12.09.11

 

Supongo que cuando allá por el año 1982 se creó la Asociación de Teólogos Juan XXIII, algunos ya se alarmaron de que se usara el nombre de un Papa por quienes eran protagonistas del avance de la secularización interna en la Iglesia del post-concilio. A lo largo de los años, esa asociación ha ido avanzando por el camino del esperpento, convirtiéndose en la bandera más visible de ese sector para-eclesial que hace décadas que perdió cualquier vestigio de catolicismo que hubiera en su seno.

El último congreso de la Juan XXIII ha parido, en forma de comunicado, una criatura infame y deforme que nadie que se llame a sí mismo católico puede adoptar. Uno de sus puntos dice:

5. Algunas de estas actitudes hemos podido comprobarlas en la reciente Jornada Mundial de la Juventud, que ha ofrecido una imagen autoritaria y patriarcal de la Iglesia, ajena a los problemas reales de los jóvenes, y ha fomentado la exaltación del pontífice, hasta caer en la papolatría, una de las más nítidas expresiones del fundamentalismo. Y todo ello con el apoyo y la legitimación de las diferentes instituciones municipales, autonómicas, militares y empresariales.

Son tan repulsivos que incluso su máximo mentor mediático, el director de Religión Digital, les ha dado un toque de atención. Pero no nos engañemos. José Manuel Vidal no puede pretender que nos traguemos que él está en el “centro moderado". A otro perro con ese hueso. Para esa asociación, Vidal es “uno de los nuestros”.

El caso es que no tendría nada de particular que la Iglesia pidiera, de forma oficial y pública, que esa asociación de teólogos cambie de nombre. No puede ser que profanen la figura de un Papa beato de esa manera tan rastrera. No sé si hay alguna posibilidad de emprender acciones legales para evitar esa infamia constante. Supongo que es un tanto complicado meterse en ese berenjenal. Pero si existe la más mínima posibilidad de conseguir algo, la Conferencia Episcopal o la Nunciatura deberían de ponerse a ello. Sería una muestra de cariño hacia la figura de un Papa que está siendo vejado, maltratado y usado para atacar a la Iglesia.

Si así lo hacen, que sepan que tendrán el apoyo de multitud de fieles. Entre ellos, este que firma.

Luis Fernando Pérez Bustamante