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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 20 de agosto de 2011

Jornadas Mundiales de la Juventud

JMJ// Una fuerte tormenta impidió la homilía del Papa

El Papa subraya la importancia del discernimiento en el seminario

Benedicto XVI: la vida de los discapacitados, un “don inmenso”

Padre Lombardi: el Papa, muy impresionado por el Via Crucis

El Papa proclamará a san Juan de Ávila doctor de la Iglesia

Un Vía Crucis de belleza muy española

El Papa habla con los jóvenes de tú a tú

Documentación

Homilía del Papa a los jóvenes en Cuatro Vientos

Saludo del Papa a los jóvenes congregados en Cuatro Vientos

Discurso del Papa al comité organizador de la JMJ

Discurso del Papa a los jóvenes minusválidos

Homilía del Papa durante la misa con seminaristas en la catedral de Madrid


Jornadas Mundiales de la Juventud


JMJ// Una fuerte tormenta impidió la homilía del Papa
El Papa a los jóvenes: “vuestra fuerza es mayor que la de la lluvia”
CUATRO VIENTOS, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Después del calor intenso que ha acompañado estos días la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, una fuerte y repentina tormenta impidió que el Papa Benedicto XVI pronunciase el discurso que tenía preparado en la Vigilia de Cuatro Vientos.

El Papa Benedicto XVI llegó al aeródromo de Cuatro Vientos a las ocho y media de la tarde, después de saludar a los jóvenes discapacitados en el Instituto madrileño de San José.

En la explanada le esperaban cientos de miles de jóvenes, que llevaban toda la tarde aguantando altas temperaturas.

La Vigilia transcurrió como estaba previsto, con una procesión inicial en la que la Cruz de la JMJ, llevada por jóvenes de los cinco continentes, llegó hasta el palco papal.

Tras ella, según el programa, cinco representantes de los jóvenes, uno por cada región del mundo, se dirigieron al Papa, como es habitual en estos encuentros, para compartir sus experiencias y preocupaciones con el Papa.

Pero inmediatamente después, en el momento en el que el Papa iba a tomar la palabra, se desató una violenta tormenta y un fuerte viento, que impidió que siguiera hablando.

Benedicto XVI no se movió de su sitial ni dejó de sonreír, a pesar de que la lluvia, que le caía de frente, empapó su ropa y los papeles que tenía en la mano. Sus asistentes tuvieron que cubrirle completamente con tres paraguas.

Tras varios minutos bajo la lluvia, en los que se interrumpió todo menos los gritos y los vivas de los jóvenes, al amainar un poco la tormenta, el Papa se dirigió a los peregrinos con un “Jóvenes, gracias por vuestra alegría”, que arrancó ovaciones.

“¡Gracias por vuestra resistencia! ¡Vuestra fuerza es mayor que la lluvia!”, añadió. “El Señor con la lluvia nos manda muchas bendiciones. También en esto sois un ejemplo”.

Omitiendo el resto de la homilía, el Pontífice pronunció los saludos finales en los distintos idiomas, bromeando, al dirigirse a los italianos, augurándoles que esta Vigilia “con todas nuestras aventuras”, permanezca como una “experiencia imborrable”en sus vidas.

“Conservad la llama que Dios ha encendido en vuestros corazones en esta noche: procurad que no se apague, aunque vengan más lluvias”, añadió.

La Vigilia prosiguió con el acto principal previsto, la procesión y la adoración eucarística, y la bendición con el Santísimo expuesto en la imponente Custodia de Arfe, de la catedral de Toledo, traída especialmente para esta ocasión.

Al final, el Papa quiso dar las buenas noches en español a los muchachos, que pasarán la noche en la explanada esperando a la misa de la mañana del domingo, diciéndoles: “Queridos jóvenes hemos vivido una aventura juntos. Firmes en la fe en Cristo habéis resistido la lluvia”.

“Antes de marcharme deseo daros las buenas noches a todos. Que descanséis bien. Gracias por el sacrificio que estáis haciendo. Y que no dudo ofreceréis generosamente al Señor. Nos vemos mañana, si Dios quiere. Os espero a todos. Os doy la gracias por el maravilloso ejemplo que habéis dado. Igual que esta noche, con Cristo podréis siempre afrontar las prueba s de la vida. No lo olvidéis. ¡Gracias a todos!

Incidentes

El intenso calor de las horas previas a la llegada del Papa provocó 800 urgencias médicas por lipotimias y otros malestares relacionados con el calor.

De hecho, la organización de la JMJ solicitó a los medios de comunicación acreditados en el evento que colaborasen difundiendo mensajes de aviso a los peregrinos para que procurasen beber líquidos en todo momento.

Después, la fuerte tormenta provocó la caída de algunas carpas, con un balance de siete personas heridas leves, algunas con fracturas.

Además, según la organización de la JMJ, alrededor de 200.000 peregrinos se habrían quedado sin poder acceder a la Vigilia ni a la Misa de mañana, al no poder darseles acceso a la explanada por motivos de seguridad.

Por ello, se ha decidido habilitar un espacio para acogerles en el estado del Atlético de Madrid, el “Vicente Calderón”, con pantallas gigantes para poder seguir los encuentros.

Por Inma Álvarez, con información de Jesús Colina

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El Papa subraya la importancia del discernimiento en el seminario
A los futuros sacerdotes: “No os dejéis intimidar por un entorno contrario a Dios”
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI se encontró hoy con cerca de mil seminaristas de todo el mundo, reunidos en la catedral de la Almudena de Madrid, a quienes insistió en la importancia de que su futuro ministerio sea coherente con su testimonio de vida.

El camino del sacerdocio “requiere valentía y autenticidad”, explicó el Papa, subrayando la necesidad de que avancen hacia el sacerdocio solamente si están “firmemente persuadidos” de que Dios les llama “a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia”.

El Pontífice insistió en que estos años de preparación sean vividos en el “silencio interior”, “permanente oración”, “constante estudio” e “inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia”.

“Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar”, afirmó.

Por ello, les exhortó a vivir el tiempo del seminario “con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís”.

No temer al mundo

Por otro lado, el Papa exhortó a los futuros sacerdotes a “no tener miedo” a una sociedad que se muestra contraria a los valores cristianos.

“Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo”, afirmó.

Por eso, añadió, “en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación”.

Les exhortó a “no dejarse intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia”.

“Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia”.

Se refirió también a la cuestión del celibato, el cual, afirmó, está enraizado en la disponibilidad del sacerdote a la llamada divina.

“Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo”.

El Papa exhortó también a los presentes a la “caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores”, así como a la cercanía “de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad”.

“Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales”, concluyó.

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Benedicto XVI: la vida de los discapacitados, un “don inmenso”
Su presencia “hace cambiar el corazón de los hombres”
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- La vida de los jóvenes minusválidos supone un “don inmenso” que hace “cambiar el corazón” de los hombres, afirmó hoy el Papa, en su discurso a los jóvenes discapacitados que acoge el Instituto San José de Madrid.

La comitiva papal realizó una breve visita a esta venerable institución madrileña, que dirige la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y que desde hace casi cien años acoge a discapacitados físicos y mentales.

El Papa, acompañado por el cardenal Antonio Mª Rouco, arzobispo de Madrid, se dirigió a un palco colocado en el patio del Instituto.

La visita del Santo Padre, subrayó el cardenal Rouco en una breve intervención de saludo, llega para los jóvenes discapacitados “en un momento delicado y, por ello, extraordinariamente oportuno”, en el que “el Evangelio de la Vida no es comprendido por tantos”.

“Enfermos, familiares, cuidadores, religiosas y religiosos, todos necesitan un consuelo y un aliento confortador que les sostenga en ese ejercicio de la caridad cristiana con los jóvenes enfermos y discapacitados de este nuestro tiempo tan difícil y dramático”, añadió.

Uno de los jóvenes, Antonio, estudiante de arquitectura que nació, según su testimonio, “sordo y casi muerto”, fue el encargado de darle la bienvenida.

El joven explicó cómo su vida pudo salvarse “por el amor recibido” de sus familiares y educadores.

En respuesta, Benedicto XVI se dirigió a los presentes subrayando el valor de la vida de estos jóvenes, el “bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera”.

“De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación”, añadió, destacando que “la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres”.

Por ello, afirmó ante los jóvenes y quienes les cuidan diariamente, en una sociedad “en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida”, su testimonio les hace “protagonistas de esta civilización”.

“Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana”, afirmó.

La vida de estos jóvenes muestra que “ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre”.

Dios, añadió, siente una “especial predilección por el que sufre”, que debe llevar a “mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita”.

El Papa saludo y acarició a varios pacientes que fueron llevados al palco papal, y firmó en el libro de honor del Instituto.

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Padre Lombardi: el Papa, muy impresionado por el Via Crucis
Benedicto XVI confesó a cuatro jóvenes en el parque del Retiro
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI se mostró muy emocionado ayer tras el Via Crucis celebrado ayer en la plaza de Cibeles, afirmó hoy el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, en rueda de prensa.

El padre Lombardi destacó la alegría con la que el Pontífice está viviendo estas jornadas de la Jornada Mundial de la Juventud, y especialmente la celebración del Via Crucis, que terminó a las cuatro de la mañana en la Puerta del Sol.

“El papa quedó muy impresionado ayer y habló también con mucha alegría de la comida con los jóvenes, así como de la esplendida presencia de la cultura religiosa española en el Via Crucis”, afirmó el portavoz vaticano. “Se trata de un hecho único para la propia España”, añadió.

