras leyes y reglamentos actuales presuponen que la religión es un asunto privado. Al mismo tiempo, esto está acompañado por un ambiente social y cultural que es muy crítico a la participación activa de los creyentes en la vida pública del país.

--El CISAV, ¿va a dar seguimiento, en los sucesivo, a la candente cuestión planteada por Benedicto XVI sobre la libertad religiosa, misma que llamó el Santo Padre uno de los caminos que el mundo tiene que seguir para construir la paz?

Francisco Porras: Sí; en la División de Ciencias Sociales y Jurídicas –que un servidor coordina-- hemos establecido una línea de investigación sobre Derecho, Persona y Sociedad que trata estos temas. En el futuro esperamos que esta línea de trabajo produzca publicaciones, diplomados y programas docentes sobre estos temas que, en México, prácticamente nadie se está ocupando de ellos. 

Por Jaime Septién

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Entrevistas


Una voz del Opus Dei ante el estreno de “Encontrarás Dragones”
Entrevista a Marta Manzi sobre la presentación del film de Roland Joffé
ROMA, lunes, 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El 25 de marzo se estrena en España (en mayo en los Estados Unidos) la película “Encontrarás Dragones”, en la que san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, se convierte en uno de los personajes principales de un filme ambientado en buena parte durante la guerra civil española.

Después de haber entrevistado al director, Roland Joffé (que ha dirigido películas como “La Misión”, “Los gritos del silencio” o “La ciudad de la alegría”), ZENIT ha querido saber cuál es el parecer del Opus Dei sobre esta producción.

Para ello, hemos entrevistado a Marta Manzi, que trabaja desde 1992 en el Departamento de Comunicación del Opus Dei en Roma, donde se ocupa de las relaciones con medios internacionales.

Madre de siete hijos, es también profesora de “Antropología de la diferencia” en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Atenta a las novedades del séptimo arte, colabora con una productora italiana en el análisis de guiones cinematográficos.

¿Le ha gustado “Encontrarás Dragones? ¿Cuál ha sido su primera reacción ante una película que presenta al fundador del Opus Dei entre sus personajes principales?

Marta Manzi: He aprendido mucho de la mirada lúcida con que un cineasta que se declara no creyente trata cuestiones relacionadas con la fe cristiana y, de modo más específico, con la vida de San Josemaría y los orígenes del Opus Dei. Joffé expresa de forma artística realidades espirituales profundas.

Desde el punto de vista del cine, pienso que es una película rica en contenidos y emociones. El guión de Roland Joffé habla a todos: a través de las vidas paralelas de Josemaría Escrivá (Charlie Cox) y Manolo Torres (Wes Bentley), captura la atención e interpela sobre asuntos como el amor, la paternidad, la posibilidad de dar un rumbo diverso a tu vida y, sobre todo, un tema que me parece novedoso en la narrativa actual: el perdón. Plantea tantas cuestiones que, una vez acabada la proyección, se mantiene viva en la memoria.

Como persona que trata de comunicar la realidad del Opus Dei, me digo: ahora me toca a mí completar el cuadro, y facilitar un conocimiento directo del santo real y de su mensaje.

--¿Hasta qué punto es fiel a la realidad el retrato que hace Roland Joffé sobre San Josemaría?

Marta Manzi: El film, en mi opinión, da un rostro convincente a ese sacerdote que yo he visto en sus primeros escritos de juventud, como “Camino” y “Santo Rosario”. Con su aproximación artística, Joffé me ayuda a ver de un modo nuevo el mensaje que procuro vivir desde hace 40 años.

--Entonces, ¿va a colaborar la Obra en la difusión de “Encontrarás Dragones?

Marta Manzi: Sé que los productores la están mostrando a obispos, sacerdotes y líderes de opinión, que aprecian su mensaje sobre la fuerza renovadora del perdón y la imagen que transmite del sacerdocio, y la recomiendan a otros; y también -por supuesto- a personas de la Obra, y a numerosas instituciones sociales y educativas que se inspiran en el mensaje de San Josemaría. A la gran mayoría les ha gustado mucho y la están promoviendo con presentaciones, proyecciones, debates sobre el film y otras iniciativas. Pero quizá haya otros miembros del Opus Dei que se esperaban otra cosa de la película: probablemente, habrá tantas opiniones y actitudes ante el film como personas hay en la Obra.

--Desde su punto de vista, ¿se puede afirmar que la parte referida a San Josemaría es históricamente comprobable?

Marta Manzi: La mayoría de hechos narrados sobre San Josemaría corresponden a episodios documentados y por tanto comprobables; al mismo tiempo, es claro que algunas de las situaciones y varios de los personajes con que interactúa son recreaciones del director y guionista.

No es fácil retratar a una persona en dos horas de película, y por eso es necesario tomarse licencias artísticas. Le pongo un ejemplo: el joven Josemaría no acompañó en la muerte al judío Honorio que aparece en el film (Derek Jacobi), pero sí está muy documentado que asistió en la muerte a numerosos enfermos en los hospitales y suburbios de Madrid; además, las palabras que el joven sacerdote dice a Honorio, son muy parecidas a las que dirigió a judíos que encontró en sus viajes de catequesis por países de América: “yo amo mucho a los hebreos – solía decir, por ejemplo – porque amo a Jesucristo con locura, que es hebreo”. Se nota que detrás de cada escena hay abundante trabajo de documentación por parte del director y guionista.

El mismo Joffé ha dicho que ha tratado de reflejar el alma y el ethos de Josemaría, y no tanto la historia cronológica, aunque de hecho la respeta en sus líneas principales.

