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ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 30 de junio de 2011

Santa Sede

Benedicto XVI da gracias por su 60º aniversario de sacerdocio

Premio Ratzinger: Teología, desafío que interroga sobre el rostro de Dios

Al día siguiente de entregarles el palio, el Papa recibe a los arzobispos

El Papa: el yugo de Cristo es suave pero exigente

Roma acogerá un congreso mundial sobre los cambios en el mundo marítimo

Santuario mariano de Werl: El cardenal Marx, enviado del Papa

De la Otra Memoria

Bondad en la guerra civil: El anarquista que salvó a miles de presos

Mundo

España: 57 nuevos cristianos africanos

Pakistán: Próxima abolición del Ministerio para las minorías religiosas

Dolor del Papa por la muerte del cardenal de la reconciliación en Alemania

Obispos de Nueva York: el matrimonio no puede cambiar

Entrevistas

El padre Brown elegido papa

Documentación

Benedicto XVI: ¿Qué es la teología?

Benedicto XVI celebra los 150 años de “L'Osservatore Romano”

Audiencia del Papa a los arzobispos tras la entrega del palio

Mensaje de la Santa Sede para el Domingo del Mar


Santa Sede


Benedicto XVI da gracias por su 60º aniversario de sacerdocio
Durante el rezo del Ángelus en la fiesta de los santos Pedro y Pablo
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).– Benedicto XVI quiso dar las gracias por su sexagésimo aniversario de sacerdocio y agradeció a todos los fieles que han rezado por él en esta ocasión.

Lo hizo durante el rezo del Ángelus, este miércoles en la plaza de San Pedro después de la misa de la fiesta de los santos Pedro y Pablo, durante la cual entregó el palio a 41 arzobispos metropolitanos nombrados durante el año.

“¡Gracias por vuestra presencia, por vuestras oraciones!”, exclamó el Pontífice. “Os estoy agradecido, estoy agradecido sobre todo la Señor por su llamada y por el ministerio que me ha confiado”, dijo.

« Y agradezco a todos los que, en esta circunstancia, me han manifestado su proximidad y sostienen mi misión con la oración, que de cada comunidad eclesial se eleva incesantemente a Dios, traduciéndose en adoración a Cristo Eucaristía para acrecentar la fuerza y la libertad de anunciar el Evangelio”, añadió.

Antes de la oración mariana, el Papa destacó que “la fe profesada por Pedro constituye el fundamento de la Iglesia”.

Recordó que el Evangelio de Mateo destaca la confesión de Pedro “Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente” y destacó que “san Pedro, en particular, representa la unidad del colegio apostólico”.

Airmó que “el primado de Pedro es una predilección divina, como lo es también la vocación sacerdotal” y citó las palabras de Jesús “porque eso no lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.

Recordando el sexagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal, añadió: “Así ocurre a quien decide responder a la llamada de Dios con la totalidad de la propia vida”.

También se refirió a los santos Pedro y Pablo con símbolos recogidos en los himnos de la tradición oriental: “Los dos grandes apóstoles son las “alas” del conocimiento de Dios, que han recorrido la tierra hasta sus confines y han subido al cielo; ellos son las “manos” del Evangelio de la gracia, los “pies” de la verdad del anuncio, los “ríos” de la sabiduría, los “brazos” de la cruz”.

Y destacó que “el testimonio de amor y de fidelidad de los santos Pedro y Pablo ilumina los pastores de la Iglesia, para conducir los hombres a la verdad, formándolos a la fe en Cristo”.

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Premio Ratzinger: Teología, desafío que interroga sobre el rostro de Dios
Benedicto XVI entrega el galardón a tres teólogos  
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 e junio de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI entregó este jueves por primera vez el Premio Ratzinger de teología, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

El Papa destacó durante el acto “la grandeza del desafío intrínseco a la naturaleza de la teología”, un desafío que “el hombre necesita, porque nos empuja a abrir nuestra razón interrogándonos sobre la misma verdad, sobre el rostro de Dios”.

E invitó a, sin refugiarse en la historia, la sociología o la psicología, llegar al punto central: “¿Es verdad lo que creemos o no? En la teología está en juego la cuestión de la verdad; esa es su fundamento último y esencial”.

El premio, instituido por la Fundación vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, en su primera edición recayó sobre el españolOlegario González de Cardedal, sacerdote y profesor de Teología sistemática; el italiano Manlio Simonetti, experto de Literatura cristiana antigua y Patrología; y el religioso cisterciense alemán Maximilian Heim, abad del monasterio de Heiligenkreuz en Austria y docente de Teología fundamental y dogmática.

Para el cardenal Ruini, presidente del comité científico de esta fundación y miembro del jurado del premio, este reconocimiento es “una contribución a la promoción de la conciencia y del estudio de la teología en una época en la cual –como vuestra santidad subrayó repetidamente- la prioridad que está sobre todas las demás es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios”.

En el acto de este jueves, el presidente de la fundación, el teólogo monseñor Giuseppe A. Scotti, dirigió unas palabras de saludo al Papa.

Destacó que “Dios no es un peligro para la sociedad” y que “no debe estar ausente de los grandes interrogantes de nuestro tiempo”.

El teólogo citó un pensamiento del Pontífice: “Asistimos… a dos tendencias opuestas, dos extremos ambos negativos: por una parte, el laicismo, que, de manera escondida, margina la religión para confinarla en la esfera privada, y por otra parte, el fundamentalismo que, en cambio, querría imponerla por la fuerza”.

En nombre de los premiados, habló el más joven de ellos, el abad Maximilian Hein.

Recordó que hoy existe una gran oportunidad: “Como teólogos podemos buscar sin temor la verdad, desde el momento en que el teólogo no forma la verdad, sino más bien es la verdad la que forma al teólogo”.

“No podríamos por lo tanto buscar la verdad si no la hubiéramos ya encontrado” ,añadió, por lo que resulta necesario “el apoyo de los grandes teólogos de la historia de la Iglesia, especialmente de los Padres y Doctores de la Iglesia”.

En su discurso, Benedicto XVI expresó gratitud por la entrega que “la fundación que lleva mi nombre” da “a la obra conducida en el lapso de una vida por dos grandes teólogos y a la de uno de una generación más joven”.

El Obispo de Roma recordó su amistad con el profesor González de Cardedal, “un camino común de muchas décadas” que “ambos iniciamos con San Buenaventura y de él nos dejamos indicar la dirección”.

“En una larga vida como estudioso, el profesor González ha tratado todos los grandes temas de la teología”, afirmó el Papa, no hablando en abstracto sino “siempre enfrentándose al drama de nuestro tiempo, viviendo y también sufriendo de manera totalmente personal las grandes cuestiones de la fe y con esto las problemáticas del hombre de hoy”.

Sobre el segundo premiado, Benedicto XVI afirmó que “el profesor Simonetti nos ha abierto de una manera nueva el mundo de los Padres”.

“Justamente mostrándonos desde el punto de vista histórico, con precisión y atención todo lo que dicen los Padres, estos se vuelven personas contemporáneas a nosotros, que hablan con nosotros”, dijo.

 A continuación citó al tercer premiado, el padre Maximilian Heim, recientemente “elegido abad del monasterio de Heiligenkreuz de Viena, e invitó a “desarrollar ulteriormente la teología monástica, que siempre ha acompañado a la universitaria, formando con esta el conjunto de la teología occidental”.

¿Qué es verdaderamente la teología?, se interrogó Benedicto XVI, y aún más: ¿la ciencia de la fe es realmente posible o es una contradicción?, ¿ciencia no es lo contrario de fe?

Según el Papa, esta problemática “con el moderno concepto de ciencia se ha vuelto aún más impelente y a primera vista aparentemente sin solución”.

“Se entiende así --señaló-- por qué en la edad moderna la teología en vastos ámbitos se ha retirado principalmente al ámbito de la  historia, para demostrar su seriedad científica”, o cómo “pasó a concentrarse en la praxis para mostrar que la teología en conexión con la psicología y la sociología es una ciencia útil que da indicaciones para la vida”.

Estas vías, sin embargo, no son suficiente y muchas veces se vuelven “refugios si no se da una respuesta a la verdadera pregunta”, advirtió el Pontífice.

Esa pregunta interroga: “¿Es verdad lo que creemos o no?”, añadió. En la teología está en juego la cuestión de la verdad; esa es su fundamento último y esencial”.

La gran diferencia con las religiones paganas, recordó el Papa citando a Tertuliano, es que “eran consuetudinarias”: se ha hecho lo que siempre se hizo”, es decir, “se observan las formas culturales tradicionales y se espera estar así en la justa relación con el ámbito de lo misterioso y lo divino”.

En cambio “el aspecto revolucionario del cristianismo en la antiguedad fue justamente la rotura con la “costumbre” por amor de la verdad”, subrayó Benedicto XVI.

Por ello “la fe cristiana, por su misma naturaleza tiene que suscitar la teología, debía interrogarse sobre cuanto sea razonable la fe, también cuando  naturalmente el concepto de razón y el de ciencia abrazan muchas dimensiones, y así la naturaleza concreta del nexo entre fe y razón debía nuevamente ser profundizado”.

Citando a san Buenaventura, el Papa recordó la existencia de la viloentia ragionis,  el despotismo de la razón que se hace juez supremo de todo.

Este tipo de uso de la razón es ciertamente imposible en el ámbito de la fe, es como querer someter a Dios “a un interrogatorio” a “un procedimiento de prueba experimental”, señaló.

Esta modalidad de uso de la razón, típica en el ámbito de la ciencia, aparece hoy “como la única forma de racionalidad declarada y científica”, lamentó.

“Y lo que científicamente no puede ser verificado o falsificado se queda afuera del ámbito científico”, añadió, reconociendo que con esta impostación fueron realizadas obras grandiosas “en el ámbito del conocimiento de la naturaleza y de sus leyes”.

El Papa teólogo precisó que “existe un limite a tal uso de la razón: Dios no es un objeto de experimentación humana; El es el Sujeto, y se manifiesta solamente en la relación de persona a persona”.

En esta perspectiva, explicó, Buenaventura “indica un segundo uso de la razón, que vale en el ámbito de lo “personal”, en las grandes cuestiones del ser humano: El amor quiere conocer mejor a quien ama” porque “el verdadero amor no vuelve ciegos sino videntes”.

La recta fe, por lo tanto, “orienta la razón y a abrirse a lo divino, para que ésa, guiada por el amor a la verdad pueda conocer a Dios más de cerca”, destacó.

Benedicto XVI no quiso entrar en la posibilidad y la tarea de la teología, sino más bien arrojar luz sobre la grandeza del desafío de la naturaleza de la teología.

Y ello, confesó, porque “ el hombre necesita este desafío, porque nos empuja a abrir nuestra razón interrogándonos sobre la misma verdad, sobre el rostro de Dios”.

Benedicto XVI concluyó recordando que se trata “no de una razón alienada sino que responde a una altísima vocación”.

Por Sergio Mora

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Al día siguiente de entregarles el palio, el Papa recibe a los arzobispos
En un nencuentro “sencillo y familiar” con ellos y con sus familiares y fieles de sus archidiócesis  
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).– A la mañana siguiente de la entrega del palio a los arzobispos metropolitanos nombrados durante el último año, Benedicto XVI les recibió este jueves en audiencia, acompañados de sus familiares y de fieles de sus archidiócesis.

Durante este encuentro “sencillo y familiar” en la Sala Pablo VI del Vaticano, el Papa saludó a cada uno de la cuarentena de arzobispos presentes.

El palio es una especie de estola circular, tejida en lana virgen, esquilada de unos corderillos que el Papa bendice el día de Santa Inés de cada año (21 enero). El palio simboliza, por un lado, la unión de los arzobispos con el obispo de Roma, por otro lado, representa al cordero que el buen pastor ponía sobre sus hombros, y que tanto los salmos (22, 1-6) como el evangelio de Juan (10, 1-18), han descrito como actitud del Buen Pastor por excelencia que es Dios.

Dirigiéndose a los peregrinos de lengua española, el Pontífice saludó a los arzobispos de Bogotá, monseñor Rubén Salazar Gómez; de Quito, monseñor Fausto Gabriel Trávez Trávez; de Guatemala, monseñor Óscar Julio Vian Morales; de Manizales, monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo; de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari; de Barranquilla, monseñor Jairo Jaramillo Monsalve; de Santiago de Chile, monseñor Ricardo Ezzati Andrello; de Concepción, monseñor Fernando Natalio Chomali Garib, y de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía.

Benedicto XVI destacó que el palio recuerda la especial responsabilidad de los arzobispos metropolitanos respecto a las Iglesias sufragáneas y su particular vínculo de unidad con la Sede de Pedro.

Y para los que acompañan a los arzobispos, añadió, comporta “una mayor cercanía en la oración y la colaboración en el ministerio a ellos confiado”.

Igualmente, el Papa saludó a los fieles en italiano, francés, inglés, portugués, letón y esloveno.

“Demos gracias al Señor que en su infinita bondad no deja de mandarnos Pastores a su Iglesia”, concluyó.

“A vosotros, queridos arzobispos metropolitanos, os aseguro mi cercanía espiritual y mi orante apoyo a vuestro servicio pastoral, cuyo requisito es el amor a Cristo, al que nada debe anteponerse”. 

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El Papa: el yugo de Cristo es suave pero exigente
41 arzobispos reciben el símbolo de unión con Pedro
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recordó a 41 nuevos arzobispos que el yugo de Cristo es de amistad, pero también es exigente y “nos forma”, este miércoles al celebrar la misa en la festividad de los Santos Pedro y Pablo en la Basílica de San Pedro.

Cada año, en esta fiesta, los nuevos arzobispos de la Iglesia (o los que ya eran arzobispos pero que han sido designados a nuevas archidiócesis) reciben el palio (una faja circular que cargarán sobre los hombros), signo de comunión con el Papa. Pero hoy la celebración era todavía más importante ya que el Santo Padre está celebrando el 60º aniversario de su ordenación.

Después de una cálida reflexión sobre su sacerdocio y las lecciones de seis décadas, se centró en las palabras de Cristo “ya no os llamo siervos, sino amigos” y volvió a dirigirse a aquellos que recibían el palio.

Brasil y Estados Unidos son las naciones que tienen mayor número de arzobispos -siete y cuatro respectivamente, aunque dos de los de Estados Unidos son Mexicanos nativos.

El palio, dijo el Papa, “nos recuerda, en primer lugar, el yugo suave que Cristo ha puesto sobre nosotros. El yugo de Cristo es idéntico a su amistad. Es un yugo de amistad y es “un yugo suave”, pero también es exigente, y nos forma. Es el yugo de su voluntad que es una voluntad de verdad y amor”.

El Santo Padre destacó que el palio está hecho de lana: “esto nos recuerda que el mismo Pastor se convirtió en un cordero, por amor a nosotros”.

“Nos recuerda que Cristo atravesó las montañas y los desiertos, en los que su cordero, la humanidad, se había perdido -dijo-. Nos recuerda que tomó al cordero -humanidad, a mí- sobre sus hombros para llevarlo a casa”.

Y añadió: “Nos recuerda que también nosotros, como pastores a su servicio, tenemos que llevar a otros, trayéndolos en nuestros hombros y llevándolos a Cristo”.

La homilía de Benedicto XVI en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo puede leerse en ZENIT, 29 de junio de 2011.

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Roma acogerá un congreso mundial sobre los cambios en el mundo marítimo
Anunciado en el Mensaje de la Santa Sede para el Domingo del Mar 2011
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Roma acogerá, del 19 al 23 de noviembre de 2012, el XXIII Congreso Mundial del Apostolado del Mar, “para reflexionar y compartir los retos que derivan de los continuos cambios en el mundo martítimo”.

El arzobispo Antonio María Vegliò anuncia la convocatoria, coincidiendo con el noventa aniversario de la creación de este Apostolado, en el Mensaje para el Domingo del Mar del año 2011, que se celebrará el próximo 10 de julio.

El Mensaje ha sido difundido por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes y firmado por el arzobispo Antonio María Vegliò y por el obispo Joseph Kalathiparambil, presidente y secretario del dicasterio vaticano respectivamente.

El documento pide que se respeten los derechos humanos y laborales de la gente del mar y se dirige a los capellanes, voluntarios, amigos y colaboradores de la Obra del Apostolado del Mar.

El Mensaje se refiere a la celebración del Domingo del Mar como a “una ocasión especial para aumentar la conciencia, en las comunidades cristianas y en la sociedad en general de lo indispensable que es el servicio realizado por los marinos, y para hacer conocer el ministerio que, desde 1920, los capellanes y los voluntarios del Apostolado del Mar desarrollan en muchos puertos del mundo”.

Los obispos citan también las palabras que el beato Juan Pablo II dirigió a los marinos y pescadores en Fano, el 12 de agosto de 1984.

En aquella ocasión, les dijo: “Mi presencia, hoy, en medio de vosotros, quiere destacar que la Iglesia es cercana a vosotros, honra vuestro trabajo, a menudo peligroso y duro, conoce vuestras ansias y preocupaciones, apoya vuestros derechos, consuela vuestras soledades y vuestras nostalgias”.

Las palabras del pontífice, destaca el Mensaje, “representan un fuerte mensaje de esperanza para casi los 1'5 millones de marinos de más de cien nacionalidades (dos tercios de los cuales son de países subdesarrollados), que cotidianamente responden a las exigencias de la economía global, transportando el 90% del comercio mundial”.

“A pesar de los grandes beneficios que nuestra vida obtiene de su duro trabajo y de sus sacrificios”, reconoce el texto, “los marinos son una categoría de la que se conoce muy poco, excepto cuando los medios de comunicación se ocupan de ellos después de alguna tragedia o, como recientemente, con el aumento de ataques de piratas”.

“En realidad, los problemas que afectan su vida son mucho más numerosos”, constata el texto.

Entre estos, el Mensaje cita, como en los años anteriores, “la criminalización de la tripulación a causa de los accidentes marítimos (naufragios, contaminación, etc...), el abandono en puertos extranjeros sin alimentos ni dinero, las nuevas restricciones para desembarcar a tierra, la falta de seguridad y protección y los largos embarcos”.

Todo ello añade “más estrés y ansiedad no sólo a la vida de estos trabajadores, sino también a sus familias”.

El Apostolado del Mar, prosigue el texto, “conoce numerosas situaciones inhumanas que todavía persisten en el mundo marítimo y está al lado de la gente del mar para afirmar que sus derechos humanos y de trabajadores deben ser respetados”.

