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Servicio diario - 17 de mayo de 2011

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Santa Sede

El Papa recuerda a los obispos indios la importancia de la catequesis

Benedicto XVI: la evangelización no es un proyecto humano y social

El reto para el futuro: Hay que globalizar la justicia social

Observatorio jurídico

La tendencia expansiva de la sentencia Lautsi

Jornadas Mundiales de la Juventud

España: La cruz de la JMJ llegó por mar a Almería

Ars Christiana

La exaltación de la luz en la materia

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Santa Sede


El Papa recuerda a los obispos indios la importancia de la catequesis
Inculturación, respetando la integridad de la revelación divina
CIUDAD DEL VATICANO, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El “corazón” del mensaje cristiano es “la participación en la misma vida de Dios”.

El Papa lo recordó el pasado lunes a los obispos de la Conferencia Episcopal India de rito romano, al recibirlos en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano.

“La revelación cristiana, cuando es aceptada en libertad y por obra de la gracia de Dios, transforma a los hombres y las mujeres desde el interior y establece una maravillosa, relación redentora con Dios, nuestro Padre celestial, a través de Cristo, en el Espíritu Santo”, observó.

“Este es el corazón del mensaje que enseñamos, este es el gran regalo que ofrecemos en la caridad a nuestro prójimo: compartir la misma vida de Dios”.

Fundamental, añadió, es el mandamiento apostólico que “su fuente y su foco central en la proclamación del Hijo de Dios encarnado, que es la plenitud de la revelación divina y “el camino, la verdad y la vida”.

“El Salvador de toda la creación, y portador de la Buena Noticia para todos y el cumplimiento de los anhelos más profundos del hombre”.

En la Iglesia, recordó Benedicto XVI, “los primeros pasos de los creyentes a lo largo del camino de Cristo, deben estar siempre acompañados por catequesis sólidas que les permitirán crecer en la fe, amor y servicio”.

“Reconociendo que la catequesis es algo distinto a la especulación teológica, los sacerdotes, religiosos y catequistas laicos necesitan saber como comunicar con claridad y amorosa devoción la belleza que transforma la vida de la enseñanza y vidas cristianas, que será capaz de enriquecer el encuentro con el mismo Cristo”.

Retos

El Pontífice reconoció que “el compromiso cristiano de vivir y dar testimonio del Evangelio tiene distintos retos según sea la época y el lugar”, pero que “exige siempre honestidad y sinceridad en las propias creencias, y respeto por aquellos que constituyen el prójimo de cada uno”.

Del mismo modo, “implica un delicado proceso de inculturación”, que exige “que sacerdotes, religiosos y catequistas laicos empleen cuidadosamente los lenguajes y las costumbres adecuadas a la gente a la que sirven cuando les presentan la Buena Noticia”.

“Es un compromiso que respeta y conserva la unicidad y la integridad de la revelación divina dada a la Iglesia como su herencia, mientras demuestra que es comprensible y atractiva a aquellos a los que se propone”, indicó,

El Papa exhortó, entonces a “supervisar este proceso con fidelidad a la fe que se os ha transmitido a vosotros para que la conservéis y la transmitáis también. Combinad esta fidelidad con la sensibilidad y la creatividad, de manera que deis testimonio convincente de la esperanza que está dentro de vosotros”.

Otros retos, prosiguió, con respecto al diálogo interreligioso, que “debería caracterizarse de una atención constante a lo que es verdadero, con el fin de fomentar el respeto mutuo rechazando apariencias de sincretismo”, y de la tutela de los “derechos humanos fundamentales de libertad de religión y libertad de culto”, actuando “para establecer la base necesaria para el disfrute armonioso de estos derechos”.

“Incluso si se encuentra oposición, la misma caridad del cristiano y su tolerancia servirán para convencer a los demás de la importancia de la tolerancia religiosa, a la que los seguidores de todas las religiones pueden llegar”, indicó.

Concluyó pidiendo la intercesión de la beata Teresa de Calcuta, “cuyo paciente y personal servicio al prójimo se basaba en el amor de Cristo”, obtenga para los obispos hindúes, “gracias celestiales en abundancia para asegurar la fecundidad en su trabajo pastoral”.

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Benedicto XVI: la evangelización no es un proyecto humano y social
A la asamblea del Consejo Superior de las Obras Misionales Pontificias
ROMA, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- “La Iglesia es misión” y la evangelización “requiere del amor por el anuncio y el testimonio”. Es lo que dijo, el pasado sábado, Benedicto XVI al recibir en audiencia a los participantes de la asamblea ordinaria del Consejo Superior de las Obras Misionales Pontificias.

Durante la audiencia, en la que participó por primera vez el nuevo prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el arzobispo Fernando Filoni, el Papa subrayó que en la evangelización es fundamental “la dimensión trascendente de la salvación ofrecida por Dios en Cristo”.

En su discurso de saludo, monseñor Filoni agradeció al Papa por su magisterio misionero que “nos recuerda continuamente el poner a cristo, Palabra encarnada de Dios, como razón de nuestra vida cristiana y del anuncio explícito que debemos hacer al mundo”.

“La Palabra del Verbo encarnado, de hecho, nos involucra no sólo como destinatarios de la revelación divina sino que también como sus anunciadores”, añadió citando la Exhortación Apostólica post-sinodal de Benedicto XVI “Verbum Domini”.

En su discurso el Pontífice recordó que “cada cristiano debería hacer propia la urgencia de trabajar para le edificación del Reino de Dios”, sobre todo hoy que “nuevos problemas y nuevas esclavitudes emergen en nuestro tiempo, tanto en el llamado primer mundo, rico pero incierto sobre su futuro, como en los Países emergentes donde también, a causa de una globalización marcada por la ganancia, acaban por aumentar las masas de los pobres, emigrantes y oprimidos, en quienes se debilita la luz de la esperanza”.

Frente a esta realidad, prosiguió, “la Iglesia debe renovar constantemente su compromiso de llevar a Cristo, de prolongar su misión mesiánica para el advenimiento del Reino de Dios, Reino de justicia, de paz, de libertad y de amor”.

Se trata, de hecho, de “Transformar al mundo según el proyecto de Dios, con la fuerza renovadora del Evangelio”, echando las redes “en el mar de la historia para conducir a los hombres hacia la tierra de Dios”.

Sin embargo, para hacer esto “se hace necesario que cada cristiano, así como las comunidades, crean verdaderamente que la 'Palabra de Dios es la verdad salvífica de la que cada hombre en cada tiempo tiene necesidad'”.

Además, quien anuncia el Evangelio “debe permanecer bajo el dominio de la Palabra y alimentarse de los Sacramentos, linfa vital de la que dependen la existencia y el ministerio misionero”. La Palabra, en particular, “debe ser testimoniada y proclamada de forma explícita”, aunque si “ello comporte la persecución”.

La evangelización, de hecho, “requiere del amor por el anuncio y el testimonio, un amor total que puede verse marcado hasta por el martirio”. Una dimensión, esta, que es “parte de su misma vida, como lo ha sido para Jesús”.

“Los cristianos no deben sentir temor, aunque 'sean actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de la propia fe'”.


 

 

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El reto para el futuro: Hay que globalizar la justicia social
Congreso en Roma sobre la “Mater et Magistra” y la “Caritas in veritate”
ROMA, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- En un mundo globalizado es necesario globalizar también la justicia social si se quiere dar una respuesta a las nuevas situaciones. Además, es necesario respetar nuevas reglas, como evitar la competencia desleal entre países y crear sistemas de seguridad social en los países destinatarios de la deslocalización.

Estos son algunos de los argumentos abordados en la segunda jornada del congreso internacional organizado por el Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, que se celebra en Roma hasta mañana por los cincuenta años de la encíclica Mater et Magistra.

En la segunda jornada se trabajó por áreas continentales: África, América, Asia y Europa sobre temas precisos como la sociedad del trabajo y el bien común, estilos de vida, el paradigma del desarrollo, la pluralidad de empresas y la dignidad de los derechos de los trabajadores.

Pero también se habló sobre el trabajo, la valoración y remuneración, las políticas sociales, la subsidiariedad y la justicia social. Y no de menor importancia el tema sobre la tierra como ambiente de vida, condiciones climáticas, recursos materiales, desarrollo integral y también demografía y bioética.

Antes de la misa conclusiva, monseñor Mario Toso, secretario del Consejo Pontificio “Justicia y Paz” profundizó en los problemas de los desequilibrios tradicionales que se vuelven a presentar hoy y cómo para resolverlos, el punto central sigue siendo la justicia social en el contexto de un mundo globalizado.

