ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 17 de agosto de 2011

Santa Sede

EEUU: El Vaticano niega cualquier implicación en un caso de abuso sexual

Orientaciones del Papa para meditar hoy

Benedicto XVI sigue pidiendo oraciones por su viaje a España

Jornadas Mundiales de la Juventud

JMJ// La “juventud tranquila” de Benedicto XVI

El cardenal Maradiaga presenta a los jóvenes un “GPS espiritual”

Caritas Internationalis a los jóvenes: “Os necesitamos”

Mundo

Chile: La Iglesia invita al diálogo para mejorar la educación pública

El Congreso Mundial de Universidades Católicas prepara la JMJ

Pakistán: el “mea culpa” de dos líderes musulmanes por los sucesos de Gojra

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: "Nosotros podemos alcanzar el Paraíso"

Documentación

Carta de la Congregación para el Clero a los rectores de santuarios

Discurso del Papa en el concierto por sus 60 años de sacerdocio


Santa Sede


EEUU: El Vaticano niega cualquier implicación en un caso de abuso sexual
El abogado de la Santa Sede denuncia “calumnias”
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).– “Las acusaciones de implicación del Vaticano en un caso de abusos sexuales abierto en los Estados Unidos han resultado ser infundadas a la luz de los documentos”, anunció este miércoles Radio Vaticano.

El abogado de la Santa Sede en esta causa, Jeffrey S. Lena, calificó como “calumnias” las acusaciones según las cuales la Santa Sede sería corresponsable de los abusos cometidos por el sacerdote religioso Andrew Ronan contra un chico de 17 años en el año 1965 en Portland, en Oregón.

Para contribuir al esclarecimiento de los hechos, la Santa Sede hizo pública, este miércoles en la web de Radio Vaticano, una documentación sobre Ronan, en concreto sobre su dimisión del estado clerical.

“Como el sistema judicial a veces trabaja lentamente, estos documentos podrán contribuir a una conclusión más rápida del caso”, explicó Lena.

Al mismo tiempo, expresó su confianza en que la publicación de esos documentos pueda “calmar a aquellas personas que se dan prisa en publicar comentarios sensacionalistas y no equilibrados, sin preocuparse de un conocimiento adecuado de los hechos”.

La causa, llamada Doe contra la Santa Sede, está en curso ante un tribunal estadounidense de primera instancia en el Estado de Oregón.

La mayor parte de las acusaciones presentadas por los abogados de la víctima ya han sido recusadas, pero quedan dos, sobre las que la prensa informa reiteradamente.

Según esas acusaciones pendientes, la Santa Sede sabía que Ronan era un abusador y a pesar de ello lo transfería de un sitio a otro.

“Serían, naturalmente, acusaciones muy graves, si fueran verdaderas –indicó Radio Vaticano-. Pero, como hemos sabido por el desarrollo del caso, estas acusaciones ciertamente no son verdaderas”.

Los documentos demuestran que la Santa Sede fue informada del grave comportamiento de Ronan sólo después del caso de abuso en cuestión, y que nunca estuvo implicada en ningún cambio de destino del sacerdote, perteneciente a una orden religiosa.

Lena declaró que los abogados de la víctima han insistido en esta acusación y así han “engañado al público” y “abusado del sistema legal”.

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Orientaciones del Papa para meditar hoy
Destaca la importancia de dar tiempo a Dios con constancia para el crecimiento espiritual
CASTEL GANDOLFO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa invitó hoy a “ser capaces de detenernos un momento y meditar” en nuestra ajetreada vida actual para conocer la voluntad de Dios y a entrar en ella, un camino directo al Paraíso.

Lo hizo a través de una catequesis sobre la meditación, que ofreció a los fieles congregados en el patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo para la Audiencia General de los miércoles.

“En nuestro tiempo estamos siendo absorbidos por muchas actividades y compromisos, preocupaciones, problemas”, constató.

Ante esta situación, añadió,  “María nos enseña lo necesario que es encontrar en nuestras jornadas, con todas las actividades, momentos para recogernos en silencio y meditar sobre lo que el Señor nos quiere enseñar, sobre cómo está presente y actúa en el mundo y en nuestra vida”.

En su reflexión, el Papa partió de una afirmación: como María, “nosotros podemos alcanzar el Paraíso”.

“La cuestión es: ¿cómo?”, continuó. Y respondió: “creer, confiarse en el Señor, entrar en su voluntad, ésa es la dirección esencial”, el camino directo al cielo.

Como manera para poder conocer la voluntad de Dios, Benedicto XVI se refirió a “la vida del contacto con Dios, es decir, la meditación”.

El Pontífice invitó a reservar un tiempo en la vida cotidiana para la llamada “oración mental”.

“A menudo vemos sólo las cosas negativas –constató-; debemos tener en nuestra memoria también las cosas positivas, los dones que Dios nos ha hecho, estar atentos a los signos positivos que vienen de Dios y recordarlos”.

El modelo de María

 “Hablamos de una meditación que no está hecha de palabras, sino que es una toma de contacto de nuestra mente con el corazón de Dios –explicó-. Y María en esto, es un modelo muy real”.

Benedicto XVI recordó que “ella está atenta a todo lo que el Señor le ha dicho y le ha hecho, y medita, es decir, toma contacto con diversas cosas, profundizándolas en su corazón”.

Según el Papa, “el misterio de la Encarnación del hijo de Dios y de la maternidad de María es tan grande, que exige un proceso de interiorización”.

“No sólo es algo físico que Dios realiza en Ella, sino que es algo que exige una interiorización por parte de María que busca profundizar en el conocimiento, interpretar el sentido, comprender sus implicaciones y consecuencias”.

“Así día tras día, en el silencio de la vida ordinaria, María continuó custodiando en su corazón, los siguientes sucesos maravillosos de los que fue testigo, hasta la prueba extrema de la Cruz y la gloria de la Resurrección”, continuó.

Y añadió: “María ha vivido plenamente su existencia, sus deberes cotidianos, su misión de madre, pero ha sabido mantener en sí un espacio interior para reflexionar sobre la palabra y la voluntad de Dios, sobre lo que sucedía en sí misma, sobre los misterios de la vida de su Hijo”.

Formas de meditar

El Papa invitó a “crear en nosotros una situación de recogimiento, de silencio interior, para reflexionar, asimilar los misterios de nuestra fe y lo que Dios obra en nosotros” e indicó distintas formas de meditar hoy en día.

Se puede meditar, dijo, “tomando, por ejemplo, una breve cita de la Sagrada Escritura -sobre todo los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de los Apóstoles-, o bien una página de un autor espiritual que nos acerca y nos hace más presentes las realidades de Dios en nuestro momento actual”.

Se puede meditar, continuó, “quizás también haciéndose aconsejar por el confesor o por el director espiritual, leer y reflexionar sobre lo que se ha leído, deteniéndose sobre eso, tratando de comprenderlo, de entender lo que nos dice a nosotros, en el día de hoy, abrir nuestro ánimo a lo que el Señor quiere decirnos o enseñarnos”.

“También el Santo Rosario es una oración de meditación –añadió-: repitiendo el Ave María se nos invita a plantearnos y a reflexionar sobre el Misterio que hemos proclamado”.

Y concluyó sugiriendo: “Podemos detenernos también en cualquier experiencia espiritual intensa, sobre las palabras que quedan impresas en la participación de la Eucaristía dominical”.

“Hay muchas maneras de meditar y de tomar contacto con Dios, de acercarnos a Él, y, de este modo, estar en el camino hacia el Paraíso”, concluyó.

La constancia, fundamental

Por otra parte, destacó la importancia de “la constancia en el dar tiempo a Dios”, como “un elemento fundamental para el crecimiento espiritual”.

“Será el mismo Señor el que nos dé el gusto por sus misterios, por sus palabras, por su presencia y acción, sentir qué bello es que Dios hable con nosotros; nos hará comprender  de una manera más profunda qué quiere de nosotros”, dijo.

Y concluyó destacando que el objetivo de la meditación es “confiarnos cada vez más en las manos de Dios, con confianza y amor, seguros de que sólo haciendo su voluntad somos, finalmente, felices”.

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Benedicto XVI sigue pidiendo oraciones por su viaje a España
Hoy durante la audiencia general
CASTEL GANDOLFO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- “Que vuestra oración me sostenga y acompañe en el Viaje Apostólico que mañana emprendo a España”, pidió este miércoles el Papa durante la audiencia general en el patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

Lo hizo en su saludo a los peregrinos de habla hispana, después de una catequesis dedicada a la meditación.

A los peregrinos polacos les pidió “rezar por mi viaje a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud”.