Del mismo modo, se destaca “la importancia de que el sector marítimo (armadores, P&I Clubs, etc..) trabaje en contacto estrecho con Gobiernos y con organizaciones internacionales y de bienestar, para poner en práctica medidas preventivas con el fin de garantizar la seguridad de estas personas”.

“Para asegurar más protección a todos los que trabajan en el mar”, los firmantes se dirigen en particular, “a todos los Gobiernos para que adopten, cuanto antes, la Convención de la Oficina Internacional del Trabajo (ILO) sobre el Trabajo Marítimo (MLC) de 2006 y favorezcan su entrada en vigor”.

En caso contrario, la Convención “tendría únicamente un valor teórico, a pesar de ser uno de los resultados más significativos de toda la historia de los derechos de los marinos”.

“En su lucha por la justicia en el mundo marítimo”, continúa el Mensaje del Consejo Pontificio, “el Apostolado del Mar está dirigido por los principios evangélicos y por la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia”.

“Las palabras con las que, el 17 de abril de 1922, el papa Pío Xi aprobaba y bendecía las primeras Constituciones y el Reglamento del Apostolado del Mar, nos animan a proseguir la misión 'de expansión del ministerio marítimo' para que la Obra 'recoja la cosecha más abundante de frutos de salvación'”.

En la página web de ZENIT puede leer el Mensaje de la Santa Sede para el Domingo del Mar.

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Santuario mariano de Werl: El cardenal Marx, enviado del Papa
Celebraciones del 350º aniversario
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).– El cardenal alemán Reinhard Marx, arzobispo de Munich, ha sido elegido por Benedicto XVI como su enviado especial a las celebraciones del 350º aniversario del santuario de Werl.

El aniversario de este santuario mariano situado en la diócesis alemana de Paderborn, en Westfalia, se celebrará el próximo 2 de julio.

La tradición cuenta que un tal Barthold lanzó al Ruhr una estatua de la Virgen, pero, arrepentido, se puso a rezar, y la estatua remontó la corriente del río.

Se han organizado numerosas peregrinaciones a Werl: 600 jóvenes llegaron este lunes en bicicleta o a pie.

En las celebraciones, el cardenal Marx estará acompañado por el deán del cabildo metropolitano de Paderborn, monseñor Wilhelm Hentze, y por el canónigo de esa misma catedral Theodor Ahrens.

Por Anita S. Bourdin

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De la Otra Memoria


Bondad en la guerra civil: El anarquista que salvó a miles de presos
Más allá de Torrejón y Paracuellos
MADRID, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores la segunda entrega de la serie La otra memoria con la que ZENIT está sacando a la luz actos de bondad en la guerra civil española que ayuden verdaderamente a la reconciliación y la paz.

En esta ocasión, el historiador José Andrés Gallego invita a fijarse en las miles de personas que se salvaron de morir en Paracuellos del Jarama y en Torrejón de Ardoz gracias a la valentía del anarquista Melchor Rodríguez García, que se plantó ante los ejecutores y comenzó una lucha personal para conseguir que cesaran las muertes.

* * *

Hace quince días, abrimos esta sección de ZENIT con el propósito de mostrar que también se hizo el bien en la guerra civil española de 1936-1939, ya que todo el mundo se empeña en recordarnos los horrores y sólo los horrores. Pusimos un ejemplo  (el de dos personas encarceladas por sus ideas políticas y salvadas por soldados del propio bando de quienes las habían encarcelado) y abrí, como les dije, el blog que ven abajo, en la firma, por si se animan a contar sus propios recuerdos (los buenos) y podemos incorporarlos a esta sección. Varios lo han hecho ya; aunque algo pasa que la gente es más propicia a escribir por correo electrónico. Bienvenidos sean y agradecidos son esos mensajes.

Sin embargo, voy a empezar por hacer de abogado del diablo y recordarme que salvar a dos personas no es lo mismo que matar a cinco mil. Pues bien, agarremos ese toro por las astas. Uno de los debates más siniestros a que ha dado lugar esa guerra civil fue lo ocurrido en Paracuellos del Jarama, un pueblo próximo a Madrid, al que llevaron varios millares de presos políticos y los mataron. Es quizá la mayor matanza “represiva” que se dio en esos años. Corría noviembre de 1937 y los soldados “nacionales” estaban ya a las puertas de Madrid. Se temió que, si entraban, los doce mil presos políticos que se calcula había en las cárceles madrileñas, desencadenaran una venganza de proporciones gigantescas. Así que las autoridades optaron por trasladarlos a otras cárceles de poblaciones cercanas a Madrid, sobre todo Alcalá de Henares (a veinticinco kilómetros) y Guadalajara (a cincuenta). Empezaron a hacerlo; pero la mayoría de los convoyes que salieron de Madrid no llegaron a su destino. Fueron desviados en Torrejón de Ardoz o hacia Paracuellos y, allí, digan ustedes “ejecutados” o “asesinados” según les plazca.

Desde hace muchos años, se discute si el número de muertos no pasó de 2.000 o si llegó a 5.000 y si el responsable de la matanza fue o no fue un famoso político que -gracias a Dios- vive. Digo gracias a Dios, porque saben ustedes que, mientras hay vida, hay esperanza y, por lo tanto, tiempo para el perdón (que, además, por fortuna, administra el Señor de la Historia, y no ustedes ni yo).

Pues bien, basta echar cuentas para advertir que, en el peor de los casos, si murieron 5.000 y había 12.000, se salvaron 7.000 (claro es que en números redondos). ¿Es que el instigador y los ejecutores de las muertes se sintieron saciados y pararon o es que no pudieron seguir? No pudieron seguir. Un líder anarquista --Melchor Rodríguez García-- se plantó ante los ejecutores y comenzó una lucha personal para conseguir que aquello cesara. Y lo consiguió.

En la guerra civil, hubo muchos más crímenes. Pero, en concreto, los de Paracuellos y Torrejón no duplicaron o triplicaron su enorme envergadura porque uno de los enemigos de esos presos se jugó la vida por ellos. Está probado y habrá ocasión --espero-- de volver sobre esa persona. Si alguien desea saber más sobre él y no quiere esperar, sepa que, a mi modo de ver, hará bien --para empezar a desintoxicarse-- y que lo mejor es que lea el libro de Alfonso Domingo Álvaro El ángel rojo: La historia de Melchor Rodríguez García, el anarquista que detuvo la represión en el Madrid republicano (Córdoba, Almuzara Ediciones, 2009).

Mientras tanto, me permito proponer a mis colegas historiadores que continuemos discutiendo, pero no sobre si fueron 2.000 ó 5.000 las víctimas, sino sobre si fueron 7.000 ó 10.000 los que se salvaron. Es probable que, así, salgan mejor las cuentas y se sepa toda la historia (o, al menos, mucho más y no menos importante). Cifras cantan.

Por José ANDRÉS-GALLEGO

Blog: joseandresgallego.wordpress.com/

http://www.joseandresgallego.com/

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Mundo


España: 57 nuevos cristianos africanos
En Almería en torno a Pentecostés
ROQUETAS DE MAR, jueves 30 junio 2011 (ZENIT.org).- Almería, al sur de España, es una tierra de promesas. Promesas de sus cultivos tempranos que han hecho florecer económicamente una tierra yerma. Promesas de nuevos cristianos.

Tres misioneros de África, los popularmente conocidos “padres blancos”, desarrollan su misión entre los africanos que trabajan estas tierras. Aumentan los africanos que quieren recibir el bautismo y la confirmación cristianos. Este año, en torno a Pentecostés, han sido 57 nuevos católicos.

Son jóvenes --hoy familias-- que vinieron de África a trabajar bajo plásticos a temperaturas y grados de humedad que los nativos no resisten. Y tras ellos, sus familiares y amigos, se integraron en este entorno.

Hoy conviven en relativa armonía con los descendientes de almerienses que emigraban a Alemania u Holanda a mediados del siglo XX, y que vieron su fortuna en los cultivos tempranos que se exportan a toda Europa, incluido el inocente pepino acusado por las autoridades alemanas sin fundamento.

Algunos de estos jornaleros, a los que se ve por las cañadas y caminos del Poniente almeriense en bicicletas, sobre todo, han cumplido ya todos los requisitos para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana.

El próximo domingo 19 de junio, en la parroquia de San José de las Norias de Daza, de manos del obispo Adolfo González Montes, fueron veintiocho los jóvenes y adultos africanos que recibieron los sacramentos de la iniciación cristiana.

Un día de fiesta para toda la comunidad parroquial, pues en esta ceremonia quedó manifiesto el fruto de la acción misionera en el país africano.

El domingo 29 de mayo, la parroquia de San Juan Bautista, de Roquetas de Mar, en una entrañable ceremonia, celebró los sacramentos de la iniciación cristiana de diez jóvenes y adultos africanos, después de dos años y medio de catecumenado, coordinado por los misioneros de África conocidos como “padres blancos”.

El domingo de Pentecostés, en la parroquia de Nuestra Señora de la Fuensanta, de La Mojonera, fueron veinte jóvenes y adultos africanos los que recibieron esos sacramentos, en una iglesia llena de paisanos, que no quisieron perderse este evento trascendental en su itinerario espiritual.

