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Santa Sede

Un nuncio debe ser ante todo un buen sacerdote, dice el Papa

Atenuantes para obispos ordenados sin mandato papal bajo miedo

Papa: el desarrollo debe basarse en “una ecología auténticamente humana”

La Iglesia quiere ayudar a erradicar la pobreza, afirma el Papa

Papa: Todos deben poder disfrutar de los recursos naturales en Ghana

El Papa nombra arzobispo de Tucumán a monseñor Alfredo Zecca

Cumbre en el Vaticano sobre ética y negocios

Mundo

Cardenal Turkson: el agua, un servicio del gobierno para los ciudadanos

Postpuesta una ordenación episcopal ilegítima en China

Testimonio

Juzgan el posible martirio de una joven asesinada por defender su castidad

Espiritualidad

Evangelio del domingo: Recordar y enseñar

Documentación

Audiencia a la comunidad de la Academia Pontificia Eclesiástica

Discurso del Papa al nuevo embajador de Guinea Ecuatorial

Discurso del Papa a la nueva embajadora de Ghana

Discurso del Papa al nuevo embajador de Nueva Zelanda


Santa Sede


Un nuncio debe ser ante todo un buen sacerdote, dice el Papa
“Lealtad, coherencia y profunda humanidad”, rasgos de los “diplomáticos pontificios”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Lealtad, coherencia y profunda humanidad son los rasgos que deben caracterizar a cuantos trabajan en la llamada “diplomacia pontificia”, afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante una audiencia a los alumnos y responsables de la Pontificia Academia Eclesiástica.

Esta diplomacia pontificia “tiene una larguísima tradición y su actividad ha contribuido de manera relevante a plasmar, en la edad moderna, la fisonomía misma de las relaciones diplomáticas entre los Estados”.

El Papa recordó que en la concepción tradicional, el embajador es “el que ha sido nombrado para la encargo de llevar de manera autorizada la palabra del Soberano, y por esto, puede representarlo y negociar en su nombre”.

La acogida que se dispensa a un embajador, explicó el Papa, “acoger, por tanto, un enviado como interlocutor, recibir la palabra, significa poner las bases de la posibilidad de una coexistencia pacífica”.

“Se trata de un papel delicado”, reconoció, subrayando que requiere, por parte del enviado, “la capacidad de ampliar tal palabra de manera que sea al mismo tiempo fiel, lo más respetuosa posible por la sensibilidad y por la opinión de los demás, y eficaz”.

“Aquí está la verdadera habilidad del diplomático y no, como ahora se cree erróneamente, en la astucia o estos comportamientos que representan sobre todo las degeneraciones de la práctica diplomática”.

“Lealtad, coherencia, y profunda humanidad son las virtudes fundamentales de cualquier enviado, que está llamado a colocar no sólo su propio trabajo y sus propias cualidades, sino, de algún modo, la persona en su conjunto, al servicio de una palabra que no es suya”.

Identidad sacerdotal

Benedicto XVI afirmó a los futuros embajadores que las rápidas transformaciones de la era actual “han reconfigurado profundamente la figura y el papel de los representantes diplomáticos”.

Sin embargo, subrayó, su misión sigue siendo la misma, “la de ser el medio de una correcta comunicación entre los que ejercitan la función de gobierno y, por consiguiente, instrumento de construcción de la comunión posible entre los pueblos y de la consolidación entre ellos de relaciones pacíficas y solidarias”.

Dentro de esto, el diplomático de la Santa Sede – así como su acción – presenta “aspectos muy particulares”.

En primer lugar, es “un sacerdote, un obispo”, que “ha sido dotado, como todo sacerdote, de una misión que no puede ser realizada a tiempo parcial, sino que le exige ser, con toda su vida, un eco del mensaje que le ha sido confiado, el del Evangelio”.

“Es propiamente sobre la base de esta identidad sacerdotal, muy clara y vivida de modo profundo, donde se inserta, con cierta naturalidad, el deber específico de hacerse portador de la palabra del Papa, del horizonte universal de su ministerio y de su caridad pastoral, con respecto a las Iglesias particulares y frente a las instituciones en las que se ejercita legítimamente la soberanía en el ámbito estatal o de las organizaciones internacionales”.

Ante “un ministerio tan delicado”, “la atención por la propia vida espiritual, la práctica de las virtudes humanas y la formación de una sólida cultura” son aspectos a tener en cuenta, y todos ellos “van de la mano y se apoyan mutuamente”.

“Son dimensiones que permiten mantener un profundo equilibrio interior, en un trabajo que exige, entre otras cosas, la capacidad de apertura al otro, la ecuanimidad en el juicio, distancia crítica de las opiniones personales, sacrificio, paciencia, constancia y a veces, también, firmeza en el diálogo hacia todos”, indicó el Papa.

Por último, subrayó que el servicio a la persona del Sucesor de Pedro “permite vivir en una constante y profunda referencia a la catolicidad de la Iglesia”.

“Allí donde hay apertura a la objetividad de la catolicidad, allí está también el principio de una auténtica personalización: la vida empleada en el servicio al Papa y en la comunión eclesial es, bajo este perfil, extremadamente enriquecedora”, concluyó.

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Atenuantes para obispos ordenados sin mandato papal bajo miedo
La Santa Sede aclara casos que se han dado, en particular, en China
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Los obispos ordenados y los que ordenan obispos sin mandato del papa quedan automáticamente excomulgados, aunque esta pena puede quedar mitigada en el caso de quienes actúan movidos por el miedo o la necesidad, aclara la Santa Sede.

“L'Osservatore Romano” publica en la edición italiana del 11 de junio una declaración del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos sobre la recta aplicación del Código de Derecho Canónico, que en el canon1382 afirma: “El obispo que confiere a alguien la consagración episcopal sin mandato pontificio, así como el que recibe de él la consagración, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica”.

“Latae sententiae” quiere decir, automáticamente, por el hecho de cometer el delito, sin necesidad de que haya un proceso eclesiástico. El Derecho Canónico prevé que este modo de imponer la sanción penal sea excepcional, para los delitos más graves.

Ahora bien, el canon 1324 del Código Derecho Canónico afirma que “el infractor no queda eximido de la pena, pero se debe atenuar la pena establecida en la ley o en el precepto, o emplear una penitencia en su lugar, cuando el delito ha sido cometido” bajo el miedo o la necesidad.

Esta situación estuvo a punto de repetirse el 9 de junio, cuando se aplazó sin dar explicaciones la ordenación de un obispo sin el mandato del papa, según pretendía la Asociación Patriótica de los Católicos Chinos, organismo reconocido por las autoridades comunistas.

Ordenaciones en estas circunstancias ya han tenido lugar en meses pasados en ese país, la última el 20 de noviembre de 2010, cuando fue ordenado ilegítimamente en Chengde el obispo Joseph Guo Jincai.

El obispo Juan Ignacio Arrieta, secretario del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, quien firma esta declaración junto al presidente, el cardenal Francesco Coccopalmerio, explica a ZENIT que en realidad la declaración no sólo se publica sólo por los casos acaecidos en China.

Otros casos de ordenaciones de obispos sin mandato del papa se han dado en el mundo, como los obispos ordenados por Emmanuel Milingo, antiguo arzobispo de Lusaka, dimitido del estado clerical, que según han referido las agencias de noticias, el 24 de noviembre de 2006, en Washington, sin el consentimiento pontificio, ordenó obispos a cuatro sacerdotes estadounidenses.

También en España se ha dado el caso de obispos ordenados en la cismática Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, con sede en El Palmar de Troya, en Utrera (Sevilla) por el arzobispo vietnamita Pierre Martin Ngô Dình Thuc.