El portavoz vaticano destacó también, por otro lado, la importancia del gesto llevado a cabo por Benedicto XVI esta mañana, al confesar, en la “Ciudad del Perdón” del parque del Retiro, a cuatro jóvenes participantes en la JMJ.

En este lugar, donde desde el primer día de la Jornada se habilitó un sector con doscientos confesionarios de color blanco, el Papa tomó asiento también para confesar, a primera hora de la mañana, a cuatro jóvenes, dos de habla francesa, uno de habla alemana y uno español pero que conocía el italiano.

Al respecto, el padre Lombardi contó una anécdota simpática del Papa, su respuesta al explicarle que debía confesar solo a tres jóvenes, y que había uno “de reserva”. “El Papa bromeó que la 'reserva' era sólo en la Eucaristía, y confesó a los cuatro”.

El portavoz vaticano afirmó la importancia de que en las Jornadas Mundiales de la Juventud se ofrezcan estas ocasiones para acercarse a la confesión.

“La JMJ es una muestra de que, cuando hay una oferta clara y generosa de este sacramento, el pueblo cristiano se acerca a la confesión”, y subrayó que en estos días, “no sólo en el parque del Retiro, sino también en las iglesias de Madrid, miles de personas se han acercado a la confesión”.

Lombardi informó también sobre el encuentro previsto del Papa, durante la Vigilia en Cuatro Vientos, con un grupo de jóvenes procedentes de Noruega.

El Papa “expresará así su cercanía y aliento a los jóvenes de este país, duramente afectados por la tragedia que tuvo lugar hace unas semanas en Oslo, y cuyas victimas fueron precisamente jóvenes”, explicó.

Por otro lado, Rafael Rubio, jefe de prensa de la organización de la JMJ, explicó a los presentes que la participación “ha superado las previsiones”.

Aunque no adelantó cifras, aseguró que la participación en los actos de Cibeles (la acogida del jueves y el Via Crucis del viernes) superó las previsiones de la organización, tanto en presencia física como en seguimiento a través de los medios de comunicación. Sólo a través del canal TV oficial de la JMJ en You Tube, afirmó, la red alcanzó ayer los 200.000 usuarios.

Por otro lado, añadió, las autoridades “han manifestado su asombro no sólo por la espectacular afluencia de público”, sino también “por el clima de convivencia y el color de las calles de Madrid”.

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El Papa proclamará a san Juan de Ávila doctor de la Iglesia
El cuarto español, junto a san Isidoro, santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI anunció hoy la próxima proclamación del español san Juan de Ávila, patrono del clero español, como doctor de la Iglesia.

Lo hizo al concluir la misa con seminaristas de todo el mundo en la catedral de la Almudena, dentro de los actos de la Jornada Mundial de la Juventud, y en presencia de prácticamente todos los obispos españoles.

“Al hacer pública esta noticia aquí, deseo que la palabra y el ejemplo de este eximio Pastor ilumine a los sacerdotes y a aquellos que se preparan con ilusión para recibir un día la Sagrada Ordenación”, afirmó el Papa a los presentes.

Por su parte, el cardenal Antonio Mª Rouco quiso dar las gracias brevemente al Papa en nombre de la Conferencia Episcopal Española de la que es el presidente, por “haber acogido nuestra súplica y la de muchos otros obispos y fieles de todo el mundo”.

El portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, reconoció que el anuncio del Papa había sido una sorpresa de última hora.

“Se sabía que en España este anuncio se esperaba, pero no había habido una respuesta oficial hasta ahora sobre el tema”, afirmó hoy en rueda de prensa, recalcando que san Juan de Ávila constituye “una de las figuras importantes de la epoca de oro de la santidad española”.

El padre Lombardi aclaró que la ceremonia de proclamación del nuevo doctor de la Iglesia tendrá lugar “en los próximos meses, incluso en el próximo año, en la Basílica de San Pedro”, y que la fecha será anunciada próximamente.

Anuncio esperado

San Juan de Ávila se convertirá así en el trigésimo cuarto doctor de la Iglesia, el cuarto de origen español (junto con san Isidoro de Sevilla, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz), y el segundo, después de santa Teresita de Lisieux en 1997, en ser anunciado en una Jornada Mundial de la Juventud.

La causa del doctorado se remonta a 1970, el mismo año de su canonización por el papa Pablo VI, cuando la Conferencia Episcopal Española aprobó la petición a la Santa Sede en su XII Asamblea Plenaria.

La Junta de canonización se transformó en seguida en Junta pro Doctorado de san Juan de Ávila, y trabajó durante años hasta la entrega de la Positio en la Congregación para las Causas de los Santos.

El 18 de diciembre de 2010 tuvo lugar el Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos de la Congregación de las Causas de los Santos en orden al Doctorado del Maestro Ávila.

El pasado mes de mayo, la Congregación Ordinaria de Cardenales y Obispos miembros de la Congregación para las Causas de los Santos propuso unánimemente la proclamación del nuevo doctor al Papa.