“Una justicia global que tenga como punto de referencia el bien común, porque la justicia social es la justicia relativa al bien común”, recordó.

Esto implica, añadió, que “tanto en el plano nacional como en el internacional haya políticas unitarias, politicas, económicas, sociales, fiscales, de desarrollo y de salvaguarda del medio ambiente, porque en un contexto de globalización, la unicidad, tanto en la economía como en los sectores económicos y entre las diversas regiones, es necesario que aumente”.

Monseñor Toso recordó que la Caritas in veritate “nos invita a practicar la justicia social dentro de los desequilibrios que se añaden hoy a los tradicionales”.

“Uno de los caminos indicados por Benedicto XVI – prosiguió – es el renacimiento del pensamiento moral, después es necesaria una reflexión sobre la unicidad de la economía mundial, y sobre la globalización de la economía social”, así como la universalización de “una democracia sustancial, social y participativa”.

Deslocalización

Así como la Mater et Magistra hace cincuenta años hablaba de una remuneración equitativa, hoy existe “la exigencia del bien común a nivel mundial” y por tanto hay otros parámetros, como el de “evitar una competencia desleal entre las economías de los distintos países; favorecer la colaboración entre las economías nacionales con acuerdos fecundos y cooperar en el desarrollo de las comunidades política y económicamente menos avanzadas”.

Un punto central es que “hoy, frente a la liberalización de los mercados, de la deslocalización de muchas empresas, si se quiere realizar el desarrollo integral y armónico, no se deben erosionar o considerar superfluos los derechos sociales”.

Es más, dado que “los derechos laborales no se pueden separar de los demás derechos civiles y políticos, es necesario contribuir a realizar éstos también donde se deslocalizan las empresas. Los sistemas de protección y de seguridad social – como dice la Caritas in veritate – deben ser reformados en los países más ricos en sentido societario y participativo. Así se ahorran energías y se puede ayudar a los países más pobres”.

Ethos mundial

Para instituir una justicia social global, indicó monseñor Toso, “es necesario que la democracia globalizada sea sostenida por un ethos abierto a la trascendencia, animado por la fraternidad y por la lógica del don”, apoyado “en un cuadro jurídico y ético seguro, es decir, en los derechos y deberes arraigados en la ley moral universal, y no en el libre albedrío”.

Es necesario también, subrayó, que esta justicia “no se fundamente en un mero consenso social, sino en el reconocimiento del bien humano universal”. 

El prelado abogó por “una governance mundial de colaboración a nivel de multilateralidad”, pero también “mediante un verdadero governement de decisión y de control super partes”, es decir, “mediante la constitución de una autoridad política mundial, poliárquica, subsidiaria, mediante la reforma de la ONU y su democratización, además de la creación de una nueva arquitectura económica y financiera internacional”.

Además, explicó, es necesario “repensar la intervención del Estado en la economía, diversa de la concepción estatalista o liberal impuesta en los últimos años”.

Se trata de articular “una economía social, un equilibrio entre economía social y finanza. De modo que las finanzas estén al servicio de la economía real, y ésta vuelva a encontrar su finalidad, que es servir al bien común”.

“Es necesario – concluyó – una adecuada política fiscal para la redistribución equitativa de la riqueza producida, no aplicada de forma indiscriminada, sino según una serie de criterios relacionados con el peso familiar”. Esto sin olvidar “nuevas políticas agrícolas, industriales, medioambientales, del trabajo especialmente para los jóvenes”. 

Una sola doctrina social

Por su parte, ayer, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Caritas Internationalis, insistió también en la importancia de una unicidad dentro de la propia doctrina social de la Iglesia.

“No existe – explicó el purpurado – una doctrina social de la Iglesia distinta en las diferentes partes del mundo. Si uno vive en América Latina, África o Europa, los principios de la doctrina social que se aplican a nuestras realidades son siempre los mismos. No hay una forma de solidaridad o de subsidiariedad para un continente distinta que para otro”.

Esto no quita, sin embargo, que “la realidad sobre la que se aplican los principios de la doctrina social es una realidad local. Es la situación social, cultural, económica y política que vive cada comunidad eclesial”.

Recordó que “un papa escribe una encíclica no sólo porque considera importante hablar de un tema social actual. Él recibe contribuciones de los obispos, que a su vez son motivados por las contribuciones de los fieles laicos”.

Se trata por tanto de un proceso “continuo y dinámico. Evidentemente la doctrina fundamental no cambia: la Sagrada Escritura sigue siendo la base de nuestra fe, y los principios que se deducen para la acción, como el bien común, la solidaridad y el destino universal de los bienes, son universales”.

Concluyendo su intervención, el cardenal Rodríguez Maradiaga recordó que una dimensión constructiva de la predicación del Evangelio es “la acción a favor de la justicia y de la participación en la transformación del mundo”.

Pero además del empleo de los instrumentos de las ciencias sociales y humanas para comprender las causas estructurales de los problemas, se necesita “una espiritualidad que sea nuestra guía”, aunque “el mensaje del magisterio social no sea en sí mismo una espiritualidad”.


 

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Observatorio jurídico


La tendencia expansiva de la sentencia Lautsi
La simbología religiosa ante el Tribunal constitucional español

 

Por Santiago Cañamares Arribas

MADRID, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos una nueva contribución en nuestra sección Observatorio Jurídico, sobre libertad, cuestiones relacionadas con los derechos humanos y su relación con la antropología y la fe cristianas, que dirige el español Rafael Navarro – Valls, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, y secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

El autor del presente artículo es Santiago Cañamares Arribas, Profesor Titular de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid

* * * * *

Hace algunos meses,  el Tribunal de Estrasburgo en Pleno reconoció en Lautsi v. Italia que la presencia del crucifijo en las aulas de los colegios públicos no resulta contraria al derecho de libertad religiosa de los alumnos ni al derecho de los padres a elegir la educación que quieren proporcionar a sus hijos. Respaldó, de esta manera, la decisión del Estado italiano de mantener el crucifijo en los centros educativos por ser, además de un símbolo religioso, un elemento que simboliza los principios y valores básicos de la civilización occidental.

Las consecuencias de este pronunciamiento de Estrasburgo han trascendido, desde el primer momento, tanto el ámbito escolar como las fronteras italianas. En efecto, si la Corte Europea ha entendido que la presencia del crucifijo en el ámbito educativo -donde tradicionalmente los tribunales extreman las cautelas al implicarse la formación de los menores- no vulnera derechos fundamentales de alumnos y padres, menos objeciones podrán plantearse para admitir la simbología religiosa fuera de ese concreto ámbito (parques, edificios públicos, etc.) donde los condicionamientos son mucho menores y más difícil, por tanto, la lesión de derechos fundamentales.

Lautsi también traspasa fronteras porque, si bien la sentencia vincula directamente a Italia, no cabe duda de que en el marco de los ordenamientos jurídicos europeos posee un posee un alto valor interpretativo. No se olvide que las constituciones de los países de la órbita del Convenio Europeo han de ser interpretadas de acuerdo con los pronunciamientos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

El primer Tribunal Constitucional europeo que ha puesto en práctica la doctrina sentada por Estrasburgo ha sido el español, cuando tuvo que resolver un recurso presentado por un letrado del Colegio de Abogados de Sevilla que entendía que la designación de la Inmaculada Concepción como Patrona de dicho Colegio vulneraba su libertad religiosa y atentaba contra la neutralidad religiosa de los poderes públicos.

El Tribunal, en su sentencia de 28 de marzo de 2011, ha indicado que la libertad religiosa protege frente a vulneraciones efectivas, pero no ante aquello que simplemente nos desagrada o que no compartimos. Por ello desestimó la demanda del abogado recurrente al entender que no había razonado convincentemente en qué medida se había visto afectada su libertad religiosa por el hecho de que el Colegio hubiera nombrado Patrona a la Inmaculada Concepción.

Por lo demás, siguiendo la doctrina de Estrasburgo, se afirma que los símbolos religiosos estáticos -singularmente los que han sufrido un fuerte proceso de secularización- son escasamente idóneos para incidir en la libertad religiosa, esto es, para contribuir a que los individuos adquirieran, pierdan o sustituyan sus posibles creencias religiosas, o para que sobre tales creencias o ausencia de ellas se expresen de palabra o por obra, o dejen de hacerlo.