La declaración confirma que la excomuniónestablecida por el Derecho Canónico “es cometida tanto por el obispo que consagra como por el sacerdote que es consagrado”.

“Además --añade--, dado que la consagración episcopal es un rito en el que suelen participar varios ministros, quienes asumen la tarea de co-consagrantes, es decir, imponen las manos y recitan la oración consagratoria en la ordenación, se convierten en co-autores del delito y por tanto quedan también sometidos a la sanción penal”.

Ahora bien, el Código de Derecho Canónico, en el canon 1324 § 3, exime de la pena latae sententiae cuando se verifican circunstancias que, si bien no excluyen la pena en cuanto tal, la mitigan.

En particular, esto sucede “cuando la persona que comete el delito como ordenante u ordenado está obligada por miedo grave, aunque lo fuera sólo relativamente, o por necesidad o para evitar un perjuicio grave”.

Por tanto, el documento considera que ante los casos de ordenaciones acaecidas en ambiente de imposición o miedo, como es el caso de China, “hay que verificar la situación de cada uno de los sujetos que intervienen en el rito: los ministros consagrantes y los clérigos consagrados”.

Y aclara: “Cada uno de ellos sabe en su corazón el nivel de involucración personal y la recta conciencia indicará a cada quien si han incurrido en una pena latae sententiae”.

La nota concluye recordando que la absolución de la excomunión latae sententiae está reservada a la Santa Sede y busca mover a quien la ha cometido al arrepentimiento.

Por Jesús Colina

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Papa: el desarrollo debe basarse en “una ecología auténticamente humana”
Recibió al nuevo embajador de Nueva Zelanda
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI auguró que Nueva Zelanda se implique en el desarrollo de “una ecología auténticamente humana”, en el discurso dirigido al nuevo embajador de este país, George Robert Furness Troup, al aceptar sus cartas credenciales ayer jueves.

Debido a su posición geográfica, Nueva Zelanda “puede asistir al desarrollo de países más pequeños, más lejanos y con menos recursos”, que la miran “como fuente de asistencia, ánimo y apoyo para poder desarrollar sus propias instituciones”.

Esto, indicó, hace que Nueva Zelanda tenga “una responsabilidad moral concreta”, al ser “llamada a usar su posición de influencia para la paz y la estabilidad de la región, fomentar las instituciones democráticas estables y maduras, y la promoción de auténticos derechos humanos y desarrollo económico sostenible”.

El deseo de desarrollo, reconoció Benedicto XVI, “plantea una serie de retos importantes con respecto al medio ambiente, algunos con serias consecuencias para el bienestar de la gente y sus medios de vida, y especialmente para los pobres”.

En este contexto, alentó “el trabajo que se está haciendo para promover modelos de desarrollo tanto en el interior como en el exterior del país que reflejen una verdadera ecología humana, una economía sostenible y que cumpla con nuestro deber de custodios de la creación”.

Papel eclesial

El Papa quiso analizar el papel de la Iglesia católica en Nueva Zelanda, subrayando que “se esfuerza en el desempeño de su papel para tejer juntos una sociedad verdaderamente multicultural con un sentido de respeto mutuo, con un propósito y una solidaridad compartidas, para la paz y la prosperidad de todos”.

La Iglesia “desea servir al bien común proveyendo de la sabiduría moral y espiritual de la fe en las cuestiones éticas importantes actuales”.

Sobre todo, “desea siempre fomentar un gran respeto por la persona humana en su conjunto, defendiendo el inalienable derecho a la vida desde su concepción hasta su muerte natural, promoviendo un entorno familiar estable y proveyendo educación”.

A propósito de esto, “la Iglesia siempre ha puesto un gran énfasis en la educación de los jóvenes, reconociéndola como un componente esencial en la preparación y el desarrollo de los individuos para el bien, de manera que ellos puedan tener su sitio en la sociedad”.

Libertades fundamentales

El Pontífice subrayó que la Santa Sede busca “la promoción de los valores universales que están basadas en el mensaje del Evangelio de la dignidad que Dios le da a cada hombre y mujer, la unidad de la familia humana y la necesidad de justicia y solidaridad para gobernar las relaciones entre los individuos, comunidades y naciones”.

Estos valores, observó, “están profundamente inscritos en la cultura que dio vida a las instituciones políticas y legales de Nueva Zelanda, herencia cuya “piedra angular” son “los derechos de libertad religiosa y libertad de culto, para beneficio de todos”.

“Estos derechos consagrados en las tradiciones legales de los que son herederos, son propios de cada persona porque son inherentes a la humanidad que es común a todos nosotros”, subrayó.

“A través de la promoción de estas libertades, la sociedad está mejor preparada para responder a los profundos desafíos políticos y sociales de una manera que concuerde con las aspiraciones más profundas de la humanidad”.

El Papa expresó finalmente su solidaridad “con aquellos que están sufriendo todavía las consecuencias del devastador terremoto que golpeó Christchurch el pasado 22 de febrero”, afirmando que “la impresionante fuente de generosidad y los innumerables actos de caridad y de bondad que se han visto en el foco del desastre contribuirán, en gran parte, a afrontar los desafíos morales y materiales de esta actual e inmensa tarea”.

Por su parte, el nuevo embajador reconoció que su país “aprecia mucho la contribución dada a la sociedad por la Iglesia católica y por muchos de sus miembros”, así como “las intuiciones únicas que la Santa Sede ofrece en ámbitos formales e informales, reflejando el profundo conocimiento que su red de representantes en el mundo consigue movilizar”.

“Los neozelandeses han seguido con vivo interés la ceremonia de beatificación de Su Santidad el papa Juan Pablo II”, añadió.

“Santidad, le estamos también muy agradecidos por sus oraciones y por sus cordiales deseos con motivo del trágico terremoto que afectó a nuestra ciudad de Christchurch el 22 de febrero pasado – concluyó el diplomático – . Reconocemos que, como Nueva Zelanda, también la Santa Sede afronta los continuos retos del mundo en rápido cambio en que vivimos”.

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La Iglesia quiere ayudar a erradicar la pobreza, afirma el Papa
Al recibir ayer en audiencia al nuevo embajador de Guinea Ecuatorial
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).-La Iglesia quiere seguir colaborando en el desarrollo de Guinea Ecuatorial, tanto en el desarrollo social como moral, afirmó ayer el Papa Benedicto XVI, al aceptar las Cartas Credenciales de Ntugu Abeso Oyana, nuevo embajador de este país ante la Santa Sede.

En su mensaje a este país, el Papa aseguró que “no faltará la presencia animadora de la Iglesia” de cara al “perfeccionamiento de la sociedad y en el despliegue de nuevas estructuras capaces de darle una trama más flexible”.

La Iglesia, afirmó el Pontífice, infunde “la luz de la fe en Cristo, que manifiesta al hombre su auténtica vocación y le ayuda a trabajar sin desfallecer por todo aquello que lo dignifica y engrandece”.

Por ello mostró su esperanza de que los ecuatoguineanos, “fortalecidos por esta misma fe, no vacilarán en sus propósitos de participar activa y sabiamente en la edificación de una serena y armónica convivencia”.

“En ese clima, la persona humana podrá realizarse plenamente de acuerdo a su altísima dignidad y derechos fundamentales y germinarán copiosamente los valores esenciales de la tutela de la vida, el cuidado de la salud, el desarrollo de la educación y la solidaridad, así como la salvaguardia del medio ambiente y la ecuánime distribución de la riqueza”.

