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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 2 de julio de 2011

Entrevistas

Olegario González de Cardedal, “Premio Ratzinger”

Foro

El sacerdocio de Benedicto XVI

Somos o no somos

Consideraciones ante el proyecto de ley español sobre el final de la vida

Documentación

Los obispos sacan la radiografía a Venezuela

Obispos de Centroamérica, el Caribe y Norteamérica sobre migración


Entrevistas


Olegario González de Cardedal, “Premio Ratzinger”
Por Marta Lago
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Al recibir el “Premio Ratzinger” se agolpan los recuerdos, con precisión y orden, en el profesor Olegario González de Cardedal —prefiere que le llamen afectuosamente don Olegario—. No oculta su emoción y describe su labor teológica —y pedagógica— con  la imagen de un herrero en su fragua y yunque, forjando el metal noche y día.

Don Olegario ha llevado la teología a los lugares donde pudiera tener un lugar digno, sea la televisión, la prensa nacional, la Real academia española de ciencias morales y políticas y, por supuesto, en primer lugar la universidad.

Castellano nacido en Ávila, se enorgullece de su procedencia rural, mundo abierto --apunta conversando en esta entrevista concedida a Marta Lago en “L'Osservatore Romano”-- de alta montaña y colinas. Ha forjado medio centenar de términos para poder decir en  lengua española –precisa y moderna– cuanto ha cincelado la mejor teología y lo que otras teologías europeas han dicho. Con el Premio Ratzinger, en su opinión, también se ha dignificado el castellano. De ahí que, en este sentido, brinde el galardón a España y —añade— “a esa generación de sociedad, de Iglesia y de teología que hicieron del Concilio Vaticano II el punto de arranque y fuente nutricia para una nueva Iglesia y una sociedad libre, moderna y reconciliada”.

--¿Con qué espíritu recibe el “Premio Ratzinger”?

--Olegario González de Cardedal:Creo que es el reconocimiento a una forma de vida entregada plenamente a la teología en la Iglesia y en la cultura pública. No he hecho otra cosa que, como sacerdote, ser teólogo, pero en  esa complejidad de lo que es la teología en la universidad, en la Iglesia y en la sociedad.

--Casi se podría decir que el premio no es un punto de llegada, sino de partida. Una llamada amplia al compromiso en el quehacer teológico.

--Olegario González de Cardedal: El sentido del premio es valorar y apoyar ese tipo de servicio a la Iglesia. Y por tanto a la vez que se realiza un elogio y un premio, se propone una responsabilidad y se hace una incitación.

--¿Cómo se concreta esa incitación? ¿Qué pasos debe dar la teología en la realidad contemporánea?

--Olegario González de Cardedal: En primer lugar, el cultivo riguroso de las instituciones donde se hace esta ciencia; en segundo lugar, la entrega personal —a fondo perdido— a ellas; en tercer lugar, una sensibilidad histórica de diálogo y de comunicación con el pensamiento contemporáneo: relación Evangelio-ilustración; fe-cultura; esperanza cristiana-esperanzas históricas.

--Le definen como gran teólogo y hombre de cultura, punto de referencia en España. ¿Como se articula este diálogo que aúna en su persona?

--Olegario González de Cardedal: Eso que parece tan peculiar siempre fue constitutivo de la mejor teología. San Agustín piensa con toda la cultura retórica latina y el pensamiento griego; santo Tomás piensa con la mejor tradición espiritual y teológica y la filosofía de Aristóteles; Newman piensa con la tradición espiritual anglicana y la filosofía del positivismo de su tiempo; Rahner y Balthasar piensan con la teología en el cristianismo y todo el pensamiento europeo. Sólo hay verdadera teología cuando se es un hombre de una racionalidad históricamente constituida y de una fe eclesialmente constituida. Y éstas son inseparables. Porque el hombre que cree es el hombre que piensa, y el hombre que piensa es el hombre que tiene que creer.

--La teología es la fe pensada...

--Olegario González de Cardedal: La teología es la razón en camino hacia la fe y la fe en camino hacia la razón. Los dos trayectos, de ida y vuelta, son inseparables. En una inteligencia que busca la fe, y es una fe que, una vez adquirida, penetra en sus contenidos, busca su fundamentación y deduce sus consecuencias.

--¿Qué obstáculos observa hoy a esta razonabilidad de la teología?

--Olegario González de Cardedal: Si tuviera que sugerir dos amenazas globales —no sólo para la teología, sino también para la Iglesia, la fe, la cultura—, distinguiría por un lado un fundamentalismo integrista que no accede a abrir los ojos a lo que la razón moderna compleja ha aportado de positivo y de negativo también. Y por otro lado un racionalismo positivista que reduce la razón a aquella forma de racionalidad técnica, científica, cuantitativa, como si ese fuera el criterio supremo de la verdadera razón. Hay múltiples ejercitaciones de la razón: filosófica, poética, científica, religiosa y metafísica. Ese amplio mundo es el que plasma la complejidad de las certidumbres y de las esperanzas de la vida humana. El positivismo racionalista es una secesión y una decapitación de la compleja racionalidad a la que estamos convocados.

--¿Se necesita una teología más cercana, más accesible?

--Olegario González de Cardedal: La teología se ejerce en distintos niveles. Existe una ejercitación teórica, técnica, científica, rigurosa, de fuentes, textos, métodos y hermenéuticas que se ejerce en la universidad. Y eso tiene que contar con todo el rigor crítico, metodológico y de estilo que se exige a las demás ciencias. Existe un segundo nivel que es de transmisión de grandes percepciones, valores, verdades, a la gran generalidad de la Iglesia. Y en tercer lugar, una transmisión más pedagógica, didáctica, en pequeños grupos, asociaciones, parroquias y movimientos. Esto hay que diferenciarlo y ejercitarlo, y preparar personas para que lo lleven a cabo cada una en su nivel. A veces el gran catedrático carece de esa capacidad pedagógica de transmisión, y viceversa. Distinguir para unir también es aquí un criterio esencial.

