ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 4 de septiembre de 2011

Santa Sede

Corregir a los demás debe ser un acto de amor, explica el papa

Chile: Dolor del papa por el accidente aéreo

Fallece el cardenal Deskur, “enseñó” a ser papa a Karol Wojtyla

Los jóvenes han aprendido en Madrid el significado de la “comunión espiritual”

La Santa Sede no obstaculizó las investigaciones sobre abusos en Irlanda

Mundo

Contradicciones en el llamamiento a la desobediencia de sacerdotes austríacos

Para los obispos de Estados Unidos es un deber reducir la deuda

Las reliquias de santa Teresa de Lisieux visitan Perú

El Consejo Ecuménico de las Iglesias invita a reflexionar en la creación

Angelus

Benedicto XVI: La corrección fraterna

Documentación

Obispos de Managua evocan el testimonio del sacerdote asesinado


ANUNCIOS


Santa Sede


Corregir a los demás debe ser un acto de amor, explica el papa
Ilustra los pasos que expone Jesús para la “corrección fraterna”
CASTEL GANDOLFO, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI está convencido de que la “corrección fraterna” constituye un deber, que nace deuna reacción a la ofensa sufrida sino del amor por el hermano.

Así lo explicó este domingo al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la residencia pontificia de Castel Gandolfo al comentar el pasaje evangélico de la liturgia de este domingo (Mateo 18,15-20), en el que el mismo Jesús explica cómo corregir al hermano en la comunidad cristiana.

“El amor fraterno comporta también un sentido de responsabilidad recíproca, por lo que, si mi hermano comete una culpa contra mí, yo debo ser caritativo con él y, ante todo, hablarle personalmente, haciéndole presente que lo que ha dicho o hecho no es bueno”, comenzó explicando el pontífice en un mediodía de húmedo calor.

“Este modo de actuar se llama corrección fraterna --aclaró--: no es una reacción a la ofensa sufrida, sino que surge del amor por el hermano”.

De hecho, citando a uno de sus autores preferidos, san Agustín de Hipona, afirmó que “aquel que te ha ofendido, al ofenderte, se ha inferido a sí mismo una grave herida, y tú ¿no te preocupas por la herida de un hermano tuyo? ... Tú debes olvidar la ofensa que has recibido, no la herida de tu hermano”.

A continuación el pontífice pareció responder a la pregunta que aparecía en el rostro de los peregrinos al escuchar sus palabras: “¿Y si el hermano no me escucha?”.

El pontífice ilustró los pasos que presenta Jesús en el Evangelio: “primero hay que volver a hablarle con otras dos o tres personas, para ayudarle a darse cuenta de lo que ha hecho; si a pesar de esto rechaza aún la observación, es necesario decirlo a la comunidad; y si no escucha ni siquiera a la comunidad, hay que hacerle percibir la separación que él mismo ha provocado, separándose de la comunión de la Iglesia”.

La corrección fraterna, subrayó Benedicto XVI, se explica porque “hay una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana: cada uno, consciente de sus propios límites y defectos, está llamado a recibir la corrección fraterna y a ayudar a los demás con este servicio particular”.


Otro fruto de la caridad en la comunidad es la oración concorde, siguió diciendo al continuar comentando el Evangelio: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

“La oración personal ciertamente es importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que --aunque sea muy pequeña-- está unida y unánime, porque refleja la realidad misma de Dios Uno y Trino, perfecta comunión de amor”, indicó.

Por este motivo, el obispo de Roma concluyó con su consejo para los peregrinos: “debemos ejercitarnos tanto en la corrección fraterna, que requiere mucha humildad y sencillez de corazón, como en la oración, para que se eleve a Dios a partir de una comunidad verdaderamente unida en Cristo”.

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Chile: Dolor del papa por el accidente aéreo
Pide “los dones de la serenidad espiritual” para los chilenos
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha manifestado su dolor al recibir la noticia del accidente aéreo, ocurrido el 2 de septiembre en el archipiélago de Juan Fernández, en el que han perdido la vida 21 personas, conmocionando a sus compatriotas chilenos.

El secretario de Estado del papa, el cardenal Tarcisio Bertone, ha enviado un telegrama a monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago de Chile y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, en el que el papa “ofrece fervientes sufragios por el eterno descanso de los difuntos”.

La misiva hace llegar “el sentido pésame del Papa, junto con expresiones de cercanía y consuelo a los familiares que lloran tan sensible pérdida, y pide al Señor que derrame sobre ellos los dones de la serenidad espiritual y de la esperanza cristiana, en prenda de lo cual les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica”.

En el avión de transporte CASA C-212 viajaban 21 personas, entre las que se encontraba el animador Felipe Camiroaga y el empresario Felipe Cubillos. El equipo viajaba para conocer el trabajo de “Desafío Levantemos Chile”, organización creada para apoyar las labores de reconstrucción tras el terremoto de febrero de 2010.

En el avión viajaban personal del equipo de Televisión Nacional de Chile, integrantes de la ONG, funcionarios del Consejo de la Cultura y personal de la Fuerza Aérea chilena.

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Fallece el cardenal Deskur, “enseñó” a ser papa a Karol Wojtyla
Fue presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha expresado su dolor al recibir la noticia del fallecimiento, a los 87 años, del cardenal Adrzej María Deskur, presidente emérito del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, amigo de toda la vida de Karol Wojtyla.

