27.04.11

Juan Pablo II

Se puede decir que Juan Pablo II, a lo largo de su pontificado, no estuvo con los brazos cruzados sino que, muy al contrario, trabajó como si todo dependiese de él y rezó como si todo dependiese de Dios. Y esto es como decir que fue un infatigable trabajador de la viña del Señor (que fue lo que, cambiando infatigable por humilde dijo Benedicto XVI el día que fue elegido, precisamente, sucesor del Papa polaco).

A tal respecto, nada mejor que sea quien mucho sabe y conoce de la obra llevada a cabo por Juan Pablo II, es decir, Benedicto XVI, el quien manifieste lo que cree sobre tal cuestión. Así, en una Conferencia del que entonces era Cardenal Joseph Ratzinger en el marco del congreso “Juan Pablo II: 25 años de Pontificado. La Iglesia al servicio del hombre” dijo que iba a hacer un repaso por las Encíclicas publicadas por el entonces Papa. Sin embargo, se debería “incluir también los demás textos magisteriales del Papa, que a menudo son de gran trascendencia y pertenecen sin duda al conjunto de las afirmaciones doctrinales del Santo Padre.

De todas formas, no podemos dejar de traer, aquí, la impresionante obra llevada a cabo a nivel de Cartas Encíclicas que son, a saber:

Redemptor hominis” (Jesucristo Redentor del hombre), con fecha de 4 de marzo de 1979.
Dives in misericordia” (Dios Padre, Rico de misericordia), data el 30 de noviembre de 1980.
Laborem exercens” (Trabajo humano y problemas sociales), fechada el 14 de septiembre de 1981.
Slavorum Apostoli” (Santos Cirilo y Metodio, patronos de los eslavos), datada el 2 de junio de 1985.
Dominum et vivificantem” (Espíritu Santo Señor y vivificador), con fecha de 18 de mayo de 1986.
Redemptoris mater” (María, Madre del Redentor), fechada el 25 de marzo de 1987.
Sollicitudo rei socialis” (Auténtico desarrollo del hombre y de la sociedad), datada el 30 de diciembre de 1987.
Redemptoris missio” (La misión), con fecha de 7 de diciembre de 1990.
Centesimus annus” (La cuestión social, a cien años de la “Rerum novarum”), fechada el 1 de mayo de 1991.
Veritatis splendor” (Fundamentos de la moral católica), con fecha de 6 de agosto de 1993.
Evangelium vitae” (Valor e inviolabilidad de la vida humana), fechada el 25 de marzo de 1995.
“Ut unum sint” (Sobre el empeño ecuménico), datada el 25 de mayo de 1995.
Fides et Ratio” (Fe y razón), fechada el 14 de septiembre de 1998.
Ecclesia de Eucharistia” (La Iglesia vida de la Eucaristía) fechada el 17 de abril de 2003.

A esto habría que añadir los libros publicados por Juan Pablo II, las 12 Constituciones Apostólicas, las 15 Exhortaciones Apostólicas o, por ejemplo, las decenas de Cartas Apostólicas y aunque tampoco podemos olvidar los cientos de Discursos pronunciados sobre los más diversos temas, las Homilías en el ámbito de la liturgia, los Mensajes al mundo (ocupándose de temas como la Vida Consagrada, la Cuaresma, la Juventud, las Misiones, etc.) o, también, los Motu Proprio (como, por ejemplo, Stella Maris, sobre el Apostolado Marítimo) si, además, añadimos lo dicho en las miles de Audiencias que presidió a lo largo de su pontificado (16.09.1978 - 2.04.2005) todo ello nos muestra una labor intelectual que sólo podemos definir como gigantesca y gozosa de la que se ha podido obtener un gran beneficio para el mundo católico e, incluso, para el resto del que no lo es.

JPIIM

En todos los documentos apenas aquí apuntados Juan Pablo II se ocupó de multitud de temas que venían apuntados, ya, en su primera Carta Encíclica Redemptor hominis que vino a ser como el anuncio del programa que iba a llevar a lo largo de su Pontificado. Así se ocupó de temas relativos a hombre, a Jesucristo, al Espíritu Santo, a María, a la Iglesia, al Concilio Vaticano II, a la Eucaristía, al Sacerdocio, a la Vida consagrada, al siempre estimulante tema de los laicos, a la Fe, a las tres virtudes teologales, a la felicidad, a la Verdad y a la libertad, a la Penitencia y al Perdón, a virtudes como la Justicia, a deseos como la paz, a necesidades como la oración, a realidades como el Cristianismo, a la vital necesidad de la vida, al sufrimiento y a la muerte, a la mujer y a la familia sin dejar de lado temas como la educación, la juventud (tan querida por él y a la inversa), la sexualidad, la política y la cultura sin dejar de ocuparte de temas hoy día muy importantes como son los medios de comunicación y el ecumenismo…

Todo esto, que sólo está aquí apuntado, digamos que produce un cierto mareo vital porque es tan importante el pontificado de Juan Pablo II que sólo podemos decir ¡Gracias, Karol!, intercede por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán