El primer Vicariato Apostólico

Testigos en Salónica

 

2011-09-06 L’Osservatore Romano


 

Salónica, la ciudad que ha acogido el XII Simposio intercristiano ―del 29 de agosto al 2 de septiembre― sobre el tema «El testimonio de la Iglesia en el mundo contemporáneo», es un Vicariato Apostólico regido por el administrador apostólico monseñor Ioannis Spiteris, arzobispo de Corfú, Zante y Cefalonia. La presencia del prelado en el encuentro ―del que fue uno de sus promotores en los años noventa del siglo pasado― ofreció la ocasión de recoger algunas informaciones sobre la historia del territorio a él encomendado.
El Vicariato Apostólico de Salónica ―Thessaloniki― según ha explicado el prelado, es el primer, auténtico Vicariato Apostólico de la historia de la Iglesia, denominado así antes de que el término tuviera en derecho canónico el significado actual, es decir, una diócesis en formación. El motivo reside en el hecho de que, antiguamente, el obispo de Salónica era el Papa. La ciudad era la segunda capital del imperio bizantino, ubicada en el centro de Iliria, que en aquel tiempo comprendía el área de la actual ex Yugoslavia, media parte de la Grecia moderna, las islas del Egeo hasta Corfú. El Papa había establecido allí un vicario que lo representara para evidenciar la importancia de la sede.
Hoy Salónica es un Vicariato Apostólico según el sentido deseado por el derecho canónico, y en su jurisdicción entra toda Grecia del Norte, donde hay cientos de católicos en condiciones de aislamiento y sin asistencia religiosa. El Vicariato carece de clero y sólo puede garantizar la visita de un sacerdote cada quince o veinte días. En total acoge a unos 40.000 católicos griegos, es decir, el mismo número de los que había en toda la nación treinta años atrás. La emigración, además, ha aumentado el número total de los católicos a 350.000; pero es difícil encontrarlos porque están diseminados no sólo en las ciudades, sino también en las islas más pequeñas y en los pueblos más alejados.
Muchos proceden de Albania y casi enseguida piden el bautismo, que sin embargo se adminstra después de un período de formación de al menos dos años, encomendada a un sacerdote de su lengua. «De todas formas ―afirma monseñor Spiteris― cada dos años administro los sacramentos de la iniciación cristiana a unos treinta candidatos, entre albaneses y africanos. Pero estoy seguro de que serían muchos más si hubiera más sacerdotes dispuestos a trabajar con ellos y por ellos». En Salónica ―añade― «contamos también con algunas Misioneras de la Caridad de la madre Teresa de Calcuta que han abierto una casa de acogida para mujeres abandonadas o maltratadas en la familia». La casa es tan útil que la policía misma acompaña allí a mujeres y niños necesitados de ayuda.
La estructura se sostiene exclusivamente de la caridad de la gente y de alguna aportación proveniente del Vicariato o de la parroquia. «Hasta hace algún tiempo ―observa el arzobispo― teníamos también una hermosa escuela dirigida por los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Además contábamos también con una comunidad de las Pequeñas Hermanas de Jesús de Charles de Foucauld, comprometidas en Giannizà, una población a 150 kilómetros de Salónica, con un grupo de católicos de rito griego».
Una ayuda decisiva que, como puntualiza el prelado, llega a su vez de los laicos. El coordinador de la catequesis y responsable de los jóvenes, por ejemplo, es un profesor de Jordania que enseña arquitectura en la universidad; mientras que los muchachos del gimnasio están encomendados a la atención de una psicóloga polaca. Todo ello no elimina, sin embargo, las dificultades, pero monseñor Spiteris concluye que «no renunciaremos jamás a nuestra actividad asistencial, confiados en la ayuda de la Providencia».

Egidio Picucci 7 de septiembre de 2011