--Tres niveles; ¿afrontan algún reto?

--Olegario González de Cardedal: Existe y debe existir una especie de retroalimentación. Sólo con el primer nivel nos quedaríamos en un conceptualismo, tecnicismo, positivismo puro. Sólo con el segundo nivel nos limitaríamos a una pura ejercitación piadosa. Y en un único tercer nivel se reduciría la teología a una mera función social y cultural. Hay una retroalimentación. Por ejemplo, ante la tentación del positivismo, conceptualismo y cientificismo, la experiencia vivida de Iglesia, de fe, de testimonio, de Evangelio en el tercer nivel va a repercutir para preguntar al primer nivel en qué medida es Evangelio lo que están haciendo. A la vez, hay que proveer al tercer nivel para que no sucumba a la magia, a la política, al fundamentalismo, al simple vivencialismo de la fe.

--¿Algún apunte sobre el futuro inmediato de la teología?

--Olegario González de Cardedal: Dejémoslo en las manos de Dios y en el empeño e ilusión que los hombres debemos poner en ella.

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Foro


El sacerdocio de Benedicto XVI
Por Giovanni Maria Vian
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo escrito por el director de L'Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, con motivo del sexagésimo aniversario de sacerdocio de Benedicto XVI.

* * *

Desde 1897, durante el largo pontificado de León XIII, un Papa no celebraba el sexagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal. Y Benedicto XVI lo ha hecho, alcanzando esta meta poco habitual en la fiesta de san Pedro y san Pablo -los apóstoles patronos de la Roma felix cantada por los peregrinos medievales y luego por la liturgia- en una espléndida jornada de verano. Precisamente como aquella del 29 de junio de 1951 en Freising, cuando el venerable cardenal Michael von Faulhaber impuso las manos sobre la cabeza de Joseph Ratzinger, de su hermano mayor Georg y de otros 42 compañeros suyos.

Todos esos jóvenes, excepto uno, eran mayores que Joseph, el cual tenía veinticuatro años: la guerra había retrasado el curso de sus estudios en el seminario, transformado en lazareto. Y con el Papa, en presencia de su hermano, concelebraron tres de los nuevos sacerdotes de entonces: Fritz Zimmermann, Bernhard Schweiger y Rupert Berger, que al igual que los dos Ratzinger celebraron su primera misa en Traunstein el 8 de julio sucesivo. Otros, por la edad, no han podido asistir, mientras que la mayor parte de los amigos de aquel día vive ya en la comunión de los santos.

Y precisamente sobre la amistad -la amistad con Dios, la amistad cristiana, la amistad con toda persona humana- Benedicto XVI moduló su homilía, una meditación profunda sobre el sacerdocio dirigida a todos los fieles y a quienes quieran escuchar. Abriendo el corazón a las palabras de un hombre que ha dedicado y dedica cada día de su vida a descubrir la grandeza del amor de Dios y a buscar cada vez más su amistad. Para ir adelante, más allá de "los confines del ambiente en que vivimos, a llevar el Evangelio al mundo de los demás, para que impregne todo y así el mundo se abra para el reino de Dios". El Dios que se reveló definitivamente en Jesús de Nazaret, que es "amigo de los hombres" y quiere de sus discípulos un fruto que permanezca: el amor, que se puede sembrar en las almas.
Así, es providencial que este 60º aniversario del sacerdocio de Benedicto XVI, celebrado de forma tan comprometedora, coincida con los mismos días en que el periódico de la Santa Sede cumple un siglo y medio.

Indicando al diario que la senda es "seguir al Dios que se pone en camino, superando la pereza de quedarnos cómodos en nosotros mismos, para que él mismo pueda entrar en el mundo".

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Somos o no somos
Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).-Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título “Somos o no somos”.

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VER

El Congreso de Baja California Sur acaba de rechazar la petición que se le presentó de reconocer como un derecho humano fundamental el respeto a la vida humana desde su concepción; es decir, por mayoría de votos declararon legal el aborto. Es muy probable que esa mayoría de legisladores sean católicos, o al menos bautizados. Si es así, son totalmente incongruentes con la fe que recibieron y que quizá digan tener. Caso distinto a los legisladores de otros 18 Estados, donde han blindado constitucionalmente el derecho a la vida desde la fecundación.

Los crueles asesinatos ejecutados por las bandas narcotraficantes, inhumanos e inexplicables, son perpetrados por creyentes de diversas denominaciones religiosas, que incluso se atreven a pedir bautismos para sus hijos y misas por sus intenciones. Esparcir cadáveres torturados y decapitados en las entradas de las ciudades, colgarlos en los puentes peatonales, los secuestros, la ejecución de migrantes, la corrupción generalizada, la cooptación de autoridades, las ofensas y descalificaciones dolosas e inmisericordes entre candidatos a puestos públicos, nos avergüenzan como creyentes, pues parece que su fe recibida y declarada no les sirve para nada. ¿En qué se distinguen de un no creyente?