En un telegrama enviado al cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, el papa recuerda estos “vínculos de antigua y profunda amistad con el beato Juan Pablo II”, y constata que el cardenal Deskur “deja el recuerdo de una vida entregada a la adhesión coherente y generosa, a su propia vocación, como piadoso y celoso sacerdote, que enriqueció su ministerio, aceptando la enfermedad con evangélica resignación”.

En su telegrama, Benedicto XVI recuerda con gratitud la preciosa colaboración que el cardenal Deskur prestó durante tantos decenios a la Santa Sede, al servicio de seis pontífices, dedicándose en especial la pastoral en el campo de los medios de la comunicación social.

 

La biografía del cardenal Andrzej Maria Deskur, nacido el 29 de febrero de 1924 en Sancygniów (diócesis de Kielce, Polonia), en el seno de una familia de origen francés, está ligada por muchos episodios decisivos de la vida de Juan Pablo II

En las semanas previas a la elección del papa polaco, en 1978, el entonces obispo Deskur, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, organizó una serie de cenas en su apartamento del Vaticano, en el Palacio de San Carlos, para presentar al cardenal Karol Wojtyla a cardenales.

El 13 de septiembre, el día antes del cónclave, el obispo Deskur sufrió un derrame cerebral incapacitante, que lo dejó paralizado del lado izquierdo de su cuerpo para toda la vida. A pesar de los informes de prensa de que había muerto y de las misas de réquiem dichas por él, sin embargo, recuperó su brillantez y buen humor, aunque sufrió la discapacidad de movimientos.

Juan Pablo II visitó a monseñor Deskur el día siguiente de su elección como papa en el Policlínico Gemelli y, de acuerdo con testigos oculares dijo al personal del hospital: "él me enseñó a ser Papa".

En un escrito a la madre del obispo Deskur sólo diez días después de su elección, Juan Pablo II dijo que su querido amigo "me había preparado para lo que iba a suceder el 16 de octubre, él me enseñó lo que la Santa Sede es en realidad y me facilitó los contactos de los líderes de la Iglesia de Europa y de todo el mundo".

Siendo joven, el purpurado había alcanzado un doctorado en Derecho en 1945 por la Universidad Católica de Cracovia, período en el que fue secretario general de una importante organización estudiantil polaca de la posguerra llamada "Bratniak".

Entró en el seminario de Cracovia y fue ordenado sacerdote el 20 de agosto de 1950. Obtuvo un doctorado en teología por la Universidad de Friburgo y, tras dos años de actividad pastoral y estudiar en Francia y Suiza, en septiembre de 1952, fue llamado a Roma para trabajar en la Secretaría de Estado.

Durante este período trabajó como subsecretario de la Pontificia Comisión de Cinematografía, Radio y Televisión (1954-1964), secretario de la Comisión Preparatoria de la Secretaría de Prensa durante el Concilio Vaticano II (1960-1962), perito para la Asamblea del Consejo ( 1962-1965) y fue miembro de las Comisiones conciliares para los Obispos, para el Clero, para los Laicos, y para la Prensa y el Entretenimiento.

En 1973 fue nombrado presidente de la Comisión Pontificia (ahora Consejo) para las Comunicaciones Sociales.

Fue nombrado Obispo titular de Tene, el 17 de junio de 1974 y recibió la ordenación episcopal el 30 de junio siguiente. El 15 de febrero de 1980, Juan Pablo II lo nombró arzobispo y presidente emérito de la Pontificia Comisión.

El cardenal Deskur ha contribuido a numerosos congresos y encuentros de profesionales de la prensa, radio, televisión y cine, visitando 70 países en los cinco continentes. Entre otras actividades, fue uno de los promotores de la "Radio Veritas" estación de radio para los países de Asia y Oceanía.

Fue creado cardenal por Juan Pablo II en el consistorio del 25 de mayo de 1985. Desde 1996 era presidente de la Academia Pontificia de la Inmaculada Concepción.


El funeral del cardenal Deskur, que falleció el 3 de septiembre, se celebrará en el Altar de la Cátedra de la Basílica vaticana, el próximo martes, 6 de septiembre, a las once y media de la mañana.

El Colegio Cardenalicio queda integrado ahora por 193 purpurados, de los que 114 son electores pues no han cumplido los 80 años.

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Los jóvenes han aprendido en Madrid el significado de la “comunión espiritual”
Balance del portavoz de la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Los jóvenes que participaron en la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud aprendieron junto a Benedicto XVI el sentido de la “comunión espiritual”, explica el portavoz de la Santa Sede.

Esta es la lección que saca de ese evento, que convocó a unos dos millones de personas, el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en el balance que ha presentado en el editorial de la última edición de “Octava Dies”, semanario del Centro Televisivo Vaticano.

El sacerdote recuerda el momento culminante de las jornadas de Madrid, la vigilia y la misa en Cuatro Vientos, “encuentro con el Papa, pero más aún celebración comunitaria junto al Papa en presencia de Cristo”.

Según el portavoz, hay dos aspectos característicos que se desprenden del evento y que serán cruciales para la reflexión de los jóvenes y de la Iglesia, sobre la relación con Jesucristo presente en la Eucaristía.

