3.09.11

Las obsesiones masónicas

A las 8:23 PM, por Milenko
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… y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Ap 13, 17

Recordaré en primer lugar un comentario sobre el libro de Apocalipsis:
“La historia de las interpretaciones del Apocalipsis es muy variada y hasta contradictoria. El hecho es explicable, dadas las grandes dificultades que encierra esta obra. Para no caer en interpretaciones fantasiosas y arbitrarias, es necesario tener en cuenta que las visiones, en especial los números y los colores, son de carácter más bien simbólico que descriptivo.
Pero, a pesar de sus muchas oscuridades, el sentido profundo del Apocalipsis es sumamente claro: este célebre Libro anuncia el triunfo de Dios sobre todos los poderes que se oponen a su designio salvífico, y recuerda las promesas indefectibles hechas a la Iglesia. Cristo es el Señor de la historia, y más allá del tiempo, se realiza plenamente el Reino de Dios. Por eso, puede considerarse al Apocalipsis como el Libro por excelencia de la esperanza cristiana. Esa esperanza está latente en el ferviente anhelo de la Venida del Señor, que pone punto final al Apocalipsis y a todo el Nuevo Testamento: “¡Ven, Señor Jesús!” (22. 20).”

Dicho esto, comentaré un hecho que algunos lectores seguramente ya conocen, la presencia del número de la bestia, el 666, en los códigos de barras de cualquier producto:

Todas las líneas, o barras se asocian con números en la parte de abajo, excepto las marcas del principio, mitad, y final. ¡Note que las marcas para el número “6″ son “||". Y estas marcas son iguales, en la primera en el medio y en el último!

Aquí están los otros números omitidos.
¡El número “666″ se encuentra escondido en cada UPC código de barras!
(¡Si no lo cree, tome un código de barras y obsérvelo!)

Códigos de barras, como esta han aparecido en algunas tiendas de occidente medio. ¡Según los investigadores: la F - es para FOREHEAD(Frente), y la H - es para HAND (Mano)! ¡Y de acuerdo a los investigadores, el comprador debe tener una marca de estas en su mano o en su frente antes de comprar!

Las imágenes en concreto las he tomado de este sitio protestante (en el cual hay una información interesante sobre los primeros pasos en el establecimiento del código), pero mis interpretaciones serán diferentes.

En primer lugar no creo que este hecho, la aparición del número 666 en los códigos de barras, un hecho insólito que hasta la wikipedia recoge como curiosidad (enlace), sea una aplicación explícita del pasaje citado del Apocalipsis. Pero lo que indica con toda seguridad es la obsesión masónica con respecto a los símbolos, especialmente anticristiano, lo cual en definitiva caracteriza a la masonería. Sencillamente, ellos se lo creen, ellos se lo buscan, guisan y comen.
Creo en definitiva que el pasaje citado tiene una aplicación bien múltiple, y eso sí, que tal vez se pueda también a este caso. Lo de controlar comprar y vender, entiendo como el control del poder terreno, sometido a Satanás, como él mismo se lo dice al Señor en la tentación en el desierto: “Arrodíllate delante de mí, y te daré todos los reinos”.
Por lo demás esta ansía del poder por parte de los masones está bien indicada en el mismo billete del dólar:

Lleno de símbolos masónicos y satánicos.
Ser el dueño del mundo, tener el poder sobre las almas, es la vieja y eterna aspiración del enemigo de Dios y de sus secuaces. Ellos mismos saben que eso es una necedad, y que esos símbolos no pueden hacer nada y que son nada, excepto tal vez el lenguaje del diablo. Pero tienen que tragar con ello, si quieren obtener el poder. Cuentan que Azaña, al iniciarse como masón, comentó que la simbología de la iniciación le parecía absurda, y que tenía gana de irse… pero no se fue. Necesitaba el poder, que se daba una vez pasado por el aro.
Y ahora vienen unas consideraciones mías adicionales. Muchas veces, últimamente casi sin parar, se nos pide, en el nombre de un supuesto estado laico, quitar los crucifijos y en general los símbolos religiosos de los lugares públicos. Ataques a las clases de religión en los “espacios públicos”, hospitales, etc. Pero, digo yo, ¿y qué hacemos con los símbolos masónicos que ponéis por doquier? Yo no quiero tu 666. Yo no quiero llamar a la ONU con el prefijo 666. ¿Qué religión es esa?
Dios haga que llegue el día en el que esos símbolos queden expulsados de nuestra sociedad como el vómito de alimento indigno. Cristo, señores, sí que tiene derecho de estar entre nosotros, porque nos dio la salud, la libertad, la educación, el progreso, el amor, la verdadera construcción de una sociedad humana. Lo otro no, es un vómito asqueroso.
Hubo un interesante encuentro otro día en el Vaticano entre el Papa y los parlamentarios católicos. Se habló al parecer sobre la persecución de los cristianos en el mundo, entre otras cosas. No es un mal comienzo, es necesario agruparse, la situación es crítica. Sí que queremos el bien para todo el mundo, pero desde nuestra identidad.
Ahora en América hay otras perspectivas de cambio. ¿Podré soñar que desde el Tea Party pidan eliminar símbolos anticristianos del dólar? Para mí también el asunto tiene mucha importancia. Por lo menos por pedir que no quede, y que se nos oiga cada vez más.
Por último, no me dejaré llevar por el espíritu conspiracionista, como si la vida se me fuera en ello. Sé cuál es nuestro principal problema. Es la apostasía dentro de la Iglesia, son nuestras “Austrias” las que dan la guerra, Sin ello, lo otro sería el pan comido. El Señor Jesús, con el aliento de su boca los destruiría.
Por eso toda consideración sobre el abismo del mal, debe llevar a la reflexión sobre la necesidad de dejar el pellejo por la Iglesia, de inmolarse por nuestra Madre, de no ahorrar esfuerzos, oraciones, entregas. Todo es poco. Él amó primero, y solamente podemos devolver con el amor.