JUZGAR

El Papa Benedicto, al relanzarnos a una nueva evangelización, siguiendo las huellas de Juan Pablo II, habla de una “crisis de la vida cristiana”. ¿En qué se manifiesta? “La crisis conlleva los rasgos de la exclusión de Dios de la vida de las personas, de una indiferencia generalizada respecto a la fe cristiana misma, hasta el intento de marginarla de la vida pública. En las décadas pasadas todavía era posible encontrar un sentimiento cristiano general que unificaba el sentir común de generaciones enteras, crecidas a la sombra de la fe que había plasmado la cultura. Hoy, lamentablemente, se asiste al drama de la fragmentación que ya no permite tener una referencia unificadora; además, se verifica con frecuencia el fenómeno de personas que desean pertenecer a la Iglesia, pero que están fuertemente plasmadas por una visión de la vida en contraste con la fe… Ser cristiano no es una especie de vestido que se lleva en privado o en ocasiones particulares, sino que se trata de algo vivo y totalizante, capaz de asumir todo lo que de bueno existe en la modernidad” (30-V-2011).

En su reciente visita pastoral a Croacia, citó unas palabras dichas por el beato mártir Stepinac, en 1943: “Uno de los mayores males de nuestro tiempo es la mediocridad en las cuestiones de fe. No nos hagamos ilusiones. O somos católicos o no lo somos. Si lo somos, es preciso que se manifieste en todos los campos de nuestra vida”.

ACTUAR

Necesitamos convencernos de que es improrrogable una nueva evangelización, y no conformarnos con lo que tradicionalmente hacemos. No cerremos los ojos y el corazón a tantas personas bautizadas que están alejadas de la práctica religiosa, subyugadas por el atractivo de las drogas, del alcohol, del sexo, del negocio ilícito, de venderse como sicarios por unos cuantos pesos. No es cuestión sólo que deba combatir el gobierno, sino que es una interpelación a nuestra pastoral evangelizadora.

Nos dice el Papa: “Anunciar a Jesucristo único Salvador del mundo, es más complejo actualmente que en el pasado; pero nuestra tarea permanece igual que en los albores de nuestra historia. La misión no ha cambiado, así como no deben cambiar el entusiasmo y la valentía que movieron a los apóstoles y a los primeros discípulos… Subrayar que la Iglesia está llamada a realizar una nueva evangelización quiere decir intensificar la acción misionera para corresponder plenamente al mandato del Señor”.

Pero más que estrategias novedosas, lo que importa es “el estilo de vida de los creyentes”, como indicaba Pablo VI: “Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra, de santidad” (EN 41). Seamos más misioneros.

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Consideraciones ante el proyecto de ley español sobre el final de la vida
Por monseñor Mario Iceta Gavicagogeascoa
BILBAO, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).-Publicamos las consideraciones acerca del anteproyecto de ley sobre los derechos de la persona ante el proceso final de la vida presentado en España expuestas por monseñor Mario Iceta Gavicagogeascoa, obispo de Bilbao.

* * *

1. ¿No es mejor una ley que desarrolle integralmente los cuidados paliativos?

En primer lugar, me gustaría que utilizáramos los términos precisos. Se suele decir que es un anteproyecto de ley de muerte digna. Ahora bien, el anteproyecto de ley no habla de muerte digna, sino de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida. Me parece adecuado que se hable del término persona, y no simplemente individuo, y del proceso final de la vida, mejor que de muerte digna.

De entrada, la orientación que ofrecía el título del anteproyecto me pareció sugerente y me sumergí en su lectura con buen ánimo. Su estudio y reflexión me dejó una cierta sensación de perplejidad. Si se pretende elaborar una normativa, nada más y nada menos que con rango de ley, sobre el proceso del final de la vida, parecería más adecuado abordar íntegramente la cuestión de los cuidados paliativos. Ciertamente se habla de ellos en el artículo 11, dedicado al derecho al tratamiento del dolor. En dicho artículo se describe el derecho a recibir cuidados paliativos integrales de calidad, si bien se entienden dirigidos principalmente a la prevención y alivio del sufrimiento. Siendo esto positivo, es preciso recordar que la naturaleza de los cuidados paliativos va más allá y es mucho más amplia que el tratamiento del dolor y del sufrimiento.

En este sentido, me parecería mucho más interesante una ley integral de cuidados paliativos, que reconozca estos cuidados como especialidad médica –en la actualidad no lo es-, que sea asignatura obligatoria en la formación de los profesionales sanitarios –en la actualidad es optativa en algunas facultades-, que se desarrolle íntegramente su implantación en el sistema nacional de salud, sin olvidar la importantísima atención domiciliaria, y a la familia… Todas estas cuestiones son las que yo esperaría de una ley de atención a la persona ante el proceso final de la vida.

Creo que sería más oportuno una normativa que despliegue y desarrolle la atención integral del paciente en la fase final de la vida y de su familia, a través de la implantación decidida de los cuidados paliativos en toda su amplitud y todas sus dimensiones. Me parece que la atención familiar no debe quedar excluida. Cuando una persona enferma, su repercusión en la familia es enorme. Noches en el hospital, alteración de jornada laboral para atender al enfermo, estancias en centros sanitarios alejados del domicilio habitual y que obligan a familiares a desplazarse, atención domiciliaria que requiere el cuidado continuo del enfermo, etc. Por eso creo que debería procurarse una atención integral incluyendo en ella a la familia.

2. Algunos aspectos pueden ser utilizados con mentalidad proeutanásica.

Me llaman la atención algunos aspectos de este anteproyecto de ley, principalmente los artículos 6 sobre el derecho a la toma de decisiones, el 11 sobre el derecho al tratamiento del dolor, y el 17 sobre la proporcionalidad de las medidas terapéuticas. El artículo 6 considera la autonomía del paciente de un modo absoluto hasta el punto de concederle la capacidad de rechazar procedimientos médicos propuestos por los profesionales sanitarios, incluso a costa de poner en peligro inminente la propia vida, por lo que podría ser utilizado con una mentalidad proeutanásica. La misma dificultad aparece a la hora de abordar las medidas de soporte vital de las que se trata con ambigüedad en el artículo 17.