--Usted ha conocido personalmente al fundador del Opus Dei: ¿qué recuerdos le ha traído el Josemaría interpretado por Charlie Cox?

Marta Manzi: Me impresiona que un actor inglés de 28 años me haga recordar a la persona que conocí a finales de los sesenta. Aparte de rasgos externos, como la mirada o la sonrisa, refleja acertadamente su carácter recio y amistoso. Y su naturalidad: cuando estabas con él, te sentías como un hijo con su padre. Era poco dado a las solemnidades; no lo veías como “el fundador”, sino como un sacerdote que te escuchaba, que bromeaba, hablaba de Dios y era cercano, como también se ve en la película.

En 1970, junto a mi marido, le pedí consejo sobre un dilema personal: dedicarme de lleno a la familia o continuar con la carrera en la universidad. Me contestó sonriendo, en tono de simpática reprimenda: “vosotros, italianos, a veces, queréis que el cura os dé la respuesta a todo, y éste sacerdote no te la va a dar, porque ciertas cuestiones competen sólo a marido y mujer, y a nadie más”. Amaba la libertad, y que cada uno pechara con su propia responsabilidad. Recordé este episodio al ver la respuesta que da, en la película, cuando algunos jóvenes le piden una orientación política, y él se la niega, y les anima a usar el cerebro que Dios les ha dado.

--En la película, San Josemaría ayuda a superar los conflictos y odios del momento, durante la guerra española, cosa que no debió ser fácil, teniendo en cuenta la persecución a que estaban sometidos los sacerdotes y religiosos.

Marta Manzi: Creo que el film de Joffé refleja la experiencia de Josemaría Escrivá durante la guerra civil en España: un profundo dolor por los ataques a sacerdotes, religiosos y cristianos comunes que sufrieron persecución, junto a una conciencia viva de que ni siquiera en esas circunstancias trágicas se podía dar paso al odio o a la venganza.

Tras la experiencia de la guerra, San Josemaría escribió: “No levantes jamás una cruz sólo para recordar que unos han matado a otros. Sería el estandarte del diablo. La Cruz de Cristo es callar, perdonar y rezar por unos y por otros, para que todos alcancen la paz”.

Numerosos son los testimonios escritos de esa época que muestran como su predicación mantuvo siempre una actitud de perdón y de acogida a todas las personas. A los jóvenes que le siguieron en aquellos años no les ofrecía un programa de reformas sociales o políticas. Algunos no entendieron esta actitud y lo dejaron.

--¿Cuál ha sido la relación del Opus Dei con los realizadores del film? ¿Han colaborado con ellos? ¿Ha habido alguna participación económica de la Prelatura?

Marta Manzi: En 2007 y 2008, el director y los productores de esta película vinieron varias veces a Roma, para buscar asesoramiento histórico, hablar con personas que conocieron a San Josemaría, visitar los lugares donde vivió, etc. Desde la oficina de comunicación se les ayudó en todo lo que se pudo, como solemos hacer con quien se toma la molestia de acudir a las fuentes. Desde entonces, les hemos facilitado fotografías, material audiovisual y otros documentos; y hemos procurado responder a todas sus preguntas.

En cuanto a la financiación, los productores han dicho que han reunido a varias empresas televisivas y un fondo de capital riesgo con algo más de cien inversores, entre los que se encuentran algunas personas del Opus Dei, como ellas mismas han contado, y algunos que no son creyentes, como el mismo Joffé. La Prelatura no participa en este tipo de proyectos: las personas de la Obra que han participado en él, actúan a título personal, profesional.

--Hay quien ha interpretado esta película como una respuesta al Código da Vinci. ¿Hay algo de cierto en ello?

Marta Manzi: Habría que preguntarlo a Roland Joffé y a los productores. Por parte de la Oficina de comunicación del Opus Dei, el “Código Da Vinci” nos llevó a desarrollar una amplia acción informativa que dimos por cerrada en 2006: tratando de no perder el buen humor, se procuró aclarar la confusión sembrada sobre la Iglesia católica, sobre la persona de Cristo y sobre el Opus Dei.

--¿Piensa que la película gustará a personas no católicas o no creyentes?

Marta Manzi: Hay mensajes y personas que, precisamente por ser católicas, son universales. Pienso ahora en Juan Pablo II: dentro de poco -en su próxima beatificación- veremos una manifestación impresionante del impacto positivo de los santos en la vida de muchas personas.

En mi opinión una película como ésta puede tocar muchos corazones porque afronta temas que no son propios de creyentes o no creyentes, de izquierdas o derechas: el dolor, el mal, la soledad, el rechazo... son temas que nos afectan a todos.

--¿Qué le aconsejaría a una persona que oye hablar por primera vez de San Josemaría y que desee hacerse una idea real?

Marta Manzi: Le aconsejaría en primer lugar el encuentro directo con sus homilías y con sus libros de meditación como “Camino”, “Surco” y “Forja”; a través de ellos muchas personas se han acercado a Jesucristo. Y le animaría a visitar la páginawww.josemariaescriva.info, en la que encontrará muchos recursos. También existe un canal con vídeos: www.youtube.com/josemariaescriva.

Por Jesús Colina

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Foro


El Vía Crucis más grande del mundo, en la Vía de la Conciliación
Contraste sublime con una exposición “muy original” en Florencia
ROMA, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Si sólo los testaferros ateos Richard Dawkins y Christopher Hitchens hubieran vivido en Roma, habríamos tenido diversión cuaresmal observando sus rabietas durante los siguientes cuarenta días.