La sentencia también desestima la alegación de que los patrocinios y los símbolos religiosos resultan siempre contrarios a la neutralidad religiosa de los poderes públicos. En ella se afirma que cuando una religión es mayoritaria en una sociedad sus símbolos comparten su historia política y cultural. Por eso no basta con constatar el origen religioso de un símbolo para considerarlo contrario a la neutralidad religiosa.  Más bien  habrá que dilucidar si, a través de su significado, los poderes públicos están mandando un mensaje de adhesión a la confesión religiosa representada.

Esa constatación objetiva debe quedar al margen de valoraciones individuales,  no siendo suficiente que quien pida su supresión le atribuya un significado incompatible con la neutralidad religiosa. Las percepciones subjetivas no tienen que prevalecer sobre la comúnmente aceptada, pues lo contrario supondría vaciar de contenido el sentido de los símbolos, que siempre es social.

A la luz de este caso, y tal y como se preveía, parece que la doctrina del Tribunal de Estrasburgo está siendo rápidamente acogida por los tribunales de los estados del Consejo de Europa. Sus decisiones deben, a mi juicio, tener siempre en cuenta que los conflictos relacionados con la presencia de la religión en el espacio público deben resolverse distinguiendo las amenazas reales de las meras sospechas.


 

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Jornadas Mundiales de la Juventud


España: La cruz de la JMJ llegó por mar a Almería
Jóvenes voluntarios en la feria de San Isidro de Madrid
ALMERÍA, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- En la mañana de ayer lunes 16 de mayo, llegaron por mar al puerto de Almería la cruz y el icono mariano de la Jornada Mundial de la Juventud. Los símbolos de la JMJ llegaron por barco a esta ciudad andaluza desde el cercano puerto de Motril, en Granada, diócesis que acababan de recorrer y donde fueron despedidos por el arzobispo, monseñor Javier Martínez.

"Entra en Almería la Cruz de los Jóvenes por donde entraron los evangelizadores apostólicos que anunciaron a Jesucristo, en el tránsito del siglo I al II, como Redentor de la humanidad y salvador universal", afirmaba este 15 de mayo el obispo de Almería Adolfo González Montes, en una carta pastoral dirigida a los fieles de la diócesis.

Este domingo 15 de mayo se celebró en Almería la fiesta de san Indalecio, uno de los siete varones apostólicos que, según la tradición, evangelizó estas tierras en tiempos de san Pablo.

"La JMJ es confesión de fe en Jesús de los jóvenes bautizados, que unidos a sus pastores, reafirman su fe. No es una trampa a modo de reclamo vocacional oculto, urdido con inteligencia en una situación social de crisis cultural y carencia de abundancia de vocaciones, sino algo muy distinto: las vocaciones que puedan surgir con motivo de la celebración de estas jornadas juveniles, con la presencia del Santo Padre, son un fruto granado de la educación en la fe de las jóvenes generaciones”.

“Por eso, hay que colocar las vocaciones que surgen de la JMJ entre los frutos granados de estos encuentros, que ayudan a los jóvenes a mantenerse 'arraigados y cimentados en Cristo, firmes en la fe', como reza el lema paulino de la JMJ de Madrid. Un lema para hacer frente a una cultura sin Dios y sin Cristo", añadía el pastor almeriense.

"Hemos de transmitir a las jóvenes generaciones el Evangelio, y la JMJ es un medio para ello--anima en su carta pastoral monseñor González Montes--, que requiere nuestro apoyo como medio e instrumento de apostolado y de misión universal".

Está previsto que entre 15.000 y 20.000 jóvenes escolten en la provincia a la Cruz de los Jóvenes, que recorrerá distintos pueblos, con una especial estancia en Canjáyar con motivo del año jubilar, hasta el 25 de mayo, según informó este jueves el obispo.

La Cruz de los Jóvenes fue llevada en procesión hasta la catedral y posteriormente al santuario de Nuestra Señora del Mar, patrona de Almería, así como otras iglesias de la ciudad, conventos de clausura, el Centro Penitenciario de El Acebuche, el Hospital de Torrecárdenas, y el seminario.

Uno de los momentos clave de su estancia en la diócesis será el viacrucis, en colaboración con catorce cofradías de Almería, desde la iglesia de San Juan Evangelista hasta la catedral.

A partir del 18 de mayo por la tarde, la cruz y el icono mariano abandonarán la capital para peregrinar por la geografía almeriense, hasta el 25 de mayo cuando, en Fiñana, será entregada a la diócesis limítrofe de Guadix.

Voluntarios en la feria de San Isidro

Por otra parte, los voluntarios de la JMJ estuvieron también presentes en la popular verbena de San Isidro de Madrid, protector de la capital española donde transcurrió toda su vida, donde reposa su cuerpo y el de su esposa, y patrono también de la Jornada Mundial de la Juventud.

El domingo se celebró una misa al aire libre, cerca de la ermita del santo, presidida por monseñor César Franco, coordinador general de la JMJ y obispo auxiliar de Madrid.

Monseñor Franco pidió demostrar “nuestra generosidad abriendo nuestras casas a los jóvenes del mundo, jóvenes que vienen a celebrar una gran fiesta de fe”.

El coordinador general de la JMJ también animó a que “así como presumimos de nuestra ciudad como cosmopolita y abierta, seamos capaces también de abrir nuestras puertas y acogerlos”.

Las fiestas del patrono madrileño fueron ocasión para convocar a voluntarios y familias de acogida y preparar la JMJ en la Pradera donde se ubica la ermita, centro de la tradicional verbena de San Isidro.

Una carpa, situada en la Pradera, ofrecía información sobre la jornada mundial, durante todo el fin de semana, a quienes se acercaron a inscribirse como familias de acogida o voluntarios.

San Isidro Labrador es uno de los dos santos patronos laicos de la Jornada Mundial de la Juventud, junto a su esposa santa María de la Cabeza –también patrona de la JMJ--. Es uno de los pocos matrimonios canonizados y un modelo de familia santa propuesto a los jóvenes de hoy.

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Ars Christiana


La exaltación de la luz en la materia
 
Por Rodolfo Papa*

 

ROMA, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- En el artículo anterior (www.zenit.org/article-39141?l=spanish), ofrecimos algunos puntos de reflexión sobre la cuestión de la luz en las artes, desde el punto de vista historiográfico y teórico, para observar las cuestiones de las artes, leyendo el pasado a la vez que el presente. Ahora procedamos a analizar algunas implicaciones, profundizando en lo que este tema implica, concretamente en el arte sacro.

 

La idea de fondo es que la luz es el elemento indispensable para construir una representación apreciable de la belleza; por consiguiente es un elemento indispensable para leer las obras de arte realizadas por ella y con ella. De un modo particular, la luz es indispensable e insustituible para narrar y ofrecer la verdad en la contemplación, a través de la belleza proporcionada por los signos. En el transcurso del Medievo y después continuando y llegando a su plenitud en el Renacimiento, hasta los extremos resultados del tardo-Barroco, el uso de la luz natural en la proyectación arquitectónica, en la composición plástica y en la búsqueda pictórica, refleja una visión trascendente de las artes al servicio de la Fe. El cuidado de la luz natural explica, de hecho, la visión compleja del mundo en los siglos en los que el Cristianismo abarca toda actividad creativa artística.

Los artefactos y los materiales eran trabajados, los metales como también las piedras más o menos preciosas, eran cortadas, cinceladas y talladas con el fin de poder capturar la luz. La luz era el medio para hacer brillar y dar esplendor a los materiales y a la vez el fin de la acción artística. La luminosidad de una determinada materia indicaba su papel y posición en el interior de una estructura jerarquizada de elementos, colocadas en tal modo que exaltase al máximo la luz. Ejemplar es el caso del abad Suger di Saint Denis (1137-1151), que transformó su abadía reorganizándola en todos los aspectos y en especial en el tratamiento de la belleza de la luz; él afirmaba, por ejemplo, que la belleza de las piedras multicolores y esplendorosas de la Casa de Dios lo inducía a pensar que “por gracia de Dios, puedo ser transportado de este mundo inferior a uno superior por un medio anagógico”; como comenta Panofsky: “el entero universo material se convierte en una gran 'luz' compuesta por innumerables luces pequeñas como linternas; todas las cosas que se pueden percibir, hecha por el hombre o natural, se convierte en símbolo de lo que no se puede percibir, una piedra de apoyo en el camino al Cielo; la mente humana se abandona a 'la armonía y la luminosidad', que es el criterio de la belleza terrestre, se encontraba “conducida por lo alto”, hacia la causa trascendente de esta 'armonía y luminosidad' que es Dios”(E. Panofsky, Suger Abate di Saint-Denis, [1946], trad.it Palermo 1992, p. 44).