Con respecto a la sedación paliativa, abordada en el artículo 11, habría que recordar que existe un buen documento de la Organización Médica Colegial de febrero de 2009 titulado “ética de la sedación en la agonía”, en el que se aborda con exquisito equilibrio y de modo práctico esta cuestión y pueden ayudar a una reelaboración de dicho artículo en términos adecuados. De todas formas, todos estos aspectos, -criterios para instaurar o rechazar un tratamiento médico específico, sea la sedación paliativa, la hidronutrición o cualquier otro procedimiento-, deberían quedar dentro del ámbito propio, que es la relación del paciente con los profesionales sanitarios, por lo que una concreta y específica regulación legal, que sobre pasa dicho ámbito, podría considerarse excesiva. A este respecto, también la SECPAL, (sociedad española de cuidados paliativos), ha redactado diversos documentos y protocolos, eminentemente prácticos y bien fundamentados, que clarifican estos aspectos para una adecuada toma de decisiones, respetuosa con la lex artis, el criterio de ciencia y conciencia del profesional sanitario y la voluntad del paciente, todo ello en el contexto de la relación clínica, que es su ámbito propio.

3. La objeción de conciencia del profesional sanitario debe ser absolutamente respetada

En el anteproyecto de ley no se habla del derecho a la objeción de conciencia del profesional sanitario, pues no sólo habla del médico, sino de los profesionales sanitarios en general. El artículo 15.3 hace referencia a la exención de responsabilidad cuando con sus actuaciones cumplen la voluntad del paciente. Entiendo que este artículo concede una primacía desproporcionada a la voluntad del paciente, basada en una concepción maximalista de su autonomía sobre el criterio del profesional, ante la cual éste se ve obligado a proceder, distorsionando la naturaleza de la relación clínica, basada en la mutua confianza y el acuerdo común en alcanzar objetivos clínicos.

El texto no hace referencia al derecho del profesional sanitario de actuar siempre conforme a su conciencia y su criterio ético o profesional, y es un aspecto fundamental que no se puede obviar. Se habla más bien de que estos profesionales están obligados a respetar la voluntad del paciente y, en este caso, la ley les eximiría de cualquier responsabilidad, se supone legal. Pero en este asunto no se menciona la responsabilidad ante la propia conciencia y ante la competencia y criterio profesional, y ésta son cuestiones fundamentales e ineludibles. La dificultad de fondo subyace en el modo de concebir la verdadera naturaleza de la relación profesional sanitario – paciente. Da la sensación de que la ley la concibe desde una perspectiva contractualista, con una prevalencia excesiva de la autonomía del paciente, perdiendo de vista aspectos fundamentales de dicha relación que es eminentemente personal, presidida por la confianza mutua, la competencia profesional y calidad ética de los profesionales sanitarios, y el respeto y diálogo sincero en la búsqueda común del bien del paciente y los objetivos clínicos a alcanzar mediante la mutua colaboración.

4. La delicada cuestión del soporte vital y de la hidronutrición.

El texto, en el artículo 17.1, hace referencia a la lex artis como referencia fundamental del criterio clínico, si bien en la disposición final primera se pide la modificación de la ley 41/2002 sobre la autonomía del paciente, suprimiendo sorprendentemente dicha referencia. A continuación habla de evitar la adopción o mantenimiento de medidas de soporte vital carentes de utilidad clínica, manteniendo aquellas que garanticen su debido cuidado y bienestar. El problema estriba en qué medidas específicas considera la ley como soporte vital. Ha sido clásica la distinción entre tratamientos y cuidados, aunque actualmente es un tema sujeto a revisión.

Se ha considerado la hidronutrición como un elemento clave del soporte vital, pues es fundamental para el sostenimiento de la vida y debería entrar en lo que el texto denomina medidas que garantizan el cuidado debido. Ahora bien, en este artículo se introduce la variable de calidad de vida futura del paciente como criterio para la adopción o suspensión de medidas de soporte vital, sin distinguir los aspectos anteriormente mencionados. Es éste un concepto sobre el que se ha debatido mucho y es, por su propia naturaleza, ambiguo y difícilmente objetivable y por tanto, constituye una dificultad a la hora de abordar decisiones clínicas.

Sería un equívoco pensar que la dignidad del enfermo depende de la calidad de vida. Y en este sentido, no es adecuado hacer depender las medidas de soporte vital, principalmente la hidronutrición, de la valoración de la calidad de vida futura del paciente. Por eso, creo que es preferible evitar su inclusión en este artículo 17, que me parece clave en el texto. Dicho artículo, junto con el 11 y el 15, que están profundamente relacionados y con los que el artículo 17 se contradice en algunos aspectos, principalmente entre la lex artis, la competencia ética y profesional del profesional sanitario y la autonomía del paciente, precisan, a mi entender, una seria reformulación.

5. La eutanasia es indigna. No confundir eutanasia pasiva con suspensión de procedimientos fútiles.

La persona es siempre digna por su propia naturaleza, con independencia de la fase de la vida en la que se encuentra, o su estado de salud, y también en los compases finales de su existencia. Persona y dignidad son, en el fondo, conceptos redundantes. En cambio, el concepto de muerte digna es confuso y ambiguo. Por eso, como le decía, me parece adecuado que este anteproyecto de ley no caiga en esta ambigüedad. La eutanasia consiste en aquella acción u omisión que por su naturaleza e intención causa la muerte del paciente y en eso consiste precisamente su misma indignidad. La eutanasia busca la muerte del enfermo, bien mediante la instauración de un procedimiento que provoca la muerte, o bien mediante la omisión de un procedimiento adecuado y debido.