Ante todo la adoración vespertina, aclara. “Desde la Jornada de Colonia en el 2005 la adoración eucarística tiene un lugar central en la Vigilia, y el silencio absoluto de centenares de millares de jóvenes en oración, ayuda a toda la Iglesia a redescubrir la importancia de la adoración eucarística, que muchos habíamos subestimado u olvidado. Estar en silencio con Jesús: así se puede comenzar a escuchar y a hablar con él, se puede alimentar y profundizar la comunión con él”.

Luego la “comunión espiritual”, insiste.

“El hecho que durante la misa, por causas no previsibles, numerosos jóvenes no han podido recibir la comunión sacramental, nos ha ayudado a recordar las preciosas palabras de un reciente documento del Papa, que ponen en guardia de un cierto automatismo, casi como si por el sólo hecho de estar en la iglesia durante la liturgia se tenga el derecho o tal vez el deber de participar a la mesa eucarística”.

“También cuando no es posible recibir la comunión sacramental, la participación a la santa misa permanece necesaria, valida, significativa y fructuosa”. En estas circunstancias es necesario “cultivar el deseo de la plena unión con Cristo”, como dice una antigua y bella tradición, hacer la “comunión espiritual” (Sacramentus caritatis, n.55).

“En la misa la comunidad de la Iglesia celebra la muerte y la resurrección de Jesús, vivo y presente. Recibirlo sacramentalmente sigue siendo un don gratuito; el deseo intenso de estar unidos a él es también una eficaz fuente de comunión. Esta es una palabra importante de esperanza y de solidaridad para todos aquellos que por tantos motivos – prácticos o ligados a la condición de vida familiar- no pueden hoy recibir la comunión sacramental. Es un gran mensaje positivo del no deseado ayuno eucarístico de un millón de jóvenes en Cuatro Vientos”, concluye el padre Lombardi. 

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La Santa Sede no obstaculizó las investigaciones sobre abusos en Irlanda
Reitera su repugnancia por dichos crímenes cometidos por sacerdotes
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).-La Santa Sede ha manifestado su repugnancia por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Irlanda y ha aclarado que no obstaculizó las investigaciones de las autoridades civiles en la diócesis de Cloyne.

Son dos de los puntos centrales de la respuesta que ha entregado el Vaticano este 3 de septiembre al gobierno irlandés, a través de su representación en Roma, después de la publicación del Informe de la Comisión de Investigación sobre la diócesis de Cloyne, sobre abusos sexuales contra menores por parte de miembros del clero y la forma en que han sido afrontados en dicha diócesis.

Profunda repugnancia

El documento vaticano afirma, “ante todo, su profunda repugnancia por los delitos de abuso sexual sucedidos en esa diócesis y lamenta y se avergüenza profundamente por los terribles sufrimientos que las víctimas y sus familias han tenido que soportar en la Iglesia de Jesucristo, lugar donde eso jamás tendría que ocurrir”.

La Santa Sede, asegura el texto, “está muy preocupada por los hallazgos de la Comisión respecto a las graves carencias en el gobierno eclesial de la diócesis y el trato inadecuado de las acusaciones de abuso”.

“Es particularmente alarmante que todas estas deficiencias hayan podido suceder a pesar de que los obispos y los superiores religiosos hayan asumido el compromiso de aplicar las líneas guía desarrolladas por la Iglesia en Irlanda a fin de ayudar a garantizar la protección de los niños, y a pesar de las normas y de los procedimientos de la Santa Sede relativos a los casos de abuso sexual”.

Colaboración con las autoridades

Por otra parte, la nota aclara que cumplir con los requisitos canónicos para asegurar la correcta administración de justicia en la Iglesia de ningún modo impedía la cooperación con las autoridades civiles.

La Santa Sede comprende y comparte los profundos sentimientos de enfado y frustración ante las conclusiones del Cloyne Report, y que se manifestaron en el discurso del señor Enda Kenny, primer ministro (Taoiseach), pronunciado en la Cámara de Diputados (Dáil Éireann) el 20 de julio de 2011.

Sin embargo, la Santa Sede mantiene importantes reservas sobre algunos aspectos del discurso. En particular, es infundada la acusación de que la Santa Sede pretendiera "frustrar una Investigación en una República soberana y democrática hace sólo tres años, no hace tres décadas".

La Santa Sede desea dejar bien claro que de ningún modo ha obstaculizado o intentado interferir en ninguna investigación de casos de abuso sexual de menores en la diócesis de Cloyne. Además, en ningún momento la Santa Sede ha intentado interferir en la ley civil irlandesa o impedir a las autoridades civiles el ejercicio de sus funciones.

El Vaticano, “a la vez que rechaza las acusaciones infundadas, acoge con espíritu de humildad todas las observaciones y sugerencias objetivas y útiles para combatir con determinación el espantoso delito del abuso sexual de menores”.

La Santa Sede concluye repitiendo que “comparte la profunda preocupación e inquietud expresadas por las autoridades irlandesas, por los ciudadanos irlandeses en general y por los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de Irlanda respecto a los actos delictivos y pecaminosos de abuso sexual perpetrados por miembros del clero y por religiosos”.