Las catedrales estaban construidas principalmente sobre la luz y con la luz, en todas sus partes. Y esto sucedía por la íntima conexión entre las catedrales góticas y la visión del mundo que encontramos expresada en la gran teología escolástica; Continúa diciendo Panofsky: “La catedral del gótico maduro, como la  Summa de la escolástica clásica, tenía en cuenta, antes que nada, la totalidad y a ella tendía a aproximarse, a través de la síntesis y de la eliminación, solución perfecta y definitiva; por tanto es posible hablar de una planta y de un sistema del gótico maduro con una seguridad mayor que la posible en cualquier otro periodo. En su lenguaje figurado la catedral del gótico maduro intentó incorporar la totalidad del saber cristiano, teológico, moral, natural y histórico, con cada cosa en su sitio exacto” (E. Panofsky, Arquitectura gótica y filosofía escolástica [1951], trad.it. Napoli 1986, pp. 24-25).

También en una iglesia barroca, a través de diversas modalidades, se aplican los mismos principios y la misma finalidad. El sistema de los órdenes arquitectónicos, de hecho, no se usa simplemente como una medida proporcionada del espacio, sino como instrumento capaz, a través de las múltiples posibilidades decorativas ofrecidas por los particulares y por la vasta variedad de los materiales, de recoger la luz y reverberarla en los espacios internos, o difundirla a través de infinitos reflejos, brillos y destellos. En otras palabras, si observamos estas arquitecturas desde el punto de vista de la luz y de la luminosidad del espacio generado, nos damos cuenta de que el uso del orden arquitectónico es directamente funcional para este objetivo, o bien provee de un sistema concebido y ordenado para organizar un lugar capaz de crear una visión ascendente y descendente: del sumo grado de luminosidad al más bajo grado de sombra. El espacio estaba subdividido no sólo en determinadas y proporcionadas medidas, con una relación recíproca entre ellas, sino que estaba esculpido por las sombras y por la luz, a través de metopas, pilastras, triglifos, rollos de hojas de acanto, dinteles, etc... con una infinita variedad de tonos de sombra propia y llevada, de penumbra suave y de reflejos de colores. La luz era controlada también por el diverso comportamiento de los distintos materiales de estucos, mármoles decorativos de colores, travertinos y estatuas de mármol lijadas, pulidas y enceradas, o bien ásperas y granuladas o definidas y limadas con un escofino. Por no hablar de las pátinas que los escultores y arquitectos, como los que trabajaban el yeso y los decoradores, usaban para modular la suavidad de las sombras, con el fin de exaltar en contraste con la sombra, la luz. Todo se dirigía a la fuente natural de la luz, portadora de un significado trascendente. Además, el espacio resultaba viable, en su penumbra luminosa.

La arquitectura se concebía como metáfora de una luminosidad jerarquizada según los principios físicos y metafísicos, por tanto la valencia funcional era asumida e incorporada a la metafórica, capaz de hablar al corazón, al alma y a la mente. Esta sabiduría organizadora del espacio iluminado y luminoso se va perdiendo cuando las distintas valencias son aisladas y parceladas, y la función y el significado se separan, así como el volumen de la materia y la luz. Se niega todo valor a la decoración y el ornamento, cuyo significado no se llega a comprender. A principios del siglo XX, Adolf Loos escribía; “esto constituye la grandeza de nuestro tiempo, el hecho de que no es capaz de producir un ornamento nuevo. Nosotros hemos superado el ornamento, con dificultades nos hemos liberado del ornamento”(A. Loos,Ornamento y delito [1908] en Palabras en el vacío [1962], trad.it, Milán 1972, p. 219). El abandono del ornamento está hecho en favor de una linealidad y de una pureza de la forma entendida como volumen puro, concebido en una óptica sólo material del objeto arquitectónico, concebido en sí mismo, en la búsqueda de una objetividad cuantitativa, casi sin relación con el entorno y desvinculado completamente de una visión jerárquica del universo creado. De hecho, la arquitectura del siglo XX transluce una visión filosófica que une, paradójicamente, al materialismo con el idealismo, en una visión que podemos definir como anti-metafísica y toda intra-física.

El sistema luz-color y luz-sombra, propio de toda la teoría artística desarrollada en el interior del pensamiento cristiano del los siglos X al XVII, es sustituido con un sistema que pone en el centro de la propia búsqueda única y exclusivamente la materialidad, matemática, numérica, óptica y física, trasladando toda la atención, no sólo sobre las propiedades de comportamiento de la materia con respecto a la luz, sino sólo sobre la materia, como si esta fuese el fin último del trabajo artístico. Se asisten, entonces, a muchos reduccionismos; a propósito de la arquitectura Gropius escribe: “Sólo la armonía perfecta de sus funciones técnicas como de sus proporciones puede desembocar en la belleza” (W. Gropius, Arquitectura integrada [1955],trad.it. Milán 1963, p. 20), reduciendo así la belleza a su sola funcionalidad y proporción (aunque paradójicamente, él pretende la capacidad de concebir la “totalidad” y exalta a “los hombres de amplia visión”). Paralelamente Le Corbusier reconduce la estética a la geometría de los volúmenes: “Problema de la época y la estética contemporánea: todo lleva a la restauración de los volúmenes sencillos: las calles, las fábricas, los grandes almacenes, todos los problemas que se presentarán mañana en forma sintética, en visiones del todo que ninguna otra época ha conocido nunca. La superficie, perforada por la necesidad de destino, debe servirse de las generadoras que hacen resaltar estas formas simples […] No siguiendo un criterio arquitectónico, sino que simplemente guiadas por la necesidad de un programa imperativo, los ingenieros de hoy toman posesión de los elementos que generan y hacen resaltar los volúmenes; estos muestran el camino y crean efectos plásticos, claros y límpidos que apagan la mirada e infunden al espíritu la alegría de la geometría (Le Corbusier, Hacia una arquitectura [1921], trad.it. Milán 1984, pp. 28-29 ). También en este caso parece evidente la reducción de la arquitectura a un puro volumen geométrico, sin consideración alguna de la luz (aunque paradójicamente continúa Le Corbusier: “los ingenieros de hoy están de acuerdo con los principios que Bramante y Raffaello habían aplicado hace ya mucho tiempo”)

También en el ámbito de la pintura sucedió un proceso análogo: del cuidado del color como expresión de la luz, se pasó a la exaltación de la sola materialidad del pigmento, como medio y fin de toda búsqueda estética. Consideramos, como ejemplo de un modo complejo y no reduccionista de afrontar la cuestión de la pintura el periodo histórico de finales del siglo XVI y principios del XVII, cuando las reglas técnicas de la pintura, ya elaboradas por Leonardo, Tiziano y Raffaello, son replanteadas de forma sistemática a partir de la reelaboración artística de Caravaggio, difundiéndose en toda Europa en el siglo XVII. Analizando estas reglas en término no simplistas, se comprende como la elección de un fondo oscuro y de una definición de las masas a través de una iluminación progresiva de las partes, propia del “estilo” (es decir “escuela”) que lidera Caravaggio, no sólo provee de un método narrativo, sino que resuelve técnicamente el problema de la visión de las figuras en el interior de un sistema de iluminación de las iglesias mediante luz natural. Las capillas laterales, a menudo privadas de una fuente autónoma de luz, inmersas en un penumbra muy acentuada, iluminadas solo por lámparas o velas, podían garantizar una visión más intensa de las pinturas de los altares y de los laterales, si estaban concebidas con el sistema del “fondo oscuro”, en cuanto a que las figuras emergían directamente de la penumbra y por tanto creaban una continuidad espacial con la sombra natural del edificio arquitectónico y, por tanto, permitían paradójicamente ver mejor las historias que se narraban en ellas, como realmente inscritas en aquellos espacios y que sucedían realmente ante los ojos de los espectadores.

A menudo he intentado sugerir a los turistas que visitan constantemente la Capilla Contarelli en San Luis de los Franceses, que aprovechen los momentos de menor flujo para adaptar el ojo a la penumbra e intentar ver así las famosas pinturas de Caravaggio del ciclo de San Mateo. Se producen muchas reticencias y el desgrado se expresa a menudo en fuertes protestas, porque se afirma que es imposible apreciar las pinturas sin luz artificial, pero después de un rato, alguno comienza a ver y a entender. Entonces los ojos, adaptados a la penumbra y despojados de los prejuicios, comienzan a gustar de alguna tímida aproximación a una pintura que no han visto nunca, porque siempre está sofocada con la luz artificial. El resultado es impresionante y se repite en toda pintura concebida de esta manera, en otras iglesias romanas y europeas.