Santo maestro

San Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), en 1500, y estudió leyes en Salamanca. El encuentro con Jesucristo cambió su vida radicalmente, y dejó Salamanca, el estudio de las leyes y un futuro prometedor para dedicarse a la oración en su retiro de Almodóvar durante tres años.

Posteriormente se encaminó a Alcalá de Henares (1520-1526), decidido ya a ser sacerdote y a consagrar su vida a Cristo y a la evangelización. Encendido en el amor de Cristo, a Juan de Ávila sólo le interesaba dedicarse a la predicación para atraer a las personas hacia Cristo.

Llevó una vida intensa, dedicada a la oración, a la predicación y a la formación específica de quienes se preparaban para el sacerdocio. Su obra principal Audi filia es todo un tratado de ascética de los más consultados y leídos en su época. 

La envidia de algunos lo llevaron a la Inquisición, que lo tuvo en la cárcel más de un año, de 1531 a 1533.

Fue amigo y consejero de grandes santos como santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola, san Francisco de Borja, santo Tomás de Villanueva, san Juan de Ribera o san Pedro de Alcántara, entre otros.

Más información en: http://sanjuandeavila.conferenciaepiscopal.es/

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Un Vía Crucis de belleza muy española
Para ponerse al servicio del necesitado
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).– Un Vía Crucis de una belleza muy española –por las escenas de la Pasión y el acompañamiento musical - fue propuesta al Papa y a los jóvenes del mundo este viernes por la tarde, en recuerdo del Viernes Santo, explicó Benedicto XVI a su llegada a la Plaza de Cibeles de Madrid en este encuentro clave de la XXVI JMJ.

Cada una de las estaciones del vía crucis, desde el arresto de Jesús hasta su colocación en el sepulcro, estaba representada por grandes estatuas vestidas de tejidos preciosos, según las tradiciones de la Semana Santa en España. Algunas databan del siglo XVII y del XVIII y eran obras de escultores de renombre.

Un Vía Crucis diferente a los demás

Estas catorce escenas diferían ligeramente de las escenas habituales meditadas en el Vía Crucis, como la “soledad de la Virgen María” de la catorceava estación.

Comenzaron por la Última Cena ante la imagen de la institución de la eucaristía llegada de Murcia (1763).

Siguieron “el beso de Judas” (Málaga, 1963), la negación de Pedro (1958, Orihuela), la condena de Jesús a muerte (1625, Madrid), Jesús con la cruz a cuestas (1942, Madrid), la caída de Jesús bajo el peso de la cruz (1942, Úbeda) y Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz (1630, León).

Verónica limpia el rostro de Jesús (1957, Jerez de la Frontera), Jesús es despojado de sus vestimentas (1986, Granada), Jesús clavado en la cruz (1885, Zamora), Jesús muerto en la cruz (el Cristo llamado “de la buena muerte”, 1942, Málaga) y el descendimiento de la cruz del cuerpo de Jesús (1945, Cuenca) fueron las imágenes sucesivas.

Y finalmente, Jesús en brazos de su Madre (1625, Valladolid), la colocación de Jesús en el sepulcro (Segovia, 1625) y la soledad de la Virgen María (1674, Sevilla): la estatua conocida como la “Sevillana”).

Esta celebración puede revivirse a través de los videos del Vaticano disponibles en la web de la JMJ de Madrid.

Para marcar este tiempo de meditación en la Pasión de Cristo, el Papa iba revestido con el color rojo, como en Viernes Santo.

La cumbre de la JMJ está configurada, de hecho, como el triduo de Pascua: una Pascua en pleno mes de agosto, con el dolor de la Pasión de Cristo, el viernes, y el “preludio de la resurrección”, destacó el Papa, hasta el domingo, día de la fiesta de la resurrección, cada semana, para los cristianos.

Este Vía Crucis empezó en la Plaza de Colón y terminó en la Plaza de Cibeles donde se encuentra el podio del Papa para estos días.

Jóvenes de distintos países que sufren especialmente llevaron durante toda la meditación la Cruz de las JMJ, regalada por Juan Pablo II a los jóvenes.

Los sufrimientos de los jóvenes

Entre las intenciones de oración de este Vía Crucis gigante, en la novena estación, que representaba a Jesús despojado de sus vestiduras, se oró por las víctimas de abusos sexuales.

Por los altavoces, se escuchó que Jesús se compadece del sufrimiento de las víctimas de los genocidios humanos en los que el hombre se muestra en su violencia brutal, se compadece con las violaciones y los abusos sexuales y los crímenes contra los niños y los adultos.

El Vía Crucis también recordó a los jóvenes que sufren por la guerra, por conflictos fratricidas, persecuciones por su fe, marginación o dependencia de la droga; a las víctimas del aborto, del terrorismo, de catástrofes naturales, del paro y de la crisis económica.

