2.09.11

 

Como dice la conocida canción, “la vida te da sorpresas”… Y es que, si hace solamente tres días publicaba un artículo sobre la acción proselitista de algunas sectas en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid (La JMJ de Madrid y las sectas), y ya decía que la realidad encontrada en este evento me hizo escribir sobre el tema, sin haberlo previsto con antelación, resulta que vuelvo a escribir. ¡Qué pesado!, dirán algunos. Pero ha sucedido algo que ha motivado este comentario adicional. El mismo día de la publicación del artículo un adepto de la secta jehovista me envió un documento valiosísimo, que él recibió a su vez de un contacto interno. No se identifica a la fuente, por motivos obvios de seguridad. Algunos podrán decirme que no es riguroso citar una fuente anónima, que podría haberme inventado yo mismo, o que podría ser una burda manipulación. Pero hay tres razones para que escriba todo esto fiándome de un documento interno: la fiabilidad de mi informador, el estilo propio de los testigos de Jehová que tiene el texto, y la confirmación que me han hecho algunos compañeros peregrinos en la JMJ de que se trata de lo que ellos vivieron en su conversación con los adeptos de la secta.

Según me comentan, se seleccionaron unos 400 jóvenes testigos de Jehová de las comunidades locales de Madrid, a los que se instruyó con el documento que aquí voy a comentar, tiempo antes de la celebración de la JMJ. La idea era acercarse a los peregrinos católicos con simpatía y naturalidad, con las instrucciones de no llevar puesta la corbata tradicional de los “publicadores” (así se llama en la jerga propia del grupo a los adeptos, ya que se dedican a publicar su doctrina difundiendo sus propias publicaciones impresas). Una imagen informal dictada por el sentido común, ya que habría impactado mucho ver a jóvenes impecablemente vestidos con la corbata y portando una cartera elegante meterse en grupos de coetáneos ataviados de camisetas, sombreros y pañoletas de colores chillones. Eso en cuanto a los varones, pero también ha habido mutación externa en el caso femenino ya que, como me confirma una peregrina de Zamora, la joven testigo que habló con ella llevaba unos pantalones vaqueros, en clara alternativa a la falda que llevan siempre.

Las situaciones que se plantean a los agentes proselitistas de la secta son cinco: “nos abordan para hablar de religión; nos piden información sobre cómo llegar a un monumento, museo, restaurante, etc.; en el transporte público o un parque; haciendo turismo; en camino a un evento”. Y aparecen desarrolladas en cinco ejemplos de conversación, donde planean diversas cuestiones en torno al sentido de la JMJ, la identidad cristiana de los participantes, etc. El planteamiento es totalmente positivo, sin atisbos de agresividad anticatólica de ningún tipo, y sin identificarse como testigos de Jehová. Podemos leer en las presentaciones frases como “Me encanta ver a jóvenes con inquietudes espirituales”, “Yo también intento ser un buen cristiano. Me ha animado mucho ver la fe que tienes”, o “Veo que eres una persona que se toma en serio la religión”. Éstas y otras suponen una captatio benevolentiae, como decía la retórica clásica, es decir, un recurso que busca ganarse la buena disposición del interlocutor. Entonces, en una conversación amigable entre lo que parecen ser dos jóvenes cristianos que han encontrado un interés común que es la persona de Jesús, el testigo de Jehová ofrece una publicación. En uno de los casos se detalla que se trata de la revista La Atalaya del pasado 1 de abril, y así lo pude comprobar en una conversación que presencié yo mismo en el centro de Madrid.

Estas conversaciones se plantean de forma breve y, como ya he señalado, simpática. Junto a las indicaciones sobre la vestimenta, observamos que quieren distanciarse claramente de la imagen popularizada de los testigos de Jehová como gente que se acerca con una revista o folleto en la mano, vestidos de una manera determinada y caracterizados también por su insistencia o pesadez. En la estrategia empleada para la JMJ madrileña los adeptos jóvenes mantienen un diálogo breve y afable, como si fueran cristianos corrientes, sobre temas espirituales, pero de forma superficial y a partir de un presunto encuentro casual. Saludan cortésmente y dicen su nombre en algunos casos, y sólo al final sacan el material que se le da al peregrino, con palabras como éstas: “me gustaría dejarte un pequeño regalo como recuerdo de tu visita a Madrid. Espero que te guste. Es un pequeño libro que ayuda a conocer bien a Dios y la Biblia”, o “tengo aquí una publicación que creo que encontrarás muy útil. Considéralo un recuerdo de tu visita a Madrid. Es un regalo que te puedes llevar a casa”.

Estos diálogos, que seguramente hayan ensayado al detalle los jóvenes entrenados para el proselitismo –tal como se hace en la llamada Escuela de Ministerio, que se celebra con periodicidad semanal en los Salones del Reino, y en la que los testigos hacen “prácticas” de encuentros con “no testigos” con finalidad proselitista–, llegan a imbricar sutilmente palabras sin intencionalidad con otras claramente dirigidas a la captación, preguntando al joven sobre la JMJ y su sentido. Un ejemplo es el modelo titulado “Nos piden información sobre cómo llegar a un sitio”. Cuando un joven católico pregunte, por ejemplo, por la Casa Encendida, el testigo de Jehová le dice: “Claro, está en la Ronda de Valencia, no recuerdo el número, pero la tienes a unos 900 metros. Mira, te lo enseño en el mapa. ¿Estás de visita en Madrid?”. Si la respuesta del católico es “Sí, he venido a la JMJ”, el testigo dice, de forma despistada, como si siguiera concentrado sobre el plano de la ciudad: “Parece un gran acontecimiento… Sí, aquí está… estamos en Plaza de Atocha, tomas la Ronda de Atocha, sigues por Ronda de Valencia y aquí la tienes. Por cierto, me llamo Daniel”. Una hábil forma para unir, en pocas palabras, las indicaciones solicitadas, el interés personalizado, la valoración positiva del evento y la propia presentación.

No sabemos a cuántas personas habrán abordado los 400 testigos de Jehová diseminados por las calles de Madrid, entre los grupos de jóvenes católicos de todo el mundo. Al menos, los de lengua española los habrán podido ver entre ellos. Aunque no pueda hacerse estadística de mi experiencia, cuatro o cinco miembros de mi expedición diocesana, formada por 150 personas, tuvieron ocasión de dialogar “casualmente” con testigos de Jehová, lo que nos puede dar una idea de su intensa actividad entre el 16 y el 21 de agosto. Ante estos encuentros, algunos jóvenes compañeros míos comentaban que les llamaba la atención, y yo les dije entonces que esto respondía a una estrategia. Ahora, unos días después, tras conocer el documento interno que se ha trabajado y que ha servido para preparar el abordaje jehovista de la JMJ, se confirma lo que dije. Una estrategia medida y bien pensada. Cuando les he mostrado a algunos de estos jóvenes el documento de la secta, se han sorprendido al ver que respondía a lo que de forma tan reciente les había pasado. Esto es lo que hay. El movimiento funciona así, y es bueno que se muestre a la luz una técnica que se adapta a las situaciones para seguir buscando neófitos.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital