ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 30 de abril de 2011

Publicidad

¡ZENIT TIENE UN SISTEMA DE PUBLICIDAD ONLINE!

¿Desea anunciar un nuevo libro, un congreso, una peregrinación, un encuentro o retiro, una página web, un DVD, un CD, una campaña, en el amplísimo y selecto mundo de los lectores de ZENIT...?

¡Publique su anuncio en los espacios publicitarios en nuestro sitio Web y/o en los servicios de ZENIT vía correo electrónico!

Podrá llegar a los centenares de millares de visitantes de nuestro sitio Web y a más de 500.000 lectores en todo el mundo, 250.000 de ellos suscritos a los servicios vía correo electrómico en español.

¡Tarifas promocionales!

Para proponer su anuncio son suficientes pocos minutos, basta seguir los pasos que se indican en el enlace:

http://ads.zenit.org/spanish

Para ver las tarifas y poner su anuncio en los servicios via email de ZENIT visite: http://ads.zenit.org/spanish


Beatificación de Juan Pablo II

La vigilia en el Circo Máximo revela aspectos desconocidos de Juan Pablo II

Vigilia en el Circo Máximo: Juan Pablo II nuevamente entre los jóvenes

Juan Pablo II, “defensor del hombre”; según el vicario de Roma

Juan Pablo II, el apóstol de la Divina Misericordia

Juan Pablo II visto por Benedicto XVI

Un anticipo de la JMJ en la beatificación de Wojtyla

El último día de Juan Pablo II

México: Guadalupe sigue en directo la beatificación de Juan Pablo II

Santa Sede

El Papa pide rezar por los que trabajan en los medios de comunicación

Mundo

El Sermón de las Siete Palabras en la radio estatal de Cuba

Documentación

Beato Juan Pablo II: Testimonio del cardenal vicario de Roma


Beatificación de Juan Pablo II


La vigilia en el Circo Máximo revela aspectos desconocidos de Juan Pablo II
Intervenciones de sor Marie Simon-Pierre, Navarro-Valls, y el cardenal Dziwisz
ROMA, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Las doscientas mil personas que participaron durante la noche de este sábado en la vigilia de preparación para la beatificación de Juan Pablo II descubrieron aspectos desconocidos de su vida, gracias a los testimonios de sus más cercanos colaboradores.

Pero la intervención más esperada, seguida también por canales de televisión de más de cien países, fue la de sor Marie Simon-Pierre, religiosa de las Maternidades Católicas, cuya curación de Parkinson ha sido el fenómeno científicamente inexplicable que permitió el reconocimiento de su beatificación.

"Juan Pablo II os está mirando desde el cielo, y sonríe", dijo la religiosa que narró detalles sobre el sufrimiento que le había provocado la misma enfermedad que vivió Juan Pablo II y confesó: "Me ha impresionado el hecho de que mi experiencia ha contribuido a la beatificación de Juan Pablo II y el que pueda testimoniarlo aquí" (Cf. Marie Simon-Pierre, el milagro de Juan Pablo II).

 

Navarro-Valls: se confesaba todas las semanas

Joaquín Navarro Valls, quien fue portavoz de Juan Pablo II durante 21 años, explicó que para comprender a Juan Pablo II hay que entender qué es la Divina Misericordia, y reveló que el papa "se confesaba todas las semanas", "pues sabía que nosotros, seres humanos, no podemos hacernos bellos, puros, por nosotros mismos. Tenemos necesidad de la ayuda que procede de Dios a través de los sacramentos".

"Para un cristiano rezar es un deber y también el resultado de una convicción; para él era una necesidad, no podía vivir sin rezar", añadió. "Verle rezar era ver a una persona que está en conversación con Dios".

Navarro-Valls recordó que con frecuencia le veía en su capilla privada, de rodillas, con pedazos de papel, que leía y que después en encomendaba en la oración. Eran intenciones de oración que las personas de todo el mundo le confiaban en sus cartas.

Las dos veces en que se enfadó

Luego le tocó el turno al cardenal Stanisław Dziwisz, arzobispo de Cracovia, quien fue su secretario personal durante más de 40 años.

Tomó la palabra para recordar que los dos amores de su vida fueron "Dios (Jesucristo), y el hombre, sobre todo los jóvenes".

Y luego reveló cuáles son las dos ocasiones en las que vio a Juan Pablo II "verdaderamente enfadado". Aunque matizó: "había un motivo".

La primera vez, dijo, fue en Agrigento, en Sicilia, el 9 de mayo de 1993, cuando "levantó la voz contra la mafia. Y nos asustamos todos", recordó.

La otra ocasión, añadió el secretario de Karol Wojtyla, fue durante el Ángelus, antes de la guerra en Irak, cuando gritó con fuerza: "No a la guerra, la guerra no resuelve nada. Yo he vivido la guerra; sé lo que es la guerra".

"Envió a un cardenal a Washington y otro a Bagdad para decir: '¡no tratéis de resolver los problemas con la guerra!'. Y tuvo razón. La guerra existe todavía y no ha resuelto nada".

Al final, el cardenal Dziwisz confesó también la gran satisfacción de su vida: "al inicio le llamaban 'el papa polaco'", recordó. "Pero después todos le han llamado 'nuestro papa', incluso muchos que no son cristianos. Pero mañana le llamaremos: 'Juan Pablo II, beato'", reconoció conmovido, arrancando aplausos.

Un Rosario mundial

Concluyó así la primera parte de la vigilia, la Celebración de la Memoria a través de los testimonios. La segunda se convirtió en un Rosario mundial, que unió en cada uno de los cinco misterios luminosos a Roma con grandes santuarios de diferentes continentes.

Desde Lagniewniki, en Cracovia, se rezó por la juventud; desde Kawekamo-Bugando (Tanzania) por la familia; desde Nuestra Señora del Líbano-Harissa por la evangelización, desde la basílica de Santa María de Guadalupe, en México, por la paz entre las naciones, y desde Fátima por la Iglesia.

