6.04.11

El alcance secular del lenguaje religioso

A las 10:04 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

¿Tiene el lenguaje de la fe un sentido limitado al ámbito que le es más propio o puede ampliarse, el sentido, también al campo, digamos, “secular”? Yo creo que es posible esa ampliación, siempre y cuando “ampliación” no equivalga a “reducción”. Grandes conceptos teológicos están en la base del hablar común. Llamamos “centro penitenciario” a una cárcel; empleamos, en la misma constelación de significados, la expresión “redimir pena” y usamos, por señalar un último ejemplo, la palabra “persona”, una categoría que tiene su origen en el debate cristológico y trinitario y que ha pasado a ser una de las grandes aportaciones del cristianismo a la cultura universal.

El lenguaje nos permite acercarnos a la realidad, hacernos de algún modo cargo de ella. Los conceptos, que exceden las palabras, son una especie de puentes mediadores entre la realidad y nuestro entendimiento. La novedad de la revelación divina, que aporta algo que va más allá de las necesarias estructuras del universo – accesibles, en línea de principio al conocimiento físico o metafísico - , no desvirtúa la fuerza del lenguaje, sino que dota al lenguaje humano de un alcance mayor; lo convierte en una especie de “sacramento”, de símbolo, capaz de expresar – limitada, pero adecuadamente - lo divino.

Esta tarde me he encontrado con un amable artículo, escrito por Manuel Rodríguez – a quien no tengo el honor de conocer -, que intenta, sin negar el sentido teológico de los términos, ampliarlo al lenguaje secular y mostrar así, en cierto modo, la racionalidad interna – y externa, sobre todo externa - de la fe. Mi sorpresa ha sido grande porque el columnista toma como punto de partida un texto escrito por mí hace ya bastantes años titulado “Tres palabras en desuso: Purgatorio, sufragios, indulgencias”. Un texto – cosas de Internet – que él conoció a través de una página peruana que – supongo – lo habrá tomado del lugar en el que yo, en su día, lo publiqué.

Santo Tomás de Aquino – y el Concilio Vaticano I en su estela – indicaba que una de las vías para llegar a una cierta inteligencia de los misterios de la fe era la analogía con las realidades creadas. Por ejemplo, podemos recurrir para explicar la paternidad divina a la experiencia de la paternidad humana. Pero este criterio vale también “al revés”: Las realidades creadas, “seculares”, se entienden mejor si tenemos en cuenta el plus de sentido que la revelación proporciona al lenguaje humano.

Muchas gracias a D. Manuel Rodríguez por su aguda reflexión y por su referencia. Sin embargo, no nos engañemos, sin la raíz nutricia de la revelación las palabras - muchas de ellas, al menos - no sólo dejarán de ampliar su significado sino que corren el riesgo de perderlo por completo.

Guillermo Juan Morado.