10.08.11

 

Francisco Vázquez, Paco para los amigos, es un político gallego la mar de interesante. Del PSOE y católico, aunque para muchos, entre los que me encuentro, esa sea una ecuación irresoluble. Digamos que se puede ser socialista y católico, pero ser miembro de la Iglesia a la vez que de un partido en cuyo ADN está una ideología que se da de tortas con la fe católica es como pretender ser casto y dueño de un club de alterne. O se es una cosa u otra.

El caso es que el ex-alcalde de La Coruña y ex-embajador de España ante la Santa Sede tiene al menos la virtud de decir lo que piensa a pesar de que eso vaya contra la doctrina oficial de su partido. Es ya más de lo que suelen hacer la práctica totalidad de los políticos de este país, que tienen en buena medida secuestradas sus conciencias por los aparatos de los partidos. Eso de que “el que se mueve no sale en la foto” es prácticamente un dogma del sistema partitocrático -y poco democrático- que nos hemos dado.

Don Francisco es una especie de verso suelto dentro del PSOE. Está en contra del aborto, presume de ser católico, es de los que piensa que la unidad de España es un bien a proteger, etc. Siendo alcalde de La Coruña se opuso a la paridita de que su ciudad se llamara oficialmente sólo “A Coruña". O sea, no parece que don Paco esté a favor de la inmersión linguística, herramienta nacionalista que tan alegremente asumen tanto el PP como el PSOE en las comunidades donde el castellano convive -más bien malvive- con las otras lenguas oficiales.

No todo es trigo limpio en el señor Vázquez. Por ejemplo, fue el martillo pilón del gobierno zapateril para intentar conseguir que la Santa Sede presionara a la Conferencia Episcopal Española para echar a Losantos y cía de la Cope. No sé -y si lo sé me lo callo- cuánto tuvo que ver él en que finalmente se produjera ese hecho, pero lo cierto es que un embajador en el Vaticano debería de dedicarse a otros menesteres que no sean el de intentar marcar la línea de una emisora de radio de propiedad episcopal. Se podía estar o no de acuerdo con los argumentos de Vázquez. Pero no en que usara su cargo para hacer lo que hizo.

Aun así, con sus luces y sus sombras, Francisco Vázquez podría encabezar una opción política que contentara a aquellos españoles que se sienten de izquierdas a la vez que católicos. O sea, una especie de Rosa Díez, pero en cristiano. Yo le animo a tener la valentía que tuvo la política vasca. Si hay valor para alejarse del PSOE por su deriva anti-españolista -negociación infame con ETA y apoyo a estatutos separatistas-, mayor razón debe de haber por su deriva anti-cristiana, con leyes de ingeniería social radicalmente opuestas a la moral católica y la ley natural.

Así que, don Francisco, nos alegramos mucho de que usted apoye la JMJ, de que se muestre contrario a la manifestación anti-papa y de que le cante las cuarenta y veinte en bastos al ministro que tuvo la indecencia de decirle al Papa sobre lo que puede o no puede hablar en su próxima visita a España. Pero nos alegraríamos más si fuera consecuente con su fe y abandonara ese barco político infecto en el que todavía navega, para enrolarse en una nueva embarcación, aunque sea una barca a pedales. Le vendría muy bien a su alma y, ¡quién sabe!, a España.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Si no lo digo, reviento: ¡Viva San Lorenzo!