El acto concluyó en torno a las 22.30 con la oración final y bendición que Benedicto XVI impartió desde el Palacio Apostólico del Vaticano gracias a la conexión televisiva.

Por Jesús Colina



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Vigilia en el Circo Máximo: Juan Pablo II nuevamente entre los jóvenes
Desde México, Polonia, Rumanía o Italia, atraídos por su santidad
ROMA, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Cuando la vigilia de preparación a la beatificación de Juan Pablo II, en el Circo Máximo de Roma, se conectó por satélite con el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, las misioneras del Santísimo Sacramento, mezcladas entre los peregrinos, agitaron sus pañuelos para atraer la atención de sus compatriotas.

Son siete, y vienen de Nuevo León. "Juan Pablo II fue un padre para nosotras --afirma la hermana Adela de la Rosa en esta noche del sábado--. Siempre cercano a la gente, unido a Cristo, un testigo con toda su vida".

Impactaba su capacidad para entablar un contacto con la gente: "en su vista a México, la gente le esperó en la calle durante horas y horas con la esperanza de verle un momento, de poderle tocar".

Las hermanas tenían previsto ir del Circo Máximo de Roma a la plaza de San Pdro y esperar a que las 5.30 de la madrugada se abran los ingresos para poder participar en la beatificación.

El suelo está húmedo, pues durante el día ha llovido.

"Y, ¿si vuelve a llover?", les preguntamos. "No importa --responden--, abriremos los paraguas".

Del Este de Europa

Junto a ellas enarbolan banderas blancas y rojas diecinueve muchachos polacos que han viajado durante tres días para llegar a Roma desde Gdansk.

No sienten el cansancio. "Es más, para nosotros --afirma Magda Batachowska-- es un sueño poder estar aquí con motivo de la beatificación de Juan Pablo II".

Como polaco, "fue de manera particular 'nuestro' papa, un padre para todos y ahora un santo al que podemos encomendarnos".

¿Qué palabras se han quedado más grabadas en el corazón? "No tengáis miedo --responde con seguridad Magda--: así es, nada malo puede sucederle a quien cree".

"Nu và temeti!", es el eslogan impreso en las camisetas de la Acción Católica de Rumanía. Salieron en un autobús el jueves pasado desde Cluj, e hicieron etapa en Padua, Asís, y en Roma, donde son acogidos en la parroquia de San Bernabé, con sacos de dormir.

"El papa venía del Este de Europa --afirma Oana Tuduce--. Sabía comprender nuestra situación, pues él mismo la había vivido, y esto nos daba aliento".

"Su lección fundamental -añade Oana-- fue la confianza en la verdad, pues la verdad nos hace libres: si en nuestros países hubiera más valentía para afrontar los errores del pasado, la situación actual mejoraría".

Misionero con el sufrimiento

Un largo viaje en autobús, en la noche, han tenido que afrontar también los scouts de Misterbianco, en la provincia italiana de Catania.

Giuseppe Scuderi tenía 16 años cuando falleció Karol Wojtyla, pero reconoce: "Le veía en la televisión y lo sentía cerca de los jóvenes, cariñoso con los pequeños".

Alfredo Murabito añade: "No se comprendía muy bien cuando hablaba en los últimos tiempos de su vida, pero transmitía emociones: al escucharle, uno se sentía mejor".

Estos muchachos también han previsto una "noche blanca", sin dormir, entre el Circo Máximo y la plaza de San Pedro: "no hemos traído ni siquiera los sacos de dormir --explican--. Hubiera sido un peso inútil".

Vidas cambiadas en pocos segundos

El hermano Fabian, de la Comunidad de San Juan, en Austria, que une vida activa y contemplativa, recuerda un momento particular ligado a Juan Pablo II: "Tenía 19 años y él visitó Paderborn, en Alemania del Norte, de camino hacia Berlín. Iba en el papamóvil y al pasar a mi lado me cruzó la mirada, se me quedó mirando: fue un momento decisivo para mí".

"Hoy la Iglesia nos alienta a encomendarnos a su intercesión y su beatificación es como un sello de lo que ya llevábamos en el corazón", añade.

Con motivo de la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, Costança Andrade, de Lisboa, vino a Roma para perderse entre la muchedumbre de peregrinos que festejaba los 25 años de pontificado de Juan Pablo II.

En la noche, habían programado fuegos artificiales: "la plaza de San Pedro estaba a oscuras --recuerda Costança-- y el Papa se asomó a la ventana. Entonamos el canto de la Virgen de Fátima y de repente Juan Pablo II dijo 'buenas noches' en portugués. Es un recuerdo imborrable".

Santidad cercana

¿Por qué le queremos? "Porque abrió la Iglesia a la gente, porque es un santo para nuestro tiempo", afirma Benedetto Coccia, presidente de la Acción Católica de Roma.

"Juan Pablo II acercó el concepto de santidad a los jóvenes, haciendo que se derrumbara el prejuicio de la lejanía de la vida cotidiana que teníamos".

Muchos jóvenes de la asociación, con motivo de la beatificación, se han comprometido como voluntarios: "es una forma de servicio --afirma Benedetto--, pero también una manera de dar las gracias al Papa, que nos enseñó a ser Iglesia".

Alegría neocatecumenal

En torno a un canto religioso se encontraban reunidos en un área del Circo Máximo jóvenes de las comunidades del Camino Neocatecumenal, procedentes de toda Europa, bailando al ritmo del tambor bíblico.

Gianfranco Tata, de la comunidad neocatecumenal de la parroquia de san Jerónimo Emiliano de Roma es un veterano de las Jornadas Mundiales de la Juventud, comenzando por la de Santiago de Compostela, en 1989, pasando por Denver, París, Roma, Toronto, hasta concluir con la de Colonia, en 2005, presidida por Benedicto XVI.

"He visto a Juan Pablo II muchas veces --cuenta--. Creo que evangelizó al mundo con su sufrimiento, trastocando la lógica del mundo que no acepta a quien no está en perfectas condiciones".

"Le veía con frecuencia en al televisión, el domingo --afirma Achille Ascione de Nápoles--; su sufrimiento me impresionaba, sufría con él. Créeme, hablo de corazón".

