28.04.11

 

El refranero español, rico como pocos, tiene una frase muy apropiada para definir lo que está ocurriendo en la Iglesia en el País Vasco: “Dios los cría y ellos se juntan". Efectivamente, el cambio que Roma ha marcado para las diócesis vascas, que por ahora ha alcanzado a la de San Sebastián y a la de Bilbao, tiene la virtud de convertir en compañeros de camino a personajes y grupos de lo más diverso. Hablamos de unas iglesias locales gobernadas en las últimas décadas por pastores claramente nacionalistas -fue Mons. Setién el que dijo que quería más a unas ovejas que a otras- o por alguno, que sin serlo, no pudo, no supo o no quiso librarse del poder del clero progresista y abertzale.

El principal objetivo de los que quieren que todo siga igual es Mons. Munilla, obispo de San Sebastián. Desde medios progre-eclesiales como Religión Digital se inició una campaña brutal contra el prelado vasco. Empezó antes de que fuera elegido, continuó cuando fue nombrado por el Papa y siguió después de que tomara posesión de la diócesis guipuzcoana. El perfil eclesiástico de don José Ignacio, hombre fiel a la Iglesia y al Magisterio que además tiende a decir las cosas claras, era más de lo que podían soportar los que quieren una Iglesia sometida al imperio progre-nacionalista en el País Vasco.

Y claro, era cuestión de tiempo que la voz mediática del radicalismo abertzale, ideológicamente ligado a Eta, se sumara al coro. El diario Gara acaba de poner a Mons. Munilla, vasco por los cuatro costados, en el centro de una diana que todos sabemos bien para qué suele usarse en Euskadi. Le acusa de pastorear a sus fieles desde el ultranacionalismo españolista y el dogmatismo católico. Que un obispo católico quiera llevar a sus feligreses por el camino del dogma de la Iglesia debería ser lo más normal del mundo. Pero cuando en las vascongadas los abertzales acusan a alguien de ser ultranacionalista español, es como para tentarse la ropa. Aunque a decir verdad, no es la primera vez que pasa esto.

Gara utiliza a Pagola y Arregui como argumentos a favor de su tesis. El que fuera vicario general con Mons. Setién -en mi opinión, el peor obispo que ha tenido este país en muchos siglos- ha tenido “problemas” con el contenido teológico de una de sus obras. En todo lo relacionado con su caso no hay ni por asomo indicio de componente político. Lo que se discute sobre su obra es si resulta conforme a la fe católica o no. Y en cuanto a Arregui, fue protagonista de uno de los episodios más sucios de la campaña contra Munilla y, al ver que perdía su “guerra", decidió secularizarse. Quienes hemos tenido que leer cómo maldice la cruz de Cristo en su último post, publicado precisamente en Religión Digital, nos preguntamos cómo es posible que la Iglesia en el País Vasco le haya permitido ser sacerdote franciscano durante tanto tiempo.

Es posible que algunos de los que han atacado brutalmente al obispo de San Sebastián se rasguen las vestiduras ante el apoyo a sus tesis por parte del diario Gara. Pero aquí nadie puede llamarse a engaño. En España todos conocemos la situación de las vascongadas. Todos sabemos lo que implica poner en la diana del progresismo eclesial y nacionalista a un obispo vasco. Y todos tienen que asumir las consecuencias de sus acciones. Lo quieran o no, los “odiadores” mediático-eclesiásticos de Mons. Munilla están hoy en el mismo redil que el periódico que compran los que aplauden a Eta. Un periódico que, como esos periodistas de la anti-iglesia, habla de que una supuesta “amplia base cristiana necesita movilizarse en la plaza pública“. Me temo que asistiremos a nuevos episodios indeseables en esta campaña. No le querían como obispo de San Sebastián y harán todo lo que esté en su mano para que deje de serlo. En este caso, de la misma manera que en la arena política, unos se van a dedicar a mover el árbol y otros querrán recoger las nueces.

Pues bien, que sepan unos y otros que desde aquí haremos todo lo que sea necesario para que la Iglesia apoye unánimemente, e incluso de forma pública, a un obispo cuyo gran pecado es ser católico fiel y ajeno a la movida nacionalista, tanto la vasca como la española. Si, Dios no lo quiera, le pasara algo -cosa que dudo-, tendremos muy claro quién empezó todo. Y les señalaremos con el dedo como ellos han señalado con su índice a quien puede pasar a ser objetivo de la serpiente etarra.

Luis Fernando Pérez Bustamante