Según comentó uno de los misioneros, Jesús Esteibarlanda Oregui, “nos creíamos en África”. En esta celebración, siete jóvenes, también africanos, recibieron el sacramento de la confirmación.

Estas dos celebraciones, en las parroquias de San Juan Bautista de Roquetas de Mar y de Nuestra Señora de la Fuensanta de la Mojonera, fueron presididas por el delegado episcopal para Catequesis y Ecumenismo de la diócesis de Almería, Juan Torrecillas. Concelebraron los párrocos Antonio Romera y Santos Senosiain, junto con los misioneros de África.

Según declara a ZENIT el padre Jesús Esteibarlanda –de la comunidad de misioneros de África establecida en Roquetas de Mar--, el año pasado fueron menos, quince, las personas de procedencia africana que recibieron los sacramentos de la iniciación cristiana, debido a que el tiempo de catecumenado se había alargado.

Este año suman 57 en total, en tres parroquias del Poniente almeriense, aunque hay seis que se dedican a la atención a estas personas.

Los tres misioneros que atienden el centro cultural Afrika, son, además del ya citado, los padres Jesús María San Juan y Joaquín Alegría, que viven cerca del popular barrio conocido como las Doscientas Viviendas, y de la parroquia de San Juan Bautista.

Desde el año 2000, los misioneros de África, además de la catequesis de iniciación cristiana, ofrecen una serie de servicios sociales y culturales a estos inmigrantes, con clases de español, informática, y asesoría jurídica, entre otros. Se dedican a todos los africanos, tanto subsaharianos como norteafricanos.

En 2009, la agencia de las Obras Misionales Pontificias reseñaba que, en los dos últimos años, 45 jóvenes africanos, la mayoría de Guinea Bissau, se habían bautizado.

Es una de las consecuencias “de la maravillosa labor que están haciendo los padres blancos, misioneros de África, con los inmigrantes de Almería”, decía Ompress.

Los padres blancos llegaron a la diócesis de Almería para atender a la creciente comunidad de inmigrantes africanos que vivían en la provincia. Desde entonces, en Roquetas de Mar, se dedican a prestar ayuda y evangelizar a los inmigrantes africanos que trabajan, la mayoría, en los invernaderos de la zona.

Según relatan los medios locales, en1998, dos misioneros de África llegaban a El Parador, pedanía de Roquetas de Mar, para buscar el lugar adecuado donde realizar su labor de evangelización entre africanos, en el Poniente.

Se encontró el lugar en el que los subsaharianos son más numerosos y hay también una cantidad considerable de magrebíes, el barrio de las Doscientas Viviendas, allí se establecieron en la casa número 36.

Desde este lugar, fueron testigos de muchos dramas humanos de los recién llegados, que acudían a los misioneros para conseguir una primera acogida, una ración de comida o conocer a alguien que hablara su idioma.

Son miles los africanos que trabajan bajo los plásticos del poniente almeriense y el número de quienes se preparan al bautismo en las parroquias de la Mojonera, de Cortijos de Marín, de la Puebla de Vícar y de la parroquia de San Juan Bautista de Roquetas de Mar empieza a ser muy importante, y no cesa de aumentar.

Muchos de ellos llegaron aquí exhaustos, en pateras, atravesando el estrecho de Gibraltar, con riesgo de sus vidas. De entre ellos, las mujeres son las que más se benefician de la labor cultural: la mayoría no sabe leer, son madres de familia con muchos hijos.

Esta sociedad sacerdotal nació en Argel en 1868, en pleno Magreb musulmán. El fundador, el cardenal Lavigerie quiso que se arraigaran en la cultura de los países a los que van. Por ello, el hábito de los padres blancos adoptó el modo de vestir de los argelinos de aquella época: gandura (túnica), burnús (chilaba) y chechia roja (fez).

Es impresionante ver las fotos de la ceremonia última en Daza y la gran participación de los 28 africanos y la comunidad parroquial, en torno al obispo:

http://www.diocesisalmeria.es/index.php?option=com_content&view=article&id=2039:el-obispo-de-almeria-administro-los-sacramentos-de-la-iniciacion-cristiana-a-28-africanos-&catid=1:ultimas-noticias&Itemid=101

Por Nieves San Martín

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Pakistán: Próxima abolición del Ministerio para las minorías religiosas
La medida puede hacer aún más vulnerables a los cristianos en el país  
ISLAMABAD, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El Gobierno de Pakistán se dispone a suprimir el Ministerio Federal para las minorías religiosas fragmentándolo en "secciones” que quedarán descentralizadas en las provincias pakistaníes.

Está previsto que la medida entre en vigor este viernes 1 de julio, informaron fuentes de la política paquistaní a la agencia misionera Fides.

Las competencias del Ministerio se desviarán del Gobierno federal al provincial de acuerdo con un plan de "descentralización" que afectará también a otros ministerios federales.


Ello significará cancelar de la agenda del Gobierno central los temas relativos a los derechos de las minorías, lo cual suscita preocupación y decepción entre los miembros de la comunidad cristiana.

Un sacerdote de Lahore declaró a Fides: "Estamos decepcionados y entristecidos; de esta manera los derechos de los cristianos serán mayormente olvidados y desaparecerán de la agenda política nacional”.

“Seremos aún más vulnerables –añadió-. Para los fundamentalistas será una “luz verde” para realizar nuevas agresiones, violencias y persecuciones contra los cristianos”.

El proyecto de eliminar un departamento que se ha convertido en algo "incómodo" ya estaba en la reorganización del gabinete anunciada en febrero de 2011.

Sin embargo, la inteligente maniobra de Shabhaz Bhatti, que había obtenido el apoyo de la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, había cancelado esa hipótesis, que se difundió de nuevo después de la muerte de Bhatti.

"De esta forma, se está asesinado de nuevo al ministro Shabhaz Bhatti: la primera vez fue su eliminación física; la segunda, la de su proyecto y su legado político, por el que tanto luchó", recoge Fides.

La falta de mención del Ministerio de las minorías en la ley financiera del 2011-2012 presentada por el Gobierno hace un mes -que lo dejó sin fondos, otorgándole una función puramente decorativa- ha sido el paso previo a la abolición definitiva del Departamento del gabinete federal.

El actual Ministro de Estado para las minorías (una especie de vice-Ministro), el católico Ackram Gill, ha protestado enérgicamente contra esta abolición.

En los últimos días, Gill ha guiado a una delegación de parlamentarios y políticos en un coloquio con el Primer Ministro Raza Gilani, y también ha organizado una protesta frente al Parlamento.

La Comisión Permanente del Parlamento paquistaní para los Asuntos de las Minorías ha expresado su fuerte oposición a la medida que pondrá en práctica la descentralización.

En los últimos días, fieles cristianos e hindúes han organizado ruedas de prensa y reuniones públicas pidiendo un replanteamiento del Gobierno.

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Dolor del Papa por la muerte del cardenal de la reconciliación en Alemania
Georg Maximilian Sterzinsky, arzobispo emérito de Berlín, fallece a los 75 años
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).– Benedicto XVI destacó la obra de reconciliación llevada a cabo por el cardenal Georg Maximilian Sterzinsky, arzobispo emérito de Berlín, fallecido este jueves en la capital alemana tras una larga y dolorosa enfermedad.

En un telegrama enviado al obispo auxiliar y administrador diocesano de Berlín, monseñor Matthias Heinrich, el Papa expresó su proximidad espiritual a los fieles de Berlín.

El cardenal Sterzinsky, afirmó Benedicto XVI, “guió una diócesis en la época dividida políticamente”.

“Con la caída del Muro de Berlín y la unificación de Alemania, unió a la diócesis como obispo de todos”, continuó.

Su “amplia acción”, añadió, “estaba sobre todo caracterizada por la reconciliación”, destacó el Papa en el comunicado, escrito en alemán.

Además, señaló el Obispo de Roma, el cardenal, fallecido a los 75 años de edad, quería “hacerse cercano a las personas sin patria, a los refugiados y a los inmigrantes, y darles una patria” en la familia de la Iglesia.

Ordenado sacerdote en 1960, el cardenal Sterzinsky fue nombrado obispo de Berlín en 1989, año de la caída del Muro de Berlín, y Juan Pablo II le creó cardenal en 1992.

Con la muerte del cardenal Sterzinsky, el colegio cardenalicio está ahora formado por 197 cardenales, de los cuales 114 electores y 83 de más de 80 años. Los cardenales alemanes ascienden actualmente a siete, cinco de ellos electores.

Por Marine Soreau

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Obispos de Nueva York: el matrimonio no puede cambiar
Declaración tras la aprobación del “matrimonio homosexual” en ese Estado
NEW YORK, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Los obispos de Nueva York afirmaron que se puede seguir ridiculizando sus creencias sobre el matrimonio, pero que ninguna legislatura puede cambiar lo que es el matrimonio.

Una declaración de los obispos, del pasado viernes, respondió a la última votación (33-29) que hará que Nueva York sea el sexto Estado de la Unión en aprobar el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

“El paso por el poder legislativo de un proyecto de ley que altera radicalmente y para siempre la comprensión histórica de la humanidad del matrimonio, nos deja profundamente desilusionados y preocupados”, escribieron los obispos en una declaración firmada por el arzobispo Thimothy Dolan de Nueva York y otros siete obispos.