“Fiesta del perdón”

Fue también una preparación a la “fiesta del perdón” de este sábado: el perdón de los pecados fue otorgado hoy por el mismo Papa a algunos jóvenes en el sacramento de la penitencia y de la reconciliación.

Los sacerdotes han recibido para la ocasión el poder de perdonar pecados como el aborto. Centenares de confesonarios en forma de vela de barco blanca se han instalado para los sacerdotes que estarán a disposición de los jóvenes.

Al final del vía crucis, el Papa pronunció una breve homilía en la que se refirió a los comentarios realizados por las Hermanitas de la Cruz, que sirven a los más pobres y necesitados.

Estos comentarios permitieron ayer entrar en el misterio de la cruz gloriosa de Cristo, que encierra la verdadera sabiduría de Dios, la que juzga al mundo, a los que se creen sabios.

La belleza al servicio de la fe

“También nos ha ayudado en este itinerario hacia el Calvario la contemplación de estas extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las diócesis españolas”, destacó Benedicto XVI en su discurso.

“Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión”, indicó.

Y explicó que “cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nuestro corazón, como sucedió a Santa Teresa de Jesús al contemplar una imagen de Cristo muy llagado”.

Después interrogó a los jóvenes sobre su respuesta al amor de Cristo que da su vida por ellos: “Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos?”.

Y respondió citando a san Juan: “La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes”.

Estar cerca del necesitado

“Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos”, exhortó.

Y añadió: “Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer”.

Para Benedicto XVI, “la cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida”.

El Pontífice invitó también a los jóvenes a confiarse a la oración de la Virgen María, “en particular cuando pasemos por la noche del dolor, para que alcancemos a mantenernos como Ella firmes al pie de la cruz”.

A estas reflexiones siguieron manifestaciones de entusiasmo; algunos jóvenes habían llegado el viernes y veían al Papa por primera vez.

Parecía que no querían dejarle marchar. El Obispo de Roma les miró sonriendo y les dirigió signos amistosos desde su blanco coche panorámico.

Los jóvenes continuaron ovacionándole y coreando y cantando, algunos hasta perder la voz: “Esta es la juventud del Papa”, “Benedicto” o “Viva el Papa”, se escuchaba, junto a aplausos, por kilómetros jalonados de banderas y alegres pancartas, así como cantos ante la nunciatura a su llegada, escoltado por las cámaras, mientras la noche, vibrante, caía sobre Madrid iluminado.

[Por Anita S. Bourdin]

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El Papa habla con los jóvenes de tú a tú
Testimonio de los participantes en la comida con Benedicto XVI
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Se sentaron alrededor de la misma mesa: el Papa rodeado por 12 jóvenes, en representación de los cinco continentes, y dos chicos en nombre de España, el país que hospeda a la JMJ.

“Los doce jóvenes eran todos voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud, y fueron sorteados, no hubo ningún 'enchufe'”, explicó sonriendo ayer el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, SI, durante la rueda de prensa convocada en el Palacio de Congresos de Madrid.

No sólo en la comida: también se sortearon los tres jóvenes que hoy por la mañana se confiesan con el Papa, en el Parque del Retiro.

Un episodio simpático, explicó Lombardi, fue el del joven francés Olivier Richard, casado hace apenas dos meses, que obtuvo así poder llevar consigo a su esposa Alexandra, para saludar al Papa al final de la comida.

"Nos habló de las nuevas tecnologías, de Facebook, y nos dijo que la Iglesia comunica desde hace dos mil años y hoy debe estar presente también en el ágora virtual, usando para el anuncio del Evangelio también estos instrumentos nuevos”, explicó el joven.

"Todos los doce comensales hablaron con el Papa, contando los sentimientos y emociones que están viviendo al participar en la JMJ, llevando también los de todos los jóvenes del país a los que representaban", añadió el padre Lombardi. "El Papa escuchó a cada uno de ellos, y privilegió la escucha más que la palabra”.

El ecuatoriano Juan Carlos Piedra Calderon fue. con 33 años, el más mayor del grupo. “Hablamos con el Papa en italiano, inglés, español y francés", dijo. "Conté a Benedicto XVI la situación de los jóvenes en América Latina, le expliqué que buscan aún a Jesucristo, aunque hay muchas dificultades. El Papa me prometió oraciones por los jóvenes latinoamericanos y me dijo que apreciaba el análisis que había hecho".

El menú fue ligero: "Verduras y legumbres, pescado, un helado. Pero yo casi no comí nada, porque estaba muy emocionada”, reveló Aurora Maria Almagro, española de 21 años, procedente de Murcia. “El Papa – añadió – hizo de todo para hacernos sentir a gusto".

Por Serena Sartini

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Documentación


Homilía del Papa a los jóvenes en Cuatro Vientos
La lluvia le impidió pronunciarla
CUATRO VIENTOS, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Por su interés, ofrecemos la homilía que el Papa Benedicto XVI no pudo pronunciar, debido a una repentina tormenta, en la Vigilia con los jóvenes en el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid), durante la Jornada Mundial de la Juventud.

