11.04.11

 

El pasaje de los evangelios que escuchamos ayer en Misa cuenta uno de los milagros más contundentes realizados por Cristo en su ministerio público. Su amigo Lázaro había muerto cuatro días antes. El proceso de descomposición provocaba que el cuerpo oliera mal. Y sin embargo, Cristo le ordenó que saliera fuera del sepulcro y el muerto volvió a la vida y salió.

Ahora bien, de todo el pasaje, me interesa ahora las consecuencias del milagro realizado por Cristo: “muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él” (Jn 11,45). De hecho, el mismo evangelio de Juan dice casi al final: “Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30-31).

Es decir, una de las razones de que el Señor realizara milagros era para provocar la fe en Él. Aunque Cristo mismo le dijo al apóstol Tomás que “dichosos los que no han visto y han creído“, los milagros han acompañado a la Iglesia y a sus santos a lo largo de la historia. Hoy se siguen produciendo, como lo atestiguan los procesos de beatificación y canonización. También tienen lugar en santuarios, siendo el de Lourdes el que quizás más “noticias” da en ese sentido.

Sin embargo, existe por ahí un grupo de teólogos que niegan la existencia de lo milagroso. Por ejemplo, Torres Queiruga, que llega a negar la propia resurrección de Cristo, de tal manera que ha llegado a afirmar que si un día se encontrara su cuerpo sería una de las mejores noticias de su vida. No hace falta que diga que quien llega a eso, niega la historicidad de la resurrección de Lázaro.

Esos teólogos son instrumentos del Enemigo de las almas, que busca arrancar la fe al pueblo de Dios. Cristo obró milagros para que los judíos creyeran. Satanás y sus secuaces niegan los milagros para que los cristianos dejen de creer, o pasen a creer en un Cristo falso.

Pero no basta con que esto lo digamos algunos bloguers católicos, que por ello tenemos que ver cómo se nos tacha de ultras e inquisidores. Los que tienen mayor responsabilidad en el gobierno de la Iglesia son los que tendrían que dar la cara y llamar a las cosas por su nombre.

Luis Fernando Pérez Bustamante