20.07.11

Mons. Novell anticipa lo que va a ser general en menos de nada

A las 12:11 AM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

He leído en este mismo portal que el obispo de Solsona, Mons. Novell, “pide a sus sacerdotes que dejen de celebrar las Misas a las que apenas acuden fieles”. ¿Las razones? Parecen de sentido común: “Esta diócesis tiene unos setenta párrocos en activo, con una media de 72 años, que se hacen cargo de 174 iglesias, muchas de las cuales son pequeñas”.

Es decir, el obispo de Solsona toma nota de la realidad – con la que se encuentra, que él no ha creado - e intenta responder, de modo razonable, a los desafíos que la situación plantea. No es poco mérito. Si un padre o madre de familia, pongamos por caso, pasa de ganar 3.000 euros al mes a ganar 700 pensará, sí, cómo volver a ganar 3.000 euros, pero pensará, ante todo, cómo administrar los 700.

El baremo que fija el obispo es verdaderamente “mínimo”: dejar de celebrar la Misa “en las parroquias con menos de 12 asistentes”. Igualmente, señala que “se supriman las misas poco concurridas en las iglesias que celebran más de una Eucaristía cada domingo". Y observa que “no es humano pedir a párrocos de más de 80 años que vayan a los pueblos a Misa con pocos asistentes".

No faltará quien venga a recordar lo que todos sabemos: que hay Misa válida y santa y fructífera con un solo fiel que asista, o incluso sin ningún asistente. Siempre está toda la Iglesia. Muchas veces a mí me ha tocado celebrar la Misa sin asistencia de más fieles y jamás he dudado de su valor. Pero no es eso lo que está en discusión. De lo que se trata aquí es de la responsabilidad de un obispo diocesano que ha de hacer compatibles las necesidades de los fieles y el número de sacerdotes realmente disponibles para atenderlas.

Sin embargo, si lo pensamos a fondo, el problema no es el descenso del número de sacerdotes. La dificultad seria, objetiva, innegable, es el descenso del número de fieles cristianos – entendámonos: también el sacerdote es un fiel cristiano - . No han descendido, proporcionalmente, ni los sacerdotes ni las vocaciones. Han descendido los católicos. Hay menos católicos y muchos menos católicos practicantes.

El esquema vigente en España, basado en una correspondencia casi automática entre el número de habitantes de un pueblo o de una ciudad y el número de fieles, es, a día de hoy, una farsa. En muchas diócesis, las parroquias contribuyen económicamente al sostenimiento del obispado no en función de los católicos que van a la iglesia, sino en función del número de personas que habitan un territorio.

No tiene ningún sentido mantener este engaño. Sobran templos, sobre todo en medios urbanos. En los años 70, años de crecimiento de la población, se crearon por todas partes nuevas parroquias, en la certeza o en la esperanza de que también el número de fieles iría en aumento. No ha sido así. Y creo que era previsible que no iba a ser así. En buena parte de nuestras ciudades una distribución razonable de la atención a los fieles pasaría por retrotraer los límites parroquiales a los que estaban vigentes en los años 50. Es decir, muchas menos parroquias, pero mejor atendidas.

Un sacerdote no puede, el Código de Derecho Canónico se lo impide, celebrar el domingo más de tres veces la Santa Misa. Lo impide el Código y lo impide la valoración de la importancia objetiva de la Misa. Y es que, además, un sacerdote no es una máquina expendedora de sacramentos, sino un ministro de Cristo que ha de enseñar, regir y santificar. Y para cumplir responsablemente ese triple ministerio necesita orar, estudiar y reflexionar.

Lo que Mons. Novell ha iniciado se va a generalizar, guste o no, en muy poco tiempo. En menos de 15 años, gran parte de los sacerdotes que hoy desempeñan su ministerio en España habrán muerto. En menos de 15 años, gran parte de las parroquias hoy abiertas serán hasta económicamente inviables. En menos de 15 años, no se podrá hacer lo que hoy se hace: añadir un cargo más, una parroquia más, a quien ya está saturado.

Nada de esto debe llevar al desánimo o a la desesperación. Ni a la falta de fe. La Iglesia va a seguir, pero no va a seguir con la misma estructura sociológica. Si el día de mañana los templos se llenan a rebosar, los matrimonios tienen hijos y los educan en la fe… si eso sucede, si el ambiente se vuelve menos pagano, se volverán a crear nuevas parroquias.

Mientras tanto, concentración en lo esencial. Hacer lo que se pueda y hacerlo del mejor modo posible. Y rezar. Rezar para que la débil candela de la fe no se extinga y para que el Señor envíe obreros a su mies. Y no pretender que cuatro o cinco hagan, necesariamente mal, lo que tendrían que hacer cuarenta o cincuenta.

Guillermo Juan Morado.