3.04.11

Juan Pablo II y sus compañeros de viaje

A las 5:50 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Papas
 

A unas semanas de la beatificación de Juan Pablo II se acrecienta la nostalgia por una época histórica en la cual la Iglesia católica vivió una particular “primavera” gracias al carácter natural del pontífice polaco. Como era previsible los libros y las manifestaciones para recordarlo se han multiplicado. En este mar de nuevos documentos es raro encontrar cosas verdaderamente nuevas. Por eso “Compañeros de viaje. Entrevistas al vuelo con Juan Pablo II”, de la periodista italiana Angela Amborgetti, ha resultado un libro de contenido verdaderamente inédito.

Se trata de la trascripción de todas las grabaciones existentes en el archivo de la Radio Vaticana sobre las improvisadas conferencias de prensa que brindaba Karol Wojtyla durante sus traslados por el mundo para sus numerosas visitas apostólicas. Un documento de extraordinario valor. Sobre todo porque, de sus páginas, emerge la figura humana y auténtica del Papa. Una personalidad extraordinaria en toda la extensión del concepto.

Ojeando el libro y escuchando a algunos de sus protagonistas -debo confesarlo- me ha venido una sana envidia, sobre todo de los periodistas. Envidia porque les tocó vivir un estimulante periodo histórico no sólo en El Vaticano y en la Iglesia, sino en el mundo entero. Porque cumplieron su trabajo en tiempos en los cuales la comunicación (y quienes la hacían) eran importantes para el Papa, que no tenía miedo a responder preguntas, incluso con alguna frase irónica.

Sana envidia de saber que en El Vaticano hubieron momentos en que los periodistas eran considerados como profesionales, pero también como personas y por tanto el obispo de Roma también deseaba encontrarlos o simplemente saludarlos. Sana envidia por haber compartido, en primera persona, unos instantes (o más) con un santo.

Un recuerdo de Juan Pablo II lo compartimos también con los seguidores de Sacro&Profano en el prefacio de “Compañeros de Viaje”, (publicado por la Librería Editorial Vaticana por ahora sólo en italiano) firmado por el cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislao Dziwizs.

UN RECUERDO DE LOS ENCUENTROS CON LOS PERIODISTAS
Por Stanislao Dziwisz / “Compañeros de Viaje”

Cuando el 25 de enero de 1979 se partió para el primer viaje del nuevo Papa las incógnitas eran muchas. Muchos, incluso en El Vaticano, habían desaconsejado al Papa de ir. Pero él había decidido que era su deber ir. Por eso, decidido el viaje, todo era nuevo. Todo era la primera vez. Así también el encuentro con los periodistas. El Santo Padre pensaba que fuese la cosa más natural del mundo asomarse a la cabina de los periodistas y saludarles, agradecerles por el trabajo que habrían hecho. Pero, cuando comenzó a dirigirse hacia la clase económica, pensaba que todo habría terminado ahí, con un saludo, un agradecimiento.

Nunca se hubiera imaginado lo que ocurrió. Un periodista, rompiendo los acuerdos, le dirigió una pregunta. Y él, como si fuese la cosa más natural del mundo, le respondió directamente. Algo absolutamente inédito: el jefe de la Iglesia que se dejaba entrevistar a diez mil metros de altura.

Juan Pablo II ha sido, hasta hoy, el Papa que visitó el mayor número de países. La suya fue una respuesta a una invitación. No sólo la de la Iglesia mexicana, sino el de todas las Iglesias y las comunidades que querían “ver a Pedro”. Juan Pablo II buscaba al hombre, donde sea. En el tiempo los viajes del Papa asumieron un significado único y especial, comenzaron a ser parte del ministerio petrino tanto que ahora no es más imaginable que un pontífice no haga visitas en diversas partes del mundo.

Año tras año se delineó el sentido profundo de los viajes del Papa, con las grandes celebraciones y los encuentros con los jefes de Estado o líderes religiosos. Eventos fundamentales para las Iglesias locales, pero que habrían permanecido casi desconocidos si a seguir al Papa no habrían sido los periodistas.

No fue siempre una relación fácil aquella con la prensa. Pero fue ciertamente siempre una relación sincera y fructífera. Los periodistas que acompañaban al Papa en sus viajes no eran necesariamente creyentes o amigos del Papa y de la Iglesia. A ellos se les pedía ser profesionales y a ellos el Papa les pedía de relatar la verdad, aquello que veían acompañándolo en las grandes ciudades o en las aldeas más alejadas. Eran compañeros de viaje. Muchos de ellos en los años se volvieron familiares a Juan Pablo II, compartieron los momentos felices y los difíciles.

Para todos el Papa tenía el tiempo de decir algo, de responder a una pregunta, de escuchar una reflexión. El Papa decidió desde los primeros momentos de su elección hacer un pacto con los medios. Y en el pacto están aquellas visitas en el sector de la prensa de la cabina del avión que llevaba al obispo de Roma a ser párroco del mundo.

En la respuestas que daba a los periodistas de todo los países, en todas las lenguas, existía siempre el sentido del viaje que estaba emprendiendo o el primer balance de una visita que estaba por concluir. Algo que jamás se hubiera imaginado antes de entonces.

Hojeando las páginas de este libro se puede volver a sentir el mismo tono de la voz de Juan Pablo II, se relee la historia de la Iglesia desde una perspectiva única e irrepetible: la personal del Papa. Así también yo volví sobre aquellos aviones que nos hicieron atravesar el mundo y la historia, con la misma emoción de entonces.

Releer ciertas frases será para muchos un emocionante recuerdo y para otros el modo de conocer más profundamente a Juan Pablo II como hombre, aún antes que como pontífice, con su inmediatez y su simplicidad, pero sobre todo con su grandeza y su capacidad de hablar de Dios al mundo. Será, en definitiva, un modo para ser “compañeros de viaje” de un Papa.