Y finalmente, en italiano, recordó: “Mañana, como sabéis, iré a Madrid, donde tendré la alegría de encontrar a numerosos jóvenes allí reunidos para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud”.

“Os pido que os unáis espiritualmente con la oración a este importante evento eclesial –añadió-. Os doy las gracias por vuestra oración. ¡Gracias”.

El domingo pasado, tras el rezo del Ángelus en Castel Gandolfo, el Papa también invitó “a todos a encomendar en la oración este viaje apostólico a España, que llevaré a cabo dentro de pocos días, para que en él se cosechen abundantes frutos de vida cristiana".

Programa oficial

Benedicto XVI tiene previsto llegar este jueves a las doce del mediodía al aeropuerto de Madrid Barajas, donde se celebrará una ceremonia de bienvenida, según el programa oficial.

Esa misma tarde, después del paso con algunos jóvenes por la Puerta de Alcalá, a las 19,15 horas, tendrá lugar la fiesta de acogida de los jóvenes en la plaza de Cibeles de Madrid.

El viernes 19 de agosto, tras celebrar la Misa en privado en la Nunciatura Apostólica de Madrid a las siete y media  de la mañana, el Pontífice realizará una visita de cortesía a la Familia Real de España en el Palacio de la Zarzuela de Madrid.

Después se dirigirá a San Lorenzo de El Escorial, donde se encontrará a las 11.30 con las jóvenes religiosas en el Patio de los Reyes de El Escorial, a quienes saludará, y a las 12,00 con los jóvenes profesores universitarios, en la Basílica de San Lorenzo, pronunciando un discurso.

Después volverá a Madrid y almorzará con un grupo de jóvenes en el Salón de los Embajadores de la Nunciatura Apostólica. En este mismo lugar, a las 17,00 recibirá al Presidente del Gobierno en un encuentro oficial.

A las 19,30 tendrá lugar un Via Crucis con los jóvenes en Plaza de Cibeles, y el Papa pronunciará un discurso.

El sábado 20 de agosto, a las 9,00 tendrá lugar la confesión de algunos jóvenes participantes en la XXVI JMJ en los Jardines del Buen Retiro de Madrid, y a las 10,00 Benedicto XVI celebrará la Santa Misa con los seminaristas en la catedral madrileña de Santa María la Real de la Almudena, pronunciando la homilía.

Tras almorzar con los cardenales españoles, los obispos de la provincia de Madrid, los obispos auxiliares de Madrid y el séquito papal en la residencia del cardenal Antonio M. Rouco, arzobispo de Madrid, el Papa se encontrará con los Comités organizadores de la XXVI JMJ en la Nunciatura.

A las 19,40 visitará la Fundación Instituto S. José di Madrid, pronunciando un discurso, y a las 20,30 presidirá la vigilia de oración con los jóvenes en el Aeródromo Cuatro Vientos de Madrid. También en este caso el Papa pronunciará un discurso.

El domingo 21 de agosto, a las 9,30, el Papa presidirá la Santa Misa de la XXVI JMJ en el Aeródromo de Cuatro Vientos, pronunciando la homilía y recitando a continuación la oración mariana del Ángelus.

Tras almorzar con los cardenales españoles y con el séquito papal en la Nunciatura, a las 17,00 el Papa se despedirá de la Nunciatura apostólica.

A las 17,30 se encontrará con los voluntarios de la JMJ en el Pabellón 9 de la nueva Feria de Madrid-IFEMA, y pronunciará un discurso. Una hora después tendrá lugar la ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Madrid Barajas, y el Papa pronunciará su último discurso.

A las 19,00 partirá hacia Italia, a cuyo aeropuerto de Roma-Ciampino llegará a las 21,30 h.

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Jornadas Mundiales de la Juventud


JMJ// La “juventud tranquila” de Benedicto XVI
La ciudad entera participa en el programa cultural de la Jornada
MADRID, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Caluroso día de espera para los participantes de la JMJ en Madrid, que han invadido las calles para participar en las diferentes actividades culturales previstas, entre cine, música clásica y actual, muestra de arte, etc.

Son ríos interminables de jóvenes vestidos con alegres camisetas de colores, gorras y banderas, que cantan a voz en grito, o se saludan con un “hola” pronunciado con acentos de lo más distintos. Una juventud tranquila y alegre que recorre la ciudad. Banderas de Malasia, Brasil, Colombia, Australia, Francia, Italia, Estados Unidos, y sobre todo el rojo de España y de la JMJ, que tapiza las calles, las farolas, las fachadas, los carteles del Metro.

Tras asistir a las diversas catequesis por idiomas, celebradas durante la mañana en varias iglesias y centros pastorales de Madrid, la mayor parte de los jóvenes acudieron masivamente al parque madrileño del Retiro, para participar en la Fiesta del Perdón.

Desde hoy y hasta el próximo sábado a mediodía, más de doscientos confesionarios preparados ad hoc en un recinto apartado del parque, acogen un interminable río de jóvenes que acuden a confesarse con sacerdotes de distintos idiomas.

No sólo los jóvenes: no es extraño encontrar personas de edad, familias, etc. que acuden atraídas por la alegría y el colorido que se respira en las calles desde hace dos días. Algunas señoras ancianas se detienen a hablar con los jóvenes, les preguntan de dónde vienen... Una anciana medio impedida se une a un grupo vietnamita procedente de Estados Unidos, en la parroquia de San Francisco el Grande: “no les entiendo, pero es maravilloso verles”, espeta a quien quiere oirla.

Varios sitios atraen a los jóvenes: las fuentes, el lago y la sombra de los árboles del Retiro, en un intento por combatir el intenso calor.

Otro de los lugares que atrae a los jóvenes es la tienda de la adoración eucarística, abierta desde las doce del mediodía del martes, día y noche mientras dura el encuentro mundial de jóvenes. Hay también un interminable ir y venir de jóvenes en los stands de la Feria Vocacional, donde se detienen a hablar con religiosos y misioneros de las distintas congregaciones presentes. “Muchos acuden a nuestro stand pidiendo apuntarse como voluntarios para las misiones en verano”, informan desde Obras Misionales Pontificias.

Hoy también se han puesto en marcha los distintos actos del programa cultural, un programa pensado como medio de difusión de la cultura cristiana en sus diversas expresiones: aparte de las visitas guiadas al Museo del Prado y otros museos de arte, varias iglesias han habilitado distintas muestras históricas sobre las importantes familias religiosas de la Iglesia.

Se ha organizado también una muestra sobre la Sagrada Familia de Gaudí, la exposición de arte contemporáneo organizada por la Fundación Pons, y otra sobre la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II, una sobre los cristianos perseguidos, y otra sobre los misioneros jóvenes que España tiene repartidos en todo el mundo.

Por otro lado, en Fuencarral, la “avenida del cine” de Madrid, arrancaba hoy con el pase de varias películas de contenido cristiano, entre ellas'The Human experience', 'La Madre Teresa' y 'Encontrarás dragones'. Una experiencia exitosa, pues las salas se llenaron a rebosar.

Pocos Incidentes

En el centro de la ciudad, una marcha de protesta contra el Papa, en la que participaron unas dos mil personas, protagonizó ciertos momentos de tensión al cruzarse con los jóvenes peregrinos. En algunos casos tuvo que intervenir la policía, cortando el acceso a la Puerta del Sol.

Otro detenido es un joven de nacionalidad mexicana, voluntario, que supuestamente planeaba atentar contra esta misma marcha de protesta.

Sin embargo, la mayor parte de las intervenciones de las fuerzas de seguridad han sido para orientar y controlar el flujo de los peregrinos en medio del tráfico urbano, así como de vigilancia al acceso de edificios, para evitar aglomeraciones.

En declaraciones a la prensa española, el responsable del dispositivo policial desplegado en la ciudad calificada la jornada de hoy de “tranquila” y “sin incidentes”.

Por Inma Álvarez

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El cardenal Maradiaga presenta a los jóvenes un “GPS espiritual”
En su primera catequesis durante las Jornadas Mundiales de la Juventud
MADRID, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga propuso a muchachos que participan en las Jornadas Mundiales de la Juventud un “GPS espiritual” orientado sobre tres satélites de sintonización simultánea: “la palabra de Dios, el pan de la Vida y la Virgen María, la puerta que nos abrió a Jesús”.

Siguiendo el lema de las Jornadas, “Firmes en la fe”, el arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Cáritas Internationalis, ofreció en la mañana de este miércoles, en la parroquia madrileña de Nuestra Señora de Europa, la primera de las tres catequesis que impartirá a los largo de esta.