Los prelados reafirman la enseñanza de la Iglesia de “tratar a nuestros hermanos y hermanas homosexuales con respeto, dignidad y amor”.

“Pero”, dicen, “nosotros afirmamos categóricamente que el matrimonio es la unión de un hombre y de una mujer en una duradera y amorosa unión que está abierta a los hijos, ordenada por el bien de los hijos y de los mismos esposos”.

“Esta definición no puede cambiar, a pesar de que nuestras creencias sobre la naturaleza del matrimonio son ridiculizadas continuamente, y de que algunos pretenden sancionar a las Iglesias y organizaciones religiosas que predican estas verdades eternas”, añadieron.

Los obispos lanzaron un llamamiento a la sociedad para “recuperar lo que parece que ha perdido: un verdadero entendimiento del significado y del lugar del matrimonio, como fue revelado por Dios, basado en la naturaleza, y respetuoso con los principios fundacionales de los Estados Unidos”.

Por su parte, el residente del Subcomité para la Promoción y Defensa del Matrimonio, monseñor Salvatore Cordileone describió la decisión de la Legislatura de Nueva York de aprobar la Ley de Igualdad en el Matrimonio como “abandono del bien común”.

Monseñor Cordileone expresó su “profunda decepción” por el hecho de que el proyecto de ley haya pasado con la votación (33-29) del pasado viernes, cuatro días después de que terminase la sesión legislativa.

“El matrimonio, la unión de un hombre y una mujer, constituye la fundación del bienestar social con la promoción del amor y del respeto entre los dos representantes fundamentales de la comunidad humana”, dijo monseñor Cordileone en una declaración publicada este martes por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.

Citando la importancia de que los niños estén cuidados por ambos, padre y madre, advirtió que “hacer una ley del matrimonio indiferente a la ausencia de uno de los dos sexos crea una crisis institucional y cultural cuyas consecuencias generacionales no se han visto todavía”.

El obispo destacó el “lenguaje de excepción” para proteger a las organizaciones religiosas, pero advirtió que “el efecto legal real deberá ser examinado”.

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Entrevistas


El padre Brown elegido papa
Paolo Gulisano escribe una novela sobre el héroe de Chesterton
ROMA, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Hace poco menos de un siglo, el genio literato de G.K Chesterton inventó su personaje más afortunado, el padre Brown, sacerdote investigador, que junto a su colega, el ladrón convertido Flambeau, ha fascinado a generaciones de lectores.

Chesterton abandonó a su personaje alrededor de de la Primera Guerra Mundial para dedicarse a otras obras.

El padre Brown es un personaje de fantasía, pero si hubiese existido, ¿qué habría hecho?

Paolo Gulisano, biógrafo de Chesterton, vicepresidente de la Sociedad Chestertoniana Italiana, además de estar entre los mayores expertos de la literatura inglesa moderna (ha escrito sobre Tolkien, Lewis, Wilde) ha escrito una novela de corte histórico imaginando que en el cónclave de 1939 no se hubiese elegido al papa Eugenio Pacelli, sino a un cierto cardenal Brown, es decir al padre Brown que ha llegado a la cima de su carrera eclesiástica.

La novela titulada El destino del padre Brown (Sugarco Edizioni) recorre esta carrera, desde 1917 (cuando Chesterton abandona al padre Brown) hasta el cónclave definitivo.

Encontramos, por tanto, al padre Brown en el frente bélico italiano, en Caporetto, entre Cadorna y el agente secreto Kipling; lo encontramos en la Irlanda revolucionaria de Michael Collins, en la Roma de la Marcha de Mussolini, en el Turín de Frassati con don Sturzo.

Un padre Brown que se convierte primero en monseñor, luego en cardenal, amigo y colega de Eugenio Pacelli, al servicio de Pío XI, además de un misterioso cardenal anglo-español, Rafael Merry del Val, que lo usa en misiones secretas para el Vaticano.

En el libro, además de los personajes históricos, entre los que están Churchill y Tolkien, encontramos a un Flambeu que se ha retirado a España, con un hijo que -según la imaginación de Gulisano- se convierte en sacerdote y más tarde en secretario del cardenal Brown.

Encontramos a los amigos de Chesterton, como Belloc o el padre McNabb, y personajes literarios como Basil Grant y Patrick Dalroy.

Es una novela, en resumen, donde la historia verdadera del siglo XX y la ficción se entrelazan y llevan al lector a una trama interesante y divertida, emocionante y conmovedora.

Para saber más, ZENIT ha entrevistado a Paolo Gulisano.

- Después de tantos años de actividad como ensayista, una novela de estreno particular...

- Gulisano: He elegido la novela de ficción, un género literario poco practicado en Italia, pero muy difundido en el mundo anglosajón, basta pensar en El Señor del mundo de Robert Hugh Benson.

He querido replantear la historia de la primera mitad del siglo XX, entre las dos guerras mundiales, a través de los ojos de un personaje de excepción, el padre Brown de Chesterton, que vive nuevas aventuras, ya no con el papel de “sacerdote investigador” creado por Chesterton, sino en el de monseñor al servicio, más o menos secreto, de Su Santidad.

- Un padre Brown que este año cumple cien años...

- Gulisano: Exactamente: hace cien años que el genio de Chesterton creaba el personaje del padre Brown. Uno de los autores más importantes de la cultura inglesa y europea del siglo XX, ensayista brillante y periodista que ya hacía una década de años encantaba a los lectores ingleses con sus páginas brillantes, que dio vida a su personaje más afortunado y famoso.

- ¿Cuál fue el secreto del éxito de las historias del padre Brown?

- Gulisano: Se podría decir que el sacerdote católico (creado cuando Chesterton no había terminado su camino de conversión, que se concluyó en 1922), trabajaba con una eficaz defensa de la Verdad en la Caridad.

Chesterton mostró como se testifica la fe en una sociedad a la que le es indiferente, no sólo la católica, sino incluso la cristiana. La decena de relatos del padre Brown son un homenaje a la verdad.

A mi vez, retomo este personaje poniéndolo al lado de figuras históricas como el cardenal Merry del Val, que en mi novela se convierte en el gran mentor del sacerdote inglés, o Eugenio Pacelli o Pío XI. He hecho del Padre Brown un buscador, un investigador de la Verdad.

- El padre Brown de su novela, monseñor y después cardenal, camina hacia su destino en el transcurso de los años hasta el cónclave de 1939 donde se convierte en pontífice. Se presenta como una figura valiente, que afronta los dramas de la Primera Guerra Mundial, que ve nacer -contrastándolas- las dictaduras, que vive diversas aventuras apasionantes. Pero como sacerdote, como pastor de almas, ¿qué quiere decir a los lectores?

- Gulisano: Que el cristianismo en el transcurso de la historia siempre resucita, porque está fundado sobre un Dios que conoce el camino para salir del sepulcro. Las civilizaciones del mundo pueden pasar, entre dramas y tragedias, emociones y desilusiones, pero las palabras de Cristo no pasan.

La tarea del padre Brown, desde las calles de Roma hasta la sede pontificia es la de hacerlas resonar, darlas a este mundo que las rechaza. Debemos tener esperanza: el pesimismo no es propio de los seres cansados del mal, sino de los seres cansados del bien.

Por Antonio Gaspari 

Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Documentación


Benedicto XVI: ¿Qué es la teología?
Discurso en la entrega del “Premio Ratzinger”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).– Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI este jueves al conferir por primera vez el “Premio Ratzinger”, instituido por la “Fundación Vaticana Joseph Ratzinger - Benedetto XVI” a los profesores: Manlio Simonetti, italiano, experto de Literatura cristiana antigua y Patrología: Olegario González de Cardedal, español, sacerdote, docente de Teología sistemática; y Maximilian Heim, alemán, cisterciense, abad del monasterio de Heiligenkreuz en Austria y docente de Teología fundamental y dogmática.

* * *

Señores cardenales, venerados hermanos, ilustres señores y señoras:

Ante todo, quisiera expresar mi alegría y gratitud por el hecho de que, con la entrega de su premio teológico, la fundación que lleva mi nombre otorgue reconocimiento público a la obra llevada a cabo a lo largo de toda una vida por dos grandes teólogos, y a un teólogo de la generación más joven le dé un signo de aliento para avanzar por el camino emprendido

Al profesor González de Cardedal me une un camino común de muchos decenios. Ambos iniciamos con san Buenaventura y dejamos que él nos indicara la dirección. Durante su larga vida de estudioso, el profesor González ha tratado todos los grandes temas de la teología, y ello no sólo reflexionando o hablando desde un punto de vista teórico, sino enfrentándose siempre al drama de nuestro tiempo, viviendo e incluso sufriendo de forma totalmente personal las grandes cuestiones de la fe y, con ellas, las cuestiones del hombre de hoy. De esta forma, la palabra de la fe no es algo del pasado, en sus obras se convierte realmente en nuestra contemporánea.

El profesor Simonetti nos ha abierto de una manera nueva el mundo de los Padres. Precisamente al mostrarnos desde el punto de vista histórico, con precisión y atención, lo que dicen los Padres, éstos se convierten en personas contemporáneas nuestras, que hablan con nosotros.