Hoy en día la confusión más extendida quizás se dé principalmente entre la eutanasia pasiva y la suspensión de un tratamiento fútil, que conllevan un juicio moral radicalmente distinto. En el primer caso, se busca la muerte del enfermo no iniciando o suspendiendo un procedimiento clínicamente indicado, y esto es éticamente inaceptable. En cambio, es lícita la suspensión de un tratamiento fútil. En este caso, el objeto moral de la suspensión consiste en retirar un tratamiento o procedimiento clínico que no proporciona ya ningún beneficio al enfermo e incluso prolonga innecesariamente una situación de agonía y sufrimiento, si bien de tal suspensión podría seguirse (aunque no necesariamente) la muerte del enfermo. Esta muerte no es nunca pretendida, ni querida ni buscada, y por ello la moralidad de este acto es esencialmente distinta a la de la eutanasia, que constituye siempre un mal moral.

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Documentación


Los obispos sacan la radiografía a Venezuela
Exhortación pastoral en el bicentenario
CARACAS, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la exhortación pastoral emitida por la Conferencia Episcopal de Venezuela al clausurar su asamblea plenaria con motivo del bicentenario, 5 de julio (1811-2011)

* * *

1.- La Carta Pastoral sobre El Bicentenario del 19 de abril, que compartimos el año pasado con todo el pueblo de Venezuela, tenía como objetivo ser memoria viva y agradecida del gesto heroico del inicio del proceso emancipador y, a su vez, propuesta de proyección en el presente y el futuro de nuestro país .

2.- Con la presente declaración, como Pastores de este pueblo, invitamos desde el evangelio de Jesús a todos los venezolanos a transformar nuestra sociedad, fracturada, agresiva y violenta, en otra que sea justa, respetuosa y unida. A convertir el poder en servicio y los bienes de la tierra en medios de vida y oportunidades para todos, en vez de utilizarlos como proyectos e instrumentos de lucha de clases y discriminación . El Concilio Plenario aprobó dos documentos claves y actuales para asumir la tarea de la reconstrucción del país: La contribución de la Iglesia a la gestación de una nueva sociedad y La Evangelización de la cultura en Venezuela .

MEMORIA AGRADECIDA DEL PASADO

3.- El 5 de julio es nuestra fiesta nacional por excelencia. Su celebración es una exigencia de justicia con las personas que, con su inteligencia, coherencia y fidelidad al espíritu de libertad, engendraron la patria. Esos hombres se comprometieron con sus vidas y bienes a construirla libre de vínculos coloniales. En su gesto brilló la fuerza de la civilidad, la autoridad de la inteligencia, el diálogo, la firmeza y el coraje. Su proyecto de república independiente e igualitaria no fue del todo explicitado, ni comprendido, ni puesto en práctica solidariamente, lo que llevó a la división en bandos ensangrentados y trajo consigo la desgracia de la guerra civil .

EL PRESENTE: DESAFIO A NUESTRA CAPACIDAD DE CONVIVENCIA PACIFICA

4.- La actual situación de nuestro país refleja distintas realidades. Por una parte, la globalización, un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones. Lamentablemente su cara más extendida y exitosa es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las otras dimensiones de la vida humana . Esa globalización, que es también comunicacional-mediática, se traduce en estructuras de poder y en cultura del consumo y del espectáculo. Ella es efecto y causa de la modernización, gracias a los avances de la ciencia y la tecnología, y nos pone ante un mundo cambiante, con nuevas necesidades y exigencias diferentes a las de las generaciones anteriores.

5.- Por otra parte, la regionalización e integración latinoamericana, de la que nuestro país es protagonista, ha sufrido altibajos, marchas y contramarchas, en las que ha privado una falta de visión y un exceso de politización, dando al traste con proyectos sólidos y de largo alcance que favorezcan las economías y la convivencia de nuestros pueblos. No obstante, en América Latina y El Caribe se aprecia una creciente voluntad de integración regional con acuerdos multilaterales, involucrando un número creciente de países que generan sus propias reglas en el campo del comercio, los servicios y las patentes . Sin embargo, el peligro de aislarnos por posturas ideológicas, más que por intereses comunes, es un escenario real.

6.- En este contexto, nuestro país, atraviesa una coyuntura sociopolítica que se hace cada día más difícil. En efecto, mientras muchas naciones viven un desarrollo sistemático, progresivo y acelerado, Venezuela sufre un constante deterioro económico social; lo que implica que estamos quedando fuera de la tendencia global de cambios que permitan un desarrollo sostenido .

7.- A lo anterior se añade lo que estamos viviendo en estos últimos días: el drama inhumano de las cárceles. La descomposición de estas instituciones es global y profunda. La ambigüedad en la defensa de los derechos humanos y la ineficiencia del Estado para dar una respuesta adecuada a tan vasta problemática, hacen presumir que la situación se le ha escapado de las manos a las autoridades y ha pasado a las de los mismos reclusos. Es tiempo ya de dar una solución definitiva y humanizadora al sistema penitenciario. Lamentamos la inestimable pérdida de vidas humanas en los hechos más recientes de violencia carcelaria.

8.- Otro hecho que llama a reflexión es el daño causado a imágenes religiosas en diferentes ciudades. Este insólito ataque representa un desprecio a las devociones más queridas del pueblo, y en la práctica, una negación de los valores trascendentes; esconde el mismo irrespeto a la vida y a la dignidad del ser humano. Es lo contrario de una vida digna, serena y pacífica.

9.- Ante tantos problemas que vivimos a nivel personal, familiar y social, corremos el peligro de dejarnos invadir por el pesimismo debido a la falta de propuestas concretas con una nueva visión de país. El pesimismo puede llevarnos a una desilusión parecida a la de los discípulos de Emaús, quienes, entristecidos por la muerte de Jesús, caminaban sin esperanza . No podemos sucumbir a la tentación de la indiferencia, la resignación o la huida de la realidad. Frente a estos peligros nos alienta e impulsa la presencia del Señor en nuestras vidas, la fuerza de su Espíritu y el Pan de vida de la Eucaristía, como lo proclamamos gozosamente en el IV Congreso Eucarístico Nacional que acabamos de celebrar.