 


[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]
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* Rodolfo Papa es historiador de arte, profesor de historia de las teorías estéticas en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma; presidente de la Accademia Urbana delle Arti. Pintor, miembro ordinario de la Pontificia Insigne Accademia di Belle Arti e Lettere dei Virtuosi al Pantheon. Autor de ciclos pictóricos de arte sacro en diversas basílicas y catedrales. Se interesa en cuestiones iconológicas relativas al arte del Renacimiento y el Barroco, sobre el que ha escrito monografías y ensayos; especialista en Leonardo y Caravaggio, colabora con numerosas revistas; tiene desde el año 2000 un espacio semanal de historia del arte cristiano en Radio Vaticano

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Mundo


El diálogo entre católicos y anglicanos entra en la tercera fase
La ARCIC se reune desde hoy en el monasterio de Bose (Italia)
MAGNANO, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La Comisión Internacional Anglicano-Católica (ARCIC) se reúne desde hoy en el monasterio italiano de Bose, entrando así en la tercera parte del diálogo entre ambas confesiones.

La ARCIC III debatirá sobre “La Iglesia como comunión local y universal”, y “Cómo, en la comunión, la Iglesia local y universal llega a discernir la enseñanza ética correcta”, según informa el propio monasterio de Bose.

Esta Comisión está compuesta por 18 miembros, diez anglicanos y ocho católicos, y la presiden monseñor Bernard Longley, arzobispo de Birmingham (por parte católica), y el arzobispo David Moxon, de la diócesis anglicana de Nueva Zelanda.

Monseñor Longley explicó, en una entrevista hecha pública hoy por la agencia ICN (Independet Catholic News), que ARCIC III constituye la tercera fase del diálogo entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica.

ARCIC III surge del encuentro entre el Papa Benedicto XVI y el Arzobispo Rowan Williams en 2009, cuando ambos expresaron su deseo de continuar el diálogo.

Según monseñor Longley, ambos pidieron a la Comisión “abordar los importantes temas implicados en los factores eclesiológicos y éticos emergentes, que hacen que el camino ecuménico sea más difícil y arduo”.

En otras palabras, se pide a ARCIC III una reflexión “sobre la naturaleza de la Iglesia tal como la entienden anglicanos y católicos, y considerar la forma como la Iglesia llega a una enseñanza autorizada, especialmente en cuestiones morales”.

El arzobispo de Birmingham expresó su deseo de que esta tercera fase contribuya a “explorar nuestras relaciones eclesiales” de manera que se “asuma colectivamente nuestra historia ecuménica, y para construir un entendimiento común del método de nuestro diálogo teológico”.

Estos objetivos, reconoció, supondrán un reto para los miembros de ARCIC; “espero que podamos establecernos como un grupo cohesionado que confía en abordar las cuestiones difíciles en nuestras relaciones de una manera creativa y positiva”.

“El diálogo ecuménico ha estado pasando por un período difícil, pero este nuevo comienzo para ARCIC indica el firme compromiso de la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana a la búsqueda de la comunión más profunda y más completa en respuesta a la oración de nuestro Señor de que todos sean uno”.

Diálogo difícil

El diálogo entre anglicanos y católicos comenzó oficialmente en 1966, propuesto por Pablo VI y por el arzobispo de Canterbury Michael Ramsey. Tras una fase preparatoria, se constituyó la Comisión conjunta (ARCIC) en 1968.

La primera fase del diálogo (ARCIC I) duró de 1970 a 1981, dirigida por el obispo anglicano Henry McAdoo, y el católico monseñor Alan Clark. En esta fase se habló sobre doctrina eucarística, autoridad y ministerio ordenado, llegando a la declaración conjunta de Windsor.

La segunda fase (ARCIC II) comenzó en 1983 y duró hasta este año, lideradas por los obispos anglicanos Mark Santer, Frank Griswold y Peter Carnley, y los obispos católicos monseñor Cormac Murphy O'Connor y monseñor Alexander Joseph Brunett.

En esta fase se habló sobre doctrina de la salvación, comunión, magisterio y el papel de la Virgen María. En 2007, la Comisión aprobó el documento “Creciendo juntos en la Unidad y en la Misión”.

Sin embargo, el diálogo oficial fue suspendido por el papa Juan Pablo II en 2003, tras la consagración episcopal de Gene Robinson, un homosexual que mantenía una relación carnal. Posteriormente, las dificultades aumentaron con la aprobación de la ordenación de mujeres, especialmente para cargos episcopales.

Otro de los acontecimientos sobresalientes de esta segunda fase fue la publicación, por parte del Papa Benedicto XVI, de la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus, el 9 de noviembre de 2009.

Al respecto, monseñor Longley reconoció que el clima de esta tercera Comisión “es muy diferente de los anteriores, aunque el fin último debe ser el mismo”.

“Por supuesto, debemos afrontar los obstáculos que hacen este camino mucho más difícil. Esta fase de ARCIC reconocerá el impacto de las actuaciones de algunas provincias anglicanas, que han vuelto a poner sobre la mesa el tema de la naturaleza de la comunión en la Iglesia”, concluyó. “Esperamos que ARCIC III pueda contribuir a resolver algunos de los temas que parecen inabordables actualmente”.

Por Inma Álvarez

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México: el cardenal Rivera pide una “educación auténtica”
La educación se deteriora porque no se valora la dignidad humana, afirma
CIUDAD DE MÉXICO, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org El Observador).- Al dirigirse a los participantes del III Encuentro Nacional de Padres de Familia y Maestros, el cardenal y arzobispo primado de México, monseñor Norberto Rivera Carrera, reiteró la disposición de la Iglesia católica a colaborar con todos los sectores educativos del país para contribuir en la búsqueda de soluciones reales, profundas y de calidad que contribuyan a tener una mejor educación.

La sociedad exige una educación auténtica y el redescubrimiento de la necesidad de educadores que realmente lo sean, porque la crisis de la educación que vive el país pone en peligro las bases mismas de la convivencia, planteó el arzobispo de México en el documento “La educación: el mayor potencial de México y principal trabajo pastoral de la Iglesia”, dirigido a los participantes del Encuentro nacional y dado a conocer por el servicio informativo de la arquidiócesis de México el día de hoy.

Monseñor Rivera Carrera explicó que la Iglesia católica comparte la preocupación de diversos sectores que ven en la educación un problema fundamental debido a la falta de un método, de una dedicación consistente en torno a una meta concreta, de un ideal que logre cohesionar a la nación en un afán propio y la clara percepción de un bien común por el cual trabajar.

“Así, los jóvenes no consiguen hallar el sentido de la vida: se debaten entre la persecución de una ganancia económica inmediata, fácil, a cualquier costo, y una efectiva aplicación de habilidades y contenidos aprendidos en el aula”, apuntó el cardenal Rivera Carrera.

Consideró que entre los muchos factores que han contribuido al deterioro de la educación, destaca el hecho de que aún no se valora suficientemente la dignidad de la persona humana, la falta de una mayor participación de los padres de familia y de las instituciones sociales en el proceso educativo, y el “militante materialismo antirreligioso” que aún predomina en algunas instancias del sistema educativo oficial.

Otro de los problemas es que la vida humana y la naturaleza se subordinan a las necesidades económicas, pero también el hecho de que los grandes medios de comunicación colocan el poder, el dinero y el placer como valores preponderantes en la sociedad, sin que las instituciones educativas puedan contrarrestar su poderosa influencia.

“La educación se ha manejado como un instrumento de poder y no como un servicio; es más, el poder se ha convertido en un criterio de verdad y de conducta, y la política de grupo o de partido, en religión”, continuó el Arzobispo de México refiriéndose a las causas de la “emergencia educativa” en el país.

El “tiempo precioso que debería dedicarse a lo verdaderamente importante, que es lo pedagógico y lo formativo, se pierde en trámites administrativos y por la falta de un verdadero compromiso de algunos docentes con su hermoso oficio y de una eficaz aplicación de evaluaciones para impulsar el aprovechamiento académico.

“En síntesis, la auténtica educación debe hacer frente al impacto demoledor de los medios y al influjo de un ambiente normado por la ley de lucro, de corrupción y de simulación”, enfatizó el cardenal Rivera Carrera, retomando el discurso del Papa Benedicto XVI ante la Asamblea Diocesana de Roma sobre el tema “Jesús es el Señor. Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio”.