Achille no ha venido al Circo Máximo como peregrino, sino para vender imanes con la imagen sonriente de Juan Pablo II mientras bendice. Es uno de las oficios que improvisa para ganarse la vida.

"Presente, presente, el Papa está presente", repiten mientras tanto en coro, los fieles desde el Santuario de Guadalupe, contagiando de alegría a los doscientos mil peregrinos congregados en Roma. Y se escucha nuevamente el famoso grito: "Juan Pablo, segundo, te quiere todo el mundo".

En su testimonio en el palco, seguido por más de cien países gracias a la televisión, el cardenal Stanislaw Dziwisz, fiel secretario de Karol Wojtyla durante más de 40 años, asegura: "en esta noche, en el Circo Máximo, Juan Pablo II está más presente que nunca".

Por Chiara Santomiero



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Juan Pablo II, “defensor del hombre”; según el vicario de Roma
Testimonio del cardenal Vallini en la Vigilia del Circo Máximo
ROMA, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Juan Pablo II fue un "gran defensor del hombre", afirmó hoy el cardenal Agostino Vallini, ofreciendo su testimonio durante la Vigilia de Oración por la beatificación del papa polaco, que organizó hoy la diócesis de Roma.

Ante miles de peregrinos congregados en la amplia explanada del Circo Máximo, el cardenal Vallini afirmó que el futuro beato supo leer los "signos de los tiempos", concentrando su esfuerzo en la dignidad de la persona humana.

"Testigo de la época trágica de las grandes ideologías, de los regímenes totalitarios y de su ocaso, Juan Pablo II intuyó con antelación el trabajoso pasaje, marcado por tensiones y contradicciones, de la época moderna hacia una nueva fase de la historia, mostrando una atención constante para que su protagonista fuese la persona humana", afirmó el purpurado.

Juan Pablo II, añadió, "fue defensor firme y creíble del hombre ante los Estados e Instituciones internacionales que lo respetaban y le rendían homenaje reconociéndolo como mensajero de justicia y paz".

"Con la mirada fija en Cristo, Redentor del hombre, ha creído en el hombre y le ha mostrado apertura, confianza, cercanía. Ha amado al hombre y le ha impulsado a desarrollar dentro de sí el potencial de la fe para vivir como una persona libre y cooperar en la realización de una humanidad más justa y solidaria, como operador de paz y constructor de esperanza".

El cardenal Vallini quiso recordar las conocidas palabras que Karol Wojtyla pronunció como papa: "¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! ... Cristo conoce lo que hay dentro del hombre. ¡Sólo El lo conoce!".

También subrayó el amor de Juan Pablo II por todos los "heridos por la vida" - como llamaba a los pobres, enfermos, los sin nombre, los excluidos a priori-, "pero con un amor muy singular ha amado a la gente joven".

"Las convocaciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud tenían como fin que los jóvenes fueran protagonistas de su futuro, convirtiéndose en constructores de la historia", añadió.

El papa polaco veía en los jóvenes "la riqueza de la Iglesia y de la sociedad", y les invitaba a "prepararse para las grandes decisiones, a mirar hacia adelante con confianza, confiando en las propias capacidades y siguiendo a Cristo y el Evangelio".

"De su vida, aprendemos, en primer lugar, el testimonio de la fe: una fe arraigada y fuerte, libre de miedos y de compromisos, coherente hasta el último aliento, forjada por las pruebas, la fatiga y la enfermedad, cuya benéfica influencia se ha difundido en toda la Iglesia, más aún, en todo el mundo", afirmó.

El recuerdo de Juan Pablo II, concluyó el cardenal vicario de Roma. "no debe significar para nosotros un regreso al pasado, sino que aprovechando su patrimonio humano y espiritual, sea un impulso para mirar hacia adelante".



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Juan Pablo II, el apóstol de la Divina Misericordia
La fecha de su beatificación recoge su legado espiritual
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- La elección de Benedicto XVI para la fecha de la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo, que en este año coincide con el domingo de la Divina Misericordia, no es una casualidad.

En varias ocasiones, pero en particular en los funerales de Karol Wojtyla, el cardenal Joseph Ratzinger ha mostrado cómo la herencia más original de ese papa a la Iglesia fue precisamente su contribución a la comprensión del mal provocado por el ser humano a la luz del límite que pone la Divina Misericordia.

El entonces decano del colegio cardenalicio, ante el cuerpo de Juan Pablo II, explicaba este legado así: "Cristo, sufriendo por todos nosotros, ha conferido un nuevo sentido al sufrimiento; lo ha introducido en una nueva dimensión, en un nuevo orden: el del amor... Es el sufrimiento que quema y consume el mal con la llama del amor, y obtiene también del pecado un multiforme florecimiento de bien" (Cf. Homilía del cardenal Joseph Ratzinger en las exequias de Juan Pablo II).

El misterio del mal ético

Karol Wojtyla sufrió los dos totalitarismos del siglo XX, el comunismo y el nazismo, y se preguntaba cómo fue posible que Dios permitiera dramas tan terribles.

Muchos han utilizado estos males como razones para negar la existencia de Dios, o incluso para afirmar que Dios no es bueno. Juan Pablo II, en cambio, se valió de ellos para reflexionar sobre lo que Dios enseña, al permitir que sucedan tragedias, a causa de la libre cooperación de los hombres.

Y encontró la respuesta a la cuestión del mal ético en la perspectiva de la Divina Misericordia, la enseñanza de la religiosa y mística polaca santa Faustina Kowalska (1905-1938).

San Agustín explica que Dios nunca permite el mal: Él no lo causa; lo permite. El mal no es una cosa. Al crear al ser humano con libertad, Dios aceptó la existencia del mal. ¿Hubiera sido mejor que Dios no creara al hombre? ¿Habría sido mejor no crearlo libre? No. Pero, entonces -se preguntaba el joven polaco-, ¿cuál es el límite del mal para que no tenga la última palabra?


