«El arte es como una puerta abierta al infinito»

El Papa asegura que la contemplación de las obras de arte puede ayudar a llegar a Dios

 

Al presidir ayer la audiencia general en la plaza Libertad en Castelgandolfo y continuando sus catequesis sobre la oración, el Papa Benedicto XVI explicó que la contemplación de las obras de arte también constituye un camino para llegar a Dios a través de la belleza. En una mañana soleada y ante unos tres mil peregrinos llegados de todo el mundo, el Santo Padre aseguró que el arte «es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Y una obra de arte puede abrir los ojos de las mentes y del corazón, impulsándonos hacia lo alto».

01/09/11 7:38 AM


 

(Aci) Seguidamente el Papa señaló: “quizá os habéis dado cuenta alguna vez que ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía, o alguna pieza musical, habéis sentido una íntima emoción, un sentimiento de alegría, de percibir aquello que claramente ante vosotros no es sólo material”, sino “algo más grande, algo que habla, capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo”.

“El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de andar más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito”, añadió.

El Santo Padre señaló que “hay expresiones artísticas que son verdaderas vías hacia Dios, la Belleza suprema, y que también son una ayuda para crecer en la relación con Dios, en la oración. Se trata de obras que nacen de la fe y que expresan la fe”.

Benedicto XVI recordó luego que cuando asistía a un concierto de música de Johann Sebastián Bach, sintió en lo profundo de su corazón, “que aquello que había escuchado me había transmitido la verdad, la verdad del sumo compositor, y me alentaba a dar gracias a Dios”.

El Santo Padre invitó a los fieles a contemplar el arte no sólo como un modo de enriquecimiento cultural, “sino como un momento de gracia, de estímulo para afrontar nuestro lazo y nuestro diálogo con Dios, para detenernos a contemplar el rayo de la belleza que nos golpea, que casi nos ‘hiere’ en nuestro interior y nos invita a subir hacia Dios”.

“Esperemos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, y así ser tocados por la luz de su rostro, para que también podamos ser luz para nuestro prójimo”.