Ante cientos de jóvenes procedentes de diversos países del mundo, el purpurado comenzó con un canto –inmediatamente secundado por todo el auditorio— que serviría como hilo conductor de toda su catequesis: “Que cada uno con lo que ha recibido se ponga al servicio de los demás. Los dones no son para esconderlos sino para el servicio están”.

Construir comunidad a través de la fe

 “¿Cómo están los cimientos de nuestra fe?”. Esta pregunta sirvió al cardenal Maradiaga para desarrollar una catequesis centrada en la reflexión sobre la fortaleza de nuestra vida a la que se refirió como “una construcción que no se lleva a cabo fácilmente si no se cuenta con la roca firme que es el Señor, sobre la que debe fundamentarse ese proceso”.

En este sentido, convocó a los jóvenes a “construir sobre roca, escuchando la Palabra y poniéndola en práctica”.

Sólo así, afirmó, podremos “ser piedras vivas, que aman la vida y defienden la vida, y que construyen la comunidad que es la Iglesia”, y que es posible porque “aunque seamos esta mañana aquí de países distintos y de culturas diversas, tenemos una misma fe que hace que la construcción sea sólida”.

Un “GPS espiritual”

De los fundamentos de la fe, el cardenal pasó a analizar los efectos que esa ausencia de fundamentos tiene en el mundo contemporáneo, ya que, como señaló, “la ausencia de Dios es el origen de todas las crisis actuales”.

Para el presidente de Cáritas Internationalis “si el punto de referencia deja de ser Dios, la sociedad está desorientada y es llamativo que en un mundo como el actual que cuenta con tecnologías tan adelantadas de orientación como el GPS, esté tan desorientado”.

Propuso, a este respecto, articular un “GPS espiritual” sobre tres satélites de sintonización simultánea: “la palabra de Dios, el pan de la Vida y la Virgen María, la puerta que nos abrió a Jesús”.

Ser testigos de la fe

El cardenal Maradiaga concluyó su catequesis con una exhortación a los jóvenes que participan en las sesiones de la Jornada Mundial de la Juventud que tiene lugar en Madrid a “ser testigos de la fe y a vivir una Verdad que no está aislada de la vida, a estar firmes en la fe, que es la fuente que nos aporta razones para vivir, para luchar, para amar, para la paz, para ser felices, porque la felicidad no se consigue buscándola, sino haciendo felices a los demás”.

“La fe –afirmó, retomando la idea inicial de su catequesis— es fundamento de certezas en un momento en el que lo duradero no está de moda y en el que nos quieren hacer creer que la fe es algo descartable”.

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Caritas Internationalis a los jóvenes: “Os necesitamos”
Mensaje con ocasión de la JMJ de Madrid
ROMA, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- “Cáritas os necesita”. Este es el título del mensaje que el secretario general de Caritas Internationalis, Michel Roy, dirigió a los jóvenes de todo el mundo, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se está celebrando del 16 al 21 de agosto en Madrid.

“Los jóvenes son una fuerza potente en el mundo de Cáritas”, se lee en el texto, en el que se recuerda la preciosa ayuda que los jóvenes prestaron cuando un violento terremoto golpeó Japón el pasado marzo.

Michel Roy destacó que “estos jóvenes no se limitan a dar un servicio, sino que llevan consigo el amor, la compasión y la tolerancia como contribución propia a la obra de Cáritas”.

Haciendo hincapié en la difícil realidad de los jóvenes, dominada por el paro y la precariedad del trabajo, el secretario de Caritas Internationalis destacó el deseo de los jóvenes de una sociedad más justa.

“La 'primavera árabe' -se lee en el documento- ha mostrado como las nuevas generaciones de todo el mundo pueden provocar el cambio”.

De hecho, continúa, “a través de las redes sociales los jóvenes han sido capaces de movilizarse y de hacer escuchar su voz, comenzando a destruir las barreras de la represión y de la injusticia en sus países”.

De aquí la invitación a animarlos en su “búsqueda del cambio y de una mayor igualdad social”. “En el momento en el que la realidad mundial parece sombría por la crisis económica, los problemas sociales y la inestabilidad, son los jóvenes los portadores de energías renovadas y de una luz que puede guiarnos a todos”.

Finalmente, destaca la esperanza de que todos los participantes en la JMJ consigan “reforzar su fe y su decisión de afrontar el futuro como una generación unida”, también porque -como afirma Benedicto XVI- “la Iglesia tiene necesidad de su fe viva, de su caridad creativa y de la energía de su esperanza”.

Caritas Internationalis, que agrupa organizaciones presentes en 165 países, estará presente en Madrid “por todos los jóvenes que necesiten ayuda y apoyo y por todos los que deben afrontar el mundo en soledad”, “pero estaremos allí también por los que quieran ponerse al servicio de los pobres”.

“Todos juntos, con ocasión de la JMJ, tendremos la posibilidad de construir cimientos sólidos de verdad y de solidaridad. Porque, vosotros jóvenes -concluyó Michel Roy- sois el futuro para las víctimas de los terremotos, para los emigrantes detenidos en el mar y para todos los pobres y necesitados”.

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Mundo


Chile: La Iglesia invita al diálogo para mejorar la educación pública
El episcopado niega haber intentado mediar en el conflicto estudiantil
SANTIAGO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- La Iglesia invita al diálogo en el conflicto estudiantil que vive Chile por la calidad de la educación pública, pero “no se ha “ofrecido” para mediar ni ha golpeado puertas de las partes en conflicto”.

Lo aclaró el portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile, Jaime Coiro, en una carta al director publicada este miércoles en el diario El Mercurio.

El texto responde a una columna dominical publicada en ese periódico, firmada por Carlos Peña, que acusaba a la Iglesia de asumir en este conflicto un protagonismo que no le corresponde.

Agrupaciones juveniles protestan enérgicamente desde hace tres meses para exigir una educación pública mejor en Chile.

“A la Iglesia no le corresponde un rol de mediación (donde es el eventual mediador quien construye y propone bases de acuerdo), pero esto no la inhibe en su permanente disponibilidad para favorecer el encuentro de las partes”, explicó el portavoz del episcopado.

Los representantes de los estudiantes y los de las autoridades también han negado que la Iglesia actúe como mediadora en el conflicto.

Según Coiro, “la invitación de la Iglesia al diálogo en el conflicto estudiantil, así como su disposición a facilitarlo, es una actitud inherente a su misión evangelizadora y a su vocación de promover la paz fundada en la justicia”.

Problemas en la educación

Los obispos del país destacaron a través de una declaración el pasado 10 de agosto que la mirada de la Iglesia sobre este conflicto es mucho más profunda que un eventual rol para acercar a las partes.

En este sentido, el portavoz del episcopado indicó que “la demanda de los estudiantes pone sobre la mesa asuntos de fondo sobre los cuales la Iglesia ha llamado la atención, invitando a escuchar a los jóvenes”.

“Lejos de eludirlos o de sentirse afectada por ellos, promueve abordarlos desde la enseñanza social del Evangelio”, recordó.

Y añadió que la Iglesia “no puede ser neutra frente a los grandes temas pendientes de nuestra sociedad, como las "escandalosas desigualdades", la usura y el lucro desmedido, la falta de calidad en la educación y el derecho de las familias a una educación humanizadora para sus hijos”.

“No es trivial para los cristianos que el lucro sea convertido en bien en sí mismo y la enseñanza en una simple mercancía”, añade la carta al director.

El portavoz también destaca que “una evidente prueba de los valores que animan la enseñanza católica es el modo en que las comunidades educativas que se identifican con la Iglesia han asumido el necesario debate sobre las demandas estudiantiles”.

El Presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, declaró recientemente que la Iglesia invita a los actores a que dialoguen entre ellos y aseguró que no ha llamado a los estudiantes a hablar con él.

“Capacidad de razonar”

Monseñor Ezzati recibió este martes en su oficina a cinco diputadas de diversos partidos, a las que invitó a no desfallecer en sus llamados al diálogo en el conflicto estudiantil, informó la conferencia episcopal chilena.

A la salida del encuentro, la diputada Alejandra Sepúlveda declaró que el arzobispo les había pedido que “no se cansen, no desfallezcan en llamar una y otra vez al diálogo”.

También destacó que “lo más importante es el llamado que nos ha hecho monseñor Ezzati a que tenemos que seguir dialogando, en una mesa o fuera de ella, pero entender que la capacidad de razonar es la única que nos pude llevar a tener una educación de calidad y más justa”.

La diputada María José Hoffmann valoró “profundamente la excelente disposición que siempre ha tenido la Iglesia”.