Juan Pablo II comprendió que los límites del mal los delimita la Divina Misericordia. Esto no implica que todo el mundo se salve automáticamente por la Divina Misericordia, disculpando así todo pecado, sino que Dios perdonará a todo pecador que acepte ser perdonado. Por eso, el perdón, la superación del mal, pasa por el arrepentimiento.


Y si el perdón constituye el límite al mal (¡cuántas lecciones se podrían sacar de esta verdad para superar los conflictos armados!), la libertad condiciona, en cierto modo, a la Divina Misericordia. Dios, en efecto, arriesgó mucho al crear al hombre libre. Arriesgó que rechace su amor y que sea capaz, negando en realidad la verdad más honda de su libertad, de matar y pisotear a su hermano. Y pagó el precio más terrible, el sacrificio de su único Hijo. Somos el riesgo de Dios. Pero un riesgo que se supera con el poder infinito de la Divina Misericordia.

Su mensaje póstumo

Juan Pablo II había preparado una alocución para el Domingo de la Divina Misericordia, que no pudo pronunciar, pues la víspera fue llamado a la Casa del Padre.

Sin embargo, quiso que ese texto se leyera y publicara como su mensaje póstumo: "A la Humanidad, que a veces parece extraviada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado le ofrece, como don, su amor que perdona, reconcilia y suscita de nuevo la esperanza. Es un amor que convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la Misericordia divina!" (Cf. Regina Cæli, 3 de abril de 2005).

Como recuerdo perenne de este mensaje, Juan Pablo II introdujo en el calendario litúrgico la solemnidad de la Divina Misericordia, una semana tras el domingo de Pascua.

Por este motivo, el monseñor Guido Marini, maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, ha anunciado que la beatificación de Juan Pablo II comenzará en la plaza de san Pedro del Vaticano con una novedad.

Los centenares de miles de peregrinos se prepararán a la celebración recitando, en diferentes idiomas, la coronilla de la Divina Misericordia, práctica de devoción que promovió sor Faustina.

La imagen de Divina Misericordia, traída de la Iglesia del Espíritu Santo en Sassia, muy cerca del Vaticano estará presente en la parte elevada de plaza, frente a la Basílica hasta el comienzo de la Santa Misa.

Por Jesús Colina

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Juan Pablo II visto por Benedicto XVI
Comentario del padre Lombardi para el semanario televisivo “Octava Dies”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI tenía una alta opinión de su predecesor, Juan Pablo II, afirma el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.

En su editorial para el semanario informativo Octava Dies, del Centro Televisivo Vaticano, Lombardi afirma que Benedicto XVI “es el primer Papa de los tiempos modernos que puede proclamar beato a su predecesor, de quien fue durante más de dos décadas uno de sus principales colaboradores”.

Entre las muchas voces que en estos días ofrecen su testimonio sobre Juan Pablo II, afirma el portavoz vaticano, “es justo escuchar en particular la suya”, recordando la entrevista que concedió el Papa Benedicto a la Televisión Polaca en octubre de 2005.

Lombardi recuerda en el editorial algunas de las frases que pronunció el Pontífice sobre su predecesor durante aquella entrevista, que ZENIT publicó en su servicio del 16 de octubre de 2005 (ver www.zenit.org/article-17145?l=spanish) .

“Respecto al mundo, creó una nueva sensibilidad hacia los valores morales, hacia la importancia de la religión en el mundo”, decía el Papa Benedicto. “Todos los cristianos han reconocido --no obstante las diferencias -- que él es el portavoz de la cristiandad. También para los no cristianos y para las otras religiones, él fue el portavoz de los grandes valores de la humanidad”.

Y también “supo entusiasmar a la juventud con Cristo. Que la juventud se haya entusiasmado por Cristo y por la Iglesia y también por valores difíciles sólo podía conseguirlo una personalidad con ese carisma; sólo él podía movilizar a la juventud del mundo por la causa de Dios y por el amor de Cristo”.

Finalmente, decía el Papa en aquella ocasión, “era el hombre del Concilio. Nos ayuda a ser verdaderamente Iglesia de nuestro tiempo y del tiempo venidero”.

“Dios, Jesucristo, la unidad de los cristianos, el diálogo entre las religiones por el bien de la persona y de toda la humanidad: son desde el primer día de Pontificado las prioridades del Papa Benedicto”, subraya Federico Lombardi.

“Es la herencia que recoge de su Predecesor. No sólo como indicación operativa, sino como poderosa inspiración espiritual, que surge de su testimonio y de su viva y continua presencia espiritual en el camino del Pueblo de Dios”, concluye”.


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Un anticipo de la JMJ en la beatificación de Wojtyla
La Jornada de la Juventud, en las pantallas del Circo Máximo durante la vigilia de oración
ROMA, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Un anticipo de España en este sábado italiano: durante la vigilia de oración de hoy en el Circo Máximo, los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud 2011 – que se celebrará en Madrid del 16 al 21 de agosto – llegaron a Roma para participar en la ceremonia que proclamará Beato precisamente a Juan Pablo II, el inventor de las JMJ.

A partir de hoy, será posible encontrar en la Ciudad Eterna cuatro puntos informativos, colocados en sitios estratégicos, meta de los peregrinos en viaje hacia la capital italiana. Dos de los stand de la JMJ serán colocados en el Corso Vittorio Emanuele II, uno en Piazza di Spagna y otro en Piazza del Popolo. A los cerca de 100 voluntarios comprometidos en los puntos de información será posible pedir información sobre la cita madrileña, conocer el calendario de los acontecimientos e informaciones, más en general, sobre la acogida en España.

“Nuestro objetivo – explica María Gil-Casares, responsable de la promoción de la JMJ 2011 – es el de renovar la invitación a participar en la JMJ. Auguramos que pueda ser la ocasión para sensibilizar al público para que se acerquen a esta gran celebración de la fe”.

