Ignacio Domínguez, exorcista oficial de la Diócesis de Tui-Vigo

'Alguna vez me quedé tan impresionado que tenía que dormir con agua bendita'

"El 80% de los casos son enfermos mentales"

Redacción, 20 de marzo de 2011 a las 17:20

 

Ignacio Domínguez, sacerdote y teólogo con dilatada formación, párroco en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Vigo durante 15 años y ahora al frente de la feligresía de Sabarís, en Baiona, es además de todo eso, o por encima de todo ello, el exorcista oficial de la Diócesis de Tui-Vigo. Pese a la enorme discreción del obispado y las reticencias a desvelar su nombre, el propio interesado, que ya supera los 70 años aunque parece tener diez menos, no pone ningún obstáculo para reconocer que ostenta tan singular cargo. Lo entrevista JTA en Atlántico.

Curiosamente, asegura que no va al cine desde hace más de 30 años y que ni siquiera ha visto la película 'El exorcista'. Sin ningún problema, reconoce que ejerce de exorcista oficial de Tui-Vigo, aunque también admite que le gustaría dejarlo. De forma expresa se lo pidió al actual obispo cuando tomó el relevo hace un año, pero sin éxito: al menos por el momento continúa. 'Estuve 15 años en Fátima y aquí ahora, y he realizado numerosos exorcismos según el Rito Romano. Más de 80 en 20 años', dice.

-¿Cómo realiza el ritual, tiene alguna ayuda?

-Casi me sé de memoria el ritual. Lo hago yo solo. Es cierto que en esta diócesis hay otro cura que sabe más sobre estos asuntos, pero el exorcista oficial soy yo.

-¿Cómo se convirtió en el exorcista de Tui-Vigo?

-Fue cuando Juan Pablo II mandó a los obispos que tuvieran un exorcista en cada diócesis. Me lo pidió el obispo.

-¿Cree que todos los ritos que realiza son posesiones?

-No. Un porcentaje altísimo de los que hice, el 80 por ciento, no tenían nada que ver. Eran enfermos mentales, obsesivos que habían tenido alguna enfermedad grave y que el médico no les curaba. En el exorcismo hay dos formas de actuar: la imperativa y otra de súplica, yo aplico la fórmula más suave, una súplica al señor, pero me he dado cuenta de que en la mayoría de los casos no estábamos ante una posesión, sino una enfermedad mental, psíquica.

-¿Y los otros casos?

-Ha habido casos serios, hace 15 días tuve el último con dos mujeres. No eran de aquí. Casos reales, sin duda, poseídos que se levantaron con fuerza tremenda y enorme furia, al nombrar a Jesucristo. Prefiero no contar más de lo que vi.

-¿Qué le impresionó más?

-En este último caso había una clara intervención diabólica, porque hacían ritos satánicos, cogían la eucaristía hasta machacarla. Es una de las pruebas. El obispo me ordenó hacer exorcismos, pero resulta muy desagradable, con escenas terribles que no se te quitan de la cabeza. Los poseídos hacen voces guturales, algo macabro. A veces me quedo tan impresionado que tengo que dormir con agua bendita.