Todo ello, añadió, es “condición indispensable” para avivar un verdadero progreso social, que llegue a todos, “pero en especial a los más pobres y menesterosos, y al que todos puedan contribuir con su aportación adecuada, libre y responsable”.

El Papa quiso destacar que existe en Guinea Ecuatorial una “sana independencia y respeto recíproco entre la Iglesia y el Estado”, y agradeció en este sentido los esfuerzos llevados a cabo para recuperar y reestructurar muchos lugares de culto.

También quiso reconocer “las iniciativas emprendidas para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, especialmente de aquellos que tienen grandes dificultades para vivir de manera digna”. “Animo, pues, a todos a seguir recorriendo con entusiasmo este camino, remediando las carencias sociales, económicas y culturales existentes”.

La Iglesia quiere colaborar, afirmó, “poniendo a disposición del pueblo ecuatoguineano su larga y fecunda experiencia en el campo de la promoción del matrimonio y la familia, la sanidad, la formación de las nuevas generaciones y el ejercicio de la caridad y la beneficencia”.

“No podría ser de otro modo, pues la Iglesia no ignora que todo lo que favorece la concordia y la fraternidad, la erradicación de la pobreza, el incremento de la justicia y el diálogo, así como el afianzamiento del mutuo entendimiento, abre horizontes luminosos de futuro y enaltece al ser humano, de quien jamás debe olvidarse que es imagen de Dios”, concluyó.

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Papa: Todos deben poder disfrutar de los recursos naturales en Ghana
Destaca los logros conseguidos por el país desde la instauración de la democracia
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El desarrollo económico de todo el pueblo de Ghana puede alcanzarse a través de la correcta explotación de los recursos naturales de que es rico este país africano.

Así lo afirma el Papa Benedicto XVI, en el discurso entregado al recibir ayer el audiencia a la señora Geneviève Delali Tsegah, nueva embajadora de Ghana ante la Santa Sede, durante su presentación de las Cartas Credenciales que le acreditan como tal.

En su discurso al Papa, la embajadora reconoció “el compromiso y la contribución de la Iglesia católica en los sectores sanitario, educativo, económico y social de Ghana”, y explicó que por ello el Gobierno “seguirá colaborando con la Iglesia católica sobre la base del éxito obtenido hasta ahora para la mejora de la vida de los ciudadanos”.

La nueva embajadora explicó que desde que en 1992 “la República de Ghana volvió a la democracia, el país goza de una estabilidad política que ha dado impulso al desarrollo económico”.

Por su parte, el Papa afirmó que seguramente “la celebración de elecciones democráticas normales y pacíficas, hace honor a la gente y a los líderes políticos de su país”, así como la “armonía étnica, además, no sin la contribución de las comunidades cristianas locales incluyendo la Iglesia Católica, ha sido un importante factor en la creación de condiciones de paz, estabilidad y de un gran progreso social para todos”.

Por ello expresó su confianza en que el proceso “sea coronado por el resultado positivo de la consulta constitucional en curso, de manera que el marco legislativo y administrativo consolide una cultura de una responsable y activa participación en el desarrollo del país para la libertad, justicia y solidaridad”.

Apreció el “clima de libertad religiosa que se disfruta en Ghana”, y observó que “una sociedad democrática quepromueve la libertad religiosa y la libertad de culto, y que aprecia la presencia de las instituciones religiosas, que se esfuerzan en elevarse por encima de los intereses políticos, motivados por la fe y los valores morales, comprende que hay mucho que ganar a través de estas libertades para el crecimiento positivo de todas las instituciones”.

Estas sociedades “obtienen muchos beneficios de estas instituciones, inspirándose en la sabiduría que se encuentra en las tradiciones religiosas, especialmente cuando los ciudadanos se enfrentan a cuestiones en las que la ciencia o la tecnología no dan ninguna respuesta”, afirmó.

“Todos se beneficiarán de esta cooperación en un mundo en el que han aumentado las incertidumbres sobre las elecciones morales y que con frecuencia conduce hacia unos intereses estrechos y egoístas”, añadió.

Después habló sobre los recursos naturales de que es rico este país africano, y mostró su esperanza de que “a través de la solidaridad social, los ingresos que proceden de la correcta explotación contribuyan al desarrollo económico sostenible para su gente”.

“Que esto se logre, sin embargo, mientras se da la debida atención a aquellos que son mucho más pobres, o incapaces de mantener a sus familias por causas ajenas a ellos mismos. En este sentido, que su país dé un ejemplo en el establecimiento de instrumentos efectivos de solidaridad, para el verdadero enriquecimiento de todos los miembros de la sociedad”, concluyó.

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El Papa nombra arzobispo de Tucumán a monseñor Alfredo Zecca
Erige la eparquía caldea de Canadá
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI nombró arzobispo de Tucumán a monseñor Alfredo Zecca, quien fue rector de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Al mismo tiempo, aceptó la renuncia del hasta ahora arzobispo de esa arquidiócesis argentina, presentada por monseñor Luis Héctor Villalba por razones de edad, informó este viernes la Oficina de Información de la Santa Sede.

El obispo electo nació en Buenos Aires el 27 de febrero de 1949. En el seminario metropolitano de su ciudad tuvo como primer superior al que sería después arzobispo de Tucumán, Luis Héctor Villalba, a quien ahora sucede en el cargo.

Ordenado sacerdote el 19 de noviembre de 1976, fue superior en el seminario mayor de Buenos aires y en el Instituto de Orientación Vocacional San José.

Se licenció en Filosofía y Pedagogía y estudió Teología en la Universidad Católica Argentina y en la de Tubinga.

En 1990 fue nombrado rector del seminario mayor de Buenos Aires, decano de la Facultad de Teología de la UCA y rector de esa misma universidad, cargo que ocupó hasta principios de 2011.

Era el encargado de la relación Fe-Cultura en la arquidiócesis de Buenos Aires y es consultor de la Congregación vaticana para la Educación Católica, así como de la Comisión de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina.

Canadá

Benedicto XVI también erigió hoy la eparquía caldea de Canadá con el título de Mar Addai de Toronto de los caldeos y nombró a monseñor Hanna Zora primer obispo de la nueva eparquía, transfiriéndole de la sede de Ahwaz y manteniéndole el título de arzobispo ad personam.

Nacido en Irak, en Batnia, en 1937, monseñor Hanna Zora recibió la ordenación sacerdotal en 1962 y fue elegido arzobispo de Ahwaz de los caldeos (Irán) en 1974, conservando su ciudadanía iraquí.

Desde 1987 a 1993 vivió en Roma y después recibió el encargo del cuidado pastoral de la comunidad caldea en Canadá, de la que ahora es responsable.

Actualmente los fieles caldeos en Canadá ascienden a 38.000. Su cuidado pastoral lo ofrecía el mismo arzobispo Hanna Zora, en calidad de responsable de la comunidad de Toronto, bajo la jurisdicción del arzobispo latino de Toronto y de cuatro sacerdotes.

La mayor parte de los fieles caldeos está concentrada en algunas áreas del país: Toronto, Montreal, London-Windsor, Hamilton con London-Ontario y Oakville, Saskatoon, Vancouver y Ottawa.

La iglesia de Mar Addai de Toronto, recientemente consagrada por el patriarca caldeo el cardenal Emmanuel III Delly, ha sido elevada a catedral eparquial, informó la Santa Sede.

Nigeria

Por otra parte, el Papa aceptó hoy la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis nigeriana de Sokoto, presentada por monseñor Kevin J. Aje por razones de edad, y nombró para sustiruirle al hasta ahora vicario general de la arquidiócesis de Kaduna, monseñor Matthew Hassan Kukah.