La síntesis en español de la respuesta de la Santa Sede al gobierno irlandés puede leerse en la sección de documentación de ZENIT (Abusos: Respuesta de la Santa Sede al primer ministro de Irlanda).

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Mundo


Contradicciones en el llamamiento a la desobediencia de sacerdotes austríacos
Expuestas por el cardenal Christoph Schönborn
VIENA, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, ha respondido al “llamamiento a la desobediencia” lanzado por sacerdotes que no comparten la teología y disciplina de la Iglesia con un “llamamiento a la unidad”.

El purpurado y reconocido teólogo ha respondido de múltiples maneras ante la “Pfarrer-Iniciative”, un manifiesto publicado el 19 de junio, firmado por más de trescientos sacerdotes, de los dos mil que hay en Austria, en el que hacen un “llamamiento a la desobediencia”, dado que el Papa y los obispos no han acogido sus reivindicaciones.

Entre estas reivindicaciones, se encuentran la ordenación sacerdotal de mujeres, la ordenación sacerdotal de hombres casados en la Iglesia de rito latino, la comunión para los divorciados, la posibilidad de que haya un presidente laico al frente de las parroquias...

El cardenal Schönborn ha ofrecido entrevistas para explicar que el “llamado a la desobediencia” contra la jerarquía legítima de la Iglesia no sólo no está justificado, sino que además constituye un motivo de escándalo para los católicos.

“Muchos trabajadores se preguntan cómo es posible que la Iglesia incite a propagar y a practicar la desobediencia, cuando saben ciertamente que si ellos lanzasen un llamado similar en los lugares de trabajo desde hace tiempo habrían perdido su empleo”, se pregunta el cardenal en una carta en la que ha respondido a los autores de la iniciativa.

“No es necesario estar siempre de acuerdo con cada decisión eclesiástica, sobre todo en ámbito disciplinar; y es también lícito tomar en algunos casos decisiones diversas por parte de la curia --reconoce el purpurado--. Pero cuando el Papa indica repetidamente pautas claras, recordando también la enseñanza en vigor – por ejemplo, en lo que respecta a los papeles -, entonces el llamado a la desobediencia pone, de hecho, en discusión la comunidad eclesiástica en su conjunto”.

“Porque en última instancia, cada sacerdote, así como todos nosotros, debemos decidir si queremos continuar recorriendo el camino junto al Papa, al obispo y a la Iglesia, o no. Ciertamente, es siempre difícil renunciar a algunas ideas y visiones. Pero quien declara nulo el principio de la obediencia, disuelve la unidad”, afirma el purpurado.

Schönborn hace notar a los promotores de la “Pfarrer-Inititiative” algunas contradicciones en su “Programa de desobediencia”, entre estas, por ejemplo, el concepto de una “fiesta de la Eucaristía sin sacerdote” y todavía más la definición inaceptable de “festivales litúrgicos”.

“Soy obispo desde ya casi veinte años --concluye el cardenal--. La tarea del obispo es la de unidad: la unidad en la propia diócesis, la unidad con el Papa, la unidad con la Iglesia. Y yo asumo esta tarea con gran felicidad. Vivo muchos momentos bellos, pero también momentos de dolorosas heridas. Una de estas heridas es el 'Llamamiento a la desobediencia'”.

Por eso, hace “un llamamiento a la unidad, a esa unidad pedida por Jesucristo al Padre, y por la que Jesús estuvo dispuesto a sacrificar la vida”.

La traducción al español de la carta del cardenal puede leerse en http://la-buhardilla-de-jeronimo.blogspot.com/
 

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Para los obispos de Estados Unidos es un deber reducir la deuda
No se trata de qué partido político gane, sino de tratar bien a los pobres
WASHINGTON, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– Los obispos de Estados Unidos recuerdan al gobierno que reducir la deuda es un deber moral, y que no es un deber que depende del partido que gane sino de cómo son tratados los pobres.


Monseñor Howard Hubbard, obispo de Albany, Nueva York, y monseñor Stephen Blaire, obispo de Stockton, California, representantes de los comités de política internacional y nacional de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos (USCCB), hicieron esta afirmación el pasado miércoles en una declaración.

Dirigiéndose al Comité Especial Conjunto de la Reducción del Déficit, los obispos afirmaron: “la medida moral de este proceso histórico no depende de que partido gane o de que intereses de poder prevalezcan, sino de cómo son tratados los parados, los hambrientos, los sin techo y los pobres”.


“Entendemos que esta situación fiscal es insostenible, con una déficit que aumenta y una creciente deuda para nuestros hijos”, escriben los obispos. “Reconocemos la importancia económica y moral de la creación de empleos que tengan un salario decente y que estimulen el crecimiento económico así como las estrategias esenciales que mejoren nuestra economía, reduzcan la pobreza y los déficits y deudas futuras”.


“La pregunta es cómo responder ante las exigencias de la justicia y de las obligaciones morales con las generaciones futuras y proteger las vidas y la dignidad de los pobres y vulnerables”.

No es el momento
Los obispos advirtieron en contra de los recortes sustanciales a “programas que ayudan a las familias a trabajar para ganarse la vida y escapar de la pobreza”.


También afirmaron que no es el momento de “debilitar la red de seguridad nacional o de hacer desproporcionados recortes a programas que pueden ayudar a las familias con ingresos bajos o moderados a
evitar la crisis y a vivir con dignidad”.