Esta noche, el césped hospeda la Vigilia de oración en preparación de la beatificación de Juan Pablo II. Durante la velada se proyectan en las pantallas cinco vídeos promocionales – ya disponibles en Youtube – recordando el vínculo especial que Wojtyla supo establecer con los jóvenes de todo el mundo. Madrid, por su parte, en la escenografía del Teatro Fernán Gómez de Plaza de Colón, acogerá la mayor parte de las iniciativas ligadas al nuevo beato.

En particular, se estrenará un musical en portugués que narra las historias de personajes cuyas vidas se cruzaron con la de Juan Pablo II. Historias que hablan de vidas cambiadas o que muestran el lado más divertido – hecho de humor – del papa polaco.

Después estará la exposición “La teología del cuerpo en la Capilla Sixtina”, realizada con la colaboración de los Museos Vaticanos y del Instituto Juan Pablo II, para dar a los jóvenes la oportunidad de comprender y descubrir la belleza de la vocación al amor presente en el cuerpo humano. En paneles gigantes se reproducirán escenas de la Capilla Sixtina, obra maestra de Miguel Ángel, junto a los textos de la teología del cuerpo de Juan Pablo II, el llorado pontífice que vio Madrid en su última visita de 2003, cuando se despidió del país con un “Adiós, España, tierra de María, adiós”.

Karol Wojtyla, bajo cuyo pontificado tuvieron inicio, en 1985, las Jornadas Mundiales de la Juventud, fue elegido por los organizadores como patrón de la décima edición de Madrid inmediatamente después de saberse, el pasado enero, su inminente beatificación.

La razón de esta elección es sencilla: los jóvenes han visto, y siguen viendo, en el papa “venido del Este” un modelo de generosidad y dedicación.

“La JMJ se confiará a aquel que fue llamado 'amigo de los jóvenes'. Él nos precede con su ejemplo – concluye Javier Cremades, responsable de las actividades centrales de la JMJ –, porque no sólo predicó el bien, sino que intentó ser su actor principal, recorriendo en su juventud un camino de vida comprometido.

Por Mariaelena Finessi, traducción del italiano por Inma Álvarez




 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El último día de Juan Pablo II
Testimonio de la enfermera que asistió al papa hasta su muerte
ROMA, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- “Me llamaron a última hora de la mañana. Corrí, tenía miedo de no llegar a tiempo. En cambio, él me esperaba. 'Buenos días, Santidad, hoy luce el sol' le dije en seguida, porque era la noticia que en el hospital le alegraba”.

Así recuerda Rita Megliorin, ex enfermera jefe del servicio de reanimación en el Policlínico Gemelli, la mañana del 2 de abril, cuando fue llamada al apartamento pontificio, a la cabecera de Juan Pablo II, el papa agonizante.

“No creí que me reconociese. Él me miró. No con esa mirada inquisitiva que usaba para entender en seguida cómo iba su salud. Era una mirada dulce, que me conmovió”, añade la mujer.

“Sentí la necesidad de apoyar la cabeza sobre su mano, me permití el lujo de tomar su última caricia posando su mano si fuerzas sobre mi rostro mientras él miraba fijamente el cuadro del Cristo sufriente que estaba colgado en la pared frente a su cama”.

Mientras tanto, oyendo desde la plaza los cantos, las oraciones, las aclamaciones de los jóvenes que se hacían cada vez más fuertes, la mujer preguntó al cardenal Dziwisz, si esas voces no importunaban acaso al papa. “Pero él, llevándome a la ventana, me dijo: 'Rita, estos son los hijos que han venido a despedir al padre'”.

Se conocieron en enero de 2005, cuando las condiciones de salud de Wojtyla se habían agravado. Megliorin explica que en aquellos días de comienzo de año, llegando al hospital para entrar en servicio e ignorando que el papa hubiera sido ingresado, se le dijo que se diera prisa, que fuese a la décima planta porque allí había “un huésped especial”.

“Pensad – dice la mujer – en un lugar donde no existe el espacio y donde no existe el tiempo, y pensad sólo en mucha luz”. La misma luz que acompañó las jornadas del pontífice.

“En aquellos meses, cada mañana entraba en su habitación encontrándole ya despierto, porque rezaba ya desde las 3. Yo abría las persianas y dirigiéndome a él decía: 'Buenos días, Santidad, hoy luce el sol'. Me acercaba y él me bendecía. Arrodillándome, él me acariciaba el rostro”.

Este era el ritual que daba inicio a las jornadas de Wojtyla. “Por lo demás yo era una enfermera inflexible y él un enfermo inflexible. Quería estar al corriente de todo, de la enfermedad, de su gravedad. Si no entendía, me miraba como pidiendo que le explicara mejor”.

“Nunca dejó de estudiar los problemas del hombre. Recuerdo los libros de genética, por ejemplo, que él consultaba y estudiaba con atención, incluso en aquellas condiciones”. Ese no querer rendirse, ese querer vivir la gracia de la vida recibida: “Cada día nos decíamos que 'todo problema tiene solución'”.

Y el papa lo decía también, y sobre todo, a las personas que encontraba, por las que sentía un amor paternal. “Y como todo padre, sentía una predilección por los más débiles. Por ejemplo, en la JMJ de Tor Vergata, en Roma, saludó a los jóvenes que estaban al fondo, pensando que no habrían podido ver mucho. También en el hospital, se entretenía con los más humildes y no con los grandes profesores, les preguntaba por sus familias, si tenían niños en casa”.

Recordando en cambio los últimos ingresos, la ex jefa de planta añade: “El papa vivió los momentos quizás más difíciles en el Policlínico”, pero “asistir a los enfermos es un don, al menos para quien cree en Dios. Y con todo, también para quienes no tienen fe es una experiencia única”.

Para quien comprende plenamente el sentido de lo que entiende Megliorin, resultan estridentes las preguntas de tantos periodistas, reunidos en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz para escuchar, en un encuentro con los medios de comunicación, el testimonio de la enfermera.

Hay quien pregunta si una película sobre la vida de Wojtyla se corresponde con la verdad, sobre todo el fragmento en que la película cuenta que el Papa tuvo espasmos en el momento de su muerte. Preguntas estrafalarias, a veces inoportunas si no fuesen de dudoso gusto. Y de hecho, la enfermera pregunta cuantas personas de la sala han asistido a la pérdida de un progenitor en los propios brazos: “No puedo responder – explica a regañadientes –. Quien no lo ha vivido no lo puede entender”.

