21.07.11

Contra cierta forma de capitalismo

A las 12:19 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

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Hace unos días un comentarista sugirió que escribiera sobre el capitalismo y sobre el neoliberalismo. Al que esto escribe le daba la impresión de que no estaba muy de acuerdo con tales doctrinas pero que estaba, tal persona, en la creencia, de que la Iglesia católica es favorable a las mismas.

Eso pasa por no conocer la verdad de las cosas.

Por eso, al igual que pasa con la política, suele ser argumento usual el oír o leer que la Iglesia católica poco tiene que ver con los aspectos económicos de la vida ordinaria y que, por lo tanto, no es apropiado que pueda inmiscuirse en ellos.

Sin embargo, quien dice esto no conoce, para nada, la doctrina fijada por el beato Juan Pablo II al respecto de la economía y, digamos, entonces, el pensar de la Esposa de Cristo al respecto.

En la Encíclica Sollicitudo rei socialis, de 1987 dejó escrito que “La Iglesia no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo. Pero la Iglesia es ‘experta en humanidad’ y esto la mueve a extender necesariamente su misión religiosa a los diversos campos en que los hombres y mujeres desarrollan sus actividades, en busca de la felicidad, aunque siempre relativa, que es posible en este mundo, de acuerdo con su dignidad de personas

Por lo tanto, existen razones más que suficientes como para comprender que la intervención de la Iglesia católica en la economía también es necesaria:

1.-La consideración de la Iglesia católica como “experta en humanidad”.
2.-La extensión de la felicidad a todo el género humano.
3.-La consideración de la dignidad de la persona como elemento integrante de su vida ordinaria.

Pero es en su encíclica Centesimus annus (CA), de 1991 donde mejor se hace referencia al tema de la economía desde el punto de vista católico.

Sabemos, por ejemplo, que la economía es algo importante para el ser humano. Sin embargo, “No es malo el deseo de vivir mejor, pero es equivocado el estilo de vida que se presume como mejor, cuando está orientado a tener y no a ser, y que quiere tener más no para ser más, sino para consumir la existencia en un goce que se propone como fin en sí mismo” (CA 36)

Y es que, para un católico, la diferencia entre el tener y el ser debe ser perfectamente entendida: hay que ser antes que tener.

Por eso, “En efecto, la economía es sólo un aspecto y una dimensión de la compleja actividad humana. Si es absolutizada, si la producción y el consumo de las mercancías ocupan el centro de la vida social y se convierten en el único valor de la sociedad, no subordinado a ningún otro, la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, limitándose únicamente a la producción de bienes y servicios” (CA 39)

Entonces, reconociendo que la economía es importante para el ser humano, también ha de ser importante saber a qué sistema económico hay que acogerse.

Por eso dice el Papa polaco que “Da la impresión de que, tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado es el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades. Sin embargo, esto vale sólo para aquellas necesidades que son ‘solventables’, con poder adquisitivo, y para aquellos recursos que son ‘vendibles’, esto es, capaces de alcanzar un precio conveniente. Pero existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas. Además, es preciso que se ayude a estos hombres necesitados a conseguir los conocimientos, a entrar en el círculo de las interrelaciones, a desarrollar sus aptitudes para poder valorar mejor sus capacidades y recursos. Por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad”.

En realidad, el valor cristiano del dinero bien lo dio a entender Jesucristo: no hay que hacer un mal uso, egoísta, de él.

Por eso, “La Iglesia reconoce la justa función de los beneficios, como índice de la buena marcha de la empresa. Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido satisfechas debidamente. Sin embargo, los beneficios no son el único índice de las condiciones de la empresa. Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad” (CA 35)

Y, en resumidas cuentas, “la Iglesia ofrece, como orientación ideal e indispensable, la propia doctrina social, la cual —como queda dicho— reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica que éstos han de estar orientados hacia el bien común” (CA 43)

Es decir, que la Iglesia católica reconoce la importancia de la economía pero no por eso puede permitir que se produzcan desviaciones de la misma hacia alguno de los polos opuestos de la misma y tiene el bien común como elemento fundamental de la vida del ser humano.

Resulta, por lo tanto, algo equivocado sostener y creer que la Iglesia católica se posiciona a favor del capitalismo, de cualquier tipo de capitalismo. Si esto se hace sin ninguna reflexión más no deja de ser una opinión que carece de fundamento.

Ahora bien, si lo que se pretende es decir que la Iglesia católica no está a favor de un sistema como el marxismo que tanto daño ha hecho a la humanidad económica y políticamente… entonces es bien cierto que seguro que esto es así. Contra tal sistema y contra la, digamos, aplicación católica de la misma que no es más que la Teología de la Liberación. Contra tal tipo de teología sí debe estar en contra la Iglesia católica, sus pastores y sus fieles. Y lo debe estar porque es, en realidad, una aplicación de principios izquierdistas a lo que es un ser religioso y creyente en Dios Todopoderoso.

Contra esto también está la Iglesia porque, en realidad, el comentarista citado arriba seguramente se refería a eso.

Eleuterio Fernández Guzmán