Ver a los romanos acudir a las calles para ver a Benedicto XVI dirigir las estaciones del Via Crucis en el Coliseo el Viernes Santo habría puesto sus pelos de punta, pero la vista de las estaciones organizadas a lo largo de la Vía de la Conciliación habría hecho explotar sus cabezas.

La Vía de la Conciliación – abierta por Benito Mussolini en 1929 para celebrar los Pactos de Letrán de ese mismo año, que vieron como Italia y la Santa Sede reconocían su soberanía mutua – es la calle principal que conduce a la Basílica de San Pedro. Todo el que ha visitado Roma recordará la vista impresionante que aparece al girar la esquina desde el río Tíber y ver la plaza, la basílica y la cúpula que se alzan con altanería al final de la calle.

Diseñada para destacar el espíritu de cooperación entre el Estado Italiano y la Santa Sede, la calle tiene la mezcla típica romana de lo sagrado y lo profano, desde el servicio a los peregrinos hasta la editorial Chaos especializada en las conspiraciones y escándalos vaticanos.

Pero esta semana, la gran avenida del Vaticano está tomando otro aspecto, el de Via Crucis. Catorce estaciones de tamaño real están situadas a lo largo de la amplia acera de la Vía de la Conciliación. Realizadas en bronce, usando la misma técnica a la cera perdida de Brunelleschi y Donatello, comprenden 49 estatuas y 11 cruces y constituyen las estaciones de Via Crucis más grandes del mundo.

Los escultores, Pasquale Nava y Giuseppe Allamprese, , han estado trabajando en este proyecto desde 2002, usando en total 22.000 libras de bronce para las estatuas y las cruces. Las esculturas fueron concebidas y modeladas en el gran taller de la Domus Dei, propiedad de la Congregación de las Pías Discípulas del Divino Maestro, que produce arte y objetos litúrgicos para las iglesias.

El Via Crucis fue realizado para la ciudad de Coquimbo en Chile por la “Fundación Cruz del III Milenio”. Esta fundación se formó después de la visita de Juan Pablo II en 1987 para recoger los frutos de la visita papal. En 1998, la fundación empezó el proyecto consistente en la creación de una cruz de 280 pies de altura sobre la ciudad, y estas majestuosas estaciones, después de su estancia cuaresmal en Roma, también adornarán las calles de Coquimbo.

Benedicto XVI bendijo la primera estación después de la audiencia general del pasado 1 de marzo. Pero la hermana Rosalía Rosetti, presidenta de Domus Dei, junto al Consejo de Administración, fue a pedir el permiso del alcalde de Roma, Gianni Alemanno, para exponer las obras en la Vía de la Conciliación, que está bajo la jurisdicción de la ciudad de Roma. Esta “bendición secular” no se hizo esperar y además carente de polémicas, de indignaciones ateas y de otras rabietas a las que estamos acostumbradas en el mundo anglófono.

Las estaciones fueron inauguradas el domingo, cuando el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro, ofreció una reflexión cuaresmal a las 11:30, antes del Ángelus del mediodía. El Via Crucis permanecerá allí toda la Cuaresma, hasta el 29 de abril.

Las estaciones están detenidas. Las figuras están dispuestas en grupos donde Cristo parece siempre más retraído y tranquilo que los personajes que lo rodean. Los soldados dan vueltas a su alrededor girándose para golpearlo; las mujeres visten de luto, las telas de la cruces se mueven violentamente en el aire, obligando a los transeúntes, cristianos o no, a ser testigos de la persecución y sufrimiento de Cristo.

Los detalles meticulosos y históricamente precisos dan vida a las escenas. La armadura romana está cuidadosa y correctamente detallada, las ropas y los accesorios son muy naturales, tanto que uno se siente transportado atrás en el tiempo a pesar del rugido de los motores de los coches que se oye por doquier.

La Vía de la Conciliación, ya dramática por propio derecho, se ha convertido en un teatro en el que se representan las últimas horas de Cristo. Siguiendo el mismo camino, san Pedro caminó hacia el lugar de su martirio, las estatuas hacen a una meditar profundamente sobre el significado de este testimonio.

Hay otros Via Crucis en la ciudad. El más famoso está en la Basílica de la Santa Cruz donde se guardan las reliquias de la Pasión así como la Escalera Santa considerada la que Cristo subió para encontrarse con Poncio Pilatos.

En 1670, Bernini añadió otro con sus ángeles en el puente que va a Castelgandolfo, cada uno sostiene un elemento de la Pasión de Cristo. Este viaje a través del Evangelio, reliquias y arte que se extiende desde el extremo de la ciudad hasta la Basílica de san Pedro sirve de recuerdo a los peregrinos del alto precio de nuestra redención.

Incluso Dan Brown en su novela “Ángeles y Demonios” y su multitud de seguidores pueden interpretar la ciudad como un camino de “iluminación”a través de una ciencia atea, los romanos, desde el alcalde hasta los ciudadanos, sabemos que la ruta trazada a través de la Ciudad Eterna, desde las reliquias hasta las nuevas estaciones de la Vía de la Conciliación, iluminan el camino de la salvación.

* * *



 

Una discoteca para vampiros

Pasando de lo sublime a lo ridículo, estuve en Florencia hace un par de semanas, donde, en medio de la escultura de mármol “David” de Michelangelo y las puertas de bronce del Baptisterio de Ghiberti, una nueva escultura ha sido recibida con gran pompa y fanfarria. El “artista” contemporáneo Damian Hirst exhibía su trabajo, realizado en 2007, llamado “For the Love of God” (Por el amor de Dios), en el Palazzo Vecchio, junto al museo de los Uffizi.