En su exposición planteó que, pese al “malentendido histórico” que acompaña la actuación de la Iglesia en México, cuya obra muchas veces ha sido juzgada como una  injerencia en asuntos exclusivos del Estado, “el catolicismo posee una propuesta original en materia educativa”.

Por ello, destacó el papel que la Iglesia ha desempeñado en la formación espiritual y social del pueblo de México y que ha continuado la obra socio-cultural realizada por los grandes misioneros  que, con su enseñanza e incansable actividad, “sembraron las bases de la nación”.

anifestó que la Conferencia del Episcopado Mexicano trabaja en la revisión y elaboración del Proyecto Educativo de la Iglesia de México, en el que se compromete a luchar contra la pobreza, trabajar por una educación integral y promover la reconciliación nacional.

“Quisiera reiterar una vez más nuestra disponibilidad a colaborar con todos los actores educativos, pues nuestro trabajo busca ser esperanzador y propositivo, que atienda a los problemas locales con soluciones reales, profundas y de calidad, para imbuir de lo mejor que tenemos, que es el Evangelio, las distintas realidades de nuestro campo de acción”, destacó el cardenal Rivera Carrera en la reflexión final dirigida a los docentes, administrativos, padres de familia y a todos los actores interesados en la educación.


 

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Otro joven sacerdote asesinado en Colombia
Puñalada mortal para robarle el teléfono móvil
BOGOTÁ, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El pasado jueves 12 de mayo fue asesinado otro sacerdote en Colombia. esta vez fue en la capital, Bogotá, para robarle el teléfono. Es el segundo presbítero en poco tiempo que cae bajo la violencia callejera, esta vez de un navajazo mortal.

El sacerdote, Gustavo García, de 34 años perdonó a su asesino antes de morir en el hospital. El joven sacerdote estaba preparando a jóvenes de Colombia que asistirán a la Jornada Mundial de la Juventud.

"Anoche en Bogota, Colombia, fue asesinado el sacerdote de 34 años, Gustavo García, religioso eudista. Estaba preparando el viaje de los jóvenes a la JMJ [Jornada Mundial de la Juventud], con vigilias de oración. Era el director espiritual de la Universidad Minuto de Dios de Bogotá, y conferencista de la emisora Minuto De Dios", informaba a ZENIT el 13 de mayo Alfredo Peláez Ángel.

Este mismo lector dio a ZENIT la noticia, hace tres meses del asesinato de otro joven sacerdote en Río Negro, de un disparo en la cabeza por un sicario menor de edad.

El padre Gustavo García, de 34 años de edad, capellán de la Universidad Minuto de Dios, fue asesinado en Bogotá por un individuo que pretendía robarle el teléfono móvil. El presidente colombiano lamentó el suceso e informó que el sacerdote perdonó a su asesino antes de morir.

El pasado 12 de febrero, el joven sacerdote colombiano de 26 años Luis Carlos Orozco fue asesinado de un disparo en la cabeza por un menor de edad, al parecer sicario. La agresión mortal se produjo en el parque de Río Negro, a la vista de un gran número de ciudadanos, que ayudaron
a capturar al sicario.

En un comunicado de la Congregación de Jesús y María, popularmente conocidos como religiosos eudistas, de la provincia Minuto de Dios, firmado por el superior provincial Guillermo Acero, se informaba que el padre Gustavo García Bohórquez falleció el jueves 12 de mayo a las 18,30 horas.

"El padre Gustavo –afirmaba el comunicado– se encontraba esperando un autobús en la carrera 68, para dirigirse a atender pastoralmente a un enfermo; estaba hablando por su teléfono celular, cuando un delincuente le atacó para robarle el teléfono y le hirió mortalmente con un cuchillo. Fue transportado a la Clínica Colombia, de Colsanitas, pero desafortunadamente su estado era muy grave y murió poco después”.

El padre Gustavo García nació el 21 de septiembre de 1976 en Bogotá. Tras participar en grupos de oración, ingresó en la Congregación de Jesús y María el 16 de abril del 2005. Estudio filosofía en la Universidad Minuto de Dios, y teología en la Pontificia Universidad Javeriana.

Fue ordenado sacerdote el 31 de marzo de 2007. Entre 2007 y 2010, ejerció su servicio pastoral como vicario de la parroquia San Juan Eudes, de Quito, Ecuador. A partir de julio de 2010, se vinculó con la asociación Minuto de Dios ejerciendo el ministerio de la predicación, tanto con grupos y comunidades como a través de los medios de comunicación.

En la actualidad, era capellán de la Universidad Minuto de Dios, en Bogotá, y acompañaba comunidades juveniles de la Renovación Carismática Católica.

El presidente de Colombia Juan Manuel Santos, durante una ceremonia oficial, aludió al trágico suceso: “Ha ocurrido un homicidio que nos ha dolido profundamente a todos los colombianos: el homicidio del capellán de la Universidad Minuto de Dios, que ha sucedido en Bogotá. Aparentemente lo han asesinado para robarle un celular. Quiero, por supuesto, condenar ese homicidio en todas las formas posibles. El padre [Diego] Jaramillo, quien dirige el Minuto de Dios, esta mañana, en un acto de nobleza espiritual ha dicho que perdona a los asesinos. Admiro esa nobleza espiritual y sé que pertenece a la Ley Divina, pero estoy sujeto a la ley colombiana y a la ley terrenal. Por eso quiero anunciar que haremos caer todo el peso de la ley sobre estos asesinos. Ya he dado instrucciones a la policía, para que ofrezcan una recompensa y que inicien toda la investigación para llevar a juicio al asesino o asesinos de este capellán”.

Después del funeral, en el templo parroquial San Juan Eudes, de Bogotá, el cuerpo del sacerdote reposó en el cementerio eudista de Valmaría.

"Él trabajaba en formación de grupos juveniles en Colombia" –comentó el padre Jaramillo en declaraciones a la radio--, y atribuyó el suceso a la "inseguridad tremenda" que azota a Bogotá, donde "mucha gente está muriendo por falta de seguridad".

En una entrevista concedida este viernes a Caracol Radio, el padre Jaramillo pidió a las autoridades colombianas investigar la muerte del padre García, exigencia a la que también se han sumado los familiares del sacerdote asesinado.  

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Los obispos ingleses recuperan la abstinencia de los viernes
Destacan que la penitencia identifica a los católicos con Cristo en la Cruz
LONDRES, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Los obispos de Inglaterra y de Gales, están recuperando la práctica de abstenerse de carne los viernes, como penitencia para identificarse con Cristo en la cruz.

En las resoluciones publicadas después de la asamblea plenaria de primavera, que concluyó el pasado jueves, los obispos anunciaron el restablecimiento de esta práctica, que entrará en vigor el 16 de septiembre.

“Todos los viernes están considerados por la Iglesia como día de penitencia, por ser este día el de la muerte de Nuestro Señor”, como recuerda la declaración con las resoluciones de la Asamblea. “La ley de la Iglesia exige a los católicos abstenerse de carne los viernes, o de algún otro tipo de comida, u observar cualquier otro tipo de penitencia señalado por la Conferencia Episcopal”.

Los obispos desean restablecer la práctica de la penitencia de los viernes en las vidas de los fieles como una marca clara y distintiva de su propia identidad católica”, anunció la declaración.

Los obispos añadieron que es “importante que todos los fieles se unan en la común celebración de la penitencia de los viernes”.

“Respetando esto, y de acuerdo con el pensamiento de la Iglesia entera, la Conferencia Episcopal desea recordar a todos los católicos de Inglaterra y Gales la obligación de la penitencia de los viernes. Los obispos han decidido restablecer la práctica, que debe ser cumplida de abstenerse de la carne”, declara la resolución.

Los prelados dijeron que aquellos que no comen carne normalmente, deberían abstenerse de otro tipo de comidas durante los viernes.

La fecha de restablecimiento de los viernes sin carne, será el 16 de septiembre, el aniversario de la visita de Benedicto XVI a Reino Unido, realizada el año pasado.

“Muchos pueden desear ir más allá de este simple acto de testimonio común y dedicar cada viernes a la oración y al sacrificio”, concluye la declaración de los obispos. “De todas esas formas, unimos nuestros sacrificios al sacrificio de Cristo, que entregó su propia vida por nuestra salvación”.

