6.05.11

El cardenal Meisner y el sentido común

A las 12:34 PM, por Luis Fernando
Categorías : Anti-magisterio, Actualidad, Obispos

 

S.E.R Joachim Meisner, Cardenal y Arzobispo de Colonia, ha decidido retirar la licencia para enseñar teología católica el teólogo David Berger, que llevaba un tiempo manifestándose en contra de la doctrina católica sobre la homosexualidad. Estamos ante un caso ciertamente peculiar. Berger no es precisamente el teólogo progre que lleva toda la vida viviendo de la disidencia contra la fe de la Iglesia. De hecho, se le consideraba como un teólogo conservador que incluso presumía en alguna entrevista de estar en contacto con la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, la Sociedad para la Defensa de la Tradición, Una Voce, Opus Dei y otrs grupos que no son precisamente liberales. Se permitía incluso el lujo de criticar al cardenal Kasper por estar “orientado” hacia la izquierda eclesial.

Pero Berger decidió un día que su condición de homosexual “activo” era algo que debía ser aprobado y defendido por la propia Iglesia. Se lanzó entonces en una carrera cuesta abajo que, por el momento, ha acabado con la prohibición de que enseñe teología católica.

Entre sus argumentos hay uno “originalísimo". Dice Berger que entre el clero hay muchos homosexuales, tanto a nivel de mera inclinación como a nivel “práctico". Como quiera que eso lo hemos oído muchas veces, convendrá decir que aunque fuera cierto, la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad ha sido, es y será la misma siempre. Si todo el clero fuera gay, la práctica de la homosexualidad seguiría siendo un pecado nefando. Y eso es lo que no puede soportar Berger y todos los “bergers” que hay por esos mundos de Dios.

Parece como si su negativa o incapacidad de dejarse ayudar por la gracia de Dios para no vivir en pecado, les llevara a buscar la salida fácil de la autojustificación de sus acciones. Pero cuando eso pasa de ser un problema personal a convertirse en un motivo de presión hacia la Iglesia, la cosa cambia. Si yo soy un ladrón y no puedo resistir la tentación a robar, no puedo pretender que la Iglesia dictamine que el estilo de vida de los ladrones es aceptable. Si soy un mujeriego y no puedo resistir a buscar “líos” cada dos por tres, no puedo acusar a la Iglesia de ir contra la caridad por condenar mi modelo de vida. Y si soy gay y llevo el estilo de vida gay -sea lo que sea eso, que no lo tengo muy claro-, no tiene sentido que pida que la Iglesia me dé el beneplácito. Y menos sentido tiene que la acuse de homofobia.

Ahora bien, el ciudadano David Berger puede opinar lo que le venga en gana. Puede escribir los libros que crea oportunos. Puede conceder entrevistas a los periódicos, radios, televisiones y portales de internet que quiera. Lo que no puede pretender es seguir siendo teólogo católico si rechaza la doctrina católica. Y como dijo Santo Tomás de Aquino (STh II-II,5, 3), la fe católica se acepta en bloque o no se acepta. Si uno dice “me creo todo lo que enseña la Iglesia menos este punto", se está convirtiendo en juez de aquella que es madre y maestra. Ya dijo san Agustín que él creía en los evangelios por la autoridad de la Iglesia Católica. Si algo tienen en común lefebvristas y protestantes es que se erigen a sí mismos en la última instancia a la hora de sentenciar si el magisterio de la Iglesia es verdero o erróneo.

Es por ello que lo que ha hecho el cardenal Meisner es, ni más ni menos, que declarar oficial lo que ya era un hecho público. De hecho, parece mentira que sea noticia el hecho de que un cardenal u obispo retire de la enseñanza de teología católica a quien claramente se ha apartado de la doctrina de la Iglesia. Lo noticioso, a la vez que escandaloso, debería ser lo contrario. Y sin embargo, en las últimas décadas esa realidad ha sido el pan nuestro adulterado de cada día.

Por cierto, el cardenal alemán no ha necesitado enviar el caso a Roma. No le ha cargado el “marrón” a la Congregación para la Doctrina de la Fe, como hacen tantos otros. En breve escribiré sobre ese asunto, retomando cierto caso acontecido recientemente en España. Los obispos tienen la autoridad suficiente como para retirar de la enseñanza e incluso del sacerdocio a quienes no enseñan y predican la fe católica. Roma debe quedar para cuando haya dudas. No es ese el caso de Berger. No es ese el caso de muchos otros teólogos heterodoxos que siguen volando libres sin que nadie les ponga en el lugar que les corresponde.

Luis Fernando Pérez Bustamante

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