Con la voz del Beato Juan Pablo II recordamos al Card. Van Thuan

 

2011-09-18 Radio Vaticana
 

RV - Fue un «heroico heraldo del Evangelio de Cristo», dijo el Beato Juan Pablo II, que, presidiendo las exequias de este purpurado, el 20 de septiembre de 2002, recordó su ejemplo luminoso de coherencia cristiana hasta el martirio. Y con su ejemplo de esperanza cristiana, afianzada en el amor de Dios y con la ayuda de María, el Card. Van Thuan - cuyo proceso de Beatificación está en curso – sigue presente en los católicos vietnamitas y no sólo.

El Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, celebró este viernes, en la sede del dicasterio en Roma, la Santa Misa en el noveno aniversario de la muerte del Cardenal vietnamita Francois-Xavier Van Thuan, que padeció persecuciones en su país y 13 años de cárcel – nueve de ellos en total aislamiento.

«No me volví loco gracias a la oración del Avemaría», contaba el Card. Van Thuan. El Beato Juan Pablo II lo nombró presidente de ‘Justicia y Paz’, en 1998. Y en el Gran Jubileo del Año Dos Mil le encomendó la predicación de los ejercicios espirituales de Cuaresma. «Han sido días de fuerte experiencia comunitaria, durante los cuales, como los Apóstoles en el cenáculo, "hemos perseverado en la oración, en compañía de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (cf. Hch, 1, 14)», dijo el Papa Beato, agradeciendo al Predicador Van Thuan:

«Doy las gracias, también en nombre de cada uno de vosotros, al querido monseñor François Xavier Nguyên Van Thuân, presidente del Pontificio Consejo Justicia y paz, que, con sencillez y gran unción espiritual, nos ha guiado en la profundización de nuestra vocación de testigos de la esperanza evangélica al comienzo del tercer milenio. Habiendo sido él mismo testigo de la cruz durante los largos años de cárcel en Vietnam, nos ha contado frecuentemente hechos y episodios de su dolorosa detención, fortaleciendo así nuestra certeza consoladora de que, cuando todo se derrumba alrededor de nosotros y tal vez también dentro de nosotros, Cristo sigue siendo nuestro apoyo indefectible. Agradecemos al arzobispo Van Thuân -en la cárcel era sólo el señor Van Thuân- su testimonio, muy significativo en este Año jubilar».

«Cristo crucificado y resucitado es nuestra única esperanza verdadera. Fortalecidos con su ayuda, también sus discípulos se convierten en hombres y mujeres de esperanza. No de esperanzas a corto plazo y fugaces, que después cansan y defraudan al corazón humano, sino de la verdadera esperanza, don de Dios que, sostenida desde lo alto, tiende a conseguir el sumo Bien y tiene la seguridad de alcanzarlo», destacó Juan Pablo II, subrayando que «también el mundo de hoy necesita urgentemente esta esperanza. El gran jubileo, que estamos celebrando, nos lleva paso a paso a ahondar en las razones de esta esperanza cristiana, que exigen y favorecen una creciente confianza en Dios y una apertura cada vez más generosa a nuestros hermanos».

Papa Wojtyla se aprestaba a peregrinar a Tierra Santa, invocando el amparo y guía de la Madre de Dios, que el mismo Van Thuan, en sus predicaciones, había presentado como modelo en esos ejercicios espirituales del Gran Jubileo:

«María, Madre de la esperanza, a quien ayer por la tarde el predicador nos ha invitado a contemplar como modelo de la Iglesia, nos obtenga la alegría de la esperanza, a fin de que también para nosotros, en los momentos de la prueba, como sucedió con los discípulos de Emaús, la presencia de Cristo transforme nuestra tristeza en alegría: "Tristitia vestra vertetur in gaudium". Con estos sentimientos, os bendigo de corazón, pidiéndoos a todos que sigáis acompañándome con vuestra oración, sobre todo durante mi peregrinación a Tierra Santa que, Dios mediante, tendré la alegría de realizar la semana próxima».

CdM