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En la red:

Noticias de la sesión plenaria con enlace a las resoluciones: http://www.catholic-ew.org.uk/Catholic-Church/Events/Bishops-Conference-May-2011


 

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Actualidad


España: la ley sobre el fin de vida irá al Parlamento en junio
No garantiza la universalidad de los cuidados paliativos ni la objeción de conciencia
MADRID, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Un anteproyecto de Ley Reguladora de los Derechos de la Persona ante el Proceso final de la vida ha pasado el primer trámite de la aprobación por el Consejo de Ministros de España y se espera entre en el Parlamento en el próximo mes de junio.

El anteproyecto de ley pasará por los órganos consultivos correspondientes y los representantes de las comunidades autónomas. Como se sabe, tres comunidades ya han legislado en esta materia. La nueva norma prevé un plazo de cinco años para que los gobiernos regionales se adapten a la misma.

La futura ley tiene como objetivo –aseguró la ministra de Sanidad Leire Pajín – que los ciudadanos “afronten sus últimos días con dignidad y el menor sufrimiento posible, con independencia del lugar donde residan”. Como se sabe, las comunidades autónomas de Andalucía, Aragón y Navarra han legislado ya en la materia, por lo que podrían crearse desigualdades de los españoles según el lugar en que residan.

La ley prevé que “toda persona mayor de edad y con plena capacidad de obrar tiene derecho a manifestar anticipadamente su voluntad sobre los cuidados y el tratamiento asistencial que desea recibir en el proceso final de su vida”.

La ministra Pajín advirtió en rueda de prensa – anticipándose a las preguntas – que la futura ley “no despenaliza la eutanasia ni el suicidio asistido”, y que “sólo evitará el sufrimiento innecesario y el ensañamiento terapéutico para los pacientes en fase terminal”.

No obstante, algunos expertos señalan que deja incógnitas que podrían interpretarse como una puerta a posibles prácticas eutanásicas, tales como la ausencia de límites en la sedación terapéutica, o la retirada de medidas de soporte vital, como la hidratación o la alimentación.

El texto dice únicamente que “el personal sanitario adecuará el esfuerzo terapéutico de modo proporcional a la situación del paciente y evitará la adopción o mantenimiento de intervenciones de soporte vital carentes de utilidad clínica sin menoscabo del bienestar del paciente”. Este esfuerzo requerirá del respaldo de, al menos, otro médico y antes se informará al paciente o su representante.

En el anteproyecto tampoco se alude a la objeción de conciencia de los profesionales. En cambio, el cumplimiento de la voluntad del paciente “excluirá cualquier exigencia de responsabilidad por las correspondientes actuaciones de los profesionales sanitarios”. Además, los médicos deberán consultar un Registro Nacional de Instrucciones Previas que prevé el anteproyecto de ley.

Tanto la ministra como el propio informe sobre la ley subrayan los derechos en la última fase vital. El texto enumera derechos tales como información asistencial, toma de decisiones, tratamiento del dolor, acompañamiento y a la intimidad. Sobre este último, la futura ley obliga a los centros sanitarios a facilitar a las personas hospitalizadas una habitación individual.

En cuanto al tratamiento del dolor, habrá derecho “a recibir la atención idónea para prevenir y aliviar el dolor, lo que incluye, además del tratamiento analgésico específico, la sedación”. Quienes lo precisen “también tendrán derecho a la asistencia domiciliaria”.

Se prevé que en el caso del paciente que se encuentre “en situación de incapacidad de hecho”, el consentimiento corresponderá, por este orden, al representante designado por él en sus instrucciones previas, su representación legal, el “cónyuge o persona vinculada por análoga relación de afectividad” o a los parientes de grado más próximo.

Existe ya en España una Ley de Autonomía del Paciente, de 2002, que regula algunos de los temas abordados por este anteproyecto, como el testamento vital y establece que “el paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles”.

La asociación Profesionales por la Ética señaló, en nota relativa a este anteproyecto, que la nueva norma omite le expresión “muerte digna”, usada en leyes autonómicas relativas al mismo asunto. Sin embargo, hay muchos aspectos que precisan aclaración.

A juicio de Profesionales por la Ética, los aspectos más cuestionables de la futura ley, desde el punto de vista ético son los siguientes:

El derecho a la sedación: “La sedación es un tratamiento que debe decidir el profesional conforme a su criterio y a la buena práctica médica. Exigirla como derecho y obligar al médico a prescribirla puede poner en peligro la vida del paciente (ya que hay casos en los que la sedación está contraindicada) y, en todo caso, obliga al profesional a obedecer criterios ajenos a la ética profesional”.

Respetar la voluntad del paciente: “Hasta ahora la legislación garantizaba este respeto estableciendo como límite la buena práctica médica”. En el informe presentado al consejo de ministros “se omite la referencia a cualquier límite, lo que de hecho podría obligar a los profesionales sanitarios a realizar acciones contra la vida del paciente, como retirar la alimentación o la hidratación o atender peticiones de eutanasia”.

Lex artis (buen hacer profesional): “Esta afirmación crea una indeseable divergencia entre los derechos de los pacientes (que podrían ser malinterpretados como ilimitados) y los deberes profesionales (entre los que se hace referencia al deber de respetar las normas de buena práctica clínica).

Incapacidad de hecho: “Los pacientes podrán ser considerados en situación de 'incapacidad de hecho', quedando a merced de la decisión del médico que los atiende y de sus familiares, otorgando al médico el poder último de cómo y cuándo pueden inducirse sedaciones o retiradas de soportes vitales (como la alimentación y la hidratación). Con ello, la confianza en el profesional hasta el final no está garantizada”.

Cuidados paliativos: “La referencia a los cuidados paliativos es marginal y escasa.  No se habla de dotaciones presupuestarias ni desarrollo sistemático y homogéneo en todo el país. Tampoco está incluida  en los derechos de los pacientes ni en el título de la ley”.

“En definitiva --afirma Carlos Álvarez, portavoz de la campaña Vida Digna de Profesionales por la Ética--, si la ley es como figura en el informe, los únicos profesionales sanitarios que ven reforzada su situación son aquellos que practican sedaciones irregulares, sobre los que no se prevé ningún tipo de exigencia o control. En cambio, los que quieran seguir optando por ayudar a los pacientes a vivir su vida dignamente hasta el final, aliviando sus síntomas, tendrán que defenderse frente a la opinión de otros facultativos, los familiares del paciente y el personal de enfermería. Lo cual indudablemente facilitará que, debido a las dificultades creadas, probablemente desistan de su actitud”.

A juicio de Álvarez, lo más grave será el desamparo tanto de pacientes como de médicos que se opongan a las muertes directamente inducidas.

El informe que acompaña la ley “se centra en situaciones de retirada de tratamientos y de derecho a finalizar la vida, favoreciendo el desánimo y propiciando el abandono de los pacientes terminales”, afirma la nota. Y concluye que “en este anteproyecto de ley prevalecen criterios ideológicos favorables a la eutanasia frente a una voluntad real de universalizar los cuidados paliativos con una dotación presupuestaria y un plan sistemático”.

Ver también: http://www.zenit.org/article-39179?l=spanish; e Informe Ley de Muerte Digna o Eutanasia encubierta: http://www.profesionalesetica.org/wp-content/uploads/downloads/2011/03/Informe-Ley-de-Muerte-Digna-o-Eutanasia-Encubierta-PPE.pdf

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Foro


¿Cristianos a tiempo parcial?
 

Por monseñor Juan del Río Martín*

MADRID, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Cuando en la vida moderna se quiere alabar a una persona se dice de ella “que es un magnífico profesional”. Es decir, que sabe de su trabajo, que  se desenvuelve con soltura, que cumple con sus deberes laborales en el tiempo convenido. Siendo esto importante, la persona es mucho más que homo faber, es ante todo un “espíritu encarnado” con vocación hacia lo infinito. La realización plena de esa llamada originaria se halla en la propuesta cristiana. Seguir a Cristo es algo existencial que implica imitarle hasta el extremo de dejarse configurar con Él, incluso siendo “como otra humanidad suya”. Esta “cristificación” no es producto de la pura voluntad, ni “de la sangre o de la carne”, sino que es respuesta generosa del hombre a la gracia divina que compromete a todo el sujeto. Por eso, ¡No se es cristiano a ratos! ¡No es una  mera profesión, sino una vocación que abarca nuestro ser y nuestro tiempo!

La vida de fe en Cristo es una entrega total y sin condiciones. Ya en los primeros siglos san Ignacio de Antioquia decía: “un cristiano no es dueño de sí mismo, sino que esta entregado al servicio de Dios” (Ep. a S. Policarpo). En nuestros días, el Concilio Vaticano II en la constitución Lumen Gentium plantea cómo en cualquier clase de vida y de ocupación “se debe caminar sin vacilaciones por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra la caridad” (nº 41). No hay ni tiempo ni espacio donde no se pueda ser cristiano. Porque como diría santa Teresa de Jesús: “quién de veras comienza a servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida” (Camino de perfección, 12,2).

