Pertenecen a la Fundación Santa Rita de Casia

Tapices de Rubens en las Calatravas de Madrid

Con la exposición de los tapices pretenden recoger fondos para actividades caritativas

Redacción, 06 de abril de 2011 a las 09:20

 

Desde el pasado sábado puede visitarse  en la iglesia de la Concepción Real de Calatravas, situada en Alcalá 25 en el arranque de la Gran Vía, una exposición de tapices históricos, que se exhiben por vea primera desde hace más de 50 años. Los tapices, pertenecen a la Fundación Santa Rita de Casia, que engloba una asociación laica y mixta, con fines religiosos, establecida en Madrid en el año de 1845. Hoy consta de unos sesenta miembros de ambos sexos.

Entre sus propósito, reconoce su presidenta, la economista Rosa María Barranco, figura el despliegue de acciones caritativas. "A ello pensamos dedicar el resultado de la restauración de los tapices, que se encontraban en un estado preocupante", destaca esta mujer madre de dos hijas, que dirige una consultora madrileña.

"Una compañía británica especializada en subastas tasó los tapices en una cifra comprendida entre quinientos y mil millones de pesetas", confiesa Barranco, que llevó a los tasadores un vídeo con imágenes de ese tesoro. Ella llegó hace dos años a la dirección de la asociación madrileña. "Me encontré con este magnífico legado de Victoria Oliva, donado a Santa Rita de Casia en la primera década del siglo XX".

No se trata de tapices cualesquiera, sino más bien de algunos de los mejores textiles suntuosos con los que Madrid cuenta. Y en Madrid hay lugares como el Palacio Real o la Casa de la Villa que poseen ejemplares en verdad extraordinarios.

De los 23 grandes tapices que componen la deslumbrante colección madrileña consagrada a la santa italiana, al menos cuatro de ellos proceden de cartones pintados por Pedro Pablo Rubens (1577-1640), aquel flamenco enamorado de Madrid a quien durante su visita en 1628 distinguiera con su amistad y admirara Diego Velázquez, y cuya obra entusiasmara tanto al monarca Felipe IV. Del legado rubensiano destaca la serie consagrada al Cónsul Decio, su victoria sobre el Emperador Filipo y su despedida de los Lictores.

Otros fueron pintados por discípulos suyos tan brillantes como Jakob Jordaens -de quien se asegura que, incluso, superó a su maestro en este menester- o por otros miembros destacados de su taller, asegura Rosa María Barranco, que decidió recuperarlos y conseguir su restauración.

Quienes confeccionaron tramas y urdimbres de estos paños tan sabiamente labrados fueron tapiceros de la talla de Jan Raes, Franz van den Hecke, Jakob van Zeunen, Heinrich Reydams o Jakob Geubels, I y II, las mejores manos de Flandes; así lo señalan las firmas y los monogramas que, a la sazón, se inscribían en sus contornos y hoy orgullosamente muestran. Buena parte de ellos exhibe dos B, correspondientes a Bruselas y Brabante, focos tapiceros entre los más importantes del mundo, al igual que lo fueran los de Arrás, desde 1659 francesa, la belga Tournai y París. Hay también algún enigma, como las iniciales Nrde y Lei, indescifradas, que figuran en algunos de los grandes textiles.

Empero, "su estado dejaba mucho que desear", reconoce Rosa Barranco, que se muestra feliz por le exposición. Tras muchos años de lucha jurídica (le ganó un pleito al mismísimo cardenal Rouco Varela), la presidenta de la Fundación ha conseguido oficializar la posesión de los tapices y, además, poder exhibir algunos de ellos al menos.

Ahora, espera que la gente pueda acercarse a verlos y surjan nuevas ocasiones de poder alquilarlos para actividades públicas y privadas. Con los fondos recaudados, Rosa Barranco prevé ayudar a programas de solidaridad de diversas instituciones socio-caritativas. Entre ellas, Mensajeros de la Paz.