* * *

Queridos amigos:

Os saludo a todos, pero en particular a los jóvenes que me han formulado sus preguntas, y les agradezco la sinceridad con que han planteado sus inquietudes, que expresan en cierto modo el anhelo de todos vosotros por alcanzar algo grande en la vida, algo que os dé plenitud y felicidad.

Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9).

Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios.

Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.

Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida. Él, que tomó sobre sí nuestras aflicciones, conoce bien el misterio del dolor humano y muestra su presencia amorosa en todos los que sufren. Estos, a su vez, unidos a la pasión de Cristo, participan muy de cerca en su obra de redención. Además, nuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados, siempre será un testimonio humilde y callado del rostro compasivo de Dios.

Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.

En esta vigilia de oración, os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga.

A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial.

A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: «¡Sígueme!» (cf. Mc 2,14).

Queridos jóvenes, para descubrir y seguir fielmente la forma de vida a la que el Señor os llame a cada uno, es indispensable permanecer en su amor como amigos. Y, ¿cómo se mantiene la amistad si no es con el trato frecuente, la conversación, el estar juntos y el compartir ilusiones o pesares? Santa Teresa de Jesús decía que la oración es «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (cf. Libro de la vida, 8).

Os invito, pues, a permanecer ahora en la adoración a Cristo, realmente presente en la Eucaristía. A dialogar con Él, a poner ante Él vuestras preguntas y a escucharlo. Queridos amigos, yo rezo por vosotros con toda el alma. Os suplico que recéis también por mí. Pidámosle al Señor en esta noche que, atraídos por la belleza de su amor, vivamos siempre fielmente como discípulos suyos. Amén.

[Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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Saludo del Papa a los jóvenes congregados en Cuatro Vientos
No pudo leer el discurso a causa de una fuerte tormenta
CUATRO VIENTOS, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras de saludo que el Papa Benedicto XVI pronunció en distintos idiomas a los peregrinos congregados para la Vigilia celebrada en el aeródromo de Cuatro Vientos, pues el discurso preparado tuvo que omitirse al destarse una fuerte tormenta.

* * * * *

[En francés dijo]

Traducción española: Queridos jóvenes de lengua francesa, estad orgullosos por haber recibido el don de la fe, que iluminará vuestra vida en todo momento. Apoyaos en la fe de aquellos que están cerca de vosotros, en la fe de la Iglesia. Gracias a la fe estamos cimentados en Cristo. Encontraros con otros para profundizar en ella, participad en la Eucaristía, misterio de la fe por excelencia. Solamente Cristo puede responder a vuestras aspiraciones. Dejaros conquistar por Dios para que vuestra presencia dé a la Iglesia un impulso nuevo.

[En inglés dijo]

Queridos jóvenes, en estos momentos de silencio delante del Santísimo Sacramento, elevemos nuestras mentes y corazones a Jesucristo, el Señor de nuestras vidas y del futuro. Que Él derrame su Espíritu sobre nosotros y sobre toda la Iglesia, para que seamos promotores de libertad, reconciliación y paz en todo el mundo.

[En alemán dijo]

Queridos jóvenes de lengua alemana. En el fondo, lo que nuestro corazón desea es lo bueno y bello de la vida. No permitáis que vuestros deseos y anhelos caigan en el vacío, antes bien haced que cobren fuerza en Cristo. Él es el cimiento firme, el punto de referencia seguro para una vida plena.

[En italiano dijo]

Me dirijo ahora a los jóvenes de lengua italiana. Queridos amigos, esta Vigilia, con todas nuestras aventuras, permanecerá como una experiencia imborrable de vuestra vida. Conservad la llama que Dios ha encendido en vuestros corazones en esta noche: procurad que no se apague, aunque vengan más lluvias, alimentadla cada día, compartidla con vuestros coetáneos que viven en la oscuridad y buscan una luz para su camino. Gracias. Adiós. Hasta mañana.

[En portugués dijo]

Mis queridos amigos, os invito a todos a establecer un diálogo personal con Cristo, exponiéndole las propias dudas y sobre todo escuchándolo. El Señor está aquí y os llama. Jóvenes amigos, vale la pena escuchar en nuestro interior la Palabra de Jesús y caminar siguiendo sus pasos. Pedid al Señor que os ayude a descubrir vuestra vocación en la vida y en la Iglesia, y a perseverar en ella con alegría y fidelidad, sabiendo que Él nunca os abandonará ni os traicionará. Él está con nosotros hasta el fin del mundo.

[En polaco dijo]

Queridos amigos procedentes de Polonia. Esta vigilia de oración está colmada de la presencia de Cristo. Seguros de su amor, acercaos a Él con la llama de vuestra fe. Él os colmará de su vida. Edificad vuestra vida sobre Cristo y su Evangelio. Os bendigo de corazón.

