17.05.11

Escudo de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales

 

Con un breve comunicado, el 13 de mayo, la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, reunida en plenaria, «restaura» la obligación de abstenerse de comer carne todos los viernes del año.

El texto es conciso y directo, con mucha fuerza y claridad. No salgo de mi asombro y comparto la alegría. Como necesita poca glosa, traduzco a vuela pluma la disposición de los obispos (las negritas mías):

Con la práctica de la penitencia cada católico se identifica con Cristo en el momento de la cruz. Lo hacemos con la oración, uniendo los sufrimientos y sacrificios de nuestras vidas con la Pasión de Cristo; en el ayuno, al morir a uno mismo a fin de estar cerca de Cristo: en la limosna, al demostrar nuestra solidaridad con los sufrimientos de Cristo en aquellos que lo necesitan. Las tres formas de penitencia constituyen una parte vital de la vida cristiana. Cuando además se hace de un modo visible en público, entonces también es un acto importante de testimonio.

La Iglesia ha reservado todos los viernes como un día especial de penitencia, porque es el día de la muerte de Nuestro Señor. La ley de la Iglesia exige a los católicos abstenerse de comer carne los viernes, o algún otro tipo de alimento, u alguna otra forma de penitencia que establezca la Conferencia Episcopal.

Los obispos desean volver a establecer en la vida de los fieles la práctica de la penitencia los viernes, como una señal clara y distintiva de su identidad católica. Ellos reconocen que los mejores hábitos son los que se adquieren como parte de una voluntad común y de un testimonio común. Por eso es importante que todos los fieles nos unamos en una celebración común de la penitencia los viernes.

Respetuosos con esto, y de acuerdo con el sentir de toda la Iglesia, la Conferencia Episcopal desea recordar a todos los católicos de Inglaterra y Gales la obligación de hacer penitencia los viernes. Los obispos han decidido volver a establecer la práctica de abstenerse de comer carne como parte de su dieta normal, o de algún otro tipo de alimento de los que regularmente participan. Esta disposición surtirá efecto a partir del viernes 16 de septiembre de 2011, cuando conmemoremos el aniversario de la visita del Papa Benedicto XVI al Reino Unido.

Muchos desearán, tal vez, ir más allá de este simple acto de testimonio común y dediquen todos los viernes un tiempo especial de oración y de mortificación. De todos estos modos uniremos nuestros sacrificios al Sacrificio de Cristo, que entregó su vida por nuestra salvación.

No se trata de una piadosa práctica individual, de una devoción personal, que por supuesto siempre ha sido posible. Es un acto de obediencia, del ejercicio de la virtud. Un recordatorio semanal de lo que somos, de poder unirnos, no sólo personalmente, a la Pasión redentora; cada uno individualmente y todos como Pueblo de Dios.

El canon 1251 ya prescribía la obligatoriedad, pero por esas rendijillas de la molicie y la pereza en el mejor de los casos, o de la desobediencia o caradura en el peor —p.e..abusos de la Bula de la Santa Cruzada en España—, la práctica estaba arrinconada. Los obispos ingleses, facultados por el canon 1253, han determinado que en Inglaterra y en Gales que el modo de cumplir sea la tradicional abstinencia de carne — o de otro alimento para los vegetarianos—

No creo que tarden en saltar los de siempre, aquellos que reclamen que «lo importante es…» (rellénese los puntos suspensivos con lo que se quiera), que esta disposición es pre-concilar, ritualista. No harán más que revivir el Non serviam!, porque aquí está el quid de la cuestión. Dejo este tema por ahora, no quiero empañar la noticia, tiempo habrá de volver sobre el asunto.

Quizá, lo que más me haya llamado la atención, y creo que también es importante, es la afirmación de que «cuando además se hace de un modo visible en público, entonces también es un acto importante de testimonio». Una llamada a que los católicos salgan del armario y se hagan visibles también en este aspecto. No es un acto de confrontación o de mostrar las cartas, es de amor.

Eso sí, tengo cierto interés en contemplar cómo las autoridades civiles, que tan delicadas son con las dietas de musulmanes, hindúes o judíos van a serlo con los católicos en colegios, hospitales y demás instituciones públicas. O cómo la BA ofrecerá un menú especial los viernes para católicos.