También explicó que monseñor Ezzati había destacado “la necesidad de centrar las políticas públicas en personas, en qué personas queremos formar”.

“No hemos venido a pedir (a monseñor Ezzati) que sea intermediario, para nada, eso que quede muy claro”, afirmó.

Y añadió: “Sí le hemos pedido que necesitamos conocer la opinión que tiene la Iglesia y sobre lo que hoy día está ocurriendo, y que sea parte de la mesa de diálogo que queremos formar en el Congreso de Chile”.

Numerosos jóvenes han llevado a cabo varias manifestaciones en la calle para que el Gobierno de Chile vuelva a administrar la educación primaria y secundaria, se prohíba a las instituciones privadas lucrarse con la educación y se garantice en la Constitución el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad.

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El Congreso Mundial de Universidades Católicas prepara la JMJ
Las universidades católicas del mundo ofrecen un pensamiento fuerte
ÁVILA, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- La “apuesta por la persona”, la “misión evangelizadora” y la generación de “una nueva ciencia resultante del diálogo” son los retos actuales de las universidades católicas, concluyó el primer Congreso Mundial de Universidades Católicas.

Celebrado en Ávila del 12 al 14 de agosto, el encuentro se planteó como preparación de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), explicó el prefecto de la Congregación para la educación católica, el cardenal Zenon Grocholewski, en el discurso de apertura.

Diversos participantes del congreso asistirán al encuentro de Benedicto XVI con los profesores universitarios este viernes 19 de agosto en el monasterio de El Escorial, cerca de Madrid.

La segunda edición del congreso de universidades católicas se celebrará en 2013 en Brasil (en la Universidad Católica Pontificia de Minas Gerais de Belo Horizonte), justo antes de la próxima JMJ, que tendrá lugar en ese país.

Casi 900 personas de 40 nacionalidades participaron en el congreso, en representación de una quinta parte de las universidades católicas del mundo.

Educación integral

El texto de las conclusiones del congreso, leído en la jornada de clausura, indica que las universidades católicas deben tener como “sello distintivo” la “apuesta por la persona, tanto en su dimensión individual como social”.

“La universidad católica del siglo XXI ha de convertir en realidad el gran reto de ofrecer una educación integral e integradora en la que se promueva el deseo de ser santos a través de la defensa y promoción de valores” como el “compromiso ético y moral”, añade el documento.

En este sentido, el profesor de la Universidad de Bolonia Stefano Zamagni declaró que precisamente el verdadero secreto para un relanzamiento seguro de las universidades católicas se encuentra en ofrecer a los jóvenes un proyecto educativo válido que les prepare para afrontar el futuro con una seguridad y una esperanza mayor que las de sus compañeros que han estudiado en universidades laicas.

Según este economista, las universidades católicas han sufrido últimamente una pérdida de confianza en su capacidad porque han acabado adoptando los mismos esquemas de pensamiento y de programa que las universidades laicas.

Si quieren ser escogidas de nuevo, deben reencontrar su identidad, que consiste no sólo en una buena oferta formativa, sino también en una propuesta educativa alternativa a la de las demás universidades, dijo.

El “hombre constructor”

Además de la identidad de la universidad católica, y también en relación con ella, los debates del congreso abordaron también su misión.

Sobre esta cuestión, el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, monseñor Rino Fisichella, que intervino el sábado en el congreso, considera que las universidades católicas están llamadas a realizar una significativa contribución a la cultura y a la sociedad contemporánea.

El prelado se refirió al paso de la experiencia formativa ética y de la elaboración cultural centrada en valores éticos a una perspectiva más amplia que recupere las dimensiones éticas pero también ayude al hombre y a la sociedad actual a verse capaz de construir la sociedad.

Y señaló este “paso del hombre éticamente bueno al hombre constructor” como el gran desafío que la cultura católica y la Iglesia están llamadas a afrontar, en el que las universidades católicas tienen una función determinante.

También destacó la necesidad de que la universidad católica supere el prejuicio de la confesionalidad que a menudo ha limitado su capacidad de realizar contribuciones significativas a la cultura contemporánea.

En este sentido, el profesor Vincenzo Buonomo de la Universidad Pontificia Lateranense de Roma indicó en su intervención que la universidad católica puede realizar una importante contribución basada en los derechos humanos, sobre todo en estos tiempos de crisis.

“Nuestras universidades –dijo- están llamadas a proponer una visión de los derechos humanos como un instrumento que está contribuyendo a transformar la sociedad en una comunidad de personas a imagen de la familia”.

Pensamiento fuerte

Entre las conclusiones del congreso, se destacó también la necesidad de llevar a cabo la misión evangelizadora en las universidades católicas y responder a la petición de Benedicto XVI de “redefinir la identidad de la tarea universitaria hoy ensanchando los horizontes de la racionalidad”.

Esta idea supone “una nueva forma de entender la ciencia abierta a las preguntas y respuestas de la filosofía y la teología” y la prioridad de que las universidades se dediquen a “generar una nueva ciencia”, concluyeron los participantes.

Sobre esta cuestión, el rector de la Universidade Católica Portugesa, Manuel Braga da Cruz, indicó que “la investigación científica y la ciencia no son procesos neutrales, son procesos pilotados, orientados por valores”.

“Por ello –añadió-, tenemos un papel muy importante en hacer que la investigación tenga significado, una orientación y que, esta orientación sea el hombre, su dignidad”.

La idea de una “nueva refundación cultural” y la tarea de “repensar las ciencias” se recogieron también en las conclusiones.

En este sentido, el obispo de Ávila, monseñor Jesús García Burillo, destacó que el congreso ha buscado “en todas las universidades un pensamiento fuerte”.

Para monseñor Fisichella, la universidad, sobre todo la católica, debe dar relevancia a los fenómenos culturales, interpretarlos y sobre todo saberlos orientar con un pensamiento fuerte.

“Hoy vivimos en una situación, por desgracia, de fragmentación de la cultura”, declaró el presidente del dicasterio para la nueva evangelización ante los micrófonos de Radio Vaticano hablando sobre el congreso.

Y añadió: “Debemos actuar de manera que sobre todo la universidad y nuestras universidades sean un centro de pensamiento para superar la fragmentación y reencontrar la unidad del saber, que es la condición necesaria para reconducir –sobre todo a las nuevas generaciones- a una responsabilidad frente a sí mismas y también frente a la sociedad”.

Las universidades católicas, según monseñor Fisichella, deben ser capaces de acoger a cada persona y de humanizar, y deben destacarse, además de por la profesionalidad y la formación basada en el ser humano, por expresar la fuerza de la fe.

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Pakistán: el “mea culpa” de dos líderes musulmanes por los sucesos de Gojra
Acciones de fanáticos “contrarias al espíritu mismo del islam”
GOJRA, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Dos años después de los trágicos sucesos de  Gojra, en Pakistán, que en la noche del 30 de julio de 2009 sacudieron a la comunidad local cristiana, dos líderes religiosos islámicos pidieron perdón públicamente por una “de las peores manifestaciones del odio hacia los cristianos en Pakistán”.

Lo hicieron durante un encuentro que tuvo lugar después de una misa en sufragio por las víctimas, presidida por el obispo de Faisalabad, monseñor Joseph Coutts.

El director de una madraza (escuela islámica) de la región, Israr Bihar Shah, y el, jefe de una mezquita cercana, Hafiz Abbul Haui, han acusado explícitamente a los “fanáticos” como responsables de los sucesos y han condenado sus acciones como “contrarias al espíritu mismo del Islam”.

El jefe de la policía ya había entonado el mea culpa en 2010 -las fuerzas del orden fueron acusadas, de hecho, de no haber intervenido de ningún modo para frenar la violencia.

Hace dos años, una multitud de casi 3.000 musulmanes invadió el barrio cristiano de Gojra, ciudad del Punjab pakistaní.

Incendiaron dos iglesias (que Ayuda a la Iglesia Necesitada está ayudando a reconstruir) y más de 150 edificios.

En el gran incendio murieron quemadas ocho personas -entre las que había cuatro mujeres y un niño de 7 años- y otras veinte quedaron gravemente heridas.

El origen de la violencia fue la acusación de algunos líderes religiosos islámicos a tres cristianos -Mukhtar Masih, Talib Masih e Imran Masih- culpables, según ellos, de haber quemado algunas páginas del Corán.

Esa acción, aplicando la infame Ley anti-blasfemia pakistaní, prevé la cadena perpetua.

En defensa de los tres hombres se declaró, en seguida, el entonces ministro para las minorías, Shahbaz Bhatti- asesinado en un atentado el 2 de marzo de 2011-, que sostuvo firmemente su inocencia.