[Copyright 2011 - © Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al comité organizador de la JMJ
Hoy en la Nunciatura de Madrid
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy al Comité organizador de la Jornada Mundial de la Juventud, a quienes encontró en la Nunciatura Apostólica de Madrid, antes de su salida para el Instituto San José y la Vigilia en el aeródromo de Cuatro Vientos.

* * * * *

Queridos amigos:

Me complace recibiros en esta Nunciatura Apostólica para agradeceros vivamente todo lo que habéis llevado a cabo para la organización de esta Jornada Mundial de la Juventud.

Sé muy bien que, desde el momento que se hizo pública la noticia de que la Archidiócesis de Madrid había sido elegida como Sede de esta iniciativa, el Señor Cardenal Antonio María Rouco Varela puso en marcha los trabajos del Comité Organizador Local, en el que, con un profundo sentido eclesial y extraordinario afecto al Vicario de Cristo, han colaborado los responsables de las diversas áreas que se hallan implicadas en un acontecimiento de esta magnitud, coordinados por Monseñor César Augusto Franco Martínez. Solo el amor a la Iglesia y el afán por evangelizar a los jóvenes explican este compromiso tan generoso en tiempo y energías, que dará un abundante fruto apostólico. Durante meses habéis entregado lo mejor de vosotros mismos al servicio de la misión de la Iglesia. Dios os lo premiará con el ciento por uno. No sólo a vosotros, sino a vuestras familias e instituciones, que con abnegación han sostenido vuestra dedicación y esmero. Si, como dice Jesús, ni un vaso de agua dado en su nombre quedará sin recompensa, ¡cuánto más la entrega diaria y permanente a la organización de un hecho eclesial de tanto relieve como el que estamos viviendo! Gracias a cada uno de vosotros.

De igual modo, quiero manifestar mi gratitud a los miembros de la Comisión Mixta, formada por el Arzobispado de Madrid y las Administraciones del Estado, de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de la Villa, que, también desde el inicio de la preparación de esta Jornada Mundial de la Juventud, se constituyó con la mirada puesta en los cientos de miles de jóvenes peregrinos que han llegado a Madrid, ciudad abierta, hermosa y solidaria. Ciertamente, sin esta colaboración solícita, no se habría podido realizar un evento de tanta complejidad y trascendencia. A este respecto, sé bien que las diversas entidades se han puesto a disposición del Comité Organizador Local, sin escatimar esfuerzos y en un clima de amable cooperación, que honra a esta noble Nación y al reconocido espíritu de hospitalidad de los españoles.

La eficacia de esta comisión manifiesta que no solo es posible la colaboración entre la Iglesia y las instituciones civiles, sino que, cuando se orientan al servicio de una iniciativa de tan largo alcance, como es la que nos ocupa, se hace verdad el principio de que el bien integra a todos en la unidad. Por ello, quiero expresar a los representantes de las respectivas Administraciones, que han trabajado denodadamente por el éxito de esta Jornada Mundial, mi más sentido y cordial agradecimiento en nombre de la Iglesia y de los jóvenes que disfrutan en estos días de vuestra acogida y solicitud.

Para todos vosotros, vuestras familias e instituciones, invoco del Señor la abundancia de sus dones. Muchas gracias.

[Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa a los jóvenes minusválidos
Hoy en el Instituto San José de Madrid
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa dirigió hoy a los jóvenes discapacitados y a sus cuidadores de la Fundación “Instituto San José” de Madrid, administrado por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

* * * * *

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,

Queridos hermanos en el Episcopado,

Queridos sacerdotes y religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios,

Distinguidas Autoridades,

Queridos jóvenes, familiares y voluntarios aquí presentes

Gracias de corazón por el amable saludo y la cordial acogida que me habéis dispensado.

Esta noche, antes de la vigilia de oración con los jóvenes de todo el mundo que han venido a Madrid para participar en esta Jornada Mundial de la Juventud, tenemos ocasión de pasar algunos momentos juntos y así poder manifestaros la cercanía y el aprecio del Papa por cada uno de vosotros, por vuestras familias y por todas las personas que os acompañan y cuidan en esta Fundación del Instituto San José.

La juventud, lo hemos recordado otras veces, es la edad en la que la vida se desvela a la persona con toda la riqueza y plenitud de sus potencialidades, impulsando la búsqueda de metas más altas que den sentido a la misma. Por eso, cuando el dolor aparece en el horizonte de una vida joven, quedamos desconcertados y quizá nos preguntemos: ¿Puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento? A este respecto, en mi encíclica sobre la esperanza cristiana, decía: "La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (…). Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana" (Spe salvi, 38). Estas palabras reflejan una larga tradición de humanidad que brota del ofrecimiento que Cristo hace de sí mismo en la Cruz por nosotros y por nuestra redención. Jesús y, siguiendo sus huellas, su Madre Dolorosa y los santos son los testigos que nos enseñan a vivir el drama del sufrimiento para nuestro bien y la salvación del mundo.