También hablaron del peligro de socavar los programas de ayuda internacional, “una herramienta esencial para promover la vida humana y la dignidad, la solidaridad con las naciones más pobres y mejorar la seguridad mundial”.

También advirtieron contra los recortes en los fondos para la admisión de los refugiados y los programas de asistencia a los refugiados en el extranjero.


Los obispos Hubbard y Blaire observaron que “el sacrificio compartido de todos” es necesario, y abogaron por la eliminación “de gastos militares innecesarios y de otros similares y así hacer frente a los costes a largo plazo de los seguros de salud y de planes de jubilación justos”.

Más información en:

www.usccb.org/issues-and-action/human-life-and-dignity/economic-justice-economy/upload/letter-to-supercommittee-budget-deficit-2011-08-31.pdf

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Las reliquias de santa Teresa de Lisieux visitan Perú
Por los cien años de presencia de las carmelitas descalzas en el país
LIMA, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– Las reliquias de santa Teresa de Lisieux llegaron este martes a suelo andino para una peregrinación de tres meses por Perú con motivo de los cien años de presencia de las carmelitas descalzas en el país.

La iniciativa, de la familia carmelitana, tiene como lema En misión por Perú y representa una gran novedad en el país, que acoge por primera vez la urna que contiene las reliquias de la patrona de las misiones.

Las reliquias de santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz visitarán las comunidades del sur este mes de septiembre, las del centro del país en octubre y las del norte en noviembre.

Las recibirán las comunidades carmelitas, los monasterios, los Institutos de Vida Consagrada y las parroquias en los tribunales eclesiásticos de Abancay, Arequipa, Ayacucho Callao, Carabayllo, Chiclayo, Chimbote, Chosica, Chuquibamba, Cusco, Huacho, Huancayo, Huancavelica, Ica, Lima, Lurín, Piura, Trujillo, Puno, Tacna, Moquegua y Yauyos.

Según la orden de las carmelitas descalzas en Perú, esta visita ayudará a conocer a santa Teresa de Lisieux y “a redescubrir el evangelio vivo de su doctrina, basado en el amor y la confianza en Dios. Sus reliquias nos ayudarán a aproximarnos a Dios con nuestros corazones, cuerpos y mentes, y así fortalecer nuestra fe en lo invisible”.

El rector de la basílica teresiana de Lisieux respondió rápidamente y con total disponibilidad a la petición de enviar al país andino una urna que contiene las reliquias de la santa. El 30 de noviembre las reliquias regresarán a Francia.

Vida oculta, santa conocidísima
Novena y última hija de los beatos Luis y Celia Martin, Santa Teresa de Lisieux nació el 2 de enero de 1873 en la ciudad francesa de Alençon. A los cuatro años, quedó profundamente afectada por la muerte de su madre. Su padre se trasladó entonces con sus cinco hijas –cuatro hijos habían muerto en edades tempranas- a Lisieux, donde la santa vivió hasta su muerte, a los 24 años.

Como destacó Benedicto XVI en una catequesis dedicada a esta santa el pasado mes de abril, Teresa de Lisieux llevó una vida muy sencilla y oculta, pero se ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas y no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, los pequeños, los pobres, los que sufren, y que le rezan, pero también ha iluminado toda la Iglesia, con su profunda doctrina espiritual, hasta tal punto que Juan Pablo II le concedió el título de Doctora de la Iglesia, que se añadió al de Patrona de las Misiones, otorgado por Pío XI en 1939.

Más tarde Teresa, sufriendo una enfermedad nerviosa grave, se curó gracias a una gracia divina, que ella misma definió como “la sonrisa de la Virgen”. Recibió la Primera Comunión, vivida intensamente y puso a Jesús Eucaristía en el centro de su existencia.

La “Gracia de la Navidad” del 1886 marcó el punto de inflexión, lo que ella llamó su “completa conversión”. De hecho, se curó totalmente de su hipersensibilidad infantil e inició una “carrera de gigante”.

A los catorce años, santa Teresita del Niño Jesús se acercó cada vez más, con gran fe, a Jesús Crucificado, y se tomó muy en serio el caso, aparentemente desesperado, de un criminal condenado a muerte e impenitente.

“Quería a toda costa impedirle que fuese al infierno”, escribió la Santa, con la certeza de que su oración lo habría puesto en contacto con la Sangre redentora de Jesús. Fue su primera y fundamental experiencia de maternidad espiritual.

En noviembre de 1887, Teresa peregrinó a Roma junto a su padre y su hermana Celina. Para ella, el momento culminante fue la audiencia del Papa León XIII, al que pidió el permiso de entrar, con apenas 15 años, en el Carmelo de Lisieux, deseo que se realizó un año después.

La dolorosa y humillante enfermedad mental de su querido padre le supuso un gran sufrimiento que le condujo a la contemplación del Rostro de Jesús en su Pasión.

Su profesión religiosa, en la fiesta de la Natividad de María, el 8 de septiembre de 1890, fue para ella un verdadero matrimonio espiritual en la “pequeñez” del Evangelio, caracterizada por el símbolo de la flor: “¡Qué bella fiesta la Natividad de María para convertirme en la esposa de Jesús!”, escribió.