EL BICENTENARIO COMO MOTIVACION PARA EL CAMBIO

10.- Hemos sido y seguimos siendo un pueblo profundamente solidario, fraterno, trabajador y abierto a los demás, sin distinción de color, procedencia, credos o preferencias políticas. La tolerancia es una virtud del venezolano. Los problemas públicos suelen enfrentarse con paciencia y hasta con ánimo jocoso. Pero esta actitud no es suficiente. No debemos perder la capacidad de crítica ni de asombro ni de reacción moral; no podemos permanecer de brazos cruzados ante una situación que hiere las fibras humanas y espirituales más hondas de toda la sociedad venezolana.

11.- La parábola evangélica del Buen Samaritano , que expresa la actitud que Jesucristo reclama a sus oyentes: anda y haz tú lo mismo , nos ilumina para unir esfuerzos y levantar al país. La conmemoración del Bicentenario del 5 de julio nos brinda la ocasión de hacer propuestas, como ciudadanos y pastores, que aspiramos se conviertan en criterios de renovación social de Venezuela.

12.- Primero, es urgente recuperar entre todos el respeto y la promoción de la inviolable dignidad de la persona humana y de todos sus derechos. Sigamos el ejemplo de tanta gente desinteresada que, movida por un profundo sentido humanista y por las exigencias superiores de la fe religiosa, trabaja por los derechos humanos, la dignificación de las cárceles y la superación integral de los más pobres. El Estado, a su vez, tiene que demostrar capacidad y eficiencia para construir y cuidar los servicios básicos dignos: desde la recolección de la basura hasta la atención médica; una infraestructura confiable de la vialidad, el servicio eléctrico sin interrupciones, el trato humano adecuado en la oficina pública o privada, en el mercado o en el estadio, en el hogar y en el vecindario. En una palabra, dar respuesta satisfactoria a las necesidades del pueblo.

13.- Segundo, valorar una cultura del trabajo y de la colaboración solidaria en la producción y gestión de la riqueza. Se crece y madura como persona en el trabajo tesonero y en el aporte real de nuestras capacidades al bien común. Tenemos que superar la anticultura de la dádiva, de las colas interminables para recibir los mendrugos de una asignación o beca de la autoridad de turno. No podemos seguir con una vida parasitaria que se mueve al vaivén de quien tiene para repartir. No puede ser el clientelismo el que conceda empleos a quienes no son capaces o no estén suficientemente preparados para una determinada tarea y lo único que pueden mostrar es su afecto o compromiso con una línea política. La capacitación laboral de calidad y las oportunidades de empleo deben ser los parámetros de una cultura que aprecie el sentido pleno del trabajo productivo.

14.- Tercero, revalorizar la ciudadanía. Ser ciudadano es responsabilizarse de la vida y de la marcha de la comunidad. Participar activa y conscientemente en todos los espacios de la vida social. El país que queremos necesita del protagonismo de todos, en el que la meta principal ha de ser el bien común. Ciudadanía es también sinónimo de respeto al pluralismo y promoción de la convivencia democrática.

15.- Cuarto, ser discípulos de la verdad, el bien y la gratuidad. Solo la verdad nos hace libres . No transitemos por los caminos del facilismo, la mediocridad, el engaño o la manipulación. Necesitamos ver y reconocer un sinnúmero de ejemplos a nuestro alrededor, que nos muestran cómo se puede pensar en el bien del otro antes que en el propio beneficio.

16.- Quinto, corresponder a un país necesitado de auténtica reconciliación. Como creyentes estamos ante la gran oportunidad de manifestar el valor religioso del perdón, de la superación de los odios y resentimientos, para dar espacio a la acogida, a la sanación de actitudes, que nos lleven a incluir e integrar y a ser capaces de trabajar en común a pesar de las diferencias. La ética cristiana invita a alcanzar metas altas y exigentes, siempre con dulzura, delicadeza, y premura de quien desea el bien de las personas a quienes se dirige.

17.- Sexto, asumir como venezolanos y cristianos los desafíos de:
-- Integrar en nuestras vidas el proceso de conversión y renovación espiritual, moral, intelectual, en la familia, la comunidad y la Iglesia, en la línea de un compromiso mayor para transformar la realidad actual del país;
-- profundizar la opción preferencial por los pobres, ejercer un influjo real de transformación hacia un sistema económico más justo, más solidario y más propicio al desarrollo integral de todos;
-- promover la solidaridad cristiana y defender los derechos humanos ante las frecuentes violaciones de los mismos;
-- reconstruir la democracia, promoviendo la participación y organización ciudadana;
-- renovar la labor de evangelización del ámbito cultural, defendiendo y promoviendo los valores humanos .


CONCLUSION

18.- La celebración del Bicentenario del 5 de julio del año 1.811 nos exige escribir de nuevo el Acta de la Independencia encarnando en cada uno de nosotros los postulados que la constituyen: como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra. Con la convicción de que la búsqueda de nuestro propio bien y utilidad no se quiere establecer sobre la desgracia de nuestros semejantes.

19.- Caminemos por la senda de la fraternidad y el respeto. Busquemos el bien y la utilidad común, sin menoscabo de los demás, de los que no piensan como nosotros. No repitamos los errores que condujeron al fracaso y a la guerra. Profundicemos la vía de la gratuidad, del servicio desinteresado. Como el samaritano del camino que se fue sin esperar reconocimientos ni gratitudes. La entrega desinteresada fue su satisfacción frente a Dios y ante sí mismo. Es lo que pedimos para todos: en especial, para el pueblo llano y sencillo, creyente y amante de la paz, auténtico depositario de la soberanía, integrado por personas libres y de invalorable dignidad.

