17.09.11

Eco Alfa Cuatro Bravo Unión Bravo

A las 12:46 PM, por Luis Fernando
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No recuerdo bien cuántos años -¿8-9?- tenía cuando los Reyes Magos dejaron en casa de mis abuelos paternos un par de walkie-talkie de juguete. Inmediatamente mi padre y yo empezamos a jugar con ellos. Y en esas estábamos cuando se nos coló una conversación procedente de alguna emisora de radioaficionado cercana. Ese fue el inicio del interés de mi papá en ese mundillo. Al poco se compró una emisora de verdad y pronto consiguió hacer un buen grupo de amigos a través de las ondas. Su primer “nick” fue el de Paloma. En Getafe habían unos cuantos radioaficionados con los que formó una especie de club.

Al cabo de los meses, decidieron colaborar con DYA (Detente Y Ayuda), una Asociación de Ayuda en Carretera que, sin ánimo de lucro, lleva más de 40 años -15 por aquel entonces- ayudando a todos los conductores a circular más seguros por las carreteras. Todos los fines de semana patrullaban durante algunas horas por la antigua carretera de Toledo y por la de Andalucía. Creo que asistieron al menos a un par de accidentes, aunque no recuerdo que ninguno fuera grave.

Sin embargo, lo que más me impactaba era el uso que le daba a la emisora cuando nos íbamos de vacaciones a la costa levantina. Un día nos fuimos con el coche a las afueras de Torrevieja (Alicante) y desde una especie de colina cercana al mar pudo contactar con gente de Italia -él chapurreaba el italiano- e incluso con alguien que decía hablar desde Albania. A mí aquello me parecía ciencia ficción y me lo pasaba pipa. Además, me hizo ilusión aprender el argot típico de los radioaficionados. Por ejemplo, yo era el “armónico” de mi padre y él era mi “primerísimo". Aun recuerdo lo que significaba QTH (estoy en casa), QTC (callen los demás), etc. Nunca me dejó hablar por la emisora pero eso no me importaba.

Al cabo del tiempo, tanto mi padre como algunos de sus amigos decidieron sacarse una especie de licencia oficial para poder hablar por otro tipo de emisoras. En este caso sí me acuerdo de la fecha, porque se tuvieron que examinar el día del golpe de Estado, 23 de febrero de 1981. Yo tenía 12 años de edad por entonces. Una vez que aprobó el examen, a mi padre le dieron el código EA4-BUB. O sea, Eco Alfa 4 Bravo Unión Bravo. La E por España, la A por el tipo de licencia, el 4 creo que por la zona del país en el que vivíamos y las otras siglas eran su identificación personal. La foto que acompaña a este post es precisamente la suya hablando ya por la emisora como EA4-BUB.

Si ya con la primera emisora no me dejaba hablar, con la nueva el que yo lo hiciera era incluso ilegal. Es decir, nadie, excepto quien tuviera licencia, podía hacer uso de ese tipo de radioemisor. Pero dado que la emisora estaba en mi habitación, una noche me dio por usarla, con la mala suerte de que un amigo de mi padre me pilló. Cuando vio que una criatura con voz de crío se presentaba con el código de su colega, supuso que era yo. Os podéis hacer una idea de la bronca que me llevé al día siguiente. Fue mi primera y última excursión adolescente por el mundo de las ondas.

Alguno de vosotros os preguntaréis a qué viene que os cuente todo esto. Pues fácil. Lo que atrajo a mi padre del mundo de la radioafición era la capacidad de establecer contacto con gente de todas partes del mundo y la posibilidad de servir a la sociedad por medio de iniciativas como la de DYA. No en vano, él acabó presidiendo la asamblea local de voluntarios de Cruz Roja y luego se convirtió en el fundador de la primera agrupación de Protección Civil en Getafe. Su labor fue premiada tras su muerte con una medalla al mérito civil. Aun me acuerdo del día en que el delegado de gobierno me la impuso en su nombre.

No tengo la menor duda de que a mi padre le habría apasionado internet. Hoy sería un internauta más, involucrado en cualquier proyecto que fuera útil para hacer el bien. Obviamente también lo utilizaría para su ocio, pero es que él encontraba el ocio en servir a los demás. Pido a Dios que lo tenga a su lado en el cielo. Y si es así, no dudo de que de vez en cuando echará un vistazo a lo que hace su único hijo y esbozará una sonrisa. No en vano, 26 años después de haberle perdido, sigue siendo un referente para mí en todo lo que hago. Es por ello que os ruego una oración por su alma.

Luis Fernando Pérez Bustamante