El obispo electo nació en Kulu, Zango, en 1952. Estudió Filosofía y Teología en el seminario mayor de Jos. Fue ordenado sacerdote en 1976 para la arquidiócesis de Kaduna.

Ha ejercido su ministerio en varias parroquias y ha sido profesor y responsable de los estudiantes del seminario mayor en el que estudió, rector del seminario menor de Zaria, subsecretario general y secretario general de la conferencia episcopal y desde 2004 era vicario general de Kaduna.

Siguió un máster en Estudios para la Paz en la Universidad de Bradford, en Inglaterra, un doctorado en la Universidad de Londres, un Senior Rhodes Fellow en la Universidad de Oxford y un máster en Public Policy en la Universidad de Harvard.

Formó parte de la comisión de investigación Human Rights Violations del Gobierno Federal de Nigeria.

Fue asistente especial del cardenal Dominic Ekandem, en Abuja, entre 1987 y 1990 y consultor del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso entre los años 2001 y 2003.

También fue secretario de la Nazional Political Reform Conference del Gobierno de Nigeria y presidente del Ogoni-Shell Reconciliation también del Gobierno de su país.

De 2007 a 2009 fue miembro del Comité para la reforma electoral en el Gobierno de Nigeria.

Italia e Islas Salomón

El Pontífice nombró este viernes obispo de la diócesis italiana deSabina-Poggio Mirteto a monseñor Ernesto Mandara, hasta ahora obispo auxiliar de Roma.

Nacido en Positano, en la provincia italiana de Salerno, en 1952, el obispo electo estudió en el seminario menor de la prelatura de Pompeia y en los seminarios menor y mayor de Roma.

Realizó cursos de Teología en la Universidad Pontificia Lateranense y en la Universidad Pontificia Gregoriana.

Fue ordenado sacerdote en 1978 para la arquidiócesis de Amalfi-Cava de’ Tirreni, de su ordinario, y fue asistentes y vicerector del Seminario Pontificio Romano Mayor.

Fue párroco de Santa Maria delle Grazie en el Trionfale de Roma, prefecto de la prefectura XXXII, director de la Oficina de Construcción del Culto y secretario de la Ópera Romana para la Preservación de la Fe y la Provisión de nuevas iglesias en el vicariato de Roma.

Es miembro del Consejo de administración de la fundación Santi Francesco d’Assisi e Caterina da Siena de la Conferencia Episcopal Italiana.

Finalmente, este jueves, el Papa nombró obispo auxiliar de la arquidiócesis de Honiara, en las Islas Salomón, a monseñor John Doaninoel, SM, transfiriéndolo del oficio de obispo auxiliar de la arquidiócesis de Rabaul, de Papúa Nueva Guinea.

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Cumbre en el Vaticano sobre ética y negocios
Promovida por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).-  Este viernes se ha presentado en el Vaticano un encuentro mundial sobre ética y mundo de los negocios   (“Executive Summit on Ethics for the Business World”), promovido por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, en colaboración con el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y Fidelis International Institute.

El cardenal Tarcisio Betone, Secretario de Estado de Su Santidad, será quien dé apertura a la sesión de dos días, que se sostendrá en el Vaticano los días 16 y 17 de junio.

En el Summit participarán empresarios, financieros y altos directivos (CEOs) así como académicos provenientes de todos los rincones de la tierra tales como Andy Zelleke de Harvard, Lorenzo Bini Smaghi del BCE, Lo Kai Ming (CEO de Hong Kong), Ines Kolmsee (CEO de la empresa siderúrgica SKW) y Ken Resnick (Vice Presidente y General Counsel de General Eletric Oil & Gas).

Según expilca el Consejo Pontificio en un comunicado enviado a Zenit “se trata de una cumbre única en su género dado que los representantes de la economía y las finanzas mundiales ofrecerán una contribución concreta sobre las principales temáticas planteadas por la Encíclica Caritas in Veritate, que el Papa Benedicto XVI promulgó hace casi dos años, el día 29 de junio del 2009”.

“La Encíclica del Santo Padre propone una ética de las finanzas y en las finanzas siempre más sustancialmente al servicio de la dignidad del hombre y del bien común. Los organizadores del Summit han recogido el mensaje del Pontífice, planteando en los temas en discusión, una conexión entre la economía que coloque al centro al ser humano y sus necesidades, a través de una producción y una distribución de la riqueza más equitativa y de acuerdo a la justicia”.

El Consejo aclara que “es posiblemente la primera ocasión en que la comunidad internacional de los negocios se confrontará con estos nuevos y distintos temas, ya no dentro de un marco meramente financiero o de negocios sino abierto al compartir de una visión estratégica de las mejores prácticas aplicadas en la empresa”.

“La ética, no es la antítesis de la empresa sino justamente al contrario. La ética evoca los principios fundamentales como la fraternidad, la responsabilidad y el deseo de crear que requieren de comportamientos inspirados en la conciencia y en la verdad”.

“Desgraciadamente aún debemos plantearnos la pregunta –afirma el Consejo--: ¿porqué la economía, la política, la tecnología, y la ciencia no están en posibilidades de ofrecernos perspectivas prácticas y compartidas para un desarrollo integral del ser humano?”.

“Para responder a esta pregunta, los organizadores de la Cumbre invitan a una perspectiva de análisis y de estudio que sea capaz de generar entre los dirigentes de las empresas, los grandes empresarios, y los directivos el ideal de un crecimiento económico que esté en armonía con la dignidad de la persona humana como ser trascendente. Recordemos las palabras de Benedicto XVI: “La caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de la humanidad entera” (cfr. Cv, 1)”.

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Mundo


Cardenal Turkson: el agua, un servicio del gobierno para los ciudadanos
“No se puede buscar sólo el beneficio”
ROMA, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).-La gestión del agua “debe ser un servicio que el Gobiernos hace a sus ciudadanos, y aunque esté privatizado, debe ser fuertemente subvencionado”. Así lo declaró hoy a la agencia italiana ANSA el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”.

Sobre la dimensión ética de la gestión privada del agua, el purpurado afirmó: “No se puede buscar sólo el beneficio”.

El cardenal Turkson puso el ejemplo de su país, Ghana: “Aquí el Gobierno ha decidido privatizar el agua con el argumento de que gracias a la privatización hay una compañía capaz de realizar presas y purificar el agua, pero por otra parte los ciudadanos tienen que pagar por este servicio. Lo mismo sucede con la energía eléctrica”.

“El gobierno – subrayó – cobra impuestos a los ciudadanos, y por tanto debe ofrecer servicios, incluso el servicio del agua potable, porque de un lado es necesario un sistema que funcione y que adopte las tecnologías más evolucionadas, también a nivel hídrico, pero por otro no debemos olvidar el hecho de que existe un gobierno es para asegurar el bien común a sus ciudadanos”.

Según el presidente del dicasterio, “las grandes llamadas a la responsabilidad social piden que las empresas se organicen y gestionen no sólo desde el punto de vista meramente económico o técnico, sino también desde el punto de vista humano y en particular de la respuesta a las nuevas necesidades, ligadas a los bienes colectivos fundamentales, como el agua y el desarrollo cualitativo”.

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Postpuesta una ordenación episcopal ilegítima en China
El padre Joseph Shen Guo'an iba a convertirse en obispo de Wuhan
WUHAN, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia oficial en China ha postpuesto la ordenación episcopal del padre Joseph Shen Guo'an, que tenía previsto celebrar este jueves sin la aprobación del Vaticano.