20.- Quédate con nosotros porque ya es tarde y el día se acaba, le dijeron a Jesús los dos discípulos de Emaús; su actitud de desesperanza cambió al descubrir que era Jesús Resucitado aquel que les acompañaba y con quien conversaban. Dejémonos convocar por el gesto profundo de Cristo, compartiendo el pan, fruto del sacrificio y del trabajo común.
Los mejores logros en la vida bicentenaria del país, sólo se obtienen afirmando el sistema democrático, superando las diferencias políticas y aceptando el diálogo, no exento de tensiones, como vía de convivencia pacífica. Animémonos a vivir de esta manera; y comprometámonos, cada quien desde su propia responsabilidad, a construir entre todos un país mejor.

Con nuestra bendición episcopal y la seguridad de la maternal protección de María Santísima de Coromoto.

Los Arzobispos y Obispos de Venezuela

Caracas, 29 de Junio de 2011, solemnidad de San Pedro y San Pablo

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Obispos de Centroamérica, el Caribe y Norteamérica sobre migración
Declaración de la reunion celebrada en San José de Costa Rica
SAN JOSÉ, sábado, 2 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración de los obispos católicos participantes en la reunión sobre migración en Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, emitida el 3 de junio en San José de Costa Rica.

* * *

Nosotros, Obispos católicos responsables de las comisiones de movilidad humana reunidos en San José, Costa Rica, del 1 al 3 de junio de 2011, unidos a religiosos, religiosas, laicos, laicas, participantes de CELAM y de Cáritas Internacional, comprometidos con la realidad migratoria, expresamos nuestra solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que migran en busca de una mejor vida en esta región.

Testigos del gran sufrimiento que viven las personas migrantes de nuestros países y regiones, quienes son víctimas de explotación y abuso por parte de varios actores (funcionarios públicos, empleadores sin escrúpulos y organizaciones criminales), nuevamente exigimos a nuestros gobiernos hacerse responsables de la protección legal a los y las migrantes, incluyendo a quienes buscan trabajo, solicitan asilo, refugio y han sido víctimas de Trata de Personas. Pedimos especial atención y protección para familias, mujeres y niños.

Reconocemos el derecho de soberanía de las naciones para legislar sin embargo, consideramos injustas e inhumanas y, por lo tanto, objeto de cambio o supresión, las leyes que provocan la separación de familias migrantes, detenciones arbitrarias y amenazas a la vida. Todas estas consecuencias se ven reflejadas en:

El incremento de la violencia en los secuestros por parte del crimen organizado de las personas migrantes. El dramático incremento de secuestros y homicidios de migrantes en México, cometidos por organizaciones criminales, demandan una respuesta urgente.

La masacre de 72 migrantes en Tamaulipas, México, el año pasado y los descubrimientos más recientes de más de 200 personas –muchas de ellas migrantes-en el norte de México, representan una terrible tragedia que ha recibido poca atención por parte de las autoridades gubernamentales.

Estos asesinatos y secuestros continúan en la impunidad. Las personas migrantes que han sido secuestrados y luego liberados han experimentado traumas severos y todavía no reciben ningún tipo de atención ni servicio; ellas deberían recibir cuidado específico para víctimas en México o en su país de origen. Exigimos a nuestros gobiernos que trabajen juntos para reducir el peligro que padecen las personas migrantes y que castiguen a los responsables de estos crímenes. Hacemos un llamado a los gobiernos y nuestros hermanos a concientizar a las personas migrantes sobre la peligrosidad de las organizaciones criminales que operan en México y a no dejarse engañar por ellas.

El incremento en las deportaciones entre Estados Unidos y México. El gobierno de Estados Unidos apoyado por su Congreso ha deportado una cantidad record de migrantes en los últimos dos años, a pesar de la petición realizada por la Iglesia Católica, para trabajar en la reforma de la ley de migración que incluiría la legalización de los trabajadores indocumentados y sus familias. Urgimos al Gobierno de los Estados Unidos cambiar el curso de sus acciones y proteger a los migrantes y sus familias independientemente de su status migratorio.

De la misma manera, en México han aumentado las deportaciones, los migrantes han recibido un duro tratamiento y casi nulo acceso al debido proceso. El Gobierno mexicano pierde credibilidad cuando busca protección para sus ciudadanos en otros países pero no la provee para los inmigrantes en México.

La tragedia de la Trata de Persona. Aquellos que viven en pobreza continúan siendo víctimas de la Trata de Persona en nuestro hemisferio, sobre todo representan un alto grado de vulnerabilidad los niños y niñas migrantes no acompañados, que en muchos casos son víctimas en los países de tránsito y destino. Ciertamente se han realizado pasos importantes en los últimos diez años para enfrentar este problema humanitario que no son suficientes. Expresamos nuestro apoyo a los esfuerzos contra la Trata de Personas y el aumento en la atención de víctimas. Urgimos la vigilancia de parte de los gobiernos y nuestros compatriotas en la lucha en contra de esta tragedia hasta que sea eliminada de nuestro hemisferio y del mundo entero.

Crecimiento de la inequidad económica. Como hemos sostenido en el pasado, la solución a la migración es el desarrollo y las oportunidades económicas en todo el hemisferio, de tal manera que las familias puedan encontrar trabajo y vivir con dignidad en sus países de origen. Mayor atención debe ponerse a la inequidad económica, especialmente cuando la integración económica y los acuerdos de libre comercio son abordados entre países del hemisferio.

