CANTABRIA

 

La devoción peregrina en las calles

15.08.11 - 00:10 -

 

La tarde se posó silenciosa ayer sobre los aledaños de la Catedral de Santander en los momentos previos al comienzo de los actos centrales de los 'Días en la Diócesis'. La iniciativa, programada por el Obispado, ha estado dirigida a los jóvenes peregrinos de varias nacionalidades que han llegado a España para participar en las 'Jornadas Mundiales de la Juventud'. Como guinda a las actividades de este fin de semana, el Lignum Crucis, el trozo más grande que se conserva en el mundo de la cruz de Cristo, salió del monasterio de Santo Toribio de Liébana por novena vez desde que llegase a la comarca en el siglo IX. Se trataba acoger la reliquia y marchar en procesión desde la Catedral hasta el Parque de las Llamas. Y la respuesta, tanto de los jóvenes peregrinos, como de fieles de todas las edades, no pudo ser más entusiasta. A las 16.00 horas la plaza de la Catedral estaba vacía, a la espera de la llegada del Lignum Crucis, prevista para las 17.00 horas. Tan sólo el paso cedido por la Junta de Cofradías de Santander para portar la reliquia durante la procesión hacía entrever la demostración de fe que iba a tener lugar.

La presidenta de la Junta de Cofradías Penitenciales de Santander, Teresa Saro, se mostraba feliz: «El paso es en el que sale el Resucitado durante la Semana Santa. La Junta suele prestarlo para el Corpus y hoy es un honor poder cederlo para una procesión tan importante», afirmó. Un grupo de trabajadores adornaba el paso con flores rojas. Algunos de los jóvenes peregrinos iban acercándose y se sentaban en las escaleras a escuchar música con sus teléfonos móviles o, simplemente, a charlar.
Poco antes de las 17.00 horas, el acceso a la iglesia baja de la Catedral ya estaba repleta de fieles y miembros de la organización que aguardaban, impacientes, la llegada de la reliquia. Asimismo, jóvenes de la Cofradía de la Santa Cruz de Liébana, esperaban con sus tambores. Miembros del Cabildo de la Catedral salieron a recibir al Lignum Crucis, que llegaría, finalmente, a las 17.20 horas, en un coche gris plateado, escoltado por dos motoristas y un furgón de la Policía Nacional, y un coche de la Guardia Civil. Del coche se bajó Juan Manuel Núñez, superior del monasterio de Santo Toribio de Liébana y junto a él, se agolparon los representantes de la Cofradía de la Santa Cruz, que habían llegado desde Potes precediendo a la reliquia y el Arcipreste de Liébana Elías Hoyal. Había llegado el momento de iniciar una breve procesión -de apenas unos pocos metros- hasta la Catedral. Comenzaron en ese momento a sonar los tambores. Una vez alcanzado el paso de la Junta de Cofradías, la reliquia se dispuso sobre la peana.
Gran emoción
La entrada estuvo dominada por la gran emoción de los presentes al ver el Lignum Crucis. La iglesia baja de la Catedral fue el escenario escogido para llevar a cabo una breve oración con la reliquia presidiendo el altar. Fueron poco más de diez minutos en los que los asistentes se mostraron deseosos de acercarse y besar el trozo más grande que se conserva de la Cruz. Pero no pudo ser. La programación se retrasaba con motivo de la tardanza en la llegada del Lignum Crucis y tuvieron que darse prisa en concluir la ceremonia.
Afuera, el paisaje había cambiado sensiblemente. La multitud de fieles había engordado con la presencia de los jóvenes peregrinos que fueron llegando poco a poco. Ahí ya se encontraba el grueso de los peregrinos. Las nubes, que unas pocas horas antes habían soltado unas pequeñas gotas, como aviso, esta vez parecían respetar a la concurrencia.
Los jóvenes estaban exhultantes y portaban orgullosos sus banderas. Sobre todo, los de la delegación de Suiza, quienes se comportaron como los más orgullosos. Pero no eran los únicos. Con la misma soltura se desenvolvían los provenientes de Polonia, México, Puerto Rico y, por supuesto, España. La salida fue aún más numerosa y emocionante para los presentes. Las personas de más edad optaron por ceder el testigo a los jóvenes, quienes iniciaron la procesión a las 18.00 horas. La presidía el Obispo de Santander, Vicente Jiménez, quien se había incorporado a los actos tras la ceremonia en la Catedral. El superior del monasterio de Santo Toribio y los miembros de la Cofradía de la Santa Cruz presidían la comitiva. Detrás, miembros de cofradías santanderinas, como las del Amor o la de la Pasión. A medida que iba alejándose de la Catedral y tomaban las calles de Santander, la procesión iba nutriéndose de curiosos y fieles que no habían podido acceder a la Catedral. Un cordón separaba la larga fila de peregrinos.
Vigilia
Tras una larga marcha, y que estuvo pasada por agua durante los tramos finales, a las 21.00 horas llegaron a su destino. Aunque estaba previsto que el final del recorrido tuviese lugar en el Parque de las Llamas, la amenaza de lluvia obligó a la organización a desviar las actividades previstas al Palacio de los Deportes. Allí tuvo lugar el reparto de la cena y la Vigilia de Oración, oficiada por el obispo. Por último, Mario San Miguel y el Ejército del Amor ofrecieron un concierto ante los peregrinos. Una vez terminado, los peregrinos no volvieron a sus casas de acogida, sino que fueron repartidos entre el Pabellón Polideportivo de la Universidad de Cantabria y el edificio de la Obra San Martín, ya que hoy, temprano salen directamente en 15 autobuses rumbo a Madrid.
A las 10.00 horas, los jóvenes serán despedidos con una misa que se celebrará en el interior de la carpa del Circo Sensaciones, junto al colegio de los Agustinos, en El Sardinero. La idea de celebrar la misa de despedida de los jóvenes en ese emplazamiento, surgió de la propia Dirección del circo, según ha explicado la Diócesis de Santander.