Sólo “diez años después de la “Gracia de Navidad”, en 1896, llegó la “Gracia de Pascua”, que abre el último periodo de la vida de Teresa, con el inicio de su pasión profundamente unida a la Pasión de Jesús, con una enfermedad que la condujo a la muerte a través de grandes sufrimientos y sobre todo con la pasión del alma.

Teresa murió la noche del 30 de septiembre de 1897, pronunciando las sencillas palabras: ¡Dios mío, os amo!”, mirando el crucifijo que apretaba con sus manos. Para Benedicto XVI, “estas últimas palabras de la santa son la clave de toda su doctrina, de su interpretación del Evangelio”.

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El Consejo Ecuménico de las Iglesias invita a reflexionar en la creación
Especialmente del 1 de septiembre al 4 de octubre
GINEBRA, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– El Consejo Ecuménico de las Iglesias (COE) ha invitado a dedicar, del jueves 1 de septiembre al martes 4 de octubre, un periodo de oración y de reflexión sobre los dones de Dios en la naturaleza.

Este tiempo representa la oportunidad de renovar el compromiso con el cuidado de lo creado y su uso debido, indica un comunicado del COE.

Desde hace más de veinte años, cada vez más cristianos en el mundo dedican estas fechas de septiembre y principios de octubre a dar gracias a Dios por la creación y se unen para rezar y actuar juntos a favor del medio ambiente.

Un tiempo para la creación se ha añadido estos últimos años a los calendarios litúrgicos de numerosas Iglesias, como una manera de insistir en la obra del Creador. Fue idea de Dimitrios I, entonces patriarca ecuménico de Constantinopla, que proclamó el 1 de septiembre de 1989 Jornada de oración por la tierra y sus ecosistemas.

El actual patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I ha destacado la importancia de que las comunidades cristianas hagan oír su voz contra todo intento de convertir el medio ambiente en un recurso que explotar con avidez.

El año 2011 ha sido designado por las Naciones Unidas Año Internacional del bosque, y el Consejo Ecuménico de las Iglesias ha apelado insistentemente a los formular sus oraciones y reflexiones sobre los temas relacionados con el bosque, en el espíritu de las Escrituras.

Para más información: http://www.oikoumene.org/fr/coe.html

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Angelus


Benedicto XVI: La corrección fraterna
Intervención con motivo del Ángelus
CASTEL GANDOLFO, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo al rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.

* * *


Queridos hermanos y hermanas:

Las lecturas bíblicas de la misa de este domingo convergen en el tema de la caridad fraterna en la comunidad de los creyentes, que tiene su manantial en la comunión de la Trinidad. El apóstol Pablo afirma que toda la Ley de Dios encuentra su plenitud en el amor, de modo que, en nuestras relaciones con los demás, los diez mandamientos y cualquier otro precepto se resumen en: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Cf. Romanos 13, 8-10). El texto del Evangelio, tomado del capítulo XVIII de Mateo, dedicado a la vida de la comunidad cristiana, nos dice que el amor fraterno comporta también un sentido de responsabilidad recíproca, por lo que, si mi hermano comete una culpa contra mí, yo debo ser caritativo con él y, ante todo, hablarle personalmente, haciéndole presente que lo que ha dicho o hecho no es bueno. Este modo de actuar se llama corrección fraterna: no es una reacción a la ofensa sufrida, sino que surge del amor por el hermano. Comenta dan Agustín: “Aquel que te ha ofendido, ofendiéndote, se ha inferido a sí mismo una grave herida, y tú ¿no te preocupas por la herida de un hermano tuyo? ... Tú debes olvidar la ofensa que has recibido, no la herida de tu hermano” (Sermones 82, 7).


¿Y si el hermano no me escucha? Jesús en el Evangelio de hoy indica unos pasos: primero hay que volver a hablarle con otras dos o tres personas, para ayudarle a darse cuenta de lo que ha hecho; si a pesar de esto rechaza aún la observación, es necesario decirlo a la comunidad; y si no escucha ni siquiera a la comunidad, hay que hacerle percibir la separación que él mismo ha provocado, separándose de la comunión de la Iglesia. Todo esto indica que hay una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana: cada uno, consciente de sus propios límites y defectos, está llamado a recibir la corrección fraterna y a ayudar a los demás con este servicio particular.


Otro fruto de la caridad en la comunidad es la oración concorde. Dice Jesús: “Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18,19-20). La oración personal ciertamente es importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que --aunque sea muy pequeña-- está unida y unánime, porque refleja la realidad misma de Dios Uno y Trino, perfecta comunión de amor. Dice Orígenes que “debemos ejercitarnos en esta sinfonía” (Comentario al Evangelio de Mateo 14, 1), es decir en esta concordia en la comunidad cristiana. Debemos ejercitarnos tanto en la corrección fraterna, que requiere mucha humildad y sencillez de corazón, como en la oración, para que se eleve a Dios a partir de una comunidad verdaderamente unida en Cristo. Pidamos todo esto por intercesión de María santísima, Madre de la Iglesia, y de san Gregorio Magno, papa y doctor, a quien ayer recordamos en la liturgia.