“Son afirmaciones de importancia extraordinaria”, ha declarado a Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) el director de la Comisión para el ecumenismo y el diálogo interreligioso de Faisalabad, el padre Aftab James Paul.

Hablando con AIN, el sacerdote destacó que los dos líderes islámicos -aunque no estaban implicados en el ataque de 2009- han tenido la valentía de pedir perdón en nombre de su comunidad por todo lo sucedido.

“Han pronunciado frases muy importantes -añadió- afirmando que la religión islámica no acepta de ningún modo el homicidio y que los culpables de tales acciones no comprenden el verdadero espíritu del Islam”.

El padre Aftab añadió que, “si bien se trata de declaraciones no oficiales realizadas al final del encuentro”, las palabras de los dos líderes religiosos son doblemente preciosas, porque estas dos personas son muy conocidas en la comunidad y de esta manera “influirán seguramente en los demás fieles”.

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: "Nosotros podemos alcanzar el Paraíso"
Hoy en la Audiencia General
CASTEL GANDOLFO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI dirigió a los fieles congregados en el patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo para la Audiencia General de esta mañana.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas,

estamos todavía en la luz de la Fiesta de la Asunción, que -como dije- es una Fiesta de la Esperanza. María ha llegado al Paraíso y este es nuestro destino: nosotros podemos alcanzar el Paraíso. La cuestión es: ¿cómo? María ya ha llegado; Ella -dice el Evangelio- es la que “ha creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor” (Lc 1,45). Por tanto, María ha creído, se ha confiado a Dios, ha entrado con su voluntad en la del Señor y así, estaba en el camino directo, en la vía hacia el Paraíso. Creer, confiarse en el Señor, entrar en su voluntad: está es la dirección esencial.

Hoy no querría hablar sobre este camino de fe, sólo sobre un pequeño aspecto de la vida de la oración que es la vida del contacto con Dios, es decir, sobre la meditación. ¿Qué es la meditación? Quiere decir “hacer memoria” de lo que Dios ha hecho y no olvidar sus muchos beneficios (cfr Sal 103, 2b). A menudo vemos sólo las cosas negativas; debemos tener en nuestra memoria también las cosas positivas, los dones que Dios nos ha hecho, estar atentos a los signos positivos que vienen de Dios y recordarlos. Por tanto, hablamos de un tipo de oración que en la tradición cristiana se conoce como “oración mental”. Nosotros conocemos normalmente las oraciones con las palabras, naturalmente también la mente y el corazón deben estar presentes en este tipo de oración, pero en este caso, hablamos de una meditación que no está hecha de palabras, sino que es una toma de contacto de nuestra mente con el corazón de Dios. Y María en esto, es un modelo muy real.

El evangelista Lucas repite, varias veces, que María “por su parte, custodiaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (2,19; cfr 2,51b). El que custodia no olvida. Ella está atenta a todo lo que el Señor le ha dicho y le ha hecho, y medita, es decir, toma contacto con diversas cosas, profundizándolas en su corazón.

La que, por tanto, “ha creído” en el anuncio del Ángel y se ha hecho instrumento para que la Palabra eterna del Altísimo se pudiese encarnar, ha acogido también en su corazón el admirable prodigio de este nacimiento humano-divino, lo ha meditado, se ha detenido en todo lo que Dios estaba realizando en Ella, para acoger la voluntad divina en su vida y corresponder a ella. El misterio de la Encarnación del hijo de Dios y de la maternidad de María es tan grande, que exige un proceso de interiorización, no sólo es algo físico que Dios realiza en Ella, sino que es algo que exige una interiorización por parte de María que busca profundizar en el conocimiento, interpretar el sentido, comprender sus implicaciones y consecuencias. Así día tras día, en el silencio de la vida ordinaria, María continuó custodiando en su corazón, los siguientes sucesos maravillosos de los que fue testigo, hasta la prueba extrema de la Cruz y la gloria de la Resurrección. María ha vivido plenamente su existencia, sus deberes cotidianos, su misión de madre, pero ha sabido mantener en sí un espacio interior para reflexionar sobre la palabra y la voluntad de Dios, sobre lo que sucedía en sí misma, sobre los misterios de la vida de su Hijo.

En nuestro tiempo estamos siendo absorbidos por muchas actividades y compromisos, preocupaciones, problemas; a menudo se tiende a rellenar todos los espacios de la jornada, sin tener un momento para detenernos reflexionando y nutriendo la vida espiritual, el contacto con Dios. María nos enseña lo necesario que es encontrar en nuestras jornadas, con todas las actividades, momentos para recogernos en silencio y meditar sobre lo que el Señor nos quiere enseñar, sobre como está presente y actúa en el mundo y en nuestra vida: ser capaces de detenernos un momento y meditar. San Agustín compara la meditación sobre los misterios de Dios con la asimilación de los alimentos y usa un verbo que aparece en toda la tradición cristiana: “rumiar”; que los misterios de Dios que resuenan continuamente en nosotros mismos hasta que se convierten en familiares, guíen nuestra vida, nos alimenten como sucede con el alimento necesario para sostenernos. Y san Buenaventura, refiriéndose a las palabras de la Sagrada Escritura dice que “deben ser rumiadas para poderlas fijar con ardiente aplicación en el ánimo” (Coll. In Hex, ed. Quaracchi 1934, p. 218). Meditar, por tanto, quiere decir crear en nosotros una situación de recogimiento, de silencio interior, para reflexionar, asimilar los misterios de nuestra fe y lo que Dios obra en nosotros. Podemos hacer esta meditación de varias formas, tomando, por ejemplo, una breve cita de la Sagrada Escritura, sobre todo los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de los Apóstoles, o bien una página de un autor espiritual que nos acerca y nos hace más presente las realidades de Dios a nuestro hoy, quizás también haciéndose aconsejar por el confesor o por el director espiritual, leer y reflexionar sobre lo que se ha leído, deteniéndose sobre eso, tratando de comprenderlo, de entender lo que nos dice a nosotros, en el día de hoy, abrir nuestro ánimo a lo que el Señor quiere decirnos o enseñarnos. También el Santo Rosario es una oración de meditación: repitiendo el Ave María se nos invita a plantearnos y a reflexionar sobre el Misterio que hemos proclamado. Podemos detenernos también en cualquier experiencia espiritual intensa, sobre las palabras que quedan impresas en la participación de la Eucaristía dominical. Por tanto, veis, hay muchas maneras de meditar y de tomar contacto con Dios, de acercarnos a Él, y, de este modo, estar en el camino hacia el Paraíso.

Queridos amigos, la constancia en el dar tiempo a Dios es un elemento fundamental para el crecimiento espiritual; será el mismo Señor el que nos dé el gusto por sus misterios, por sus palabras, por su presencia y acción, sentir qué bello es que Dios hable con nosotros; nos hará comprender  de una manera más profunda qué quiere de nosotros. Al final este es el objetivo de la meditación: confiarnos cada vez más en las manos de Dios, con confianza y amor, seguros de que sólo haciendo su voluntad somos, finalmente, felices.

[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España, México y otros países Latinoamericanos. Que vuestra oración me sostenga y acompañe en el Viaje Apostólico que mañana emprendo a España. Muchas gracias y que Dios os bendiga.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Carta de la Congregación para el Clero a los rectores de santuarios
Los peregrinos, en el corazón de la nueva evangelización
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la Carta que la Congregación para el Clero ha dirigido, a través de los ordinarios diocesanos, a todos los rectores de santuarios del mundo para incentivar un renovado celo de los sacerdotes encargados del cuidado pastoral en estos lugares de devoción.

