Le llamaban “Luk Ngai”, el padre de los pobres

Fallece en China el misionero jesuita español Luis Ruiz, a los 97 años

Figura de Macao y fundador de lo que hoy conocemos como sistema de servicios sociales

Redacción, 27 de julio de 2011 a las 10:41

 

(OMPRESS).-Ayer fallecía en Macao, China, a los 97 años el misionero jesuita Luis Ruiz Suárez. Como reconocía el periódico local Macau Daily Times "sin duda una de las figuras más importantes de Macao, fundador de lo que hoy conocemos como sistema de servicios sociales". La mayoría lo conocían por su nombre chino "Luk Ngai", "padre de los pobres", por su dedicación a los más pobres de los pobres.

Nacido en Gijón en 1913, como jesuita tuvo que abandonar España, al suprimir la República Española la Compañía de Jesús en 1932. Para seguir siendo jesuita tuvo que exiliarse con sus hermanos de congregación. Fue destinado a Cuba, al colegio de Belén, y entre sus alumnos, estuvo Fidel Castro.

Llegó a China en 1941, donde pasaría los siguientes 70 años, por lo que vivió los terribles años de la ocupación japonesa. Tras la fundación de la República Popular China en 1949 el padre Ruiz fue detenido y, durante su arresto, estuvo a punto de morir, ya que contrajo el tifus. Fue expulsado a la entonces colonia portuguesa de Macao, donde se dedicó a ayudar a los refugiados que huían de la China comunista.

Los refugiados llegaban a nado con lo que podían llevar flotando. La situación era desesperada por el número de personas a las que atender. El padre Luis abrió las casas de los jesuitas y se volcó en aquellas personas que carecían de todo, gracias a las ayudas que empezó a obtener del extranjero. Les ayudó a conseguir papeles, encontrar trabajo y dar educación a sus hijos. Creó las primeras residencias para ancianos y casas de acogida para personas con problemas mentales.

En los años ochenta, tras conseguir los permisos oportunos del gobierno chino, logró establecer en la China continental más de un centenar y medio de centros para atender a 10.000 leprosos, que vivían en situación de absoluto abandono. En esta labor contó con la inestimable asistencia de varias congregaciones de religiosas que acudieron a sus llamamientos de ayuda. Su incansable labor con los leprosos ha hecho que muchos lo comparen con la Madre Teresa de Calcuta. Como dijo en diversas ocasiones: "No hay alegría mayor que la de servir a los demás. Sus rostros y sonrisas son la mayor recompensa".

En el 2005, aceptó el ofrecimiento del gobierno de la provincia china de Hunan para crear un centro para enfermos de sida. El centro se estableció en Hongjian. Todo sin abandonar su dedicación al resto de obras que había creado, por lo que cuando se le preguntaba por la posible falta de fondos para sostenerlas solía decir: "Siempre he confiado en la ayuda de Dios porque no hay otra forma de explicar que hayamos sobrevivido económicamente a lo largo de los años".

El funeral por este gran hombre de Dios tendrá lugar el 3 de agosto en la Catedral Católica de Macao.