Estos acuerdos favorecen algunos sectores económicos pero excluyen a otros. Un gran número de trabajadores, particularmente en las zonas rurales pobres en los países en desarrollo, frecuentemente son despojados de su medio de subsistencia debido que tales acuerdos no toman en cuenta sus intereses.

Más importante aún, es que los gobiernos del hemisferio provean y fomenten la inversión social y pongan su atención en la creación de empleos y la satisfacción de necesidades de salud, educación, vivienda y seguridad social. El desarrollo económico y social sostenible debe ser la meta más importante del hemisferio.

Los efectos de la globalización en las personas. Vivimos en un tiempo en que los bienes, el capital y la comunicación se intercambian globalmente en poco tiempo. Sin embargo, las personas en movimiento que proveen de fuerza de trabajo para mantener el crecimiento económico no reciben protección legal. Nuestros gobiernos no pueden continuar beneficiándose del trabajo de las personas sin documentos sin ofrecerles protección legal.

Los países de origen se benefician enormemente de las remesas enviadas por los migrantes, pero sin compromisos verdaderos que transformen la realidad de las personas migrantes y sus familias, a través de obras de desarrollo y promoción humana integral, para ellas y las comunidades. Los países de destino obtienen beneficios del trabajo de los migrantes pero se resisten a darles protección y en ocasiones los utilizan como objetos durante los procesos electorales. Las autoridades en países de destino también someten a los migrantes a duros y difíciles procesos migratorios y no los protegen de la explotación y el abuso, permitiendo con ello el irrespeto de la dignidad de la persona.

En tanto que es un tema moral, esta situación no puede continuar. Urgimos a las naciones que no han ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Trabajadores Migrantes y sus familias, aprobarla y armonizar su legislación, y crear políticas públicas que reflejen el espíritu de la Convención para las personas migrantes independientemente de su status migratorio.

El incremento en las amenazas a agentes de la Pastoral de Migrantes en su carácter de defensores y defensoras de derechos humanos. Este es un drama que ha aumentado en México, como una cacería para tantos hombres y mujeres cuya labor pastoral hermana y solidaria, se ha convertido en amenaza, sobre todo para la bandas criminales y algunos funcionarios coludidos con ellos, que han perdido el sentido de ver a la persona y ven en el migrante una mercancía de lucro.

Algunos agentes de la pastoral, pese a encontrarse con amenazas de estos criminales, han asumido su compromiso de fe con valentía y han defendido con su propia vida y con celo a los migrantes, como el pastor defiende a la oveja del lobo que se la quiere tragar.

A estos hermanos/as les agradecemos su testimonio de fe, les exhortamos a seguir siendo fieles al Señor Jesús; al mismo tiempo, urgimos a las autoridades correspondientes fomentar, respetar y reconocer los santuarios de migrantes, que lo único que buscan es ser una Casa Grande donde todos/as son hermanos y hermanas, hijos/as de un Padre común.

El proceso de recuperación de Haití. Urgimos la continua colaboración para la recuperación de Haití, la nación más pobre del hemisferio, tras el terremoto de enero de 2010. Apremiamos a las naciones a proteger a los haitianos que residen en su territorio y a continuar la asistencia económica a Haití. Felicitamos a las naciones que ofrecen protección ampliada para los haitianos en sus territorios.

Sin embargo, nos preocupan las nuevas deportaciones de migrantes haitianos hacia Haití en un contexto de inseguridad económica y política. Las naciones que han renovado las deportaciones deberían detenerlas hasta que Haití se recupere y esté en condiciones de recibirles.

Como Pastores y acompañantes, continuaremos defendiendo los derechos de los migrantes en nuestro hemisferio y visibilizando sus necesidades. Mientras apoyamos la implementación de la ley en nuestros países también trabajamos para que estas leyes sean justas para todos los seres humanos, especialmente para aquellos que no tienen poder político ni tienen quién les represente. Pedimos a los católicos y a todas las personas de este hemisferio que nos acompañen en esta tarea. Llamamos a los católicos a acoger a los migrantes, actitud que forma parte de nuestra fe y nuestro compromiso cristiano.

Como seguidores de nuestro Señor Jesucristo continuamos “acogiendo al extranjero” tal como él nos enseño: haciendo vida la escena de la persona que cae en manos de bandidos y el paso de una buena persona, que hace las veces de Jesús: vendó sus heridas…y cuidó de él (Lc. 10, 25­37), e invita a hacer lo mismo: cuida de él, porque “lo que hayas hecho a uno de nuestros pequeños, me lo hiciste a mí (Mt.25, 35-40).

Mons. Ángel Sancasimiro

Obispo de Alajuela

Responsable de la Movilidad Humana

Conferencia Episcopal de Costa Rica

Mons. Rafael Romo Muñoz

Arzobispo de Tijuana

Responsable de la Movilidad Humana

Conferencia Episcopal Mexicana

Mons. Pedro Valera Sever

Obispo Aux. Arquidiócesis de Panamá

Responsable de Pastoral Social

Conferencia Episcopal de Panamá

Mons. Anthony B. Taylor

Diócesis de Little Rock, Arkansas

Conferencia Episcopal de Estados Unidos

Mons. Pedro Hernández Cantarero

Obispo del Vicariato de Darién

Encargado de Migración

Conferencia Episcopal de Panamá

Mons. Álvaro Ramazzini Imeri

Obispo de San Marcos

Responsable de la Movilidad Humana

Conferencia Episcopal de Guatemala

Mons. Joseph Bonello

Obispo Auxiliar de Juticalpa

Responsable de la Movilidad Humana

Conferencia Episcopal de Honduras

Mons. Raúl Vera López

Obispo de Saltillo

Conferencia Episcopal Mexicana

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