El padre Maximilian Heim ha sido elegido recientemente abad del monasterio de Heiligenkreuz –monasterio de gran tradición en las cercanías de Viena–, asumiendo con ello el cometido de actualizar una gran historia y llevarla hacia el futuro. A este respecto, espero que el trabajo sobre mi teología que nos ha ofrecido pueda serle útil, y que la abadía de Heiligenkreuz logre, en este tiempo nuestro, desarrollar aún más esa teología monástica que siempre ha acompañado a la universitaria, formando con ésta el conjunto de la teología occidental.

Sin embargo, mi tarea no consiste en pronunciar aquí una laudatio de los galardonados, lo que ya ha realizado de manera competente el cardenal Ruini. Ahora bien, quizá la entrega del premio nos depare la ocasión de dedicar unos momentos a la cuestión fundamental de qué es realmente “teología”. La teología es ciencia de la fe, nos dice la tradición. Pero aquí surge inmediatamente la pregunta: ¿Es esto realmente posible? ¿No se trata de una contradicción? ¿Acaso la ciencia no es lo contrario de la fe? ¿La fe no deja de ser fe, cuando se convierte en ciencia? ¿Y no deja tal vez la ciencia de ser ciencia, cuando se ve ordenada o incluso subordinada a la fe? Tales cuestiones, que ya constituían un serio problema para la teología medieval, ante el concepto moderno de ciencia se han vuelto aún más apremiantes, a primera vista incluso sin solución. De este modo puede comprenderse por qué, durante la Edad Moderna, en muchos ambientes la teología se replegara principalmente en el campo de la historia, con el fin de demostrar en él su seria cientificidad. Hay que reconocer con gratitud que de este modo se realizaron obras grandiosas, y que el mensaje cristiano recibió nueva luz, capaz de hacer visible su íntima riqueza. Ahora bien, si la teología se repliega totalmente en el pasado, deja hoy la fe a oscuras. En una segunda fase, el interés se concentró en la praxis para mostrar cómo la teología, puesta en relación con la psicología y la sociología, es una ciencia útil que da indicaciones concretas para la vida. Esto resulta también importante, pero si el fundamento de la teología, la fe, no se convierte al mismo tiempo en objeto del pensamiento; si la praxis sólo se refiere a sí misma o vive únicamente de los préstamos de las ciencias humanas, entonces queda vacía y sin fundamento.

Estas vías, por lo tanto, no son suficientes. Por útiles e importantes que sean, se convertirían en subterfugios si la pregunta verdadera quedara sin respuesta. Dicha pregunta es la siguiente: ¿Es verdad lo que creemos o no? En la teología está en juego la cuestión sobre la verdad, que es su fundamento último y esencial. Aquí, una expresión de Tertuliano puede hacernos dar un paso más: escribe que Cristo no dijo: “Yo soy la costumbre”, sino: “Yo soy la verdad”, Non consuetudo sed veritas (Virg. 1, 1). Christian Gnilka ha mostrado que el concepto consuetudo puede hacer referencia a las religiones paganas, que, según su naturaleza, no eran fe, sino “costumbre”: se hace lo que se ha hecho siempre; se observan las formas cultuales tradicionales, esperando mantenerse así en la justa relación con el ámbito misterioso de lo divino. El aspecto revolucionario del cristianismo en la antigüedad fue precisamente su ruptura con la “costumbre” por amor a la verdad. Tertuliano habla aquí basándose sobre todo en el Evangelio de San Juan, en el que se encuentra también la otra interpretación fundamental de la fe cristiana, que se expresa en la designación de Cristo como Logos. Si Cristo es el Logos, la verdad, el hombre debe corresponderle con su propio logos, con su razón. Para llegar hasta Cristo, debe seguir el camino de la verdad. Debe abrirse al Logos, a la Razón creadora, de la que se deriva su propia razón y a la que ésta lo remite. De este modo se comprende que la fe cristiana, por su misma naturaleza, debe suscitar la teología, tenía que interrogarse sobre la razonabilidad de la fe, aunque, naturalmente, el concepto de razón y el de ciencia abarquen muchas dimensiones, por lo que la naturaleza concreta del nexo entre fe y razón debía y debe ser nuevamente evaluada.

Por lo tanto, aun cuando resulta claro, en el cristianismo, el nexo fundamental entre Logos, verdad y fe, la forma concreta de este nexo ha planteado y sigue planteando preguntas siempre nuevas. Está claro que, en este momento, dicha pregunta, que ha ocupado y ocupará a todas las generaciones, no puede tratarse con detalle, ni siquiera a grandes rasgos. Quisiera intentar tan sólo proponer un brevísimo apunte. San Buenaventura, en el prólogo a su Comentario a las Sentencias, habló de un doble uso de la razón: de un uso inconciliable con la naturaleza de la fe y de otro que, por el contrario, es propio de la naturaleza de la fe. Existe, según dice, la violentia rationis, el despotismo de la razón, que se convierte en juez supremo y último de todo. Este tipo de razón es ciertamente inviable en el ámbito de la fe. ¿Qué entiende con ello Buenaventura? Una expresión del Salmo 95, 9 puede mostrarnos de qué se trata. Dice allí Dios a su pueblo: “...en el desierto [...] vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. Se alude aquí a un doble encuentro con Dios: ellos han “visto”. Pero no les basta, por lo que ponen a Dios “a prueba”. Quieren someterlo a experimento. Se le somete, por así decir, a un interrogatorio, y a un procedimiento de prueba experimental. Esta modalidad de uso de la razón ha alcanzado la cumbre de su desarrollo durante la Edad Moderna, en el ámbito de las ciencias naturales. La razón experimental se presenta hoy ampliamente como la única forma de racionalidad declarada científica. Lo que no pueda verificarse o falsificarse científicamente cae fuera del ámbito científico. Con este planteamiento se han realizado, como es sabido, obras grandiosas, y nadie se atreverá seriamente a dudar de que sea justo y necesario en el ámbito del conocimiento de la naturaleza y de sus leyes. Pero semejante uso de la razón tiene un límite: Dios no es un objeto de la experimentación humana. Él es Sujeto y se manifiesta tan sólo en la relación de persona a persona, lo que forma parte de la esencia de la persona.

Desde esta perspectiva, Buenaventura alude a un segundo uso de la razón, válido para el ámbito de lo “personal”, para las grandes cuestiones del mismo ser hombre. El amor quiere conocer mejor a aquél que ama. El amor, el amor verdadero, no vuelve ciego, sino vidente. De ello forma parte, precisamente, la sed de conocimiento, de un conocimiento auténtico del otro. De ahí que los Padres de la Iglesia hallaran precursores y adelantados del cristianismo, fuera del mundo de la revelación de Israel, no ya en el ámbito de la religión consuetudinaria, sino en los hombres que buscaban a Dios, que buscaban la verdad: en los “filósofos”, en personas que estaban sedientas de verdad y que, por lo tanto, estaban en camino hacia Dios. Cuando falta este uso de la razón, las grandes cuestiones de la Humanidad caen fuera del ámbito de la razón y quedan abandonadas a la irracionalidad. De ahí la importancia de una teología auténtica. La fe recta orienta a la razón hacia su apertura a lo divino, para que ésta, guiada por el amor a la verdad, pueda conocer a Dios más de cerca. La iniciativa de este camino la tiene Dios, que ha puesto en el corazón del hombre la búsqueda de su rostro. Por lo tanto, forman parte de la teología, por un lado, la humildad que se deja “tocar” por Dios, y, por otro, la disciplina que se vincula al orden de la razón, que preserva al amor de ceguera y que ayuda a desarrollar su fuerza visual.

Soy muy consciente de que con todo esto no se ha dado respuesta a la cuestión acerca de la posibilidad y el cometido de la recta teología, sino que sólo se ha puesto de relieve la grandeza del reto inherente a la naturaleza de la teología. Sin embargo, el hombre necesita precisamente este reto, ya que nos impulsa a abrir nuestra razón interrogándonos acerca de la verdad misma, acerca del rostro de Dios. Por eso damos las gracias a los galardonados, que han mostrado en sus obras que la razón, cuando recorre la pista trazada por la fe, no es razón enajenada, sino razón que responde a su altísima vocación. Gracias.

[Traducción del original italiano

©Libreria Editrice Vaticana]

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Benedicto XVI celebra los 150 años de “L'Osservatore Romano”
El diario vaticano, “un faro orientador”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- A continuación les ofrecemos el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha enviado a Giovanni María Vian, director de L'Osservatore Romano con motivo del 150º aniversario de la fundación del diario.

* * *

Al ilustrísimo señor
Profesor Giovanni Maria Vian
Director de “L’Osservatore Romano”

Para un periódico diario, 150 años de vida son un periodo verdaderamente considerable, un largo e importante camino lleno de alegrías, dificultades, compromisos, satisfacciones, y de gracia. Por tanto, este importante aniversario de L’Osservatore Romano – cuyo primer número salió con fecha del 1 de julio de 1861- es, antes que nada, un motivo de agradecimiento a Dios pro universis beneficiis suis: por todo aquello, es decir, que su Providencia ha dispuesto en este siglo y medio, durante el cual el mundo ha cambiado profundamente, y por lo que dispone en la actualidad, cuando los cambios son continuos y cada vez más rápidos, sobre todo en el ámbito de la comunicación y de la información.

