24.03.11

Semana del «orgullo ateo», y yo con estos pelos

A las 5:04 PM, por Juanjo Romero
Categorías : Ateísmo

 

Por favor, devuélvannos a los «ateos sensatos», que los haberlos, haylos. Qué lejos quedan aquellos días en los que intentaban aparentar respetabilidad. Ahora son secta proselitista, con cismas y puñaladas.

Un grupo de ateos —más o menos los de siempre—, agrupados en torno a «‘A’ week», promueve la campaña para que esta semana —20-26 de marzo— sea la semana del orgullo ateo, con el objetivo de «mostrar cuántas personas son buenas sin Dios, y que no necesitan la influencia de la religión en sus vidas».

Es buenísimo, la sola imagen de Dawkins ataviado exclusivamente con tanga de leopardo creo que debería ser el icono del movimiento que se autodenomina «nuevo ateísmo». Ahora me explico el nivel argumentativo de las carrozas de comentaristas de los artículos anteriores. Algún lector todavía se escandaliza del aire de suficiencia y mala-educación que se gastan algunos ateos. No se sulfuren, por favor, simplemente están reteniendo la respiración para meter tripa.

Gracias a Dios, todos los ateos no son así, doy fe.

Ha sido conocerse la noticia y la blogosfera católica americana se lanzó a echar una mano sugiriendo modos de celebrarlo. No traduzco, no merece la pena hacer más sangre. Podéis echar un vistazo a las de Matthew Archbold, desternillantes. Selecciono dos:

  • «no hacer nada, al fin y al cabo nada importa»
  • «asistir a una conferencia en Berkeley sobre el ‘Mao incomprendido’»

La nota agridulce la pone J. Fulwiler, como exatea intenta capear la sensación de vergüenza ajena, pero no puede evitar ir a la cuestión nuclear: la amargura de no poder definir su vida de modo positivo y externo. Y lo cuenta por experiencia y por la observación del tono marcadamente desagradable de los «nuevos ateos» como Richard Dawkins, PZ Myers o Sam Harris. Al fin y al cabo, ateo significa sólo eso, no-dios, nada más. Y facilita —todos estamos expuestos a ello— que ese dios termine siendo simplemente uno mismo.

Creo que todos podemos estar de acuerdo que llenarse de uno mismo es muy poco llenarse.

A mi, a parte de esperpento, lo que me llama la atención es el propósito de la convocatoria: «cuántas personas son buenas», ya que lo bueno, según ellos es relativista y no puede definirse más allá de una convención. Así que para que un ateo diga qué es bueno, necesita que un cristiano exista y se lo cuente, de otra manera no puede mostrar nada.