Este proyecto, un salto de actividades artísticas y artesanales, comprende un cráneo humano, comprado en una tienda de taxidermia, con 8.601 diamantes en bruto incrustados. Los florentinos y los turistas son invitados a quitarle tiempo a Donatello y Leonardo Da Vinci, para quedarse embobados delante de la obra por 10€ por persona, más de lo que cuesta la entrada a los Uffizi.

Después de realizar un homenaje financiero a Mr. Hirst, se puede subir las escaleras, vislumbrar brevemente el Salón de los Nueve, donde Michelangelo y Leonardo una vez se enfrentaron en duelo artístico, antes de entrar en la cámara de la calavera de cristal.

Entrando en la pequeña habitación, uno es recibido por una oscuridad extrema. Un susurro de movimiento sorprende al visitante cuando un guardia armado de la esquina se mueve a través de la oscuridad y brilla una luz a nuestros pies. En el centro en un pedestal cubierto de terciopelo, se sitúa la calavera de diamante en una urna de cristal con una luz vertical que la ilumina.

Sola con la brillante calavera, una (supongo) está destinada a experimentar diversas sensaciones -un shock por el gasto, temor ante la luz y el fuego de las piedras y sobriedad ante el recuerdo de la mortalidad. Yo sólo pensaba en lo contenta que estaba de tener un pase de museo y no haber pagado por ver esto. Parecía una bola de espejos de una discoteca de vampiros.

Se supone que esta obra es la más cara pieza de arte del mundo, pero, su precio de 50 millones de libras (80,2 millones de dólares) nunca fue pagado. No tiene nada de la artesanía de las joyas de la corona, ni la consideración del esqueleto de bronce de Bernini que surge de debajo del monumento a Alexander VIII en la Basílica de San Pedro.

Su provocación viene del nombre (al parecer un grito de la madre de Hirst: “¡Oh Damian, por amor de Dios, que será lo próximo que hagas!”), pero muestra más un poco de los comienzos de Hirst como protegido del mecenas del publicista intelectual Charles Saatchi. Escribe el eslógan, deja que los consumidores hagan el resto.

La breve sensación de nerviosismo -habitación oscura, espacio pequeño, guardia de seguridad- parece extraída directamente de una casa encantada de un parque de atracciones. Cuando uno piensa en las glorias del arte de Florencia que representan el amor de Dios por el hombre, esta obra es un triste comentario de “arte”contemporáneo.

El mismo fin de semana fui a Siena a visitar la cabeza embalsamada de Santa Catalina de Siena en la iglesia de Santo Domingo. No había diamantes y ni un escenario sensacional, sólo una gran basílica y un altar, sin embargo la presencia de la santa ha atraído a miles de peregrinos a este santuario.

Los restos mortales de Santa Catalina crean un vínculo con ella que intercede en el cielo por nosotros. Su presencia en la iglesia recuerda a los peregrinos su gran ejemplo como mujer, maestra y pacificadora. Ella no está incrustada de diamantes, pero su testimonio es mucho más precioso de lo que será el cínico Hirst con respecto a las reliquias.

Por Elizabeth Lev. Traducción del inglés por Carmen Álvarez

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Elizabeth Lev enseña arte y arquitectura cristianos en el campus italiano de la Universidad Duquesne y el programa de Estudios Católicos de la Universidad de Santo Tomas. Se puede contactar con ella en lizlev@zenit.org

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Documentación


Audiencia del Papa a los representantes de los ayuntamientos de Italia
El pasado sábado en el Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió, a los miembros de la Asociación Nacional de Ayuntamientos Italianos (ANCI), recibiéndolos en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el pasado sábado.

* * * * *

¡Ilustre señores alcaldes!

Os dirijo mi cordial saludo a todos vosotros y estoy agradecido por vuestra presencia, vinculada a una tradición consolidada en el tiempo, como lo testimonian las audiencias concedidas por el Venerable Juan Pablo II y por los Pontífices precedentes y como ha recordado el Presidentes de la Asociación, al que agradezco sus bellas palabras llenas de realismo, pero también de poesía y belleza, con las que ha presentado nuestro encuentro. Este hecho atestigua el particular vínculo que existe entre el Papa, Obispo de Roma y Primado de Italia y la Nación Italiana, cuya variada multitud de ciudades y pueblos constituyen una de sus características.

La primera idea que me viene a la mente en el encuentro con los Representantes de la Asociación Nacional de Ayuntamientos de Italia, es la del origen de los ayuntamientos, expresiones de una comunidad que se reúne, dialoga y proyecta unida, una comunidad de creyentes que celebra la Liturgia del domingo, y después se reencuentra en las plazas de las antiguas ciudades o, en el campo, ante la pequeña iglesia del pueblo. También un poeta italiano, Carducci, en una oda sobre la gente de Carnia: “del común la rústica virtud/ Acampada en la opaca amplia frescura/Veo, en la temporada del pasto /Tras la misa, el día de la fiesta...”. Está viva siempre, también hoy, la necesidad de vivir en una comunidad fraterna donde, por ejemplo, parroquia y ayuntamiento sean, a la vez, artífices de un modus vivendi justo y solidario, incluso en medio de todas las tensiones y sufrimientos de la vida moderna. La multitud de los individuos, de las situaciones no son contradictorias a la unidad de la Nación, que recordamos ahora por su 150 aniversario, que estamos celebrando. Unidad y pluralismo son, a distintos niveles, inclusive el eclesiológico, dos valores que se enriquecen mutuamente, si son considerados en un equilibrio justo y recíproco. Dos principios que permiten esta coexistencia armoniosa entre la unidad y la pluralidad son los de la subsidiaridad y solidaridad, típicos de la enseñanza social de la Iglesia. Esta doctrina social tiene como objetivo que la verdad no pertenece sólo al patrimonio del creyente sino que es racionalmente accesible para todo el mundo. Sobre estos principios me he detenido también en la Encíclica Caritas in Veritate, donde el principio de subsidiaridad está considerado como “expresión de la libertad humana inalienable”. De hecho, “La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades”, (nº 57).