El que se iba a convertir en prelado de la diócesis de Wuhan fue informado del aplazamiento sin recibir ninguna razón por ello ni ninguna fecha para volver a programar la ordenación, informó la agencia Ucanews el miércoles.

La última ordenación episcopal en China sin aprobación papal se celebró en noviembre, en Chengde. La Santa Sede destacó que constituía una “herida dolorosa” hecha a la comunión de la Iglesia y “una violación grave de la disciplina católica”.

El pasado 18 de mayo, el Papa apeló a los cristianos de todo el mundo a rezar por la Iglesia en China.

“Con la oración podemos obtener para la Iglesia en China que sea una, santa y católica, fiel y firme en la doctrina y en la disciplina eclesial”, aseguró.

También invocó a la Virgen María, pidiéndole que “ilumine a cuantos están en la duda, llame a los extraviados, consuele a los afligidos, refuerce a cuantos son atrapados por los cantos de sirena del oportunismo”.

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Testimonio


Juzgan el posible martirio de una joven asesinada por defender su castidad
Apertura oficial de su proceso de beatificación en Burgos
BURGOS, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El proceso diocesano de la causa de beatificación de la joven Marta Obregón, asesinada en Burgos en 1992 por resistirse a ser violada, comenzará este martes 14 de junio en la capilla de la facultad de Teología de Burgos.

Un tribunal eclesiástico tratará de probar su santidad por vía de martirio por defender la virtud de la castidad, informó a ZENIT el postulador diocesano de la causa, Saturnino López.

López destacó la valentía final de Marta, estudiante de 5º de Periodismo en el momento de su muerte, al defender los valores y virtudes cristianas y no ceder ante la agresión en defensa de la dignidad de la persona.

“La santidad es por vía de virtudes o por vía de martirio -explicó-. Y el martirio es por defender la fe bajo dos aspectos: por odio a la fe o por defensa de virtudes, como es el caso de santa Maria Goretti”.

Son muchas las personas que se encomiendan a ella pidiéndole favores de todo tipo. Entre los testimonios recogidos en la web de la causa, su amiga Rosi escribe: “Tu martirio no es porque sí, no es algo vano, sino que es un grito de Dios al mundo que ya no valora la grandeza de la Santa Pureza”.

Al iniciar su causa 2007, el arzobispado de Burgos declaró: “Sometiendo los datos al parecer de la Santa Madre Iglesia, todo nos sugiere que la joven estudiante de periodismo, Marta Obregón, nos dejó un hermoso ejemplo, tanto en una vida agradecida al amor y misericordia de Dios, como en su valerosa muerte”.

Espontánea y atractiva

Marta Obregón nació en La Coruña el 1 de marzo de 1969. Era la segunda de cuatro hermanas de una familia cristiana.

Por razones laborales del padre, su familia vivió un año en Barcelona y se estableció definitivamente en Burgos en diciembre de 1970.

Chica espontánea, de carácter abierto y aspecto atractivo, estudió con buenas notas en el Colegio de Jesús María, desarrolló aficiones deportivas y destacaba por su buena voz y sentido musical.

En su infancia, frecuentó junto a su hermana el Club Arlanza de Burgos, de la prelatura del Opus Dei.

Debilidad y reconversión

En 1988 inició su primera relación con un chico “ante quien experimentó la debilidad ante la pasión hasta que, en una ocasión, llegó el peligro en el mismo rellano del portal en el que en otra tarde ofrecerá su vida antes que ofender a Dios y consentir degradar su dignidad”.

Saturnino López lo explica en una breve biografía publicada en el boletín del arzobispado de Burgos en 2007, cuando empezó la causa de beatificación.

Empezó sus estudios universitarios en Madrid con la ilusión de llegar a ser una periodista famosa. Más tarde cambió sus aspiraciones y confesó abiertamente que sólo pensaba en Dios y en agradarle.

Durante las vacaciones de verano de 1990 participó en un viaje a Taizé organizado por un grupo neocatecumenal.

En Taizé tuvo lugar una prodigiosa reconversión de Marta y al volver decidió confesarse. Aún se sentía “sucia” por lo sucedido hacía más de dos años.

Pero por motivos desconocidos, el confesor no la absolvió, lo cual le produjo gran sufrimiento y una lucha entre su voluntad de entregarse a Dios y su sentimiento de abandono de Él.

Poco después, un encuentro casual con un sacerdote del Camino Neocatecumenal que la escuchó le permitió experimentar el perdón y la misericordia de Dios.

A partir de entonces empezó a defender los valores cristianos con valentía, en privado y en público, con los amigos, en la universidad y en medios de comunicación.

Llegó a conocer a otro joven católico, con quien mantuvo una bella relación y con quien ella quiso ser misionera itinerante, pero un tiempo después él rompió la relación sin demasiadas razones que lo justificaran.

Tras la muerte de Marta, el joven reconoció: “Dios la apartó afectivamente de mí, para que mi sufrimiento no fuera mayor”.

Hágase”

Para el postulador, reviste mucha importancia el hecho de que Marta repitiera a menudo “Señor, hágase”: “Era su búsqueda de la vocación, lo repetía muy emocionada”, explica.

En uno de sus cuadernos, Marta anotó en una ocasión: “Ayúdame pronto a encontrarme. Ábreme bien los ojos y mi corazón, porque parece ser que todo aquel que nos rodea eres tú mismo, y eso, Dios mío, cuesta muchísimo entenderlo”.

El último año de su vida, acudía todas las tardes a estudiar al centro del Opus Dei que había dejado por unos años. Siempre acababa la jornada con media hora de oración de rodillas ante el Santísimo.

El día de su entrega definitiva, pidió que dejaran los libros sobre la mesa de estudio con la intención de volver por la mañana para celebrar la misa, comulgar y seguir preparándose para los exámenes de febrero.

Ya no pudo regresar. Sobre las diez de la noche, una vecina suya oyó un grito desgarrador, pero al no repetirse no salió a comprobar lo que sucedía.

Cinco días después, el cadáver de la Sierva de Dios Marta Obregón fue hallado cubierto de nieve a unos cinco kilómetros de Burgos. Tenía 22 años.

El informe forense indica que Marta murió en las primeras horas del día 22 de enero, fiesta de la mártir santa Inés, por intentar evadir la agresión.

Su cuerpo apareció con numerosos golpes y 14 heridas de un arma blanca tipo bisturí, una de las cuales penetró en el centro del corazón.

También el condenado por el crimen, que sigue en la cárcel, dio a entender que si ella hubiera cedido a la agresión, como varias víctimas anteriores, no la hubiera matado.

Serenidad y perdón

La despedida de Marta fue multitudinaria y muy emotiva. El dolor se mezclaba con la alegría y la paz.

Algunos testigos que vieron el rostro de la fallecida, afirman impresionados que lo tenía profundamente sereno y dulce, como si no hubiera sufrido el terror de los golpes y presiones que aparecieron en su cuerpo.

“Si ella hubiera muerto, era imposible esa expresión en su cara”, comenta Saturnino López.

Muchas otras personas quedaron profundamente impresionadas por la serenidad de la familia de la joven y por las palabras de perdón de su madre.

“Esa es la fuerza del espíritu”, explica el postulador, y añade: “¿Quién no ha sentido humanamente la muerte de un ser querido y al mismo tiempo se ha sabido más cerca que antes de esa persona?”.

López considera que hay que “seguir pidiendo por el agresor porque es el que más lo necesita”.