Entonces, “¿la muerte fue un alivio?”, insiste otro. “La muerte nunca es un alivio – replica la mujer –. Como enfermera digo sólo que hay un límite en el tratamiento, más allá del cual esta se convierte en un tratamiento médico agresivo”. El morbo de saber si Wojtyla se ahogaba o tragaba, si tenía fuerzas para comer, beber o respirar, todo esto es una violación de la intimidad de un cuerpo, la sacralidad de una vida que ya no está. Su pensamiento vuelve a las palabras de Wojtyla que sin embargo, ha “restituido la dignidad al enfermo”, recuerda Megliorin.

En la Carta Apostólica Salvifici doloris de 1984, Juan Pablo II escribe que el dolor “es un tema universal que acompaña al hombre en todos los grados de la longitud y de la latitud geográfica: es decir que coexiste con él en el mundo”. También escribe el Papa, “el sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre: es uno de esos puntos, en lo que el hombre parece, en cierto sentido, 'destinado' a superarse a sí mismo, y llega a esto llamado de un modo misterioso”.

Juan Pablo II “en el último momento de su vida terrena – concluye Rita Megliorin – rescató su cruz, haciéndose cargo no sólo de la suya propia, sino también de todos los que sufren. Lo hizo con la alegría que nace de la esperanza de creer en un mañana mejor. Incluso creo que él tenía la esperanza de un hoy mejor”.

Por Mariaelena Finessi, traducción del italiano por Inma Álvarez


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


México: Guadalupe sigue en directo la beatificación de Juan Pablo II
Miles de jóvenes se unirán con Roma en el rezo del Rosario
CIUDAD DE MÉXICO, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org El Observador).- El día de hoy, en la Basílica de Guadalupe, el santuario más visitado del mundo, con 15 millones de visitantes cada año, miles de jóvenes participarán en la velada para festejar la beatificación del Papa Juan Pablo II y enlazarse vía satélite con cinco naciones para el rezo del Rosario.

Al anunciar los festejos con motivo de la beatificación del “Papa mexicano”, como se le llamó cariñosamente a Juan Pablo II por sus constantes visitas al país (cinco durante su pontificado), el rector del santuario mariano, monseñor Enrique Glennie, exhortó a los fieles a realizar una manifestación de cariño y de paz para recordar a quien en esta misma Basílica –durante su última visita al suelo azteca—canonizó al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin, vidente de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.

Juan Pablo II, destacó monseñor Glennie, “siempre mostró un amor especial por los mexicanos y por la Virgen de Guadalupe, por eso se ha organizado la vigilia aquí, y los jóvenes reflexionarán sobre el testimonio de vida del Pontífice”.  En México ha crecido un movimiento no oficial pero sí muy nutrido de jóvenes que se hace llamar la “generación Juan Pablo II”.

Dado que existen muchos testimonios de intervenciones tanto en vida como ya fallecido de Juan Pablo II para obrar milagros entre los fieles mexicanos, la rectoría de la Basílica propuso que en el transcurso de la vigilia se colocará un buzón donde los fieles depositarán los favores recibidos por el futuro beato.

Los festejos del sábado 30 de abril a las 13,00 horas con el Rosario Mundial, al cual también se enlazarán grupos de jóvenes en oración de Polonia, Líbano, Portugal y Tanzania. A México le tocará el rezo en el cuarto misterio y será Armando Colín, obispo auxiliar de la arquidiócesis de México, el que lo presida.

La vigilia concluirá con cantos a cargo del coro de la Basílica. Antes de la vigilia, a las 16,30 horas, se dará la bendición a la plazoleta dedicada Juan Pablo II y se develará una placa conmemorativa por las multitudinarias visitas que el Pontífice llevó a cabo en México y que culminaron con aquel “me voy pero me quedo” que tantas lágrimas arrancó del pueblo mexicano. 

Posteriormente a las 16,45 horas se inaugurará la exposición de las reliquias de Karol Wojtyla, entre las que se encuentra una sotana, zapatos, escapulario, vela, rosario y uno de los Papamóvil.

Desde las 21,00 h. de este sábado iniciará la velada juvenil, donde habrá testimonios, oraciones y canto, la cual se interrumpirá para la transmisión vía satélite, en pantallas gigantes, de la ceremonia de beatificación a las 3,00 h., tiempo del centro de México y concluirá a las 5 de la mañana, doce del día tiempo de Roma.  Las pantallas gigantes se colocarán en el atrio y la explanada de la Basílica de Guadalupe.

El domingo 1 de mayo a las 12,00 horas el nuncio apostólico de Su Santidad Benedicto XVI en México, monseñor Christophe Pierre, presidirá la misa de acción de gracias por la beatificación de Juan Pablo II.  Por su parte, el encargado de los festejos, el padre Pedro Agustín Rivera, informó que en todos los templos de la Ciudad de México replicarán las campanas a las 12,00 horas en honor a la beatificación del Papa los domingos 1,8, 15 y 22 de mayo.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Santa Sede


El Papa pide rezar por los que trabajan en los medios de comunicación
Intenciones confiadas en mayo al Apostolado de la Oración
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Para el próximo mes de mayo, que comienza mañana, el Papa Benedicto XVI pide a los fieles que recen por cuantos trabajan en el sector de los medios de comunicación.

Esta es, de hecho, la propuesta que hace en las intenciones de oración para el quinto mes del año, contenidas en la carta pontificia que ha confiado al Apostolado de la Oración, iniciativa que siguen casi 50 millones de personas en los cinco continentes.

“Para que cuantos trabajan en los medios de comunicación respeten siempre la verdad, la solidaridad y la dignidad de toda persona”, dice la intención general.

Cada mes, el Pontífice propone también una intención misionera.

La de mayo dice así: “Para que el Señor conceda a la Iglesia en China perseverar en la fidelidad al Evangelio y crecer en la unidad”.

