Mundo
31/08/2011

47 jesuitas han sido asesinados en misiones de todo el mundo desde 1973: la mayoría en África y América y con arma de fuego. Nueve de ellos eran españoles

Desde 1973 han muerto violentamente en misión 47 jesuitas de todo el mundo, entre los que se encontraban nueve españoles. La mayoría han muerto por arma de fuego en países de África y América. Los más conocidos son los seis jesuitas –cinco de ellos españoles– que murieron ametrallados en El Salvador en 1989.


 

Hace pocos días, la Corte Suprema de Justicia de El Salvador ha rechazado el arresto de nueve militares reclamados por la Audiencia Nacional española por el presunto asesinato de los jesuitas asesinados en el país centroamericano.

Pero hay otros muchos jesuitas menos conocidos que también han muerto violentamente en las últimas décadas. El más joven tenía sólo 26 años: Richard Fernando era filipino y murió en 1996 en Camboya por la explosión de una bomba en una escuela. El mayor era Emil Jouret, un jesuita belga que murió apuñalado en República Democrática del Congo cuando tenía 83 años.

Otros jesuitas españoles fallecidos violentamente son Alfredo Pérez, albañil leonés que murió tiroteado en Chad; Luis Espinal, periodista barcelonés que fue torturado y ametrallado en Bolivia; Carlos Pérez, burgalés desaparecido en Guatemala en 1981; y Vicente Cañas, misionero alicantino que murió apuñalado en Brasil.

La lista incluye jesuitas procedentes de Francia, Brasil, Irlanda, Inglaterra, El Salvador, Alemania, India, Portugal, Holanda, Estados Unidos, Colombia, Ruanda, Bélgica, Filipinas, Canadá, Burundi, Indonesia, Zaire y Tanzania.

Los datos aparecen en el apéndice del libro "Pedro Arrupe", coordinado por Gianni La Bella, que incluye artículos de investigadores y aportaciones sobre el que fue prepósito general de la Compañía de Jesús. En el apéndice se lee un extracto de una carta de Arrupe, escrita con ocasión de la muerte violenta de un jesuita:

"Éstos son los jesuitas que necesita hoy el mundo y la Iglesia. Hombres impulsados por el amor de Cristo, que sirvan a sus hermanos sin distinción de raza o de clase. Hombres que sepan identificarse con los que sufren, vivir con ellos hasta dar la vida en su ayuda. Hombres valientes que sepan defender los derechos humanos, hasta el sacrificio de la vida, si fuera necesario".