Respecto al testimonio de la familia de la joven, destaca que “a Marta se la han quitado por un tiempo determinado, pero, por la fe, tienen la certeza de que ha pasado ya por el misterio pascual”.

“Si ella murió por ser fiel a Cristo y defender una virtud -afirma-, eso a sus padres les da fortaleza”.

Por Patricia Navas

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: Recordar y enseñar
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm arzobispo de Oviedo
OVIEDO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del domingo de Pentecostés (Juan20,19-23), 12 de junio, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm arzobispo de Oviedo.

* * *

Han pasado los días de resurrección. Tras diversas manifestaciones a los discípulos, Jesús ha cumplido ese periplo último de transmitir a los suyos el encargo recibido del Padre, al que ha vuelto para prepararnos una morada y seguir acompañándonos de otro modo. Pero Él prometió el envío del Espíritu Santo. Con la fiesta de Pentecostés que celebramos en este domingo hemos llegado al final de todo el ciclo pascual. Tras las ascensión de Jesús, los discípulos volvieron a Jerusalén como se les había indicado. Allí esperarían el cumplimiento de la promesa del Espíritu. “Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés”. Allí, en la sala donde tuvo lugar la última Cena, solían reunirse regularmente, eran concordes, y oraban como incipiente comunidad cristiana con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús.

La tradición cristiana siempre ha visto en esta escena el prototipo de la espera del Espíritu. Esperar porque quien lo ha prometido es fiel. Esperar orando, porque el Espíritu es imprevisible: se sabe que ha llegado, pero no por dónde llega ni a dónde nos lleva, y por eso es necesario saber aguardar y acoger. María, era una mujer que sabía de la fidelidad de Dios, de cómo Él hace posible lo que para nosotros es imposible; ella había aprendido a guardar en su corazón todo lo que Dios le manifestaba. Ella era, la que reunía en el Cenáculo a la primitiva iglesia.

Se da un cambio importante en el interior de toda aquella gente, que desde los sucesos del Gólgota no acababan de despegar de sus miedos e inseguridades. Tras la llegada del Espíritu esperado, a aquellos mismos hombres y mujeres se les comienza a ver y a escuchar: “se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería”. Era aquel momento como una ventana del mundo. A diferencia de la torre de Babel, con la que los hombres trataban de construir su propia maravilla para conquistar a ese Dios que no pudieron arrebatar comiendo la fruta prohibida del jardín del Edén, ahora en Jerusalén ocurría lo contrario: que las maravillas que se escuchaban eran las de Dios, y que lejos de ser víctimas de la confusión, aun hablando lenguas distintas, eran las justas y necesarias para entenderse y para hacerse entender.

Los discípulos de Jesús que formamos su Iglesia, en nuestro tiempo y en nuestro lugar, estamos llamados a continuar lo que Jesús comenzó. El Espíritu nos da su fuerza, su luz, su consejo, su sabiduría para que a través nuestro también puedan seguir escuchando hablar de las maravillas de Dios y asomarse a su proyecto de amor otros hombres, otras culturas, otras situaciones. El Espíritu recuerda y enseña en plenitud, lo que ya está dicho para siempre en Jesús. Así traduce desde nuestra vida, aquel viejo, nuevo y eterno anuncio de Buena Nueva. Esto fue y sigue siendo el milagro y el regalo de Pentecostés.

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Documentación


Audiencia a la comunidad de la Academia Pontificia Eclesiástica
Los futuros “embajadores” de la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de junio de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los superiores y alumnos de la Academia Pontificia Eclesiástica, en la sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano.

* * * * *

Venerado hermano en el episcopado,

queridos sacerdotes,

Estoy contento de reunirme, también este año, con la comunidad de los Alumnos de la Academia Pontificia Eclesiástica. Saludo al presidente, monseñor Beniamino Stella, y le agradezco sus amables palabras con las que ha interpretado vuestros sentimientos. Saludo con afecto a todos vosotros, que os preparáis para ejercer un particular ministerio en la Iglesia.

La diplomacia pontificia, como es llamada comúnmente, tiene una larguísima tradición y su actividad ha contribuido de manera relevante a plasmar, en la edad moderna, la fisonomía misma de las relaciones diplomáticas entre los estados. En la concepción tradicional, ya propia del mundo antiguo, el enviado, el embajador, es, esencialmente, el que ha sido nombrado para la encargo de llevar de manera autorizada la palabra del Soberano, y por esto, puede representarlo y negociar en su nombre. La solemnidad de la ceremonia, los honores rendidos tradicionalmente a la persona del enviado, que asumían también rasgos religiosos, son, en realidad, un tributo realizado a aquel que representa y al mensaje del que se hace intérprete. El respeto hacia el enviado constituye una de las formas más altas de reconocimiento, por parte de una autoridad soberana, del derecho a existir, en un plano de igual dignidad, de sujetos distintos a sí mismo.

Acoger, por tanto, un enviado como interlocutor, recibir la palabra, significa poner las bases de la posibilidad de una coexistencia pacífica. Se trata de un papel delicado, que exige, por parte del enviado, la capacidad de ampliar tal palabra de manera que sea al mismo tiempo fiel, lo más respetuosa posible por la sensibilidad y por la opinión de los demás, y eficaz. Aquí está la verdadera habilidad del diplomático y no, como ahora se cree erróneamente, en la astucia o estos comportamientos que representan sobre todo las degeneraciones de la práctica diplomática. Lealtad, coherencia, y profunda humanidad son las virtudes fundamentales de cualquier enviado, que está llamado a colocar no sólo su propio trabajo y sus propias cualidades, pero, de cualquier modo, la persona en su conjunto, al servicio de una palabra que no es suya.

Las rápidas transformaciones de nuestra época han reconfigurado profundamente la figura y el papel de los representantes diplomáticos; su misión es, sin embargo, la misma: la de ser el medio de una correcta comunicación entre los que ejercitan la función de gobierno y, por consiguiente, instrumento de construcción de la comunión posible entre los pueblos y de la consolidación entre ellos de relaciones pacíficas y solidarias.

¿Cómo se coloca, en todo esto, la persona y la acción del diplomático de la Santa Sede, que obviamente presenta aspectos totalmente particulares? Este, en primer lugar -como se ha destacado muchas veces- es un sacerdote, un obispo. Un hombre, por tanto, que ha elegido vivir al servicio de una Palabra que no es la suya. De hecho, es un servidor de la Palabra de Dios, y ha sido dotado, como todo sacerdote, de una misión que no puede ser realizada a tiempo parcial, sino que le exige ser, con toda su vida, un eco del mensaje que le ha sido confiado, el del Evangelio. Es propiamente sobre la base de esta identidad sacerdotal, muy clara y vivida de modo profundo, donde se inserta, con cierta naturalidad, el deber específico de hacerse portador de la palabra del Papa, del horizonte universal de su ministerio y de su caridad pastoral, con respecto a las Iglesias particulares y frente a las instituciones en las que se ejercita legítimamente la soberanía en el ámbito estatal o de las organizaciones internacionales.

En el ejercicio de esta misión, el diplomático de la Santa Sede está llamado a hacer uso de sus dones humanos y sobrenaturales. Es fácil comprender como, en el ejercicio de un ministerio tan delicado, la atención por la propia vida espiritual, la práctica de las virtudes humanas y la formación de una sólida cultura vayan de la mano y se apoyen mutuamente. Son dimensiones que permiten mantener un profundo equilibrio interior, en un trabajo que exige, entre otras cosas, la capacidad de apertura al otro, la ecuanimidad en el juicio, distancia crítica de las opiniones personales, sacrificio, paciencia, constancia y a veces, también, firmeza en el diálogo hacia todos. Por otro lado, el servicio a la persona del Sucesor de Pedro, que Cristo a constituido como principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de la fe y de la comunión (cfr. Conc. Vat. I, Pastor Aeternus, Denz. 1821 (3051); Conc. Vat. II, Lumen Gentium, 18), permite vivir en una constante y profunda referencia a la catolicidad de la Iglesia. Y allí donde hay apertura a la objetividad de la catolicidad, allí está también el principio de una auténtica personalización: la vida empleada en el servicio al Papa y en la comunión eclesial es, bajo este perfil, extremadamente enriquecedora.

Queridos alumnos de la Academia Pontificia Eclesiástica, en el compartir con vosotros estos pensamientos, os exhorto a comprometeros totalmente en el camino de vuestra formación; y, en este momento, me acuerdo, con particular reconocimiento, de los Nuncios, Delegados Apostólicos, Observadores Permanentes y a todos los que prestan servicio en las Representaciones Pontificias esparcidas por el mundo. De buen grado imparto sobre vosotros, sobre el presidente, sobre sus colaboradores y sobre la comunidad de las religiosas Franciscanas Misioneras de Jesús Niño, la Bendición Apostólica.

Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Guinea Ecuatorial
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa entregó hoy al nuevo embajador de Guinea Ecuatorial, Narciso Ntugu Abeso Oyana, al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país ante la Santa Sede.

* * * * *

Señor Embajador:

1. Me es grato recibir de manos de Vuestra Excelencia las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Guinea Ecuatorial ante la Santa Sede, expresándole al mismo tiempo mi más cordial bienvenida a este solemne acto.

Agradezco el gentil saludo que me transmite de parte del Señor Presidente de la República. A la vez que correspondo gustoso a esta deferencia, suplico al Omnipotente que la Misión diplomática que Vuestra Excelencia hoy comienza fortalezca ulteriormente la trayectoria de sana independencia y respeto recíproco entre la Iglesia y el Estado en su querida Nación, con la que la Santa Sede mantiene estrechas relaciones y a la que sigue con solícita atención, de la que es signo elocuente el reciente nombramiento del nuevo Obispo de Ebebiyín.

2. Señor Embajador, como ponen de manifiesto sus corteses palabras, que me han hecho sentir más cercana a su Patria, sus connacionales albergan sentimientos entrañables hacia el Sucesor de Pedro, colmados todos ellos de una devoción sentida y fiel, fruto de la pujanza y el esmero con que la semilla evangélica fue sembrada en sus nobles tierras, para arraigar hondamente en ellas y producir una espléndida cosecha tanto en el orden espiritual como material.

3. En el perfeccionamiento de la sociedad y en el despliegue de nuevas estructuras capaces de darle una trama más flexible no faltará a los hijos e hijas de Guinea Ecuatorial la presencia animadora de la Iglesia, infundiendo la luz de la fe en Cristo, que manifiesta al hombre su auténtica vocación y le ayuda a trabajar sin desfallecer por todo aquello que lo dignifica y engrandece. Esto hace abrigar la firme esperanza de que sus compatriotas, fortalecidos por esta misma fe, no vacilarán en sus propósitos de participar activa y sabiamente en la edificación de una serena y armónica convivencia. En ese clima, la persona humana podrá realizarse plenamente de acuerdo a su altísima dignidad y derechos fundamentales y germinarán copiosamente los valores esenciales de la tutela de la vida, el cuidado de la salud, el desarrollo de la educación y la solidaridad, así como la salvaguardia del medio ambiente y la ecuánime distribución de la riqueza. Todo ello es condición indispensable para avivar un verdadero progreso social, que alcance a todos, pero en especial a los más pobres y menesterosos, y al que todos puedan contribuir con su aportación adecuada, libre y responsable.

4. En este sentido, no dudo que las Autoridades de su querido País, a las que Vuestra Excelencia representa, sabrán dar cauce e interpretar las genuinas aspiraciones de vuestros compatriotas, reflejo del propio patrimonio histórico, moral y cultural, y en cuyo desarrollo y posterior consolidación en la conciencia de las personas y en la misma sociedad ha tenido también un papel de eminente significado el constante, desinteresado e intenso quehacer de la Iglesia.

A este respecto, no se puede dejar de notar con viva complacencia los esfuerzos llevados a cabo para recuperar y reestructurar muchos lugares de culto, así como las iniciativas emprendidas para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, especialmente de aquellos que tienen grandes dificultades para vivir de manera digna. Animo, pues, a todos a seguir recorriendo con entusiasmo este camino, remediando las carencias sociales, económicas y culturales existentes. Por su parte, la comunidad cristiana, en el ámbito de su propia misión, continuará con un empeño renovado y generoso poniendo a disposición del pueblo ecuatoguineano su larga y fecunda experiencia en el campo de la promoción del matrimonio y la familia, la sanidad, la formación de las nuevas generaciones y el ejercicio de la caridad y la beneficencia. No podría ser de otro modo, pues la Iglesia no ignora que todo lo que favorece la concordia y la fraternidad, la erradicación de la pobreza, el incremento de la justicia y el diálogo, así como el afianzamiento del mutuo entendimiento, abre horizontes luminosos de futuro y enaltece al ser humano, de quien jamás debe olvidarse que es imagen de Dios.

5. Señor Embajador, al pedir al Todopoderoso que la alta responsabilidad que le ha sido encomendada se vea rodeada de abundantes éxitos, le aseguro que la Curia Romana y sus diferentes oficinas siempre estarán dispuestas a ayudarle en el desempeño de la misma. Sobre Vuestra Excelencia, sus familiares y colaboradores, así como sobre todos los ecuatoguineanos, invoco fervientemente pródigas bendiciones del cielo.

[Original en español - ©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa a la nueva embajadora de Ghana
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa dirigió hoy a la nueva embajadora de Ghana, Geneviève Delali Tsegah, al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país ante la Santa Sede.

* * * * *

Su Excelencia,

Al darle la bienvenida al Vaticano y aceptando las Cartas Credenciales con la que se le nombra Embajadora Extraordinaria y Plenipotenciaria de la República de Ghana en la Santa Sede, deseo, antes que nada, expresarle mi gratitud por transmitir los corteses saludos de su presidente, Su Excelencia John Evans Atta Mills, y quisiera pedirle, amablemente, la reciprocidad y que transmita a su vez, mis buenos deseos así como mi apreciación de las cordiales relaciones que existen entre la Santa Sede y su país.

Es ampliamente reconocido que recientemente Ghana ha sido capaz de superar ciertos obstáculos para promover un progreso económico, social y político. Ciertamente, la celebración de elecciones democráticas normales y pacíficas, hace honor a la gente y a los líderes políticos de su país. El establecimiento de una armonía étnica, además, no sin la contribución de las comunidades cristianas locales incluyendo la Iglesia Católica, ha sido un importante factor en la creación de condiciones de paz, estabilidad y de un gran progreso social para todos sus ciudadanos. Espero que el proceso sea coronado por el resultado positivo de la consulta constitucional en curso, de manera que el marco legislativo y administrativo consolide una cultura de una responsable y activa participación en el desarrollo del país para la libertad, justicia y solidaridad.