 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Mundo


El Sermón de las Siete Palabras en la radio estatal de Cuba
Por primera vez en cincuenta años
HOLGUIN, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Este viernes santo, y por primera vez en más de cincuenta años, se transmitió, por las ondas de radio estatales cubanas una reflexión sobre las Siete Palabras de Jesús desde la Cruz.

El predicador fue el obispo de la diócesis Holguín las Tunas Emilio Aranguren Echeverría y su voz fue escuchada a través de las emisoras de Holguín y Tunas, Radio Angulo y Radio Victoria, en la zona nororiental de la Isla.

La emisión se inició con un comentario de la locutora de Radio Angulo, seguido de una cortina musical con una canción que usa palabras del poeta cubano José Martí: “En la cruz murió el hombre un día; pero se ha de aprender a morir en la cruz todos los días".

Al finalizar la transmisión, el mismo obispo quedó “sorprendido por la cantidad de personas que han llamado al Obispado para dar las gracias, felicitar, expresar su contentura por las Siete Palabras. Incluso, en algún caso, añadieron comentarios a frases específicas que yo había comentado”, declaró a ZENIT monseñor Aranguren.

El prelado cubano inició su reflexión identificándose como el obispo de la Iglesia Católica en las dos provincias, y recordó que se celebraba el viernes santo, “día en el que Jesucristo entregó su vida en la Cruz para restaurar el daño que el pecado del hombre había ocasionado a la creación”.

Comentó que las siete palabras de Jesús fueron dichas desde el dolor y el sufrimiento “para aliviar y consolar. Son palabras de amor y de vida. Palabras que nos abren el camino a la Resurrección”.

Dirigiéndose familiarmente a cada radioyente les habló al corazón: “Queridos hermanos, bien sabemos que no hay nada mejor que una palabra oportuna. Esa palabra que recibimos en el justo momento, en la hora que más lo necesitamos. Es cuando uno dice: 'eso era lo que yo necesitaba escuchar'”.

Recordó que vivimos en el siglo de las comunicaciones y de la velocidad de los medios de información, y diariamente nos llega un caudal de mensajes llenos de muchas palabras con las que tratamos de comprender lo que pasa en nuestro entorno; también solemos decir:¡Mira que se dicen tantas cosas… como si el mundo cambiara con esto!".

Pero subrayó que, durante la Semana Santa, los cristianos tienen la oportunidad de escuchar una vez más la Palabra de Dios, y en especial, las palabras de Jesús en su Pasión y Muerte. Y se preguntó: "¿Qué tienen las últimas palabras de Jesús desde la Cruz, que no se las lleva el viento? Son palabras tan bien dichas y tan acertadas que nos hacen esperar en la vida y la resurrección, por lo tanto, son palabras de vida y esperanza que tanto nos hacen falta”.

Al hilo de cada una de las palabras de Jesús, el obispo se refirió a situaciones concretas que vive el pueblo cubano: Habló de la necesidad del perdón, como camino que da vida y esperanza. Les invitó a escuchar la palabra de Jesús: 'Hoy estarás conmigo en el paraíso'”.

Preguntándole a cada oyente "¿A qué te invita, qué camino te muestra, qué esperanza te da?", les recordó que “Jesús nos dejó una comunidad de vida y esperanza junto a su madre María. A buena hora, en medio de la desolación, cuando todos habían huido, Jesús dice al discípulo: 'Ahí tienes a tu Madre'. Jesús nos quiere hermanos y desea que permanezcamos unidos".

Y en esta palabra sobre María recordó el paso de la imagen de la Virgen de la Caridad por toda Cuba, con la oración ¿la Caridad nos une?”. Ante la palabra de Jesús: "Tengo sed", el obispo recordó la sequía en el campo cubano. “La tierra pide a gritos el agua. En otros lugares hay desastres por inundaciones…”

Señaló la fe como única fuente de donde brota todo porque, sin fe, la sequía espiritual de la persona se convierte en un desierto de valores.

“Necesitamos refrescar un poco, encontrar fuentes de vida y esperanza. La sed de Jesús en la cruz fue la sed de Dios. Como cubanos necesitamos a Dios. ¡Qué refrescante es Dios en el duro vivir de cada día, en medio de todo lo que tenemos que afrontar en la vida diaria de la familia y del trabajo. Señor, tenemos sed… sed de Dios. Refréscanos en esta hora que vivimos. ¡Danos vida y esperanza!”, pidió el prelado cubano.

Monseñor Aranguren se refirió a los momentos de desesperación que pueden llegarle al ser humano que se siente abandonado: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué?".

“¡Qué sincera y conveniente esta palabra para tantas personas que tímidamente se están preguntando por Dios! --comentó, al tiempo que oraba en voz alta--: “Señor Jesús, que sentiste el abandono en lo que humanamente era imposible y que llamaste a Dios Padre en esa hora, enséñanos a acudir a Ti en nuestros momentos difíciles en los que no vemos la luz de la vida y la esperanza”.

Ante la palabra de Jesús “Todo está cumplido”, invitó a los oyentes a pensar en su propia vida. “Es la hora de Dios en nuestras vidas… Es ver cumplido que, todos los cubanos somos hermanos. Es ver cumplido el sueño de Dios en que nos reconciliamos unos con otros, nos perdonamos y somos mejores cada día", dijo.

"Qué bueno que cada uno de nosotros al llegar la noche y antes de dormirnos podamos decir: 'Todo está cumplido', hoy todo lo hice bien… Siento vida y esperanza para vivir mañana. Señor, enséñanos a decir contigo desde la cruz: 'Todo está cumplido'”.

Comentando la última palabra, el obispo subrayó: “Necesitamos ponernos en manos de Dios Padre”. Lo que equivale  a “poner toda nuestra vida y esperanza en El y decirle: “'Padre, en tus manos pongo mi espíritu'”.

Invitó a confiar “en la fuerza de Cristo que, desde la Cruz nos salva, y, al entregar su vida por nosotros, nos permite que nosotros tengamos vida en abundancia. Y concluyó invitando a rezar el padrenuestro y a recordar que el día de viernes santo, decimos: "¡Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo!".