 

[Tras rezar el Ángelus, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. En la liturgia de este día, Jesús hace saber a sus discípulos que en la comunidad de hermanos ha de existir ante todo el amor. Amar al hermano no sólo es acogerle en su necesidad; también, a veces, es saber decirle una palabra de corrección. Si algún hermano peca, no dejemos de amarle, invitándolo a volver al buen camino. Exhorto a todos a encomendar a la Santísima Virgen María los propósitos de conformar la auténtica vida fraterna a la que el Señor nos llama. Feliz Domingo.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Obispos de Managua evocan el testimonio del sacerdote asesinado
El padre Marlon Ernesto Pupiro García
MANAGUA, domingo 4 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de los obispos de la arquidiócesis de Managua en recuerdo del testimonio del sacerdote asesinado Marlon Ernesto Pupiro García.

* * *

«SI EL GRANO DE TRIGO NO CAE EN TIERRA Y MUERE,
ALLÍ QUEDA ÉL SOLO, PERO SI MUERE, DA MUCHO FRUTO» (Jn 12,24)

A nuestros Sacerdotes, Religiosos (as), agentes de pastoral, pueblo católico, hermanos en la fe cristiana, nicaragüenses, hombres y mujeres de buena voluntad:

Memorial de amor y de fe

1. Al finalizar el novenario de misas en sufragio de nuestro amado hijo el Padre Marlon Ernesto Pupiro García, deseamos manifestar nuestro profundo dolor por la pérdida irreparable de este presbítero ejemplar, elegido por Cristo y amado por su pueblo. Las lágrimas derramadas en estos días por todo el pueblo de Dios, como expresión de amor por el P. Marlon, víctima de un horrendo crimen, han sido un auténtico «bautismo de lágrimas» en el que Dios nos ha sumergido, liberándonos del temor a la muerte, fortaleciendo nuestros lazos fraternos como Iglesia y haciéndonos crecer en la fe en la vida eterna.

2. Con la convicción de fe que nos lleva a afirmar sin vacilar que «el que cree en Cristo aunque muera vivirá» (Jn 11,27), deseamos hacer memoria de la vida y del ministerio de este «siervo bueno» que ya ha entrado en «el gozo de su Señor» (Mt 25,21). El P. Marlon fue un hombre que vivió su fe y su vida espiritual a través del ejercicio ejemplar de su ministerio sacerdotal. Proclamando la Palabra de Dios, no sólo educó cristianamente a su pueblo, sino que él mismo se alimentó diariamente de la Palabra de vida; celebrando cada día la Eucaristía con su comunidad parroquial hizo de la muerte y la resurrección de Cristo su camino; escuchando y atendiendo con caridad a su pueblo y cargando con sus dolores y preocupaciones, mostró siempre el rostro del «buen pastor que daba la vida por las ovejas» (cf. Jn 10,11).

3. El ministerio sacerdotal del P. Marlon Pupiro se distinguió siempre por la sencillez, la alegría y la fidelidad con que lo vivió. No podemos olvidar su sonrisa límpida, su disponibilidad al servicio y su corazón abierto de par en par hacia sus obispos, sus hermanos sacerdotes, los seminaristas y, sobre todo, hacia el pueblo de Dios a él encomendado. Nos hemos sentido edificados por el pueblo de la Concha y demás comunidades del país que se han mostrado fieles y solidarias a sus pastores. Su cariño y respeto hacia el padre Marlon son la mejor muestra del testimonio que dejó nuestro querido sacerdote.

Perdónalos porque no saben lo que hacen

4. Hemos vivido horrorizados e impotentes la tragedia de la muerte del P. Marlon, que ha sido asesinado de una manera cruel y brutal. Sus verdugos se han ensañado en forma sádica e inhumana contra su cuerpo indefenso. Nosotros, como Obispos, estando en todo momento junto a la parroquia
Inmaculada Concepción de La Concha y a todo el pueblo de Dios de la Arquidiócesis que lo llora consternada, hemos padecido en lo hondo del corazón el dolor y la indignación ante hecho tan atroz como inexplicable. En medio de situación tan angustiante hemos vuelto la mirada a Cristo Crucificado y hemos invitado a todos nuestros fieles a hacer lo mismo. Nuestro Señor, torturado y crucificado en la Cruz, no se deja vencer por el odio y la violencia sufrida en su cuerpo inocente, ni cede a la tentación de «devolver mal por mal» (Rom 12,17), sino que muere respondiendo al odio con amor, ofreciendo el perdón a quienes no lo han pedido y orando por sus verdugos con estas palabras: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).

5. Conscientes de que imitar a Cristo es una gracia del Espíritu Santo, exhortamos a todos nuestros fieles que vivamos la gracia del perdón que hemos recibido inmerecidamente de parte de Dios, ofreciéndolo ahora en nombre de Cristo a quienes han sido agentes de iniquidad, que desoyendo el mandato divino: «no matarás», han privado vilmente de la existencia a nuestro amado hermano el P. Marlon Pupiro. Comprendemos y acompañamos las exigencias de justicia del pueblo de Dios ante este crimen, pero recordamos a nuestros fieles abstenerse de todo acto violento, pues «todo
cristiano tiene la obligación de excluir la venganza y estar dispuesto al perdón y al amor de los enemigos», pues «no hay justicia sin perdón» (Pastores Gregis, 67).

