25.09.11
28 «Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: “Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.” 29 Y él respondió: “No quiero", pero después se arrepintió y fue. 30 Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: “Voy, Señor", y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. 32 Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.COMENTARIO
Cumplir con la Verdad
El creyente tiene muchas formas de relacionarse con Dios y de manifestar que, por ejemplo, cree en el Todopoderoso y sigue su voluntad.
La parábola de los dos hijos muestra a la perfección lo que podemos y solemos hacer los que nos consideramos hijos de Dios y, como dice san Juan, lo somos (1 Jn 3,1): decir lo que se hace o hacer lo que se dice.
Ambas formas de actuar nos llevan, como es de suponer, por caminos distintos y nos hacen crecer en la fe o, al contrario, alejarnos de Quien nos ama con Amor misericordioso.
Decimos lo que se hace o, mejor, lo que se va a hacer cuando, en realidad, no tenemos intención de hacerlo. Creemos, de forma absurda, que podemos eludir el conocimiento que Dios tiene acerca de lo nuestro cuando bien sabemos que eso no es así pues el Creador ve en lo secreto de nuestro corazón. No mostramos arrepentimiento por lo mal hecho y, además, andamos pensando que tenemos razón y que podemos seguir caminando sin que nada de lo llevado a cabo afecte nuestra existencia de creyentes.
Hay otra, la otra, forma de hacer las cosas que, en principio, puede parecer peor que la primera donde, en aquella, se miente a sabiendas de lo que se va a hacer o no hacer. En la segundo el resultado, que es el que importa, es bastante mejor y, seguramente, de acuerdo a la voluntad de Dios.
Decir que no se sigue determinada doctrina para, luego, seguirla, puede parecer una contradicción. Sin embargo, si media arrepentimiento por lo mal hecho y corregimos la dirección de nuestro paso por la vida, es bien cierto que contentaremos a Quien los creó si nosotros pero de los que espera su propia intervención para ser salvados como muy bien supo entender San Agustín.
Concurre, además, en lo escrito por san Mateo una advertencia muy clara de parte de Jesucristo: no vale la apariencia de fe si, en verdad, la misma es rácana o disminuida a la hora de la verdad y de la realidad de las cosas. No vale, por tanto, cumplir y mentir (el famoso cumpli-miento) sino, en todo caso, hacer lo que nos corresponde hacer aunque haya mediado, entre la intención y el resultado una actitud negativa. Vale lo que vale no lo que queremos que sea ve que vale.
PRECES
Por todos aquellos que no quieren darse cuenta de que Dios ve en lo secreto.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que no corrigen sus malas actitudes.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a ser lo que debemos ser siguiendo tu voluntad.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.