Resulta más urgente que nunca una "mediación internacional responsable"

Monseñor Veglió: "Es inhumano permanecer indiferentes"

"Es verdad que tal vez sea ya demasiado tarde"

L'Osservatore romano, 04 de agosto de 2011 a las 19:01

(L'Osservatore romano).- «No hay peor sordo que el que no quiere oír y no hay peor ciego que el que no quiere ver». Cobran actualidad las palabras de estos antiguos proverbios de la sabiduría popular, ante las excesivas dudas de la comunidad internacional para intervenir eficazmente a fin de resolver la dramática situación en los países del Cuerno de África, denunciada por el arzobispo Antonio Maria Vegliò, presidente del Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, en esta entrevista a nuestro periódico. Se está actuando demasiado tarde, dice, y no hay nadie que dé la impresión de «querer verdaderamente entrar en la situación» para buscar una solución. «También las ayudas humanitarias acaban con demasiada frecuencia en la red de la lucha intestina que ensangrienta al país y no llegan a la población necesitada. Resulta más urgente que nunca una «mediación internacional responsable».

El domingo pasado el Papa hizo su enésimo llamamiento en favor de las poblaciones del Cuerno de África. Recordó explícitamente que el Evangelio prohíbe la indiferencia ante quien pasa hambre y sed. ¿Puede enmarcar estas palabras en la realidad de la situación en esos países?

 

 El Evangelio, con sus eneñanzas, guarda siempre relación con los aconteciemientos de la sociedad. Por ello, hoy como ayer, nosotros los cristianos debemos mirar a la luz de la buena nueva todos los aspectos de la vida y lo que acontece a nuestro alrededor. La indiferencia es absolutamente contraria a los principios del Evangelio, que nos pide seguir el ejemplo y las eneñanza de Jesucristo, que nos invita a practicar la justicia y amar la piedad (cf. Mi 6, 8). Sirviendo a los demás reconoceremos a Cristo en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas (Mt 25, 45). En junio de 2005, el Papa Benedicto XVI dijo en el Ángelus: "La atención amorosa de los cristianos hacia quienes están en dificultades y su compromiso en favor de una sociedad más solidaria se alimentan continuamente con la participación activa y consciente en la Eucaristía. Quien con fe se alimenta de Cristo en la mesa eucarística asimila su mismo estilo de vida, que es el estilo del servicio atento especialmente a las personas más débiles y menos favorecidas. En efecto, la caridad operante es un criterio que comprueba la autenticidad de nuestras celebraciones litúrgicas" (Ángelus, 19 de junio de 2005: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 24 de junio de 2005, p. 1).

 En Somalia una prolongada sequía ha generado una gravísima situación, definida oficialmente "carestía". Durante meses la comunidad internacional –de hecho, todo aquel que haya seguido la situación– sabía lo que luego sucedería, es decir, el advenimiento de una difundida carestía, que ha llevado a un 20% de las familias a tener que afrontar una reducción extrema de los bienes alimentarios, con niveles de aguda malnutrición superiores al 30%. Un drama donde el índice de mortalidad diario es de más de dos personas por cada 10.000.

También antes de la carestía la situación era dramática en los campos de refugiados para los niños de menos de cinco años, a causa de la alimentación insuficiente sobre el nivel de emergencia.

 

Según su parecer, ¿es suficiente el compromiso asumido por la comunidad internacional, considerando sobre todo la situación en Somalia, donde existe esa especie de economía paralela que se desarrolla precisamente en torno a las ayudas humanitarias, en un país dominado por los clanes?

 

Es verdad que estamos tarde, tal vez demasiado  tarde. Lamentablemente esto está vinculado a la historia complicada de Somalia. Durante muchos años este país no tuvo Gobierno. Se han realizado numerosos intentos buscando la paz, trece de los cuales al menos fueron muy serios. El Gobierno ad interim parece que no funciona y diversos grupos islámicos siguen combatiendo con ulteriores violencias y derramamiento de sangre. Recordemos que en 1991 muchas ayudas alimentarias fueron saqueadas por  distintas facciones militares. Tampoco podemos olvidar los acontecimientos trumáticos de 1993, cuando los cuerpos de los soldados fueron arrastrados por las calles de Mogadiscio. Estos hechos son suficientes para comprender el motivo por el cual nadie quiere entrar verdaderamente en la situación.

 

 Se registran muchas dificultades en el camino de la pastoral juvenil porque en aquellos países la generación de los jóvenes ha madurado en un clima de guerra civil constante,  que persiste desde hace más de veinte años. ¿Qué se puede hacer para ayudar a los jóvenes a entender que para realizarse no es necesario empuñar una metralleta?

 

Esta es una pregunta muy difícil. Sé que en varias diócesis (come en la República democrática del Congo, Sierra Leona y Liberia) se organizan cursos de integración para los jóvenes excombatientes. Esto se ha hecho después de los conflictos: se prepara a los jóvenes para insertarse en la sociedad. Una de las fases principales es la reconciliación, que les  permite ser aceptados por la sociedad y por la propia familia. Esto facilita la integración. Además, se ofrece la posibilidad de asistir a la escuela o de recibir formación profesional. Lamentablemente –repito- todo esto se ha realizado sólo después de los conflictos. A veces, son los más jóvenes quienes deciden escapar hacia otras regiones del país o dejar el propio país pidiendo asilo.

Para evitar que sean reclutados por la fuerza, una posibilidad podría ser la de hacer que a esas personas que buscan enrolarlos se las considere responsables y se las persiga penalmente. Esto es posible a través del Protocolo facultativo de la Convención sobre los derechos del niño, sobre la implicación de los menores en los conflictos armados, que prohíbe la participación directa de los niños y adolescentes de menos de 18 años en las guerras... La única posibilidad es darles una esperanza. El desarrollo es otra palabra en favor de la paz. ¿Hasta qué punto la comunidad internacional está preparada para intervenir en situaciones complicadas como la de Somalia?

 

¿Qué iniciativas piensa tomar su dicasterio para ayudar a estas poblaciones?

 

 Nuestro Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes sigue con atención el compromiso de las Iglesias locales en la realización de su tarea pastoral. Otros dicasterios se ocupan de las emergencias. El Consejo pontificio Cor Unum se ha hecho portador del apoyo del Santo Padre. La Iglesia local y diferentes organizaciones católicas están activas para ayudar a cuantos tienen necesidad urgente de asistencia en tiempo breve, con una perspectiva a largo plazo. La fase de emergencia deberá continuar por cierto tiempo, dado que en los próximos meses se prevé un ulterior deterioro de la situación en Somalia, Kenia y Etiopía. Hay que ser conscientes de que en todo el mundo hay situaciones de necesidad, ante las cuales uno se siente impotente por el hecho de que no se está preparado para intervenir de forma adecuada.

 
5 de agosto de 2011