Como tal “ es un principio particularmente adecuado para gobernar la globalización y orientarla hacia un verdadero desarrollo humano” (ibid). “El principio de subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad y viceversa, porque así como la subsidiaridad sin la solidaridad desemboca en el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin la subsidiaridad acabaría en el asistencialismo que humilla al necesitado”, (nº 58). Estos principios son aplicados a nivel municipal, en un doble sentido: en la relación con las instancias públicas estatales, regionales y provinciales, así como en las que las autoridades municipales tienen con los cuerpos sociales y las formaciones intermedias presentes en el territorio. Estas últimas desarrollan actividades de relevante utilidad social, siendo defensoras de la humanización y de la socialización, especialmente dirigidas a los marginados y necesitados. Entre ellas se abarcan numerosas realidades eclesiales, las parroquias, los oratorios, las casas religiosas, los institutos católicos de educación y de asistencia. Auguro que estas preciosas actividades encuentren siempre un apoyo y aprecio adecuado, también en términos de financiación.

Con este propósito, deseo afirmar que la Iglesia no pide privilegios, sino el poder desarrollar libremente su misión, como exige un efectivo respeto a la libertad religiosa. Esta consiente en Italia la colaboración que existe entre la comunidad civil y la eclesial. Sin embargo, en otros países las minorías cristianas son a menudo víctimas de discriminaciones y de persecuciones. Deseo expresar mi aprobación a la moción del 3 de febrero de 2011, aprobada por la unanimidad de vuestro Consejo Nacional, con la invitación a sensibilizar a los Ayuntamientos adheridos a la Asociación con respecto a estos fenómenos y reafirmando al mismo tiempo, “el carácter innegable de la libertad religiosa como fundamento de la convivencia libre y pacífica entre los pueblos”.

Además querría destacar la importancia del tema de la “ciudadanía”, que habéis colocado en el centro de vuestros trabajos. Sobre este tema la Iglesia está desarrollando una rica reflexión, sobre todo a partir del Convenio Eclesial de Verona, en cuanto a que la ciudadanía constituye uno de los ámbitos fundamentales de la vida y de la convivencia de las personas. También el próximo Congreso Eucarístico Nacional de Ancona dedicará una jornada a este tema tan importante, jornada a la que han sido oportunamente invitados , como se ha dicho, todos los alcaldes italianos.

Hoy la ciudadanía se coloca en el contexto de la globalización, que se caracteriza, entre otras cosas, por los flujos migratorios. Frente a esta realidad, como lo he recordado antes, es necesario saber conjugar la solidaridad y el respeto a las leyes, de manera que no se vea afectada la convivencia social y se tengan en cuenta los principios de derecho y las tradiciones culturales y también religiosas en las que tiene su origen la Nación italiana. Esta necesidad se hace notar especialmente para vosotros, que como administradores locales estáis más cercanos a la vida cotidiana de la gente.

A vosotros se os exige siempre una especial dedicación en el servicio público que ofrecéis a los ciudadanos, para ser promotores de la colaboración, de la solidaridad y de la humanidad. La historia nos ha dejado el ejemplo de Alcaldes que con su prestigio y su compromiso han marcado la vida de las comunidades: usted ha recordado justamente la figura de Giorgio La Pira, cristiano ejemplar y apreciado administrador público. ¡Siga esta tradición trayendo frutos para el bien del País y de sus ciudadanos! Por esto os aseguro mi oración y os exhorto, ilustres amigos, a confiar en el Señor, porque -como dice el Salmo- “Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas” (127,1).

Invocando la maternal intercesión de la Virgen María, venerada por el pueblo italiano en sus tantos santuarios, lugares de espiritualidad, de arte y de cultura, y de los santos Patrones Francisco de Asís y Catalina de Siena, os bendigo a todos vosotros y a vuestros colaboradores y de la entera nación italiana.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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“Jesús de Nazaret” de Benedicto XVI, analizado por el cardenal Ouellet
Intervención publicada en "L'Osservatore Romano"
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 14 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Por su interés, ofrecemos a nuetsros lectores la traducción al español de la presentación que el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la congregación para los obispos, y que fue publicada por L'Osservatore Romano en su edición del pasado jueves.

* * * * *
A pesar de que es muy denso, este libro se lee todo de un tirón. Recorriendo sus nueve capítulos y las perspectivas finales, el lector se ve llevado por senderos abruptos hacia el fascinante encuentro con Jesús, una figura familiar que se muestra aún más cercana tanto en su humanidad como en su divinidad. Al acabar la lectura, se quisiera proseguir el diálogo, no sólo con el autor, sino también con Aquel de quien habla. "Jesús de Nazaret" es más que un libro; es un testimonio conmovedor, fascinante, liberador. ¡Cuánto interés suscitará entre los expertos y entre los fieles!

Además del interés de un libro sobre Jesús, el libro del Papa se presenta con humildad al foro de los exegetas, para confrontarse con ellos sobre los métodos y sobre los resultados de sus investigaciones. La finalidad del Santo Padre es ir con ellos más lejos, ciertamente con estricto rigor científico, pero también con fe en el Espíritu Santo que sondea las profundidades de Dios en la Sagrada Escritura. En este foro, los intercambios fecundos predominan en gran medida respecto d lelos tonos críticos, y eso contribuye a dar a conocer y reconocer mejor la contribución esencial de los exegetas.

