16.09.11

Eppur si muove - Sobre los movimientos eclesiales

A las 12:43 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
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Estoy más que seguro que, sin decir nada más que lo que indica el título del “Eppur si muove” de hoy, a más de una persona se le ocurriría decir mucho acerca de los movimientos eclesiales que se desarrollan en el seno de la Iglesia católica. Y eso porque hay temas que se comentan por sí solos y porque, sobre todo, hay pensamientos que, sobre los mismos, no cambian ni a la de tres.

Es bien cierto que en la Iglesia católica hay muchos movimientos, carismas o como se les quiera llamar que no son del gusto de muchos católicos. Así lo expresan los mismos en cualquier ocasión que se presenta diciendo, por ejemplo, que son retrógrados, que son algo que no debería existir entre nosotros y, además, que son una secta.

Aquí, por ejemplo, nos referimos al Opus Dei, a Comunión y Liberación, a Focolares, al Camino Neocatecumenal o, por fin, al de los Legionarios de Cristo, tan atacado por el comportamiento malvado de su fundador, Marcial Maciel.

Son, digamos, los cuatro movimientos sobre los que cae toda la ira de los que no comulgan con ellos sin darse cuenta del daño que, a su vez, pueden estar haciendo a lo que, al fin y al cabo, ha sido una inspiración del Espíritu Santo que, como sabemos, sopla donde y cuando quiere.

Extrañaría bastante, a una persona ajena a la religión católica, que dentro de la misma la oposición a los movimientos eclesiales aquí citados, sea tan enconada y tan llevada por un odio que no se entiende.

Así, por ejemplo, se dice o se habla sobre:

-El sectarismo del Opus Dei.

-El endiosamiento de Kiko Argüello en el Camino Neocatecumenal.

-El triste ejemplo del fundador de los Legionarios de Cristo y si ha podido influir en el resto del movimiento.

Todo esto es poco edificante pero aún lo es menos si sale de la boca y de las manos que escriben de personas que son católicas y que parece que no comprenden que Dios hace lo que cree oportuno con los hijos que reconocen tal filiación divina y que resulta cargante e impresentable que, erre que erre, se siga zahiriendo con saña a quien sólo quiere entregar su vida por los demás y acercar, de paso, al Creador a quien no lo conoce o no lo conoce lo suficiente.

No se comprende, con facilidad, qué es lo que pasa con los movimientos que, en los últimos decenios, a excepción del Opus Dei que lleva bastante más tiempo, ha suscitado el Espíritu Santo en el corazón de muchos fieles. Quiero decir que qué es lo que pasa con el pensamiento de muchos hermanos en la fe que son capaces de mostrar una inquina muy preocupante en contra de los mismos.

A lo mejor es que no entiende la labor que realizan de evangelización y de entrega a los demás; ni tampoco que puedan estar transmitiendo una forma de vida que está, muchas veces, alejada de la que el mundo, el siglo, propone.

A lo mejor es que, en realidad, no se está a favor de los mismos porque se sabe que hacen bien a la Iglesia católica y a la forma que tiene la misma de llevar a cabo la misión que tiene encomendada. Será, entonces, lo que pase con aquellos que no son capaces de asimilar, del todo y bien, la voluntad de Dios.

Es posible, también, que se achaque a los citados movimientos (y a otros que existen y que aquí no son citados) que sus comportamientos no son siempre adecuados y que, en algunas ocasiones, faltan a la verdad de su carisma. Y, ante esto sólo cabe decir que, en efecto, eso puede pasar. Pero pasa porque están compuestos y conformados por cristianos que, ¡vaya novedad!, pueden pecar y caer en el terreno pantanoso de la duda de fe.

Eso, sin embargo, no debería extrañar porque antes de criticar con tanto encono y tanta gravedad al Opus Dei, al Camino Neocatecumenal, etc. deberían tentarse la ropa y mirarse en su propio ojo por si acaso no pueden ver bien por la viga que tienen dentro.

Eleuterio Fernández Guzmán