***

Reverendos Rectores:
Deseo dirigiros, a cada uno, mi cordial saludo, que extiendo de buen grado a cuantos
colaboran con vosotros en el cuidado pastoral de los Santuarios, y expresaros asimismo mi
sincera gratitud por la entrega diligente con la cual os ocupáis diariamente de las
necesidades pastorales de los peregrinos que, de todas partes del mundo, acuden cada vez
en mayor número a los lugares de culto que os han sido encomendados.
Mediante esta carta, me hago ante todo intérprete de los sentimientos del Santo Padre
Benedicto XVI, quien considera de gran importancia la presencia de los Santuarios,
preciosos en la vida de la Iglesia, puesto que, en cuanto meta de peregrinación, son sobre
todo lugares con una «gran capacidad de convocatoria, que reúnen a un número creciente de peregrinos y turistas religiosos, algunos de los cuales se encuentran en situaciones humanas y espirituales complicadas, con cierta lejanía respecto a la vivencia de la fe y una débil pertenencia eclesial» (Carta con ocasión del II Congreso Mundial de pastoral de las
peregrinaciones y Santuarios – Santiago de Compostela, 27-30 de septiembre de 2010).
Afirmaba el Beato Papa Juan Pablo II: «siempre y en todas partes los santuarios cristianos
han sido o han querido ser signos de Dios, de su irrupción en la historia humana» (Discurso
a los Rectores de Santuarios – 22 de enero de 1981). Los Santuarios, por tanto, son «un
signo de Cristo que vive entre nosotros, y los cristianos han reconocido en este signo la
iniciativa del amor del Dios vivo en favor de los hombres» (Consejo pontificio para la
pastoral de los emigrantes e itinerantes, El Santuario. Memoria, presencia y profecía del
Dios vivo – 8.05.1999, n. 5).
La Congregación para el Clero, consciente del peculiar valor que revisten los
Santuarios en la experiencia de fe de todo cristiano, y competente en la materia (cfr. Juan
Pablo II, Constitución apostólica Pastor bonus – 28.06.1988, art. 97, 1°), desea someter a
vuestra atención algunas consideraciones que quieren dar un impulso renovado y más eficaz
a las actividades ordinarias de la pastoral que se llevan a cabo en los Santuarios. En efecto,
en un clima de secularismo generalizado, el santuario sigue representando, todavía hoy, un
lugar privilegiado en el cual el hombre, peregrino en esta tierra, hace experiencia de la
presencia amorosa y salvífica de Dios. Allí encuentra un espacio fecundo, lejano de los
afanes cotidianos, donde se puede recoger y recuperar vigor espiritual para retomar el
camino de fe con mayor ardor y buscar, encontrar y amar a Cristo en la vida ordinaria, en el
mundo.
¿Cuál es el corazón de las actividades pastorales en un Santuario? La normativa
canónica, a propósito de estos lugares de culto, con profunda sabiduría teológica y
experiencia eclesial, prevé que en estos «se debe proporcionar abundantemente a los fieles
los medios de salvación, predicando con diligencia la palabra de Dios y fomentando con
esmero la vida litúrgica principalmente mediante la celebración de la Eucaristía y de la
penitencia, y practicando también otras formas aprobadas de piedad popular» (can. 1234,
§1). La norma canónica, por tanto, trazando una preciosa síntesis de la pastoral específica de los Santuarios, ofrece una interesante ocasión para reflexionar brevemente sobre algunos elementos fundamentales que caracterizan la función que la Iglesia os ha encomendado.
1. Anuncio de la Palabra, oración y piedad popular
El santuario es el lugar en el que resuena con singular fuerza la Palabra de Dios. El
Santo Padre Benedicto XVI, en la Exhortación apostólica post-sinodal Verbum Domini, de
reciente publicación (30.09.2010), confirma que la Iglesia «se funda sobre la Palabra de
Dios, nace y vive de ella» (n. 3). Es la “casa” (cfr. ibídem, n. 52) en la cual la Palabra divina
es acogida, meditada, anunciada y celebrada (cfr. ibídem, n. 121). Cuanto el Pontífice dice
de la Iglesia puede afirmarse análogamente del Santuario.
El anuncio de la Palabra asume un papel esencial en la vida pastoral del Santuario. Los
ministros sagrados, por lo tanto, tienen la tarea de preparar ese anuncio, en la oración y en la meditación, filtrando el contenido del anuncio con la ayuda de la Teología espiritual,
siguiendo el Magisterio y a los Santos. La Sagrada Escritura y la Liturgia (cfr. Concilio
Ecuménico Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, 4.12.1963, n. 35) serán las
fuentes principales de su predicación, a las cuales se unen el precioso Catecismo de la
Iglesia Católica y su Compendio. El ministerio de la Palabra, ejercido de formas distintas y
conformes al depósito revelado, será más eficaz e incisivo si nace del corazón, en la oración, y se expresará mediante lenguajes accesibles y hermosos, que sepan mostrar correctamente la perenne actualidad del Verbo eterno.
La respuesta humana a un fecundo anuncio de la Palabra de Dios es la oración. «Los
santuarios son, para los peregrinos en busca de fuentes vivas, lugares excepcionales para
vivir “con la Iglesia” las formas de la oración cristiana» (Juan Pablo II, Catecismo de la
Iglesia Católica [CCC], 11.10.1992, n. 2691).
La vida de oración se desarrolla de distintos modos, entre los cuales encontramos
varias formas de piedad popular que siempre deben dejar «un adecuado espacio a la
proclamación y a la escucha de la Palabra de Dios; en efecto, “en las palabras de la Biblia,
la piedad popular encontrará una fuente inagotable de inspiración, modelos insuperables de
oración y fecundas propuestas de diversos temas”» (Verbum Domini, n. 65).
El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, 9 de abril de 2002) dedica un capítulo a los Santuarios y
a las peregrinaciones, deseando «una relación correcta entre acciones litúrgicas y ejercicios
de piedad» (n. 261). La piedad popular tiene gran relevancia para la fe, la cultura y la
identidad cristiana de numerosos pueblos. Es expresión de la fe de un pueblo, «verdadero
tesoro del pueblo de Dios» (ibídem, n. 9), en la Iglesia y para la Iglesia: para comprenderlo,
baste con imaginar la pobreza que significaría para la historia de la espiritualidad cristiana
de Occidente la ausencia del “Rosario” o del “Vía Crucis”, al igual que la de las
procesiones. Son sólo dos ejemplos, pero suficientemente evidentes para revelar su carácter imprescindible.
Al desempeñar Vuestro ministerio en un Santuario, a menudo tenéis la ocasión de
observar los gestos de piedad, tan peculiares como expresivos, con los cuales los peregrinos
suelen expresar visiblemente la fe que los anima. Las múltiples y variadas formas de
devoción, que con frecuencia derivan de otras tantas sensibilidades y tradiciones culturales,
testimonian la intensidad ferviente de una vida espiritual alimentada por una constante
oración y por el íntimo deseo de adherirse cada vez más estrechamente a Cristo.
La Iglesia, consciente de la significativa incidencia de estas expresiones religiosas en
la vida espiritual de los fieles, siempre ha reconocido su valor y ha respetado sus genuinas
expresiones. Es más, incluso mediante las enseñanzas de los Romanos Pontífices y de los
Concilios, las ha recomendado y favorecido. Pero, al mismo tiempo, donde ha encontrado
actitudes o mentalidades que no se podían atribuir al sano sentido religioso, ha sentido la
necesidad de intervenir, purificando esos actos de elementos desorientadores o dando
meditaciones, cursos, lecciones, etc. Efectivamente, sólo si está arraigada a una originaria
tradición católica, la piedad popular puede ser locus fidei, instrumento fecundo de
evangelización, en el cual también los elementos de la cultura ambiental indígena podrán
encontrar sinérgicamente acogida y dignidad.
Como responsables de la pastoral en los Santuarios, pues, es tarea Vuestra instruir a los
peregrinos sobre el carácter absolutamente preeminente que debe asumir la celebración
litúrgica en la vida de todo creyente. No hay que obstaculizar o rechazar en absoluto la
práctica personal de formas de piedad popular, es más, hay que favorecerla, pero no puede
sustituir la participación en el culto litúrgico. Esas expresiones, de hecho, más que
contraponerse a la centralidad de la Liturgia, deben acompañarla y estar siempre orientadas
hacia ella, puesto que es en la celebración litúrgica de los Sagrados Misterios donde se
expresa la oración común de toda la Iglesia.
2. Misericordia de Dios en el sacramento de la Penitencia
La memoria del amor de Dios, que se hace presente de modo eminente en el santuario,
lleva a pedir perdón por los pecados y al deseo de implorar el don de la fidelidad al depósito
de la fe. El Santuario es también el lugar en el que actúa la permanente misericordia de
Dios. Es un lugar acogedor en el cual el hombre puede tener un encuentro real con Cristo, y
experimentar la Verdad de Su enseñanza y de Su perdón, para acercarse a la Eucaristía
dignamente y, por tanto, provechosamente.
Es preciso, con este fin, favorecer y donde sea posible intensificar la presencia
constante de sacerdotes que, con ánimo humilde y acogedor, se dediquen generosamente a
la escucha de las confesiones sacramentales. Que al administrar el sacramento del Perdón y
la Reconciliación, los confesores, que actúan como «el signo y el instrumento del amor
misericordioso de Dios con el pecador» (CCC, n. 1465), ayuden a los penitentes a
experimentar la ternura de Dios, a percibir la belleza y la grandeza de Su bondad y a
redescubrir en sus corazones el deseo íntimo de la santidad, vocación universal y meta
última para todo creyente (cfr. Congregación para el Clero, El Sacerdote ministro de la
misericordia divina, 9.03.2011, n. 22).
Que los confesores, iluminando la conciencia de los penitentes, pongan asimismo de
relieve el vínculo estrecho que une la Confesión sacramental a una existencia nueva,
orientada hacia una decidida conversión. Por consiguiente, que exhorten a los fieles a
acercarse con regular frecuencia y ferviente devoción a este sacramento, a fin de que,
sostenidos por la gracia que en él se les da, puedan alimentar constantemente su fiel
compromiso de adhesión a Cristo, avanzando en la perfección evangélica.
Que los ministros de la Penitencia estén a disposición de los fieles y sean accesibles,
cultivando una actitud comprensiva, acogedora y alentadora (cfr. El Sacerdote ministro de
la misericordia divina, nn. 51-57). Para respetar la libertad de cada fiel y asimismo para
favorecer la propia plena sinceridad en el foro sacramental, es oportuno que haya a
disposición, en lugares adecuados (por ejemplo, a ser posible, la capilla de la
Reconciliación) confesionarios provistos de una rejilla fija. Como enseña el Beato Papa
Juan Pablo II en la Carta apostólica Misericordia Dei (7.04.2002): «las normas sobre la sede
para la confesión las dan las respectivas Conferencias Episcopales, las cuales han de
garantizar que esté situada en lugar patente y esté provista de rejillas, de modo que puedan utilizarlas los fieles y los confesores mismos que lo deseen» (n. 9, b – cfr. Can. 964, § 2; Consejo pontificio para la interpretación de los textos legislativos, Responsa ad propositum dubium: de loco excipiendi sacramentales confessiones [7 de julio de 1998]: AAS 90 [1998] 711; cfr. El Sacerdote ministro de la misericordia divina, n. 41).