¿No es fuente de gran esperanza este acercamiento entre la exégesis rigurosa de los textos bíblicos y la interpretación teológica de la Sagrada Escritura? Yo no puedo menos de ver en este libro la aurora de una nueva era de la exégesis, una prometedora época de exégesis teológica.

El Papa dialoga en primer lugar con la exégesis alemana, pero no ignora importantes autores que pertenecen a las áreas lingüísticas francófona, anglófona y latina. Sobresale al afrontar las cues tiones esenciales y los nudos decisivos, obligándose a evitar las discusiones sobre los detalles y las disputas de escuela que perjudicarían su propósito, que es «encontrar al Jesús real», no al «Jesús histórico» propio de la corriente dominante de la exégesis crítica, sino al «Jesús de los Evangelios» escuchado en comunión con los discípulos de Jesús de todos los tiempos, para así «llegar también a la certeza de la figura verdaderamente histórica de Jesús».

Esta formulación de su objetivo manifiesta el interés metodológico del libro. El Papa afronta de modo práctico y ejemplar el complemento teológico deseado por la exhortación apostólica "Verbum Domini" para el desarrollo de la exégesis. Nada estimula más que el ejemplo dado y los resultados obtenidos. "Jesús de Nazaret" ofrece una magnífica base para un diálogo fructuoso no sólo entre exegetas, sino también entre pastores, teólogos y exegetas.

Antes de ilustrar con algunos ejemplos los resultados de esta exégesis de Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, añado una observación sobre el método. El autor se esfuerza por aplicar con mayor profundidad los tres criterios de interpretación formulados en el concilio Vaticano II por la constitución sobre la divina Revelación "Dei Verbum": tener en cuenta la unidad de la Sagrada Escritura, el conjunto de la Tradición de la Iglesia, y respetar la analogía de la fe. Como buen pedagogo, tal como nos ha acostumbrado en sus homilías mistagógicas, dignas de san León Magno, Benedicto XVI, partiendo de la figura —central y única— de Jesús, muestra la plenitud de sentido que brota de la Sagrada Escritura «interpretada a la luz del mismo Espíritu mediante el cual fue escrita» (Dei Verbum, 12).

Aunque el autor no pretende ofrecer una enseñanza oficial de la Iglesia, es fácil imaginar que su autoridad científica y el análisis a fondo de ciertas cuestiones disputadas serán de gran ayuda para confirmar en la fe a muchos. Servirán, además, para hacer que progresen debates que se han quedado estancados a causa de prejuicios racionalistas y positivistas que han menoscabado el prestigio de la exégesis moderna y contemporánea.

Entre la aparición del primer volumen, en abril de 2007, y la del segundo en esta Cuaresma de 2011, gran número de acontecimientos felices han marcado la vida de la Iglesia y del mundo. Podemos preguntarnos cómo ha logrado el Papa escribir esta obra muy personal y muy comprometedora, de la que la actualidad del tema y la audacia del proyecto saltan a la vista de cualquiera que se interese por el cristianismo. Como teólogo y como pastor, tengo la sensación de vivir un momento histórico de gran alcance teológico y pastoral. Es como si en medio de las olas que agitan la barca de la Iglesia, Pedro mantuviera aún aferrada la mano del Señor que sale a nuestro encuentro sobre las aguas para salvarnos (cfr. Mt 14, 22-33).

Dicho lo que atañe al carácter histórico, teológico y pastoral del acontecimiento, pasemos al contenido del libro, que quiero resumir a grandes líneas en torno a algunas cuestiones cruciales. Ante todo, la cuestión del fundamento histórico del cristianismo que atraviesa los dos volúmenes de la obra; luego la cuestión del mesianismo de Jesús, a la que sigue la de la expiación de los pecados por parte del Redentor, que constituye un problema para muchos teólogos; del mismo modo la cuestión del sacerdocio de Cristo en relación con su realeza y su sacrificio, que tanta importancia revisten para la concepción católica del sacerdocio y de la sagrada Eucaristía; y por último la cuestión de la resurrección de Jesús, su relación con la corporeidad y su vínculo con la fundación de la Iglesia.

No es necesario decir que la enumeración no es exhaustiva y muchos encontrarán otras cuestiones más interesantes, por ejemplo su comentario al discurso escatológico de Jesús o también a la oración sacerdotal en Juan 17. Yo identifico las cuestiones aquí expuestas como nudos por resolver tanto en exégesis como en teología, con el fin de reconducir la fe de los fieles a la Palabra misma de Dios, comprendida en toda su fuerza y su coherencia, a pesar de los condicionamientos teológicos y culturales que a veces impiden el acceso al sentido profundo de la Escritura.

1. La cuestión del fundamento histórico del cristianismo ha sido afrontada por Joseph Ratzinger desde los años de su formación y de su primera enseñanza, como lo muestra su libro "Introducción al cristianismo [Einführung in das Christentum]", publicado hace más de cuarenta años, y que en su momento ejerció notable impacto sobre los oyentes y los lectores. Dado que el cristianismo es la religión del Verbo encarnado en la historia, para la Iglesia resulta indispensable atenerse a los hechos y a los acontecimientos reales, precisamente en cuanto que contienen los «misterios» que la teología debe profundizar utilizando claves de interpretación que pertenecen al ámbito de la fe.

En este segundo volumen, que trata de los acontecimientos centrales de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el autor confiesa que la tarea es particularmente delicada. Su exégesis interpreta los hechos reales de manera análoga al tratado sobre «los misterios de la vida de Jesús » de santo Tomás de Aquino, «guiado por la hermenéutica de la fe, pero teniendo en cuenta al mismo tiempo con responsabilidad la razón histórica, necesariamente incluida en esta misma fe» (p. 9). al sentido profundo de la Escritura.