Por Araceli Cantero Guibert 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Documentación


Beato Juan Pablo II: Testimonio del cardenal vicario de Roma
El cardenal Agostino Vallini, en la Vigilia del Circo Máximo
ROMA, sábado 30 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el testimonio del cardenal Agostino Vallini, vicario de Roma, durante la Vigilia de Oración celebrada hoy por la noche en el Circo Máximo de Roma, con motivo de la beatificación del papa Juan Pablo II.



 

* * *



 

¡Queridos hermanos y hermanas!

La Providencia nos da esta tarde la alegría de vivir una gran experiencia de gracia y de luz. Con esta vigilia de oración mariana queremos prepararnos a la celebración de mañana, la solemne beatificación del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II. Seis años después de la muerte de este gran Papa sigue siendo muy fuerte en la Iglesia y en el mundo el recuerdo de quien fue durante 27 años Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. Sentimos por el amado pontífice veneración, afecto, admiración y profunda gratitud.

De su vida, aprendemos, en primer lugar, el testimonio de la fe: una fe arraigada y fuerte, libre de miedos y de compromisos, coherente hasta el último aliento, forjada por las pruebas, la fatiga y la enfermedad, cuya benéfica influencia se ha difundido en toda la Iglesia, más aún, en todo el mundo; un testimonio acogido en todos los lugares, en sus viajes apostólicos, por millones de hombres y mujeres de todas las razas y culturas.

Vivió para Dios, se entregó por completo a Él para servir a la Iglesia como una ofrenda sacrificial. Solía repetir esta invocación: "Jesús, Pontífice, que te entregaste a Dios como ofrenda y víctima, ten misericordia de nosotros". Era su gran deseo ser cada vez más una sola cosa con Cristo Sacerdote mediante el sacrificio eucarístico, que le daba fuerza y valor para su incansable actividad apostólica. Cristo era el principio, el centro y la cima de cada uno de sus días. Cristo era el sentido y la finalidad de su acción; de Cristo sacaba energías y plenitud de humanidad. Así se explica la necesidad y el deseo que tenía de rezar: todos los días dedicaba largas horas a la oración, y su trabajo estaba imbuido y atravesado por la oración.

Gracias a esa fe, vivida hasta lo más profundo de su ser, comprendemos el misterio del sufrimiento, que lo marcó desde joven y lo purificó como el oro se prueba con el fuego (cf. 1 P 1, 7). Todos estábamos admirados por la docilidad de espíritu con que afrontó la peregrinación de la enfermedad, hasta la agonía y la muerte.

Testigo de la época trágica de las grandes ideologías, de los regímenes totalitarios y de su ocaso, Juan Pablo II intuyó con antelación el trabajoso pasaje, marcado por tensiones y contradicciones, de la época moderna hacia una nueva fase de la historia, mostrando una atención constante para que su protagonista fuese la persona humana. Del hombre fue defensor firme y creíble ante los Estados e Instituciones internacionales que lo respetaban y le rendían homenaje reconociéndolo como mensajero de justicia y paz.

Con la mirada fija en Cristo, Redentor del hombre, ha creído en el hombre y le ha mostrado apertura, confianza, cercanía. Ha amado al hombre y le ha impulsado a desarrollar dentro de sí el potencial de la fe para vivir como una persona libre y cooperar en la realización de una humanidad más justa y solidaria, como operador de paz y constructor de esperanza. Convencido de que sólo la experiencia espiritual puede colmar al hombre, decía: "el destino de cada hombre y de los pueblos están ligados a Cristo, único liberador y salvador".

En su primera encíclica escribió: "El hombre no puede vivir sin amor... Su vida está privada de sentido si no se le revela el amor... Cristo Redentor... revela plenamente el hombre al mismo hombre...". Y la palabra vibrante con la que comenzó su pontificado: "¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! ... Cristo conoce lo que hay dentro del hombre. ¡Sólo El lo conoce!" demuestra que para él el amor de Dios es inseparable del amor por el hombre y por su salvación.

En su extraordinario impulso de amor por la humanidad, ha amado, con un amor tierno, a todos los "heridos por la vida" - como llamaba a los pobres, enfermos, los sin nombre, los excluidos a priori-, pero con un amor muy singular ha amado a la gente joven. Las convocaciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud tenían como fin que los jóvenes fueran protagonistas de su futuro, convirtiéndose en constructores de la historia. Los jóvenes -decía-, son la riqueza de la Iglesia y de la sociedad. Y les invitaba a prepararse para las grandes decisiones, a mirar hacia adelante con confianza, confiando en las propias capacidades y siguiendo a Cristo y el Evangelio.

Queridos hermanos y hermanas, todos conocemos la singular devoción de Juan Pablo II a la Virgen. El lema del escudo de su pontificado, Totus tuus, resume su vida totalmente orientada a Cristo por medio de María: "ad Iesum de Mariam". Como el discípulo Juan, el "discípulo amado", bajo la cruz, a la hora de la muerte del Redentor, acogió a María en su casa (Jn 19: 26-27), Juan Pablo II quiso a María místicamente siempre a su lado, haciéndola partícipe de su vida y de su ministerio y se sintió acogido y amado por Ella.

El recuerdo del amado Pontífice, profeta de esperanza, no debe significar para nosotros un regreso al pasado, sino que aprovechando su patrimonio humano y espiritual, sea un impulso para mirar hacia adelante. Resuenan en nuestro corazón esta noche las palabras que escribió en su Carta apostólica "Novo millennio ineunte", al final del Gran Jubileo del Año 2000: "¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo. El Hijo de Dios, ... realiza también hoy su obra. Hemos de aguzar la vista para verla y, sobre todo, tener un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos".

La Virgen María, Madre de la Iglesia, que ahora invocamos con la oración del Rosario, que tanto le gustaba a Juan Pablo II, nos ayude a ser en todas las circunstancias, testigos de Cristo y anunciadores del amor de Dios en el mundo. Amén.



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba