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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 12 de septiembre de 2011

Santa Sede

Benedicto XVI: las religiones deben ser una fuerza para la convivencia

El Papa nombra nuevo canciller de la Academia Pontificia para la Vida

Trabajadores en paro comieron con Benedicto XVI

Observatorio jurídico

La crisis irlandesa y el secreto de confesión

Mundo

San Timoteo acerca a católicos y ortodoxos

Formar sacerdotes “líderes intrépidos y hermanos entrañables”

Líderes cristianos de varias confesiones firman un “pacto de amor mutuo”

Actualidad

El sueño de paz unió a Münich con Nueva York

Merkel: derrotar las injusticias, un arma contra el terrorismo

Arzobispo de Nueva York: “La paz debe finalmente reinar”

Cardenal Marx: no debemos dejar de luchar por la paz

Entrevistas

La Confesión: una mano tendida hacia la conversión

Documentación

Mensaje del Papa al Meeting interreligioso de Münich


ANUNCIOS


Santa Sede


Benedicto XVI: las religiones deben ser una fuerza para la convivencia
Afirma la importancia de los encuentros interreligiosos por la paz
CASTEL GANDOLFO, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- “Encuentros como el que tuvo lugar en Asís y como el que tiene lugar hoy en Münich representan ocasiones en las que las religiones pueden interrogarse a sí mismas y preguntarse cómo convertirse en una fuerza para la convivencia”.

Es la convicción expresada por Benedicto XVI en el mensaje enviado, a través del cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Münich y Frisinga, a la apertura, ayer en Münich, del encuentro “Bound to live together. Religiones y culturas en diálogo”, organizado por la diócesis alemana junto con la comunidad de San Egidio.

Estos encuentros que organiza la Comunidad de San Egidio se repiten cada año, cada vez en una ciudad, para mantener vivo el “espíritu de Asís” y el mensaje de paz lanzado por Juan Pablo II hace ya veinticinco años en el encuentro con los líderes religiosos de todo el mundo. Este año, la coincidencia con el décimo aniversario del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York le da una nueva intensidad de significados.

“Estoy contento – subrayó el Papa en su mensaje – de que el encuentro de este año tenga lugar en Münich, la ciudad de la que fui obispo, en la vigilia de mi viaje a Alemania y en preparación a la ceremonia por la memoria del vigésimo quinto aniversario de la oración mundial por la paz en Asís, que tendrá lugar el próximo mes de octubre”.

“El convivir – afirmó Benedicto XVI a propósito del título del meeting, que se puede traducir como “convivir es nuestro destino” – puede transformarse en un vivir unos contra otros, puede convertirse en un infierno, si no aprendemos a acogernos unos a otros, si cada uno no quiere ser otra cosa que él mismo”.

Si el vivir juntos es una simple predisposición que deriva de la condición humana, “es tarea nuestra darle un contenido positivo” e “encontrar el verdadero camino para convivir”.

El deseo de Dios es que los hombres formen una única familia en la que todos seamos hermanos y hermanas. El sentido fundamental de encuentros como el de Münich o el de Asís, para el Papa, es “dirigirnos a cercanos y lejanos en el mismo espíritu de paz que Cristo nos mostró”.

“Debemos aprender a vivir no unos junto a otros – exhortó a los participantes en el Meeting –, sino unos con otros”, lo que significa “aprender a abrir el corazón a los demás, a permitir que nuestros semejantes tomen parte en nuestras alegrías, esperanzas y preocupaciones”.

El corazón, de hecho, “es el lugar donde el Señor se hace cercano”, motivo por el que “la religión, que está centrada en el encuentro del hombre con el misterio divino, está conectada de modo esencial con la cuestión de la paz”.

“Si la religión fracasa en el encuentro con Dios – dijo Benedicto XVI –, si abaja a Dios a uno mismo, en lugar de elevarnos a nosotros hacia él, si hace de él, en cierto sentido, nuestra propiedad, entonces podrá contribuir a la disolución de la paz”.

Si ésta en cambio “conduce a lo divino, al creador y redentor de todos los hombres, entonces se convierte en una fuerza de paz”.

“Sabemos – advirtió el Papa - que también en el cristianismo ha habido distorsiones prácticas de la imagen de Dios, que han llevado a la destrucción de la paz. Tanto más somos llamados a dejar que el Dios divino nos purifique, para convertirnos en hombres de paz”.

No se trata de una invitación ingenua de entusiasmo fácil.

“El campo en el que debe prosperar el fruto de la paz debe estar siempre cultivado”. No sin esfuerzos que a veces parecen no conseguir cambiar mucho.

“A menudo – reconoció – no podemos hacer otra cosa que preparar incesantemente y con muchos pequeños pasos el terreno para la paz en nosotros y alrededor nuestro, también pensando en los grandes retos que debe afrontar no el individuo, sino toda la humanidad, como las migraciones, la globalización, las crisis económicas y la salvaguarda de la creación”.

Además: “Desde el primer encuentro de Asís hace 25 años, ha habido y hay muchas iniciativas por la reconciliación y la paz que llenan de esperanza, por desgracia también muchas ocasiones perdidas, muchos pasos atrás”.

“Terribles actos de violencia y terrorismo – dijo el Papa – han sofocado repetidamente la esperanza de la convivencia pacífica de la familia humana en el alba del tercer milenio, viejos conflictos se ocultan bajo las cenizas o explotan de nuevo, y a ellos se añaden nuevos enfrentamientos y nuevos problemas”.

Con todo, los cristianos saben que “la paz no puede simplemente 'hacerse', sino que siempre es también 'dada'”.

“La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto a realizar, nunca realizado del todo”, afirmado Benedicto XVI, recordando el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011. Se trata por tanto de “un mandato permanente confiado a nosotros y al mismo tiempo un don que invocar”.

“Precisamente por eso – concluyó el Pontífice – es necesario el testimonio común de todos aquellos que buscan a Dios con corazón puro, para realizar cada vez más la visión de una convivencia pacífica entre todos los hombres”.

Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez

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El Papa nombra nuevo canciller de la Academia Pontificia para la Vida
Y eleva a la dignidad episcopal al secretario del Consejo Pontificio para la Cultura
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).-  Benedicto XVI nombró canciller de la Academia Pontificia para la Vida al sacerdote Renzo Pegoraro, profesor de Bioética de la Facultad Teológica del Triveneto y director científico de la Fundación Lanza de Padua, comunicó este lunes la Oficina de Información de la Santa Sede.

Nacido en Padua el 4 de junio de 1959, Renzo Pegoraro estudió Medicina en la Universidad de Padua, y Filosofía y Teología en Padua y en Roma. Es especialista en Teología Moral y en bioética.

La Academia Pontificia par la Vida está presidida por monseñor Ignacio Carrasco de Paula, obispo español de la prelatura del Opus Dei quien había sido anteriormente canciller de la misma.

Esta academia está dedicada a estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de biomedicina y de derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida, sobre todo en la relación directa que éstos tienen con la moral cristiana y las directivas del Magisterio de la Iglesia.

Pertenecen a la academia 70 miembros -nombrados por el Papa-, que representan las distintas ramas de las ciencias biomédicas y aquellas que están estrechamente relacionadas con los problemas concernientes a la promoción y defensa de la vida.

También cuenta con tres miembros ad honorem y miembros por correspondencia que trabajan en institutos y centros de estudio sobre la cultura de la vida.

Por otra parte, este sábado el Papa elevó a la dignidad episcopal al secretario del Consejo Pontificio para la Cultura, monseñor Barthélemy Adoukonou, nombrándole obispo titular de Zama Menor.

Barthélemy Adoukonou forma parte del círculo de ex alumnos del profesor Ratzinger y participó en su último encuentro con el Papa, del 25 al 28 del pasado mes de agosto en Castel Gandolfo.

Hasta finales del año 2009 fue secretario general de la Conferencia Episcopal Regional de África Occidental Francófona y de la Asociación de las Conferencias Episcopales del África Occidental Anglófona.

También ha sido consultor del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Ordenado sacerdote para la diócesis de Abomey (Benin), ha formado parte también de la Comisión Teológica Internacional.

El Consejo Pontificio para la Cultura está presidido actualmente por el cardenal Gianfranco Ravasi y tiene la finalidad de reforzar la presencia pastoral de la Iglesia en el ámbito de la cultura y promover el diálogo con religiones no cristianas y personas y grupos que no se inspiran en ninguna religión para la búsqueda conjunta de una comunicación cultural.

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Trabajadores en paro comieron con Benedicto XVI
Visita pastoral al puerto de Ancona
ANCONA, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– Dieciséis personas, trabajadores de astilleros de Ancona y de empresas de la región de Las Marcas que se encuentran en estos momentos sin trabajo o asistidos por Caritas, comieron ayer con Benedicto XVI y con los obispos italianos.

El Papa pasó diez horas intensas en Ancona con motivo de la conclusión del 25º congreso eucarístico nacional italiano. En 2005, también clausuró el congreso eucarístico en Bari, igualmente en el Adriático: fue, recordó en su homilía, su primer viaje apostólico.

En estos momentos de crisis económica y social, el Pontífice realizó este gesto significativo en sintonía con su enseñanza sobre la caridad como resorte de la economía. El encuentro tuvo lugar a las 13,30 horas en el centro pastoral de Colle Ameno.

Benedicto XVI salió del helipuerto del Vaticano a las 8,30 horas del domingo para llegar 45 minutos más tarde al Muelle Wojtyla del puerto de Ancona.

La misa se celebró en la explanada del astillero, ante el horizonte del Mar Adriático, en presencia de 100.000 personas. El podio, como la cubierta de un inmenso velero impulsado por el soplo del Espíritu –representado por una paloma sobre el altar-, las flores y los objetos sagrados, azules y blancos, reflejaban estos colores del cielo y del mar, y de la Virgen María, bajo un intenso sol cuyo calor era atenuado por la brisa.

El Papa fue acogido por el presidente de la conferencia episcopal italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova.

La liturgia estuvo marcada por el recogimiento solicitado al principio de la misa: no hubo pancartas ni ovaciones, ni aplausos, ni ruidos de teléfonos móviles, para dar paso a la fuerza de la celebración: “Danos, Señor, el pan del Cielo”, era la súplica de la antífona del salmo, haciéndose eco del relato del don del maná al pueblo de Israel en el desierto.

Otro encuentro especial reunió a las 18 horas a los novios en torno al Papa, en la plaza del Plebiscito.

A las 16,30 horas, el Papa también se había encontrado con los organizadores de la visita pastoral y después, a las 17 horas, con familias y sacerdotes, en la catedral de San Ciriaco.

Sobre las 18,45 horas, el Pontífice partió en helicóptero desde el Muelle Wojtyla del puerto de Ancona, para llegar al Vaticano 45 minutos más tarde.

“Señor, ¿a quién iremos?”: esta pregunta del apóstol Pedro a Cristo, en la sinagoga de Cafarnaún, como señala el Evangelio según san Juan, fue el tema de esta semana y el evangelio de la celebración. El congreso se celebró simultáneamente en las diversas diócesis italianas.

Fue el 24º viaje de Benedicto XVI a Italia desde su elección en abril de 2005, y su segunda visita a la región central de Las Marcas, tras su visita al santuario de la Casa de la Virgen María en Loreto, en septiembre de 2007.

La tradición de la visita pastoral del Papa con motivo de la jornada de clausura del congreso eucarístico nacional italiano fue inaugurada por Pablo VI en 1977.

Por Anita S. Bourdin

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Observatorio jurídico


La crisis irlandesa y el secreto de confesión
El sigilo sacramental está protegido por las legislaciones
Por Rafael Navarro-Valls

MADRID, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).-Ofrecemos una nueva contribución en nuestra sección Observatorio Jurídico, sobre libertad, cuestiones relacionadas con los derechos humanos y su relación con la antropología y la fe cristianas, que dirige el español Rafael Navarro – Valls, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, y secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

* * * * *

Durante este verano ha tenido lugar la crisis más grave que han conocido las relaciones Iglesia/Estado en Irlanda. El motivo ha sido el llamado Cloyne Report, en el que se denunciaba por las autoridades irlandesas un supuesto ocultamiento por la Santa Sede de ciertos abusos sexuales, intentando así frustrar una investigación civil sobre tema tan grave.

La respuesta de la Santa Sede ha sido contundente. En ella se rechaza, por falta de pruebas, el que ésta “haya interferido en los asuntos internos del Estado irlandés o de que haya estado involucrada en la gestión ordinaria de las diócesis irlandesas o de las congregaciones religiosas acerca de los problemas de abuso sexual”. Más bien lo que se deduce de todas las investigaciones llevadas a cabo es que no existe base para tales acusaciones.

Con motivo de esta crisis, el primer ministro irlandés Enda Kenny atacó duramente al Vaticano, acusándolo de no haber tomado las medidas adecuadas para detener los abusos sexuales de sacerdotes católicos sobre menores. Los ministros de Interior, Alan Shatter, y de infancia, Frances Fitzgerald, fueron más lejos: propusieron una ley que establezca la obligación de denunciar los casos de abusos sexuales a menores, y que obligaría – supuestamente - a un sacerdote católico a violar el secreto de confesión en el caso de que el penitente revelase un crimen de este tipo.

Llegue o no a cumplirse esa amenaza, parece oportuno hacer algunas observaciones sobre la protección del secreto ministerial, ya que toca un punto extremadamente delicado, no solamente en las relaciones Iglesia/Estado, sino también en el marco de los derechos constitucionales.

El sigilo sacramental en el Derecho Canónico

En los ordenamientos jurídicos de algunas confesiones religiosas, la natural y extrema reserva de los ministros de culto en relación con las ‘confidencias’ que reciben de sus fieles en el ejercicio de su ministerio, es tradicionalmente aceptada a través de lo que se denomina ‘secreto ministerial’. En el derecho canónico de la Iglesia Católica, esta obligación y derecho al secreto ministerial se acentúa cuando la información recibida se opera dentro del sacramento de la penitencia, es decir, en la confesión sacramental. En ese contexto, el secreto ministerial se torna en ‘sigilo sacramental’, que constituye una obligación particularmente rigurosa para el sacerdote. Conviene sintetizar su régimen canónico, porque da razón de la tutela que recibe también en los derechos civiles.

El vigente Código de Derecho Canónico de 1983 dispone en su c. 983.1: “El sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo”. A su vez, el párrafo 2º del mismo canon distingue el sigilo sacramental de la simple obligación del secreto, en estos términos: “También están obligados a guardar secreto el intérprete, si lo hay, y todos aquellos que de cualquier manera hubieran tenido conocimiento de los pecados por la confesión”. En fin, el c. 984 del Código extiende la protección jurídica del sigilo a lo que se denomina ‘ciencia adquirida’: “1. Está terminantemente prohibido al confesor hacer uso, en perjuicio del penitente, de los conocimientos adquiridos en la confesión, aunque no haya peligro alguno de revelación. 2. Quien está constituido en autoridad no puede en modo alguno hacer uso, para el gobierno exterior, del conocimiento de pecados que haya adquirido por confesión en cualquier momento”.

Es natural que los términos tajantes de la prohibición se acompañen en el Código con sanciones del máximo rigor a los contraventores. Efectivamente, el c. 1388 establece un catálogo de sanciones en función de la gravedad de la revelación. Si ésta supone una violación directa del sigilo, la sanción es de excomunión latæ sententiæ reservada a la Sede Apostólica. En 1988, se precisó que incurre también en excomunión “quien capta mediante cualquier instrumento técnico, o divulga en un medio de comunicación social, las palabras del confesor o del penitente, ya sea la confesión verdadera o fingida, propia o de un tercero”. Esta nueva disposición fue necesaria a raíz de una serie de grabaciones de preguntas y consejos realizadas fraudulentamente en confesión, efectuadas en Italia con la intención de difundirlas en revistas sensacionalistas .

Si del plano penal pasamos al procesal, el Código de Derecho Canónico exime al confesor de la obligación de responder en juicio “respecto a todo lo que conoce por razón de su ministerio”, declarándole “incapaz” de ser testigo en relación con lo que conoce por confesión sacramental, aunque el penitente “le pida que lo manifieste” .

Desde estos presupuestos –que muestran la gravedad de la cuestión y el celo de la Iglesia en proteger el secreto de confesión – veamos algunos casos que, desde la óptica civil, manifiestan un profundo respeto legal por la protección del mismo.

La protección del secreto ministerial en los derechos estatales

En agosto de 1999, la Corte Penal Internacional desestimó una propuesta de Canadá que proponía perseguir judicialmente al sacerdote que se niegue a revelar el secreto de confesión. Poco antes, Conan W. Hale, convicto por robo en una penitenciaría de Oregon, solicitó los servicios de un sacerdote católico. La confesión del preso fue fraudulentamente grabada a través de sofisticados medios, y se pretendió utilizar como medio de prueba en un posterior juicio contra Hale por homicidio. La Santa Sede presentó una protesta formal ante el gobierno del Presidente Bill Clinton por esta intromisión en la intimidad y en la libertad religiosa de un ciudadano. La prueba no fue aceptada por los tribunales de EEUU. Son simplemente dos ejemplos de lo que acabo de afirmar.

Probablemente hayan sido los tribunales norteamericanos los que han descrito con mayor viveza el drama de conciencia con el que se enfrenta un sacerdote católico en estos supuestos . En una antigua sentencia (The People v. Daniel Phillips & Wife (1813) - relativa a un supuesto de robo confesado a un párroco, el cual se había excusado de testificar, aduciendo el sigilo sacramental - se lee: “El sacerdote se encuentra ante el trágico dilema del perjurio o el sacrilegio: si dice la verdad infringe la ley eclesiástica; si la tergiversa, viola el juramento judicial”.

Este drama de conciencia ha hecho que la tutela del secreto de confesión vaya gradualmente intensificándose en las legislaciones de todo el mundo. Por tres vías suele protegerse la privilegiada relación confidencial entre ministro de culto y penitente. La primera (Francia, por ejemplo), extendiendo al secreto de confesión la protección que suele otorgarse al secreto profesional (abogados, médicos, notarios, etc.). El segundo camino de protección (Reino Unido), es la tutela de la libertad religiosa a través de la objeción de conciencia, es decir, del establecimiento de una zona de penumbra en la cual la ley civil no puede obligar a pronunciarse a los ministros de culto, precisamente porque supondría una grave lesión de su conciencia.

En fin, el tercer procedimiento es la conceptuación del secreto de confesión como expreso objeto de tutela. Tal es el caso, por ejemplo, de España donde expresamente se establece: “En ningún caso los clérigos y los religiosos podrán ser requeridos por los jueces u otras Autoridades para dar información sobre personas o materias de que hayan tenido conocimiento por razón de su ministerio” (Acuerdo de 1976 entre la Santa Sede y el Estado español, art.II.3). Disposición legal que es extensiva a los ministros de culto de otras confesiones en los Acuerdos de 1992 con islámicos, judíos y protestantes.

El panorama jurídico mundial, como se ve, es ampliamente respetuoso con el secreto ministerial de clérigos y religiosos. Se entiende así la rápida reacción que, desde foros muy diversos, se han producido ante la posible iniciativa irlandesa. Por ejemplo, desde la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) el sociólogo Massimo Introvigne ha declarado : "Ni siquiera los peores gobiernos totalitarios han osado nunca atacar el secreto de confesión; incluso, en una época en que el anticatolicismo protestante influenciaba fuertemente la vida política de EE.UU., el Tribunal Supremo de Washington declaró muchas veces que violar el sagrario del confesionario católico habría destruido la noción misma de libertad religiosa”. Como acabamos de ver, sus apreciaciones son exactas. Irlanda habrá de buscar otros caminos legales- que no lesionen derechos fundamentales- para combatir el grave delito de pederastia.

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Mundo


San Timoteo acerca a católicos y ortodoxos
El compañero de evangelización de san Pablo está enterrado en Italia
ROMA, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Una delegación ortodoxa visitó el pasado viernes la ciudad italiana de Termoli, sobre el Adriático, para venerar las reliquias de san Timoteo y programas una visita de éstas a Rusia.

La comitiva estaba formada por el arzobispo de Elista (Cáucaso), Zósimo, por el obispo de Kemerovo, Aristarh, y por otro cinco eclesiásticos.

La delegación estuvo acompañada por monseñor Antonio Mennini, actual nuncio en Gran Bretaña, y durante muchos años, anterior nuncio en Rusia. Los prelados fueron acogidos por el obispo local, monseñor Gianfranco de Luca, junto con miembros de la curia diocesana.

“Los hermanos ortodoxos manifestaron querer venerar donde ellos las reliquias del discípulo predilecto del apóstol Pablo”, indicó el portavoz. “La propuesta es hacer llevar el cráneo de San Timoteo, durante la Cuaresma ortodoxa, por una delegación guiada por el obispo de Termoli”.

La idea es que “el propio arzobispo ortodoxo devuelva a Termoli la sagrada reliquia, participando en la fiesta que cada año se celebra para honrar al santo, con ocasión de la colocación de sus restos en la cripta de la Basílica catedral”.

Los obispos ortodoxos presentarán en los próximos días la propuesta al Patriarca de Moscú, que valorará lo que hay que hacer al respecto.

“La fe ortodoxa, muy inclinada a manifestar gran atención hacia las sagradas reliquias de los santos, fue amplia y ejemplarmente expresada por la delegación visitante, en particular cuando tuvo la posibilidad de encontrarse ante el cuerpo de san Timoteo, conservado en la correspondiente vitrina colocada en el ábside izquierdo de la catedral, y cuando el obispo presentó la pequeña urna de la cabeza de san Timoteo”, precisó.

Al final del encuentro, monseñor De Luca entregó a los obispos ortodoxos dos pequeñas reliquias de san Timoteo, mientras que los huéspedes entregaron al obispo local un icono y una reliquia de san Serafín.

Encontradas casualmente en 1945 en la cripta de la basílica catedral de Termoli durante los trabajos de restauración, las reliquias de san Timoteo, durante muchos siglos, fueron ocultadas para evitar robos. El lugar de la sepultura fue de tal modo mantenido en secreto que se perdieron las huellas de esta preciosa presencia, hasta el punto de que los propios habitantes de Termoli lo habían olvidado.

Conservadas en un pequeño nicho, fueron recubiertas con una losa de mármol, sobre la que se escribió con letras mayúsculas: “…. Aquí reposa el beato Timoteo discípulo del apóstol Pablo…”. el cráneo, en cambio, siempre se conservó en la capilla privada del episcopio de la ciudad. En la caja de madera de conservaba el cuerpo, de hecho, no se encontró el cráneo.

En la histórica visita del beato Juan Pablo II a Termoli del 19 de marzo de 1983, el Papa veneró con mucha devoción la sagrada reliquia, ante la cual se puso a rezar.

Las reliquias de san Timoteo fueron llevadas a Termoli, sostiene monseñor D’Agostino en una obra de 1977, “Termoli e la Diocesi”, por el conde Oliviero de Termoli a la vuelta de la cruzada, tras el asalto a la ciudad de Constantinopla. Tales noticias no se reflejan en documentos históricos, lo cierto es que en 1239 fueron escondidas en un nicho a noventa centímetros del suelo de la catedral, junto al muro exterior del ábside de la derecha.

No existen tampoco documentos que de forma explícita atestigüen la traslación desde Oriente a la ciudad adriática, pero nunca se ha puesto en tela de juicio. En 1947 el reverendo Ferrua, eminente experto de antigüedades cristianas, publicó en La Civiltà Cattolica el resultado de su estudio sobre el hallazgo, que concluía con un juicio positivo sobre su autenticidad, ya sostenida por la Comisión Histórica de la Sagrada Congregación de los Ritos, en un informe del 9 de enero del mismo año.

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Formar sacerdotes “líderes intrépidos y hermanos entrañables”
Germán Arana SJ, nuevo rector del Seminario Pontificio Comillas
MADRID, lunes 12 septiembre 2011 (ZENIT.org).- Este domingo, se formalizó el cambio de rector del Seminario Pontificio Comillas, más conocido como Colegio Mayor Comillas. Germán Arana SJ, jesuita especializado en la dirección espiritual y en la formación de sacerdotes, sustituye en el cargo a José María Fernández-Martos, tras doce años al frente de este centro internacional ubicado en Madrid, en el campus de Canto Blanco de la Universidad de Comillas.

Regido por la Compañía de Jesús, es el continuador del Seminario Pontificio anejo a la Universidad Pontificia de Comillas (Santander), que desde su fundación en 1892, formó, juntamente con la Gregoriana de Roma, la práctica totalidad del episcopado español del Siglo XX, y una pléyade de sacerdotes eminentes por su formación intelectual y por su espiritualidad.  

Con su traslado a Madrid y la integración de los institutos universitarios que la Compañía dirigía en Madrid, “Comillas” adquirió un talante verdaderamente universitario por la variedad de sus disciplinas y de su alumnado. Pero conservó con esmero su proyecto fundacional de formar sacerdotes tanto en su Facultad de Teología como en su Colegio Sacerdotal.

En palabras del nuevo rector este centro es: “Un seminario pontificio internacional, que privilegia la calidad sobre el número (sólo tiene veinticinco residentes), con vocación de formar según la tradición ignaciana, que aúna virtud y letras, y fiel a las exigencias de solidez de vida y doctrina y de radicalidad sacerdotal reclamadas por Benedicto XVI. Sacerdotes y futuros sacerdotes sabios y santos, capaces de liderar comunidades con arrojo evangelizador y de responder al anhelo de una vida plena que anida en el corazón de sus hermanos”.

Junto a los seminaristas, residen en el colegio mayor, sacerdotes que realizan estudios de grado en la universidad (Licencia y doctorado en disciplinas eclesiásticas), a modo de pequeño presbiterio internacional que polariza el estímulo formativo de los más jóvenes. A través de una fundación y de la misma universidad, se conceden becas para gastos de manutención y de enseñanza. 

El nuevo rector Germán Arana llega de la Universidad Gregoriana de Roma, donde se ha desempeñado como superior de la comunidad de profesores jesuitas que allí reside, profesor de Dirección Espiritual y asesor en la formación espiritual de varios seminarios e instituciones de formación sacerdotal. Avezado en la relación de ayuda pastoral personal, “la pasión de dar modo y orden con los Ejercicios Espirituales ignacianos me ha consumido por entero”, comenta él mismo.

De sus proyectos para el centro destaca: “En la medida de mi propia pobreza no ahorraré esfuerzos para cuidar a los que el mismo Señor y la Iglesia me han confiado para ayudarlos a crecer como sacramentos existenciales del único Buen pastor Jesucristo cuya entraña de misericordia acoge a los más débiles y redime a la humanidad entera”. 
 

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Líderes cristianos de varias confesiones firman un “pacto de amor mutuo”
30° Congreso de Obispos de distintas Iglesias amigos de los Focolares
LONDRES, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- 31 obispos de 15 iglesias diferentes y de 18 países sellaron un “Pacto de amor recíproco” con el que se comprometieron a amarse los unos a los otros como Jesús, hasta dar la propia vida, por encima de todas las divisiones del pasado.

Lo hicieron en el 30° encuentro ecuménico de obispos amigos de los Focolares celebrado del 6 al 12 de septiembre en el Focolare Centre for unity de la ciudad de Welwyn Garden City, situada a unos 40 kilómetros de Londres.

El tema de esta edición fue La Palabra de Dios y su fuerza transformadora, informó el Movimiento de los Focolares a través de un comunicado.

Invitados por el arzobispo emérito de Praga, el cardenal Miloslav Vlk, los obispos –anglicanos, ortodoxos, evangélico luteranos, siro ortodoxos, metodistas y católicos romanos- se interrogaron sobre su misión y sobre la eficacia de su acción pastoral.

Abordaron las actuales dificultades, en las sociedades occidentales, pero también en otras partes del mundo, de transmitir y hacer acoger el mensaje evangélico.

Y lo hicieron “a partir de la luz y de la fuerza que emana de la Palabra de Dios, origen de la Iglesia de Cristo en sus varias expresiones, que también hoy puede dar nuevo vigor y fuerza de irradiación”.

Durante el congreso, los obispos visitaron lugares simbólicos del anglicanismo como el Lambeth Palace, la sede del Primado de la Iglesia de Inglaterra Rowan Williams, quien acogió a todos los participantes.

Así mismo visitaron el santuario de San Alban, donde se conservan las reliquias del primer mártir inglés, y la catedral de Westminster, donde tuvo lugar un encuentro con el arzobispo católico Vincent Nichols.

La presidente del Movimiento de los Focolares, Maria Voce, intervino durante el encuentro y subrayó el efecto de la vida de la Palabra, en el origen del Movimiento y de su espiritualidad ecuménica.

Recordó que la espiritualidad de los Focolares nació a partir del Evangelio leído a la luz de una vela en un oscuro sótano por Chiara y sus primeras compañeras durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

“El sótano oscuro de hoy –explicó María Voce- es el mundo con sus desafíos e interrogantes. La Verdad muchas veces es sustituida por muchas verdades, prevalecen los intereses económicos, el núcleo familiar pareciera no tener ya significado”.

“El sótano oscuro nos interpela a todos para que no tengamos otra cosa que el Evangelio. Es a partir de allí que tenemos que empezar para re-evangelizarnos a nosotros mismos y, después, a la humanidad que nos rodea”, continuó.

Citó a Martin Lutero, quien escribió que “al alma le puede faltar todo menos la Palabra de Dios”.

Y destacó la importancia del documento Caminos hacia la comunión, redactado por la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial como “un paso indispensable hacia la plena unidad”.

Los asistentes también profundizaron en el conocimiento de la Iglesia de Inglaterra, a través del estudio del documento The anglican communion covenant, preparado por un grupo de teólogos anglicanos.

En el texto se propone un pacto para sostener la comunión y un acuerdo vinculante para las Iglesias de la comunión anglicana que compromete a 44 iglesias anglicanas autónomas a reconocer principios comunes.

Según los Focolares, “será un importante instrumento de comunión, que puede representar un vínculo también para las Iglesias no anglicanas. La adhesión será siempre libre y no están previstas sanciones jurídicas para quien cambie de idea”.

El viernes 9 de septiembre, el Movimiento de los Focolares de Gran Bretaña invitó a los líderes de las varias Iglesias.

Según el programa, se presentó la experiencia de comunión fraternal vivida por obispos de las distintas Iglesias cristianas, junto a la perspectiva de una unidad cada vez más profunda y amistosa entre los responsables.

Los encuentros de obispos amigos de los Focolares se celebran de manera itinerante desde hace 30 años. 

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Actualidad


El sueño de paz unió a Münich con Nueva York
En el décimo aniversario del atentado contra las torres gemelas
MÜNICH, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- “Sentimos un desconsuelo moral contra los fanáticos que asesinaron a mi hermano, contra el destino imprevisible que le llevó a estar en el lugar equivocado en el momento equivocado”.

En Münich, en Marstallplatz, la conexión audio-video con Nueva York hace palpable el silencio atento del público de líderes religiosos convocados por la Comunidad de San Egidio para el congreso “Bound to live together. Destinados a vivir juntos”, ayer domingo, cuando todo el mundo recordó el décimo aniversario del atentado contra las Torres gemelas de Manhattan.

El cielo estaba azul y hacía un calor insólito para esta estación en Alemania: un tiempo tan feliz parecía poco adecuado para la celebración que a las 14,46 – las 8.46 en Nueva York, la hora del ataque – conmemoró las 2.997 víctimas del odio fanático.

“Para muchos, como para mi hermano, no hubo alternativas – prosigue Coleen Kelly, la hermana de Bill, muerto atrapado en el piso 106° de la Torre 1, donde se encontraba absolutamente por casualidad para asistir a una conferencia – pero, después del 12 de septiembre, el pueblo americano y la comunidad global podían elegir cómo debían haber respondido al terror”.

“Quien recogió los últimos mensajes de las personas que iban a morir – reflexiona Kelly – constató que ninguno de ellos decía 'matémosles' o gritaba venganza”. El último pensamiento era para los seres queridos, “en la mayor parte de los casos eran palabras de amor”.

“Hay un mensaje fuerte – afirma Kelly – para quien está dispuesto a escuchar, y es que nuestra elección puede ser creativa y a favor de la vida, o destructiva como la violencia inicial”.

“Diez años después – afirmó durante la conmemoración el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Münich y Frisinga, diócesis que acoge el congreso – la herida del 11 de septiembre no es fácilmente restañable, pues las consecuencias de este acto de desprecio hacia la humanidad se sienten aún hoy”.

La violencia, de hecho, “se perpetua en los conflictos, en cada nueva reacción de violencia y de contraposición. Es una cadena cuyo fin no se consigue ver aún”. “Esta celebración – precisó el purpurado – nos pide que reflexionemos de nuevo. Se trata de una memoria en sentido amplio, de un recuerdo que sea compromiso".

“Yo prometo a mi padre – añadió también en conexión desde Nueva York Emily Aoyama, hija de David, muerto a los 48 años en el vuelo número 11 del American Airlines de Boston a Los Angeles, el primero que impactó en las Torres Gemelas – y a todas las víctimas de esta tragedia, que es el símbolo de todas las tragedias sucedidas durante la primera terrible década del siglo XXI, que no han muerto en vano, y que trabajaré para construir un camino hacia una paz duradera”.

Mientras la voz emocionada de Emily Aoyama llena la Marstallplatz, un avión traza una estela blanca en el cielo, casi materializando esos recuerdos grabados por las imágenes de innumerables telediarios o sitios de Internet que cada uno lleva dentro.

“Las imágenes de las dos torres del World Trade Center – recordó mientras tanto el cardenal – se han impreso profundamente en la memoria de la humanidad”. “Todos – prosiguió el cardenal – recordamos esa jornada, recordamos qué hicimos ese día, qué nos conmovió”.

En la plaza, en la ejecución musical que acompaña la conmemoración con la voz cálida del gospel y la dulcura de la viola, irrumpe la violencia del tambor, trayendo bruscamente el golpe y la turbación. Toques de campana aluden a la pregunta sobre la fragilidad de la vida humana.

Líderes religiosos, budistas, judíos, musulmanes junto a católicos y ortodoxos reflexionan sobre el papel de las religiones para la paz.

“Es un error – dijo a ZENIT Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los coptos católicos – que en las celebraciones de la Zona Cero no hayan estado presentes los representantes religiosos. La separación entre religión y Estado puede llevar a Europa y América al riesgo de eliminar no sólo los símbolos religiosos, sino la propia religión de la vida del hombre, en la que el anhelo religioso es en cambio insuprimible”.

“Hace unos años – explicó a ZENIT Gregorios III Laham, patriarca de Antioquía de los greco melquitas – estuve en la Zona Cero para una conmemoración, y recordé cómo el misterio del mal no puede prevalecer para los cristianos sobre el de la Resurrección. Perder la esperanza en la paz y en el bien es negar la vida”.

“El título de este congreso, 'bound' – y entrelaza los dedos de las manos para subrayar la eficacia del término – lo dice todo: estamos todos unidos y debemos seguir adelante juntos”.

Un coro de niños se une a la ejecución para cantar el himno a la paz de Konstantia Gourzi. “Un mundo para todos los pueblos”, cantan los niños, y canta con ellos también la primera fila de invitados, donde están presentes las autoridades civiles, incluido el joven presidente de la República Federal de Alemania, Christian Wulff. Más tarde, en la inauguración oficial del congreso, afirmó con convicción: “La religión nunca da licencia para matar”.

“Ciertamente – dijo en su intervención en la conmemoración el cardenal Marx –, es necesario defenderse de quienes con violencia y una inimaginable fantasía del mal actúan contra personas inocentes y desean sólo la destrucción total”.

“Pero nuestra respuesta – subrayó el arzobispo de Münich – debe ser más grande, más amplia y profunda”. Esto significa que “los Estados Unidos y toda la civilización occidental, la entera comunidad mundial, es decir, quienes fueron el objetivo del ataque, deben encontrar nuevas respuestas de paz y de convivencia en un mundo global. Un mundo en el que las distintas culturas, religiones e ideas deben y pueden tener un lugar”.

“Dejad que este sueño sea cierto”: concluyó así el himno a la paz en la Marstallplatz, el 11 de septiembre de 2011.

Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez

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Merkel: derrotar las injusticias, un arma contra el terrorismo
Participó en el encuentro mundial “Religiones y culturas en diálogo”
MÜNICH, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- “Las religiones ven al hombre como una criatura divina, y por ello su destrucción es precisamente lo contrario de lo que las religiones viven y propugnan”: lo afirmó la canciller de la República federal alemana, Angela Merkel, en su intervención en el encuentro mundial “Bound to Live Together. Religiones y culturas en diálogo”, que está teniendo lugar en Münich por iniciativa de la Comunidad de San Egidio y la archidiócesis de Münich-Frisinga.

La canciller alemana estuvo de acuerdo con Andrea Riccardi, fundador de San Egidio, el cual al presentar la sesión plenaria de la tarde subrayó el papel de las religiones y de Europa como actores fundamentales para la construcción de una “civilización del vivir juntos”.

“Las religiones – había afirmado Riccardi – tienen una función decisiva en llamar a los fieles a la unidad del género humano. Deben vivir la audacia de esta tarea, no cerrarse temerosas”. Igualmente: “la civilización del convivir necesita una Europa fuerte y unida”.

“El debilitamiento de Europa – añadía el fundador de San Egidio – es una tragedia, que tiene lugar poco a poco, en la costumbre de vivir sin ideales, mientras que los países europeos son cada vez más como ancianos pensionistas en la ventana y fuera de la historia”. “Sin el espíritu, hoy está más claro – concluía Riccardi – que no se construye una sociedad distinta desde muchos individualismos”.

“Yo crecí en Alemania del Este – recordó por su parte Angela Merkel – y el hecho de que haya llegado a canciller alemana muestra cómo ha cambiado el mundo desde el encuentro de Asís de 1986”.

Ese encuentro “trajo frutos importantes de esperanza, que nosotros en el este vimos de forma evidente con lo que sucedió en 1989”.

“Es nuestro turno – afirmó la canciller – de hacer crecer la casa común europea”. No se pueden descargar los problemas actuales “sobre las generaciones futuras, sino tener una visión amplia. Nuestro modelo europeo de democracia social es digno de ser conservado y muchas regiones del mundo lo observan para imitarlo”.

También los países en los que han tenido lugar en los últimos meses importantes revueltas sociales. A propósito de la “primavera árabe” la canciller subrayó que “es importante que lo que ha sucedido en Túnez y en otros lugares no se quede en ilusión. Europa debe asumir responsabilidades hacia estos países, especialmente hacia los jóvenes”.

“Necesitamos un verdadero desarrollo en el mundo – afirmó Merkel con convicción –: vencer el hambre, la sed, dar trabajo. Sólo así podremos tener un futuro mejor”. Se necesita, sin embargo, un modelo de desarrollo sostenible. “Cuando Dios dijo al hombre que poseyera la tierra – afirmó –, no quería decir para explotarla sino para cuidar de ella”.

“Debemos vivir con los recursos naturales que tenemos – insistió Merkel – y preservarlos para el futuro. La pregunta a plantearse es: ¿estamos trabajando por el desarrollo o para quitar el futuro a los demás? ¿Y cuánto desarrollo pretendemos permitir a los demás?”.

Es necesario “desarrollar una economía sostenible, pagando los costes de nuestra riqueza sin descargarlos sobre otros o sobre las generaciones futuras. Hacer crecer el bienestar sin repetir los errores del pasado, invirtiendo en energías alternativas y en biodiversidad”;.

En opinión de la canciller alemana, el mundo “no puede ser ya gobernado a nivel nacional, sino a nivel mundial. Por esto la ONU será cada vez más importante” y aunque sea difícil “poner de acuerdo a los 194 países del mundo, sin embargo es necesario”.

“La base de nuestra convivencia – subrayó – es respetar la declaración de los derechos del hombre: también los hombres religiosos deben intervenir cuando éstos son violados”. “Las religiones – añadió Merkel – enseñan a mirar lo que une, y por esto tendrán cada vez un papel más importante, pues los hombres se preguntan qué les une”.

En los hombres “hay un deseo profundo de paz y libertad que no se deja vencer”. “No dejaremos que nos quiten nuestras convicciones más profundas – afirmó –. Creemos que a veces son necesarias soluciones militares para resolver conflictos, pero estas no son capaces de traer la paz”.

“Vivimos en un tiempo – consideró – en el que existe el peligro de que los hombres vivan por motivos equivocados. Vencer las injusticias es un arma grandiosa contra el terrorismo, y nosotros trabajamos juntos por ello”.

Si, de hecho, “la guerra es la madre de todas las pobrezas, entonces la paz es la madre de todo desarrollo”. “Juan Pablo II, en el encuentro de Asís – recordó Merkel – nos dijo que la paz está débil de salud y requiere inmensos cuidados. Cada generación está llamada a proteger la paz de las enfermedades”.

“Todos tenemos – concluyó – un compromiso común con la paz: trabajar por la unidad de la familia humana, como sugirió Juan Pablo II, con el corazón y con la mente”.

Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez

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Arzobispo de Nueva York: “La paz debe finalmente reinar”
Mensaje para los participantes en un encuentro religioso en Munich
ROMA, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- “Los próximos diez años de este siglo no pueden ser como los primeros. La paz debe reinar finalmente”.

Esta fue la afirmación del arzobispo de Nueva York, monseñor Timothy M. Dolan, en el mensaje enviado a los participantes en el encuentro interreligioso “Bound to live together. Destinados a vivir juntos”, iniciado este domingo en Munich (Alemania) por iniciativa de la Comunidad de San Egidio en colaboración con la archidiócesis de Munich y Frisinga.

Diez años después del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, en la capital de Baviera los jefes de las religiones más importantes se conectaron en directo con la Zona Cero exactamente a la misma hora en la que los aviones se estrellaron contra las Torres.

“El lema de este encuentro: destinados a vivir juntos, religiones y culturas en diálogo -afirmó monseñor Dolan- es particularmente significativo para nosotros en Nueva York”.

“Hay un destino común para todos nosotros -prosiguió-, y es el de vivir en la solidaridad”. El recuerdo del 11S, “el recuerdo de todos los que han perdido la vida -prosigue el mensaje- y el dolor de sus seres queridos debe ser la ocasión para promover la paz y el respeto recíproco”.

“Cada día -afirmó monseñor Dolan- se nos confía un deber sagrado, pero especialmente hoy: el deber de reflexionar juntos sobre el futuro que queremos construir”.

“Estamos llamados a llevar juntos la responsabilidad, hombres y mujeres de diferentes religiones -concluyó el arzobispo de Nueva York-, la de hacer crecer juntos una cultura de esperanza, una civilización en el amor, una cultura de la vida”.

En la reunión de Munich, que se concluirá el martes 13 de septiembre, participan también figuras institucionales importantes de la República Federal Alemana. El presidente Christian Wulff inauguró la ceremonia del 11 de septiembre junto al fundador de la Comunidad de San Egidio, el profesor Andrea Riccardi, el cardenal de Munich, Reinhard Marx y los presidentes de Guinea y de Eslovenia, Alpha Condé y Danilo Turk.

La canciller Angela Merkel interviene hoy en la asamblea plenaria. En Munich se espera la llegada de ministros israelíes y de la autoridad palestina, además de un ministro del Comité Nacional de transición libio, el ministro de exteriores de Níger y el ministro italiano Franco Frattini, que participa en una mesa redonda para debatir sobre las razones de la convivencia.

Algunos de los encuentros se dedicarán a la primavera árabe, centrándose especialmente en Egipto, Túnez y Libia. Vincenzo Scotti, subsecretario italiano de Exteriores, presidirá un encuentro dedicado al tema de la inmigración. Se hablará también de Japón después del terremoto.

El martes 13 está previsto una visita al campo de concentración de Dachau, que se encuentra cerca de Munich, conducida por el cardenal Roger Etchegaray.

Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Cardenal Marx: no debemos dejar de luchar por la paz
 
MÜNICH, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- “Hace diez años los atentados que golpearon a Nueva York y a los Estados nos conmovieron y nos continúan conmoviendo hoy, de la misma manera que tienen consecuencias que llegan hasta el día de hoy”.

No podía dejar de comenzar con el recuerdo de un suceso tan decisivo para la historia de los últimos años y tan ligado a los enfrentamientos entre religiones, la política y la convivencia civil, la homilía del cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y Frisinga, en la celebración eucarística que marcó el inicio, este domingo en Munich (Alemania), de la conferencia “Bound to live together. Religiones y culturas en diálogo”, organizado por la diócesis alemana y por la Comunidad de San Egidio.

“Este recuerdo -prosiguió el cardenal Marx- nos empuja ulteriormente a no dejar de luchar por la paz”. “Nosotros sabemos que los conflictos acompañan a la historia del hombre, pero no deben desanimarnos y que dejemos de construir la paz”.

No se trata, añadió, de algo más en la vida de los creyentes, de “un aspecto accesorio”, sino de “un compromiso central en la experiencia de fe”.

“La Biblia -destacó el purpurado- presenta también muchos relatos de guerra porque cuenta una historia que también es humana”, pero si se lee en profundidad “surge el hilo rojo de la lucha del Señor por la paz y su continua oposición al odio”.

“La fuerza grande del perdón expresado en Jesús en la lectura de este domingo -afirmó- es la clave del camino de Dios con su pueblo a través de la historia”.

“Dios ama y quiere la diversidad -insistió el cardenal Marx-. En la diversidad estamos llamados a vivir los unos por los otros y a practicar el perdón mutuo”.

“En el conocimiento de la paternidad de Dios podemos unirnos a hombres de otras confesiones y encontrar las vías comunes para construir la paz”.

Para despedir a los participantes del Meeting de San Egidio el metropolita ortodoxo Filaret, representante del Patriarcado de Moscú, pronunció unas palabras al final de la liturgia: “Somos conscientes de la unidad del género humano, y nos comprometemos a observar el mandamiento de Dios sobre la unidad y sobre el amor recíproco”.

“Con el corazón agradecido, expreso la certeza de que nuestro encuentro de hoy es un paso adelante hacia la unidad pedida por el Creador”.

Por Chiara Santomiero. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Entrevistas


La Confesión: una mano tendida hacia la conversión
El Prelado del Opus Dei habla sobre su último libro
ROMA, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- La confesión es una “mano tendida” hacia la conversión y la Eucaristía es el sello de la “amistad inigualable” con Jesús. Es lo que dijo en una entrevista con ZENIT, monseñor Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei.

Sobre el misterio de la Eucaristía y no sólo de esto, monseñor Echevarría ha publicado el libro “Vivir la Santa Misa” (Ediciones Ares).

- ¿Por qué la Eucaristía es “el centro y la raíz de la vida de todo cristiano?

Monseñor Echevarría: Poner la Eucaristía en el centro de la vida cristiana significa poner a Jesús en el corazón de todo. En la Eucaristía estamos llamados a entrar en el amor trinitario. Haciendo de la Santa Misa el centro de nuestra vida interior, nos unimos a Jesús y en Él a toda la Iglesia, a todos los hombres.

Era la continua enseñanza de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, que decía: “Si en el centro de tus pensamientos y de tus esperanzas está el tabernáculo ¡cómo de abundantes serán, hijo mío, los frutos de santidad y de apostolado!”. Jesús Eucarístico es el culmen del don de Sí a la humanidad, por tanto, si nos identificamos con Él, nos transmitirá la misma voluntad de incrementar el don de nosotros mismos y nuestro servicio a los demás.

- ¿Cuánto importa, en el carisma del Opus Dei, la práctica de la Confesión y de la Eucaristía?

Monseñor Echevarría: En el espíritu del Opus Dei, los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía importan lo que importan en la Iglesia: como todos los cristianos, intentamos ser personas penitentes y eucarísticas, con una práctica frecuente de la Confesión y la participación diaria en la Santa Misa.

El Sacramento de la Reconciliación está profundamente ligado a la Eucaristía. La Confesión presupone la conciencia de ser pecadores, con fe en la misericordia divina. Jesús nos purifica en su Sangre derramada en la Cruz por nosotros, para que el cristiano pueda participar con más fidelidad en el Sacrificio del Calvario que se hace presente cada día en la Santa Misa.

Ambos Sacramentos colman el alma de alegría y de paz, como el buen ladrón, viendo con sus ojos a Jesús en el Calvario, se sintió impelido a reconocer sus pecados movido por la contrición y así encontró la salvación eterna.

Insisto, la Confesión importa muchísimo en la vida del cristiano, porque es un sacramento de alegría y es puerta de acceso a la paz y a la felicidad que están dentro de la Eucaristía.

- Está en marcha el Congreso Eucarístico Nacional. ¿Qué sugerencias haría para que la práctica de la Confesión y de la Comunión fuera más intensa y generalizada?

Monseñor Echevarría: La Iglesia enseña desde siempre que en el tabernáculo se encuentra la fortaleza, el refugio más seguro contra los temores y la inquietudes. No basta que cada uno de nosotros, individualmente, busque y encuentre al Señor en la Eucaristía; debemos conseguir “contagiar” con nuestro testimonio al máximo de personas posible, para que también estas contemplen y descubran esta amistad inigualable.

La comunión espiritual es una gran ayuda en la preparación para la comunión eucarística. Para ser hombres y mujeres conscientes de nuestra filiación divina debemos frecuentar a Cristo cada vez más, recibiéndolo, si podemos, cada día.

En cuanto a la Penitencia, considero que es muy importante la disponibilidad generosa de los sacerdotes a la escucha de las confesiones: un confesor disponible, un confesionario “con la luz verde”, es una mano tendida hacia la conversión.

Sobre este punto, Benedicto XVI nos sugirió recientemente “seguir el ejemplo de los grandes Santos de la historia, desde San Juan María Vianney a San Juan Bosco, desde San Josemaría Escrivá a San Pío de Pietrelcina, desde San José Cafasso a San Lepoldo Mandić” (Discurso a los participantes en el curso organizado por la Penitenciaría Apostólica, 2011).

Por Antonio Gaspari. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Documentación


Mensaje del Papa al Meeting interreligioso de Münich
Dirigido al cardenal Reinhard Marx
CASTEL GANDOLFO, lunes 12 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido al cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Münich y Frisinga, con motivo del Meeting “Bound to Live Together” - Religions and Culture in Dialogue, que se está celebrando en esta ciudad.

* * * * *

A mi venerable hermano

Reinhard cardenal Marx

Arzobispo de Münich y Frisinga

Dentro de pocas semanas será el aniversario de los veinticinco años de la invitación dirigida por el beato Juan Pablo II a los representantes de las distintas religiones del mundo a reunirse en Asís para un encuentro internacional de oración por la paz. A raíz de este encuentro memorable, año tras año la comunidad de San Egidio realiza un encuentro por la paz, para profundizar más en el espíritu de paz y de reconciliación, y para que Dios en la oración nos transforme en hombres de paz. Estoy contento de que el encuentro de este año tenga lugar en Münich, la ciudad de la que fui obispo, en la vigilia de mi viaje a Alemania y en preparación a la ceremonia por la memoria del vigésimo quinto aniversario de la oración mundial por la paz en Asís, que tendrá lugar el próximo mes de octubre. Con gusto aseguro a los organizadores y a los participantes del encuentro en Münich mi cercanía espiritual y les dirijo de corazón mis votos para que sea bendito.

El título del encuentro por la paz, “Bound to live together”/ “Convivir – nuestro destino” nos recuerda que nosotros los seres humanos estamos ligados unos a otros. Este vivir juntos es en el fondo una simple predisposición, que deriva directamente de nuestra condición humana. Por tanto, es tarea nuestra darle un contenido positivo. El vivir juntos puede transformarse en un vivir unos contra otros, puede convertirse en un infierno, si no aprendemos a acogernos unos a otros, si cada uno no quiere ser otra cosa que él mismo. Pero abrirse a los demás, ofrecerse a los demás puede ser también un don. Así, todo depende de entender la predisposición a vivir juntos como una tarea y como un don, de encontrar el verdadero camino para convivir. Este vivir juntos, que hace tiempo podía quedar confinado a una región, hoy no puede vivirse sino a nivel universal. El sujeto de la convivencia es hoy la humanidad entera. Encuentros como el que tuvo lugar en Asís y el que se celebra hoy en Münich representan ocasiones en las que las religiones pueden interrogarse a sí mismas y preguntarse cómo convertirse en fuerzas de convivencia.

Cuando nos reunimos entre cristianos, hacemos memoria del hecho de que para la fe bíblica, Dios es el creador de todos los hombres; sí, Dios desea que nosotros formemos una única familia, en la que todos seamos hermanos y hermanas. Hacemos memoria del hecho de que Cristo anunció la paz a los que están cerca y a los que están lejos (Ef 2,16 ss). Esto lo debemos aprender siempre de nuevo. El sentido fundamental de estos encuentros es que debemos dirigirnos a cercanos y lejanos en el mismo espíritu de paz que Cristo nos mostró. Debemos aprender a vivir no unos junto a otros, sino unos con otros, es decri, debemos aprender a abrir el corazón a los demás, a permitir que nuestros semejantes tomen parte en nuestras alegrías, esperanzas y preocupaciones. El corazón es el lugar donde el Señor se hace cercano. Por esto la religión, que está centrada en el encuentro del hombre con el misterio divino, está conectada de modo esencial con la cuestión de la paz. Si la religión fracasa en el encuentro con Dios, si abaja a Dios a uno mismo, en lugar de elevarnos a nosotros hacia él, si hace de él, en cierto sentido, nuestra propiedad, entonces podrá contribuir a la disolución de la paz. Si en cambio conduce a lo divino, al creador y redentor de todos los hombres, entonces se convierte en una fuerza de paz. Sabemos que también en el cristianismo ha habido distorsiones prácticas de la imagen de Dios, que han llevado a la destrucción de la paz. Tanto más somos llamados a dejar que el Dios divino nos purifique, para convertirnos en hombres de paz.

No debemos nunca disminuir nuestros esfuerzos comunes por la paz. Por esto las múltiples iniciativas en todo el mundo, como el encuentro anual de oración por la paz de la Comunidad de San Egidio y otras iniciativas similares, tienen un gran valor. El campo en el que debe prosperar el fruto de la paz debe estar siempre cultivado. A menudo no podemos hacer otra cosa que preparar incesantemente y con muchos pequeños pasos el terreno para la paz en nosotros y alrededor nuestro, también pensando en los grandes retos que debe afrontar no el individuo, sino toda la humanidad, como las migraciones, la globalización, las crisis económicas y la salvaguarda de la creación. En conclusión, sabemos sin embargo que la paz no puede simplemente “hacerse”, sino que siempre es también “dada”. “La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto a realizar, nunca realizado del todo” (Mensaje para la jornada mundial de la paz 2011, 15). Precisamente por eso es necesario el testimonio común de todos aquellos que buscan a Dios con corazón puro, para realizar cada vez más la visión de una convivencia pacífica entre todos los hombres. Desde el primer encuentro de Asís hace 25 años, ha habido y hay muchas iniciativas por la reconciliación y la paz que llenan de esperanza, por desgracia también muchas ocasiones perdidas, muchos pasos atrás. Terribles actos de violencia y terrorismo han sofocado repetidamente la esperanza de la convivencia pacífica de la familia humana en el alba del tercer milenio, viejos conflictos se ocultan bajo las cenizas o explotan de nuevo, y a ellos se añaden nuevos enfrentamientos y nuevos problemas. Todo esto nos muestra claramente que la paz es un mandato permanente confiado a nosotros y al mismo tiempo un don que invocar.

En este sentido, que el encuentro por la paz en Münich y los coloquios que tendrán lugar allí puedan contribuir a promover la comprensión recíproca y la convivencia, preparando así a la paz un camino siempre nuevo en nuestro tiempo. Por ello invoco sobre todos los participantes en el encuentro por la paz de este año en Münich la bendición de Dios omnipotente.

En Castel Gandolfo, 1 de septiembre de 2011
Benedicto XVI

[Traducción de la versión italiana publicada por la Comunidad de San Egidio, por Inma Álvarez]

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Queridos jóvenes: Hemos vivido una aventura juntos. Firmes en la fe en Cristo habéis resistido la lluvia. Antes de marcharme, deseo daros las buenas noches a todos. Que descanséis bien. Gracias por el sacrificio que estáis haciendo y que no dudo ofreceréis generosamente al Señor. (Despedida de la Vigilia del sábado 20 de agosto).

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