Bajo esta luz, se comprende el interés del Papa por la exégesis histórico- crítica que conoce muy bien y de la que saca lo mejor para profundizar en los acontecimientos de la Última Cena, el significado de la oración en Getsemaní, la cronología de la pasión y en particular las trazas históricas de la resurrección.

No deja de evidenciar de paso el defecto de apertura de una exégesis ejercida de modo demasiado exclusivo según la «razón», pero su principal finalidad sigue siendo la de arrojar luz teológicamente sobre los hechos del Nuevo Testamento con la ayuda del Antiguo, y viceversa, de modo análogo pero más riguroso respecto a la interpretación tipológica de los Padres de la Iglesia. El vínculo del cristianismo con el judaísmo se presenta reforzado por esta exégesis que se arraiga en la historia de Israel tomada en su orientación hacia Cristo. Así, por ejemplo, la oración sacerdotal de Jesús, que parece por excelencia una meditación teológica, adquiere en él una dimensión totalmente nueva gracias a su interpretación iluminada por la tradición judía del Yom Kippur.

2. Un segundo nudo atañe al mesianismo de Jesús. Ciertos exegetas modernos han hecho de Jesús un revolucionario, un maestro de moral, un profeta escatológico, un rabí idealista, un loco de Dios, un mesías de algún modo a imagen de su intérprete influido por las ideologías dominantes.

La exposición de Benedicto XVI sobre este punto está bastante generalizada y arraigada en la tradición judía. Se inserta en la continuidad de esta tradición que une lo religioso y lo político, pero subrayando en qué punto Jesús realiza una ruptura entre los dos ámbitos. Jesús ante el Sanedrín declara que es el Mesías, pero no sin aclarar la naturaleza exclusivamente religiosa de su mesianismo. Por otra parte, es por este motivo por lo que condenan a Jesús como blasfemo, pues se identificó a sí mismo con «el Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo». El Papa expone con fuerza y claridad las dimensiones real y sacerdotal de este mesianismo, cuyo sentido es instaurar el nuevo culto, la adoración en Espíritu y en verdad, que implica toda la existencia, personal y comunitaria, como una ofrenda de amor para la glorificación de Dios en la carne.

3. Un tercer nudo por resolver concierne al sentido de la redención y al lugar que debe ocupar —o no ocupar— la expiación de los pecados. El Papa afronta las objeciones modernas a esta doctrina tradicional. Un Dios que exige una expiación infinita, ¿no es acaso un Dios cruel, cuya imagen es incompatible con nuestra concepción de un Dios misericordioso? ¿Cómo conciliar nuestras modernas mentalidades sensibles a la autonomía de las personas con la idea de una expiación vicaria por parte de Cristo? Estos nudos son particularmente difíciles de resolver.

El autor retoma estas preguntas varias veces, en diversos niveles, y muestra cómo la misericordia y la justicia van unidas en el marco de la Alianza querida por Dios. Un Dios que perdonara todo sin preocuparse de la respuesta que debe dar su criatura, ¿habría tomado en serio la Alianza y sobre todo el horrible mal que envenena la historia del mundo? Cuando se miran de cerca los textos del Nuevo Testamento, pregunta el autor, ¿no es Dios quien toma sobre sí mismo, en su Hijo crucificado, la exigencia de una reparación y de una respuesta de amor auténtico? «Dios mismo “bebe el cáliz” de todo lo que es terrible, y restablece así el derecho mediante la grandeza de su amor, que a través del sufrimiento, transforma la oscuridad» (p. 270).

Esas cuestiones son planteadas y resueltas en un sentido que invita a la reflexión y en primer lugar a la conversión. En efecto, no se puede ver claro en esas cuestiones últimas permaneciendo neutrales o distantes. Es preciso implicar la propia libertad para descubrir el sentido profundo de la Alianza que justamente compromete la libertad de toda persona. La conclusión del Santo Padre es perentoria: «El misterio de la expiación no tiene que ser sacrificado a ningún racionalismo sabiondo» (p. 279).

4. Un cuarto nudo concierne al sacerdocio de Cristo. Según las categorías eclesiales de hoy, Jesús era un laico investido de una vocación profética. No pertenecía a la aristocracia sacerdotal del Templo y vivía al margen de esta institución fundamental del pueblo de Israel. Este hecho ha inducido a muchos intérpretes a considerar la figura de Jesús como totalmente ajena y sin ninguna relación con el sacerdocio. Benedicto XVI corrige esta interpretación apoyándose firmemente en la Carta a los Hebreos, que habla extensamente del sacerdocio de Cristo, y cuya doctrina se armoniza muy bien con la teología de san Juan y de san Pablo.

El Papa responde ampliamente a las objeciones históricas y críticas mostrando la coherencia del nuevo sacerdocio de Jesús con el culto nuevo que él vino a establecer en la tierra por obediencia a la voluntad del Padre. El comentario de la oración sacerdotal de Jesús tiene gran profundidad y lleva al lector a pastos que no había imaginado.

La institución de la Eucaristía se presenta en este contexto con una belleza luminosa, que repercute sobre la vida de la Iglesia como su fundamento y su fuente perenne de paz y de alegría. El autor se atiene estrictamente a los más profundos análisis históricos, pero resuelve él mismo las aporías como sólo puede hacerlo una exégesis teológica. Se llega al final del capítulo sobre la Última Cena no sin emoción y quedando admirados.

