El Papa, la JMJ y las protestas

¡Bien venido, Santo padre, a este encuentro de jóvenes cristianos!

"No acertamos a saber por qué se molestan tanto"

Juan Rubio, 10 de agosto de 2011 a las 10:58

 

(Juan Rubio, en Vida Nueva).- Jóvenes cristianos de todo el mundo se reúnen estos días en Madrid, ciudad acogedora y siempre hospitalaria con quienes llegaban con buena cara y cerraban sus puertas a quienes venían a invadirla.

Madrid en este inicio de milenio es ciudad abierta que forma parte del conjunto de ciudades importantes. Este Madrid no es la ciudad de los inicios del siglo pasado. Tan es así que no se cansa ofrecerse como sede de eventos importantes, ni de pedir la celebración de las Olimpiadas. Puede estar orgullosa de haber preparado eventos internacionales de envergadura con nota alta. Madrid está a la altura de las mejores ciudades del mundo. Para la Jornada Mundial de la Juventud, la Iglesia pensó en Madrid, atractiva para muchos por razones diversas. Jóvenes de muchos rincones podrán venir a Madrid gracias a este evento y con las muchas ayudas solidarias. Jóvenes de África, de Asia, de América; jóvenes de cualquier lugar del planeta con rica sonrisa, que se les romperá cuando encuentren vociferantes gargantas arañando su ilusión.

Esta Jornada les servirá, sin duda, no solo para compartir gozosamente su fe, sino para conocer Madrid. Merece esta ciudad un evento como este, como lo mereció Colonia, Toronto, Roma, Sidney....y lo merece porque sabe acoger con orgullo. ¡Bien venidos jóvenes! No os alarméis de que un grupo, no muy numeroso, pero si muy jaleado, os pongan mala cara. No acertamos a saber por qué se molestan tanto. La indignación los ciega. No puedo entenderlo y hasta da cierta vergüenza ajena.

Benedicto XVI se une a este evento. Tiene derecho a hacerlo. ¡Todo el derecho del mundo ¡ Y además lo hace porque ha sido invitado, no solo por los obispos, sino también por el Rey y por el presidente del Gobierno. Tiene el mismo derecho a venir y a que se le reciba como tal como lo ha tenido Obama y a su señora, Sarkozy o el mismo Gadafi, que vino con sus caprichos y su carpas o el presidente de Siria ahora acusado de crímenes y el año pasado agasajado....¡ Disculpe, Santidad ¡ Sabemos que si usted no pudiera venir por algún contratiempo, quizás a algunos les molestaría menos el evento, que se llevaría a cabo, sin lugar a duda. Su mensaje no vendrá mal a una España amodorrada en estos días por las noticias de su economía, con el alma en vilo por tantos problemas, con muchos jóvenes que buscan una luz en sus vidas. Usted tiene todo el derecho del mundo a sembrar esperanza, como otros están sembrando violencia, odio, tensión y pesimismo. Bienvenido. Su mensaje internacional calará profundamente.

¿Qué hay de malo en pasar unos días en Madrid, en agosto, cuando menos se molesta, sembrando un mensaje de alegría y esperanza? No veo motivo de molestia para nadie, pero aun así, hay a quienes les molesta la sola presencia del Papa y han empezado a organizar algunos actos que, por su carácter provocativo, no dejan de ser un insulto a este país harto de esperpentos y de majaderías.

Cada día surge un nuevo grupo con razones bizantinas para oponerse a la visita del Papa y lograr así un rincón en los medios de comunicación que de otra forma no habrían logrado.

Y qué decir de algunos grupos eclesiales. ¡No! Nunca estaremos de acuerdo con quienes quieren hacer de esta Jornada Mundial de la Juventud un escaparate para sus eclesiologías personales, queriendo imponerlas a otros, como tampoco estaremos de acuerdo con quienes, con la boca llena de sano laicismo, salen a la calle en una actitud provocadora ante muchos jóvenes no españoles que quedarán extrañados de ver el circo. Ellos creían que la España enfrentada era ya pagina histórica… Les daremos una imagen triste, inane, enfrentada, agria, vociferante. No es esto lo que necesita nuestro país. No es lo que necesita nuestra Iglesia.

¡Bienvenido, Santo Padre¡ Ayúdenos a recuperar el sentido común, el único que nos sacará de esta espiral de estulticia que ha llevado a cierto sector eclesial a decir barbaridades y a una minoría de nuestro país a mostrarse maleducados. Necesitamos el sentido común para no sembrar alegremente vientos absurdos…

Desde Vida Nueva os decimos: ¡sed todos bienvenidos…!