Sin embargo, queriendo entregarse por entero a Cristo y a su Iglesia, pueden surgir dudas  y flaquezas en cualquier momento, porque llevamos, como dice san Pablo “este tesoro en vasija de barro” (2 Cor 4,7). En otras ocasiones, nos vienen las tentaciones de querer compatibilizar la entrega al Señor con los aplausos del mundo y de los hombres. El Evangelio de Jesús es radical frente a todo ello: “no se puede servir a dos señores” (Lc 16, 13), “el que no deja a padre, madre… por mí, no es digno de mí” (Mt 10, 37), “El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Lc 11, 23).

Algunos les puede parecer esta exclusividad un poco excesiva. ¡No, no es así, a Dios nadie le gana en generosidad! Él nunca deja de ayudar a quienes por la causa del Reino lo han entregado todo. Es más, sólo somos verdaderamente libres de esclavitudes y ataduras,  cuando  entregamos  toda nuestra “libertad, memoria, entendimiento y voluntad” (S. Ignacio de Loyola) a Aquel que nos ha creado y redimido para que seamos auténticamente felices. Él cumple siempre  su Palabra  y nos concede “el ciento por uno en el tiempo presente y después la vida eterna” (Mt 19,30).

La mediocridad en la vida cristiana produce la enfermedad espiritual que es “el cansancio de la fe”, sus síntomas más elocuentes son  la falta de alegría, el bajo celo apostólico y la escasa ilusión por el Cielo. “La nueva evangelización se presenta en estos contextos no como un deber, o como un ulterior peso que hay que soportar, sino más bien como una medicina capaz de dar nuevamente alegría y vida a realidades prisioneras de sus propios miedos….Y ojalá que el mundo actual pueda recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo, y aceptar consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo” (Próximo Sínodo de los Obispos, Lineamenta, 2011, nº  25). El primer eslabón de la misión es la entrega personal e incondicional al Señor.

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*Monseñor Juan del Río Martín es el arzobispo castrense de España

 

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Documentación


Discurso del Papa a los obispos de rito romano de la India
Con motivo de su visita “ad Limina”
CIUDAD DEL VATICANO, martes 17 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los obispos de la Conferencia Episcopal India de rito Romano (1º y 2º grupo), a los que recibió ayer en el Palacio Apostólico con ocasión de la visita ad Limina Apostolorum.

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Queridos hermanos obispos,

es para mí muy grato daros la bienvenida en vuestra visita Ad Limina Apostolorum durante esta Pascua. A través de vosotros extiendo mis saludos a los fieles a vuestro cuidado, y doy las gracias al cardenal Telesphore Placidus Toppo por los corteses sentimientos de comunión con el Sucesor de Pedro que ha expresado en vuestro nombre.

La presencia de Cristo Resucitado entre sus discípulos fue una fuente de profunda consolación para ellos, confirmándoles en su fe y profundizando su amor por él; y en su Ascensión, los envió diciendo “Id, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20). Este mandamiento empujó a vuestro gran patrón Santo Tomás, a los demás Apóstoles y todos los que los siguieron, para predicar el Evangelio entre las naciones; a través de la predicación de la palabra y de la celebración de los sacramentos, la vida divina de la Santísima Trinidad ha pasado a muchas almas cristianas.

Hoy, como en todas las épocas, el mandato apostólico encuentra su fuente y su foco central en la proclamación del Hijo de Dios encarnado, que es la plenitud de la revelación divina y “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). El Salvador de toda la creación, y portador de la Buena Noticia para todos y el cumplimiento de los anhelos más profundos del hombre. La revelación definitiva de Dios que viene a nosotros en Jesucristo y que los creyentes de todo el mundo proclaman, se expresa de manera concreta en las Sagradas Escrituras y en la vida sacramental de la Iglesia. El poder salvífico de Cristo es proclamado también, en las vidas de los santos que han llevado con entusiasmo el mensaje del Evangelio y lo han vivido con fe entre sus hermanos y hermanas. La revelación cristiana, cuando es aceptada en libertad y por obra de la gracia de Dios, transforma a los hombres y las mujeres desde el interior y establece una maravillosa, relación redentora con Dios, nuestro Padre celestial, a través de Cristo, en el Espíritu Santo. Este es el corazón del mensaje que enseñamos, este es el gran regalo que ofrecemos en la caridad a nuestro prójimo: compartir en la misma vida de Dios.

Dentro de la Iglesia , los primeros pasos de los creyentes a lo largo del camino de Cristo, deben estar siempre acompañados por catequesis sólidas que les permitirán crecer en la fe, amor y servicio. Algunos de vosotros me habéis informado de los retos que enfrentáis con respecto a esto, y os apoyo en vuestro compromiso de proveer formación de calidad en esta área. Reconociendo que la catequesis es algo distinto a la especulación teológica, los sacerdotes, religiosos y catequistas laicos necesitan saber como comunicar con claridad y amorosa devoción la belleza que transforma la vida de la enseñanza y vidas cristianas, que será capaz de enriquecer el encuentro con el mismo Cristo. Esto es especialmente verdadero en la preparación de los fieles en el encuentro con el Señor en los sacramentos

En relación con el resto del mundo, el compromiso cristiano de vivir y dar testimonio del Evangelio tiene distintos retos según sea la época y el lugar. Esto se cumple especialmente en vuestro país, que acoge distintas religiones antiguas, incluyendo el cristianismo. La vida cristiana en este tipo de sociedad exige siempre honestidad y sinceridad en las propias creencias, y respeto por aquellos que constituyen el prójimo de cada uno.

El anuncio del Evangelio en estas circunstancias, por lo tanto, implica un delicado proceso de inculturación. Es un compromiso que respeta y conserva la unicidad y la integridad de la revelación divina dada a la Iglesia como su herencia, mientras demuestra que es comprensible y atractiva a aquellos a los que se propone. El proceso de inculturación exige que sacerdotes, religiosos y catequistas laicos empleen cuidadosamente los lenguajes y las costumbres adecuadas a la gente a la que sirven cuando les presentan la Buena Noticia. Mientras os esforzáis en asumir los retos de proclamar el mensaje en los distintos ámbitos culturales en los que os encontráis, mis queridos hermanos obispos, estáis llamados a supervisar este proceso con fidelidad a la fe que se os ha transmitido a vosotros para que la conservéis y la transmitáis también. Combinad esta fidelidad con la sensibilidad y la creatividad, de manera que deis testimonio convincente de la esperanza que está dentro de vosotros (cfr. 1Pe 3,15).

Con respecto al diálogo interreligioso. Soy consciente de las situaciones difíciles que muchos de vosotros enfrentáis en el desarrollo del diálogo con los que tienen otras creencias religiosas, a la vez que fomentan una atmósfera de interacción tolerante. Vuestro diálogo debería caracterizarse de una atención constante a los que es verdadero, con el fin de fomentar el respeto mutuo rechazando apariencias de sincretismo.

Además, como cristianos hindúes debéis vivir en paz y armonía con el prójimo de otras creencias, vuestro liderazgo prudente será crucial en la tarea cívica y moral de trabajar para salvaguardar los derechos humanos fundamentales de libertad de religión y libertad de culto. Como sabéis, estos derechos se basan en la dignidad de todos los seres humanos y están reconocidos por todas las naciones. La Iglesia Católica se esfuerza en promover estos derechos de las religiones de todo el mundo. Os animo, por tanto, a trabajar pacientemente, para establecer la base necesaria para el disfrute armonioso de estos derechos en vuestras comunidades. Incluso si se encuentra oposición, la misma caridad del cristiano y su tolerancia servirán para convencer a los demás de la importancia de la tolerancia religiosa, a la que los seguidores de todas las religiones pueden llegar. Mis oraciones os acompañan a medida que os ocupáis de esta delicada e importante cuestión.

Mis hermanos en el episcopado, estoy contento de esta oportunidad de renovar nuestros vínculos de comunión. Que la Beata Teresa de Calcuta, cuyo paciente y personal servicio al prójimo se basaba en el amor de Cristo, obtenga para vosotros gracias celestiales en abundancia para asegurar la fecundidad en vuestro trabajo pastoral. Os aseguro a vosotros y a todos aquellos a los que servís un recuerdo constante en mis oraciones, y de buen grado os imparto mi Bendición Apostólica.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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