2.09.11

 

En repetidas ocasiones, quizás demasiadas pero creo necesario insistir sobre ello, he señalado que la Iglesia lleva décadas viviendo en un cisma de facto. De vez en cuando aparecen evidencias muy notables, como es el caso de los dos tercios de sacerdotes austriacos que apoyan un manifiesto titulado “Llamada a la desobediencia". Me hace gracia lo que dice Mons. Egon Kapellari, obispo de Graz: “la llamada es un peligro para la unidad de la Iglesia“. ¿Peligro? No, obispo, no. No es un peligro. Es una ruptura total y pública con la Iglesia.

El Cardenal y Arzobispo de Viena, S.E.R Christoph Schönborn, ha sido un pelín más contundente en esta ocasión. “Esto no puede continuar. Si alguien ha decidido seguir el camino de la disidencia, ello tiene consecuencias“, ha declarado al diario Der Standard. Mucho me temo que sean palabras que luego se lleva el viento, porque ya me dirán ustedes qué piensa hacer si dos de cada tres de sus sacerdotes insisten en seguir por ese camino. ¿Se va a atrever a hacer lo que tendría que hacer? ¿Se va a atrever a separarles del sacerdocio? Ojalá me equivoque, pero creo que la respuesta es no.

En todo caso, a quienes quiero dirigirme hoy no son los obispos, sino aquellos “católicos” que apoyan todo este tipo de actos heréticos y cismáticos. Vamos a ver si os queda clara una cosa, queridos. En el imposible supuesto de que las Puertas del Hades triunfaran sobre la Iglesia y los obispos y el Papa se volvieran locos y os hicieran caso, millones de fieles llegaríamos a la conclusión de que la gran apostasía ha llegado y nos alejaríamos de esos malos pastores como alma que huye del diablo, mientras miramos al cielo esperando la inmediata llegada de Nuestro Señor Jesucristo.

Es decir, la Iglesia que vosotros soñáis es una pesadilla para nosotros. Por tanto, no cabemos en la misma Iglesia. Es imposible. No hay manera. No puede ser. O sea, no. No y no. Si vosotros triunfarais -no lo vais a hacer- nosotros nos iríamos.

Hubo un tiempo en que más de la mitad de los creyentes eran arrianos. Pues bien, los trinitarios -a los que en España empezaron a llamar “despectivamente” romanos por compartir la fe del Obispo de Roma- aguantaron el tirón. Pero hay una diferencia ESENCIAL entre lo que ocurre ahora y lo que ocurrió entonces. Mientras que hubo multitud de obispos arrianos, hoy apenas hay obispos que sostengan privadamente lo que vosotros queréis y sobran los dedos de una mano para contar los que públicamente se han manifestado apoyando algunas de vuestras tesis. Sacerdotes disidentes sí que los hay. Y muchos. Obispos, no. Y os recuerdo que desde finales del siglo I y principios del II la Iglesia profesa que “ubi episcopus, ibi ecclesia“.

Sinceramente, dado que no vamos a llegar a un acuerdo, dado que en temas y doctrinas esenciales estamos tanto o más lejos entre nosotros que lo que está la Iglesia de las comunidades eclesiales protestantes, creo que ha llegado la hora de que dejemos de hacer el paripé y cada cual se vaya por su lado. Nosotros nos vamos o nos quedamos con el Papa y los obispos. Lo siento, muchachos, pero es así. No tenemos la culpa de ser fieles al Magisterio. Nos ha venido dado desde lo alto. Los que tenéis problemas con las enseñanzas de la Iglesia sois vosotros, así que no podéis pretender quedaros con la marca, con el copyright de católicos apostólicos y romanos.

Tenéis varias opciones. Os podéis unir a cualquiera de las denominaciones protestantes infectadas de liberalismo teológico. Por ejemplo, a los luteranos. O incluso a los anglicanos. También podéis fundar vuestro propio chiringuito eclesial. Y dado que entre vosotros hay diversas sensibilidades, quizás os apetezca crear varios chiringuitos. Luego pedís todos formar parte del Consejo Mundial de Iglesias y santas pascuas.

En un alarde de generosidad y espíritu ecuménico, estaría dispuesto a aceptar que la Iglesia os facilite las cosas. Allá donde seáis mayoría -por ejemplo, en muchas parroquias austriacas-, se podría ver la manera de cederos instalaciones para vuestros cultos. De hecho, es lo que ocurre en el barrio madrileño de Entrevías, donde el Centro Pastoral San Carlos Borromeo es ya cualquier cosa menos un templo católico. Por supuesto, habría que garantizar siempre que los fieles auténticamente católicos tendrán sus templos para celebrar la Misa. Es más, seguramente lo agradecerán de verdad, ya que es bastante probable que la “misas” a las que asisten ahora sean simples pantomimas.

Ahora me dirijo a todos. En serio, creo que es hora de acabar con la farsa. No podemos mantener por más tiempo la mentira de una unidad canónica que no existe en la realidad. El cisma es un gran fracaso, es un gran daño para la Iglesia. Ha de evitarse siempre que sea posible. Pero más daño hace la mentira, la hipocresía, la falsedad. No podemos tapar el sol con un dedo. Hoy asistimos a un momento histórico en el que multitud de fieles bautizados en la Iglesia no profesan la doctrinal y la moral católicas. Y junto a ellos, tienen una legión de teólogos y sacerdotes disidentes. En algunas naciones son incluso mayoría. Pues bien, reconozcamos públicamente la realidad. Demos un paso adelante. Debemos apartalos de nosotros ya que ellos no quieren dar el paso de abandonar la Iglesia. Obedezcamos a los apóstoles y a Cristo. Llamenos cisma a lo que es cisma. Y obremos en consecuencia. De no hacerlo, es cuestión de tiempo que el cisma se agrande por el otro lado. El lefebvrismo es una advertencia muy a tener en cuenta. Sin duda es un mal, pero también es la consecuencia de no atajar otro mal mayor.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Va siendo hora de que los obispo valientes que temen a Dios -y no a perder un nombramiento mayor- empiecen a decir esto de forma pública y notoria. El Concilio Vaticano II explica que TODOS los obispos son “partícipes de la preocupación de todas las Iglesias". Así que tomen nota. Eso les corresponde a ustedes, no a los directores de portales católicos.