La justicia

6. El perdón, sin embargo, no excluye la justicia. El Papa Benedicto XVI nos ha recordado, en efecto, que «la caridad exige la justicia, el reconocimiento y el respeto de los derechos de las personas y de los pueblos» (Caritas in Veritate, 6). Se atenta contra la justicia cuando se atropellan los derechos de los otros, sobre todo el derecho por excelencia de todo ser humano, que es el derecho a la vida. Por eso el mayor acto de injusticia es el homicidio. Y cuando la justicia ha sido quebrantada, hay que restablecerla. En primer lugar para asegurar que nuestra sociedad no
se construya sobre la impunidad o el encubrimiento cobarde de los eventuales actores intelectuales. Demasiado se ha pisoteado ya el derecho y la justicia en nuestra patria, para que permitamos que Nicaragua se siga hundiendo a causa de la irracionalidad y la violencia, en donde prevalece no la fuerza del derecho sino el derecho de la fuerza. En segundo lugar, el restablecimiento de la justicia, lejos de ser un acto de venganza o de odio, es el camino que se ofrece a los responsables de este asesinato, para que a través de una pena proporcional al delito cometido, tengan la ocasión de tomar conciencia del mal cometido, puedan rehacerse como personas y abrirse a la misericordia divina.

La verdad

7. Como Obispos de la Arquidiócesis de Managua, fieles a nuestra misión de pastores, servidores de Cristo y del Evangelio y en plena comunión con el dolor y la indignación del pueblo de Dios, condenamos el vil asesinato del P. Marlon Pupiro y exigimos de la Policía Nacional y de la Fiscalía General de la República que se esclarezca la verdad de este atroz crimen.

El móvil del mismo, las evidencias mostradas y la reconstrucción de los hechos ofrecidos en la versión oficial, presentan elementos inconsistentes e inverosímiles que no nos convencen ni a nosotros como Obispos, ni al pueblo de Dios que clama justicia. Todo se ha fundamentado casi
exclusivamente en la declaración de un criminal, que fue dejando huellas y evidencias
de su crimen por todas partes de forma inexplicable y en un recorrido macabro de tonos novelescos. Aunque reconocemos la diligencia y prontitud con que la Policía Nacional ha actuado en el caso, le exigimos que haga públicas todas las informaciones y evidencias que tenga en su poder, que todavía no han sido dadas a conocer y que ayudarían a conocer toda la verdad. No queremos que la Policía Nacional se guarde ninguna información sobre el caso. Queremos que se sepa todo, exigimos que se llegue hasta el fondo de las investigaciones hasta el esclarecimiento total.

8. Demandamos además que ningún grupo se aproveche de este doloroso acontecimiento con fines políticos y que se respete la memoria de nuestro hijo fallecido. Exigimos, finalmente, que tampoco se intente en el proceso judicial que está por iniciar proteger a personas o grupos que puedan
estar implicados directa o indirectamente en este asesinato. No exigimos nada más que la verdad: « La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf Jn 8,32) (…). Por eso la Iglesia la busca, la anuncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable» (Caritas in Veritate, 9).

Un grano de trigo

9. Para nadie es un secreto que Nicaragua y los nicaragüenses estamos viviendo un momento de crisis social y política sumamente grave y peligrosa. Exhortamos a todos los nicaragüenses a no permitir que el irrespeto a los derechos humanos, la impunidad, la inseguridad ciudadana y la
manipulación del derecho se vuelvan prácticas habituales en nuestra sociedad.

10. A nuestros sacerdotes, religiosos (as) y laicos, que hoy lloran la pérdida de un sacerdote de la Arquidiócesis tan querido, como lo fue el P. Marlon Pupiro, los invitamos a renovar su fe en Cristo Resucitado vencedor de la muerte y a no dejarse dominar por el miedo ante fuerzas tenebrosas que amenazan con la violencia y la muerte. Los exhortamos a vivir esta tragedia como una experiencia de Dios, en profunda comunión de fe y amor con Cristo Crucificado. Escuchemos la voz elocuente de la sangre de nuestro hermano asesinado, que clama justicia al cielo, pero que es también –a imagen de Cristo- «un grano de trigo» que ha caído en tierra y ha muerto, sabiendo que su recuerdo de sacerdote ejemplar y su intercesión desde el cielo darán «mucho fruto» (Jn 12,24) para que todos en la Arquidiócesis crezcamos en fidelidad para vivir el Evangelio y en valentía profética para anunciarlo en nuestra sociedad.

Conclusión

11. Que María, Nuestra Señora de Monserrat, Patrona de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de la Concha, consuele a esta comunidad parroquial en su dolor y la acompañe para que siga siendo una comunidad viva, fraterna, ejemplar y misionera. Y que a todos los que formamos esta
Iglesia que peregrina en la Arquidiócesis de Managua nos ayude a asumir la dolorosa cruz que ahora pesa en nuestro corazón, con la misma fe y esperanza con que ella estuvo al lado de su Hijo Crucificado.

Dado en la ciudad de La Concepción, departamento de Masaya, a los días del mes de septiembre de dos mil once.

+ Mons. Leopoldo José Brenes

Arzobispo de Managua Obispo

+ Mons. Silvio Báez
Auxiliar y Vicario General
 

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