Asimismo, que los ministros se apremien a ayudar a comprender los frutos espirituales
que derivan de la remisión de los pecados. En efecto, el sacramento de la Penitencia
«produce una verdadera "resurrección espiritual", una restitución de la dignidad y de los
bienes de la vida de los hijos de Dios, el más precioso de los cuales es la amistad de Dios»
(CCC, n. 1468).
Considerando el hecho de que los Santuarios son lugares de verdadera conversión,
sería oportuno que se fomente la formación de los confesores para la solicitud pastoral de
quien no ha respetado la vida humana desde su concepción hasta su fin natural.
Además, al dispensar la misericordia divina, que los sacerdotes desempeñen
debidamente este peculiar ministerio adhiriéndose con fidelidad a las enseñanzas genuinas
de la Iglesia. Que estén bien formados en la doctrina y no olviden ponerse al día
periódicamente en particular sobre cuestiones relativas al ámbito moral y bioético (cfr.
CCC, n. 1466). Que respeten también en el campo matrimonial cuanto enseña
autorizadamente el Magisterio eclesial. Por lo tanto, que eviten manifestar en sede
sacramental doctrinas privadas, opiniones personales o valoraciones arbitrarias que no sean
conformes a lo que la Iglesia cree y enseña. Para su formación permanente será útil
alentarles a participar en cursos especializados, como por ejemplo podrían ser los que
organizan la Penitenciaría apostólica y algunas Universidades pontificias (cfr. El Sacerdote
ministro de la misericordia divina, n. 63).
3. La Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana
La Palabra de Dios y la celebración de la Penitencia están íntimamente unidas a la
Santa Eucaristía, misterio central que «contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua» (Concilio Ecuménico Vaticano II, Decreto Presbyterorum ordinis, 7.12.1965, n. 5). La celebración eucarística constituye el corazón de la vida sacramental del Santuario. En ella el Señor se nos entrega. Por tanto, que se ayude a los peregrinos que visitan los Santuarios a ser conscientes de que, si acogen confiadamente a Cristo eucarístico en lo íntimo de su alma, Él les ofrece la posibilidad de una transformación real de la existencia.
Que la dignidad de la celebración Eucarística se ponga oportunamente de relieve
mediante el canto gregoriano, polifónico o popular (cfr. Sacrosanctum Concilium, nn. 116 y
118); pero asimismo seleccionando adecuadamente tanto los instrumentos musicales más
nobles (órgano de tubos y afines – cfr. ibídem, n. 120), como los paramentos sacerdotales
que llevan los ministros y los adornos utilizados en la Liturgia, los cuales deben responder a
cánones de nobleza y de sacralidad. Que en el caso de las concelebraciones haya un Maestro de ceremonias, que no concelebre, y se haga todo lo posible para que todos los
concelebrantes lleven la casulla, o planeta, como paramento propio del sacerdote que
celebra los misterios divinos.
El Santo Padre Benedicto XVI escribía en la Exhortación apostólica post-sinodal
Sacramentum Caritatis (22.02.2007), que «la mejor catequesis sobre la Eucaristía es la
Eucaristía misma bien celebrada» (n. 64). En la Santa Misa, que los ministros respeten
fielmente cuanto establecen las normas de los Libros litúrgicos. De hecho, las rúbricas no
representan indicaciones facultativas para el celebrante sino prescripciones obligatorias que
este debe observar cuidadosamente y con fidelidad en todo gesto o signo. En efecto, cada
norma encierra un sentido teológico profundo, que no se puede disminuir o, en cualquier
caso, desconocer. Un estilo de celebración que introduzca innovaciones litúrgicas
arbitrarias, además de provocar confusión y división entre los fieles, daña la veneranda
Tradición y la autoridad de la Iglesia, además de la unidad eclesial.
El sacerdote que preside la Eucaristía, sin embargo, no es un mero ejecutor de rubricas
rituales. Más bien, la intensa y devota participación interior con la cual celebrará los
misterios divinos, acompañada de la oportuna valoración de los signos y los gestos
litúrgicos establecidos, plasmará, no sólo su espíritu orante, sino que también se revelará
fecunda para la fe eucarística de los creyentes que participan en la celebración con su
actuosa partecipatio (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 14).
Como fruto de Su don en la Eucaristía, Jesucristo permanece bajo la especie del pan.
Las celebraciones como la Adoración eucarística fuera de la santa Misa, con la exposición y
la bendición con el Santísimo Sacramento, manifiestan lo que está en el corazón de la
celebración: la Adoración, o sea, la unión con Jesús Hostia.
Al respecto, el Papa Benedicto XVI enseña que «en la Eucaristía el Hijo de Dios viene
a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros; la adoración eucarística no es sino la
continuación obvia de la celebración eucarística, la cual es en sí misma el acto más grande
de adoración de la Iglesia» (Sacramentum Caritatis, n. 66), añadiendo que: «La adoración
fuera de la santa misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración
litúrgica» (ibídem).
De ese modo, se atribuye enorme importancia al lugar del sagrario en el Santuario (o
también de una capilla destinada exclusivamente a la adoración del Santísimo) puesto que
en sí es un “imán”, invitación y estímulo a la oración, a la adoración, a la meditación, a la
intimidad con el Señor. El Sumo Pontífice, en la mencionada Exhortación, subraya que «la
adecuada colocación del sagrario en nuestras iglesias, en efecto, ayuda a reconocer la
presencia real de Cristo en el santísimo Sacramento. Por tanto, es necesario que el lugar en
que se conservan las especies eucarísticas sea identificado fácilmente por cualquiera que
entre en la iglesia, también gracias a la lamparilla encendida» (ibídem, n. 69).
El sagrario, custodia eucarística, debe ocupar un lugar preeminente en los Santuarios.
Asimismo, que al recordar la relación entre arte, fe y celebración, se preste atención a «la
unidad entre los elementos propios del presbiterio: altar, crucifijo, tabernáculo, ambón,
sede» (ibídem, n. 41). La correcta colocación de los signos elocuentes de nuestra fe, en la
arquitectura de los lugares de culto, sin duda favorece que se dé, especialmente en los
Santuarios, la justa prioridad a Cristo, piedra viva, antes que al saludo a la Virgen o a los
Santos justamente venerados en ese lugar, permitiendo así a la piedad popular que
manifieste sus raíces verdaderamente eucarísticas y cristianas.
4. Un dinamismo nuevo para la evangelización
Por último, deseo poner de relieve que los Santuarios conservan todavía hoy un
extraordinario encanto, que testimonia el número creciente de peregrinos que los visita. Con
frecuencia se trata de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, con situaciones humanas y espirituales complejas, algo alejados de una vida de fe sólida, o con un frágil sentimiento de pertenencia eclesial. Para ellos visitar un Santuario puede resultar una valiosa oportunidad para encontrar a Cristo y redescubrir el sentido profundo de la propia vocación bautismal o para sentir una llamada saludable.
Por esto, os exhorto a cada uno de vosotros a dirigir hacia estas personas una mirada
especialmente acogedora y atenta. A este propósito, tampoco dejéis nada a la improvisación.
Con sabiduría evangélica y con amplia sensibilidad, sería muy educativo hacerse
compañeros de camino de los peregrinos y visitantes, identificando las razones del corazón
y los anhelos del espíritu. En este servicio, la colaboración de personas con tareas
específicas, dotadas de humanidad acogedora, de perspicacia espiritual, de inteligencia
teologal, ayudará a introducir a los peregrinos en el Santuario como en un acontecimiento
de gracia, lugar de experiencia religiosa, de alegría reencontrada. Al respecto será
conveniente considerar la posibilidad de proponer encuentros espirituales al atardecer o de
noche (adoraciones nocturnas o vigilias de oración) donde la afluencia de peregrinos sea
notable o de flujo permanente.
Vuestra caridad pastoral podrá constituir una buena ocasión y un fuerte estímulo para
que en su corazón brote el deseo de emprender un camino de fe serio e intenso. Mediante las distintas formas de catequesis, ayudaréis a que se comprenda que la fe, lejos de ser un
sentimiento religioso vago y abstracto, es concretamente tangible y siempre se expresa en el amor y en la justicia entre unos y otros.
Así, en los Santuarios, la enseñanza de la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia,
por medio de las predicaciones, de las catequesis, de la dirección espiritual, de los retiros,
constituye una excelente preparación para acoger el perdón de Dios en el sacramento de la
Penitencia y la participación activa y provechosa en la celebración del Sacrificio del altar.
La Adoración eucarística, la práctica piadosa del Via Crucis y el rezo cristológico y
mariano del Santo Rosario, serán, con los sacramentales y las bendiciones votivas,
testimonios de la piedad humana y camino con Jesús hacia el amor misericordioso del Padre
en el Espíritu. Así la pastoral de la familia retomará vigor, será fecunda y fructuosa la
oración de la Iglesia «al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38): santas y
numerosas vocaciones sacerdotales y de especial consagración.
Además, que los Santuarios, fieles a su gloriosa tradición, no olviden comprometerse
en obras caritativas y en el servicio asistencial, en la promoción humana, en la salvaguardia
de los derechos de la persona, en el compromiso por la justicia, según la doctrina social de
la Iglesia. Es bueno que en torno a ellos florezcan también iniciativas culturales, como
congresos, seminarios, exposiciones, reseñas, concursos y eventos artísticos sobre temas
religiosos. De este modo los Santuarios se convertirán también en promotores de cultura,
tanto docta como popular, contribuyendo, por su parte, al proyecto cultural orientado en
sentido cristiano de la Iglesia.
Así, la Iglesia, bajo la guía de la Virgen María, Estrella de la nueva evangelización
mediante la cual la Gracia se comunica a la humanidad necesitada de redención, se prepara,
en todas partes en el mundo, a la venida del Salvador. Los Santuarios, lugares a los cuales
las personas van para buscar, para escuchar, para rezar, se convertirán misteriosamente en
los lugares en los cuales serán tocadas por Dios a través de Su Palabra, el sacramento de la
Reconciliación y de la Eucaristía, la intercesión de la Madre de Dios y de los Santos.
Sólo de este modo, en medio de las marolas y las tempestades de la historia,
desafiando el pertinaz sentimiento de relativismo imperante, estos favorecerán un renovado
dinamismo con vistas a la tan deseada nueva evangelización.
Agradeciendo de nuevo a cada Rector su entrega y caridad pastoral a fin de que todo
Santuario sea cada vez más signo de la amorosa presencia del Verbo Encarnado, se asegura
la cercanía más cordial en el Señor, bajo la mirada de la santísima Virgen María.


Vaticano, 15 de agosto de 2011
Asunción de la Virgen María
Cardenal Mauro Piacenza
Prefecto
Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo tit. de Alba Marítima
Secretario

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Discurso del Papa en el concierto por sus 60 años de sacerdocio
El 9 de agosto en Castel Gandolfo
Discurso del Papa en el concierto por sus 60 años de sacerdocio

Destaca que la música de Bach y Vivaldi refleja su profundo ánimo religioso

CASTEL GANDOLFO, miércoles 17 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció en el concierto celebrado en honor a sus 60 años de sacerdocio, el pasado 9 de agosto en Castel Gandolfo.

* * * * *

Señores cardenales,

venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio

reverendo señor decano,

estimados músicos,

¡queridos amigos!

A la estupenda música que todavía resuena en nuestros corazones, no se puede añadir nada. Debo decir, sin embargo, unas palabras de agradecimiento a todos los que han hecho posible y que han organizado este concierto aquí en Castel Gandolfo. Agradezco de corazón al señor decano por su discurso de saludo inicial, y sobre todo a los artistas -el maestro Albrecht Mayer, la violinista Arabella Steinbacher y el Ensemble “New Seasons”- por esta espléndida ejecución que llega al corazón. Estoy particularmente contento por el hecho de que hayáis querido ofrecer este concierto en ocasión del LX jubileo sacerdotal que mi hermano y yo, con la gracia divina, hemos podido celebrar juntos hace poco tiempo. Y usted, señor Mayer, ha colocado este concierto bajo el lema: “Lo que Dios hace, está bien hecho”, y así lo ha convertido, desde lo más íntimo, en un concierto de agradecimiento y de confianza creciente. ¡Infinitas gracias a vosotros por este regalo!

Esta noche hemos podido encontrarnos con dos exponentes de la música verdaderamente grandes del siglo XVIII: Antonio Vivaldi y Johann Sebastian Bach, maestro de maestros. 

Las dos piezas de Vivaldi que se han tocado esta noche forman parte de los llamados “concerti ripieni”, escritos para orquestas de cuerda y bajo continuo, la mayoría de los cuales tenían una intención didáctica, especialmente cuando Vivaldi enseñó en la “Pietá” uno de los orfanatos-conservatorio de Venecia para niñas. La estructura de tres tiempos con un breve “adagio” central es típica del gran artista italiano, pero esta uniformidad arquitectónica no es nunca monótona, porque -como hemos escuchado- el tratamiento de tono, el color orquestral, la dinámica del discurso musical, la masa armónica, el arte del contrapunto y de la imitación, convierten los conciertos de Vivaldi en un ejemplo de luminosidad y de belleza que transmite serenidad y alegría. Creo que esto provenía también de su fe. Vivaldi era un sacerdote católico, fiel a su Breviario y a sus prácticas de piedad. La escucha de su producción de música sacra revela su ánimo profundamente religioso.

Y este es un vínculo que lo une a Johann Sebastian Bach, luterano, admirador de Vivaldi de quien estudió y transcribió varios conciertos. “Soli Deo gloria”: esta frase aparece como un estribillo en los manuscritos de Bach – un leitmotiv de las cantatas de Bach como dice el opúsculo del programa- y constituye un elemento central para comprender la música del gran autor alemán. La profunda devoción fue un elemento esencial de su carácter, y su sólida fe sostuvo e iluminó toda su vida.

En la portada del "Kleines Orgelbüchlein" se pueden leer estas dos líneas: "Dem höchsten Gott allein zu Ehren, Dem Nächsten draus sich zu belehren" [Al Dios Altísimo para honrarlo, a los demás para instruirlos]. Bach tenía una concepción profundamente religiosa del arte: honrar a Dios y recrear el espíritu del hombre. Escuchando su música se recuerda el fluir de un arroyo, o quizás una gran construcción arquitectónica en la que todo está armoniosamente combinado, la reproducción de la perfecta armonía que Dios ha impreso en su creación. Bach es un espléndido “arquitecto de la música”, con un uso inigualable del contrapunto, un arquitecto guiado por un tenaz ésprit de géometrie, símbolo de orden y de sabiduría, reflejo de Dios y así la racionalidad pura se convierte en música en el sentido más elevado y puro, belleza esplendorosa. Esta noche hemos podido admirar este espíritu de Bach en las piezas iniciales tomadas de la monumental obra de fe que son las Cantatas, en esa música pura, cristalina de la Partitura N.2 en re menor para violín y en el bellísimo Concierto BWV 1060, propuesto en una versión que, probablemente, corresponde a la antigua.

Gracias de nuevo, también de parte de mi hermano, al señor decano, al maestro Mayer, a la violinista Arabella Steinbacher, al Ensemble “New Seasons”. A todos vosotros un sentido “Vergelt’s Gott” [Dios os lo pague]. De corazón os imparto a vosotros y a todos los presentes mi Bendición apostólica.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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