Al mismo tiempo, la actual alegre celebración ofrece también la ocasión para algunas reflexiones sobre la historia y el papel de este periódico, llamado habitualmente “el periódico del Papa”. Estamos invitados, por tanto, -como dijo Pío XI en 1936, hace exactamente 75 años,- a dar “una ojeada al camino recorrido y a dar otra al camino que queda por recorrer”, destacando sobre todo, la singularidad y la responsabilidad de un periódico que, desde hace un siglo y medio, da a conocer el Magisterio de los Papas, y que es uno de los instrumentos privilegiados al servicio de la Santa Sede y de la Iglesia.

L'Osservatore Romano tuvo su origen en un contexto difícil y decisivo para el Papado, con la conciencia y la voluntad de defender y apoyar las razones de la Sede Apostólica, que parecía estar en peligro por fuerzas hostiles. Fundado por iniciativa privada, con el apoyo del Gobierno Pontificio, este diario se definió como “político religioso”, proponiéndose como objetivo la defensa del principio de justicia, en la convicción, basada en la palabra de Cristo, de que el mal no tendrá la última palabra. Tal objetivo y tal convicción fueron expresados por dos célebres refranes latinos -el primero obtenido del derecho romano y el segundo de un texto evangélico- que, desde el primer número de 1862, se leen bajo su cabecera: Unicuique suum y sobre todo, Non praevalebunt (Mt 16,18).

En 1870, el fin del poder temporal -considerado como providencial a pesar de los abusos y actos injustos sufridos por el Papado- no abrumó a L'Osservatore Romano, ni hizo inútil su presencia ni su función. De hecho, quince años después, la Santa Sede decidió comprar la propiedad. El control directo del periódico por parte de la autoridad pontificia hizo aumentar con el tiempo su prestigio y autoridad, que creció más adelante, sobre todo en la línea de imparcialidad y de valentía mantenida frente a las tragedias y los horrores que marcaron la primera mitad del siglo XX, es decir, “fiel a un instituto internacional y supranacional”, como escribió el cardenal Gasparri en 1922.

Se sucedieron entonces eventos trágicos: el primer conflicto mundial, que devastó Europa cambiándole el rostro; la afirmación de los totalitarismos, con ideologías nefastas que negaron la verdad y oprimieron al hombre; finalmente los horrores de la Shoá y de la II Guerra Mundial. En aquellos años tremendos, y después durante el periodo de la guerra fría y de la persecución anticristiana realizada por los regímenes comunistas de muchos países, a pesar de la carencia de medios y de las fuerzas, el periódico de la Santa Sede supo informar con honestidad y libertad, apoyando la obra valiente de Benedicto XV, de Pío XI y de Pío XII, en defensa de la verdad y de la justicia, único fundamento de la paz.

Del segundo conflicto mundial, L'Osservatore Romano salió con la cabeza alta, como pronto reconocieron voces laicas autorizadas y como en 1961, en ocasión del centenario del periódico, escribió el cardenal Montini, que dos años después se convirtió en Papa con el nombre de Pablo VI: “Sucede como cuando en una sala se apagan todas las luces, y permanece encendida sólo una: todas las miradas se dirigen a la que ha quedado encendida; y por fortuna esta era la luz vaticana, la luz tranquila y luminosa, alimentada por la apostólica de Pedro. L'Osservatore aparecía entonces como lo que, en sustancia, ha sido siempre: un faro orientador”.

En la segunda mitad del siglo XX, el periódico comenzó a circular por todo el mundo a través de una corona de ediciones periódicas en distintas lenguas, impresas no sólo en el Vaticano: actualmente hay ocho, entre las que, desde 2008, también está la versión en malaya publicada en la India, la primera en caracteres no latinos. A partir del mismo año, en un tiempo difícil para los medios de comunicación tradicionales, la difusión se apoyó en la combinación con otros diarios en España, Italia, Portugal y ahora en una presencia en Internet cada vez más eficaz.

Periódico “singularísimo” por sus características únicas, L'Osservatore Romano, en este siglo y medio, ha dado cuenta, antes que nada, del servicio dedicado a la verdad y a la comunión católica por parte de la Sede del Sucesor de Pedro. El periódico ha informado puntualmente de las intervenciones pontificias, ha seguido los dos Concilios celebrados en el Vaticano y las muchas Asambleas sinodales, expresiones de la vitalidad y de la riqueza de los dones de la Iglesia, pero no ha olvidado nunca hacer presente también la obra y la situación de las comunidades católicas en el mundo, que a veces viven condiciones dramáticas.

En este tiempo -marcado a menudo por la falta de puntos de referencia y por la eliminación de Dios del horizonte de muchas sociedades, también de antigua tradición cristiana- el cotidiano de la Santa Sede se presenta como un “periódico de ideas”, como un órgano de formación y no sólo de información. Por esto, debe saber mantener fielmente la tarea desarrollada en este siglo y medio, con atención también al Oriente cristiano, al irreversible compromiso ecuménico de las distintas Iglesias y Comunidades eclesiales, a la búsqueda constante de amistad y de colaboración con el Judaísmo y con las demás religiones, al debate y confrontación cultural, a las voces de las mujeres, a los temas bioéticos que plantean cuestiones decisivas para todos. Continuando la apertura a nuevas firmas -entre las que destacar a un número creciente de colaboradoras- y acentuando la dimensión y la característica internacional presente desde el origen del periódico, después de 150 años de una historia de la que puede estar orgulloso, L'Osservatore Romano sabe expresar la cordial amistad de la Santa Sede por la humanidad de nuestro tiempo, en defensa de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios y redimida por Cristo.

Por todo esto, deseo dirigir mi pensamiento de reconocimiento a todos los que, desde 1861 hasta hoy, han trabajado en el periódico de la Santa Sede: a los directores, a los redactores y a todo el personal. A usted, señor director, y a todos los que cooperan actualmente en este entusiasta, comprometido y benemérito servicio a la verdad y a la justicia, como también a los benefactores y a quienes lo apoyan, aseguro mi constante cercanía espiritual y envío de corazón una especial Bendición Apostólica.

Del Vaticano, 24 de junio de 2011

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Audiencia del Papa a los arzobispos tras la entrega del palio
“Nada debe anteponerse” al amor a Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que Benedicto XVI dirigió a los arzobispos metropolitanos a los que ayer impuso el palio, así como a sus familiares y fieles de sus respectivas archidiócesis que los acompañaban, al recibirles en audiencia este jueves en el Aula Pablo VI.

* * *

Queridos hermanos y hermanas,

Están todavía vivos en la mente y en el corazón de todos nosotros, los sentimientos y las emociones que vivimos ayer, en la Basílica Vaticana, con ocasión de la celebración de la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en la que tuve la alegría de imponeros el Palio, a vosotros, Arzobispos Metropolitanos nombrados en el transcurso del último año. El encuentro de hoy, me ofrece la oportunidad de prolongar el clima de comunión eclesial y de renovaros mi cordial saludo a vosotros, queridos hermanos en el Episcopado, así como a vuestros familiares y a las personalidades que han querido participar en este feliz evento. Extiendo mi afectuoso pensamiento a vuestras Iglesias particulares, que recuerdo en la oración, para que estén animadas por un constante empuje evangélico.

Me dirijo, en primer lugar, a vosotros, queridos Pastores de dos diócesis italianas. Le saludo a usted, monseñor Cesare Nosiglia, arzobispo de Turín, y a usted, monseñor Vincenzo Bertolone, arzobispo de Catanzaro-Squillace. El Señor os bendiga siempre y os ayude, en vuestro cotidiano ministerio episcopal, para hacer crecer a las comunidades encomendadas a vosotros, unidas y misioneras, de acuerdo en la caridad, firmes en la esperanza y ricas en el dinamismo de la fe.

[En francés, dijo:]

En esta fiesta de los santos Apóstoles Pedro y pablo, estoy contento de acoger a los peregrinos de lengua francesa venidos a Roma con motivo de la entrega del Pallium a los nuevoa Arzobispos metropolitanos. Dirijo mis cálidos saludos a Monseñor Antoine Ganyé, Arzobispo de Cotonou en Benín, Monseñor Paul Ouédraogo, Arzobispo de Bobo-Dioulasso en Burkina Faso, Monseñor Jean-Pierre Tafunga Mbayo, Arzobispo de Lubumbashi, en la República Democrática del Congo, Monseñor Gérard Lacroix, Arzobispo de Quebec, en Canadá, y Monseñor Pierre-Marie Carré, Arzobispo de Montpellier, en Francia. A los obispos, a los sacerdotes y a todos los fieles de vuestros países llevadles mis saludos cordiales y la garantía de mi proximidad espiritual. Vosotros que habéis recibido el pallium, signo litúrgico que expresa el vínculo de comunión que os une de manera particular al Sucesor de Pedro, ¡sed testimonios alegres y fieles del amor del Señor que busca unir a sus hijos en la unidad de una misma familia! ¡Que Dios os bendiga!