Quiero destacar el clima de libertad religiosa que se disfruta en Ghana. Una sociedad democrática que promueve la libertad religiosa y la libertad de culto, y que aprecia la presencia de las instituciones religiosas, que se esfuerzan en elevarse por encima de los intereses políticos, motivados por la fe y los valores morales, comprende que hay mucho que ganar a través de estas libertades para el crecimiento positivo de todas las instituciones del país. Sin duda, los países que lo realizan, obtienen muchos beneficios de estas instituciones, inspirándose en la sabiduría que se encuentra en las tradiciones religiosas, especialmente cuando los ciudadanos se enfrentan a cuestiones en las que la ciencia o la tecnología no dan ninguna respuesta. De hecho, aquí los intereses laicos y religiosos encuentran un terreno común en el que ser capaces de crecer juntos, gracias a la combinación de las exigencias del progreso macro-económico y el conocimiento científico con la sabiduría perenne de la religión y la comprensión del hombre y de la sociedad. Todos se beneficiarán de esta cooperación en un mundo en el que han aumentado las incertidumbres sobre las elecciones morales y que con frecuencia conduce hacia unos intereses estrechos y egoístas.

Su Excelencia, su tierra ha sido bendecida con los recursos naturales que están trayendo la prosperidad a su gente. Esperemos que, a través de la solidaridad social, los ingresos que proceden de la correcta explotación contribuyan al desarrollo económico sostenible para su gente. Que esto se logre, sin embargo, mientras se da la debida atención a aquellos que son mucho más pobres, o incapaces de mantener a sus familias por causas ajenas a ellos mismos. En este sentido, que su país dé un ejemplo en el establecimiento de instrumentos efectivos de solidaridad (cf. Centesimus Annus, 16), para el verdadero enriquecimiento de todos los miembros de la sociedad.

Usted también mencionó el trabajo de la Iglesia Católica en Ghana en los ámbitos de educación, cuidados sanitarios y otros servicios sociales. Motivados por el amor de Cristo, y actuando sobre la base de la dignidad humana compartida por todos los miembros de la familia humana, la Iglesia desea contribuir de muchas maneras al bien de la sociedad, especialmente en las áreas que ha mencionado. Ella es una asociada de buena voluntad con las autoridades civiles donde es capaz de cumplir con su misión sin trabas, a la luz de los valores del Evangelio.

Finalmente, Su Excelencia, deseo que tenga éxito es su misión como Embajadora de la República de Ghana en la Santa Sede, y le aseguro la voluntad de cooperación de los departamentos de la Curia Romana. ¡Qué Dios Todopoderoso otorgue a la gente de Ghana las bendiciones abundantes y duraderas de armonía, prosperidad y paz!

[Traducción del original inglés por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Nueva Zelanda
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa dirigió hoy al nuevo embajador de Nueva Zelanda, George Robert Furness, al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país ante la Santa Sede.

* * * * *

Su excelencia,

estoy encantado de darle la bienvenida al Vaticano hoy, y de aceptar las cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Nueva Zelanda ante la Santa Sede. Le agradezco el amable saludo que me transmite de parte del gobernador general Sir Anand Satyanand, y le pido que amablemente le asegure mis mejores deseos y oraciones por el bienestar de la nación.

Aprovecho esta oportunidad para expresar una vez más mi solidaridad con aquellos que están sufriendo todavía las consecuencias del devastador terremoto que golpeó Christchurch el pasado 22 de febrero. Consciente del considerable trabajo de reconstrucción en el que usted y sus conciudadanos se han embarcado, estoy seguro de que la impresionante fuente de generosidad y los innumerables actos de caridad y de bondad que se han visto en el foco del desastre contribuirán, en gran parte, a afrontar los desafíos morales y materiales de esta actual e inmensa tarea.

En su discurso, usted hizo una amable referencia a las cordiales relaciones existentes entre la Santa Sede y Nueva Zelanda. Por su presencia en la comunidad internacional, la Santa Sede busca la promoción de los valores universales que están basadas en el mensaje del Evangelio de la dignidad que Dios le da a cada hombre y mujer, la unidad de la familia humana y la necesidad de justicia y solidaridad para gobernar las relaciones entre los individuos, comunidades y naciones. Estos valores están profundamente inscritos en la cultura que dio vida a las instituciones políticas y legales de Nueva Zelanda.

Una piedra angular de esta herencia permanece, con respecto a los derechos de libertad religiosa y libertad de culto, para beneficio de todos. Estos derechos consagrados en las tradiciones legales de los que son herederos, son propios de cada persona porque son inherentes a la humanidad que es común a todos nosotros. A través de la promoción de estas libertades, la sociedad está mejor preparada para responder a los profundos desafíos políticos y sociales de una manera que concuerde con las aspiraciones más profundas de la humanidad.

Debido a su posición geográfica, su país es capaz de asistir en el desarrollo de países más pequeños, más lejanos y con menos recursos. Algunos países vecinos, incluyendo los pequeños estados insulares se fijan en Nueva Zelanda como ejemplo de estabilidad política, gobierno de la ley y un estándar alto económico y social. También se fijan en vosotros como fuente de asistencia, ánimo y apoyo para poder desarrollar sus propias instituciones. Esto le da a su país una responsabilidad moral concreta.

Fiel a la mejor de sus tradiciones, Nueva Zelanda está llamada a usar su posición de influencia para la paz y la estabilidad de la región, fomentar las instituciones democráticas estables y maduras, y la promoción de auténticos derechos humanos y desarrollo económico sostenible. El deseo de desarrollo plantea una serie de retos importantes con respecto al medio ambiente, algunos con serias consecuencias para el bienestar de la gente y sus medios de vida, y especialmente para los pobres. Me gustaría alentar el trabajo que se está haciendo para promover modelos de desarrollo tanto en el interior como en el exterior del país que reflejen una verdadera ecología humana, una economía sostenible y que cumpla con nuestro deber de mayordomos de la creación (cf. Caritas in Veritate, 48; 51).

La Iglesia Católica en su país, sea en poblaciones antiguas o nuevas de las islas, se esfuerza en el desempeño de su papel para tejer juntos una sociedad verdaderamente multicultural con un sentido de respeto mutuo, con un propósito y una solidaridad compartidas, para la paz y la prosperidad de todos. Ella desea servir al bien común proveyendo de la sabiduría moral y espiritual de la fe en las cuestiones éticas importantes actuales. De una manera particular, la Iglesia desea siempre fomentar un gran respeto por la persona humana en su conjunto, defendiendo el inalienable derecho a la vida desde su concepción hasta su muerte natural, promoviendo un entorno familiar estable y proveyendo educación.

En cuanto a este último punto, la Iglesia siempre ha puesto un gran énfasis en la educación de los jóvenes, reconociéndola como un componente esencial en la preparación y el desarrollo de los individuos para el bien, de manera que ellos puedan tener su sitio en la sociedad. Además de la búsqueda de la excelencia de los estudios académicos, atletismo y las artes, las escuelas católicas están preocupadas sobre todo en la formación moral y espiritual de sus alumnos. El atractivo perdurable de las instituciones educativas llenas de auténticos valores cristianos, demuestra el eterno deseo de los padres que quieren que sus hijos se preparen para la vida de la mejor manera posible, en un entorno saludable que saque lo mejor de la gente joven en la preparación de los desafíos de la vida. Confío en que el gobierno continúe apoyando a los padres en su papel de primeros educadores de sus hijos, asegurando que el sistema educativo basado en la fe permanezca accesible a aquellos que deseen hacer uso de ella para el bien de sus hijos y de la sociedad en general.

Finalmente, señor Embajador, permítame aprovechar esta oportunidad para reiterar mis buenos deseos en el comienzo de su misión y asegurarle que la Curia Romana estará dispuesta a ayudarle. Sobre usted y su familia y sobre toda las personas de Nueva Zelanda, cordialmente invoco las abundantes bendiciones de Dios.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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