Estos testigos nos hablan, ante todo, de la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre. Y no solo: desde que el Hijo de Dios quiso abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen de Dios se nos ofrece también en el rostro de quien padece. Esta especial predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita. Pero esto únicamente es posible realizarlo como fruto de un encuentro personal con Cristo. De ello sois muy conscientes vosotros, religiosos, familiares, profesionales de la salud y voluntarios que vivís y trabajáis cotidianamente con estos jóvenes. Vuestra vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo. Y en vuestra hermosa labor resuenan también las palabras evangélicas: "Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis" (Mt 25, 40).

Por otro lado, vosotros sois también testigos del bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos agradecidos al Señor por haberlos conocido.

Queridos amigos, nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois protagonistas de esta civilización. Y como hijos de la Iglesia ofrecéis al Señor vuestras vidas, con sus penas y sus alegrías, colaborando con Él y entrando "a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano" (Spe salvi, 40).

Con afecto entrañable, y por intercesión de San José, de San Juan de Dios y de San Benito Menni, os encomiendo de todo corazón a Dios nuestro Señor: que Él sea vuestra fuerza y vuestro premio. De su amor sea signo la Bendición Apostólica que os imparto a vosotros y a todos vuestros familiares y amigos.

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Homilía del Papa durante la misa con seminaristas en la catedral de Madrid
"Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción"
MADRID, sábado 20 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa pronunció este sábado en la misa con los seminaristas celebrada en la catedral de la Almudena de Madrid con motivo de la JMJ.

***

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,
Venerados hermanos en el Episcopado,
Queridos sacerdotes y religiosos,
Queridos rectores y formadores,
Queridos seminaristas,
Amigos todos

Me alegra profundamente celebrar la Santa Misa con todos vosotros, que aspiráis a ser sacerdotes de Cristo para el servicio de la Iglesia y de los hombres, y agradezco las amables palabras de saludo con que me habéis acogido. Esta Santa Iglesia Catedral de Santa María La Real de la Almudena es hoy como un inmenso cenáculo donde el Señor celebra con deseo ardiente su Pascua con quienes un día anheláis presidir en su nombre los misterios de la salvación. Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo. Como seminaristas, estáis en camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Dadle gracias por esta muestra de predilección que tiene con cada uno de vosotros.

La primera lectura que hemos escuchado nos muestra a Cristo como el nuevo y definitivo sacerdote, que hizo de su existencia una ofrenda total. La antífona del salmo se le puede aplicar perfectamente, cuando, al entrar en el mundo, dirigiéndose a su Padre, dijo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” (cf. Sal 39, 8-9). En todo buscaba agradarle: al hablar y al actuar,  recorriendo los caminos o acogiendo a los pecadores. Su vivir fue un servicio y su desvivirse una intercesión perenne, poniéndose en nombre de todos ante el Padre como Primogénito de muchos hermanos. El autor de la carta a los Hebreos afirma que con esa entrega perfeccionó para siempre a los que estábamos llamados a compartir su filiación (cf. Heb 10,14).

La Eucaristía, de cuya institución nos habla el evangelio proclamado (cf. Lc 22,14-20), es la expresión real de esa entrega incondicional de Jesús por todos, también por los que le traicionaban. Entrega de su cuerpo y sangre para la vida de los hombres y para el perdón de sus pecados. La sangre, signo de la vida, nos fue dada por Dios como alianza, a fin de que podamos poner la fuerza de su vida, allí donde reina la muerte a causa de nuestro pecado, y así destruirlo. El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, es decir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarísticos en la nueva fuente de la libertad redimida de los hombres. En Él tenemos la promesa de una redención definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, hacia Él que es nuestra meta y también nuestro principio.

Queridos amigos, os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. ¿Cómo vivir estos años de preparación? Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia. Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.

Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los años de vuestra formación con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís. Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo. Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación, aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Señor.

Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta esperando alcanzarla (cf.Flp 3,12-14).

Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es también el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas hasta dar la vida por ellas (cf. Jn 10,11). Para imitar también en esto al Señor, vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.

Pedidle, pues, a Él, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, se conviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales. Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia.

Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia.

Con esa confianza, aprended de Aquel que se definió a sí mismo como manso y humilde de corazón, despojándoos para ello de todo deseo mundano, de manera que no os busquéis a vosotros mismos, sino que con vuestro comportamiento edifiquéis a vuestros hermanos, como hizo el santo patrono del clero secular español, san Juan de Ávila. Animados por su ejemplo, mirad, sobre todo, a la Virgen María, Madre de los sacerdotes. Ella sabrá forjar vuestra alma según el modelo de Cristo, su divino Hijo, y os enseñará siempre a custodiar los bienes que Él adquirió en el Calvario para la salvación del mundo. Amén.

[© 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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