[En inglés dijo:]

Extiendo calurosamente mis saludos a los arzobispos metropolitanos de habla inglesa, a los que entregué el palio ayer: el arzobispo James Peter Sartain de Seattle, Estados Unidos; el arzobispo Gustavo García-Siller de San Antonio, Estados Unidos; el arzobispo Jose Serofia Palma de Cebu, Filipinas; arzobispo Thaddeus Cho Hwan-kil de Daegu, Korea; arzobispo Jude Ruwa’ichi de Mwanza, Tanzania; arzobispo William Slattery de Pretoria, Sudáfrica; arzobispo Paul S. Coakley de Oklahoma City, Estados Unidos; arzobispo Rémi Joseph Gustave Sainte-Marie de Lilongwe, Malawi; arzobispo José Horacio Gómez de Los Angeles, Estados Unidos; arzobispo Thumma Bala de Hyderabad, India; arzobispo Augustine Obiora Akubeze de Benin City, Nigeria; arzobispo Charles Henry Dufour de Kingston en Jamaica; arzobispo George Stack of Cardiff, Gales y arzobispo Sergio Lasam Utleg de Tuguegarao, Filipinas. También quería dar la bienvenida a los miembros de sus familias, a sus parientes, amigos y a los fieles de sus respectivas archidiócesis que han venido a Roma a rezar con ellos y a compartir su alegría. El palio se recibe de las manos del Sucesor de Pedro y lo reciben los arzobispos como un signo de comunión en la fe y en el amor en el gobierno del Pueblo de Dios. También recuerda a los Pastores sus responsabilidades como guías tras el Corazón de Jesús. A todos vosotros os imparto con afecto mi Bendición Apostólica como prenda de paz y de alegría en el Señor.

[En español dijo:]

Saludo con afecto a los Señores Arzobispos de lengua española y a cuantos los han acompañado en la significativa ceremonia de la imposición del Palio, que los distingue como Metropolitanos. Saludo en particular al Arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar Gómez, al de Quito, Fausto Gabriel Trávez Trávez, al de Guatemala, Óscar Julio Vian Morales, al de Manizales, Gonzalo Restrepo Restrepo, al de Paraná, Juan Alberto Puiggari, al de Barranquilla, Jairo Jaramillo Monsalve, al de Santiago de Chile, Ricardo Ezzati Andrello, al de Concepción, Fernando Natalio Chomali Garib, y al de Cali, Darío de Jesús Monsalve Mejía. Si el Palio les recuerda a ellos su especial responsabilidad respecto a las Iglesias sufragáneas y su particular vínculo de unidad con la Sede de Pedro, comporta para ustedes que les acompañan una mayor cercanía en la oración y la colaboración en el ministerio a ellos confiado. Invocando la protección de la Santísima Virgen María, les imparto de corazón la Bendición Apostólica, que complacido hago extensiva a todos los Pastores y fieles de estas Iglesias particulares en Colombia, Ecuador, Guatemala, Argentina y Chile.

[En portugués dijo:]

Saludo con gran afecto a los Metropolitanos de Angola y de Brasil que recibieron el palio, signo litúrgico que expresa una particular unión de sus archidiócesis con la Sede de Pedro: arzobispo Luís María Pérez de Onráita, de Malánje, arzobispo José Manuél Imbámba, de Saurímo, arzobispo Murílo Sebastião Rámos Kríeger, de São Salvadór de Bahía, arzobispo Pédro Bríto Guimarães, de Pálmas, arzobispo Jacínto Bergmánn, de Pelótas, arzobispo Hélio Adelár Rúbert, de Sánta María, arzobispo Pédro Ercílio Simão, de Pásso Fúndo, arzobispo Dímas Lára Barbósa, de Cámpo Gránde, y arzobispo Sérgio da Rócha, de Brasília. El Señor Jesús que os escogió como Pastores de su rebaño os ampare en vuestro ministerio cotidiano y os convierta en fieles anunciadores del Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo. Doy también la bienvenida a vuestros familiares y amigos y a los fieles de vuestras respectivas Iglesias particulares que os han acompañado a Roma. Os aseguro a vosotros y a vuestras comunidades archidiocesanas mi recuerdo en la oración diaria y, desde lo profundo del corazón, os imparto la Bendición Apostólica.

[En letón dijo:]

Dirijo mi cordial saludo a Monseñor Zbignev Stankevičs, Arzobispo de Riga, y a todos los que los acompañan, formulando mis mejores deseos por un provechoso ministerio.

[En esloveno dijo:]

Dirijo un cordial saludo al arzobispo de Maribor, Monseñor Marjan Turnšek, y a los eslovacos que lo acompañan, deseándole un fructífero ministerio e impartiendo a todos la Bendición Apóstolica.

Queridos amigos, demos gracias al Señor que en su infinita bondad no deja de mandarnos Pastores a su Iglesia. A vosotros, queridos arzobispos metropolitanos, os aseguro mi cercanía espiritual y mi orante apoyo a vuestro servicio pastoral, cuyo requisito es el amor a Cristo, al que nada debe ser antepuesto. San Cipriano, obispo de Cartago, en su Tratado sobre el Padre Nuestro, afirma: “No antepongamos absolutamente nada a Cristo, porque tampoco Él ha antepuesto nada a nosotros. Voluntad de estar inseparablemente unidos a su amor, permanecer al lado de su cruz con valentía y dando firme testimonio”. Que vele por vosotros, queridos hermanos, y os sostenga la Virgen María,  Regina Apostolorum, y que os acompañe mi Bendición, que de corazón renuevo a cada uno de vosotros, a vuestros seres queridos y a todos los que están bajo vuestro cuidado episcopal.

[Traducción del original plurilingüe por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Mensaje de la Santa Sede para el Domingo del Mar
10 de julio de 2011
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).-Publicamos el mensaje que ha escrito con motivo del Domingo del Mar, 10 de julio de 2011, el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, firmado respectivamente por su presidente el arzobispo Antonio Maria Vegliò, y el secretario, el obispo Joseph Kalathiparambil.

* * *

Queridos capellanes, voluntarios, amigos y bienhechores de la Obra del Apostolado del Mar:

La celebración del Domingo del Mar es una ocasión especial para acrecentar la conciencia, en las comunidades cristianas y en la sociedad en general, de lo indispensable que es el servicio que prestan los marítimos, y para hacer conocer el ministerio pastoral que, desde 1920, los capellanes y los voluntarios del Apostolado del Mar desarrollan en numerosos puertos del mundo.

“Mi presencia hoy en medio de vosotros quiere evidenciar que la Iglesia está cerca de vuestro lado, valora vuestro trabajo, a menudo peligroso y duro, conoce vuestras inquietudes y preocupaciones, apoya vuestros derechos, consuela vuestras soledades y vuestros anhelos”.

Estas palabras que el beato Juan Pablo II dirigió a los marítimos y a los pescadores en la ciudad de Fano (Italia), en la homilía del 12 de agosto de 1984, son un fuerte mensaje de esperanza para los cerca de millón y medio de marítimos de más de cien nacionalidades (dos tercios de los cuales de países en vías de desarrollo), que cotidianamente responden a las exigencias de la economía global transportando el 90% del comercio mundial.

A pesar de los grandes beneficios que para nuestra vida se derivan de su duro trabajo y de sus sacrificios, los marítimos son un colectivo del cual sabemos muy poco, excepto cuando los medios de comunicación se ocupan de ellos tras alguna tragedia en el mar o, más recientemente, por el aumento de buques atacados por piratas. En realidad, sin embargo, los problemas que afectan a sus vidas son mucho más numerosos.

En los últimos años, debido a la criminalización de las tripulaciones a causa de los accidentes marítimos (naufragios, contaminación, etc.), el abandono en puertos extranjeros sin comida ni dinero, las nuevas restricciones para bajar a tierra, la falta de seguridad y protección, y los largos embarques han añadido más estrés y ansiedad no sólo a la vida de estos trabajadores, sino también a la de sus familias.

El Apostolado del Mar es consciente de las muchas situaciones inhumanas que aún persisten en el mundo marítimo y se pone al lado de la gente del mar para insistir en que sus derechos humanos y laborales deben ser respetados. Recordando nuestra reciente declaración sobre la piratería (26 de mayo de 2011), queremos subrayar la importancia de que la industria marítima (armadores, P&I Clubs, etc.) trabaje estrechamente con gobiernos, organizaciones internacionales y agencias de bienestar para poner en marcha medidas preventivas que garanticen la seguridad de estas personas. Y, para proporcionar ulterior protección a cuantos trabajan en el mar, hacemos un llamamiento a todos los gobiernos para que adopten cuanto antes el Convenio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el trabajo marítimo (MLC) de 2006 y favorezcan su entrada en vigor. De lo contrario éste sólo tendría un valor teórico, aun siendo uno de los resultados más importantes de toda la historia de los derechos de los marítimos.

En su lucha por la justicia en el mundo marítimo, el Apostolado del Mar está guiado por los principios evangélicos y por las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia. Las palabras con las que, el 17 de abril de 1922, el papa Pío XI aprobaba y bendecía las primeras Constituciones y el Reglamento del Apostolado del Mar, nos animan a continuar la misión “de expansión de la pastoral marítima” con el fin de que la Obra “recoja una mies más abundante de frutos de salvación”.

Noventa años después de aquel importante evento en la historia del Apostolado del Mar, tengo el honor de anunciar la convocatoria, en Roma, del XXIII Congreso Mundial del Apostolado del Mar, del 19 al 23 de noviembre de 2012, para reflexionar y compartir los desafíos que nacen de los continuos cambios en el mundo marítimo.

Finalmente, en este día especial dedicado a la gente del mar, confío las comunidades marítimas y pesqueras a la materna protección de María, Stella Maris, al tiempo que invoco sobre todos vosotros la bendición de Dios.

+ Antonio Maria Vegliò

Presidente

+ Joseph Kalathiparambil

Secretario

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