18.03.11

Pierde Culiacán su segundo obispo en siete meses

A las 8:32 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en México
 

Cero y van dos. En menos de siete meses la diócesis mexicana de Culiacán perdió su segundo obispo. Este día El Vaticano anunció la “renuncia” de Benjamín Jiménez Hernández, hasta ahora pastor de esa demarcación eclesiástica. Su salida estuvo amparada por el artículo 402.2 del Código de Derecho Canónico (CIC) según el cual los prelados deben dimitir por enfermedad o “por causas de fuerza mayor”. Jiménez salió a decir que su alejamiento se debió a “motivos de salud y fatiga crónica”, pero la versión oficial no cuadra.

El clérigo saliente cumplirá el próximo 31 de marzo 73 años, aún le faltaban dos más para presentar su dimisión por límite de edad jubilatoria (establecida por el mismo CIC en 75 años). No se tenían noticias, al menos hasta ahora, de sus mencionadas dolencias y problemas físicos, los cuales de todas maneras no le impidieron llevar a cabo su trabajo pastoral en los últimos meses.

Nada costaba a la Santa Sede esperar 24 meses para recibirle la renuncia en tiempo y forma, para asegurarle una despedida digna. Su cambio anticipado genera no pocas suspicacias, sobre todo luego que, en septiembre pasado, dejó su puesto de manera misteriosa el entonces obispo auxiliar de Culiacán, Emigdio Duarte Figueroa. De buenas a primeras dejó su residencia y sin decir formalmente adiós desapareció de escena. Sólo dejó una carta en la cual informó a sus compañeros que El Vaticano lo había mandado a estudiar a Jerusalén (de eso ya reportamos aquí).

Pero los rumores en torno al destino de Duarte se han sucedido uno tras otro. Algunos aseguran haberlo visto en Venezuela, otros más en Guadalajara o en la Ciudad de México. Nadie da crédito a su supuesta estancia académica en Tierra Santa. También el motivo de su salida ha levantado todo tipo de comentarios, algunos verdaderamente graves y relacionados con un supuesto pasado escabroso del pastor.

Almas sacras llegaron a especular que, en la desaparición de monseñor Emigdio, tuvo que ver el narcotráfico. Es por todos conocido que Culiacán es territorio del poderoso cártel de Sinaloa y la pastoral del obispo, el más joven pastor católico del mundo cuando fue designado, pareció ser incómoda para más de uno. Pero no existen confirmaciones al respecto.

Muchos recuerdan en México que, hace unos años, un seminarista de esa misma diócesis fue expulsado de la carrera eclesiástica tras filtrar a la prensa copias de unos cheques recibidos durante la colecta anual del día del Seminario. Las generosas donaciones provenían de acaudaladas personalidades ligadas al narcotráfico. Todo el asunto quedó en una desmentida oficial, sin mayores explicaciones.

Lo cierto es que Benjamín Jiménez Hernández siempre mantuvo un bajo perfil respecto al crímen organizado, nunca fue conocido por sus proclamas pacifistas o por enfrentarse de lleno a los cárteles.

Otro dato. El 26 de junio de 2010 estaba prevista la celebración de una misa en la Plaza Obregón de Culiacán en la cual participaría Emigdio y que fue convocada por familiares de las víctimas de la violencia. El objetivo era rezar por la paz y la tranquilidad. El evento nunca tuvo lugar aunque Duarte se había comprometido con una de las organizadoras, Olga de Lourdes Carrillo, a presidir la eucaristía. El obispo nunca se presentó. Tampoco lo hicieron diversos sacerdotes que habían asegurado su asistencia.

Eran tiempos electorales y el titular de la diócesis, Benjamín Jiménez, no quería que la Iglesia se involucrara en actos partidistas. A su decir manifestaciones de ese tipo podrían confundirse con proclamas a favor de algún candidato e incluso provocar la violencia. Impuso su autoridad sin miramientos, característica de sus 23 años de su gobierno.

Lo que no expresó abiertamente en ese momento Jiménez Hernández fue que, en realidad, él simpatizaba personalmente con el entonces candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno del Estado, Jesús Vizcarra, mientras el auxiliar Duarte se había decantado más por el aspirante del Partido Acción Nacional (PAN), Mario López Valdez, finalmente ganador de la contienda.

Una brecha se abrió entre los dos pastores de Culiacán, espacio que nunca se cerró. Ambos tomaron caminos distintos, dando paso a una nueva etapa que será encabezada por Jonás Guerrero Corona, hasta hoy obispo auxiliar de la Ciudad de México y sucesor designado de Hernández. Desde su nuevo lugar estará encargado de pacificar los tribulados ánimos de la feligresía sinaloense, ya de por sí demasiado confundida.

Serafines susurran.- Que, como era de esperarse, no pinta nada bien la historia del cura rebelde de Tijuana (México), Raymundo Figueroa. Su contumaz permanencia en el error y su intento por apropiarse de su otrora parroquia (está suspendido como sacerdote) han desatado prácticamente una “guerra santa” en las Playas de Rosarito (aquí ya reportamos del caso).

De nada han servido los llamados de atención, las amonestaciones y las proclamas del obispo Rafael Romo Muñoz. El cura se mantiene en la suya. No se conforma con haber presidido sacramentos en Estados Unidos (acción inválida y abusiva), haber traído a un supuesto obispo que no es católico a impartir confirmaciones en su templo y el haber roto la comunión con la Iglesia tijuanense, ahora pretende atrincherarse en la parroquia del Santísimo Sacramento, que debió dejar desde octubre de 2009.

Para la diócesis el rebelde pretende constituir una secta porque a decir de Romo “no le importa pertenecer a la Iglesia católica, a él le importa su beneficio personal y tiene confundido a medio mundo”. Todo parece indicar que la paciencia del obispo ya llegó a su límite, sólo es cuestión de preguntarse cuánto falta para que intervenga la fuerza pública y recupere el inmueble. Al fin y al cabo se trata de propiedad federal… usurpada.