5. Un último nudo que quiero considerar atañe, finalmente, a la resurrección, a su dimensión histórica y escatológica, a su relación con la corporeidad y la Iglesia. El Santo Padre comienza sin circunlocuciones: «La fe cristiana se mantiene o cae con la verdad del testimonio de que Cristo ha resucitado de entre los muertos» (p. 281).

El Papa critica las elucubraciones exegéticas que declaran compatibles el anuncio de la resurrección de Cristo y la permanencia de su cadáver en el sepulcro. Excluye esas absurdas teorías observando que el sepulcro vacío, aunque no es una prueba de la resurrección, de la que nadie fue testigo directo, sí es un signo, un presupuesto, una huella dejada en la historia por un acontecimiento trascendente. «Sólo un acontecimiento real de una entidad radicalmente nueva era capaz de hacer posible el anuncio apostólico, que no se puede explicar por especulaciones o experiencias interiores, místicas» (p. 320).

Según él, la resurrección de Jesús introduce una especie de «cambio decisivo», un «salto de calidad» que inaugura «una nueva posibilidad de ser hombre». La experiencia paradójica de las apariciones revela que en esta nueva dimensión del ser «él no está sujeto a las leyes de la corporeidad, a las leyes del espacio y del tiempo». Jesús vive en plenitud, en una nueva relación con la corporeidad real, pero libre respecto de los vínculos corpóreos como nosotros los conocemos.

La importancia histórica de la resurrección se manifiesta en el testimonio de las primeras comunidades que dieron vida a la tradición del domingo como signo distintivo de pertenencia al Señor. «Para mí —dice el Santo Pa d re — la celebración del Día del Señor, que distingue a la comunidad cristiana desde el principio, es una de las pruebas más fuertes de que ha sucedido una cosa extraordinaria en ese día: el descubrimiento del sepulcro vacío y el encuentro con el Señor resucitado» (p. 302).

En el capítulo sobre la Última Cena, el Papa afirmaba: «Con la Eucaristía, la Iglesia misma fue instituida». Aquí añade una observación de gran alcance teológico y pastoral: «Así, el relato de la resurrección se convierte por sí mismo en eclesiología: el encuentro con el Señor resucitado es misión y da su forma a la Iglesia naciente» (p. 303). Cada vez que participamos en la Eucaristía dominical vamos al encuentro del Resucitado que vuelve a nosotros, con la esperanza de que así damos testimonio de que él vive y que nos ha- ce vivir. ¿No se presta todo esto para volver a fundar el sentido de la misa dominical y de la misión?

Después de citar estos nudos sin que me sea posible extenderme de modo adecuado sobre su solución, quiero concluir esta presentación sumaria dando algo más de espacio al significado de esta gran obra sobre Jesús de Nazaret.

Es evidente que mediante esta obra el Sucesor de Pedro se dedica a su ministerio específico, que consiste en confirmar a sus hermanos en la fe. Lo que impresiona aquí en sumo grado es el modo como lo hace, en diálogo con los expertos en el campo exegético, y con el fin de alimentar y fortalecer la relación personal de los discípulos con su Maestro y Amigo.

Esa exégesis, teológica en cuanto al método, pero que incluye la dimensión histórica, se conecta efectivamente con el modo de interpretar de los Padres de la Iglesia, pero sin que la interpretación se aleje del sentido literal y de la historia concreta para evadirse hacia alegorías artificiosas.

Gracias al ejemplo que da y a los resultados que obtiene, este libro ejercerá una mediación entre la exégesis contemporánea y la exégesis patrística, por un lado, así como en el necesario diálogo entre exegetas, teólogos y pastores, por otro. En esta obra veo una gran invitación al diálogo sobre lo que es esencial del cristianismo, en un mundo que busca puntos de referencia, en el que a las diferentes tradiciones religiosas les resulta difícil transmitir a las nuevas generaciones la herencia de la sabiduría religiosa de la humanidad.

Diálogo, por tanto, en el seno de la Iglesia, diálogo con las demás confesiones cristianas, diálogo con los judíos, cuya implicación histórica en cuanto pueblo en la condena a muerte de Jesús es excluida una vez más. Diálogo, por último, con las demás tradiciones religiosas sobre el sentido de Dios y del hombre que brota de la figura de Jesús, tan propicia para la paz y la unidad del género humano.

Al concluir una primera lectura, habiendo gustado más la Verdad de la que con humildad y pasión es testigo el autor, siento la necesidad de dar continuidad a este encuentro de "Jesús de Nazaret" tanto invitando a cada uno a leerlo como releyéndolo una segunda vez como meditación del tiempo litúrgico de Cuaresma y de Pascua.

Creo que la Iglesia debe dar gracias a Dios por este libro histórico, por esta obra que sirve de cierre entre dos épocas, que inaugura una nueva era de la exégesis teológica. Este libro tendrá un efecto liberador para estimular el amor a la Sagrada Escritura, para impulsar la "lectio divina" y para ayudar a los sacerdotes a predicar la Palabra de Dios.

Al final de este rápido vuelo sobre una obra que acerca al lector al verdadero rostro de Dios en Jesucristo, no me queda más que decir: ¡Gracias, Santo Padre! Permitidme, sin embargo, añadir una última consideración, una pregunta, pues ese servicio prestado a la Iglesia y al mundo en las circunstancias que ya se conocen y con los condicionamientos que se pueden intuir, merece más de una consideración y de un gesto de gratitud. El Santo Padre tiene la mano de Jesús sobre las olas agitadas por la tormenta y a la vez nos tiende la otra mano, porque juntos formamos uno con él. ¿Quién aferrará esta mano tendida que nos transmite las palabras de Vida eterna?


 

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